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Llegada la segunda mitad del siglo XIV en los países más civilizados del
occidente se llegó a constituir para la mayoría de la población el resultado
lógico de una verdad demostrada por las ciencias naturales más
avanzadas del periodo. Se definía como una violencia conceptual de la
biología evolutiva humana basándose de esta para justificar la dominación
de las comunidades más débiles del planeta desde el punto de vista
económico y militar. Para muchos, era una verdad irrefutable la cual debía
ser aplicada para lograr la civilización; ésta sirvió para legitimar una
violencia directa y material impuesta por élites en donde tuvieron que
civilizar a “seres no tan humanos como el hombre blanco”. Los grandes
perjudicados fueron los africanos negros, esclavos de plantaciones
americanas, australianos, tasmanos, indios, malayas, pigmeos, nativos
coloniales, mujeres en general, etc. Muchos de estos fueron condenados
a una inferioridad biológica de la cual no podían escapar ya que era parte
de una biología evolutiva, propia de sí mismos. La gran ciencia de fines
del siglo XIX situó a estos grupos en un nivel de inferioridad evolutiva, los
cuales deberían ser ajustados a los estándares y a los intereses de la
burguesía blanca de fin del siglo. “Como señalan Brace y Montagu a
propósito del racismo de la antropología física ortodoxa en el siglo XIX, "el
hábito de percibir a los seres humanos de forma estereotipada era tan
fuerte que incluso Darwin fue incapaz de librarse de él al tratar con el
problema de la variabilidad humana". (Sánchez, 2007, parf.2)
Uno de los factores que más influencia tuvo durante el imperialismo en el siglo
XIX, fue la creencia de la superioridad de la cultura europea frente a las otras, a
las que consideraban incivilizadas. Se tenía la idea de que era su deber para con
los demás, una obligación moral de formar una forma de gobierno que pueda
contribuir con la civilización de los salvajes, difundir el estilo de vida europeo
junto con su cultura entre los catalogados como inferiores. También se veían
influenciados por el pensamiento darwinista, en el que se entendía al
imperialismo como el triunfo del más apto, por lo que empezaron a menospreciar
otras razas y civilizaciones. Esto llevó a que la expansión reflejara lo que se
entendía de estas ideas, en donde quien lograse mayores colonias era la más
apta.
4. Imperialismo y comercio
Entre 1872 y 1912 las importaciones y exportaciones entre Gran Bretaña y Egipto
resultaron en un aumento menor que las de Gran Bretaña en importaciones y
exportaciones generales. Como dijo Hilferding: “La respuesta del proletariado a
la política económica del capital financiero, al imperialismo, no puede ser el libre
mercado, sino únicamente el socialismo. El objetivo de la política proletaria no
puede ser actualmente la restauración de la libre competencia”. El comercio que
tuvieron las Colonias Británicas con metrópoli funcionó con más lentitud que con
otros países. La Gran Bretaña también fue afectada por la metrópoli, por el
imperialismo, principalmente de Estados Unidos y Alemania. Se sabe que las
agrupaciones de empresas del mismo sector dieron un lugar para establecer
aranceles proteccionistas, donde se protegieron los productos susceptibles de la
exportación. Los ingleses llamaron “el dumping” a las agrupaciones del capital
financiero. Dichas agrupaciones vendían sus productos a un precio monopolista
elevado, mientras que en el extranjero vendían productos a un precio muy bajo,
para arruinar la competencia, y elevar su propia producción, etc. La superioridad
del imperialismo alemán sobre el británico era tan fuerte como el de las fronteras
coloniales o de los aranceles proteccionistas, lo que usaron como “argumento” a
favor del libre mercado. “Es interesante señalar que incluso el economista
burgués A. Lansburgh, que critica el imperialismo de manera tan
pequeñoburguesa como Kautsky, ha estudiado de un modo más científico que
él los datos de la estadística comercial.” En 1891, a través de los bancos
alemanes se concedió un préstamo a Rumania, el principalmente sirvió para
adquirir el material ferroviario alemán.