Sunteți pe pagina 1din 3

EL SURREALISMO EN LA ESCENA

2 mayo, 2012 · de dianafernandezgonzalez · en El vestuario en la historia del arte teatral, Tendencias de la plástica escénica. ·
La actitud “irracionalista” del movimiento Dadá derivó hacia un intento de mayor envergadura y así surge el surrealismo.
André Bretón había contactado con las doctrinas de Freud, fundador del psicoanálisis, y entendió que la palabra escrita
discurre tan de prisa como el pensamiento y que las ensoñaciones y asociaciones verbales automáticas podían ser métodos
de creación artística.

Las producciones artísticas de movimiento surrealista abarcarían una gran diversidad de formas de expresión, serán sus
campos de experimentación: la literatura, la pintura, la escultura, la fotografía, el cine y en menor medida, el teatro.
Algunos autores afirman que nunca llegó a existir un teatro verdaderamente surrealista, que el teatro era el medio en que
menos había actuado el surrealismo y que sólo existieron propuestas teatrales de los surrealistas que, pese a la calidad de
algunas de ellas, nunca llegaron a conformar un teatro surrealista.

1923. Vestuario de Sonia Delaunay para la puesta “El corazón de Gas” de Tristan Tzara

No obstante, antes que saliera a la luz el ‘Manifiesto Surrealista’ (1925) de André Bretón, ya se presentaron obras
dramáticas que se ajustaban a ese deseo de búsqueda del mundo irracional, oculto y amordazado por la conciencia
racional moldeada por la cultura y las imposiciones sociales. Los historiadores han señalado como antecedentes de la
escritura dramática surrealista los títulos “Ubu roi” (1896) de Alfred Jarry o “Les mamelles de Tiresias” (Los pechos de
Tiresias, 1917) de Guillaume Apollinaire.
Figurín de Sonia Delaunay para “El corazón de gas”

En la puesta en escena en 1917 de “Las tetas de Tirésias”, tanto el decorado, como el vestuario (a cargo de Serge Férat;
Sergueï Nikolaïevitch Yastrebzov, pintor y decorador ruso), el texto y toda la representación se basaba en una estética del
absurdo. La tendencia de reunir en un sólo personaje a las masas o grupos con ideas afines y el hecho de incluir a un
presentador que narraba previamente cada escena, se repitió en estas puestas surrealistas.

Vestuario de Serge Férat, para “las tetas de Tiresias”, 1917

Otras puestas surrealistas fueron: “Los novios de la torre Eiffel” (1921) escrita y dirigida por Jean Cocteau, donde se unía
texto, danza y mimo con pintura surrealista del telón de fondo; “El corazón de gas” (1923), del dadaísta Tristán Tzara,
complicada parodia de “la nada” con complejos trajes diseñados por Sonia Delaunay.

1921. “Los novios de la Torre Eifel”. Cocteau

El teatro surrealista intentaba dar rienda suelta en palabras y acciones a las imágenes oníricas extrañamente yuxtapuestas.
De ahí, que los espectáculos poseían, en su mayoría, un predominio del texto sobre la acción dramática, no brindando gran
atención al diseño o composición plástica de la escena. Sin embargo, algunas aportaciones como el introducir imágenes
cinematográficas en los espectáculos, pueden ser consideradas como significativas dentro del quehacer escénico de los
surrealistas.

A pesar de los conflictos y rivalidades entre surrealistas y dadaístas, las ‘performances’ y espectáculos de ambos poseían
gran similitud, por lo que, aún dentro de su eclecticismo y ausencia de unidad de estilo en lo referente a la plástica
escénica, podrían unificarse en una corriente común. Asimismo, las teorías y prácticas de Artaud constituyeron el
antecedente esencial para todo el desarrollo de muchas corrientes del arte escénico de la segunda mitad del siglo XX.

S-ar putea să vă placă și