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Para introducirnos en el tema, tenemos que presentar al autor que será el eje
que articulará nuestra discusión. Johannes Kepler vio la luz un 16 de mayo de
1557. Oriundo de la ciudad de Weil, en el sudoeste de Alemania. Desde pequeño
presentó cierta deficiencia visual, y no gozó de tan buena salud. Desde muy
joven se interesó por los temas astrológicos, haciendo así varias predicciones.
Pero lo que nos concierne el día de hoy es la estructura que él elabora para el
sistema del universo. Tanta fue la sorpresa de Kepler que creyó tener el ‘‘secreto
de la creación’’, como señala Arthur Koestler en Los sonámbulos.
Esta idea desarrollada por Kepler acerca de orden en el sistema del universo,
tiene como personajes principales a figuras geométricas tridimensionales.
Podemos soslayar la anécdota en donde a Kepler se le ocurre de manera
esporádica esta idea, llegando a ella por un acto que podríamos denominar como
Insight en la psicología. Debido a que el tema central de este ensayo no es
abordar de manera amplia toda la teoría de Kepler, solo se hará un repaso
simplificado de esta idea.
Esta teoría propuesta por Kepler, nos dice Smolin, explicaba algo que en su
tiempo aún estaba sin respuesta, esto es, los diámetros de las órbitas de los
planetas. Como él mismo lo menciona en su capítulo El mito de la belleza, era
‘‘matemáticamente muy hermosa’’. La teoría de Kepler se correspondía con la
realidad en ese sentido, ya que, explicaba una serie de fenómenos de manera
regular. Y si cumplía con aquella función, la de correspondencia con lo real, ¿Por
qué no fue aceptada como la explicación del sistema del universo? A primera
vista podríamos considerar a Kepler dentro de una postura realista, en esta
búsqueda de conocer cómo era el universo y que su error fue, como diría Smolin,
que no tuvo alcances predictivos, por ende, considerados prácticos, dentro de
su teoría. Nos dice que su sistema del universo no convenció debido a que, si
bien era una explicación innovadora para su tiempo, esta idea no daba más
alcances de los que ya existían, no facilitaba la predicción de eventos más allá
de lo que proponía dentro de la teoría.
Si es que esta teoría no facilitaba, o no tenía grandes alcances, sino que solo
podía rendir cuentas a hechos que se manifestaban en su tiempo, podría sugerir
a uno que la carencia de predicciones de un mayor alcance hizo que este sistema
no se coloque como el central en su tiempo. De alguna u otra forma, esta
carencia podría revelar ese lado puramente práctico que deberían tener todo tipo
de sistemas, más allá de su correspondencia y explicación de los fenómenos ya
suscitados. De la misma forma, como consecuencia de esto, podríamos decir
que hay, a primera vista, un mayor peso, o preferencia por las teorías de carácter
‘‘práctico’’ o ‘‘instrumental’’ y que el Realismo, entendido como una postura
meramente correspondentista, quedaría marginada o sin mucha importancia.
¿Por qué decimos entonces, que la postura de Kepler no está emparentada con
el realismo, y que tiene una inclinación evidente por el instrumentalismo,
teniendo en cuenta la correspondencia a la que Kepler apuntaba dentro de su
sistema? Porque es compacta, en el sentido de que es una teoría cerrada. Con
esto queremos expresar la idea que Thomas Nagel tiene con respecto al
realismo. En su libro Una visión de ningún lugar hace énfasis en esta limitación
por parte del ser humano en la elaboración de las teorías. Si bien él se enfoca
en criticar no al instrumentalismo, sino al idealismo; lo que nos sirve en esta
ocasión en su aproximación a la idea del realismo. Es una idea muy simple la
que se tiene acerca del realismo como una simple ‘‘correlación’’ en su sentido
más básico. Lo que queremos decir es que el criterio de ‘‘utilidad’’ con respecto
a las predicciones no le es ajeno al realismo, y que tiene una especial forma de
adaptarlo dentro de su sistema. No solo es ese simple ‘‘alcance práctico’’ o
‘‘explicativo’’ que, en última instancia, como sucede en el sistema de Kepler, es
insuficiente.
De ahí que cuando se habla del realismo, se habla de las limitaciones que tiene
el ser humano con respecto al conocimiento del mundo, en efecto, no podemos
hacer depender la realidad de nuestra sola percepción, esto sería colocar al ser
humano en un lugar totalmente privilegiado y consagrarnos a ello como si
nuestras formas de conocer el universo fueran las únicas, y de las que la realidad
misma depende. El realismo no admite estos postulados y acepta una realidad
independiente de nuestras formas de percibirla, ya que, una realidad
independiente es evidencia de nuestras propias limitaciones con respecto al
conocimiento de esta; esto es bien conocido por todos; pero hay una idea más;
si partimos de nuestras limitaciones en nuestro conocimiento, tampoco
llegaríamos a una plena correspondencia con la realidad con respecto a nuestras
teorías, esto es, no sería un sistema cerrado, como hemos venido mencionando.
Entonces, por ese lado, cuando se habla del realismo no se habla de una
correspondencia en sentido estricto ¿Y qué queremos decir con esto? ,Sería muy
ingenuo pensar que una teoría científica se acople perfectamente con la realidad
y sea viva imagen de él, a lo que nos referimos es a ese aproximamiento hacia
lo real, sin encerrar a la teoría. Nagel enfatiza en este estado ‘‘inacabado’’ de las
teorías, que no es un punto débil, sino lo que las fortalece y por las cuales
podemos considerarlas realistas, ya que se aproximan hacia lo real, van hacia él
siempre teniendo en cuenta un espacio ‘‘por llenar’’ dentro de ellas mismas en
virtud de la complejidad hacia donde se dirigen, en otras palabras, la realidad.
A modo de conclusión, podemos decir el sistema del mundo que Kepler proponía
presentaba las características ya explicadas, propia de un sistema instrumental,
como lo fue le hecho explicativo para ciertos problemas presentados, y no tanto
realista el sentido que ya lo hemos explicado, dando cabida siempre a esa
incompletitud, y este fue el motivo por el cual no se posicionó como el central en
su época.
Bibliografía
- Thomas Nagel. (1986). Una visión de ningún lugar. México, D.F: Fondo de
Cultura Económica.
- Guilherme Brandão. (Mayo del 2012). Acerca del concepto de sistema: Desde
Editorial Planeta S. A.