Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Los “pecados sociales” a los que hace referencia Mahatma Gandhi, son los
siguientes: 1°. Ser rico sin trabajar; 2°. Placer sin consciencia; 3°. Conocimiento sin
carácter; 4°. Comercio sin moralidad; 5°. Ciencia sin humanidad; 6°. Religión sin
sacrificio; y 7°. Política sin principios. Ante cada uno de estos siete “pecados
sociales”, señalo tres ejemplos para que pueda tener una mejor comprensión de los
mismos.
1
6°. Religión sin sacrificio
Alienación religiosa
Manipulación social
Ritualismo sin sentido
Jorge Basadre Grohmann (Tacna, Perú, 1903 - Lima, Perú, 1980), el ilustre
historiador de la República, criticaba dos realidades que obstaculizaban gravemente
el desarrollo del país: primero, el Estado empírico, y, segundo, el abismo social. A
pesar de todos los cambios que se han logrado en el país, todavía perviven entre
nosotros estas dos realidades que continúan clamando por cambios urgentes.
Sobre la denominada “Guerra del Salitre”, Basadre se pronunció: “El Perú iba a ser
el país atacado e invadido en esta guerra y, por consiguiente, el que más
severamente debía afrontar su prueba. Para no poder resistir las tensiones a ella
inherentes tenía dos fallas esenciales que, si continúan existiendo, pueden llevarlo
a nuevas catástrofes frente a las grandes pruebas del futuro: la supervivencia del
Estado empírico y la del abismo social”.
Más recientemente, Alfonso W. Quiroz Norris (Lima, Perú, 1956 - New York, USA,
2013), notable historiador peruano, en su valiosa obra: Historia de la corrupción en
el Perú (2013), escribe lo siguiente: “La corrupción desenfrenada tuvo un impacto
significativo, y en ocasiones, decisivo sobre la historia y el desarrollo peruanos. El
estudio de su papel histórico forma parte de la reevaluación y exposición de fuerzas
subterráneas que dieron forma a su evolución social. La corrupción fue una pieza
sistémica integral desde la formación más temprana de un Estado moderno en el
Perú, pasando por las redes extraoficiales de patronazgo virreinal opuestas a la
reforma y las camarillas de caudillos militares que minaban tanto el crédito local y
externo, como las políticas económicas”. Quiroz finaliza el epílogo de su obra, con
estas palabras: “Para alcanzar un desarrollo global, el Perú y otras sociedades en
vías de desarrollo deben contener y minimizar radicalmente las cargas económicas
e institucionales causadas por la corrupción sistémica, a través de medios colectivos
de origen local. Los efectos dañinos de una corrupción descontrolada jamás deben
ser subestimados”.
2
El Estado empírico y el abismo social, que denunciara en su tiempo Basadre, así
como una historia patria plagada desde antaño de corrupción, que estudiara ayer
mismo Quiroz, todavía viven entre nosotros, por lo que queda un largo quehacer
para convertir nuestro ser nacional en aquella “promesa de la vida peruana” de la
que escribiera Basadre. Esta es, según puedo comprender, una tarea titánica que
necesariamente deberá ser sostenida por varias generaciones de peruanos
decentes, puesto que no es tan solo una tarea más que corresponda asumir a todos
aquellos caudillos inorgánicos que politiquean, que fracasan en sus absurdas
aventuras políticas y que conocemos bastante bien como ambiciosos, hipócritas,
indignados, inflamados, lobistas, retóricos, silentes, etcétera.
3