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La mujer en el Mundo Árabe II: La interpretación de los textos

islámicos.

La mujer árabe musulmana en la Edad Media


La mejora de la situación de la mujer árabe que se había producido en vida del profeta fue cayendo poco
a poco en el olvido a medida que se sucedían las interpretaciones de los ulemas. El Corán contiene más
de cinco mil aleyas, cientos de las cuales se refieren a la mujer, a su vida en el matrimonio, la familia y
las relaciones sociales, pero los imanes trataron de reducir las leyes concernientes a la mujer a aquellas
que afectan a su cuerpo y su sexualidad con el objetivo de restringir su existencia al hogar y apartarla de
la sociedad.

Concedieron a los maridos, apoyándose en hadices tales como algunos que están citados en el artículo
anterior, todo tipo de derechos sobre la mujer, desde el permiso para salir de casa al cumplimiento de
todos los caprichos masculinos, llevaron al extremo el uso obligatorio del velo, extendiendo lo que debía
cubrir a todo el cuerpo femenino, y prohibieron cualquier tipo de relación entre hombres y mujeres más
allá de aquellas con los familiares varones cercanos, padre, marido, hijos. También se limitó su acceso a
puestos administrativos, políticos o jurídicos. Obligaciones y limitaciones que muchas mujeres árabes
sufren hasta el día de hoy. Igual ahora que entonces los políticos compran sabios religiosos que elaboren
doctrinas favorables a sus propósitos, y cualquier interpretación disidente es calificada de apostasía.

La mujer empezó a permanecer cada vez más tiempo encerrada en casa, percibiéndose como lo
religiosamente más perfecto el no abandonar jamás la casa del marido. La poligamia se hizo común y
descontrolada, al igual que los divorcios, de manera totalmente opuesta a lo que se describe en el Corán.

Ya en época abasí, la diferencia entre mujer libre y esclava empieza a desdibujarse, de manera que se da
que ciertas esclavas tienen más poder que algunas mujeres libres. Se separó a la mujer árabe, guardiana
del honor y la cultura, de la mujer extranjera y esclava, cuyas actividades y educación no eran deseadas
para una esposa honorable, encerrando a la mujer cada vez más, primero en su casa, y luego en sus
habitaciones privadas, en el harem. Lo que en el Corán se concibió como castigo para la mujer adúltera,
acabó siendo casi la vida habitual de las mujeres musulmanas.
La separación de sexos era casi absoluta desde el punto de vista físico. El velo, de uso ya obligatorio,
impedía que un hombre viera cualquier parte del cuerpo de la mujer. Las casas contaban con salones de
recepción distintos para los hombres y las mujeres. Al menos en algunos lugares era habitual que las
mujeres saliesen para hacerse visitas mutuas para el desagrado de algunos sabios religiosos como Al-
Burzuli, que consideraba estos encuentros inútiles, en los que las mujeres se dedican a hablar mal de
sus maridos. El mismo jurista argumenta, en cuanto a la separación física de los géneros, que se
determine un día especial para los juicios en que intervengan mujeres, la construcción de cárceles para
mujeres bajo control de otras mujeres respetables y propone la medida de encerrar a las mujeres en sus
casas para evitar el lesbianismo, misma razón por la que se impedía a las mujeres el acceso a los baños
públicos.

La interpretación masculina actual


La jurisprudencia árabe actual es heredera de la medieval. Aunque algunos países han alcanzado una
constitución laica y, de hecho, sus líderes autoritarios han utilizado estas, especialmente los
reconocimientos de los derechos de las mujeres, para mejorar o incluso justificar su poder a los ojos
occidentales, siguen siendo abundantes los países en que la ley suprema es la Sharía, la ley islámica.
Tal vez uno de los casos más llamativos, por su continua aparición en la prensa occidental, sea el de
Arabia Saudí. Conocido por el petróleo y los jeques ricos, es también famoso por ser el único país del
mundo en que las mujeres tenían legalmente prohibido conducir hasta este mismo año.[5] Para
justificar tal prohibición (antes era una cuestión de costumbre, no religiosa o jurídica) se dictó
una fatwa por parte del consejo de ulemas donde se alegaba que una mujer conduciendo podría entrar
en relación con hombres no familiares por lo que se quebrantaría el código moral religioso
estrictamente presente en el país.

Arabia Saudí ejerce una discriminación literal hacia las mujeres en prácticamente la totalidad de sus
leyes. La mujer saudí se halla en desiguales condiciones para acceder al mercado laboral (tiene
prohibidas las profesiones “peligrosas”). La poligamia es legal para el hombre, no para la mujer, y el
hombre puede divorciarse de la mujer en cualquier momento, mientras que la mujer debe aportar
motivos válidos para llegar al divorcio, lo que conlleva unos procedimientos que suele desconocer, por
su escaso acceso a la educación. Permanecen continuamente bajo la “protección” de un tutor masculino,
que vela por sus intereses, en teoría. Prácticamente no pueden hacer nada sin autorización escrita de su
tutor, ni salir sin compañía familiar masculina. El maltrato físico es tolerado si la mujer es
desobediente. La mujer saudí es tratada como una niña y como una posesión a lo largo de toda su vida.

Otros países árabes, como los vecinos emiratos o Qatar, tienen leyes discriminatorias similares, aunque
más laxas y los regímenes islámicos suelen aplicar un código de leyes similar con algunas diferencias
regionales. No puede decirse que esto incluya la totalidad del mundo árabe.

La interpretación del feminismo islámico


El feminismo islámico, por su parte, rearticula un Islam de género igualitario y socialmente justo
enraizado en la idiosincrasia coránica, que no podría realizarse dentro de una sociedad patriarcal. La
teoría se basa en el concepto de umma de comunidad islámica, de carácter global y que incluye hombres
y mujeres. Para las feministas musulmanas el término insan, significa “humanidad” y no “hombre”. La
investigación e interpretación racional de los textos coránicos, de manera ajena a los postulados
tradicionales impuestos por los ulemas son los puntos de partida de este feminismo.
El feminismo no es un valor exclusivo del mundo occidental, aunque es habitualmente considerado así.
En realidad, los movimientos en pos de la igualdad del hombre y la mujer, o de la mejora de la
condición social de la mujer se dan en distintos contextos espaciales y cronológicos. El feminismo
islámico no se desarrolla a partir del feminismo occidental, sino que surge por su cuenta en un espacio
territorial distinto. Los objetivos son similares, pero no pasan por los mismos símbolos.

El surgimiento de los grupos políticos islamistas en el último tercio del siglo XX ha supuesto una
oposición radical entre religioso y secular, tradición y novedad, oriente y occidente, con la
correspondiente oposición entre Islam y feminismo en el imaginario general de las sociedades tanto
islámica como occidental, que dificulta la comprensión de los posicionamientos del feminismo islámico.

Con la reinterpretación de los textos islámicos el feminismo islámico se propone alcanzar una igualdad
social que promueva el acceso de las mujeres a las profesiones religiosas o la práctica religiosa en
igualdad para todos los musulmanes, sin distinción de género o clase (tal y como se produce en las
peregrinaciones del haj), en todas las mezquitas.

El feminismo islámico también intenta demostrar que quitarse el velo no ha acabado con las estructuras
patriarcales y los roles de género tradicionales, sino que se sustituye la ideología religiosa por la
ideología consumista. También denuncian la superficialidad de los derechos conseguidos en algunas
dictaduras pro-occidentales, como fue la tunecina hasta el 2011.

Las nuevas tecnologías como internet han permitido poner en relación a mujeres musulmanas árabes y
no árabes, orientales y occidentales, favoreciendo la transmisión de ideas, que se extienden con mayor
facilidad por todas las capas sociales.
Estas diferencias entre receptoras y partícipes de ideas eclosionan en feminismos varios que tienen
distintas metas y formas de reivindicación según las circunstancias espaciales y políticas. Mientras que
en oriente se preocupan por una renovación de las interpretaciones coránicas en occidente se busca la
identificación de sí mismas como originarias de una cultura ajena, pero integradas en su país de
acogida.

A pesar de las divergencias, hay una serie de rasgos que están presentes en contextos muy distintos
como la necesidad de una revisión de la historia de las sociedades musulmanas y una reivindicación del
derecho a interpretar las fuentes islámicas desde el punto de vista femenino, algo que les ha sido negado
a las musulmanas desde el principio del Islam, salvo muy contadas excepciones. La idea de un sujeto
musulmán autónomo y autóctono es central en el feminismo islámico. De ahí que sea especialmente
importante la posibilidad de acceso a la educación por parte de las mujeres, como clave del desarrollo
también dentro del Islam.

El discurso del feminismo islámico se constituye con una pretensión universalista, como la propia
religión islámica o los derechos humanos. Ponen de manifiesto la existencia de problemas universales y
la necesidad de que las soluciones tengan que ver con lo local.

El diálogo entre feministas islámicas y laicas, sean estas últimas árabes o no, es cada vez mayor, en
virtud a la identificación de esos problemas universales que afectan a la mujer en tanto que ser humano
discriminado más allá de etnia o religión.

FUENTE: http://revistacultural.ecosdeasia.com/la-mujer-mundo-arabe-ii-la-interpretacion-los-
textos-islamicos/

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