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FACULTAD DE INGENIERIA
CARRERA PROFESIONAL DE INGENIERIA CIVIL
PORTAFOLIO
Actividades formativas de los
temas de la Unidad II
INTEGRANTES:
GALINDO ERQUINIO GRUDDY
2018
Tener un corazón solidario con aquellos que necesitan del prójimo, esta cualidad es del
carácter de dios, es lo que, en el desarrollo de la asignatura, se nos inculco.
A través de este curso pudimos asimilar los dones que nos otorga el espíritu santo, los
cuales me llevan a seguir el ejemplo de Dios, tal es así que, a través del conocimiento de
los principios y las obras de misericordia, creciendo así nuestra fe y sobre todo en el
desarrollo del lado humanitario.
Sin duda hace falta una atención constante, que lleve a considerar todos los
aspectos éticos implicados. Para eso hay que asegurar una discusión científica y
social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información
disponible y de llamar a las cosas por su nombre. A veces no se pone sobre la
mesa la totalidad de la información, que se selecciona de acuerdo con los propios
intereses, sean políticos, económicos o ideológicos. Esto vuelve difícil desarrollar
un juicio equilibrado y prudente sobre las diversas cuestiones, considerando todas
las variables atinentes. Es preciso contar con espacios de discusión donde todos
aquellos que de algún modo se pudieran ver directa o indirectamente afectados
(agricultores, consumidores, autoridades, científicos, semilleras, poblaciones
vecinas a los campos fumigados y otros) puedan exponer sus problemáticas o
acceder a información
El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del
cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es
indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo, también
en vistas al futuro. Como el actuar moral del individuo se realiza en el cumplimiento del
bien, así el actuar social alcanza su plenitud en la realización del bien común. El bien
común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral.
El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad: ninguno está exento de
colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. El bien común
exige ser servido plenamente, no según visiones reductivas subordinadas a las ventajas
que cada uno puede obtener, sino en base a una lógica que asume en toda su amplitud la
correlativa responsabilidad. El bien común corresponde a las inclinaciones más elevadas
del hombre, pero es un bien arduo de alcanzar, porque exige la capacidad y la búsqueda
constante del bien de los demás como si fuese el bien propio.
Para asegurar el bien común, el gobierno de cada país tiene el deber específico de
armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales. La correcta conciliación de los
bienes particulares de grupos y de individuos es una de las funciones más delicadas del
poder público. En un Estado democrático, en el que las decisiones se toman
ordinariamente por mayoría entre los representantes de la voluntad popular, aquellos a
quienes compete la responsabilidad de gobierno están obligados a fomentar el bien
común del país, no sólo según las orientaciones de la mayoría, sino en la perspectiva del
bien efectivo de todos los miembros de la comunidad civil, incluidas las minorías.
Origen y significado: El principio del destino universal de los bienes de la tierra está en
la base del derecho universal al uso de los bienes. Todo hombre debe tener la posibilidad
de gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo: el principio del uso común de
los bienes, es el «primer principio de todo el ordenamiento ético-social» y «principio
peculiar de la doctrina social cristiana». Por esta razón la Iglesia considera un deber
precisar su naturaleza y sus características. Se trata ante todo de un derecho natural,
inscrito en la naturaleza del hombre, y no sólo de un derecho positivo, ligado a la
contingencia histórica; además este derecho es «originario». Es inherente a la persona
concreta, a toda persona, y es prioritario respecto a cualquier intervención humana sobre
los bienes, a cualquier ordenamiento jurídico de los mismos, a cualquier sistema y método
socioeconómico: « Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos
los de propiedad y comercio libre, a ello [destino universal de los bienes] están
subordinados: no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización, y es un deber
social grave y urgente hacerlos volver a su finalidad primera ».
El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para
cada persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo
integral, de manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más
humano, «donde cada uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea
obstáculo para el desarrollo de otros ni un pretexto para su servidumbre». Este principio
corresponde al llamado que el Evangelio incesantemente dirige a las personas y a las
sociedades de todo tiempo, siempre expuestas a las tentaciones del deseo de poseer, a
las que el mismo Señor Jesús quiso someterse (cf. Mc 1,12-13; Mt 4,1-11; Lc 4,1-13) para
enseñarnos el modo de superarlas con su gracia.
Jesús dice: «Pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre»
(Mt 26,11; cf. Mc 14,3-9; Jn 12,1-8) no para contraponer al servicio de los pobres la
atención dirigida a Él. El realismo cristiano, mientras por una parte aprecia los esfuerzos
laudables que se realizan para erradicar la pobreza, por otra parte, pone en guardia frente
a posiciones ideológicas y mesianismos que alimentan la ilusión de que se pueda eliminar
totalmente de este mundo el problema de la pobreza. Esto sucederá sólo a su regreso,
cuando Él estará de nuevo con nosotros para siempre. Mientras tanto, los pobres quedan
confiados a nosotros y en base a esta responsabilidad seremos juzgados al final (cf. Mt
25,31-46): «Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos
socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus
hermanos».
EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD
LA PARTICIPACIÓN
Las religiones en el diálogo con las ciencias: En todo caso, habrá que interpelar a los
creyentes a ser coherentes con su propia fe y a no contradecirla con sus acciones, habrá
que reclamarles que vuelvan a abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de
sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz. Si una mala comprensión de
nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o
el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la
violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al
tesoro de sabiduría que debíamos custodiar. Muchas veces los límites culturales de
diversas épocas han condicionado esa conciencia del propio acervo ético y espiritual,
pero es precisamente el regreso a sus fuentes lo que permite a las religiones responder
mejor a las necesidades actuales.
Apostar por otro estilo de vida: La situación actual del mundo «provoca una sensación
de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo».
Cuando las personas se vuelven autorreferenciales y se aíslan en su propia conciencia,
acrecientan su voracidad. Mientras más vacío está el corazón de la persona, más
necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece posible
que alguien acepte que la realidad le marque límites. Tampoco existe en ese horizonte un
verdadero bien común. Si tal tipo de sujeto es el que tiende a predominar en una
sociedad, las normas sólo serán respetadas en la medida en que no contradigan las
propias necesidades. Por eso, no pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos
climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de
crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando
sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción
recíproca.
Benedicto XVI. Carta encíclica. Caritas in Veritae. Jun 29 de 2009. Obtenido de:
http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben-
xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate.html
Integrantes:
GALINDO ERQUINIO GRUDDY
Chimbote, AñoL2018.
Chimbote, 2018.