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En el tiempo que llevo estudiando enfermería he conocido muchos pacientes con

distintas patologías y evidentemente distintas necesidades, al iniciar mi práctica por


cuidado de enfermería en salud mental, encontré un ámbito y entorno totalmente
diferente al que estaba acostumbrada, sentía un poco de miedo porque nunca había
tenido contacto con un paciente de salud mental y tenía en mi cabeza creado un
estigma de que las personas que sufrían de algún tipo de trastorno mental eran
locas, peligrosas capaces de hacerte daño y que no entendían ni una sola palabra
de lo que se hablara, sin embargo cuando ingrese a este lugar hubo una paciente
que llamo mi atención, Brenda una joven de 20 años de edad con diagnóstico de
esquizofrenia no especificada en el servicio de salud mental mujeres, por sus
fascies pude notar que se encontraba algo preocupada, ansiosa, caminaba de lado
a lado por los pasillos del servicio queriendo decir algo, se notaba que estaba
incomoda con su entorno, me causo intriga ver su comportamiento y quería
acercarme, no sabia como abordarla, sentía miedo a que me rechazara y que no
quisiera compartir conmigo lo que rondaba su mente, sin embargo con una sonrisa
y un tono de voz cálido me acerque y entablamos una conversación quería ganar
un poco de su confianza y así saber más de ella y cómo brindar un cuidado oportuno
a su inconformidad quise que me viera como una persona en el cual pudiese confiar
y que esta misma persona podría ayudarle a disminuir su molestia. Observe que su
actitud era colaboradora, me comento acerca de la razón por la que ella creía estar
allí, no fue fácil conversar con ella ya que cualquier cosa que le preguntara
respondía con una palabra y continuaba diciendo “es que yo se que me están
haciendo brujería, me trajeron aquí y solo hay locos y yo no estoy loca a mi me
están haciendo brujería”. Sinceramente yo no sabía que responder, una parte de mi
me hacía cuestionarme acerca de lo que ella me decía, no sabía si era cierto o si
simplemente era parte de su enfermedad mental, solo la escuchaba y eso la hacía
sentir mejor.
Al terminar la conversación con ella me sentí mal porque no supe que decirle y sabía
que ella lo había notado. Pasaron los días y tome el valor de enfrentarme otra vez
con ella pero en esta ocasión ya tenia una posible respuesta a todas sus preguntas,
tuvimos una conversación, esta vez me arriesgue a preguntarle por qué se
encontraba allí ella refirió.“ yo estaba en la casa de mi tía, cuando empecé a ver una
sombra negra y me dio miedo entonces empecé a temblar y se me rompió una
ventana y me cayó en la cabeza y en las manos, y yo sé que eso que me paso fue
porque mi abuela me está haciendo brujería ella es mala yo la he visto hacer esas
cosas ” en ese momento mientras escuchaba lo que me decía observe que ella
tenía ganas de quitarse la ropa, estaba desesperada a lo que yo respondí que lo
que ella sentía era parte de la ansiedad por la que situación por la que estaba
pasando mas no por lo que ella creía de que “ le estaban haciendo brujería”, al
decirle esto ella me seguía la cuerda por un momento y se cuestionaba diciendo
“¿será?”. Sin embargo ella volvía a la idea que tenía. Brenda cada vez fue hablando
más e interactuando de una buena manera conmigo esto me hizo sentir bien ya que
mi objetivo de cuidado se estaba cumpliendo, tuve la oportunidad de brindar un
cuidado especial Brenda, ella solo quería que alguien escuchara lo que ella estaba
sintiendo, gracias a esto poco a poco nos fuimos conociendo más. En este momento
yo quería hablar más con ella que me contará acerca de su vida, que hacía antes
de estar en aquel lugar y como era el entorno familiar que la rodeaba, todo esto con
el fin de poder corregir las necesidades alteradas que iba encontrando poco a poco.

Brenda, decidió contarme sobre su vida, su familia para empezar donde me refirió
“mi familia es común y corriente, vivo con mi mamá, mi papá y mi hermanito menor
que es muy inteligente y lo amo mucho, somos unidos pero no tanto porque mis
papás trabajan mucho y la que está pendiente de mí son mis abuelitas, mmm que
más te cuento, me gusta estudiar estoy validando y voy en noveno, pero he sido
muy rebelde, tengo muchos amigos y pues yo fumo marihuana con ellos y con mi
novio, eso me hace sentir bien pero yo sé que eso está mal porque la única que se
hace daño soy yo y en parte sé que también por eso estoy aquí”, le pregunte cual
había sido la razón que la había llevado a consumir dicha sustancia, ella guardo
silencio y opté por no seguir hablando acerca de este tema. Después de varios
segundos o quizá minutos de silencio Brenda me dice que no puede dormir que no
está tranquila y lo único que es salir de este lugar para Ayudar a su abuela. Al ver
su cara de desespero opté por implementar en ella técnicas que puedan
tranquilizarla aparte de la farmacoterapia que recibía, así que empecé a realizar
diferentes actividades la cual ayudaría a distraerla y a no pensar en aquella
situación que la atormenta, donde ella siempre se mostró muy colaboradora en
cada una de las actividades que se le colocaban, en especial le gustaba mucho
ayudar a sus compañeras y peinarlas para que lucieran bien, al finalizar cada
actividad ella me decía que sentía muy bien haciendo cosas a pesar de que no
había tan por hacer, y finalizaba con una sonrisa. Cada mañana al llegar al
servicio lo primero que hacía era ir a saludar a las demás pacientes en especial a
ella, siempre era la primera, quería saber cómo se encontraba, que sentía, que
quería hacer, yo estaba dispuesta a realizar lo que fuera necesario para que ella
se encontrara bien. Ella me recibía con una cara de alegría, abrazándome y
refiriendo “¿y hoy que vamos hacer?”, cada día le colocaba una tarea diferente y
siempre tenía una actitud colaboradora. A medida que fueron pasando los días
realizando las actividades y escuchando día tras día como se sentía, Brenda fue
dejando a un lado la idea fija que tenía acerca de lo que ella creía que le estaba
pasando, ya podía dormir en la noche, su aspecto físico había cambiado, se veía
diferente a como la recibí el primer día, fue muy notoria su recuperación fue allí
donde comprendí que estaba cumpliendo con mi verdadero rol como enfermera,
no solo basándome en su cuidado físico sino también en su cuidado espiritual que
realizando tareas tan sencillas como, escuchar cómo se siente o realizar una
actividad que a los demás puede parecerles boba como peinar, pueden ayudar en
la recuperación del paciente, esta situación me enseñó como el disconfort y el
dolor espiritual por el que puede atravesar un paciente puede alterar su
comunicación con el personal de enfermería haciéndola ver “una paciente difícil o
cansona ” y su entorno por esto es necesario platicar y brindar confianza a cada
uno de los pacientes para así poder identificar la necesidad afectada.

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