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“La Vida Tal Como Es” nos abre los ojos ante la realidad que somos. Aceptar la
vida tal y como es, sin dejarnos engañar por el deseo, por la esperanza, por el
pasado o el futuro; mostrándose maravillosa en cada momento.
La práctica del zen nos lleva poco a poco a darnos cuenta de la realidad. Dejamos
de ser observadores de nuestra vida, para llegar a ser ella misma.
Jocko Beck, más que entregarnos un libro técnico sobre Budismo zen, nos da a
entender el simple proceso de la vida, mediante charlas que ella ha dado a sus
estudiantes, como narraciones de vivencias cotidianas, además una que otra
tradicional historia zen. Lo más maravilloso de este libro es que sorprende en
cada párrafo. No hay nada en lo que creamos que importe, no hay promesas de
un paraíso perfecto, no hay apuro por alcanzar el “despertar.” Solo hay realidad,
y esa realidad existe aunque tratemos de evadirla, aunque nos irrite pensar que
no hay más que esto, que el momento. Es fascinante como después de leer tan
simples, pero sabias, palabras, la vida comienza a tornarse más tranquila, y los
pensamientos se calmen para dar paso al instante presente.
Erika Fritz
La autora dijo:
“…No hay destino al cual llegar…nuestra tarea es reconocer que ya
llegamos,”
“…del caos surge un nuevo orden, el cual, a su vez, se vuelve caos. Eso
es la vida. La paz consiste en estar dispuestos a estar con el caos.”
“Una vida plena es aquella en la que podemos disfrutar del mundo sin
juzgarlo.”
II. La vida silenciosa
Thomas Merton
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1960, 196 pp. (1ª
edición en inglés, 1958)
En la segunda parte nos presenta la vida cenobítica, o sea los monjes que
viven una vida comunitaria. Merton parte explicando la intención que tuvo San
Benito para fundar el monacato occidental escribiendo sus reglas. “El propósito
de la regla es formar a Cristo en el alma del monje, del mismo modo que fue
formado en el alma de San Benito” (p. 75). La vida monacal consistía en cantar
siete veces al día el oficio divino; la lectura (lectio divina); el trabajo manual; y la
comida frugal sin carne. La primitiva observancia benedictina pronto sufrió
modificación, así nació el concepto de que el monje existía propter chorum, para el
coro y nada más (p. 83). Este es el espíritu de Cluny, que resurgió “después de
que la orden benedictina fue prácticamente destruida por la revolución francesa,
volvió a la vida en 1833, cuando un sacerdote secular francés, Dom Prosper
Gueranger, compró las ruinas de la Abadía de San Pedro, Solesmes” (p. 88-89).
Su principal labor es intelectual. Pero todavía hay benedictinos de la Observancia
Primitiva, como La Pierre Qui Vire de Francia, que es más estricta y austera, es
equidistante entre la observancia de Solesmes y la de la Trapa (p. 100). Son muy
aficionados al trabajo artístico grupal. Finalmente están los cistercienses que
nacieron en 1098, cuando Roberto de Molesme y sus compañeros abandonaron
su monasterio benedictino y se retiraron a los bosques de Citeaux con el fin de
seguir la regla de San Benito “al pie de la letra” (p. P. 108). Dejaron el oficio
limitado a su sencillez original, con el fin de tener el tiempo suficiente para
trabajar en los campos (p. 116). Los monjes están sometidos a una estricta regla
de silencio. Hay dos corrientes cistercienses: los de observancia estricta o
trapenses; y los de observancia común.
En la tercera parte habla de las órdenes de monjes ermitaños. Parte con
los cartujos, que logran un equilibrio entre la soledad eremítica y la vida común.
Se dedican al trabajo manual; el cántico del oficio divino; y el estudio o lectura
espiritual. Finalmente menciona a la Orden de Camándula, fundada en 1012 por
San Romualdo. La orden tiene una pura vida contemplativa en la soledad, y “los
ermitaños viven, leen, trabajan, comen, duermen y meditan en sus celdas, pero
se reúnen en la iglesia para las horas canónicas” (p. 160). “El principal fin...es la
unión con Dios mediante la oración solitaria en el silencio de la celda” (p. 170).
"Sólo los que seguirán fieles a las Viejas Costumbres; sólo ellos
sobrevivirán como hombres."
(Jefe sioux Gayle High Pine)
EDICIONES HERACLES.
jorgefuentes40@hotmail.com