Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
S
antiago es tierra de cachacareras y vidalas, de peñas veraniegas y de juntadas
de amigos al son de una guitarra que entona temas del cancionero folclórico
local. Eso no es novedad. Pero seguramente pocos sabrán que, en la tierra de
tradiciones y poetas, también la música joven, el rock y el heavy metal hicieron de las
páginas musicales ricas canciones dignas de ser conocidas. Pues las bandas de rock
en nuestra tierra también se hicieron escuchar.
El rock forma parte de una industria cultural, señala Adorno, y debe ser entendida como
una de las tantas formas de expresión que tienen los jóvenes (Adorno, 1976).
Andy Warwol se dice que fue el creador del pop art; finales de la década de los 50 y
en los Estados Unidos, Chuck Berry y Elvis Presley eran de lo más escuchado en las
estaciones de radio. Nacía así, el llamado “rock and roll”. Música que fue ampliamente
aceptada por los jóvenes, donde The Beatles revolucionaron la música. No fue a fines
de los años 60, donde en nuestra ciudad capital, apareció la primera banda de rock,
conformada por jóvenes entusiastas, en donde el accionar y la producción musical,
corría todo a pulmón por parte de ellos, para conseguir audiencia y generar espacios
donde tocar.
Desde fines de 1968 hasta fines de 1969 este conjunto alcanzaría el máximo nivel en
su capacidad tanto para imitar a “The Beatles” como uno de los conjuntos más
solicitados por el público santiagueño. Eran tiempos donde estaba de moda en la
radio bandas nacionales como “Los Gatos”, con su hit, La Balsa, además de
Almendra y Manal; no existía en nuestra provincia las marcas vanguardistas en
instrumentos profesionales provenientes de Estados Unidos o Japón; se tocaba con lo
que se tenía al alcance, equipos a válvulas, baterías con tachos un tanto
rudimentarios, guitarras eléctricas limpias y que a veces desafinaban– la mayoría de
fabricación nacional- pero nobles y que entonaban la nota precisa. En su formación,
Les Zombies la conformaban Hugo Mansilla, Kililo Alfano, Ale Bruhn Gauna, “Cacho”
Rigourd y luego Teddy Torresi. Marcaron su impronta – novedosa – para esa época,
donde cantar temas en inglés era su sello. Reinaron indiscutidamente en la escena
del rock local hasta su separación.
En los 70, épocas convulsionadas en nuestra historia socio –política, los cuales fueron
años de censura y de represión, pero no así por ello, el rock de nuestras pampas dejó
existir. A ritmo del “beat” y de influencias de Los Náufragos, Trocha Angosta y The
Roling Stones. Discoteca “Zafari” y la psicodelia de Estudio 57, marcaron bandas
locales con el fervor un tanto festivo, a ritmo de la música disco bailable.
El “habitus” de dichos músicos de esta década podría expresarse así: eran estilos de
vida y de expresión que tenían que ver con la bohemia, el orgullo de usar un
determinado uso del cabello y la sana y faceta artística de formar una banda de
amigos para mostrar su contenido musical. Poco y nada se tenía por conocimientos
sobre los excesos del llamado “rock and roll” de países desarrollados con sus
suntuosos y extravagantes estilos de vidas de lo que en años posteriores se
conocieron como “rock stars”, además de lo que se conocería como uno de los
refranes más lapidantes de esos tiempos, el llamado “sexo, droga y rock and roll”.
Los modernos 80
Con el tiempo, y siempre aprisionado por ese amor incondicional por los referentes
del rock nacional y también internacional, le puso su marca a La 80 Band. Y
actualmente lo hace con “Bacanes”, donde está acompañado por Pablo López (ex
Becuadro, otra banda santiagueña que hizo historia en el rock) y Yimmy Ramos en
teclados.
Durante mediados de los 80, otro exponente –al que luego se alternaría entre el
folklore y el rock- fue “Pachy Astudillo”, mentor y líder de “Stradivarius”, el cual
recuerda como una banda de rock pop que proponía temas propios, como “Trampa
maldita” y “ciudad gris”, además de algunos que sonaban en la radio de ese entonces.
El sonido modernoso, melódico y agradable que proponían los teclados como el “Poly
800” y el delay en las guitarras fue bastardeado, dejando lugar ya a nuevas
expectativas musicales, sumándole a eso la terrible crisis económica y social de 1989
en nuestro país. Muchas bandas y proyectos se desarmaron; temas propios y
presentaciones en vivo se truncaron.
La fuerte y extraña década de los 90
“Mantra” (1992) donde lograron imponer su sello distintivo: un rock duro y pesado
con tildes de otros géneros un tanto parecidos. Fueron inspirados por Metallica,
Pantera, Living Colour, Deep Purple, entre otros. Nirvana a nivel internacional marcó
un antes y un después; en cuanto a los géneros, se hacía evidente el “alternativo”.
Cabe señalar que sendas bandas fueron las primeras en lograr registrar un disco,
primero con sus demos y luego en formato de CD, autogestionado en forma
totalmente independiente.
Una banda característica de finales de los 90 fue la Mil mother F.A.C.A, del conocido
Ariel Jorge (Zorro), Juan Pablo Villalba y Karim Saavedra, de expresión más bien hip
hop y que en sus letras hablaban en forma irónica e inspirada en personajes urbanos
característicos de La ciudad de La Banda y de Santiago. También como no nombrar a
“Gallo Negro”, cuyo líder era Pablo Farreras, que a mediados de 1998 sacaron un
disco novedoso y bien grabado donde se cantaba en inglés. Formaron parte de esta
etapa y escena local también “Derecho viejo” con una buena propuesta que incluía al
reggae y letras sociales bien pensadas; “Frondoso prontuario”, “Escoria”,
“Patones”, (de punk rock) y desde la ciudad de Frías a “Mórfosis”, de heavy metal.
Fueron también por esos tiempos, el acceso a cadenas de música como la MTV, ya
radio FM (con programas que les daban difusión a bandas locales con sus demos) y
también los llamados “Fanzines”, revistas de difusión local donde las bandas se hacía
conocer. Había más lugares para tocar, y donde la autogestión y la unión de las
bandas, era característico. “En esos años, señala Ariel Sosa Rízolo (ex integrante de
la banda heavy Subway Station) era todo comunión con bandas amigas; era el
juntarse y hacer algo. Traíamos a bandas de Buenos Aires y otras provincias, de
renombre y se armaba la movida. Nosotros salíamos a pegar las publicidades,
arreglábamos con SADAIC, pagábamos los impuestos y nuestros amigos por las
radios nos daban una mano”. Señala también: “con los instrumentos nos
prestábamos, cuando nosotros necesitábamos, y nos peían cuando les hacía falta”.
Fue durante ésta década, en que con la ayuda del diseño gráfico y la computadora
personal se mejoraron los diseños en cuanto a la producción de los discos y demos,
de los afiches de publicidad, los íconos característicos de cada banda de rock y
también se empezó a viajar más; además, a tratar de llevar la propuesta a ciudades
tales como Tucumán, Salta, Catamarca, Córdoba y hasta Mantra llegó a tocar en la
ciudad de Buenos Aires. Estilos tales como el punk, el alternativo, el metal, el trash el
hip hop y luego el llamado “new metal” hicieron algo distintivo a los noventa.
Desde nuestra provincia, más precisamente desde Forres, un entusiasta joven y uno
de los precursores difusores de música “heavy metal” “Vitín”, con su programa de rock
“Mares de aceros”, también aportaba con la difusión, la producción y los espacios
para que las bandas se muestren.
Fue en esta década, a nivel local en que se desmitificaron valores tales como el sexo
droga y rock and roll, o el imaginario colectivo social, de que el músico es un
“engendro desalineado, vicioso, bohemio y que no tiene un proyecto de vida”, lo cual
queda tirado por la borda, puesto a que, es en este periodo, en que la mayoría de los
integrantes de una banda se le conocía actividad, puesto a que muchos estudiaban
una carrera universitaria y otros trabajaban. Hay una enorme brecha entonces en el
querer pretender de “vivir del rock” y conformarse con hacer una actividad música
como un mero pasatiempo. Entonces, en las postrimerías de los 90, el rock, que en
un momento había nacido como un género musical marginal y entusiasta se convirtió
en una actividad musical de rédito y globalizado a todos los mercados del mundo.
Salvando las distancias, se podrá enunciar que nuestras bandas imitan sus estilos, ya
sea en comportamientos, valores, un lenguaje propio y distintivo, pero distan en el
modo de vida de usar al rock como una ocupación redituable. Es más capital cultural
que el económico, puesto a la pálida situación del rock local donde todavía no logra
captar adherentes ni llegar a la masividad, salvo en el género del folclore y la cumbia
santiagueña.
Conclusiones
Los integrantes de cada banda son conscientes de la caída de los idearios, de querer
pretender ser como Elvis Presley, Los Beatles o sonar como Jimmy Hendrix en un
medio donde al rock local se lo margina, y en donde todas las actividades que los
jóvenes amantes de este género lo hacen a pulmón o por el “amor al arte”. Dicen que
son marginados, que los espacios no se dan, donde las representaciones sociales y
culturales solo pasan por otros géneros como el folklore o todo lo “empaquetado” que
viene desde afuera. Quizá, es por eso, ultima y esporádicamente, se reúnen para armar
un repertorio aceptado y ya conocido por la gente, “bandas tributo” o covers de artistas
ya consagrados. Es decir, clásicos de los 80, ritmos alegres, el tocar para que el “otro”
lo pase bien, en desmedro de los acordes que hace el “músico” en su formación
propone.
Retomando conceptos de Bourdieu, nos dice que “a través de los éxitos y fracasos en
el transcurso del tiempo se manifiesta a cada banda de rock, la objetividad de la
posición que ocupa y de su devenir probable, ya que el fracaso propicia la reconversión
o la retirada mientras que la consagración refuerza y libera las ambiciones iniciales”. A
nuestros tiempos, por decirlo de alguna manera, el prototipo de “la banda ideal” no
existe. Hoy, el abanico de gustos y estilos musicales es más amplio. El espejo donde
se miran muchos jóvenes, no como antaño, The Beatles- Roling Stone, sino el más
bien, como excusa amena de reunirse - ya sea para - “zapar”, ensayos informales, o
los más arriesgados, para preparar canciones que son propias, de música y letras de
su autoría, es todo un desafío. Así, no hay que olvidar que el campo del rock, - al igual
que todos los campos - es un universo sometido a sus propias leyes de funcionamiento
y de transformación (Bourdieu, 1995).
El común de la gente no valora, con el auge del internet, la música bajada de manera
inmediata, la falta de difusión y de apoyo de productores locales, hacen que esta
actividad sea muy poco reconocida. Hoy en día, lejos de eso, el rock no puede ser
entendido así. Forma parte de una cultura urbana, pero que ya lejos de defender un
mensaje, un valor, una idea, lo hace, pero para tratar de decir “aquí estamos los
jóvenes, hacemos esto y el resto no nos importa”.
Si bien actualmente, el rock y las bandas locales han caído en cuanto a presentaciones
y producciones - debido a múltiples factores – ya sea apatía generalizada del público,
nuevos estilos que le interesan a la juventud, escases de recursos y lugares, etc.
Entonces, es de esperar que el género como tal, se fagocite y se reinvente, que sigan
surgiendo iniciativas de bandas con nuevos subgéneros con nuevas puestas en
escenas, nuevos sonidos y hasta nuevos mensajes. Se ha de esperar en algún
momento, la “movida local rockera” reaparezca en un escenario joven (y no tanto),
donde las iniciativas de cada uno de los integrantes que conforman esta cultura adopte
nuevamente lazos y vínculos unidos por el lenguaje universal de la música.
Ser “rockero”, musiquero o heavy se lleva en las venas. Es una forma de vida, antaña
y opuesta a lo que la sociedad y establecida y de tilde conservadora impone. Es ir contra
todas las adversidades, es tarea de juntarse con amigos, agarrar un instrumento – no
importa si sos idóneo o no, - tarde o temprano se aprende, pero hacer música que sale
de nuestros dedos, de imitar a nuestros ídolos y hacer la tuya es una sensación muy
gratificante. Formar parte de una banda de rock, es tener una filosofía de vida, formar
parte de un grupo, de un colectivo que comparte la mayoría de las ideas que uno tiene
y una visión en particular de la realidad social.
En fin, el transitar por épocas complicadas, por cuestiones que tenían que ver con
prejuicios, el hábito de usar el pelo largo y arito con ropa extraña, pasando por el miedo
a que lo lleven detenido y demorado en una comisaria, a los nuevos aires y románticos
80, para luego caer en la psicodelia y en las distorsiones de feroces guitarras
noventeras. Dichos caminos y etapas hicieron que el rock local y sus actores sociales
que lo conforman, supieran adaptarse a los nuevos tiempos, no descuidando su forma
de ser, de expresarse y de formar parte de una identidad o un grupo etario: el “ser joven
eternamente”, como ideario que sirve para afrontar realidades sociales cada vez más
complejas.
Bibliografía
ADORNO, Theodor (1976). “Philosophy of Modern Music”, New York, Seabury Press.
ALABARCES, Pablo (1993). “Entre Gatos y Violadores. El rock nacional en la cultura
argentina”, Buenos Aires, Ediciones Colihue.
BOURDIEU, Pierri (1990). “Sociología y Cultura”. México DF, editorial Grijalbo SA-
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
BOURDIEU, Pierri (2003). “Creencia artística y bienes simbólicos”. Elementos para una
sociología de la cultura. Córdoba y Buenos Aires, Aurelia Rivera.
------------------------- (2010). “El sentido social del gusto. Elementos para una sociologia
de la cultura”, Buenos Aires, Ediciones Siglo veintiuno.
FERNÁNDEZ BITAR, Marcelo (1987). “Historia del rock en Argentina”, Buenos Aires,
editorial Distal / Sudamericana.
GUERRERO, Gloria (1994). “La historia del palo”. Diario del rock argentino 1981 –
1994, Buenos Aires, editorial De La Urraca.
GOMEZ, William (1990). “La música rock y sus efectos”. Costa Rica, Fundación
Cetebedi.
PUJOL, S. (2007). “Las ideas del rock. Genealogía de la música rebelde”. Rosario,
ediciones Homo Sapiens.
Suplemento “Va por vos”, 5 de septiembre de 1998, diario El Liberal, Santiago del
Estero.
https://www.elliberal.com.ar/noticia/73146/pedro-silva-voz-rock-santiago
https://www.youtube.com/watch?v=rdKWZOeRYvI