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La historia de Samuel y Jemina; Género y cultura de la clase

trabajadora en la Inglaterra del siglo XIX


Hall, C.

1819 - La Masacre de Peterloo fue una experiencia formativa en el desarrollo de la conciencia


de clase de princ del SXIX. Samuel Bamford (tejedor radical, reformista) escribe su
experiencia de ella en su autobiografía y nos lleva a la cuestión de los significados de la
diferencia sexual en el interior de la cultura trabajadora. Relata:
En 1818 la reinstauración del habeas corpus permitió volver a hacer campaña abiertamente
a favor de la reforma. En el Norte se convoca una marcha a su favor en Manchester con las
consignas de LIMPIEZA, SOBRIEDAD, PAZ Y ORDEN. Los hombres (trabajadores) se
entrenaron militarmente y las mujeres iban a asistirlos. Reunieron 6000 personas aprox.
Fueron atacados por la caballería, cientos de heridos, 11 muertes.

HECHOS:
Samuel→ Bamford era líder de los reformistas. Mientras se dan los discursos va por un trago y en ese
momento atacó la caballería. Logra escapar y luego se encuentra con Jemina, su esposa. Poco
después lo acusaron y arrestaron por alta traición.
Jemina→ Logró esconderse y salvarse. Sabiendo que al ser líder su marido sería perseguido estaba
muy preocupada. Asistió a la marcha con el permiso de su marido aunque señaló que hubiese ido igual
aunque él no la dejase.

Siguiendo el proceso de formación de la clase obrera de Thompson, Peterloo fue un


evento bisagra ya que logró reunir a individuos y grupos dispersos hacia una conciencia
política definida.

Él sostiene que la clase sucede cuando algunos hombres, como resultado de compartir
experiencias comunes, sienten y articulan la identidad de sus intereses entre sí y en
oposición a otros hombres cuyos intereses son diferentes de los propios. Thompson
ponía sostiene que la conciencia de los trabajadores estaba ligada en sus instituciones
culturales, de tradición e ideología. La obra de Thompson, su perspectiva social de la historia,
tuvo una gran influencia en la historia y el origen del feminismo. Su insistencia por traer a
primer plano las vivencias de los trabajadores “de segunda” influyó en el movimiento feminista
para la recuperación de la visibilización del género femenino en la historia, en la política y en
la cultura.

A fines del SXX, Barba Taylor amplió el análisis de Thompson. La clase obrera de 1830 se
construyó en el contexto de un mundo dividido y jerarquizado sexualmente, en el que las
mujeres salían desfavorecidas. La historia de Samuel y Jemina nos ayuda a conocer parte de
las características y los roles de género en la cultura popular y política de esa época. Señala
que el surgimiento del trabajador como sujeto político por derecho propio fue parte del proceso
de desarrollo de una conciencia de clase masculina.

La sociedad del SXVIII era patriarcal y jerarquizada. Parte del consentimiento del poder a los
proletarios se logró, en parte, a través de la aceptación de seguir sosteniendo una economía
moral de la sociedad que reconocía normas y obligaciones comunales y obligaba a los ricos
a respetar los derechos de los pobres, especialmente el precio del pan. Cuando se transgredia
ese límite había revueltas. Quienes las iniciaban generalmente eran mujeres ya que su
principal preocupación era la subsistencia de sus familias.

En la época de la Revolución industrial (finSXVIII-pincSXIX) se aceleró el proceso de


proletarización. La economía familiar tradicional, la estructuración y organización de la familia,
las ideas de maternidad, paternidad y matrimonio se vieron afectadas y sometidas a
repentinos cambios.
En las zonas pobres las mujeres y los niños ingresaron en la industria como obreros y el estar
menos tiempo en la casa dio lugar a una libertad sexual y marital. Tanto que los capitalistas
fomentaban el matrimonio como fuente de mano de obra dócil y barata. En las zonas donde
la industrialización llegó primero, la familia seguía siendo la unidad económica y el parentesco
un lazo fuerte.

1790 se ven desafiados las estructuras jerárquicas ya establecidas y la tensión entre clases
en función de distintos intereses es cada vez más fuerte. Esto se vio inspirado en la
Revolución Francesa, los trabajadores peleaban por una reforma parlamentaria.
Es en este contexto que se da la historia de Samuel y Jemina. Los hombres ingresaban a la
política como hombres independientes luchando por sus propios derechos. Lideraban,
organizaban, dirigían. Las mujeres, en cambio, se posicionaban y eran posicionadas como
esposas y madres que apoyaban la lucha de los hombres trabajadores.

En el caso de Samuel y Jemina, cuando Samuel es arrestado y enjuiciado y bleh, Jemina


permaneció en su casa trabajando para mantener el hogar y a su hija mientras Samuel estuvo
ausente. Samuel dice en su autobiografía que su hogar era el lugar a donde podía regresar
después de los disturbios.

La cultura de la clase trabajadora radical se asentó en un conjunto de conciencias del


sentido común acerca de los lugares relativos a los hombres y mujeres. Los hombres
tenían clubes o sociedades de discusión y debate, de formación y participación política. Las
mujeres en su mayoría eran analfabetas, o condicionamientos como el hogar y la familia
habían impedido que tuvieran el tiempo, el lugar o la libertad de estudiar o debatir. Dentro de
la familia, su posición era subordinada y sumisa, proporcionar atención y cuidado a su marido
y sus hijos.

En estas circunstancias, se le hacía imposible a las mujeres alcanzar el mismo nivel de


indagación intelectual y búsqueda del conocimiento que los hombres (valores
fundamentales para el reformismo). Sin embargo, la participación de las mujeres como
partidarias de sus reclamos era bien recibida por los radicales. Luego de conquistar la reforma
(1832), se formó dentro de la Unión Política de Birmingham la Unión Política Femenina. A
pesar de eso no se dejó de considerar que la esfera política pertenecía a los hombres ya que
las mujeres, como ya dije antes, eran consideradas un apoyo. Sus deberes y obligaciones
aún se centraban en el hogar y la familia, en la contención, el cuidado y el apoyo de su parte
hacia los hombres del hogar. Los intentos de algunas feministas de plantear cuestiones
referidas a la diferencia sexual y la igualdad no fueron bien recibidos.

Este debate sí pudo darse en cambio en el owenismo. El amor, la cooperación, su oposición


a la competencia y su crítica hacia todas las relaciones de dominación y subordinación eran
parte de sus principios más fundamentales. El owenismo analizaba todas las relaciones
sociales del capitalismo, incluidas las instituciones del matrimonio y la familia. Con el tiempo,
el owenismo perdió poder frente al reformismo y con él la voz de las feministas.

Paine (radicalista) proponía un igualitarismo radical, creía en los derechos naturales y el poder
de la razón, cuestionaba las instituciones establecidas y creía fundamental el consentimiento
a las formas representativas del gobierno. Pero tuvo pocos adeptos.
Se inspiraba en Locke (liberal) quien opinaba que la autoridad política pertenecía a los
hombres, más si eran propietarios. Creía que el matrimonio era un contrato q debía
consensuado por ambas partes (hasta acá declaró a favor de las libertades individuales de
las mujeres) pero que dentro de la familia, los hombres inevitablemente tenían más autoridad
que las mujeres porque naturalmente son más capaces. La mujer era gobernada por los
sentimientos más que por la razón.

Rousseau (iluminista) decía que las mujeres efectivamente eran más débiles moral y
sexualmente pero que podían funcionar de guías e inspiración siempre y cuando se les
permita florecer en sus mundos domésticos.

El pensamiento radical adhería fuertemente a estas teorías sobre la diferencia sexual. Fue
completamente posible un claro compromiso con el radicalismo político con un
conservadurismo social profundo y arraigado.

En 1820 se postula Cobbett, admirado por Thompson por saber interpelar a toda la clase
obrera y crear un consenso radical por la diversidad de reivindicaciones. Así y todo, estuvo a
favor de la vida del hogar para las mujeres.
Las mujeres debían ser castas, sobrias, industriosas, sencillas, limpias, tener buen ánimo, ser
hermosas, conocer los asuntos de la casa y saber cocinar porque la nación se constituia de
familias y era fundamental que las familias sean felices y esten bien administradas, con
comida suficiente y salarios decentes. Los hombres debian honrar y respetar a sus esposas
y estar en el hogar en tanto no estuvieran ocupados fuera. “La razón y Dios, ambos
decretaron que las esposas deben obedecer a sus esposos, debe haber una cabeza en
cada casa y él debe tener la autoridad exclusiva”. Los esposos representaban en la política
a sus dependientes, las mujeres ya no tenían voz alguna ni derechos políticos. Por
naturaleza, el sexo femenino no era apto para la esfera pública.

Este posicionamiento de las mujeres como madres, esposas, hijas en la cultura radical
y los hombres como agentes activos e independientes tuvo procesos similares en la
cultura de la clase media. Su rasgo central era el énfasis en la separación de las esferas
femenina y masculina. Los hombres pertenecían al mundo público (negocios y política).
Las mujeres al espacio privado (hogar y la familia). Las instituciones culturales más fuertes
en la formación de esta clase fueron la cristiandad seria y la economía política. Sus patrones
y prácticas culturales tuvieron un impacto significativo en la clase trabajadora. Buscaba el
predominio político y cultural. Rechazaban los modelos viejos mientras creaban nuevas
formas de poder. En tanto se constituían como clase, afirmaban su predominio. Los hombres
y mujeres de la clase trabajadora se formaban en instituciones educativas inspiradas por la
clase media como (h) sobrios y respetables y (m) domesticas y amantes del hogar.

El bienestar en la vida del trabajador efectivamente dependia de las mujeres de la familia. Las
esposas de clase media debían proporcionar la inspiración moral y gestionar sus hogares,
no tocaban plata. El rol de las esposas de la clase trabajadora se centraba en la destreza
para la gestion del hogar, la cocina, la limpieza y la educación de los hijos. El hombre ganaba,
proveía el dinero y la mujer con su destreza lo gastaba aprovechandolo al maximo.

1830-1840 → se terminan de establecer en la clase media el ideal del hombre como sosten
economico y la mujer como dependiente. Tarde o temprano se replica también en la clase
trabajadora.
Aparece el “salario familiar”: un salario que percibía un varón sostén de hogar que era
suficiente para mantener a su esposa e hijos. Las mujeres trabajadoras pasaron a ser un
“problema social”.
Para 1850 John Gills señala la era del “matrimonio obligatorio”. La única alternativa viable
para los trabajadores era la familia nuclear y la monogamia heterosexual. El hombre era
reconocido como sostén económico y la mujer como dependiente.

En conclusión, los hombres y la mujeres no se ubican en la cultura de su clase del mismo


modo. La segregación y diferenciación era a nivel político, institucional e ideológico siendo
estos fundamentales en la formación de la cultura de la clase media y la clase trabajadora.
Los derechos, la dignidad y el respeto merecido de las mujeres dependían de que tan bien
adhieran al ideal de mujer establecido. Samuel y Jemina estuvieron juntos en Peterloo y en el
período del reformismo y la Revolución industrial pero sus vivencias fueron completamente
distintas a razón única y exclusivamente de su género.

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