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El teatro de la identidad.

1.1 Rol

Para poder tener una idea clara sobre lo que es el rol, es necesario partir de la
premisa de que este es un concepto susceptible a múltiples interpretaciones, por
consiguiente a un gran número acepciones. Para aproximarse a una observación
clara, y procurando contar con una mirada del panorama lo más amplia posible,
es pertinente comenzar por recorrer los diferentes ángulos del mismo fenómeno,
los cuales en sí, sostendrán un concepto lo más fortalecido posible. Concepto el
cual espera ser un hilo conductor fundamental de esta investigación.

Para Aritzeta y Ayestarán (2003), el rol se relaciona principalmente con dos


vertientes distintas. La primera corresponde a la perspectiva antropológica-
sociológica, donde los roles representan el conjunto de valores, actitudes y
conductas que la sociedad adjudica a las personas de determinada posición y/o
estatus social. En términos simples, el rol es representado como los patrones
normativos culturales que determinan las conductas de los seres humanos en
sociedad. Por otra parte, los autores aluden la existencia de una segunda
perspectiva, la cual está directamente relacionada a la anterior. Esta perspectiva
corresponde al enfoque psicosocial, y es aquí donde el contenido cognitivo de los
sujetos toma relevancia, siendo este, un factor clave en la interacción de los
individuos con su posición en la estructura social. Para Numan y Méndez (2008)
<<El estatus hace referencia a una posición estructural en el seno de un sistema
social, y el rol a lo que hace el actor en esa posición>> (pág. 119). Tal Definición
posiciona al rol, como todos los múltiples despliegues de los posibles actos dados
dentro de una posición determinada. De esta manera, es posible inferir que tal
definición anuncia implícitamente que los seres humanos son vistos como actores,
determinados en su actuar, a una posición dada en la estructura social, de este
modo, es que tal concepción acentúa el papel coactivo del constructo social.

La observación de Podcamisky (2006) posiciona la concepción de rol en una


categoría distinta a la del concepto función. El autor es enfático y asume que
comúnmente el concepto función se utiliza indiscriminadamente o como
equivalente al de rol. Siendo así, este motivo suficiente para encender los ánimos
para que una clarificación conceptual de ambos conceptos se hiciera posible. Ya
que para el autor la diferencia estriba en que, mientras el rol posee un toque de
singularidad, la función carece de esta. De manera sintética se puede decir que, la
función remite a todas las conductas establecidas para una determinada posición,
la cual puede ser ejecutada por cualquier sujeto; en cambio el rol está vinculado al
modo particular con el que una persona determinada ejecuta una función. Por
tanto, la función corresponde a las múltiples posibles conductas ya establecidas y
esperadas que determinan un actuar dado. Por otra parte el o los roles,
corresponden a esa singularidad con la cual cada sujeto puede desempeñar una
función. Para Muñoz Conde (1985), la convivencia se regula “a través de un
sistema de expectativas que se deriva de una norma o conjunto de normas” (pág.
22). González González y Vicencio (2014) destacan el papel fundamental de la
posición social del sujeto, en donde los roles, son un conjunto de normas y
conductas que determinan cómo debe ser el comportamiento idóneo de los
sujetos en estas. Siendo para estos autores, el rol, un concepto el cual no es
definido a priori e inmutable, dado a que este se va modificando en función a las
distintas tareas a desempeñar.

Una sutil pero interesante diferenciación, es la del rol observado desde la


psicología y la sociología, donde la primera se ajusta a la posición de un individuo
en la vida social, la cual determina una conducta determinada. En cambio, la
perspectiva sociológica alude a un patrón conductual fijado por la sociedad, el cual
determina conductas que desembocan en actividades de relación con los otros.
(Fundacion de la mujer, 1997)

Para efecto de la presente narración es conveniente una convergencia entre todos


los postulados anteriores. De esta forma se comprenderá el rol como un elemento
dual, el cual se ajusta tanto al material cognitivo del sujeto, como a las
disposiciones estructurales, donde se espera unir esta dicotomía psicologica-
sociologica. Por lo que, si bien este concepto sigue ajustándose a los mismos
parámetros anteriores, tiene la salvedad de no ser un constructo univoco ni
excluyente.

1.1.2 rol y control

Como se observó en el pasaje anterior, el rol se ajusta al verbo esperar, ósea, su


aplicabilidad está en ser el soporte, y el fundamento de una conducta esperada,
por tanto, el rol solo tiene sentido en el deber ser (y no necesariamente en lo que
es). De este modo, el rol tiene directa relación con el control, ya que, el control
como tal, es “condición básica de la vida social, pues a través de él se asegura el
cumplimiento de las expectativas de conducta y los intereses contenidos en las
normas sociales que rigen la convivencia (…)” (Muñoz Conde , 1985, pág. 36).

Si partimos de la observación de que el control asegura el cumplimiento de las


expectativas de conductas, de aquellas expectativas destinadas a él o los roles.
Podemos observar la interconexión inherente entre ambos conceptos, dado que
para que exista un rol el cual cumplir, debe de existir una conducta esperada que
esté resguardada por un dispositivo de control dentro de la sociedad.

Para seguir profundizando en el tema del control social, una definición genérica de
este concepto, es la que presenta el informe realizado por López Puerta (2014), el
cual menciona que el control social es:

“el conjunto de instituciones, estrategias y sanciones sociales que pretenden


garantizar el sometimiento del individuo a las normas sociales o leyes imperantes,
generalmente dichos mecanismos actúan en el individuo de una forma
inconsciente ya que las ha aprendido durante el proceso de socialización” (López
Puerta, 2014, pág. 3)

Como se puede observar, para la definición anterior, las normas sociales y las
leyes imperantes son un eje conductor y un respaldo consolidado de la “acción”
ejecutada por el control. Ya que es en nombre de estos dos atributos (normas y
leyes) que se esgrime el control. De este modo, se puede concluir que el concepto
de control social corresponde a “un conjunto de medios a través de los cuales una
sociedad garantiza que la conducta de cada uno de sus miembros sea congruente
con los parámetros de conducta previamente establecido por ellos (…)” (cita
portada pag, de internet, dos versiones). Siendo así, fundamental para una
lectura adecuada y coherente de esta presentación teórica, comprender la
relación cuasi simbiótica del control social y el o los rol(es), donde sus dinámicas
de mutua relación se fortalecen para coexistir íntimamente.

.1.4 educación, rol y personaje.

La interconexión entre la educación, el rol y el personaje es más que aparente. Ya


que, para la perspectiva funcionalista de Durkheim (cita), el rol de la educación es
la “creación” de un sujeto social. De modo que, la institución educacional cumple
la función de transformar al ser humano “puro”, en un ser social, y ajustarlo a los
requerimientos de la sociedad. En concordancia a lo anterior y en contra punto a
la propuesta de Emile, existe una perspectiva crítica del fenómeno de la educación
y su cristalización institucional, que menciona el siquiatra y teórico Chileno,
Claudio Naranjo, (2013) en donde el autor anuncia:

“Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en generación


para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los medios de
comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar la educación
como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera de ver las cosas
que le conviene al sistema, a la burocracia”. (Naranjo, 2013)

Así mismo, el siquiatra experto en educación, enfatiza en la vinculación de el o los


roles impuestos por el sistema, con el sentido de la educación. Ya que para este,
“la educación no está al servicio de la evolución humana sino de la producción o
más bien de la socialización.” (Naranjo, 2013). Este enfoque destaca el papel
nocivo de la educación sobre el desarrollo de la condición humana, que a su vez
opera a través del control y la sujeción a las normas imperantes en la sociedad.

Tomando como referencia lo expuesto por Lopez Puerta (2014), donde anuncia
que el control actúa en el individuo de una forma inconsciente ya que las ha
aprendido durante el proceso de socialización. Es posible observar que la creación
de roles se a atomizado más allá de el o los planos institucionales. Pero, ¿quiénes
o quien toma posesión de el o los roles? Al igual que en la literatura o en el arte
de la actuación quien se vuelve receptáculo de los papeles asignados, son los
personajes.

Según Francesco Casetti y Federico di Chio(1991):

“Analizar al personaje en cuanto persona significa asumirlo como un individuo


dotado de un perfil intelectual, emotivo y actitudinal, así como de una gama propia
de comportamientos, reacciones, gestos, etc. Lo que importa es convertir al
personaje en algo tendencialmente real: ya se quiera considerar sobre todo como
una «unidad psicológica», ya se le desee tratar como una «unidad de acción», lo
que lo caracteriza es el hecho de constituir una perfecta simulación de aquello con
lo que nos enfrentamos en la vida.” (Casetti & di Chio, pág. 177).

Sumada a esta definición, se añade la perspectiva del profesor de matemáticas y


físicas Carlos González (2013), autor del libro “Veintitrés maestros, de corazón -
un salto cuántico en la enseñanza”, además colaborador y participe del
documental “entre maestros”. Donde “una cosa es el personaje que interpretan y
otra es su esencia” (Gonzalez C. , S.F), por tanto, esta perspectiva anuncia que
hay debajo del personaje que los individuos han construido para poder sobrevivir
en la sociedad. En tanto a lo que refiere a la actividad del personaje, para
(autor(es), “hasta hace algunos años, el “yo ideal” construido a partir de
actuaciones se exhibía personalmente delante de otros individuos. En la
actualidad, los avances tecnológicos y el fortalecimiento del internet ofrecen
nuevos escenarios a las personas para realizar su actuación, en específico
las redes sociales.” (Ulloa, Moriano & Burgos, 2017, pág.39)

Self

El self es un concepto multi-paradigmático, lo cual quiere decir, que su orientación


teórica alude a su posicionamiento epistemológico. Esta afirmación se sostiene y
surge en concordancia con la observación atenta al escenario de las múltiples
confluencias y disonancias que existe entre los distintos postulados teóricos sobre
este polémico concepto. El self se encuentra en un escenario en constante
tensión, dado que su condición como constructo teórico es susceptible a relecturas
y criticas de manera recurrente.

¿Qué es en realidad el self. La palabra self viene del inglés, que traducida, su
significado corresponde a: si-mismo. Con tal concepto ineludiblemente la
dirección de la observación se orienta al plano subjetivo, ya que, en sí, el self es
un concepto que evoca a la subjetividad. El si- mismo evoca autorreferencia dado
que el ” Self también se puede traducir al español como el prefijo “auto”, que al
anteponerse a otra palabra hace referencia a lo que un individuo se hace a sí
mismo o por sí mismo. Entonces el self engloba conceptos
como autoestima (self-esteem), autopercepción (self-
perception), autoconciencia (self-consciousness), autoimagen, autoconcepto,
autoeficacia, autoevaluación, autodeterminación (…)” (Kabato, S.F).
Según Páramo (2008), el self es un Concepto el cual propone una distinción clara
entre lo corpóreo, con sus posibles articulaciones, y el plano de la auto
observación del- sí –mismo. Pero, dentro de esta discusión teórica hay quienes
asumen que esta diferenciación es tan solo arbitraria, dado que tal punto de
referencia, permite abrir una definición conceptual pertinente para la observación
del fenómeno, la cual en sus postulados compromete la relación dialéctica entre el
entorno con el mundo interior de los individuos, o la conciencia de sí mismo. Esto
se apoya en la remembranza teórica expuesta por Madrona (Cita), donde para
este autor, existen dos paradigmas que sostienen puntos de vistas en conflicto
entre sí. El primero de estos paradigmas corresponde al cartesiano-newtoniano,
en este paradigma se parte de la premisa de la existencias de la interacción entre
dos variables separadas; una es la causa y otra es el efecto. Este punto de vista es
lineal y supone en sus raíces epistémicas, la distinción en estos dos puntos que
representan una trayectoria. Por su parte, el segundo paradigma corresponde a
una vertiente epistemología de otro espectro. Este es el paradigma de los campos,
donde la representación newtoniana no es posible, dado que esta perspectiva,
sitúa la interacción mutua de todos los elementos de manera simultánea, siendo
así imposible la relación lineal de interacción cartesiano-newtoniana, ya que en
paradigma de la ciencia clásica, el movimiento que se ejerce en un objeto desde
punto “A” desemboca en un punto “B”, lo cual este movimiento solo efectuado por
el objeto en cuestión, en cambio en el paradigma de los campos, si movemos un
objeto, movemos todo su campo. En otras palabras:

“En realidad, hablar de “punto” en estas concepciones carece de sentido, pues en


ellas no existe lo que en términos newtonianos entendemos por “punto”. El
concepto de campo en la teoría gestalt aparece como el todo que forma el
organismo con el entorno. No hay un “punto” llamado organismo y otro “punto”
llamado entorno, hay una realidad única indiferenciada” (cita del mismo texto de
arriba)
Con cual Madrona concluye,”el yo no es algo sólo del individuo, sino que es
también una función de campo. No existe algo llamado “mi yo” ”(cita). Para este
autor, el self, es el mecanismo de interacción entre el organismo y el entorno.
Pero a pesar que aparentemente esta definición pareciera ser una perspectiva
dual, carece de tal observación epistemológica, dado que el campo organismo-
entorno, conforma una unidad. Esta apreciación conceptual refleja la dialéctica
inherente de la alquimia (materia/Espíritu) propia del existir (cita Jung). Lao Tsé
(Tsé, 2006) en el “Tao Te Ching” refleja este principio:

“los contrarios se suceden. (…) En el mundo todos saben que lo bello es bello, y de
ahí conocen que es lo feo; que lo bueno es bueno, y de ahí lo que no es bueno. El
ser y no ser mutuamente se engendran. Lo fácil y lo difícil mutuamente se hace.
Lo largo y lo corto mutuamente se perfilan. Lo alto y lo bajo mutuamente se
desnivelan. El sonido y su tono mutuamente se armonizan. Delante y atrás se
suceden.” (Tsé, 2006, pág. 9)

La dialéctica del organismo-entorno también es expuesta en los pasajes de


“HACIA UNA BIOGRAFÍA DEL SELF”, donde se expresa, que:

“El concepto que tenemos de nosotros mismos es el resultado de multitud de


factores, pero la mayor parte de ellos tienen relación con la cultura, el momento
histórico en que se vive y la sociedad en que se desarrolla. No es lo mismo
plantearse quién y cómo soy en los tiempos actuales que hace doscientos años,
antes de la Primera Guerra Mundial que después de la Segunda, a comienzos de la
sociedad industrial o en la sociedad del conocimiento, desde el occidente cristiano
o en las culturas orientales. (…) nos construimos a nosotros mismos con los
materiales sociales y culturales de nuestro alrededor”. (Seoane, 2005, pág. 42)

Expresión que toma un significado claro de lo que es el sefl es lo que


elocuentemente explicita, la definición de Páramo (2008), donde “self es una
conducta resultado de mecanismos de aprendizaje social que generan auto-
observación y en últimas un auto concepto.” (pág. 545)
Dadas las condiciones y el enfoque epistémico adecuado para comprender lo que
es el self, es que se puede concluir que a pesar que el self sea un concepto que a
priori alude a la dimensión subjetiva, esta está en constante dialogo con el
entorno, de modo que su manifestación concreta se expresa en el conjunto de
interconexión del campo organismo-entorno.

Intersubjetividad, el otro generalizado, e identidad.

La dialéctica organismo-entorno, revela la naturaleza intersubjetiva del self (Stern,


2003). Lo que arroja a la dirección de la atención sobre, sobre esta misma
naturaleza intersubjetiva que comprende al self.

Interrogante ontológica.

Al observar lo que está siendo en este instante, se pueden apreciar un sin número
de “cosas”. Hipotéticamente podríamos observar que existe una habitación, una
silla, o una ampolleta, (…), entre otras muchas cosas. Pero, ¿Qué quiere decir que
algo o alguien estén siendo? Según Heidegger (2000), el estar siendo, o el hecho
de que algo este siendo, se asociaba al ser, de este modo la tradición pre
heideggeriana se planteaba, al ser como “lo que es”.

Para el autor, la definición de ser, que dice, “el ser es lo que es”, dirige la atención
a aquello que está siendo, y por tanto, a cuestionarse que es eso, “que es ser”.

Bajo la misma premisa de la observación, si se observa aquello que está siendo, e


hipotéticamente observamos una habitación, ¿Dónde en esa habitación, se haya el
ser?. Si la habitación y todo lo que allí ocurre está siendo, ¿dónde está el ser?. Si
el ser “es: lo que es”, ¿dónde está el ser en la habitación que está siendo?.

Para el filósofo esta confusión retorica es más que aparente, ya que según él,
aquello de lo que podemos observar y que percibimos que está siendo, es el ente.
El ente es aquello que se puede apreciar como algo que está siendo. Pero, ¿Dónde
está el ser en el ente que está siendo?.

Para Heidegger la expresión del don es la respuesta a aquella interrogante. El don


se manifiesta en el dar, y el dar se descubre, se des oculta. El ser no es, el ser se
da. Por tanto, según esta premisa, todo aquello que es o se puede decir que es, es
lo ente; en tanto, al ser, es aquello que se descubre, que se da, es la
manifestación misma de lo que surge, que según el filósofo se expresa en forma
de don.

Esta perspectiva tiene implicancias más profundas y desfavorables de lo que


parece a primera instancia. Ya que autores como Erich Fromm (1987) vuelcan su
mirada sobre la consecuencia de tal fenómeno.

Esto falta!!!
Varela: neurofenomenologia.

Silencio

El estar presente está libre de descripciones, a partir de estar presentes se pueden elaborar ideas de lo que
puede ser el fenómeno pero no intentar encapsular o reducir lo que aparecer o acaece en una palabra u o idea,
cualquier cosa que intente explicar una puesta de sol será insignificante respecto a su manifestar y cualquier
relación con su experiencia.

La sensación del presente, la de estar existiendo, antecede el pensar, esto pues, ya que es a través del existir
que se puede pensar, por tanto, el pienso luego existo se torna, pienso en tanto existo.

Solo si existo puedo pensar, de manera contraria, no puedo pensar si no existo, solo pienso por que existo. De
esta manera, el pienso luego existo se torna, pienso en tanto existo.

Cuando observamos que existimos, es cuando recurrimos a la fenomenología, por tanto la atención dirigida al
evento de existir es una actividad fenomenológica. En términos dualistas, existe el fenómeno observador y el
fenómeno observado, en otras palabras, lo percibido y el perceptor, lo que en términos de Heidegger
corresponde a Dasein [ˈd̥ɑːza͡ɪ̯n (ser (ahí)), osea existe un ser y un ahí. Cuando la atención se enfoca o
acomoda en el presente, el evento fenomenológico se hace presente. La fenomenología no corresponden a
fundamentalismos a priori,(Kant), ni mucho menos a teorías inteligibles o aprehensibles a través de la cognición,
más bien corresponde a un acto de atención a lo que acontece, al evento.

[17:13, 19/4/2019] .: El estar presente está libre de descripciones, a partir de estar presente se pueden elaborar
ideas de lo que puede ser el fenómeno, pero no es posible intentar encapsular o reducir lo que aparecer o
acaece en una palabra u o idea, cualquier cosa que intente explicar una puesta de sol será insignificante
respecto a su manifestar y cualquier relación con su experiencia.

La sensación del presente, la de estar existiendo, antecede el pensar, esto pues, ya que es a través del existir
que se puede pensar, por tanto, el pienso luego existo se torna, pienso en tanto existo.

Solo si existo puedo pensar, de manera contraria, no puedo pensar si no existo, solo pienso por que existo. De
esta manera, el pienso luego existo se torna, pienso en tanto existo.

Cuando observamos que existimos, es cuando recurrimos a la fenomenología, por tanto la atención dirigida al
evento de existir es una actividad fenomenológica. En términos dualistas, existe el fenómeno observador y el
fenómeno observado, en otras palabras, lo percibido y el perceptor, lo que en términos de Heidegger
corresponde a Dasein [ˈd̥ ɑːza͡ɪ̯n (ser (ahí)), osea existe un ser y un ahí. Cuando la atención se enfoca o acomoda
en el presente, el evento fenomenológico se hace presente. La fenomenología no corresponden a
fundamentalismos a priori,(Kant), ni mucho menos a teorías inteligibles o aprehensibles a través de la cognición,
más bien corresponde a un acto de atención a lo que acontece, al evento.

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