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Plataforma II
Plataforma I
Plaza 2
La Plaza 2 se encuentra a un costado de la Plaza 1 y es de dimensiones menores. Se
han encontrado elementos arquitectónicos y estructuras con una aparente función
ceremonial. Estas también presentan signos de ser parte de una secuencia de etapas
constructivas con remodelaciones en cada una de ellas.
Su diseño arquitectónico habría respondido a la división jerárquica del espacio y a
otorgarle una función ceremonial por la presencia de una galería, cuatro ambientes
menores y la plaza.
Plaza 3
La Plaza 3 ha sido subdividida en los recintos 3A, 3B y 3C.
La Plaza 3A junto con la Plataforma II formaban parte de una sola unidad
arquitectónica y ceremonial. Los sacrificios que se realizaron en esta plaza se
concentraron en la parte y frente a un conglomerado rocoso, donde los individuos
sacrificados fueron expuestos. La Plaza 3B se ubica al lado suroeste de la Plaza 3A y
por la presencia de restos cerámicos se considera un área de sacrificios. Para la Plaza
3C se trata de la misma actividad de sacrificios debido a los hallazgos de restos óseos
humanos similares a los de la Plaza 3A.
La Plaza 3C se encuentra rodeada de cuatro muros perimetrales que delimitan un
espacio de 23 por 14 m, además con un eje mayor de oeste a este. El interior se
subdivide en dos recintos, el primero de 5,8 por 5,8 m y el segundo de 3,5 por 3,5 m,
posiblemente para albergar a los prisioneros antes del acto ceremonial. A la estructura
rectangular ubicada frente al primer recinto de mayores dimensiones, se le ha
denominado altar de sacrificio o podio de sacrificio. Este presenta dos niveles con la
disposición para colocar a dos individuos a diferente altura. Frente a él existe una
rampa pequeña en el lado norte. La construcción de estas estructuras está relacionada
al sacrificio de prisioneros, donde el verdugo se situaba en el altar y el sacrificado se
encontraba de rodillas sobre la rampa quedando en un nivel más bajo, facilitando la
labor del verdugo. Frente a este recinto se encuentra una banqueta para los individuos
que seguían al sacrificio.
La plaza principal era decorada con motivos de guerreros, y aquí se llevaban a cabo sacrificios
humanos.
Sistema constructivo:
Fue empleada para la elaboración del material constructivo básico, el adobe al igual
que los morteros preparados para sentar los adobes. Se usó también para los
enlucidos y acabados de muros, columnas, pisos y techos.
Los abobes fueron dispuestos en aparejos trabados, y de forma similar se emplearon
para construir los muros de las edificaciones.
Existen evidencia de postes, vigas y dinteles hechos de madera, especialmente de
algarrobo, así como la caña de Guayaquil, carrizo, esteras de totora y cordajes de
fibras vegetales, que sirvieron para la armadura y cobertura de los techos.
Mansfield Hastings y Moseley (1975) han estimado que en la construcción se utilizaron
143 millones de adobes. Los adobes son todos paralelepípedos aplanados, de una
dimensión que varía entre 40 x 27 x 16 a 23 x 17 x 12 cm. Se utilizó barro de varias
canteras y se ejecutaron a molde de 4 lados. Los moldes fueron de caña que ha
dejado sus improntas en el barro húmedo. Una característica notable es que tales
adobes llevan marcas que identifican a sus constructores. Las marcas fueron hechas
con los dedos sobre barro húmedo y consisten en puntos y rayas. Las mismas
aparecen en adobes de la Huaca de la Luna, pudiéndose afirmar su
contemporaneidad en algunos momentos de su historia.
El camino ceremonial:
Después de muchos años de investigación los arqueólogos Santiago Uceda y Ricardo
Morales del proyecto arqueológico Huaca de La Luna han llegado a conocer que esta
pirámide no estuvo dedicada a este astro, sino al dios de las montañas: Aiapaec. Los
antiguos peruanos relacionaban a objetos de la naturaleza (como cerros, piedras o
ríos) como poseedores de voluntad divina. Los cerros eran los proveedores del agua,
muy necesaria para la agricultura. El Cerro Blanco, sobre cuya falda esta Huaca de La
Luna, era la montaña sagrada de los moches.
La Huaca del dios de la Montaña (Huaca de La Luna) tiene plazas, patios, rampas y
pirámides, todas muy necesarias para las ceremonias en honor a esta divinidad.
Muchos de los ambientes de esta huaca estaban decorados con hermosos frisos de
muchos colores. Las imágenes en los muros tenían relación con los ritos y ceremonias
practicados en dichos lugares.
El agua es escasa en la desértica costa peruana. Sin embargo, los estrechos río, que
descienden raudos desde las alturas de los andes, irrigan fértiles valles en avenidas
estacionales. Pero este equilibrio es precario en los andes, pues los años de
abundante agua son sucedidos por otros de escasez total. Es por eso que para los
moches era muy importante predecir el comportamiento del agua, sujeto a la
"voluntad" del dios de la montaña. Por eso los moches consultaban oráculos, hacían
adivinaciones y ofrendaban sacrificios para de ese modo mantener el orden y la venida
del agua.
Lo primero era hacer una ceremonia adivinatoria en donde los chamanes (brujos)
consultaban, usando coca u otro alucinógeno, cuál será la voluntad del dios y que tipo
de ofrendas exigirá. El dios de la Montaña pedía sacrificios humanos. En las pampas
desérticas próximas a Moche se realizaba una batalla, los prisioneros serán
sacrificados. Los que caían capturados eran despojados por sus captores de todas sus
armas y ropa. Luego eran llevados desnudos y amarrados a la gran plaza delantera
(Plaza 1) donde eran presentados ante los sacerdotes y el soberano. Un friso sobre la
fachada de la pirámide representa este momento.
Subían a la cima de la pirámide por una larga rampa. Luego eran llevados a una
pequeña habitación en el patio trasero, en la cima de la pirámide, allí eran
adoctrinados por mujeres como una preparación para el sacrificio. Luego de varios
días eran sacados al patio en donde serán degollados. Este patio está decorado con
frisos donde destaca, al centro el rostro del dios de las montañas. En el nivel más alto
de la fachada de la pirámide está también la imagen, en cuerpo entero, del dios de la
montaña: Aiapaec, también conocido como "el degollador" pues es frecuentemente
representado con un tumi (cuchillo) en una mano y una cabeza cercenada en la otra
(Uceda y Tufinio 2003).
La sangre vertida por el sacrificado era depositada en una copa, y presentada al
gobernante moche que esperaba de pie sobre un altar. El Curaca (gobernante) moche
ofrendaba esta sangre al dios de la montaña (Uceda y Tufinio 2003).
Desde la gran plaza delantera era posible ver lo que sucedía sobre el altar. Por eso
esta parte del ritual debió ser una ceremonia pública con la concurrencia de gran
cantidad de personas que observaban desde la plaza.
En otros momentos, otros tipos de sacrificios eran exigidos. En una plaza de la parte
alta un peñasco ha sido dejado (Plaza 3a), asemejando una maqueta del Cerro
Blanco, que está a su espalda. Sobre este peñasco los sacrificados eran
desmembrados, en alusión a la muerte por despeñamiento, un ritual practicado por los
moches. Numerosos esqueletos encontrados en este lugar corroboran esta práctica
(Uceda y Tufinio 2003).
Por varios siglos los moches celebraron el calendario ceremonial y ofrendaron
sacrificios al dios de la montaña, manteniendo de ese modo el orden del universo.
El Recinto Ceremonial, ubicado en una esquina de la Plaza 1. Sobre sus paredes está
representado el "Calendario Ceremonial".
La luna de hoy:
En el mundo andino una de los principales atributos de la huaca es poder hablar,
comunicarse a través de chamanes, hoy en día Las Huacas de Moche vuelven a
hablar, pero a través de los arqueólogos, comunicándonos el legado que los moche
han dejado para nuestra vida presente y futura.