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RAYUELA: juicio a la literatura busco junto con vosotros”, — SOCRATES Platon, Gorgia Alguna critica se nabla complaciao en buscar las influencias que se reconocen en a obra de Julio Cortazar. Se habia repeti- do que tiene mucho de Borges. Y es cier- to; él mismo lo acepta: “Si se trata de las invenciones y las intenciones de Borges, ando, desde hace mucho, lejos de él; en cambio, si se trata de su mundo formal, de su biisqueda implacable de un rigor ex- Presivo que favorezca la verdadera liber- tad creadora en vez de ahogarla en male- zas de retérica sudamericana, entonces sf, entonces creo que ese mundo ha influido radicalmente en mi obra” (1). Pero desde ta uparicion de Rayuela (y algo tere que ver lo que sigue con el éxito creciente de la obra desde aquel dia de hace dos afios), Ja bisqueda de influencias parece haber cubierto la mayor preocupacién de buena parte de los criticos. 0 el libro no ofrece nada nuevo y entonces lo Gnico que deja traslucir es la influencia de otros autores: ‘© el método de buscar influencias sirve pa ra “olvidar” méritos propios de la obra (manera implicita de negarlos); o se elude una aproximacién en profundidad, por lo cual sélo se tantea la periferia, sin intere- sar la obra ni superficlalmente; 0, en fin, on el peor (aunque mojor para la buena conciencia del eritico) de los casos, no se comprendieron aquellos significados origi- nales que la hacen valorable por enefma de Y= WReportaie. «Julio Cortese", Cérdoba. = “7 Neat, = tas, las influencias, Estas —no cabe duda— existen; y al afirmarlo no decimos nada de nuevo ni de malo. Observaba Valery; “Na- da més original, nada més propio que all mentarse de 108 otros. vero es necesario digerirlos, El le6n esta hecho de cordero asimilado”. Cortézar es Alfred Jarry y James Joy- co: el primero en su notable ensefianza de que el “verdadero estudio de la realidad no residia en las leyes sino en las excepciones a esas leyes" (2), y el segundo en su ex presién de la vida cotidiana: infinidad de cosas que nos acontecen (ain las que ni sabemos que existen) en cada momento de nuestra existencia. También es Leopoldo Marechal y Roberto Arlt: ambos en sus bisquedas desesperadas y magicamente es- peranzadas. El sentido trascendente de to- no mistico de Marechal y la bisqueda tras- cendentalmente humana del autor de Los siete locos. Cortazar es el le6n de Valery. Semejante a otros, pero radicalmente dis- tinto a todos. Rayuela, a su voz, es una sintesis de la obra literaria de Cortézar que culmina aqui en algo nuevo en él y en el género novelis~ tico, Esta afirmacién contiene Ia caracte- ristica mas importante de Ia abe, paro, par otra parte, sefiala el mayor inconveniente Para un andlisis critico de la misma: se vuelve imposible utilizar cualquier médulo anterior: la literatura es puesta en tela de juicio a través de una obra literaria. Si se rastrea la producci6n cortaziana desde Los Reyes hasta Los Premlos (inclu- 30 yendo el notable intermedio de Historia de Cronopios y de Famas) (3), se pueden es- lablecee dus tiechus tundameniales: 11) Rayuela es un salto espectacular a partir de una altura a donde se ha legado por un ca~ mino constituldo de desiguales pendientes pero cuya direceién intencional prefigura, conuene, ta magnitud de ese salto. En otras palabras: la obra de Cortazar —de gual en su aleance— contiene toda la pov tencia que es puesta en juego en el momen- to que el autor se lanza al mundo de Ra- yuela. De alguna manera el rumbo, el sen. tido de ese salto, esta basado en las coor denadas fijedas por su obra anterior, Ra- yuela asimila, discute, reordena, crea nue~ yuela asimila, discute, reordena, crea nue- propio Cortézar y al hacerlo, el autor cues- tiona a los otros “autores” de Rayuele que son sus lectores. Especie de pedido de cuentas dirigido agresivamente al lector para descubrirlo. "Yo tampoco te odio — Aice Olivelra— pero te denuncia, y eso es Jo que vos lamés acorralar”. 2») Rayuel al escapar de los esquemas habituales, so transforma, por pura presencia, en alegato antilitecario paradojicamente, wuliza la literatura (violenténdola) para nogarla y rescatarla a la vez. que, EI camino hacia Rayuela Rayuela desanda el camino que Hlevd has- ta ella a Cortézar. Mejor dicho lo rehace modificando el ordenamiento de las etapas cumplidas y mostrando otro sentido ue, sin embargo, poseian virtualmente. Sus cuentos han negado insistentemente la apariencia con que se ofrecen las cosas, la falacia que encicrran los actos de todos los dias. Su método ha consistido en moctrar minuciosamente la realidad de todos los SUR Ademds da mumerovos ectievlos, _ yoemas.y Gtenton aparecides en” diveous eviges 9 a2 Te aratoe? 2 ‘es cuaaton te Baad Geena Srandticos We Aa Sosy: Beate Ea"Budamericiny Be, Any ‘et ae Are Toe "Premioy, 'Sulumesctea, tin” AS! de. Cronos ye fame PASADO Y PRESENTE dias, con Ia que el lector se siente familia. ado, y donde ocurren las cosas extraor- dinaria: medio de vulnerar la confianza en esa realidad. “Cortézar esclaviza su arte a Jo habitual justamente para hacernos vivir nuestra esclavitud”, anota Ezequiel de Ola 80 (4). Lo fantéstico aparece tan “natural mente" como lo cotidiano y los limites se desdibujan; se borra la seguridad en la frontera que separa uno y otro tertitorio. El orden aceptado por la costumbre expo- ne su fragilidad insanable. Un orden, efec~ ivamente, més que las cosas, es el afecta- do al mostrer su precariedad. Esto, que culminaré en Rayuela, se acompafia con la Permanente inquietud por superar la dico- (wuts, por Negara un nuevo orden que re- suelva el eaos incluyéndolo, destrozand> fronteras. También culminaré en Rayuela la apetencla de armonta, que ser acto en algunos personajes y Un razonar infinito en otros. EI Horacio Oliveira y la Maga de Rayuela han tenido numerosos nombres hasta llegar al de ellos (los nombres que se habia dado el propio Cortézar desde que encubria el suyo con el seudénimo Julio Denis en sus primeros poemas): Oliveira ha sido Marcelo Hardoy de Las puertas del cielo y Persio~ Medrano (;Morelli—Horacio?) en Los Pre- mlos. En el primero la Maga fue Celina; en el segundo, Paula. Maga-Horacio-Johnny. Carter, en El perseguidor. Siempre esa pi si6n obsesiva por recorrer todos los caminos fa la vezi pensar, que se rebela contra los moraniemos normalizados. “Me daba asco pensar as{ —dice Marcelo en Las Puertas del cielo— una vez més estaba pensando todo lo que a los otros les basta: ba sentir” (..) “yo soy el Dr. Hardoy, un abogado que no se conforma oon el Bucnos Aires forence 0 musical 0 hfpico, y avanza todo lo que puede por otros zaguanes”, En ‘este mismo cuento la idea de los “dos te- rtitorios”, del uno y otro “lado”, se insinda parejamente a la del del “cielo” inalcan- zable de la “rayuela”. “Estaba de este la- do, el pobre estaba de este lado y no al nzaba yaacreet lo que hablamos sabido montalos juntos", “Yo me estuve quieto..., miran- 4— Ezequiel de Olaso, “El pastor de mons truos", en La Nacién, 24 de mayo de ro6e- RAYUCLA: JUICIO A LA LITERATURA 31 dolo ir y venir sabiendo que perdia su tiem: po, que volveria agobiado y sediento sin haber encontrado las puertas del cielo en- tre ese humo y esa gente”. Opcién de te~ rritorios que en El perseguidor tiene papel protagénico y que en Rayuela incluye todos los interrogantes. La ruptura de la frontera entre realidad ¢ irrealidad contiene en la fantasia corta- ziana la posibilidad de trasgredir los limites entre reinos animales o las distancias entre ol hombre y las cosas. “Tienes cl pan ahf, sobre el mantel —dice Johnny en El Per- Seguidor— ...Algo que no soy yo, algo dis~ tinto, fuera de mf, Pero si lo toco, si esti- ro los dedos y 10 agarro, entonces hay algo que cambia, gno te parece? El pan cata fuera de mf, pero lo: toco con los dedos, 10 siento, siento que eso es el mundo, pero si yo puedo tocarlo y sentirlo, entonces no se puede decir que realmente sea ctra cosa, 0 itd crees que so puede decir?” Ra yuela reencuentra numerosos temas de anterior obra de Cortézar. Pero lo que aun es fantasia en el resto, aqut esta vislumbra- do como realidad. Desde la fantasia prime. ra (tan eargada, segdn cl autor, de “litera tura”) y tras el curstionamiento tefide de desesperanza de Los Premios, Cortazar te 92 a Rayuela donde todo se postula como posible cn una intercambiable existencia sin limites. El tema del pan se repite. Cuenta Oliveira: “Tenfa hambre y agarré el pan para cortarme una tajada of que el pan loraba. $1, claro que era un sueiio, pero el pan loraba cuando yo le me~ tia el cuchillo”... “Era solamente eso, pero lo malo no es el suefio. Lo malo es que eso que laman despertarse... ;A vos no te parece que en realidad es ahora que yo estoy sofiando?”. A la respuesta de Bru- hho en El perseguidor: “Querido, hace miles de afios que un montén de barbudos se vienen rompiendo la cabeza para resolver el problema”, corresponds la de Etienne en Rayuela: “;Quién te dice? Pero es un tema-trillado, viejo, el filésofo y la mari- osa, Son cosas que se saben". EI perseguidor es el anuncio mas inme- diato de Rayuela. (No en vano el jazz par ticipa tan esencialmente del mundo-Rayue- a). Persio en Los premios aforaba una Entonces tercera mano a fin de encontrar las di- mensiones due ahora le faltaban a las co- sas: Bruno, en El perseguidor, se esforzara por volver a Ja “realidad”, vuelta dotorosa que entraiia una renuncia: “Johnny tiene raz6n, !a realidad no puede ser esto, no es posible que ser eritica do jazz coa la rea. lidad, porque entonces hay alguien que nos esta tomando el pelo. Pero al mismo tiem: Po a Johnny no se le puede seguir ast la corriente porque vamos a acabar todos lov cos". En Rayuela, Johnny lo cubre todo. Se deshace en diez personajes y lo que cra busqueda de un hombre que da el nombre al cuento ("el perseguidor”) se resuelve en Ja estructura misma del libro. Rayuela se trancforma on ta oxplicitacién de lo" onun- ciado en el cuento y que es la contracara del _huir_ gue trae aparejado cl elemental fracaso de la literatura: “ir a un encuen- tro no pucde ser nunca escapar, aunque releguemos eada vez el lugar de Ia cita” (5) Aproximacién a Rayuela Aunque sobre todo sea “dos uDros” (6), Rayuela es fundamentalmente “muchos Ii- bros”: a) tantos como lectores. Esto, que siempre puede ocurrir con un libro, aqui no es puramente metafsrico: © el ‘lector siente el libro como-si-lo-hubiera-escrito-él, lo re-eseribe aprovechando el material que se le ofrece, 0 no lo Ive; b) los dos libros sefialados por Cortazar: uno que se lee de corrido a partir del primer capitulo y otro en el orden sefalado por cl autor, en cuyo caso los capitulos del drama (que serian los sucesivos del 1 al 56) aparecen spoya- dos criticamente (discutidos) por los otros capitulos: c) otra novela constitufda por el largo monSlogo que se extiende a tra- vés de los capitulos en primera person: Poema-novela que podria tener unidad in- dependiente y donde se encierrael univer- so de Rayuela Tinivorso plurisignificante —como un poema— y que resuelve (0 pre~ tende hacerlo) 1a constante antinomia en- = Cortdzar “EI Perseguidor” ea Las ares seerelas, Sudamericans, 059. 6 — Cf, “Tablero de direcciéa”, en Rayuela,

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