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El origen de la Filosofía en Grecia

La casi totalidad de los expertos en la materia consideran que la filosofía, como término o como
concepto, es una creación propia del genio de los griegos. A día de hoy sabemos que para todos los
demás componentes de la civilización griega se halla un elemento correlativo en los pueblos de Oriente
que alcanzaron un elevado nivel de civilización antes que los griegos. Algunos de estos componentes
son: creencias y cultos religiosos, manifestaciones artísticas, conocimientos y habilidades técnicas de
distintas clases, etc. Sin embargo, en lo que concierne a la filosofía, nos hallamos ante un fenómeno tan
nuevo que, no sólo no posee ningún factor correlativo en dichos pueblos, sino que ni siquiera existe algo
estricta y específicamente análogo. Debido a ello, la superioridad de los griegos en este aspecto
específico, no es de carácter puramente cuantitativo sino cualitativo, en la medida en que lo que aquéllos
crearon, al instituir la filosofía, constituye en cierto sentido una novedad absoluta.
Si no se tiene presente este hecho será difícil comprender por qué la civilización occidental, bajo el
impulso de los griegos, asumió una dirección completamente distinta de la oriental. En particular, no se
podría comprender por qué razón los orientales, cuándo quisieron aprovechar la ciencia occidental y sus
resultados, tuvieron que apelar a determinadas categorías de la lógica occidental. De hecho, no en todas
las culturas se hace posible la ciencia ya que hay ideas que convierten en estructuralmente imposible el
nacimiento y el desarrollo de determinadas concepciones, y existen incluso ideas que impiden la ciencia
en conjunto, por lo menos la ciencia tal como ahora la conocemos.
Ahora bien, la filosofía, a través de sus categorías racionales, ha permitido el nacimiento de la
ciencia. Admitir esto significa reconocer a los griegos el mérito de haber aportado una contribución
realmente excepcional a la historia de la civilización.
Históricamente, ha habido intentos de atribuir a la filosofía un origen oriental, basándose en la
observación de analogías genéricas, que se constatan entre las concepciones de los primeros filósofos
griegos y ciertas ideas propias de la sabiduría oriental. No obstante, nadie ha triunfado en su intento, y la
crítica más rigurosa ha reunido una serie de pruebas auténticamente irrefutables en contra de la tesis de
la procedencia oriental de la filosofía griega. Vamos a ver, de forma muy resumida, algunas de ellas.
1ª. En la época clásica, ninguno de los filósofos o de los historiadores griegos hace la más mínima
mención de un presunto origen oriental de la filosofía.
2ª. Se ha demostrado históricamente que los pueblos orientales, con los que entraron en contacto los
griegos, poseían una forma de sabiduría constituida por convicciones religiosas, mitos teológicos
cosmogónicos, pero no una ciencia filosófica basada sólo en la razón. Poseían, pues, un tipo de sabiduría
análoga a la que los propios griegos poseían antes de crear la filosofía.
3ª. No ha llegado a nuestro conocimiento ninguna utilización por parte de los griegos de escritos
orientales o de traducciones de éstos. Es impensable que antes de Alejandro hayan podido llegar a Grecia
doctrinas provenientes de los indios o de otros pueblos de Asia, o que en la época en la que surgió en
Grecia la filosofía haya habido griegos capaces de entender el razonamiento de un sacerdote egipcio o de
traducir libros egipcios.
4ª. Finalmente, en la hipótesis de que alguna idea de los filósofos griegos tenga antecedentes
específicos en la sabiduría oriental y que haya podido derivarse de ésta, no cambiaría la esencia del
problema que estamos tratando. A partir del momento en que nació en Grecia, la filosofía representó una
nueva forma de expresión espiritual, la cual los transformaba estructuralmente, otorgándoles una forma
rigurosamente lógica.
En cambio los griegos obtuvieron de los orientales algunos conocimientos científicos. Tomaron de
los egipcios ciertos conocimientos matemático-geométricos, y de los babilonios aprovecharon sus
conocimientos astronómicos. Sin embargo, también en este caso, es preciso efectuar algunas
advertencias importantes, que son indispensables para comprender la mentalidad griega y la mentalidad
occidental que se basa en aquélla.
Por lo que sabemos, la matemática egipcia consistía primordialmente en el conocimiento de
operaciones de cálculo aritmético con finalidades prácticas, por ejemplo, medir determinadas cantidades
de víveres o dividir cierto número de cosas entre una cantidad dada de personas. De forma análoga, la
geometría tenía un carácter esencialmente práctico y respondía a la necesidad, por ejemplo, de volver a
medir los campos después de periódicas inundaciones del Nilo o de proyectar y construir las pirámides.
Ahora bien, es evidente que los egipcios, al obtener estos conocimientos matemático-geométricos,
llevaron a cabo una actividad racional y bastante notable. Sin embargo, en la reelaboración efectuada por
los griegos, tales conocimientos se convirtieron en algo mucho más consistente, realizando un salto
cualitativo. En especial, a través de Pitágoras y los pitagóricos, transformaron aquellas nociones en una
teoría general y sistemática de los números y de las figuras geométricas. Crearon en definitiva una
construcción racional orgánica, yendo mucho más allá de los objetivos básicamente prácticos, a los que
parecen haberse limitado los egipcios.
Lo mismo cabe decir de la astronomía. Los babilonios las elaboraron con un propósito
esencialmente práctico: efectuar horóscopos y predicciones. Los griegos en cambio las cultivaron con
fines primordialmente cognoscitivos en virtud del afán teórico que aspira al amor de puro conocimiento
y que es el mismo afán que creó y nutrió la filosofía. No obstante, antes de definir en qué consiste
exactamente la filosofía y la disposición filosófica de los griegos, se hace necesario exponer algunas
observaciones preliminares que poseen un carácter esencial. Pero esto ya para un próximo vídeo.

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