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TEMA VIII: IDENTIDAD CULTURAL

Trabajo:

1. Elaborar un mapa mental


2. Exponer el texto
3. Elaborar una síntesis en 5 líneas como máximo
4. Elaborar 3 conclusiones sobre la importancia de este texto

Al abordar el tema de identidad cultural, es importante dilucidar dos conceptos, a fin de


tener en claro de que estamos hablando.
Hoy escuchamos hablar mucho de interculturalidad, pluralidad cultural, diversidad
cultural, y se reconoce que el país es rico en cultura. Pero, veamos que entendemos por
identidad y que entendemos por cultura, a fin de saber si estamos hablando un mismo lenguaje.
Entendemos por identidad el sentirse uno mismo, el actuar como uno es, sentirse bien al
hacerlo, y al relacionarse con las personas que conviven con nosotros. Hoy los problemas que
nos afectan son el individualismo y el colocar el yo por encima de la sociedad, igualmente la
masificación del abuso cultural vía la imitación de valores que no son nuestros pero que nos
han hecho sentir y creer que son superiores a los que nosotros tenemos y que heredamos de
nuestros antepasados.
Al referirnos a la cultura, estamos hablando de la forma como se manifiesta el hombre
en su sociedad, como se ven se sienten y piensan sin entrar en conflicto. Y como esta requiere
de cierto periodo de tiempo para desarrollarse, puede comprender algunas generaciones que
involucran a nuestros antepasados, pudiendo tener en algunos casos hasta un componente
racial. En todo caso se expresa a través del lenguaje, su religiosidad o cosmogonía, sus valores
morales, formas de interpretar la naturaleza y como relacionarse con ella, sus costumbres,
ciencia y tecnología.
En el caso nuestro, nos estamos refiriendo por lo menos a 100 siglos de cultura ó 10,000 años,
y que es aceptado por la ciencia oficial, y de los cuales solo cinco siglos, algo más de 500 años
corresponden a la presencia occidental en nuestro continente; sin embargo esa es la
predominante al ejercer el control del estado y toda su estructura.

8.1. ¿Es correcto hablar de una identidad cultural del Perú?

Muchos dirán que sí, pero realmente no tiene sentido cuando vemos que hoy se habla
mucho de la interculturalidad o diversidad cultural. No tendría lógica entonces, sería un
híbrido; pero es lo que se pretende: Aceptar la diversidad cultural, pero hegemonizada e
interpretada a partir de la óptica occidental.
En el Perú hay muchas identidades culturales, cada una corresponde a una nación
antigua y que hoy en muchos casos puede definirse como una región. Es que el Perú es un país,
un estado, una república, tiene una constitución, tiene un código civil y penal, pero no es una
nación. En el Perú hay muchas naciones que sobreviven subterráneamente y que cinco siglos
después aún se mantienen vigentes. No fueron desarticuladas totalmente, no desaparecieron.
Los Chankas de Huancavelica son una Nación; Ayacucho norte es una nación y el sur
otra; los Huancas son otra nación y los Collas o Aymaras, también lo somos, y probablemente la
más antigua por provenir del Tiawanaku. Pero son muchas las naciones que aún sobreviven en
estos territorios.
El estado peruano nos ha pretendido hacer creer que solo existe la nación peruana, a la cual se
le debe amor y respeto, desconociendo o negándose a aceptar que el Perú es un país
plurinacional y que en el pasado todas estas naciones indias convivieron en relación armoniosa
y de cooperación. Que la demarcación entre una y otra no estuvo dada por una frontera
geográfica, que había cuidar y proteger de una invasión, sino que estaba dada por factores
culturales.
Que habíamos sido capaces de desarrollar una sociedad que desconocía el hambre y la
miseria, una sociedad que no propugnaba la supremacía del hombre sobre las demás especies
que habitaban la tierra; una sociedad que sabiendo lo abrupto del territorio se organizó
previsoramente para sobrellevar los tiempos de sequía o los de lluvias torrenciales. Un tipo de
sociedad que por sus mismas características geográficas difíciles desarrollo la cooperación y la
solidaridad, que hasta hoy sobrevive en el ande a través del Ayni y la Minka. Una sociedad donde
la idea de propiedad privada o esclavitud no tenía cabida ya que no correspondía a su realidad
y posibilidades de desarrollo. Una sociedad sana.

A. Pero, la historia la escribieron los tiranos

Y desde entonces nosotros perdimos. El gran estado plurinacional andino fue


desarticulado utilizando las prácticas políticas, militares y religiosas europeas; España, de ser
el país más atrasado de Europa, pasó a convertirse en una potencia económica y militar que
podía mirar de igual a igual a sus vecinos, y para ensanchar su ego y justificar la masacre en
nuestras tierras, y su falta de cultura, invento una historia donde aparecíamos, primero como
especies pre-humanas, como bárbaros y salvajes, feroces y sanguinarios, para finalmente
aceptar que si éramos humanos, pero que pertenecíamos a una de las tribus perdidas de Israel;
descendientes de judíos y por lo tanto no merecíamos la menor consideración ni respeto.

Primero fue la maquinaria colonial la que se dedicó a borrar ó intentar borrar toda
huella de nuestro pasado y cultura. Después vino la guerra de la independencia que fue llevada
a cabo por las montoneras indias pero que termino siendo arrebatada por los criollos, quienes
continuaron con la misma política colonial respecto a nuestra cultura. Nuestra historia, nuestra
verdadera historia, aquella que nos presentaría como una sociedad altamente desarrollada y
que vivía en armonía con la naturaleza, ha sido totalmente distorsionado, manipulada, y es lo
que se sigue enseñando a nuestros hijos en las escuelas.

No podemos dejar de reflexionar en torno a lo que significa realmente identidad cultural


y realidad nacional en el Perú, cuando este es un país racista donde nuestra raza ancestral india
o indígena ha sido siempre marginada. Solo se reconoce nuestro valor por los impresionantes
testimonios arqueológicos que sobrevivieron en el tiempo, presentándolos como algo lejano,
pasado que ya desapareció.

B. El racismo en el Perú

No solo se da por el color de la piel, sino que también involucra el aspecto cultural,
aquella cultura que lograron desarrollar nuestros abuelos. Se da también en la lengua madre,
en la comida, en nuestra vestimenta, que son marginados por este racismo; lo cual genera
problemas y conflictos que muchas veces hacen daño a ambas partes.

Es por eso que cuando un joven andino llega a la costa, rápidamente adopta costumbres
culturales que le son ajenas, las que muchas veces chocan violentamente con su forma de ser y
de sentir. Si no quiere sentirse marginado o segregado, las acepta y buscará mostrar a su nuevo
entorno, que rechaza a su cultura madre. Así terminan siendo más occidentales que los del
propio lugar.
Hace algunos años, un director del instituto nacional de Cultura en Ica, me manifestaba
a modo personal, que el Perú necesitaba urgentemente un Hitler para que haga con los
”serranos” lo mismo que hizo con los judíos, vale decir: exterminarnos. Que tal afirmación fuera
expresada por una autoridad cultural nos da una clara idea del racismo imperante en el país.

Pero el problema es mucho mayor, se nos ha hecho aceptar como algo natural conceptos
que en vez de ayudar a fortalecer nuestra cultura nos agraden y humillan, aunque a fuerza de
escucharlos repetitivamente ya no reaccionamos ante su significado. Una muestra de ello lo
tenemos en la palabra “Cholo”. Cholo es una palabra que fue usada despectivamente por los
españoles para humillarnos, para ofendernos. Con el tiempo, al ser usada para señalar un sector
grande de la población del país, fue aceptada y se le trato de dar un carácter distinto: mostrarla
como un peruanismo que identificaba a un segmento muy grande de la población peruana de
origen andino. A partir de allí se deriva la palabra “Cholito” que podría ser una palabra de
cariño, y ya no necesariamente despectiva; buscando limpiarla, maquillarla y que se acercara
como algo que nos identifica.

C. Pero que significa realmente Cholo

Esa palabra que pretenden hacernos creer que es algo propio, que identifica a lo
peruano. No tiene raíz peruana, no es Aymara, no es Quechua y mucho menos Castellana. Cholo
es una palabra de origen Nicaragüense, totalmente ajena a nosotros, pero lo usaban seriamente
y se nos pretende hacer creer que nos unifica y de la cual debemos sentirnos orgulloso. Los
españoles después de llegar a Nicaragua y someterla, siguieron bajando al sur hasta llegar a
nuestros territorios; y aquí, a los hijos que les hicieron a nuestras abuelas, la gran mayoría de
las veces producto de abusos y violación; a esos hijos los llamaron Cholos. Pero que significa
realmente: En Nicaragua cuando una perra pare, los indios, a las cría no le dicen cachorros sino
Cholo, lo cual significa: hijo de perra.
Así fue como llamaron los españoles a los hijos que hicieron en nuestras abuelas. Por
eso dolía, por eso era ofensivo que nos dijeran cholos. Indio no nos ofendía, al contrario nos
enorgullecía; era grandeza, era cultura y así nos defendíamos; pero Cholo era ofensa. Se nos ha
hecho creer igualmente que además somos mestizos, por la mezcla racial entre blancos e indios
o cobrizos, lo cual es otra terrible distorsión del significado de la palabra y además una
aberración. Mestizaje no es la mezcla de razas sino de especies: El caballo con la burra da origen
a la mula, la naranja con la mandarina dará origen al tangüelo. ¿Y cuál es la característica del
producto de la reproducción? El ser híbridos, el no poder reproducirse. Y eso es lo que se
pretende hacernos creer que somos nosotros: Híbridos. Y es a través de dicha distorsión, que
se nos introdujo un contrabando cultural altamente perjudicial para un proyecto como país:
El Perú encuentra un pasado estigmatizado, un presente ciego al legado cultural y un
futuro incierto, donde nuestra única tabla de salvación sería reescribir nuestra historia,
retornar a nuestras raíces, recoger lo positivo del choque cultural que se dio con occidente, y a
partir de allí, avanzar como país.

Trabajo:

1. Elaborar un mapa mental


2. Exponer el texto
3. Elaborar una síntesis en 5 líneas como máximo
4. Elaborar 3 conclusiones sobre la importancia de este texto
8.2. Marco Conceptual de Identidad Nacional

El término "Identidad" según Real Academia Española (2001), es una palabra latina
(identitas), que significa un conjunto de rasgos propios de un sujeto o de una comunidad; donde
estas características diferencian al individuo (o grupos de individuos), frente a los demás. La
identidad, también está vinculada a la conciencia que una persona tiene sobre sí misma.
La Identidad Nacional es definida por Pérez-Rodríguez (2012, julio-diciembre), como
un "constructo abstracto y multidimensional que tiene gran incidencia en diversos aspectos
personal, socioeconómico de los seres humanos. En la construcción social se puede apreciar
diferentes momentos donde los sujetos y los grupos establecen entre sí relaciones de
subordinación o dependencia y de hegemonía en un contexto de ciertas condiciones políticas y
culturales".
Torrejón (2009), expresa que es el "sentimiento de pertenencia que tenemos por la nación
peruana. Ésta, supone identificarnos con el patrimonio nacional, con los valores, tradiciones,
historia, recursos naturales, usos, costumbres y sus grandes problemas".
Por lo tanto, la Identidad Nacional es el sentimiento de integración y de pertenencia y
como producto de las influencias históricas, religiosas, culturales y sociales, que comparte con
su grupo social y que se hace más o menos intenso en la medida que los lazos sociales y
culturales son más fuertes o menos fuertes.
Asimismo, el historiador y docente universitario Del Busto (2009), sustenta los
siguientes planteamientos: Qué es el Perú? Es una realidad histórica que presenta tres
dimensiones distintas: el Perú como Patria, como nación y como Estado.
a. Patria, es una palabra que se empieza a aplicar a una realidad distinta a la nuestra.
Nace hace unos 15 mil años en el Perú, con los primeros cazadores nómades que
fijan este territorio con intención de permanecer en él, porque los que están de paso
no forjan nuestra patria. Los que se quedan con este propósito y logran coronarlo,
esos sí son patriotas.
b. Nación, nace con el Inca Garcilaso, que fue un monumento a la crisis. Él era uno de
los primeros casos de nuestro mestizaje, así que no tenía antecedentes para tomar
como modelo. Cuando era pequeño, como todo pequeño amaba a su padre y por ser
éste español él se sentía español también, pero después viaja a España y cuando el
ambiente español lo estrangula, lógicamente Garcilaso se siente indio.
c. Aparece el Estado, que es la nación políticamente organizada. Tenemos todo lo que
no nos falta y todo lo que no nos sobra, tenemos lo necesario para seguir viviendo.
El Perú es una República libre y soberana, que hace sus propias leyes, acuña
moneda propia, defiende sus fronteras, firma sus tratados internacionales.
Belaunde, citado por Pacheco (1997), era reactivo al nacionalismo racista, pero no al
nacionalismo que concebía la Identidad Nacional como transitoria, mudable y perfectible.
Además, la promesa implicaba para el autor de "Realidad Nacional" la formación de un espacio
donde existiera una identidad nacional y una tradición común que no excluyera sino integrara
las diversas culturas locales. Esta promesa no era un ideal que debía construirse después de
arrasar con el pasado sino que debía estar arraigado en la historia y en la cultura del país para
poder proyectarse hacia el futuro.
Veres (2002), contextualiza cuando afirma mi pensamiento y mi vida son un solo
proceso... he escrito con mi sangre... Mis apreciaciones se nutren de mis ideales, mi sentimiento
y mis pasiones», nos testimonia Mariátegui (1928), en su breve prólogo de su obra: "Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana". Su pensamiento e ideales sobre la realidad
que trató de discernir y las ideas peruanistas que persiguió cohesionar, se han convertido en
elemento central de nuestra discusión sobre la Identidad Nacional.
Nosotros pensamos que la Identidad Nacional es una condición social, cultural, espacial
y temporal. Se trata de rasgos que tienen una relación con un entorno político ya que, por lo
general, las naciones están asociadas a un Estado (aunque no siempre sea así). Asimismo, el
término nacionalidad constituye un concepto muy relacionado con la identidad nacional. Así
por ejemplo, los que nacen en el Perú tienen la nacionalidad peruana y poseen los documentos
legales que los acreditan como tal, pero estas personas, tendrán identidad peruana.
Sin embargo, desde el punto de vista simbólico la Identidad Nacional puede presentar
diversos casos. Un individuo que nace en el Perú, tiene nacionalidad peruana y, a los cinco años
de vida, puede viajar al extranjero, donde podría perder su Identidad Nacional. Si esta persona,
vive los primeros cinco años de vida en el Perú, entonces, si vive los próximos cuarenta años
siguientes en Australia, sin retornar al Perú, su tierra natal, es posible que posea su nacionalidad
peruana, desde el punto de vista jurídico, pero no su identidad social ni cultural.
Otro ejemplo, es la identidad nacional que está certificada con un documento legal, sin
embargo, los gitanos tienen identidad nacional a pesar que la nación gitana no posee un
territorio propio o un Estado que los cobije como comunidad o colectivo social. Por lo tanto, un
individuo podría gozar de una nacionalidad española o de cualquier otro país, y en cambio tiene
identidad gitana.

Funciones de la identidad nacional

Pérez-Rodríguez (2012, Julio–Diciembre), sostiene que la construcción y


mantenimiento de la identidad nacional son procesos que pueden inducirse deliberadamente
con el objeto de construir las bases sociales, culturales y políticas del desarrollo. Desde el punto
de vista político, la identidad nacional apuntala al Estado y a sus instituciones y otorga
legitimidad a los derechos y deberes legales comunes contemplados en las instituciones, los
cuales definen el carácter y los valores peculiares de la nación y reflejan los usos y costumbres
tradicionales del pueblo.
Socialmente, el vínculo nacional configura la comunidad con mayor capacidad de
inclusión, legitima los objetivos políticos y las medidas administrativas que regulan la vida
cotidiana de los ciudadanos.
La Identidad Nacional también se ocupa de la socialización de sus miembros mediante
el sistema educativo quien se encarga de inculcar una cultura homogénea a sus miembros en
espera de una firme adhesión. Otra función se refiere al ideal de la fraternidad. La nación se
considera la unión que existe entre la familia, la comunidad étnica y la nación en el plano
ideológico en el pasado, el presente y el futuro. Para afianzar ese ideal se prescriben rituales y
ceremonias como desfiles, ceremonias, monumentos a los caídos, juramentos a los símbolos
patrios y conmemoraciones de acontecimientos históricos entre otros. Todos estos actos tienen
la intensión de recordar a la población sus vínculos culturales y su parentesco político
reafirmando la identidad y la unidad nacional.

Importancia de la Identidad Nacional

El especialista en el tema Dextre (2012), manifiesta la relevancia del tema por los siguientes
motivos:
1).- Nos acerca con nuestra sociedad por lo consiguiente con nuestra cultura.
2).- Nos integra un conocimiento amplio sobre la historia, mitos y leyendas de nuestras raíces
culturales.
3).- Nos hace valorar nuestras potencialidades sociales, culturales y naturales, que posee cada
una de las regiones peruanas.
4).- Nos crea un cambio conductual el cual, contribuye en la formación de los mejores
ciudadanos posibles.
5).- Realza nuestra autoestima hacia la integración de nuestra diversidad cultural.
6).- Nos identifica no solo con la nación sino que nos identificamos con nosotros mismos y
nuestro entorno

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8.3. Búsqueda de la Identidad Nacional

Correa (2008), afirma que buscar la Identidad Nacional ha sido la gran aspiración de los
políticos, caudillos e intelectuales de un país, desde la propuesta criolla hasta el indigenismo
más extremo. ¿Qué somos?, ¿cómo somos?, ¿qué nos identifica como peruanos?. Esta búsqueda,
en pleno siglo XXI, continúa sin resultados que satisfagan las expectativas latentes, pese a que
contamos con mayores elementos de juicio que contribuyen a comprender y perfilar mejor
nuestra identidad.
En el Perú existe la tendencia a marcar y subrayar las diferencias culturales y raciales, en
contraposición al hecho que posibilitó la construcción de nuestra historia nacional mestiza y
desde el enfoque cultual e identario, resulta indispensable encontrar un "término" que
involucre y explique ese mestizaje.
En el país encontramos nuevos procesos de expresión cultural e identaria que van más
allá de las diferencias existentes, procesos culturales que empiezan a darle nuevos rostros y
formas a eso que llamamos peruanidad. Los pobladores andinos no solo han poblado
físicamente las grandes y pequeñas ciudades de la costa.
Son sus rostros, vivencias y expresiones culturales los que han dado lugar a un mestizaje
que genera un país de perspectivas históricas donde existe las aspiraciones de los peruanos y
expresada en un término que aún tiene cierto lastre despectivo, pero que, actualmente, cobra
valoración social y económica de: "lo cholo". Término peyorativo (como lo siguen siendo la
expresión "serrano" o "indio"), que pone al descubierto un racismo solapado e insistente en
algunos sectores de la sociedad peruana.
Hay dos posibilidades que permitirían cohesionar un país desmembrado:
a.- Fortalecer identidades regionales en un país que aún no termina por ser una nación. Lo cual
es una visión errada de la multiculturalidad, que solo afirma diferencias pero que no tiende
puentes para reconocer puntos en común y producir la alternativa de construir un Proyecto
País.
b.- Implementar la Nueva Peruanidad, proceso que se produce en todo el país a través de
diversas expresiones de cómo lo andino y amazónico que migraron a la ciudad no se separan
social ni culturalmente de aquellos que se quedaron en su lugar, no obstante los elementos de
la modernidad que trastrocaron su vida: la ciudad, la radio, la televisión, el internet, entre otros,
que deben ser utilizados también como parte de esa construcción.
Causas de la Ausencia de la Identidad Nacional
De acuerdo con Fernández (2006), las principales razones para la ausencia de la Identidad
Nacional son las siguientes:
1. La diversidad cultural del Perú
Que difunde una falta de identidad. La llamada Identidad Nacional no es una sumatoria de
identidades "múltiples, y es allí donde radica el problema. Sumar identidades regionales fuertes
no resulta en una identidad nacional fuerte, mucho menos en un país que se caracteriza por una
composición étnica muy heterogénea.

2. La destrucción de todas la formas de culturas peruanas


A través de pésimos programas de televisión, la desaparición de la enseñanza del arte en
las universidades, una cultura chatarra que es la que se difunde ampliamente en el país con la
indiferencia del estado. Todo esto hace que el peruano se olvide de sus raíces y empiece a
adoptar costumbres extranjeras.

3. La ausencia de proyectos
Que inviertan en la difusión de nuestra auténtica cultura hace que esta pueda llegar a
desaparecer, produciéndose, así, un asesinato cultural o un etnocidio.

4. La alineación
Es una causa muy importante, porque el Perú pierde su identidad al querer imitar a otras
culturas, que supuestamente son mejores al tener un mejor desarrollo socio económico y no
valoran su propia diversidad cultural.

5. La pluriculturalidad

Porque el Perú es un país que posee diversas culturas, donde coexisten diversos grupos
producto de las diferentes culturas andinas, amazónicas y costeñas que existen y existieron. El
pueblo peruano debe reconocer y aceptar esta diversidad, así como también la existencia de
varias lenguas. Por lo tanto, el Perú, es un país cuya realidad social es pluricultural, pluriétnica
y multilingüe.
Posibles soluciones a la crisis de la Identidad Nacional
Arias (2006), sustenta que las posibles soluciones a la crisis de la Identidad Nacional
son las que se detallan a continuación:

1. Una buena enseñanza de nuestra historia


En las escuelas aparece como la mejor solución al problema de identidad. Los alumnos
deben estudiar temas que desarrollen sus áreas cognitivas, afectivas y sociales. Para el logro de
esto, se requiere que el alumnado trabaje temas concernientes a su región, de modo que
potencialice su sentido de identidad y conciencia ciudadana.

2. La formulación de talleres de sensibilización


Cuyo objetivo es que los alumnos busquen posibles soluciones a las anomalías históricas
estudiadas en clase y la superación de resentimientos sociales heredados como el terrorismo.

3. La aplicación de fichas pedagógicas: Para desarrollar los puntos más esenciales de


nuestra historia.

4. Carrillo manifiesta que:


"Nuestra historia no debe ser analizada y criticada para planificar un mejor futuro; la
historia construye y desarrolla la conciencia de identidad de un pueblo".

5. Somos un país que se ha formado sobre la base de fusiones


1ª ocurrió entre los españoles y el conglomerado andino,
2ª con los europeos,
3ª con los asiáticos (chinos y después los japoneses), y
4ª con los africanos. Internamente, se han producido migraciones rurales a la ciudad.

El sociólogo de la PUCP Orrego (2009), manifiesta que: "Lima se parece al Perú. Antes
decían que Lima no lo era; pero, ahora, todo el Perú está metido en Lima".

La Identidad Nacional en el Perú


Dextre (2012), plantea que la idea de Identidad Nacional, generalmente, está asociada
al proceso de homogeneizar las costumbres, la forma de pensar y ver la vida y la cultura de
todos los habitantes.
Es un hecho totalmente cierto que en el Perú de hoy y de siempre existen varias
naciones en una sola, las mismas que a su vez se tratan de representar en la idea de país como
orden administrativo y político, pero que – cierta y lamentablemente – no llega a configurar el
recinto que despierte sentimientos de pertenencia e identificación. Desde esa perspectiva,
tenemos que pasar por aceptar que no son sinónimos los conceptos de país y nación que a veces
equiparamos.
Además, el Perú es un país que posee una diversidad cultural, sin embargo se sigue
difundiendo una falta de identidad nacional la cual no significa que es una sumatoria de
identidades múltiples, y es aquí donde radica el problema. Sumar identidades regionales
fuertes no resulta en una identidad fuerte, mucho menos en un país que se caracterice por una
composición étnica y muy heterogénea. Las diversas formas de cultura que se van formando en
nuestro país nacen bajo la hegemonía de una orientación extranjerizante. También están la
destrucción de todas las formas de culturas del Perú a través de malos programas de televisión,
la desaparición de la enseñanza del arte peruano en las universidades, una cultura chatarra que
es la que se difunde ampliamente en el país con la indiferencia hacia el Estado. Todo esto hace
que el peruano se olvide de sus raíces y empiece a adoptar costumbres extranjeras. Así mismo,
la ausencia de proyectos que inviertan en la difusión de nuestra cultura hace que esta pueda
llegar a desaparecer, produciéndose, así, un asesinato cultural, un etnocidio.

Trabajo:

1. Elaborar un mapa mental


2. Exponer el texto
3. Elaborar una síntesis en 5 líneas como máximo
4. Elaborar 3 conclusiones sobre la importancia de este texto

8.4. Diversidad cultural y globalización

Basta prender la radio mirar la televisión o pararse frente a un kiosko de revistas y


periódicos para darse cuenta de la multitud de conflictos religiosos, lingüísticos, raciales o
nacionales que conmocionan amplias zonas del planeta. En otras palabras, conflictos en los
cuales la cultura (lengua, religión, modos de vida) y la historia (tradiciones nacionales o étnicas)
juegan un papel fundamental.
Estos conflictos tienen lugar en países que nos suenan lejanos como Afganistán, Rwanda o
Somalía, pero también otros ubicados en pleno corazón de Europa como Rusia, la ex -
Yugoeslavia e incluso España, donde los extremistas vascos de la ETA continúan
ensangrentando el país, o hasta hace muy poco Irlanda del Norte, parte de la muy civilizada
Gran Bretaña.
Por eso, si durante buena parte del S.XX, el mundo se vio envuelto en sangrientos conflictos
ideológicos que pusieron alguna vez al planeta al borde de su destrucción atómica, algunos
anuncian que el S.XXI estará marcado por conflictos culturales, por lo que, Huntington llama "el
choque de las civilizaciones", y cuando dice civilizaciones, podemos entender culturas(1).
Sin embargo, es posible que Huntington exagere pues no todo es negativo. Basta también
prender la radio, mirar la televisión o pararse frente a un kiosko de revistas y periódicos para
ver, por ejemplo, al presidente Fujimori frotándose las narices con un jefe maorí en Nueva
Zelanda. Vimos esa imagen hacia mediados de 1999, en una reunión de presidentes de los
países de la cuenca del Pacífico, que se perfila como el principal escenario económico del S.XXI.
Hasta hace algunas décadas, pocos sabían dónde quedaba Nueva Zelanda y casi nadie había oído
hablar de los maoríes, y menos aún sabía que se saludaban frotándose las narices.
Además, hasta hace algunas décadas se creía que país desarrollado era sinónimo de país
occidental y cristiano; que para desarrollarse los pueblos tenían que olvidar sus tradiciones y
volverse modernos. Tradición y modernidad se entendían como dos polos excluyentes; y el
desarrollo como un proceso de modernización homogenizadora. Conservadores, nacionalistas
y revolucionarios compartían el mismo criterio, aunque para cada uno de ellos el final de la
película fuera diferente. Para unos, al final todos compartiríamos el "modo de vida americano".
Para los nacionalistas y populistas, al final todos seríamos uniformemente mestizos y
castellanohablantes. Para los revolucionarios, todos pasaríamos por un proceso de
proletarización para llegar a alcanzar el ideal del hombre nuevo proletario.

A. Hoy, por el contrario, se reconoce:

Que hay diversos caminos a la modernidad y al desarrollo, que el proceso no es


necesariamente único, lineal, ni conduce necesariamente a la uniformización.
Que no hay oposición tajante y excluyente entre tradición y modernidad. Más bien las
tradiciones, o al menos algunas, pueden ser útiles para el desarrollo, pueden constituir un activo
y no un pasivo en los esfuerzos por incorporarse ventajosamente en el mundo global. A partir
de estos dos primeros puntos, se reconoce también:
Que el desarrollo no se mide sólo por indicadores macroeconómicos como producto bruto
interno (PBI) o ingreso per cápita, sino que implica también factores de calidad de vida, social
y cultural. Comienza a reconocerse, por tanto, el papel de las diferentes culturas en el desarrollo.
Más aún, la necesidad de imaginar un desarrollo que posibilite el florecimiento de la diversidad
cultural, como afirma un reciente informe de la UNESCO, titulado Nuestra diversidad creativa.
Estos cambios tienen que ver con el nuevo fenómeno de la globalización, o mundialización.
En sentido estricto, podríamos decir que la globalización se remonta a tiempos muy antiguos,
desde que Colón llega a América y Magallanes da la vuelta al mundo, o desde la expansión
imperialista del capitalismo, especialmente a partir del S.XIX. Pero en estas últimas décadas se
producen un conjunto de transformaciones que dan origen al fenómeno que hoy se conoce
como globalización (2). Una de las caras de esa globalización es efectivamente la
homogenización, e incluso la uniformización: en todos los rincones del planeta se consumen
Coca-Cola, Mac Donalds y las canciones de MTV. Pero la otra cara de esa misma moneda es la
fragmentación, o al menos el fortalecimiento de identidades locales.

En efecto, no todos se 'aculturan' o no lo hacen totalmente. Por el contrario, conforme se


intensifican los contactos entre pueblos y culturas diferentes se intensifica también el deseo de
esos pueblos de reafirmar sus identidades propias. Esto sucede porque cualquier identidad
colectiva, cualquier Nosotros, se define en contraste con los Otros, con los diferentes (3). Por
tanto, conforme se intensifican los contactos con esos otros diferentes, surge la necesidad o al
menos la posibilidad de fortalecer ese Nosotros. Así tenemos por ejemplo a los migrantes
peruanos en EEUU o en España, que son los que más extrañan la comida y la música peruana,
los que con más devoción sacan las imágenes del Señor de los Milagros o del Señor de Qoyllur
Rit'i en procesión por las calles de Madrid o Nueva York. Llevada al extremo, esta tendencia a
fortalecer la identidad propia en contraste con las diferentes puede desembocar en la xenofobia
o en las denominadas "limpiezas étnicas" que hemos visto en tiempos recientes en diferentes
partes del mundo.

Existen, por cierto, otras posibilidades. Siempre está abierta la vía de la aculturación, de
olvidar la cultura propia y asimilarse a la hegemónica. Los ejemplos de peruanos en el
extranjero que ya no quieren o no pueden hablar castellano; o de migrantes quechuas o
aymaras en Lima que no quieren o incluso tienen vergüenza de hablar su propio idioma, son
también numerosos.

Lo cierto es que la globalización abre diferentes posibilidades: puede llevar a la


uniformización o al florecimiento de la diversidad cultural. ¿Cuál es la mejor opción para el Perú
en el S.XXI?

B. La diversidad cultural en el Perú

Somos un país diverso y nos cuesta reconocerlo. Somos uno de los países más grandes
del mundo. Ocupamos el 19 lugar en extensión entre el conjunto de casi 200 países. Si
preguntamos a jóvenes estudiantes por el lugar que ocupa el Perú por el tamaño de su
territorio, pocos aciertan, no sólo por ignorancia sino por baja autoestima, pocos creerían que
estamos entre los 20 países más grandes del mundo.

Dentro de ese inmenso territorio, poseemos una enorme diversidad geográfica,


biogenética y también cultural. Las dos primeras son ya valoradas positivamente, pero nos
cuesta hacer lo mismo con nuestra variedad de razas, lenguas, religiones, costumbres,
tradiciones. Si por algún desastre cósmico desapareciera la vida en la tierra y mucho después
alguna expedición extraterrestre comenzara a buscar evidencias sobre la vida en la tierra y
excavando en el Perú encontrara documentos de Sendero Luminoso, al leerlos con ayuda de
alguna máquina traductora pensaría que este era un país tan homogéneo como Islandia o Japón.
Porque no existe una sola línea en los documentos oficiales de Sendero Luminoso que hable
sobre las diferencias étnicas, lingüísticas o culturales en general, que constituyen un problema
y una posibilidad en nuestro país. Considero que esa ceguera ante la diversidad cultural fue una
de las causas de la derrota de Sendero Luminoso, que terminó reprimiendo las costumbres
"atrasadas" de los campesinos quechuas, aymaras o de los asháninkas y otros pueblos
amazónicos a los que supuestamente quería representar.

Pero éste no fue sólo un problema de SL. Muchos de nosotros mismos, si bien
reconocemos la diversidad cultural, étnica y racial porque nos la cruzamos en las calles, o en
nuestra propia casa, o en nuestro propio cuerpo, tenemos dificultades para aceptarla como algo
positivo. Nos es difícil estar cómodos mirándonos al espejo y aceptando la imagen cultural y
racialmente diversa que el espejo nos devuelve. Cuando la aceptamos, la diversidad aparece
casi como un castigo. Por lo menos hasta hace una generación, era frecuente escuchar esta
queja: "¿por qué no nos conquistaron los ingleses? En ella se traslucía una crítica a los
españoles, considerados flojos y abusivos, pero también la oculta creencia de que los ingleses
hubieran exterminado a los indios. Porque no hay que olvidar que los pueblos quechuas,
aymaras y amazónicos, denominados indios, indígenas o aborígenes, han sido y en cierta
medida siguen siendo, junto a los afroperuanos, la parte negada o vergonzante de nuestra
diversidad étnica y cultural.

No es de extrañar, entonces, que hacia 1900 un diputado por Puno presentara un


proyecto de ley para el exterminio de la raza aborigen. Todavía en la década de 1930, el filósofo
y pedagogo Alejandro O. Deustua, criticaba que se invierta dinero en la educación indígena,
porque:

"El Perú debe su desgracia a esa raza indígena, que en su disolución psíquica no ha
podido transmitir al mestizaje las virtudes de las razas en períodos de progreso...EI indio no es
ni puede ser sino una máquina" (Citado en: Degregori 1979)(4).

Los tiempos han cambiado, mucha agua ha corrido bajo los puentes, los pueblos
indígenas se han liberado de la servidumbre, muchos han migrado a las ciudades, han ganado
el derecho al voto y nadie se atrevería a repetir las palabras de Deustua. Sin embargo, aún hoy
es difícil que aceptemos nuestra diversidad cultural como un activo, más allá del folklore y del
turismo.

¿Por qué esa dificultad para reconocer algo que es tan importante como el nombre y el
apellido? A mi entender, además del ya mencionado paradigma uniformizador que hasta hace
pocas décadas dominaba las concepciones sobre desarrollo y ciudadanía, esta dificultad tiene
que ver con la forma en que se construyó la nación peruana. Según Benedict Anderson, las
naciones modernas son "comunidades imaginadas":

Porque, a diferencia de las comunidades aldeanas, por ejemplo, no todos se conocen


personalmente, pero se reconocen como miembros de un mismo Nosotros, de una misma
comunidad. Porque en algún momento fueron imaginadas por alguien, generalmente por algún
núcleo de intelectuales en el sentido amplio de la palabra, núcleo en el cual los maestros tienen
con frecuencia gran importancia. Ese núcleo imagina el perfil de una nación todavía inexistente
o en construcción, tiene un proyecto nacional (5).

Habría que añadir que el perfil de esas 'comunidades imaginadas' puede variar con el
transcurso del tiempo, e incluso puede haber diferentes proyectos en competencia
simultáneamente. Veamos cómo se construye la nación peruana a partir de este concepto de
'comunidad imaginada'.

Trabajo:

1. Elaborar un mapa mental


2. Exponer el texto
3. Elaborar una síntesis en 5 líneas como máximo
4. Elaborar 3 conclusiones sobre la importancia de este texto

8.5. Proyectos nacionales y diversidad cultural

A. El paradigma oligárquico excluyente


El 28 de julio de 1821, en la proclamación de la independencia, San Martín afirmó con
respecto a los pueblos indígenas: "de ahora en adelante los aborígenes no deberán ser llamados
indios o nativos, ellos son hijos y ciudadanos del Perú y serán conocidos como peruanos"(6).

Sin embargo, ni indígenas ni afroperuanos obtuvieron ese mínimo de ciudadanía que es


el voto, pues el tributo indígena y la esclavitud continuaron hasta la década de 1850. Abolidos
ambos, tampoco se cumplió 'la promesa de la vida peruana'. Los pueblos indígenas, que hasta
la primera mitad del S.XX constituían la mayoría de la población, siguieron excluidos de la
ciudadanía, a merced de poderes locales en cuya cúspide se ubicaban por lo general los grandes
terratenientes, que se expanden con fuerza entre fines del S.XIX y principios del S.XX.

Tal como fue soñada por los criollos, la 'comunidad imaginada' llamada Perú incorporó
desde muy temprano en su historia las glorias del Imperio Inca, pero negó tener algo que ver
con los indios contemporáneos. Para efectos prácticos, la 'comunidad imaginada' se reducía en
esos tiempos a varones, adultos, urbanos, criollos y mestizos hispanohablantes, educados (que
sabían leer y escribir) y de buena posición económica. Esos eran los que tenían derecho al voto.
Menos del 5% de los que actualmente lo tienen. No votaban las mujeres, ni los analfabetos, que
eran la absoluta mayoría, sobre todo porque las lenguas andinas y amazónicas eran ágrafas.
Existía además el 'voto censitario'. Es decir, sólo tenían derecho a voto los que tenían
propiedades. El resto estaba excluido de la 'foto de familia'.

De esta forma, la nación peruana se construyó sobre bases muy frágiles, como una
pirámide recostada sobre su vértice. Esa fue una de las causas principales de nuestra derrota
en la Guerra del Pacífico. Y fue después de esa derrota que se intensificaron las críticas contra
ese modelo excluyente de nación. González Prada está entre los primeros que rompen fuego
contra él, cuando afirma, por ejemplo, que no forman el Perú únicamente aquellos que habitan
la estrecha franja costera: "La nación está formada por las muchedumbres de indios
diseminados en la banda oriental de la cordillera"(8). En las siguientes décadas la crítica se
masifica, especialmente desde las corrientes indigenistas, que rescatan e idealizan a los indios
contemporáneos, especialmente a las comunidades indígenas. Hasta que el Estado comienza a
cambiar, y otra 'comunidad imaginada' se vuelve predominante.

B. El paradigma populista, incluyente pero homogeneizador

Este cambio forma parte de un proceso 'nacionalista' o 'nacional popular' que abarca a
toda América Latina y que en algunos países adquiere características revolucionarias como en
México (1910) o Bolivia (1952). En el Perú es un proceso lento de transformaciones que se
inicia en los primeros años del Oncenio de Leguía (1919-30). Luego retrocede pero vuelve a
retomarse desde mediados de siglo y especialmente a partir del primer gobierno de Fernando
Belaúnde (1963-68), que incorpora al discurso oficial modernizador a las comunidades
indígenas. Años después, Túpac Amaru II, el curaca rebelde ajusticiado en 1780 se convierte en
uno de los íconos centrales del gobierno militar del Grl. Velasco (1968-75). En los años 80s es
el turno de los migrantes andinos, que desarrollan en las ciudades la economía informal,
exaltados como los "nuevo héroes" por el gobierno populista de Alan García

Por cierto que hoy el modelo populista está agotado, pero si ubicamos su surgimiento
en su contexto histórico, veremos que jugó en muchos campos un papel progresivo, tanto por
su oposición a la aristocracia terrateniente que ostentaba el poder en buena parte de América
Latina, como por su contraposición a las teorías por entonces en boga, como el racismo
científico; para no mencionar el nazismo y sus prácticas genocidas durante la Segunda Guerra
Mundial.

En países como México Perú o Bolivia, donde los pueblos indígenas constituían un alto
porcentaje de la población, los 'intelectuales orgánicos' del populismo, imaginaron una utopía
irrealizable pero poderosa como mecanismo de construcción nacional: el mestizaje. En pleno
auge de las teorías y prácticas racistas, Vasconcelos por ejemplo, ministro de Educación de la
revolución mexicana, hablaba del mestizo como de la "raza cósmica" del futuro.

Por cierto que detrás del paradigma del mestizaje subyacía otro proyecto de
dominación: la "integración nacional" o aculturación de los pueblos indígenas que, formulada
burdamente, habría dicho: te doy derechos si te vuelves como yo. Un 'yo' por lo general blanco
o mestizo, varón urbano de clase media. Los planes de integración nacional o de "integración
de la población aborigen" tenían como herramientas centrales la escolarización masiva
castellanizadora y el servicio militar obligatorio.

Pero en países como México o Bolivia, el populismo significó también para los pueblos
indígenas conquistas importantes como el voto universal, tierra obtenida a través de las
Reformas Agrarias, derecho a la sindicalización y la mencionada escolarización masiva, para
mencionar sólo algunos puntos(9). En el caso peruano, primero fueron la escolarización y el
servicio militar obligatorio. Luego vinieron los movimientos campesinos por tierra de la década
de 1960 y la Reforma Agraria (1969-75). El derecho al voto se obtuvo tardíamente, recién en la
Constitución de 1979. Tuvieron que pasar más de 150 años para que la proclama de San Martín
se hiciera realidad.

A través de esas conquistas los diferentes pueblos que conformaban nuestro país,
especialmente los indígenas, lograron pues acceso a una ciudadanía homogenizadora, que
dejaba de lado la diversidad nacional, las lenguas, tradiciones, mitos, héroes y banderas de otros
pueblos, especialmente indígenas.

Trabajo:

1. Elaborar un mapa mental


2. Exponer el texto
3. Elaborar una síntesis en 5 líneas como máximo
4. Elaborar 3 conclusiones sobre la importancia de este texto

8.6. Las identidades regionales y étnicas de la selva peruana y el (falso) problema de


la identidad nacional

¿Hay un problema de identidad nacional en la selva del Perú?


Resulta frecuente escuchar en distintos lugares y ocasiones la preocupación por la falta de una
identidad nacional común a todos los peruanos. En muchos casos, además, esta preocupación
va acompañada de cierta esperanza o ilusión de que muchos problemas del país se
solucionarían si tuviéramos esa identidad nacional que nos falta. Pareciera, pues, que en el Perú
tenemos cierta obsesión con el tema de la identidad, casi como si fuera un fantasma que nos
ronda y nos asusta, y no desaparece.
Para muchas personas, esta preocupación se acentúa aún más cuando se discute el
sentimiento de identidad nacional que se tiene en la selva, como si el calor o la humedad
excesiva hiciera que la gente que vive en esta región del país se sienta menos peruana. Y en el
caso de los pueblos indígenas esta preocupación se agrava, y al igual que en las anécdotas
recogidas después de la Guerra del Pacífico, muchos se preguntan: ¿cómo los indígenas van a
sentirse plenamente peruanos si ni siquiera conocen bien lo que es el Perú? Es precisamente
este tipo de consideraciones lo que motivó a varios gobiernos peruanos a lo largo del siglo XX a
promover “fronteras vivas” en la selva con grupos de colonos provenientes de regiones del país
que podían ofrecer garantías sólidas sobre su “peruanidad”. Resulta frecuente, pues, que la
discusión sobre la peruanidad y la identidad nacional se formule a partir de referencias
geográficas, de tal manera que dependiendo de cuán cerca o cuán lejos uno se ubique respecto
de la capital, será más o menos peruano; y vivir cerca de un país vecino hace que el grado de
peruanidad descienda enormemente y se torne sospechoso.

La discusión sobre la identidad nacional, en general, y sobre la identidad nacional en la


selva peruana, en particular, se basa, sin embargo, en una serie de consideraciones erróneas
que hacen que se constituya como un “falso problema”, como veremos a continuación.

A. Una nueva “identidad”

El primer aspecto problemático radica en el concepto de identidad que manejamos. La


mayoría de personas tendemos a definir “la identidad” a partir de conjuntos estables y
permanentes de características que eventualmente podrían enumerarse en una lista. No
obstante, a lo largo del siglo XX, las distintas ciencias humanas y sociales nos han ido
demostrando que esto no es así.
Frente a la idea de que las identidades son invariables y excluyentes, habría que tener en cuenta,
en primer lugar, que las identidades, tanto personales como colectivas, se caracterizan por estar
en constante flujo y transformación. Una persona o un grupo de personas pueden cambiar, y de
hecho cambian a lo largo del tiempo. Las personas que vivimos hoy en el Perú somos diferentes
de las que vivieron hace 100 años –pensamos distinto, nos comportamos de otra manera,
tenemos una identidad diferente– y sin embargo, seguimos siendo igualmente “peruanos”.
En segundo lugar, las identidades no son excluyentes. Podemos ser varias cosas al
mismo tiempo sin caer en ningún tipo de esquizofrenia. Estas diversas facetas o dimensiones
de nuestra identidad, sin embargo, no las expresamos todas al mismo tiempo, sino de acuerdo
con el contexto en que estemos. Por ejemplo, no siempre nos definimos como “peruanos”. Si
estoy caminando por la calle y alguien me pregunta quién soy o cómo defino mi identidad, no
comenzaría diciendo que soy peruano; pero si estoy en un evento con gente de distintos países,
sí lo voy a hacer. Un elemento clave en el contexto va a ser la necesidad de diferenciarnos de los
demás.

En el caso de la selva peruana tenemos, además, una gran variedad de grupos humanos
y culturas. Solamente hablando de pueblos indígenas, existen más de 50 pueblos diferentes en
territorio peruano, cada uno con su propia lengua y costumbres. Y a éstos, habría que añadir
también a los ribereños, mestizos, descendientes de migrantes de diversas regiones del país y
de países del mundo. Todos estos grupos poseen una identidad propia y la expresan en distintos
momentos y de variadas formas, pero al mismo tiempo no dejan de ser parte de una localidad,
y al mismo tiempo son “selváticos” y peruanos.

De esta segunda característica, se desprende una tercera: que las identidades son
relacionales. Las identidades dependen de los contextos en que se manifiestan, ya que se
construyen a partir de las relaciones que establecemos entre unos y otros. La pregunta por la
identidad se presenta a los individuos o a los grupos sociales en momentos de crisis, como
cuando nos encontramos con alguien radicalmente distinto a nosotros. En este sentido, la
pregunta por la identidad surge cuando encontramos una forma de vida o una forma de ser
inesperada, que nos cuestiona, que nos obliga a preguntarnos por nuestra propia identidad.
Esto es lo que puede ocurrir cuando entramos en contacto con una cultura distinta, como las
culturas de los pueblos indígenas: ¿Qué tenemos en común los habitantes de las grandes
ciudades modernas con gente que caza sajinos para comer y que vive en viviendas construidas
con techos de paja? Esta misma actitud podría explicar también la fascinación que causan en el
mundo contemporáneo los pueblos indígenas en aislamiento voluntario: ¿cómo puede ser que
existan grupos de personas que no quieran vivir como nosotros?

Es, pues, a partir de las relaciones y de las diferencias que surge la pregunta por la
identidad, ya sea la propia o la ajena: ¿quién soy yo, que soy diferente; o quién eres tú, que eres
diferente? En otras palabras, la diferencia es la que introduce el tema de la identidad, y por lo
tanto, pareciera ser que más que un problema de “identidad” propiamente tal, en que no
sabemos realmente quiénes somos, se trataría de un problema sobre qué hacer con las
diferencias en un país social y culturalmente tan diverso.

B. Selva ajena

Un segundo aspecto problemático que aparece en la discusión sobre la identidad


nacional y las identidades amazónicas radica en el gran desconocimiento que existe sobre la
selva y sobre sus gentes. Incluso si pretendemos reducir el sentimiento de identidad nacional
al patriotismo y la defensa de los límites nacionales –cosa discutible, por cierto–, existen
diversos hechos que demuestran cómo la gente de la selva ha sido muy patriótica. Este es el
caso, por ejemplo, de la guerra que se produjo entre el Perú y Colombia entre 1932, donde un
grupo de civiles loretanos, al enterarse de que el gobierno peruano había entregado el llamado
“trapecio amazónico” a Colombia decidió ir a Leticia para recuperarla militarmente. De manera
similar, el pueblo Awajún ha contribuido de distintas formas al ejército peruano en los
diferentes conflictos armados con Ecuador en la zona de la Cordillera del Cóndor. Estos
episodios de la historia nacional son, por cierto, desconocidos para la mayoría de personas en
el Perú, y, por lo tanto, nos lleva a preguntarnos cómo y quiénes deciden el planteamiento del
tema de la identidad nacional.

C. Problemas de convivencia

Finalmente, existe un tercer aspecto problemático, quizás el más relevante para nuestra
discusión actual en el país. Muchas veces llamamos “problema de identidad nacional” a lo que
propiamente es un problema de convivencia y organización política. El problema no es saber
quiénes somos o cómo somos, sino cómo reconocer como iguales a aquellas personas que
piensan o se comportan de manera distinta y que son tan peruanos como yo. En otras palabras,
el problema está en cómo tratarnos con respeto, sin insultarnos, sin discriminar a los que son
distintos, sin excluir a nadie por sus ideas, creencias, idioma, costumbres, color de piel, etcétera.

Si queremos exorcizar para siempre la preocupación que nos ronda sobre la identidad
nacional tenemos que asumir el desafío de transformar una forma de convivencia marcada por
la exclusión y la discriminación en una forma de vida en común que nos permita vivir a personas
diferentes como iguales. Se trata, entonces, de un problema de convivencia y justicia social y no
de un problema de “identidad”; un problema que no nos debería llevar a preguntarnos
“¿quiénes somos?”, sino “¿qué tipo de relaciones sociales o Estado queremos tener?”. Se trata,
en última instancia, de ver cómo convivimos, cómo nos respetamos en nuestras diferencias,
cómo tratarnos en forma más equitativa y justa los unos a los otros.

Taller:
1. Se elaborará lo que se solicita en cada texto, lo cual se debe entregar al docente.
2. Se expone en los talleres dicho trabajo.

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