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1. ASPECTOS GENERALES
1.3.2 Bilateral. Implica prestaciones recíprocas por cuanto las partes contratan
para crear derechos y satisfacer sus intereses de manera contrapuesta. En
palabras del profesor, “Nacen obligaciones recíprocas para las partes
contratantes; el vendedor se obliga a entregar la cosa y el comprador a pagar
por esa cosa una suma de dinero o parte en especie y parte en dinero siempre
que la especie no valga más que el dinero”.
Con relación a esta cuestión es importante anotar su materialización en la
Convención en los artículos 53 y 30 CNUCCIM en donde se establecen las
principales obligaciones recíprocas de los contratantes:
1.3.3 Oneroso. Esta característica es esencial al contrato de compraventa en
tanto que ambas partes se benefician.
“En la compraventa ambas partes pretenden una utilidad gravándose
recíprocamente. El comprador persigue la cosa como medio de beneficio
contractual y paga un precio como contraprestación”.
A la luz de los principios de UNIDROIT (artículo 6.1.17) se establece como regla
general que el contrato de compraventa internacional de mercaderías mantendrá
su obligatoriedad en el cumplimiento aun cuando resulte más oneroso para una
de las partes, salvo los casos de “excesiva onerosidad” que desequilibran el
contrato de manera grave, generando, como reza el artículo 6.2.2, un incremento
en la prestación de una de las partes o una disminución en la prestación que la
otra parte recibe. Sin embargo, en algunos casos la parte en desventaja podrá
reclamar la renegociación del contrato; es de esta manera como se manifiesta
esta importante característica en la Compraventa Internacional de Mercaderías.
1.3.4 Principal. Aquel que subsiste por sí mismo sin necesidad de otro, así se
manifiesta en el artículo 1.499 C.C:
“El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención, y accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una
obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella”
El contrato de Compraventa Internacional de Mercaderías es un contrato
completamente principal, por cuanto subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención.
1.3.5 Típico. Por tipicidad contractual ha de entenderse el acto jurídico
reglamentado por la ley de forma clara, expresa y particular.
“El contrato es típico por tener una regulación especial y unitaria y a su vez tener
una individualización con unos efectos propios señalados por la norma jurídica”.
1.3.6 Conmutativo. “Un contrato es conmutativo cuando el monto de las
prestaciones que se deben las partes es inmediatamente cierto y cada una de
ellas puede apreciar inmediatamente el beneficio o la pérdida que le causa el
contrato“.
El articulo 1498 C.C. define esta característica así:
“El contrato oneroso es conmutativo cuando cada una de las partes se obliga a
dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe
dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia incierta de
ganancia o pérdida, se llama aleatorio”
Greis
4.1.1.3 TÉRMINOS DE ENTREGA. La Convención da libertad para que las partes
pacten el término de la entrega y según la práctica comercial, los más usados para
tal fin, son:
“Artículo 44
No obstante lo dispuesto en el párrafo 1° del artículo 39 y en el párrafo 1° del
artículo 43, el comprador podrá rebajar el precio conforme al artículo 50 o exigir la
indemnización de los daños y perjuicios, excepto el lucro cesante, si puede aducir
una excusa razonable por haber omitido la comunicación requerida.”
Artículo 50
Si las mercaderías no fueren conformes al contrato, háyase pagado o no el precio,
el comprador podrá rebajar el precio proporcionalmente a la diferencia existente
entre el valor que las mercaderías efectivamente entregadas tenían en el
momento de la entrega y el valor que habrían tenido en ese momento mercaderías
conformes al contrato.
El comprador tiene la posibilidad de rebajar directamente el precio sin necesidad
de acudir al juez, sin embargo, si el vendedor considera que se ha abusado de
ese derecho, puede promover la correspondiente acción y el juez será quien
decida.
Cabe recordar, que para poder ejercer este remedio jurídico, el comprador debió
comunicar la falta de conformidad en forma y tiempos debidos y de esta manera
lograr que el precio sea debidamente recalculado.
4.2.1.2 Resolución del contrato. La Convención permite al comprador resolver
el contrato sin necesidad de acudir al juez, siempre y cuando se cumplan
determinadas condiciones.
Esta figura constituye una innovación frente a nuestro ordenamiento jurídico, en
la medida que la Convención desjudicializó la resolución del contrato.
5.3 INTERESES
El artículo 78 CNUCCIM establece que si el comprador no paga el precio, el
vendedor tiene derecho a percibir intereses y correlativamente el artículo 84
numeral 1 CNUCCIM dispone que si el vendedor debe restituir el precio, tendrá
que hacerlo con los intereses correspondientes. Veamos las disposiciones en
mención: “Artículo 78 Si una parte no paga el precio o cualquier otra suma
adeudada, la otra parte tendrá derecho a percibir los intereses correspondientes,
sin perjuicio de toda acción de indemnización de los daños y perjuicios exigibles
conforme al artículo 74.” “Artículo 84
1. El vendedor, si estuviere obligado a restituir el precio, deberá abonar también
los intereses correspondientes a partir de la fecha en que es haya efectuado el
pago.” Sin embargo, estas disposiciones no mencionan el tema de la tasa de
interés, constituyéndose en una de esas lagunas que la Convención no quiso
llenar para dejar su tratamiento a los ordenamientos internos.
5.4 EXONERACIÓN DE RESPONSABILIDAD
La Convención trata este tema en el artículo 79, el cual dispone lo siguiente:
Artículo 79 1. Una parte no será responsable de la falta de cumplimiento de
cualquiera de sus obligaciones si prueba que esa falta de cumplimiento se debe a
un impedimento ajeno a su voluntad y si no cabía razonablemente esperar que
tuviese en cuenta el impedimento en el momento de la celebración del contrato,
que lo evitase o superase o que evitase o superase sus consecuencias. 2. Si la
falta de cumplimiento de una de las partes se debe a la falta de cumplimiento de
un tercero al que haya encargado la ejecución total o parcial del contrato, esa
parte sólo quedará exonerada de responsabilidad:
a) Si está exonerada conforme al párrafo precedente, y 148 b) Si el tercero
encargado de la ejecución también estaría exonerado en el caso de que se lo
aplicaran las disposiciones de ese párrafo. 3. La exoneración prevista en este
artículo surtirá efecto mientras dure el impedimento. 4. La parte que no haya
cumplido sus obligaciones deberá comunicar a la otra parte el impedimento y sus
efectos sobre su capacidad para cumplirlas. Si la otra parte no recibiera la
comunicación dentro de un plazo razonable después de que la parte que no haya
cumplido tuviera o debiera haber tenido conocimiento del impedimento, esta
última parte será responsable de los daños y perjuicios causados por esa falta de
recepción. 5. Nada de lo dispuesto en este artículo impedirá a una u otra de las
partes ejercer cualquier derecho distinto del derecho a exigir la indemnización de
los daños y perjuicios conforme a la presente Convención.
5.5 EFECTOS DE LA RESOLUCIÓN DEL CONTRATO
Los artículos 81 a 84 CNUCCIM regulan ya no las causales para declarar resuelto
el contrato sino los efectos que esta decisión ocasiona a la relación jurídica, los
cuales son los siguientes: • Extinción de las obligaciones. La resolución del
contrato libera a las partes de sus obligaciones dejando a salvo la indemnización
de perjuicios que pueda ser debida. Así mismo, la resolución del contrato tampoco
afecta las estipulaciones del contrato relativas a la solución de controversias, ni a
ninguna otra que regule los derechos y obligaciones de las partes en caso de
resolución, tales como las cláusulas que contenga sobre autocomposición,
heterocomposición, intereses y penalidades. Según nuestro ordenamiento, la
resolución es una forma de extinguir las obligaciones (artículo 1625 C.C.) y de
todas maneras no impide que se reclamen los perjuicios debidos (artículo 1546
C.C).
ƒ Restituciones Mutuas. De otro lado, la parte que ha cumplido total o
parcialmente el contrato, podrá reclamar de la otra la restitución de lo que haya
suministrado o pagado. La regla se vuelve bilateral en el evento en que tanto
comprador y vendedor estén obligados a restituir, caso en el cual los dos lo harán
de manera concurrente. La previsión anterior no tiene otro objetivo distinto de
dejar a los sujetos involucrados en la relación jurídica, en el estado en que se
encontraban antes de contratar. A su vez el artículo 1544 C.C prescribe que
cumplida la condición resolutoria debe restituirse lo que se hubiere recibido, así el
vendedor tendrá derecho a que se le devuelva la cosa entregada en virtud del
artículo 948 C.Co y el comprador a que se le devuelva el precio pagado según el
artículo 931 C.Co. El artículo 84 CNUCCIM, regula el tema de las restituciones a
realizar una vez resuelto el contrato, en virtud del cual, las partes están obligadas
a entregar las cosas y demás beneficios proporcionados por el otro contratante en
un momento determinado, para evitar un enriquecimiento sin causa. En primera
instancia, el vendedor que estuviere obligado a restituir el precio y los intereses
correspondientes desde la fecha en que se haya efectuado el pago. Por su parte
el comprador deberá abonar al vendedor el importe de todos los beneficios
obtenidos gracias a la posesión y usos de las mercaderías o una parte de ellas,
en tres casos especiales: ƒ Cuando esté obligado a restituir las mercaderías en
parte o en todo.
Si le es imposible restituir la totalidad o una parte de las mercaderías. ƒ Si es
imposible restituir la totalidad o una parte de las mercaderías, en un estado
sustancialmente idéntico al que las hubiera recibido, siempre que declare la
resolución del contrato o haya exigido al vendedor la entrega de otras mercaderías
en sustitución a las recibidas. En nuestro ordenamiento, el artículo 950 C.Co da
derecho al vendedor en caso de incumplimiento del comprador, a una justa
retribución por el uso que éste haya hecho de la cosa y a la restitución de los frutos
en proporción a la parte no pagada del precio, sin menoscabo de la
correspondiente indemnización de perjuicios.
Pérdida del derecho a declarar resuelto el contrato. Por regla general el comprador
no podrá declarar resuelto el contrato ni exigir al vendedor la entrega de otras
mercaderías en sustitución de las recibidas, cuando le sea imposible restituirlas
en un estado idéntico al que las hubiera recibido; sin embargo, se presentan tres
excepciones: a) Si la imposibilidad de restituir las mercaderías en un estado
sustancialmente idéntico a aquel en que el comprador las hubiera recibido, no
fuere imputable a un acto u omisión suyos. b) Si las mercaderías o una parte de
ellas perecen o se deterioran como consecuencia del examen que de su
conformidad realiza el comprador, el cual esta regulado en el artículo 38
CNUCCIM
c) Si habiendo falta de conformidad en las mercaderías entregadas, el comprador
sin haberse percatado, las vende en su totalidad o parcialmente, las consume o
las transforma conforme a un uso normal. No obstante, el comprador que
conforme al artículo 82 CNUCCIM, no pueda declarar resuelto el contrato ni exigir
al vendedor la entrega de otras mercaderías en sustitución de las recibidas,
conservará todos los demás derechos y acciones surgidos de éste y de la
Convención; así por ejemplo se deja a salvo su derecho a solicitar indemnización
de daños y perjuicios, el cobro de intereses, la disminución del precio, entre otros.
Esta previsión es compatible con la ley colombiana, pues el artículo 1546 del C.C
deja a salvo la indemnización de daños y perjuicios una vez declarado resuelto el
contrato.
5.6 CONSERVACIÓN DE LAS MERCADERÍAS.
5.6.1 Derecho de retención en favor del vendedor y obligación de adoptar las
medidas necesarias para la conservación de las mercaderías.
Si el comprador está en mora de recibir las mercaderías o no paga el precio de
éstas cuando se haya estipulado, el vendedor que las mantenga dentro de su
ámbito de disposición no estará obligado a entregarlas, pero debe adoptar las
medidas que dentro del principio de lo razonable y atendidas las circunstancias,
sean necesarias para la conservación de las mismas y la mitigación de las
pérdidas. De todas maneras, tendrá derecho a retenerlas hasta el pago del precio
o mientras el comprador reembolse las erogaciones utilizadas en la conservación
de las mercaderías. Con todo, podrá solicitar indemnización de daños y perjuicios
conforme al régimen general o la resolución del contrato cuando se presente
incumplimiento esencial de las obligaciones del comprador. Por su parte, el
artículo 928 C.Co también obliga al vendedor a conservar las cosas objeto de
venta hasta su entrega.
5.6.2 Derecho de retención a favor del comprador y obligación de adoptar
medidas necesarias para la conservación de las mercaderías.
El comprador tendrá este derecho cuando ha recibido las mercaderías y tiene la
intención de rechazarlas, debido al incumplimiento del vendedor. A pesar del
propósito de rechazo del comprador, deberá adoptar las medidas razonables que
sean necesarias para conservar las mercaderías y disminuir las pérdidas a que
estén expuestas; no obstante tendrá derecho a retenerlas hasta que el vendedor
le reembolse los gastos en que razonablemente haya incurrido para tal fin.
Cuando las mercaderías han sido expedidas y puestas a disposición del
comprador en el lugar de destino establecido y él ejerce efectivamente su derecho
a rechazarlas, como el comprador como no ha recibido las mercaderías, debe
tomar posesión de ellas por cuenta del vendedor, sin que el primero se convierta
en propietario, pues el único objetivo de esto es que se adopten las medidas
razonables. Se exceptúa al comprador de la obligación de tomar posesión de las
mercaderías por cuenta del vendedor, cuando no pueda hacerlo sin pagar el
precio ni acarreando inconvenientes o gastos excesivos; tampoco está obligado a
hacerse cargo de éstas cuando en el lugar de destino se encuentra el vendedor o
una persona facultada por él para ocuparse del cuidado de las cosas objeto de la
venta. De todas formas, si toma posesión de aquellas podrá ejercer el derecho de
retención, hasta que el vendedor reembolse los gastos que haya realizado para la
conservación y cuidado de las cosas dadas en venta.
5.6.3 Depósito y venta. La parte contratante sobre la cual recaiga la obligación
de desplegar medidas razonables a fin de conservar las mercaderías y mitigar las
pérdidas según los párrafos precedentes, podrá, siempre que no le sea posible
mantenerlas en su dominio, depositarlas en los almacenes de un tercero a
expensas de la otra parte, solo sí los gastos resultantes no son excesivos, o podrá
venderlas por cualquier medio apropiado, que satisfaga los intereses de la otra
parte. La referida operación se llevará a cabo por el vendedor si el comprador se
ha demorado excesivamente en tomar posesión de las mercaderías, en pagar el
precio o los gastos de conservación. Por su parte, lo hará el comprador, si el
vendedor se ha demorado excesivamente en aceptar la devolución de las
mercaderías o en pagar los gastos de conservación. Para poder vender las
mercaderías, el artículo 88 CNUCCIM, establece que ha de comunicarse esta
intención a la otra parte con una antelación razonable, salvo cuando las
mercaderías son de aquellas que su conservación entraña gastos excesivos o que
están expuestas a un rápido deterioro como la devaluación o la pérdida física.
La razón de la comunicación, es permitirle a la parte que se ha demorado
excesivamente en el cumplimiento de las obligaciones, ofrecer garantías o solicitar
plazos suplementarios, entre otros. El artículo 88 numeral 2 CNUCCIM pondera
dos intereses, por un lado el deber de notificar y por el otro la posibilidad de
vender; pero el primero de ellos cede ante el segundo cuando el objetivo principal
sea evitar la causación de perjuicios. Finalmente la parte que venda las
mercancías tendrá derecho a retener del producto del negocio una suma igual a
los gastos razonables en que incurrió para conservar y vender; es una figura de
compensación de deudas, pues el saldo habrá de abonarse a la otra parte.
6. TRANSMISIÓN DEL RIESGO
El núcleo fundamental de este acápite consiste en el concepto de “riesgo”,
entendiendo por tal: “el deterioro, pérdida o daño que pueden sufrir las
mercaderías desde que se perfecciona el contrato hasta el momento en el que se
realiza la entrega”94. Cabe resaltar que por deterioro y pérdida podemos entender
no solo la destrucción o extravío de las mercaderías, sino también robo,
confiscación y expropiación de las mismas. De esta forma, el siguiente paso es
definir qué significa soportar el riesgo y siguiendo los planteamientos de los
anteriores doctrinantes establecemos que: “soportar el riesgo significa sufrir las
consecuencias negativas que se dan por los deterioros o daños del objeto de la
compraventa”95. Lo que quiere decir, que si quien lo soporta es el vendedor, él
debe entregar otro bien en sustitución sin recibir dinero por éste; mientras que si
quien lo soporta es el comprador, éste debe pagar el precio sin recibir la cosa.
Nuestro ordenamiento civil trae una diferenciación con relación a la transmisión
del riesgo según se trate de objeto de cuerpo cierto o de género, por cuanto éste
no perece y como consecuencia de ello, si la cosa se destruye, el deudor debe
entregar otra de igual cantidad, calidad y peso tal como lo dispone el artículo 1566
C.C; contrario sensu, si la cosa es de cuerpo cierto, se aplica el principio según el
cual Res Perit Creditor, es decir, la cosa perece para su acreedor cuando ésta se
encuentra plenamente determinada e individualizada, salvo caso fortuito o fuerza
mayor. Así se desprende del artículo 1648 cuyo tenor indica: “Si la deuda es de
un cuerpo cierto, debe el acreedor recibirlo en el estado en que se halle...” Es
decir, mientras en nuestra legislación civil en principio el riesgo es para el
comprador salvo que se venda bajo condición suspensiva y la cosa perezca antes
de cumplirse, que el vendedor venda a dos personas en contratos diferentes o
que el deudor esté en mora, en nuestro ordenamiento comercial en principio el
riesgo es para el vendedor hasta que realice la entrega del bien al comprador,
caso en el cual el riesgo se trasladará a éste último. Por tal motivo, determinar el
momento de la entrega se hace fundamental, por lo cual nuestro ordenamiento
comercial ha considerado entrega cuando se entrega el título, por la fijación del
nombre y marca en el bien por parte del comprador con la aquiescencia del
vendedor y cuando el vendedor entrega la mercancía al transportador para
enviarla al comprador se entiende entrega por que el transportador actúa como
mandatario del mismo salvo si se envía a otra persona para que la entregue al
comprador solamente cuando éste pague o si pactaron un lugar de entrega, el
riesgo es para el vendedor hasta tanto no lo entreguen en el lugar del comprador.
6.1 NORMATIVIDAD
A fin de determinar la responsabilidad por la pérdida o deterioro de las mercancías,
el artículo 66 CNUCCIM se configura como la piedra angular de la transmisión del
riesgo, pues dispone que si el daño o pérdida es por una causa extraña, las partes
en el contrato no responden; pero, si la pérdida es imputable a una de las partes,
el responsable del daño debe soportar el riesgo. “Artículo 66 La pérdida o el
deterioro de las mercaderías sobrevenidos después de la transmisión del riesgo
al comprador no liberarán a éste de su obligación de pagar el precio, a menos que
se deban a un acto u omisión del vendedor”. Podemos observar que dicha
disposición incorpora una regla general mediante la cual el comprador no se libera
de pagar el precio si el riesgo ya pasó del patrimonio del vendedor al suyo, regla
que por demás registra las siguientes excepciones: El vendedor responde sí:
El daño o deterioro se da porque éste incumplió obligaciones de naturaleza
contractual
El daño o deterioro se da porque el vendedor incurrió en responsabilidad
extracontractual por un acto u omisión que trae como consecuencia la pérdida o
el deterioro. Así las cosas, la regla general establecida en el artículo 66 CNUCCIM,
debe analizarse en conjunto con el inciso 1 del artículo 69 CNUCCIM, el cual
amplía la aplicación y la interpretación del primer artículo mencionado, pues
configura una regla que aplica para todos los casos de compraventa internacional
de mercaderías salvo dos excepciones establecidas en los artículos 67 y 68
CNUCCIM: “Artículo 69 1. En los casos no comprendidos en los artículos 67 y 68,
el riesgo se transmitirá al comprador cuando éste se haga cargo de las
mercaderías o, si no lo hace a su debido tiempo, desde el momento en que las
mercaderías se pongan a su disposición”.
6.2 MOMENTO DE LA TRANSMISIÓN DEL RIESGO
Con las premisas anteriormente estudiadas es posible determinar una regla
general por virtud de la cual el riesgo se transfiere cuando el comprador se hace
cargo de ellas, lo cual no siempre implica retiro, por cuanto en algunas situaciones
que a continuación estudiaremos, el riesgo se transmite con la entrega o en el
momento de la celebración del contrato:
Si el contrato de compraventa no implica transporte, ha de aplicarse el artículo 69
CNUCCIM, es decir, los riesgos se transmiten al comprador cuando él se haga
cargo de las mercaderías en el establecimiento del vendedor; contrario sensu, si
hay transporte, entonces han de aplicarse las siguientes excepciones:
Si en el contrato de compraventa se pacta el transporte de la mercadería:
Artículo 67 1. Cuando el contrato de compraventa implique el transporte de las
mercaderías y el vendedor no esté obligado a entregarlas en un lugar
determinado, el riesgo se transmitirá al comprador en el momento en que las
mercaderías se pongan en poder del primer porteador para que las traslade al
comprador conforme al contrato de compraventa. Cuando el vendedor esté
obligado a poner las mercaderías en poder de un porteador en un lugar
determinado, el riesgo no se transmitirá al comprador hasta que las mercaderías
se pongan en poder del porteador en ese lugar. El hecho de que el vendedor esté
autorizado a retener los documentos representativos de las mercaderías no
afectará a la transmisión del riesgo. 2. Sin embargo, el riesgo no se transmitirá al
comprador hasta que las mercaderías estén claramente identificadas a los efectos
del contrato mediante señales en ellas, mediante los documentos de expedición,
mediante comunicación enviada al comprador o de otro modo.
Del articulado en comento se tiene que su inciso primero, incorpora dos reglas
fundamentales, a saber: La primera, consiste en que si el vendedor se obliga a
transportar la mercancía pero no se obliga a entregarla en un lugar determinado,
el riesgo se transmite al comprador cuando éstas se pongan en poder del primer
porteador.
Mientras que la segunda se da si el vendedor se obliga a transportar las
mercancías y a entregarlas a un porteador en un lugar determinado, caso en el
cual, el riesgo solo se transmite al comprador hasta que éstas se le entreguen al
porteador en el lugar determinado.
Si el contrato de compraventa se celebra durante el transporte de la mercadería
(Riesgo de las mercaderías de tránsito) el riesgo se transmite en el momento de
la celebración del contrato:
Artículo 68 El riesgo respecto de las mercaderías vendidas en tránsito se
transmitirá al comprador desde el momento de la celebración del contrato. No
obstante, si así resultare de las circunstancias, el riesgo será asumido por el
comprador desde el momento en que las mercaderías se hayan puesto en poder
del porteador que haya expedido los documentos acreditativos del transporte. Sin
embargo, si en el momento de la celebración del contrato de compraventa el
vendedor tuviera o debiera haber tenido conocimiento de que las mercaderías
habían sufrido pérdida o deterioro y no lo hubiera revelado al comprador, el riesgo
de la pérdida o deterioro será de cuenta del vendedor.
Esta situación es muy común en el caso de mercancías no manufacturadas y cuyo
precio está sometido a fluctuaciones y por ello es importante analizar que para la
Convención, “documentos acreditativos”, tal como lo aclaran los profesores
SIERRALTA y BAPTISTA no se refieren solamente a conocimientos de embarque
sino a todo tipo de documento que certifique el transporte96.
En el inciso final del artículo 68 CNUCCIM, encontramos una norma que no
corresponde al tema de la transmisión del riesgo y que equivocadamente ha sido
incorporada en este capítulo y así lo afirman los profesores SIERRALTA y
BAPTISTA al considerar:
Esta regla nos parece confusa y antitécnica. Confusa porque en verdad no es un
asunto de transmisión del riesgo, sino más bien un problema de venta de
mercaderías con defecto, deterioradas o dañadas. Y antitécnica, porque pudo ser
tratada de manera separada, en otro numeral, ya que no se refiere al tema de
transmisión del riesgo. En esta hipótesis se plantea la circunstancia de una
actuación de mala fe, por parte del vendedor, desde que estando en conocimiento
de la pérdida o deterioro de las mercaderías no lo revela al comprador, ocultando
a sabiendas un hecho perjudicial.97 Sin embargo.
La profesora PERALES VISCASILLAS, ha establecido que en realidad ésta
disposición lo que trae es una contra excepción, pues indica: “el riesgo será de
cuenta del vendedor cuando en el momento de la celebración del contrato tuviera
o debiera haber tenido conocimiento de que las mercaderías habían sufrido
pérdida o deterioro y no lo hubiera revelado al comprador”98. Es importante,
analizar estas dos excepciones a la regla general establecida en los artículos 66
y 69 CNUCCIM a la luz de lo establecido por INCOTERMS, pues si bien se
recuerda, la Convención al tener un carácter puramente dispositivo, realza la
importancia de estos términos comerciales, todos plenamente aplicables si las
partes deciden desplazar las reglas contenidas en la Convención.
Básicamente los INCOTERMS, como anteriormente se mencionó establecen
diversas posibilidades para la transmisión del riesgo, la distribución de los gastos
del transporte entre compradores y vendedores y como bien lo resalta la profesora
PERALES VISCASILLAS: “A diferencia de la Convención de Viena que es
derecho interno, los INCOTERMS 2000 son una serie de reglas de aplicación, en
principio, voluntaria, por lo que es conveniente referirse a ellos en el contrato de
forma expresa (por ejemplo, indicando este contrato se gobierna por los
INCOTERMS 2000, especificando el término concreto)" 99. Dichos términos se
agrupan en cuatro grandes categorías:
El grupo E (ex Works) es el menos oneroso para el vendedor porque ha de tener
las mercancías a disposición del comprador en su propio establecimiento..
El grupo F (FCA, FAS y FOB), en el cual el transporte principal es pagado por el
comprador.
El grupo C (CFR, CIF, CPT y CIP), el transporte se paga por el vendedor.
El grupo D (DAF, DES, DEQ, DDU y DDP), el vendedor ha de soportar todos los
costes y riesgos necesarios para llevar las mercancías al país de destino,
constituyéndose como el más oneroso para éste. 6.2.1 Riesgo en casos de
entrega en lugar distinto o de mercaderías genéricas. La Convención de Viena en
su artículo 69 incorpora dos posibilidades especiales:
Artículo 69 2. No obstante, si el comprador estuviera obligado a hacerse cargo de
las mercaderías en un lugar distinto de un establecimiento del vendedor, el riesgo
se transmitirá cuando deba efectuarse la entrega y el comprador tenga
conocimiento de que las mercaderías están a su disposición en ese lugar. 3. Si el
contrato versa sobre mercaderías aún sin identificar, no se considerará que las
mercaderías se han puesto a disposición del comprador hasta que estén
claramente identificadas a los efectos del contrato.
El primer caso se da por ejemplo si debe entregar las mercaderías en el almacén
de un tercero, caso en el cual el riesgo se transmite cuando debe efectuarse la
entrega o el comprador tiene conocimiento de que las mismas están a su
disposición en ese lugar. El segundo caso nos muestra que la transmisión del
riesgo y su consecuente efecto normativo dependen del cumplimiento de una
condición previa, que es la individualización y clarificación del objeto del contrato,
pues si se trata de mercaderías sin identificar, solamente se entenderá que se
pusieron a disposición del comprador cuando se especificaron claramente, antes
no.
6.2.2 Acciones. El tema se encuentra regulado en al artículo 70 CNUCCIM que
dice: “Artículo 70 Si el vendedor ha incurrido en incumplimiento esencial del
contrato, las disposiciones de los artículos 67, 68 y 69 no afectarán a los derechos
y acciones de que disponga el comprador como consecuencia del
incumplimiento”. De tal manera que es necesario diferenciar dos situaciones:
Si el incumplimiento del vendedor determinó la pérdida o deterioro de la
mercadería, el artículo 66 inciso primero, nos da la solución y el vendedor
responde.
Si la pérdida o deterioro nada tienen que ver con el incumplimiento del vendedor,
en cuyo caso se aplica el artículo 70 CNUCCIM suponiendo que la transmisión del
riesgo al comprador no lo priva de los derechos y acciones que le corresponden
como consecuencia de un incumplimiento esencial del vendedor, es decir, si éste
incumple sustancialmente el comprador puede pedir la resolución del contrato o
la sustitución de las mercaderías. A título de ejemplo; si al comprador se le
entregan 5 mercancías plenamente conformes pero después de transmitido el
riesgo se deterioran dos, no puede pedir otras mercaderías en sustitución; pero si
le entregaron 5 mercaderías y tres no eran conformes, aunque después se pierdan
o dañen, puede pedir otras en sustitución de esas tres.
Así mismo puede pedir la rebaja del precio de las mercancías no conformes
indistintamente de si se deterioraron posteriormente o no, aplicando el mismo
análisis realizado anteriormente. En conclusión, como lo dice el profesor
CAFFARENA LAPORTA:
El ejercicio de los distintos derechos que corresponden al comprador tiene un
alcance diferente en relación a la atribución del riesgo: mientras que la resolución
implica siempre un desplazamiento del riesgo al vendedor, no ocurre lo mismo con
la sustitución de las mercaderías, que sólo lo implica en la medida en que las
mercaderías pérdidas o deterioradas sean las no conformes al contrato, ni con la
reducción del precio, ni la indemnización que no afectan a la transmisión del
riesgo.
el problema es estudiado desde el punto de vista de la teoría de los riesgos, la
cual busca determinar si el daño o pérdida debe soportarlo el acreedor o el deudor,
para lo cual debemos diferenciar si estamos en presencia del régimen civil o
comercial. En nuestro Código Civil, en principio el riesgo es para el comprador
salvo si:
Se vende bajo condición suspensiva y la cosa perece antes de cumplirse la
condición, pues en este caso el riesgo es para el vendedor en la medida que falta
un elemento para la perfección del contrato.
Si el vendedor vende la cosa a dos personas en dos contratos diferentes, es éste
y no el comprador quien soporta la pérdida de la cosa.
Cuando el deudor está en mora en principio el riesgo es para el vendedor quien
no puede exigir el dinero, pero si perece por caso fortuito y el bien estaba en poder
del comprador, el vendedor solamente debe pagar perjuicios por la mora y el
comprador soporta el riesgo, razón por la cual no se le entrega otro bien.
Pero si estamos en el régimen comercial, el artículo 929 C.Co dispone que en
principio el riesgo es para el vendedor, por cuanto el comprador no debe pagar el
precio si el bien se pierde por caso fortuito o fuerza mayor, sin embargo, si el bien
es entregado al comprador, éste debe soportar el riesgo, contrario sensu, si el
bien no le es entregado al comprador, el riesgo es para el vendedor.
7. MODIFICACIÓN Y EXTINCIÓN DEL CONTRATO
Antes de estudiar la forma de modificar y extinguir el contrato, es necesario
diferenciar estos dos términos. Por modificación podemos entender la variación
de alguno de los términos del contrato previamente acordado y por extinción del
mismo podemos entender la total terminación de la relación contractual que liga a
las partes del contrato. El artículo 29 CNUCCIM, trata la modificación y la extinción
del contrato, cuyo fundamento es indudablemente la autonomía de voluntad que
asiste a las partes en esta Convención, encontrándose en íntima conexión con el
artículo 11 CNUCCIM anteriormente estudiado.
Artículo 29 1. El contrato podrá modificarse o extinguirse por mero acuerdo entre
las partes. 2. Un contrato por escrito que contenga una estipulación que exija que
toda modificación o extinción por mutuo acuerdo se haga por escrito no podrá
modificarse ni extinguirse por mutuo acuerdo de otra forma. No obstante,
cualquiera de las partes quedará vinculada por sus propios actos y no podrá alegar
esa estipulación en la medida en que la otra parte se haya basado en tales actos.
Aun cuando la regla general es la ausencia de formalidades en la modificación o
extinción del contrato, las partes pueden establecer una cláusula que exija que
todo tipo de modificación u extinción por mutuo acuerdo deba realizarse en forma
escrita, por lo que cualquier modificación oral se considerará inválida.
Sin embargo, por medio del artículo 29 numeral 2 CNUCCIM, se acoge la teoría
de los propios actos, la cual consiste en que si pese a existir una cláusula que
exija la modificación o extinción por escrito, se hace una modificación oral o tácita,
dicha modificación será eficaz en la medida que busca proteger la expectativa
creada en la otra parte. Para mayor comprensión, traemos a colación un ejemplo
que el profesor HONNOLD utiliza para la comprensión de esta figura:
Un contrato por escrito exigía al vendedor la fabricación de diez mil unidades de
un producto de acuerdo con las especificaciones que le proporcionó el comprador
y fijadas en el contrato. El contrato establecía: “este contrato únicamente puede
ser modificado por escrito firmado por ambas partes”. Antes de que el vendedor
comenzara la producción, las partes acordaron por teléfono un cambio en las
especificaciones. El vendedor produjo dos mil unidades de acuerdo con las
nuevas especificaciones; el comprador se negó a aceptar las unidades basándose
en que no cumplían las especificaciones del contrato escrito.
Del ejemplo trascrito anteriormente vemos que la finalidad del numeral segundo
del artículo 29 CNUCCIM, es generar seguridad jurídica fundamentada en la
buena fe, en la medida que si una parte actuó conforme a una modificación verbal
que se realizó de mutuo acuerdo, no es posible que la otra parte no cumpla so
pretexto de una cláusula contractual consistente en que la modificación debe ser
por escrito.
8. SENTENCIA C-529 DE 2000
Hemos destinado este último acápite para sintetizar los aspectos más relevantes
de la sentencia que la Corte Constitucional profirió el 10 de mayo de 2000 por
virtud de la cual se declaró la exequibilidad de la Ley 518 de 1999 aprobatoria de
la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías
celebrada el 11 de abril de 1980.
8.1 ANTECEDENTES
Tal como el artículo 241 de la Constitución Política lo exige, la ley que aprueba la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa
Internacional de Mercaderías, debe ser sujeta a control constitucional. En
consecuencia el 6 de agosto de 1999, la Presidencia de la República remitió a
esta Corporación, copia auténtica de la Ley 518 del 4 de agosto de 1999.
8.2 INTERVENCIONES
Ministerio de Relaciones Exteriores. El ministerio considera que debe declararse
la constitucionalidad de la ley 518 de 1999, bajo el entendido de que es un
mecanismo para actualizar usos y tendencias del derecho internacional privado,
acabando la incertidumbre que anteriormente existía en los casos de
compraventas entre partes establecidas en diferentes países, respeta la
soberanía nacional, la igualdad de derechos y el mutuo beneficio, los cuales
concuerdan con los principios señalados en el artículo 9º de la Constitución
Política que fundamenta las relaciones exteriores del país.
Ministerio de Desarrollo Económico. Considera que debe declararse su
exequibilidad por adecuarse perfectamente a los requisitos constitucionales y
legales, sin descontar su alto nivel de conveniencia para el país por constituir un
instrumento jurídico que permite a Colombia participar en el comercio
internacional.
Concepto Del Ministerio Público. Por su parte, éste consideró que desde el punto
de vista formal, el Estatuto en cuestión no merece reparo alguno. Desde el punto
de vista material considera que ninguna de las normas contenidas en la
Convención contraría nuestro ordenamiento constitucional, en la medida que se
fundamentan en la soberanía nacional, el respeto a la autodeterminación de los
pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho internacional
aceptados por Colombia.
8.3 CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS
Revisión formal. Desde éste punto de vista, la Corte observa que se cumplieron
los trámites correspondientes, según se desprende del material probatorio que
obra en el proceso:
La Convención permitió a los estados que no intervinieron en su realización
participar en ella por medio de la adhesión; por tal motivo, ya que Colombia no
participó en la elaboración de la misma, el Presidente, para efectos de la adhesión,
impartió la aprobación ejecutiva y ordenó al ministro de Relaciones Exteriores,
someter el Instrumento a la consideración del Congreso de la República para los
efectos del trámite de la correspondiente ley. El Congreso, le dio al proyecto de
ley aprobatoria de la Convención el trámite correspondiente a una ley ordinaria,
por cuanto la Constitución no establece trámite especial para este tipo de leyes.
Una vez el Congreso expidió la ley 518 de 1999 aprobatoria de la Convención de
las Naciones Unidas sobre los Contratos Internacionales de Mercaderías,
acordada en Viena el 11 de abril de 1980, fue remitida a la Corte por el Secretario
Jurídico de la Presidencia de la República, dentro del término de los seis días que
prevee el numeral 10° del artículo 241 de la Constitución Política, por cuanto la
ley fue sancionada el día 4 de agosto de 1999.
Revisión material.
Con el fin de establecer la congruencia de la Convención con la Constitución
Política, se procede a desagregar su contenido destacando las formulaciones más
relevantes de dicho Instrumento: La Corte hace un análisis de cada una de las
cuatro partes en que la Convención se divide resumiendo su normatividad y
aspectos más relevantes. Señala que, por virtud del artículo 150 numeral 16 de la
Constitución Política, la integración económica con otros Estados debe lograrse
sobre las bases de equidad, reciprocidad y conveniencia nacional, presupuestos
que la Convención, a juicio de la Corte, cumple cabalmente en la medida que la
unificación pretendida en dicho estatuto facilita la comercialización de bienes
entre particulares ubicados en diferentes Estados, lo cual repercute en la calidad
de vida de los habitantes de las naciones donde están residenciadas las partes
que realizan dichos negocios. Así mismo, la Corte considera que la Convención
no desconoce la autonomía de la voluntad privada, la cual, aunque no se
encuentra tutelada en una norma de la Constitución, puede deducirse de los
artículos 13 y 16 del estatuto superior, en la medida que al celebrar este tipo de
contrato, las partes pueden excluir total o parcialmente la aplicación de sus
disposiciones según el artículo 6 CNUCCIM. Considera la Corte que el postulado
de buena fe incorporado en la Convención en su artículo 60 como uno de los
principios rectores de interpretación y aplicación se encuentra conforme al
postulado de la Carta Política consagrado en el artículo 83. Con relación a la
consensualidad que caracteriza la Convención, considera la Corte que Colombia
no debe hacer reserva sobre el tema, por cuanto nuestra legislación comercial
establece que el contrato de compraventa de mercaderías es consensual y no
necesariamente solemne. En efecto, el artículo 824 C.Co, establece que los
comerciantes podrán expresar su voluntad de contratar u obligarse verbalmente,
por escrito o por cualquier modo inequívoco, salvo cuando una norma legal exija
determinada solemnidad como requisito esencial del negocio jurídico, en cuyo
caso, éste no se formará mientras no se llene tal solemnidad. Finalmente,
considera la Corte que los principios y regulaciones que informan la Convención,
se adecuan a los lineamientos de nuestra Constitución, porque se fundamentan
en la soberanía, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y el
reconocimiento de los principios del Derecho Internacional aceptados por
Colombia. Por las premisas anteriormente expuestas, la Corte considera que el
contenido de la Convención, respeta plenamente los principios y mandatos de la
Constitución Política, en consecuencia, se declara su exequibilidad, así como la
de la Ley 518 de 1999 que la aprueba.