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CAPITULO I

1. ASPECTOS GENERALES

1.1 ANTECEDENTES DE LA CONVENCIÓN DE VIENA SOBRE


COMPRAVENTA INTERNACIONAL DE MERCADERÍAS

En el año de 1926 se vio la necesidad de crear un Instituto que promoviera la


armonización y unificación del derecho privado a nivel internacional, en la medida
que se tornaba fundamental para el desarrollo del mismo; con tal fin se creó
UNIDROIT (Instituto Para la Unificación de Derecho Privado).
Al interior de éste, entre los años de 1930 a 1934 surgió la iniciativa de uniformar
la Compraventa Internacional de Mercaderías, infortunadamente el proyecto se
vio truncado por la situación bélica que azotó al mundo (Segunda Guerra Mundial)
Sin embargo en 1951 se realizó La Conferencia de la Haya sobre Derecho
Internacional donde a petición de la UNIDROIT se retomó el estudio del tema.
En el año de 1956 se creó una comisión europea cuya finalidad era la elaboración
de dos anteproyectos para lograr la unificación tanto de la formación del contrato
como de la compraventa de bienes muebles, los cuales fueron estudiados en la
Conferencia de La Haya sobre derecho internacional privado de 1964, donde se
dieron cita representantes de 28 países, quienes lograron, como antecedentes
más importantes de la Convención, la aprobación de las siguientes leyes:
LUVI: Ley uniforme sobre la venta internacional de mercaderías.
LUF: Ley uniforme sobre la formación de contratos de venta internacional de
mercaderías. Desafortunadamente estas leyes adolecían de una debilidad propia
no solo por el escaso número de países que la ratificaron, sino también por
razones de tipo ideológico por cuanto:
La escasez de estados representados en la conferencia, la homogeneidad
dominante de los países occidentales, de economía de mercado, desarrollados e
industrializados; la oposición de los países de economía colectivista y la irrupción
en la esfera internacional de los países del “tercer mundo”, el amplio
reconocimiento a la autonomía de la voluntad establecido en la reserva quinta por
virtud de la cual cada Estado, en el momento de su ratificación o adhesión, podía
declararse que no aplicaría la ley uniforme, más que en los casos que las partes
hubieran elegido como aplicable, convertía a la ley uniforme en un texto de
aplicación convencional desnaturalizando su propio carácter.
Ante este fracaso, en el año de 1966 se creó la Comisión de Naciones Unidas
para el Derecho Mercantil Internacional (UNCITRAL) tratando de responder a la
exigencia mundial de promover sin espera la unificación progresiva del derecho
mercantil. Al seno de esta Comisión, un grupo actuando bajo la presidencia de
JORGE BARRERA GRAF, revisó las causas del fracaso de las leyes uniformes
existentes, y con base en esto elaboró un nuevo proyecto.
En 1978 gracias a los esfuerzos académicos de ésta Comisión, se logró un
proyecto único que incorporaba textos sobre la formación del contrato y la
compraventa internacional de mercaderías, proyecto que fue adoptado por la
UNCITRAL el 16 de junio de 1978 y aprobado unánimemente por los
representantes de 62 países ante la conferencia diplomática que convocó
Naciones Unidas en el Palacio Imperial de Hofburg, (Viena), dando origen a la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa
Internacional de Mercaderías.
Por su parte, la incorporación al ordenamiento jurídico colombiano de la
Convención suscrita en Viena el 11 de abril de 1980, inició en 1995, cuando el
Presidente de la República envió el proyecto de ley al Congreso para su
consideración y finalizó en el mes de agosto de 1999, con la expedición de la ley
518.
Este acontecimiento es muy importante por la gran incidencia que trae para el
sistema jurídico nacional en la medida en que la Convención, según la doctrina
Tiene aptitud para derogar la legislación colombiana tanto civil como comercial
por cuanto el respectivo contrato de compraventa de mercaderías tiene un
carácter internacional, lo cual se determina por el hecho de que las partes tengan
localizados sus establecimientos en diferentes estados contratantes y que en él,
expresamente no se haya excluido su aplicación.
El proyecto de ley junto con su exposición de motivos fue publicado en la Gaceta
del Congreso del 31 de octubre de 1997 y se presentó ante la comisión segunda
del Senado de la República con trámite de ley ordinaria, siendo aprobado el día
16 de Diciembre de 1997.

De igual forma, el 25 de agosto de 1998 se aprobó por el Senado en pleno,


posteriormente, en la Comisión Segunda de la Cámara de Representantes el 11
de noviembre de 1998 y finalmente en la plenaria de dicha corporación el día 15
de junio de 1999.
Así pues, el 4 de agosto de 1999 fue sancionada la Convención por el Presidente
de la República y tras un examen de constitucionalidad, la Corte en sentencia C-
529 de 2000 la declaró exequible. Sin embargo, por disposición del artículo 99
CNUCCIM, el Convenio vienés entraría en vigor el primer día del mes siguiente a
la expiración del plazo de doce meses contados desde la fecha de depósito del
instrumento ante la Secretaría General de Naciones Unidas, razón por la cual rige
desde el primero de agosto del 2002.
En resumen, la importancia fundamental de la Convención se centra:
a) En tratar de unificar el comercio sin distingo de posición económica ni
política entre sus miembros, y
b) Agilizar el tráfico de mercancías, indispensable para lograr una
apertura de mercados acompañada de la necesaria seguridad jurídica
en sus transacciones.

1.2 .DEFINICIÓN DE LA COMPRAVENTA INTERNACIONAL EN LA


CONVENCIÓN DE VIENA

La Convención de Viena en estricto sentido no contiene dentro de su


normatividad, una definición del contrato de compraventa como tal. Siguiendo un
poco las tesis doctrinarias, se puede establecer que uno de los puntos por los
cuales se omitió esta consideración se debe a que en los Estados partes de la
Convención no había diferencias en el concepto, tal y como se observa, a manera
de ejemplo, al comparar la legislación chilena y colombiana:
“Artículo 1796 C.C Chileno: Por el contrato de compra y venta uno de los
contratantes se obliga a entregar algunos antecedentes y el otro a pagar por ella
un precio cierto, en dinero o signo que lo represente”
Nuestra legislación civil en su artículo 1849 expresa:
“La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una
cosa y la otra a pagarla en dinero. Aquella se dice vender y esta comprar. El dinero
que el comprador da por la cosa se llama precio”.

Y nuestro legislador comercial también dispone que, “Artículo 905 La compraventa


es un contrato en que una de las partes se obliga a transmitir la propiedad de una
cosa y la otra a pagarla en dinero. El dinero que el comprador da por la cosa
vendida se llama precio”.
Otra de las razones que se aducen para la no conceptualización del “contrato de
compraventa” en la Convención de Viena, consiste en el respeto que tiene hacia
las definiciones nacionales para no socavar ni entrar en choques jurídicos con la
legislación interna. Sin embargo, por vía doctrinal se han estructurado diferentes
definiciones, de las cuales rescatamos una de las más relevantes:
...del contenido de la reglamentación convencional en especial los arts. 30
(obligaciones del vendedor) y 53 (obligaciones del comprador), se infiere sin duda,
que por compraventa se entiende el contrato sinalagmático en virtud del cual una
parte entrega a otra la propiedad de una mercancía a cambio del pago de un
precio o, si se prefiere una definición más precisa, aquel contrato que tiene por
causa el intercambio de medios de pago usuales generalmente aceptado y la
transmisión y apropiación de bienes.
Por otra parte, la Convención contiene una serie de características especiales que
la diferencian de la compraventa que comúnmente conocemos, por cuanto las
partes deben tener sus establecimientos en Estados diferentes para que el
contrato se rija por las normas de la Convención, adquiriendo así el carácter de
internacionalidad, sin embargo, en el articulado no se encuentra una definición de
“establecimiento”, razón por la cual podemos entender como tal:
“no sólo el lugar principal de negocios, sino también todas aquellas formas
organizativas, incluyendo las sucursales, filiales y oficinas representativas, que
suponen una permanencia estable en el país de que se trate”.
La otra característica diferenciadora de este contrato se relaciona con su objeto,
en la medida que sólo recae sobre mercaderías, entendidas como bienes
corporales muebles, los incorporales e inmuebles.
Con las premisas anteriormente establecidas podemos definir la Compraventa
Internacional de Mercaderías así: Es el contrato celebrado entre dos partes,
conocidas como vendedor y comprador con establecimientos ubicados en
diferentes Estados, por virtud del cual, la primera se obliga a entregar unas
mercaderías transmitiendo su dominio, y la segunda se obliga a pagar el precio.
1.3 CARACTERÍSTICAS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA
INTERNACIONAL DE MERCADERÍAS
El profesor José Bonivento Fernández explica las características del contrato de
compraventa como tal, siendo éstas plenamente aplicables al regulado por la
Convención por cuanto obedece a sus mismos principios, estructura y
fundamento, entre las cuales encontramos:
1.3.1 Consensual. Se fundamenta en el acuerdo de las partes sobre los
elementos esenciales (precio y cosa) para que el contrato quede configurado sin
necesidad de sujetarse a ninguna forma o solemnidad específica para su
conformación. Esta característica se encuentra plasmada en el artículo 11
CNUCCIM:
“El contrato de compraventa no tendrá que celebrarse ni probarse por escrito ni
estará sujeto a ningún otro requisito de forma. Podrá probarse por cualquier
medio, incluso por testigos”.
Si se leen en conjunto los artículos 4 y 6 CNUCCIM se puede llegar a la clara
conclusión que las normas de la convención son de carácter dispositivo, es decir,
las partes pueden regular el contrato de compraventa internacional de mercadería
en sus diversos aspectos.
No obstante el artículo 96 CNUCCIM remite al derecho interno en lo relacionado
a la existencia y validez del contrato, por lo que si dicho ordenamiento impone
solemnidades, éstas serán de obligatorio cumplimiento para las partes, en la
medida que la Convención no regula estos aspectos (artículo 4 CNUCCIM).

1.3.2 Bilateral. Implica prestaciones recíprocas por cuanto las partes contratan
para crear derechos y satisfacer sus intereses de manera contrapuesta. En
palabras del profesor, “Nacen obligaciones recíprocas para las partes
contratantes; el vendedor se obliga a entregar la cosa y el comprador a pagar
por esa cosa una suma de dinero o parte en especie y parte en dinero siempre
que la especie no valga más que el dinero”.
Con relación a esta cuestión es importante anotar su materialización en la
Convención en los artículos 53 y 30 CNUCCIM en donde se establecen las
principales obligaciones recíprocas de los contratantes:
1.3.3 Oneroso. Esta característica es esencial al contrato de compraventa en
tanto que ambas partes se benefician.
“En la compraventa ambas partes pretenden una utilidad gravándose
recíprocamente. El comprador persigue la cosa como medio de beneficio
contractual y paga un precio como contraprestación”.
A la luz de los principios de UNIDROIT (artículo 6.1.17) se establece como regla
general que el contrato de compraventa internacional de mercaderías mantendrá
su obligatoriedad en el cumplimiento aun cuando resulte más oneroso para una
de las partes, salvo los casos de “excesiva onerosidad” que desequilibran el
contrato de manera grave, generando, como reza el artículo 6.2.2, un incremento
en la prestación de una de las partes o una disminución en la prestación que la
otra parte recibe. Sin embargo, en algunos casos la parte en desventaja podrá
reclamar la renegociación del contrato; es de esta manera como se manifiesta
esta importante característica en la Compraventa Internacional de Mercaderías.
1.3.4 Principal. Aquel que subsiste por sí mismo sin necesidad de otro, así se
manifiesta en el artículo 1.499 C.C:
“El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención, y accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una
obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella”
El contrato de Compraventa Internacional de Mercaderías es un contrato
completamente principal, por cuanto subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención.
1.3.5 Típico. Por tipicidad contractual ha de entenderse el acto jurídico
reglamentado por la ley de forma clara, expresa y particular.
“El contrato es típico por tener una regulación especial y unitaria y a su vez tener
una individualización con unos efectos propios señalados por la norma jurídica”.
1.3.6 Conmutativo. “Un contrato es conmutativo cuando el monto de las
prestaciones que se deben las partes es inmediatamente cierto y cada una de
ellas puede apreciar inmediatamente el beneficio o la pérdida que le causa el
contrato“.
El articulo 1498 C.C. define esta característica así:
“El contrato oneroso es conmutativo cuando cada una de las partes se obliga a
dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe
dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia incierta de
ganancia o pérdida, se llama aleatorio”

A su vez, el Contrato regulado por la Convención de Viena puede ser conmutativo,


en tanto las partes tengan plenamente determinadas desde el perfeccionamiento
y con anterioridad a su ejecución, las prestaciones a las cuales se obligan; de otro
lado el contrato será aleatorio, cuando los resultados económicos que se derivan
de éste no se puedan determinar con precisión en dicho momento.
Esta clasificación es importante en nuestro derecho privado no solo porque puede
tomarse como una medida de las pérdidas o las ganancias de determinado acto
jurídico, sino también porque en el contrato aleatorio no hay lugar a la procedencia
de la Lesión Enorme ni de la Teoría de la Imprevisión.
1.3.7 Libre discusión. Consiste en la posibilidad de examinar y llegar a puntos
de acuerdo sobre el contenido, alcance y forma del contrato.
Por esencia, en el contrato de compraventa prima completamente la libre
discusión con relación a todos y cada uno de los aspectos relevantes del mismo,
lo cual es manifestación indirecta de la autonomía de la voluntad que reviste este
contrato, pero no necesariamente debe cumplir esta característica, pues nada
impide que sea de adhesión, es decir, que una de las partes imponga a la otra el
clausulado del mismo.
1.3.8 Ejecución instantánea. Esta característica del contrato de compraventa
consiste en que éste se cumple en un solo acto, aunque las prestaciones estén
sometidas a un tiempo periódico. Así, aun cuando es usual en el comercio
entregar el precio o la cosa en plazos determinados, esto se hace por facilidad en
su ejecución, mas no por existir una imposibilidad jurídica o natural de llevarlo a
cabo instantáneamente como sí ocurre en los contratos de ejecución sucesiva,
donde es la misma naturaleza de la prestación la que impide el cumplimiento
instantáneo.
“Es decir, el hecho de que la cosa no se entregue en el mismo momento del
perfeccionamiento del contrato, o el precio sea cubierto por cuotas o con
posterioridad, no significa que sea un contrato de ejecución sucesiva por cuanto
el contrato puede cumplirse en un solo acto”.

1.4 ÁMBITO DE APLICACIÓN


Para definir el ámbito de aplicación bajo el cual han de surtir los efectos de la
Convención de Viena, es ineludible analizar el texto normativo en la Primera Parte
del Capítulo 1, del que se sintetiza la concurrencia de elementos imprescindibles
que orienten las actuaciones de las partes contratantes, a saber:

Debe presentarse un contrato de compraventa


a) Ésta debe ser internacional
b) Ha de versar sobre mercaderías
c) Y principalmente, que su aplicación no haya sido materia de
exclusión por las partes, con base en el principio cimentador de
las relaciones contractuales en el derecho privado: la autonomía
de la voluntad.

1.4.1 Aplicación territorial. Son susceptibles a las instrucciones del Texto


Vienés, tal y como ya se mencionó en el numeral 1.2, sólo los contratos de
compraventa de mercaderías, en los cuales las partes tengan sus
establecimientos en países diferentes que posean la calidad de contratantes, es
decir, Estados parte. Esta interpretación es fiel al principio de internacionalidad del
texto normativo en estudio.
Así las cosas, el artículo 1
a) CNUCCIM, contemplan lo que se denomina “aplicación inmediata”, es decir,
cuando concurran los elementos esbozados en el párrafo precedente se empleará
la Convención de Viena sin más miramientos.
Por su parte, el artículo 1
b) CNUCCIM establece la “aplicación mediata” de la Convención, “Cuando las
normas de derecho internacional privado prevean la aplicación de la ley de un
Estado contratante”.
Lo anterior significa que cuando solamente uno de los Estados contratantes se
rige por la Convención de Viena, si en virtud de las normas de Derecho
Internacional Privado se aplica el ordenamiento del mencionado país, ésta entrará
a regir el contrato de compraventa.
Ahora bien, el numeral 2 del mismo artículo, prescribe que para poder hacer
efectiva la aplicación de la Convención al negocio jurídico, las partes deben
conocer la ubicación de sus establecimientos en Estados diferentes; conocimiento
que debe darse con anterioridad a la celebración del contrato o al momento de
ésta, ya sea porque resulte de los tratos preliminares, del convenio logrado o de
la información aducida por una de las partes.
Finalmente, y en aplicación de la prelación del principio de internacionalidad, el
numeral 3 del aludido artículo desecha toda importancia respecto de la
nacionalidad de las partes y del carácter civil o comercial de estas o del contrato,
por lo que solo exige que las mismas tengan establecimientos en el exterior, así
contraten en idéntico sitio.

1.4.2 Temas excluidos. Son temas excluidos:


a) La venta de mercaderías compradas para uso personal, familiar o doméstico,
al parecer porque los regímenes internos de protección al consumidor en lo que
respecta a obligaciones de los fabricantes y productores, resultan de avanzada
frente a la Convención de Viena; sin embargo, lo anterior no se aplica, si el
vendedor en cualquier momento antes o durante la celebración del contrato, no
tuvo ni debió haber tenido conocimiento de que las mercaderías se compraban
para tal fin (artículo 2 CNUCCIM).
b) La compraventa en subasta; las referidas a temas judiciales, de valores
mobiliarios, títulos o efectos de comercio y dinero; las relacionadas con buques,
embarcaciones, aerodeslizadores, aeronaves y de electricidad; en razón a la
preferencia del derecho interno y del no deseo de regular los bienes inmateriales
o sujetos a registro, aunque para el profesor ANTONIO ALJURE las ventas en
subastas están excluidas, por desconocer la identidad del comprador mientras se
le adjudica completamente el bien.
En resumen, creemos que la razón prístina de las exclusiones, es la prevalencia
del derecho interno de cada país contratante.
1.4.3 Contratos considerados compraventa. La Convención trata como
compraventa el contrato de suministro de mercaderías, que deben ser
manufacturadas o producidas, excepto cuando se encargan allegando una parte
sustancial de los materiales necesarios para su producción.
El punto importante aquí es saber qué quiso decir el texto con “parte sustancial”,
ya que se puede entender como la de mayor valor económico, mayor peso o
mayor dificultad en su consecución. Frente a esto la doctrina considera:
El criterio acogido por el artículo no es preciso en absoluto y crea una cierta
inseguridad. Conviene hacer notar que el precepto cuando se refiere a la parte
substancial habla de los materiales que el que encarga las mercaderías se ha
obligado en virtud del contrato a proporcionar.
Para llevar a cabo el cálculo hay que tener en cuenta el valor de las partes
correspondientes a cada uno de los contratantes en el momento de la celebración
del contrato. En fin, en ese punto referente a la aportación del comitente-
comprador debe tenerse en cuenta solo los materiales que son necesarios para
la fabricación o producción de las mercaderías. No cuentan los que sirvan para
embalarlas, para su transporte u otros fines semejantes. Partiendo del criterio
acogido en el artículo las reglas de la Convención serán aplicables al contrato en
su totalidad o no serán de aplicación.
Igualmente, la Convención excluye los contratos en donde la parte principal de las
obligaciones de quien debe proporcionar las mercaderías, sea el suministro de
mano de obra o prestar otros servicios.

Para determinar si un contrato de suministro de servicios inmateriales, se regula


o no por la Convención la doctrina considera:
Concretamente se entiende que debe examinarse la relación de valor entre la
parte de prestación que es propia de la compraventa, la entrega de las
mercaderías, y la de trabajo o servicios. Para que el contrato quede excluido de
la Convención es preciso que el valor del suministro de la mano de obra o de la
prestación de los servicios sea superior a la mitad del valor total de las
prestaciones a realizar. Ahora bien, el citado criterio no siempre será decisivo de
modo exclusivo. Así se estima que aun no siendo superior el valor de la prestación
de servicios al de la entrega de las mercaderías, el interés particular de las partes
en aquella prestación la convierte en la obligación que caracteriza al contrato.
Ahora bien, el caso será excepcional, porque el valor de las prestaciones será
calculado teniendo en cuenta también el interés del comprador.
1.4.4 Temas regulados. La Convención de Viena en su artículo 4 CNUCCIM,
regula la formación del contrato de venta circunscribiéndola a las obligaciones
tanto del comprador como del vendedor, sin encargarse expresamente de
materias inherentes a su validez o a la propiedad de las mercaderías vendidas, ni
imponiendo estipulaciones contractuales como tampoco usos comerciales.
De todas maneras, dice la Convención, las partes podrán pactar en contrario a
los temas relacionados en las materias precedentemente aludidas, generándose
un inconveniente por cuanto ésta en realidad no regula esos eventos.
Otro inconveniente es que la Convención no define qué se entiende por “validez”;
por lo que para atacar el contrato por esta vía habrá que acudir privativamente a
la normatividad propia de cada país.
En conclusión, cuando de la Convención de Viena no se derive solución respecto
del régimen de validez aplicable, serán las disposiciones internas de los países
partes del contrato las que deberán aplicarse, siguiendo la técnica que contemple
su estatuto real y personal sobre la teoría de los contratos.
1.4.5 Responsabilidad extracontractual. Según el artículo 5 CNUCCIM, la
Convención tampoco regula la responsabilidad extracontractual del vendedor,
pues textualmente dice:
“La presente Convención no se aplicará a la responsabilidad del vendedor por la
muerte o las lesiones corporales causadas a una persona por las mercaderías.”
Lo anterior quiere decir, que será la legislación de cada país la que atenderá
cualquier daño que en un contrato de compraventa internacional de mercaderías
se suscite, excepto cuando se trate de la obligación del vendedor frente a la
conformidad de las mercaderías

1.4.6 Posibilidad de excluir la aplicación de la convención de Viena. Sin


perjuicio del artículo 12 CNUCCIM, las partes podrán:
a) Pactar la no-aplicación de las normas de la Convención, establecer
excepciones a cada una de ellas y modificar sus efectos. Esta es la consagración
del principio de la autonomía de la voluntad, que irradia la fisonomía de cualquier
relación emanada del derecho privado; de donde surge que las normas de la
Convención de Viena son de aplicación netamente de carácter supletivo.
b) Respetar la reserva hecha por los Estados partes, de no aplicar los artículos
11 y 29 CNUCCIM, respecto de la consensualidad del contrato, imponiendo
solemnidades para su perfeccionamiento, frente a lo cual no podrá haber pacto
en contrario de los contratantes (artículo 6 CNUCCIM). En conclusión y por
seguridad, la exclusión de la Convención de Viena a un contrato de compraventa
internacional deberá ser expresa y sin contravenir normas de derecho público
previstas en su ordenamiento jurídico interno, porque de lo contrario, se dificultará
conocer el régimen aplicable al convenio, generando inseguridad jurídica.
1.5 INTERPRETACIÓN DE LA CONVENCIÓN DE VIENA SOBRE
COMPRAVENTA INTERNACIONAL DE MERCADERÍAS
Al iniciar el estudio de la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional
de Mercaderías, encontramos una serie de normas que regulan su interpretación,
las cuales constituyen uno de los pilares fundamentales para su correcta
aplicación.
1.5.1 Aspectos generales. La autonomía de la voluntad presente en la
Convención de Viena no es absoluta pues ésta se delimita por los criterios de
interpretación resumidos en el artículo 7 numeral primero CNUCCIM, disposición
que señala lo siguiente:
“En la interpretación de la presente Convención se tendrá en cuenta su carácter
internacional y la necesidad de promover la uniformidad en su aplicación y de
asegurar la observancia de la buena fe en el comercio internacional”.
Con relación a este tema, si comúnmente entendemos por interpretación la
acción de explicar, exponer o declarar con el objeto de hacer comprender algo,
jurídicamente la interpretación se puede entender como:
“Una operación de lógica jurídica que tiene por objeto determinar el alcance y
sentido de los términos usados por las normas jurídicas”.
En este orden, son criterios de interpretación, los siguientes:
a. Internacionalidad
b. Uniformidad del Texto
c. Observancia de la Buena Fe

1.5.2 Internacionalidad y uniformidad. Los principios de internacionalidad y


uniformidad implican que la interpretación del texto no se condiciona a regla
alguna de carácter interno o nacional, pues la Convención regula relaciones
comerciales de carácter internacional que son celebradas por personas de
diferentes países y que en consecuencia, sobrepasan el ámbito territorial.
En virtud de lo anterior, la Convención debe interpretarse de manera autónoma,
como una normatividad independiente que pese a ser ratificada y adoptada por el
ordenamiento jurídico de cada país, no se rige por las leyes del mismo, sino por
las propias reglas que ésta determina.
Estos criterios de interpretación en principio permitirían que la Convención fuera
aplicada de manera uniforme, por cuanto los países deberían sujetarse a éstos.
Sin embargo, en la práctica, a pesar que la Convención exige que toda
interpretación se realice según un criterio finalista de uniformidad, la ausencia de
tribunales especializados en el tema, ha generado una diversidad de
interpretaciones que soslayan el propósito de la Convención.
Por virtud de la uniformidad, en el caso que la interpretación literal de una norma
no ofrezca una respuesta concreta y clara, debemos acudir a los textos que
sirvieron de antecedentes a la Convención, como lo son las Convenciones de La
Haya de 1964 y los proyectos realizados por la UNCITRAL.
1.5.3 Buena fe. La buena fe tiene como objetivo primordial que las partes
cumplan con sus obligaciones a cabalidad, que cada parte en el desarrollo de sus
relaciones actúe lealmente y evite hacer uso de elementos confusos que
deliberadamente quiera llevar a cabo.
Por lo anterior, resulta relevante aclarar el concepto y contenido de éste principio,
que según Kant, debe trascender el fuero interno para ser parte de la legislación
universal, pues dice:
“Compórtate de manera tal que la norma de tu obrar pueda llegar a ser parte
integrante de una legislación universal”.
De lo anterior se colige que por el hecho de la convivencia surgen una serie de
obligaciones que se imponen a cada persona y que pueden verse desde un
aspecto negativo y otro positivo; el primero consiste en no causar daño a otro,
mientras que el segundo busca la colaboración y cooperación con los demás.
Por otra parte, es el profesor Emilio Betti quien al conceptuar sobre la buena fe,
nos enseña:
“En general, la buena fe es una actitud de conciencia, la cual puede ser objeto de
una interpretación sicológica; actitud consistente en la ignorancia de perjudicar un
interés ajeno tutelado por el Derecho”.
De esta manera, es el estado de ignorancia el que impide que el acto se encuentre
impregnado de ilicitud y que se considere que la persona actuó de forma contraria
a la buena fe, la ignorancia debe ser de tal magnitud que pese a actuar
diligentemente no ha podido superarse, en la medida en que no sabía que su
actuación estaba provocando un daño a un interés ajeno, contrario sensu, el
conocimiento de estar causando un perjuicio eliminaría la licitud de la actuación.
La buena fe no sólo se manifiesta en este sentido, sino que también puede darse
cuando se cree que la parte con la cual se pretende realizar un negocio tiene el
derecho para disponer de éste. Se trata entonces de un estado de conciencia en
el que se infiere una capacidad o competencia de la persona con la que se va a
contratar, lo cual imprime justicia y corrección al sujeto que tiene tal creencia.

 En la formación del contrato: se da durante los tratos preliminares, en


donde se debe corrección, información y aclaración con el fin de que la otra
parte no resulte perjudicada por posibles omisiones en la información. Este
punto específico, no se encuentra regulado en la Convención de Viena,
pese a esto es sabido por todos nosotros que es un principio que rige todo.
De esta manera y ante la ausencia de regulación en La Convención
debemos acudir a las disposiciones que sobre el particular expone nuestro
el ordenamiento interno en tanto regula claramente la responsabilidad civil
precontractual y la consecuente obligación indemnizatoria que reposa
sobre la parte que se comporta como incumplida o reticente en esta primera
fase de las tratativas o negociaciones preliminares.
En este sentido, los primeros tratos de las partes que no constituyen contrato
como tal nunca son intrascendentes pues sirven para fijar las primeras reglas de
sujeción entre ellas y además para esclarecer o interpretar la real voluntad de las
mismas.
Identificamos como actos de esta naturaleza aquellos que lejos de ser una oferta
o aceptación de oferta como tal, se configuran como estructuras básicas dentro
de las que se edifican las características importantes de la prospectiva intención
de contratar.
De manera que el Máximo Tribunal de la Justicia Ordinaria prescribe una
responsabilidad precontractual cuando no se ha procedido con buena fe exenta
de culpa como lo dispone el artículo 863 del Código de Comercio en los tratos
preliminares de la siguiente forma:
Pero en este período “precontractual”, eso es, aquel que antecede al contrato que
se proyecta realizar, instantáneamente con su aceptación o en forma diferida o
posterior a la aceptación de unas etapas previas, las partes en uno y otro caso
“deberán proceder de buena fe exenta de culpa” (art. 863 C.Co.), es decir, no solo
con la creencia de la legitimidad de la negociación precontractual que se está
realizando sino que es necesario, además, exteriorizarla y objetivarla
diligentemente ante la otra u otras partes interesadas, suministrando
oportunamente todas las informaciones necesarias, adoptando los
comportamientos inequívocos pertinentes y cumpliendo los deberes preparatorios
previstos expresa o tácitamente en la fase correspondiente, que en una y otra
sean necesarios para el desarrollo normal de dicho período, que le impone asumir
por cuenta propia los gastos del itercontractual. Puesto que en el evento en que
una de ellas obre de mala fe en la actuación renegociar o que, obrando de buena
fe, lo haga con culpa en el comportamiento negociar debido, creando así dolosa
o culposamente expectativas o ventajas que conducen o sostienen la fase
negociar, incurre en responsabilidad por los perjuicios ocasionados (daño in
contrayendo) que deben limitarse, de un lado, al daño emergente, entendido como
lo hace la doctrina, como perjuicio sufrido con los gastos, costos e inversiones
efectuadas en al etapa renegociar que le ha sido prejudicial (interés negativo
contractual, es decir, por la no conclusión injustificada el contrato), incluyendo, con
fundamente en la equidad reparadora como lo ha dicho esta Corporación en otros
eventos, la corrección monetaria por la notoria devaluación sobre dicho monto; y,
del otro, el lucro cesante relativo a la pérdida de beneficios o ganancias ordinarias
efectiva y realmente dejadas de obtener por habérsele impedido la especial
explotación y rendimiento (incluso financiero) de la suma nominal del gasto o
inversión o por el excepcional rechazo de otras reales contrataciones ordinarias
hechas con fundamento en la perspectiva de aquel contrato proyectado, que
injustificadamente se frustrara (arts.822 C.Co. y 1614 C.C.), todo lo cual debe
aparecer debidamente acreditado.
 Durante el desarrollo de la relación contractual: la buena fe en esta etapa
busca la satisfacción plena de las prestaciones debidas.
 Después de su agotamiento: consiste en la lealtad caracterizada por el
respeto hacia el interés de la contraparte, los cuales se ven protegidos por
obligaciones encaminadas a mantener la satisfacción de las prestaciones
cumplidas.
A su vez, los Principios de UNIDROIT reflejan que esta buena fe no puede verse
dentro del contexto de cada país, sino que debe analizarse en un plano general e
internacional, como lo establece el artículo 1.7 de los Principios de UNIDROIT,
buscando beneficio para las partes contratantes en igualdad de condiciones,
exigiendo lealtad en todas sus actuaciones y estableciendo la prohibición de
restringir su aplicación. De esta manera, se constituye en una norma imperativa,
que contiene una obligación impuesta a las partes incluso en los tratos
preliminares.
Al estudiar el principio de la buena fe como uno de los criterios rectores de la
interpretación de la Convención, vemos como en múltiples disposiciones se buscó
darle plena ejecución a dicho principio, tratando con ello mantener la equidad, la
reciprocidad y el beneficio mutuo para cada una de las partes contratantes.
De acuerdo con todo lo anterior se puede concluir que la buena fe no es
simplemente un concepto de raigambre popular, sino que trasciende y se lleva al
plano de las relaciones entre las personas, imponiendo una serie de obligaciones
y conductas para lograr la mutua satisfacción de intereses y evitando que se
produzcan perjuicios.
1.5.4 Vacíos o temas no regulados en la convención. Nuestro ordenamiento
comercial permite la aplicación de elementos suplenticos que resultan
aplicables en caso de vacíos o lagunas jurídicas; dichos medios son los principios
fundamentales de interpretación tales como la libertad de contratación, la libertad
de forma y de prueba, la buena fe, la autonomía de la voluntad de las partes.
De su parte, en presencia de estas irregularidades, el artículo 7 CNUCCIM
también permite la aplicación de medios supletivos como los indicados en el
numeral 2 del citado artículo, que dice:
“Las cuestiones relativas a las materias que se rigen por la presente Convención
que no estén expresamente resueltas en ella se dirimirán de conformidad con los
principios generales en los que se basa la presente Convención, a falta de tales
principios, de conformidad con el derecho nacional aplicable en virtud de la norma
de derecho internacional privado”
Según como lo enseña la Convención, las lagunas jurídicas se clasifican en dos
categorías, a saber: la que surge de ciertos temas que no se encuentran regulados
y la Convención no tiene interés en regularlos y aquella que no teniendo respuesta
legal debería tenerla, en la medida en que el Texto Vienés hace referencia a
dichos temas pero no los regula específicamente.
Para dar solución a los vacíos anteriormente señalados, vale resaltar el esfuerzo
que hace la Convención con miras a que frente cualquier materia que no esté
expresamente regulada, no se acuda como fuente primaria al derecho privado
nacional de cada país, sino que se busca aplicar normas o principios propios de
la Convención, para de esta forma garantizar su autonomía frente a los
ordenamientos jurídicos de sus naciones miembros.
Así mismo, la Convención en pro de su autonomía, reconoce explícitamente
dentro de su texto algunos de los principios de UNIDROIT, tales como la libertad
de contratación, de forma y de prueba, la buena fe y la prevalencia de la intención
de las partes, siendo esta enumeración de carácter enunciativo y no taxativo, por
lo cual los demás principios de UNIDROIT tienen plena aplicación.
Adicionalmente estos principios dan soluciones concretas a los diversos vacíos
que se presentan, sin embargo contienen una cláusula general cuyo objetivo es
dar respuesta a todas las posibles lagunas no contempladas expresamente.
Artículo 4.8 UNIDROIT:
1. Cuando las partes no se hayan puesto de acuerdo acerca de una disposición
importante para la determinación de sus derechos y obligaciones, se considerará
integrada al contrato aquella disposición que resulte más apropiada a las
circunstancias.
2. Para determinar cuál es la disposición más apropiada, se tendrán en cuenta
entre otros factores, los siguientes:
a. La intención de las partes;
b. La naturaleza y finalidad del contrato;
c. La buena fe y lealtad negocial
d. El sentido común.
1.5.5 Intención de las partes. Con relación a este tema, pueden presentarse
discrepancias entre la voluntad de las partes y la expresión de las mismas, ante
lo cual, los diferentes ordenamientos jurídicos han reconocido dos grandes
vertientes; la primera de ellas se denomina “teoría de la declaración”, para la cual
prevalece lo expresado por una parte sobre su verdadera y real intención, dando
plenos efectos al negocio aparente. Sin embargo, por su rigidez, fue atenuada por
la “teoría de la confianza”, para la cual no basta la simple declaración, sino que
requiere que ésta hubiere sido tal, que generara una confianza justificada con la
voluntad efectiva, para que prevalezca la misma.
Contrario a estas teorías se encuentra un segundo grupo encabezado por la de
la voluntariedad, en la cual prevalece la intención real de las partes sobre su
declaración por lo que le niega los efectos al negocio aparente, en la medida en
que carece de voluntad.
Sin embargo, en caso de no encontrarse la voluntad real de las partes, el artículo
1624 del C.C establece que las cláusulas ambiguas se interpretan a favor del
deudor, pero si fue impuesta por alguna de las partes se tendrá en contra de ésta,
si la ambigüedad se debe a su falta de explicación sobre las mencionadas
cláusulas.
Por su parte, la Convención acoge la segunda de las anteriores teorías e incluye
una disposición que indica cómo debe interpretarse la manifestación de voluntad
expresada por las partes en el contrato de compraventa internacional, la cual
señala:
Artículo 8 CNUCCIM:
1. A los efectos de la convención, las declaraciones y otros actos de una parte
deberán interpretarse conforme a su intención cuando la otra parte haya conocido
o no haya podido ignorar cuál era esa intención.
2. Si el párrafo precedente no fuere aplicable, las declaraciones y otros actos de
una parte deberán interpretarse conforme al sentido que les habría dado en igual
situación una persona razonable de la misma condición que la otra parte.
3. Para determinar la intención de una parte o el sentido que habría dado una
persona razonable, deberán tenerse debidamente en cuenta todas las
circunstancias pertinentes de caso, en particular las negociaciones, cualesquiera
prácticas que las partes hubieran establecido, entre ellas, los usos y el
comportamiento ulterior de las partes.
De esta forma, resulta evidente que si el contrato de compraventa busca una
satisfacción de beneficios y expectativas para las partes contratantes en virtud del
consentimiento que estas expresan, lo mínimo que se puede esperar es que haya
una verdadera seguridad sobre su intención real a la hora de contratar, de modo
que se proteja el verdadero contenido del contrato, aplicando la teoría de la
voluntariedad antes explicada.
Para desarrollar lo anterior, la Convención exige como condición esencial que la
intención real sea conocida o no haya podido ignorarse al momento de celebrar el
contrato, estableciendo una carga para cada una de las partes de manifestar su
voluntad de forma exacta y precisa, vinculando al otro contratante, quien sólo se
libera probando que no conoció dicha voluntad, protegiendo así el principio de
normatividad que involucra todos los actos jurídicos consistente en que el contrato
es ley para las partes y por tal motivo debe poder establecerse de manera
inequívoca cual es la intención de las mismas.
De la disposición anteriormente señalada se deduce que cuando resulte
imposible descifrar la voluntad real, deberá ponerse en práctica lo que haría un
hombre razonable puesto en las mismas circunstancias.
Sin embargo, no puede limitarse este criterio a una interpretación exclusiva de
determinado texto o cláusula del contrato sino que se extiende a la totalidad del
mismo y de sus obligaciones.
1.5.6 Usos convencionales y costumbre mercantil. Para lograr una completa
interpretación de la Convención no puede dejarse de lado el estudio de los usos
mercantiles, los cuales adquieren gran relevancia al punto de preferirse su
aplicación sobre el mismo Texto Vienés aunque sean contrarios a su contenido.
Esto ha sido regulado en el artículo 9 CNUCCIM cuyo tenor indica:
1. Las partes quedarán obligadas por cualquier uso en que hayan convenido y
por cualquier práctica que hayan establecido entre ellas.
2. Salvo pacto en contrario, se considerará que las partes han hecho tácitamente
aplicable al contrato o a su formación un uso del que tenían o debían haber tenido
conocimiento y que, en el comercio internacional sea ampliamente conocido y
regularmente observado por las partes en contratos del mismo tipo en el tráfico
mercantil de que se trate.
Esta disposición encierra dos supuestos que el profesor OVIEDO ALBÁN, expone
de la siguiente forma:
“En el primer caso se trata de la voluntad de las partes que incorpora un uso
particular autónomamente convenido por las partes, y el segundo creemos que se
refiere en concreto a las costumbres, o hechos públicos, uniformes y reiterados,
que son obligatorias según el convencimiento y opinión juris que existe sobre su
obligatoriedad. El segundo caso es el de la costumbre internacional”.
Los usos anteriormente estudiados deben ser válidos, es decir, no pueden
imponerse con violencia o engaño y no pueden atentar contra una norma de
interés público que deba aplicarse al contrato, lo cual refleja la buena fe que debe
informar las relaciones que se sujetan a la Convención.
Prácticas negociables: éstas se caracterizan por ser conductas establecidas entre
los intervinientes del negocio para el cumplimiento de sus respectivas
obligaciones que, por la habitualidad con la que se han venido practicando en el
transcurso de contratos anteriores, se consideran vinculantes para los mismos
convirtiéndose en contenido del contrato.
Uso convencional: éste consiste en un acuerdo particular y determinado
(expreso o tácito) para el empleo de un uso específico en una transacción
concreta.
Uso normativo: el párrafo 2º del artículo 9 CNUCCIM considera la eficacia, que
dicho sea de paso queda anulada por la voluntad negocial, del uso normativo, es
decir, de la costumbre mercantil entendida como práctica comercial que, siendo
suficientemente conocida y observada en un cierto sector del comercio
internacional, se convierte en cláusula tácitamente aplicable al contrato o a su
formación. Se trata en definitiva de la existencia de conductas que, generadas por
las sociedad de comerciantes en un determinado sector del tráfico negocial, son
ampliamente conocidas y regularmente observadas porque existe la convicción
de que así debe ser o bien porque existe una práctica actual.
1.5.7 Forma y prueba del contrato. La Convención en su artículo 11 promueve
la libertad de forma y de prueba para el contrato de compraventa con el fin de
facilitar el comercio internacional, el primero de estos principios nos enseña que:
“las partes son libres, en general, para expresar sus intenciones en la forma en
que mejor les acomode y que consideren más oportunas, o más en consonancia
con sus intenciones, de manera que toda manifestación es, por lo común,
jurídicamente relevante”
Así las cosas, no se establece una solemnidad para perfeccionar el contrato, sino
que se acoge el criterio de la consensualidad ya estudiado.
Recordemos que frente a este principio se pueden dar dos excepciones, la
primera cuando los Estados exijan alguna solemnidad para la celebración del
contrato, la Convención la respetará, si se realiza la reserva establecida en el
artículo 96 CNUCCIM respecto de los artículos 11 y 29 CNUCCIM que establecen
el principio de la consensualidad. Frente a esta reserva, es importante a la hora
de contratar observar si el derecho interno del país donde se ubican los
establecimientos de las partes, ha realizado la reserva mencionada, en la medida
en que estas no pueden ir en contravía de lo que su mismo derecho interno
dispone, con el objetivo de evitar la ineficacia del contrato.
La citada reserva se erige como muralla infranqueable, frente a los Estados que
han dado prelación a la ritualidad de las formas para la prueba y celebración de la
figura contractual en comento.
La otra excepción consiste en que las partes también podrán pactar formalidades
para la celebración, modificación, etc. del contrato en virtud del artículo 29.2
CNUCCIM, cuyo tenor literal indica:
“Un contrato por escrito que contenga una estipulación que exprese que toda
modificación o extinción por mutuo acuerdo se haga por escrito, no podrá
modificarse ni extinguirse por mutuo acuerdo de otra forma. No obstante,
cualquiera de las partes quedará vinculada por sus propios actos y no podrá alegar
esa estipulación en la medida en que la otra parte se haya basado en tales actos”.
Finalmente, la libertad de la prueba respecto del contrato se deduce de la
consensualidad del contrato, ya que al no exigirse una solemnidad determinada
se podrá tener en cuenta cualquier medio probatorio existente.
1.5.8 Medios escritos. Según el artículo 13 CNUCCIM, los medios escritos
comprenden el telegrama y el télex, por lo cual se hace necesario una
interpretación amplia, dándole a esta disposición un carácter enunciativo y no
taxativo, para no dejar por fuera otros medios escritos que se han venido dando
por virtud de los avances tecnológicos, ya que una interpretación restrictiva
excluiría de su alcance los registros computarizados, el correo electrónico, etc.
En nuestro derecho interno se generó una gran discusión acerca de la validez del
télex y del fax, la cual fue solucionada por la ley de comercio electrónico, que les
reconoció el carácter de documento, para poder ser usados como medios
probatorios.

Greis
4.1.1.3 TÉRMINOS DE ENTREGA. La Convención da libertad para que las partes
pacten el término de la entrega y según la práctica comercial, los más usados para
tal fin, son:

 EXW: el producto se pone a disposición del comprador ya en las


instalaciones del exportador, en fábrica.
 FCA, FAS, FOB, CFR, CIF, CPT y CIP: el importador asume costes y
riesgos en todo lo relacionado con el transporte de la mercancía desde el
momento en que la empresa de transporte recibe los bienes ya en
condiciones adecuadas para su despacho.

Cuando el contrato se produce en las condiciones menos favorables para el


vendedor, es decir, en los casos en que la entrega de los bienes no tiene lugar
hasta la llegada a destino, será éste quien asuma el coste y los riesgos del
transporte y lo que conlleva hasta que se alcance el punto acordado por contrato
para la entrega. En estas circunstancias se puede hablar de dos supuestos
diferentes:

 DAP: el vendedor debe hacerse cargo de todos los gastos y


responsabilidades que conlleve el asumir la propiedad de las mercancías
objeto de contrato hasta el momento en que se produzca el desembarco
de las mismas en el puerto convenido.
 DAT y DDP: el exportador mantiene su responsabilidad sobre las
mercancías hasta que éstas llegan al punto de destino y no antes.

4.1.1.4 ENTREGA ANTICIPADA Y ENTREGA MAYOR DE BIENES.


La Convención, en su artículo 52 permite al comprador aceptar o rechazar las
mercaderías anticipadas y si voluntariamente las acepta antes del plazo, tiene el
derecho a pedir que se le subsane cualquier falta de Conformidad de las mismas
o entregar otras en sustitución, siempre que no ocasione al Comprador gastos
excesivos y sin perjuicio de la correspondiente indemnización (artículo 37
CNUCCIM).
De igual manera el artículo 52 CNUCCIM, regula la posibilidad de que el vendedor
entregue una cantidad de mercaderías superior a la expresada en el contrato, caso en
el cual, la Convención faculta al comprador para que acepte la cantidad adicional
pagando según el precio del contrato o la rechace.

4.1.1.5 DOCUMENTOS. Dentro de la obligación de entregar las mercaderías el


comprador debe anexar todos los documentos que puedan ser necesarios para
permitir el efectivo goce, disfrute y disposición del objeto del contrato; entendiendo
por tales no sólo los documentos representativos de mercaderías, sino todos los
certificados técnicos y arancelarios que puedan ser útiles al comprador, pues tal
como lo ha establecido la doctrina:
Pese a esto, si el vendedor se niega a reparar o sustituir las mercaderías y el
comprador insiste en la realización material de su derecho, no quedará más
remedio que acudir a los tribunales para que ordenen dicho cumplimiento, sin
embargo, el juez sólo decreta el cumplimiento específico cuando así lo haría
aplicando su propio derecho, pero si por virtud de la legislación interna no es
posible exigirlo, el artículo 28 CNUCCIM lo faculta para que ordene o no su
cumplimiento.
Finalmente, es de recordar que la entrega debe ser plenamente conforme,
4.2 DERECHOS Y ACCIONES EN CASO DE INCUMPLIMIENTO DE LAS
OBLIGACIONES POR PARTE DEL VENDEDOR
4.2.1 Derechos del comprador. En caso de incumplimiento del contrato, los
derechos y acciones son comunes a ambas partes, salvo determinadas acciones
que están específicamente diseñadas para el comprador, las cuales se sintetizan
de la siguiente manera:

a. Cumplimiento específico del contrato por falta de conformidad


􀂃 Sustitución de mercaderías
􀂃 Reparación de mercaderías
􀂃 Concesión de un plazo suplementario para cumplir (nachfrist)
􀂃 Acción quianti minoris (reducción del precio)
b. Resolución del contrato
c. Indemnización de los daños y perjuicios
4.2.1.1 Cumplimiento específico del contrato por parte del vendedor.
Ante la falta de Conformidad en la entrega de mercaderías, el comprador puede
exigir al vendedor la entrega de la mercadería o el cumplimiento de las demás
obligaciones incumplidas. El fundamento de esta acción se encuentra en el
artículo 46 numeral 1 CNUCCIM, cuyo tenor indica:
“El comprador podrá exigir al vendedor el cumplimiento de sus obligaciones, a
menos que haya ejercitado un derecho o acción incompatible con esa exigencia”.
Así las cosas, el comprador puede exigir el cumplimiento específico ya sea
exigiendo mercadería sustitutiva o reparación de la entregada
4.2.1.1.1 Sustitución de mercaderías. El artículo 46 numeral 2 CNUCCIM,
permite al comprador exigir la entrega de mercaderías en sustitución de las que
se entregaron ante una falta de conformidad. Dicha solicitud ha de comunicarse
al vendedor en el mismo documento que informe la falta de conformidad de las
mercancías, dentro de un plazo máximo de dos años contados desde la fecha en
que las mercaderías se pusieron en poder efectivo del comprador o dentro de un
plazo razonable a partir de ese momento.
4.2.1.1.2 Reparación de mercaderías. El comprador tiene la posibilidad por virtud
del
artículo 46 numeral 3 CNUCCIM de exigir al vendedor que repare las mercancías
Inconformes, para subsanar su incumplimiento, pero dicha solicitud, además de
cumplir los mismos requisitos temporales exigidos para la sustitución de
mercaderías.
Pese a esto, si el vendedor se niega a reparar o sustituir las mercaderías y el
comprador Insiste en la realización material de su derecho, no quedará más
remedio que acudir a los tribunales para que ordenen dicho cumplimiento

4.2.1.1.2.1 CONSERVACIÓN DE MERCADERÍAS.


El vendedor está obligado a tomar las medidas necesarias para la conservación
de las mercancías aun cuando el comprador se demore en la recepción o no
pague el precio. Pero si el comprador se demora en exceso y no paga, el vendedor
pondrá, previo aviso al comprador, vender a otro la mercadería.
El vendedor debe conservar las mercaderías aun cuando el comprador se demore
en la recepción de las mismas o no pague el precio cuando debía realizarse
simultáneamente con la entrega. De la misma manera, cuando el vendedor
entrega las mercaderías a un transportista tiene que cumplir esta obligación por
cuanto éstas siguen estando bajo su control, aunque los riesgos se hayan
transmitido al comprador.
4.2.1.1.3 CONCESIÓN DE UN PLAZO SUPLEMENTARIO PARA CUMPLIR
(NACHFRIST).
El artículo 47 CNUCCIM permite al comprador acordar con el vendedor un plazo
adicional a fin de Cumplir sus obligaciones, el cual debe estar expresamente
pactado y determinado, pues de lo contrario, de usar un lenguaje tal como “pague
cuanto antes, necesito las mercancías, envíe sin retraso” o se estipula de forma
implícita (por el simple transcurso de unos meses tras el incumplimiento) no se
entiende otorgado y, solo las partes, voluntariamente pueden fijar esta clase de
plazos, pues por expresa disposición del artículo 45 numeral 3 CNUCCIM, los
jueces en ningún momento pueden conceder esta clase de plazos.
Finalmente, es evidente que el comprador durante el plazo concedido no puede
ejercitar acción alguna por incumplimiento del contrato.

4.2.1.1.4 ACCIÓN DE REBAJA DEL PRECIO (QUANTI MINORIS). LA


CONVENCIÓN DE VIENA, EN LOS ARTÍCULOS 44 Y 50 CNUCCIM
ESTABLECE:

“Artículo 44
No obstante lo dispuesto en el párrafo 1° del artículo 39 y en el párrafo 1° del
artículo 43, el comprador podrá rebajar el precio conforme al artículo 50 o exigir la
indemnización de los daños y perjuicios, excepto el lucro cesante, si puede aducir
una excusa razonable por haber omitido la comunicación requerida.”
Artículo 50
Si las mercaderías no fueren conformes al contrato, háyase pagado o no el precio,
el comprador podrá rebajar el precio proporcionalmente a la diferencia existente
entre el valor que las mercaderías efectivamente entregadas tenían en el
momento de la entrega y el valor que habrían tenido en ese momento mercaderías
conformes al contrato.
El comprador tiene la posibilidad de rebajar directamente el precio sin necesidad
de acudir al juez, sin embargo, si el vendedor considera que se ha abusado de
ese derecho, puede promover la correspondiente acción y el juez será quien
decida.
Cabe recordar, que para poder ejercer este remedio jurídico, el comprador debió
comunicar la falta de conformidad en forma y tiempos debidos y de esta manera
lograr que el precio sea debidamente recalculado.
4.2.1.2 Resolución del contrato. La Convención permite al comprador resolver
el contrato sin necesidad de acudir al juez, siempre y cuando se cumplan
determinadas condiciones.
Esta figura constituye una innovación frente a nuestro ordenamiento jurídico, en
la medida que la Convención desjudicializó la resolución del contrato.

4.2.1.2.1 Causales. El incumplimiento del vendedor debe ser esencial,


entendiendo por tal:
“Artículo 25 Cuando cause a la otra parte un perjuicio tal que prive sustancialmente
de lo que tenía derecho a esperar en virtud del contrato, salvo que la parte que
hay incumplido no haya previsto tal resultado y que una persona razonable de la
misma condición no lo hubiera previsto en igual situación”.
De todas maneras, el comprador podría considerar cualquier evento como
incumplimiento esencial. Por ello debe observarse si el perjudicado todavía puede
hacer uso de las mercancías, venderlas con la posibilidad de recuperar los daños
y perjuicios u obtener mercancías sustitutivas.

Finalmente, si el vendedor no cumple dentro del plazo adicional otorgado, el


comprador podrá ejercer su derecho. Por último, se podrá declarar la resolución
del contrato respecto de entregas pasadas o futuras, si por razón de su
interdependencia, tales entregas no pudieran destinarse al uso previsto por las
partes en el momento de la celebración del contrato (artículo 73 numeral 3
CNUCCIM).
4.2.1.2.2 Requisitos. Para lograr la efectividad de este remedio jurídico, el
comprador debe notificar al vendedor, por disposición expresa del artículo 26
CNUCCIM cuyo texto indica:
La resolución del contrato se produce cuando no se entrega en el plazo
establecido para tal fin. Sin embargo, antes de esa fecha puede darse por
terminado si una de las partes incurre en incumplimiento esencial del contrato
(artículo 72 numeral 1 CNUCCIM). En este caso, si hubiese tiempo para ello, el
comprador debe enviar una comunicación al vendedor previa a la resolución, para
permitirle dar garantías de su cumplimiento por virtud de lo establecido en el
artículo 72 numeral 2 CNUCCIM.

4.2.1.2.3 Efectos. Estos se derivan de la resolución, en virtud de los artículos 81a


84 de la CNUCCIM, los cuales buscan situar a las partes en la posición que
ostentaban antes de la celebración del contrato.
Uno de los primeros efectos que se desprenden de los mencionados artículos
consiste en que el comprador puede exigir la restitución del precio que hubiere
pagado e incluso exigir los intereses desde que realizó el pago, por disposición
expresa del artículo 84 numeral 1 CNUCCIM
El vendedor, si estuviere obligado a restituir el precio, deberá abonar también los
intereses correspondientes a partir de la fecha en que se haya efectuado el pago.”

4.2.1.3 Indemnización de los daños y perjuicios. Con esta acción se busca


situar al comprador en la misma posición que ostentaría de haberse cumplido el
contrato, la cual incluye el lucro cesante (ganancia dejada de obtener como
consecuencia del incumplimiento) y el daño emergente (la pérdida efectivamente
sufrida). Los perjuicios indemnizables son, en todo caso los que sean previsibles
al momento de la celebración del contrato.
Adicionalmente, las partes libremente pueden pactar una cláusula penal que
establezca la indemnización de los daños y perjuicios causados por el
incumplimiento.

4.3 OBLIGACIONES DEL COMPRADOR


Las obligaciones del comprador se encuentran reguladas en los artículos 53 y
siguientes de la Convención, teniendo en cuenta que las partes según los
principios de autonomía de la voluntad y libertad contractual, pueden crear
obligaciones adicionales derivadas de los usos mercantiles.
De esta manera las obligaciones del comprador son:
􀂃 Pagar el precio
􀂃 Recibir las mercaderías

4.3.1 Obligación de pagar el precio. Resulta ser inherente a la compraventa


internacional, puesto que no sería posible concebir este tipo de contrato si no
existiera un precio por la mercancía que se pretende vender.
No habrá compraventa si los contratantes no convienen en el precio o en la
manera de determinarlo.
4.3.1.1 Concepto y contenido de la obligación. El artículo 54 CNUCCIM
señala:
“la obligación del comprador de pagar el precio comprende la de adoptar las
medidas y cumplir los requisitos fijados por el contrato o por las leyes o los
reglamentos pertinentes para que sea posible el pago”
Así, la obligación de pagar el precio consiste en que el comprador entregue la
cantidad de dinero convenida al vendedor, por lo que previamente deberán
ejecutar una serie de acuerdos que permitan cumplir dicho objetivo, tales como
fijar la moneda, comprar divisas, entre otras. Sin embargo, muchas veces la
adopción de estas medidas no depende exclusivamente de la voluntad de las
partes, sino que involucran a terceros, por ejemplo autorizaciones administrativas,
casos en los cuales, las partes adquieren obligaciones de medio, pero cuando el
cumplimiento.
4.3.1.2 Moneda de Pago. La Convención no contiene ninguna estipulación
expresa o tácita que indique el tipo de moneda en que debe pagarse el precio, es
decir la divisa en la cual el comprador debe cumplir con su obligación esencial,
por lo que se deduce que serán las partes quienes fijen la moneda en la cual se
hará el pago.
4.3.1.3 A quién debe hacerse el pago. Es evidente que el pago deberá hacerse
al vendedor de las mercaderías, pero ninguna estipulación en la Convención
impide que de conformidad con el derecho interno, existan otras personas que se
legitimen para cobrar el pago.
4.3.1.4 Forma para realizar el pago. Con relación a este tema, la Convención
realza su Carácter dispositivo permitiendo a las partes acordar la forma para
realizar el pago.
El pago puede hacerse en efectivo, por transferencia bancaria, a través de cheque
y sobre todo mediante la utilización de créditos documentarios estipulados por las
Reglas y Usos relativos a los créditos documentarios publicadas por la Cámara
de Comercio Internacional.
4.3.1.5 Lugar del pago. Inicialmente las partes deben acordar el lugar donde se
pagará el precio, a falta de esta estipulación el artículo 57 CNUCCIM tiene dos
soluciones:

La primera de ellas consiste en que el comprador deberá pagar el precio en el


establecimiento del vendedor y la segunda en el lugar de entrega cuando el pago
debe hacerse contra entrega de mercaderías o de documentos.
4.3.1.6 Momento del Pago. Siguiendo la misma senda que ofrece la Convención,
en primer lugar se tienen en cuenta las estipulaciones de las partes en el contrato,
los usos y las normas de los organismos internacionales como INCOTERMS
 Pagar el precio cuando el vendedor ponga a su disposición las mercaderías
o los documentos representativos.
 Si el contrato implica transporte, las mercaderías o documentos se
entregarán al comprador únicamente contra el pago del precio.

4.3.1.7 Determinación del precio. Este tema fue tratado previamente en el


numeral 2.1, por lo que nos remitimos a su contenido.
De todas maneras, cabe señalar que el artículo 56 CNUCCIM establece que si
debe determinarse el precio según el peso de la mercadería, en caso de duda,
será determinado por el peso neto y si el comprador acepta un número mayor de
mercaderías a las pactadas, se pagan de conformidad con el precio convenido en
el contrato.

4.4 OBLIGACIÓN DE RECIBIR LAS MERCADERÍAS

El artículo 60 CNUCCIM señala:


La obligación del comprador de proceder a la recepción consiste:
a) En realizar todos los actos que razonablemente se esperan de él para que el
vendedor pueda efectuar la entrega.
b) En hacerse cargo de las mercaderías.
Podría discutirse si recibir las mercaderías es en realidad una obligación, o
constituye una carga; en todo caso, es correlativa a la obligación del vendedor de
entregar las mercaderías.
Estas actividades necesarias para efectuar la entrega pueden agruparse
así:
1. Obligación de entrega material de embalaje
2. Información al vendedor puesto, que el embalaje forma parte del proceso de
producción
3. Asistencia al vendedor en la realización de actividades administrativas”
La segunda obligación que se deriva del artículo anterior, se refiere a la posesión
física que debe ejercer el comprador respecto de las mercaderías.
4.4.1 Lugar y Tiempo de la recepción. Una vez más, la Convención permite que
las partes pacten el lugar de entrega, sin embargo si no existe acuerdo sobre esto,
se acude a las reglas establecidas en el artículo 31 CNUCCIM, que se refiere a
las obligaciones del vendedor.

4.5 DERECHOS Y ACCIONES POR INCUMPLIMIENTO DEL CONTRATO POR


EL COMPRADOR
4.5.1 Derechos del Vendedor. La finalidad de las siguientes disposiciones es
apelar a la Igualdad y a la equidad, pues establecen derechos y acciones del
vendedor en caso de que el comprador sea la parte incumplida, guardando
simetría con lo prescrito en los artículos 45 y siguientes CNUCCIM, preceptos
que a su vez establecen los derechos y acciones en caso de incumplimiento del
contrato por el vendedor .
4.5.1.1 Derechos específicos. Los artículos 61 y siguientes CNUCCIM
disponen que si el comprador no cumple con las obligaciones que le incumben
conforme al contrato, el
Vendedor podrá:
 Exigir el cumplimiento. El vendedor puede exigir el pago del precio, la
recepción de las mercaderías o el cumplimiento de las demás obligaciones
que le incumben salvo que el vendedor haya ejercitado un derecho o acción
incompatible con esta exigencia.
 Exigir la indemnización de daños y perjuicios. El vendedor está
facultado para solicitar el pago de daños y perjuicios de manera
independiente.
 Declarar resuelto el contrato. La resolución, explicada anteriormente en
el numeral 4.2 de acciones del comprador, resulta plenamente aplicable al
vendedor cuando es el primero quien incumple sus obligaciones.
Finalmente cabe anotar, que para que la figura de la resolución opere es necesario
que ésta llegue a su destinatario y según las prescripciones sobre envío y
aceptación de la oferta establecidas por la Convención, se deduce que aquella no
es susceptible de revocación, salvo si esta última llega primero o a la vez con ésta.
Especificación de las Características de las Mercaderías. Si el contrato exige
al comprador especificar la forma, las dimensiones u otras características de las
mercaderías, y aquel no cumple con esta carga que se le impone en la fecha
convenida, o en su defecto, dentro de un plazo razonable que empezará a correr
luego de que el vendedor lo haya requerido en este sentido, tendrá la facultad éste
último, sin perjuicio
de cualesquiera otros derechos que le correspondan, hacer la especificación de
las mercaderías él mismo, según la buena fe, atendiendo a las necesidades que
el comprador le haya hecho conocer.

5. DISPOSICIONES COMUNES A LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR Y


COMPRADOR

5.1 INCUMPLIMIENTO PREVISIBLE Y CONTRATO CON ENTREGAS


SUCESIVAS
5.1.1 Interrupción del cumplimiento. Tanto vendedor como comprador pueden
rehusarse a cumplir con sus obligaciones o suspender su cumplimiento,
comunicándolo
Recíprocamente, siempre y cuando una vez celebrado el contrato sea evidente
que la otra parte incurrirá en un incumplimiento esencial ocasionado bien porque
hay un menoscabo en la capacidad para cumplir.
En este orden, se tiene que existe menoscabo de la capacidad de una de las
partes para cumplir, cuando por ejemplo existe un deterioro grave en la maquinaria
que elabora las mercaderías que deben entregarse; en tanto que existe
menoscabo por afectación a la solvencia cuando la empresa entre en una
situación de liquidación o reestructuración.
El no cumplimiento de las obligaciones o la decisión de suspenderlas cuando se
fundamenta en el comportamiento de la otra parte, puede justificarse con las
actitudes Reticentes, equívocas, de desinterés, quietud y descuido de ésta.

5.1.2 Resolución del Contrato. Es el artículo 72 CNUCCIM, el que de acuerdo a


lo estudiado previamente en el numeral 4.2, faculta a las partes a resolver el
contrato si es previsible que antes de la fecha de cumplimiento se incurrirá en un
incumplimiento esencial, entendiendo por tal la definición consagrada en el
artículo 25 CNUCCIM. 143 Sin embargo, si hay tiempo, la parte que piensa
resolver el contrato podrá comunicar a la otra su decisión en un plazo razonable
para que ésta última ofrezca garantías, siendo esto meramente facultativo.
5.1.3 Contratos con Entregas Sucesivas. En el artículo 73 CNUCCIM, se
regulan los contratos con entregas sucesivas, permitiendo la resolución de éstos,
tratándose de entregas específicas, pasadas y futuras, remitiéndonos a lo
estudiado con anterioridad. En conclusión, es una medida que le permite declarar
a alguna de las partes la resolución con efectos a futuro, pero también con efectos
retroactivos cuando ya para ésta no reporta ninguna utilidad, siendo una figura
donde se resuelve la totalidad del acto jurídico y se debe restituir todo lo
entregado.
5.2 INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y PERJUICIOS
Es una prerrogativa a la que tiene derecho la parte cumplida respecto de la
incumplida, por las pérdidas y el deterioro patrimonial ocasionados a causa de la
conducta de ésta última, dejando a la persona que ha sufrido el daño en la misma
circunstancia en la que se encontraría si no hubiera mediado una situación
desfavorable. Ha de comprobarse el incumplimiento que puede no ser esencial,
pero debe haber un nexo de causalidad entre éste y el perjuicio sufrido. Es
importante recalcar que la Convención no exige requerimiento en mora, como
previamente lo analizamos en el numeral 4.3.1.6.
5.2.1 Elementos que componen la indemnización. La indemnización de daños
y perjuicios será en dinero, y está compuesta por el valor de la pérdida sufrida y
el valor de la ganancia dejada de obtener, es decir, el daño emergente y el lucro
cesante, excluyendo los daños punitivos.
5.2.2 Límites de la indemnización de perjuicios. El monto no puede superar la
pérdida que hubiera podido prever la parte incumplida al momento de la
celebración del contrato; de esto se desliga que la carga del incumplido es probar
la tasa de indemnización que está obligado a pagar. Para la fijación del límite
deben además tenerse en cuenta, los hechos de que tuvo o debió haber tenido
conocimiento en el mismo tiempo, como posible consecuencia del incumplimiento.
5.2.3 Compra de Reemplazo. La Convención en su artículo 75 permite al
vendedor y al comprador exigir como indemnización la diferencia entre el precio
del contrato y el precio de la venta o compra de reemplazo, siendo su contenido
del siguiente tenor literal: “Si se resuelve el contrato y si de manera razonable y
dentro de un plazo razonable, después de la resolución, el comprador procede a
una compra de reemplazo o el vendedor una venta de reemplazo, la parte que
exija la indemnización podrá obtener la diferencia entre el precio del contrato y el
precio estipulado en la operación de reemplazo, así como cualesquiera otros
daños y perjuicios exigibles conforme al artículo 74”.
5.2.4 Indemnización de daños y perjuicios cuando no hay compra o venta de
reemplazo.
El artículo 76 CNUCCIM establece tres requisitos para su aplicación: en primer
término el contrato ha de estar resuelto, en segunda instancia, debe existir un
precio corriente de las mercaderías y finalmente ni comprador ni vendedor pueden
haber efectuado compra o venta de reemplazo respectivamente. Verificados estos
requisitos la parte reclamará como indemnización la diferencia entre el precio
señalado en el contrato y el precio corriente en el momento de la resolución, así
como cualesquiera otros daños y perjuicios exigibles conforme al artículo 74
CNUCCIM; siempre y cuando el contrato se haya resuelto después de haberse
hecho cargo de las mercaderías, porque de lo contrario, la indemnización será la
diferencia entre el precio señalado en el contrato y el precio corriente en el
momento en que se haya hecho cargo de ellas.
5.2.5 Medidas para reducir las pérdidas. La parte cumplida debe adoptar según
las circunstancias las medidas razonables que su prudencia y diligencia le
indiquen para mitigar el perjuicio resultante del incumplimiento, so pena de que el
incumplido solicite la reducción de la indemnización que se le imputa, en la misma
cuantía en que debió reducirse la pérdida, en todo caso, de acuerdo con el artículo
77 CNUCCIM siempre deberá observarse la buena fe de la parte reclamante.

5.3 INTERESES
El artículo 78 CNUCCIM establece que si el comprador no paga el precio, el
vendedor tiene derecho a percibir intereses y correlativamente el artículo 84
numeral 1 CNUCCIM dispone que si el vendedor debe restituir el precio, tendrá
que hacerlo con los intereses correspondientes. Veamos las disposiciones en
mención: “Artículo 78 Si una parte no paga el precio o cualquier otra suma
adeudada, la otra parte tendrá derecho a percibir los intereses correspondientes,
sin perjuicio de toda acción de indemnización de los daños y perjuicios exigibles
conforme al artículo 74.” “Artículo 84
1. El vendedor, si estuviere obligado a restituir el precio, deberá abonar también
los intereses correspondientes a partir de la fecha en que es haya efectuado el
pago.” Sin embargo, estas disposiciones no mencionan el tema de la tasa de
interés, constituyéndose en una de esas lagunas que la Convención no quiso
llenar para dejar su tratamiento a los ordenamientos internos.
5.4 EXONERACIÓN DE RESPONSABILIDAD
La Convención trata este tema en el artículo 79, el cual dispone lo siguiente:
Artículo 79 1. Una parte no será responsable de la falta de cumplimiento de
cualquiera de sus obligaciones si prueba que esa falta de cumplimiento se debe a
un impedimento ajeno a su voluntad y si no cabía razonablemente esperar que
tuviese en cuenta el impedimento en el momento de la celebración del contrato,
que lo evitase o superase o que evitase o superase sus consecuencias. 2. Si la
falta de cumplimiento de una de las partes se debe a la falta de cumplimiento de
un tercero al que haya encargado la ejecución total o parcial del contrato, esa
parte sólo quedará exonerada de responsabilidad:
a) Si está exonerada conforme al párrafo precedente, y 148 b) Si el tercero
encargado de la ejecución también estaría exonerado en el caso de que se lo
aplicaran las disposiciones de ese párrafo. 3. La exoneración prevista en este
artículo surtirá efecto mientras dure el impedimento. 4. La parte que no haya
cumplido sus obligaciones deberá comunicar a la otra parte el impedimento y sus
efectos sobre su capacidad para cumplirlas. Si la otra parte no recibiera la
comunicación dentro de un plazo razonable después de que la parte que no haya
cumplido tuviera o debiera haber tenido conocimiento del impedimento, esta
última parte será responsable de los daños y perjuicios causados por esa falta de
recepción. 5. Nada de lo dispuesto en este artículo impedirá a una u otra de las
partes ejercer cualquier derecho distinto del derecho a exigir la indemnización de
los daños y perjuicios conforme a la presente Convención.
5.5 EFECTOS DE LA RESOLUCIÓN DEL CONTRATO
Los artículos 81 a 84 CNUCCIM regulan ya no las causales para declarar resuelto
el contrato sino los efectos que esta decisión ocasiona a la relación jurídica, los
cuales son los siguientes: • Extinción de las obligaciones. La resolución del
contrato libera a las partes de sus obligaciones dejando a salvo la indemnización
de perjuicios que pueda ser debida. Así mismo, la resolución del contrato tampoco
afecta las estipulaciones del contrato relativas a la solución de controversias, ni a
ninguna otra que regule los derechos y obligaciones de las partes en caso de
resolución, tales como las cláusulas que contenga sobre autocomposición,
heterocomposición, intereses y penalidades. Según nuestro ordenamiento, la
resolución es una forma de extinguir las obligaciones (artículo 1625 C.C.) y de
todas maneras no impide que se reclamen los perjuicios debidos (artículo 1546
C.C).
ƒ Restituciones Mutuas. De otro lado, la parte que ha cumplido total o
parcialmente el contrato, podrá reclamar de la otra la restitución de lo que haya
suministrado o pagado. La regla se vuelve bilateral en el evento en que tanto
comprador y vendedor estén obligados a restituir, caso en el cual los dos lo harán
de manera concurrente. La previsión anterior no tiene otro objetivo distinto de
dejar a los sujetos involucrados en la relación jurídica, en el estado en que se
encontraban antes de contratar. A su vez el artículo 1544 C.C prescribe que
cumplida la condición resolutoria debe restituirse lo que se hubiere recibido, así el
vendedor tendrá derecho a que se le devuelva la cosa entregada en virtud del
artículo 948 C.Co y el comprador a que se le devuelva el precio pagado según el
artículo 931 C.Co. El artículo 84 CNUCCIM, regula el tema de las restituciones a
realizar una vez resuelto el contrato, en virtud del cual, las partes están obligadas
a entregar las cosas y demás beneficios proporcionados por el otro contratante en
un momento determinado, para evitar un enriquecimiento sin causa. En primera
instancia, el vendedor que estuviere obligado a restituir el precio y los intereses
correspondientes desde la fecha en que se haya efectuado el pago. Por su parte
el comprador deberá abonar al vendedor el importe de todos los beneficios
obtenidos gracias a la posesión y usos de las mercaderías o una parte de ellas,
en tres casos especiales: ƒ Cuando esté obligado a restituir las mercaderías en
parte o en todo.
Si le es imposible restituir la totalidad o una parte de las mercaderías. ƒ Si es
imposible restituir la totalidad o una parte de las mercaderías, en un estado
sustancialmente idéntico al que las hubiera recibido, siempre que declare la
resolución del contrato o haya exigido al vendedor la entrega de otras mercaderías
en sustitución a las recibidas. En nuestro ordenamiento, el artículo 950 C.Co da
derecho al vendedor en caso de incumplimiento del comprador, a una justa
retribución por el uso que éste haya hecho de la cosa y a la restitución de los frutos
en proporción a la parte no pagada del precio, sin menoscabo de la
correspondiente indemnización de perjuicios.
Pérdida del derecho a declarar resuelto el contrato. Por regla general el comprador
no podrá declarar resuelto el contrato ni exigir al vendedor la entrega de otras
mercaderías en sustitución de las recibidas, cuando le sea imposible restituirlas
en un estado idéntico al que las hubiera recibido; sin embargo, se presentan tres
excepciones: a) Si la imposibilidad de restituir las mercaderías en un estado
sustancialmente idéntico a aquel en que el comprador las hubiera recibido, no
fuere imputable a un acto u omisión suyos. b) Si las mercaderías o una parte de
ellas perecen o se deterioran como consecuencia del examen que de su
conformidad realiza el comprador, el cual esta regulado en el artículo 38
CNUCCIM
c) Si habiendo falta de conformidad en las mercaderías entregadas, el comprador
sin haberse percatado, las vende en su totalidad o parcialmente, las consume o
las transforma conforme a un uso normal. No obstante, el comprador que
conforme al artículo 82 CNUCCIM, no pueda declarar resuelto el contrato ni exigir
al vendedor la entrega de otras mercaderías en sustitución de las recibidas,
conservará todos los demás derechos y acciones surgidos de éste y de la
Convención; así por ejemplo se deja a salvo su derecho a solicitar indemnización
de daños y perjuicios, el cobro de intereses, la disminución del precio, entre otros.
Esta previsión es compatible con la ley colombiana, pues el artículo 1546 del C.C
deja a salvo la indemnización de daños y perjuicios una vez declarado resuelto el
contrato.
5.6 CONSERVACIÓN DE LAS MERCADERÍAS.
5.6.1 Derecho de retención en favor del vendedor y obligación de adoptar las
medidas necesarias para la conservación de las mercaderías.
Si el comprador está en mora de recibir las mercaderías o no paga el precio de
éstas cuando se haya estipulado, el vendedor que las mantenga dentro de su
ámbito de disposición no estará obligado a entregarlas, pero debe adoptar las
medidas que dentro del principio de lo razonable y atendidas las circunstancias,
sean necesarias para la conservación de las mismas y la mitigación de las
pérdidas. De todas maneras, tendrá derecho a retenerlas hasta el pago del precio
o mientras el comprador reembolse las erogaciones utilizadas en la conservación
de las mercaderías. Con todo, podrá solicitar indemnización de daños y perjuicios
conforme al régimen general o la resolución del contrato cuando se presente
incumplimiento esencial de las obligaciones del comprador. Por su parte, el
artículo 928 C.Co también obliga al vendedor a conservar las cosas objeto de
venta hasta su entrega.
5.6.2 Derecho de retención a favor del comprador y obligación de adoptar
medidas necesarias para la conservación de las mercaderías.
El comprador tendrá este derecho cuando ha recibido las mercaderías y tiene la
intención de rechazarlas, debido al incumplimiento del vendedor. A pesar del
propósito de rechazo del comprador, deberá adoptar las medidas razonables que
sean necesarias para conservar las mercaderías y disminuir las pérdidas a que
estén expuestas; no obstante tendrá derecho a retenerlas hasta que el vendedor
le reembolse los gastos en que razonablemente haya incurrido para tal fin.
Cuando las mercaderías han sido expedidas y puestas a disposición del
comprador en el lugar de destino establecido y él ejerce efectivamente su derecho
a rechazarlas, como el comprador como no ha recibido las mercaderías, debe
tomar posesión de ellas por cuenta del vendedor, sin que el primero se convierta
en propietario, pues el único objetivo de esto es que se adopten las medidas
razonables. Se exceptúa al comprador de la obligación de tomar posesión de las
mercaderías por cuenta del vendedor, cuando no pueda hacerlo sin pagar el
precio ni acarreando inconvenientes o gastos excesivos; tampoco está obligado a
hacerse cargo de éstas cuando en el lugar de destino se encuentra el vendedor o
una persona facultada por él para ocuparse del cuidado de las cosas objeto de la
venta. De todas formas, si toma posesión de aquellas podrá ejercer el derecho de
retención, hasta que el vendedor reembolse los gastos que haya realizado para la
conservación y cuidado de las cosas dadas en venta.
5.6.3 Depósito y venta. La parte contratante sobre la cual recaiga la obligación
de desplegar medidas razonables a fin de conservar las mercaderías y mitigar las
pérdidas según los párrafos precedentes, podrá, siempre que no le sea posible
mantenerlas en su dominio, depositarlas en los almacenes de un tercero a
expensas de la otra parte, solo sí los gastos resultantes no son excesivos, o podrá
venderlas por cualquier medio apropiado, que satisfaga los intereses de la otra
parte. La referida operación se llevará a cabo por el vendedor si el comprador se
ha demorado excesivamente en tomar posesión de las mercaderías, en pagar el
precio o los gastos de conservación. Por su parte, lo hará el comprador, si el
vendedor se ha demorado excesivamente en aceptar la devolución de las
mercaderías o en pagar los gastos de conservación. Para poder vender las
mercaderías, el artículo 88 CNUCCIM, establece que ha de comunicarse esta
intención a la otra parte con una antelación razonable, salvo cuando las
mercaderías son de aquellas que su conservación entraña gastos excesivos o que
están expuestas a un rápido deterioro como la devaluación o la pérdida física.
La razón de la comunicación, es permitirle a la parte que se ha demorado
excesivamente en el cumplimiento de las obligaciones, ofrecer garantías o solicitar
plazos suplementarios, entre otros. El artículo 88 numeral 2 CNUCCIM pondera
dos intereses, por un lado el deber de notificar y por el otro la posibilidad de
vender; pero el primero de ellos cede ante el segundo cuando el objetivo principal
sea evitar la causación de perjuicios. Finalmente la parte que venda las
mercancías tendrá derecho a retener del producto del negocio una suma igual a
los gastos razonables en que incurrió para conservar y vender; es una figura de
compensación de deudas, pues el saldo habrá de abonarse a la otra parte.
6. TRANSMISIÓN DEL RIESGO
El núcleo fundamental de este acápite consiste en el concepto de “riesgo”,
entendiendo por tal: “el deterioro, pérdida o daño que pueden sufrir las
mercaderías desde que se perfecciona el contrato hasta el momento en el que se
realiza la entrega”94. Cabe resaltar que por deterioro y pérdida podemos entender
no solo la destrucción o extravío de las mercaderías, sino también robo,
confiscación y expropiación de las mismas. De esta forma, el siguiente paso es
definir qué significa soportar el riesgo y siguiendo los planteamientos de los
anteriores doctrinantes establecemos que: “soportar el riesgo significa sufrir las
consecuencias negativas que se dan por los deterioros o daños del objeto de la
compraventa”95. Lo que quiere decir, que si quien lo soporta es el vendedor, él
debe entregar otro bien en sustitución sin recibir dinero por éste; mientras que si
quien lo soporta es el comprador, éste debe pagar el precio sin recibir la cosa.
Nuestro ordenamiento civil trae una diferenciación con relación a la transmisión
del riesgo según se trate de objeto de cuerpo cierto o de género, por cuanto éste
no perece y como consecuencia de ello, si la cosa se destruye, el deudor debe
entregar otra de igual cantidad, calidad y peso tal como lo dispone el artículo 1566
C.C; contrario sensu, si la cosa es de cuerpo cierto, se aplica el principio según el
cual Res Perit Creditor, es decir, la cosa perece para su acreedor cuando ésta se
encuentra plenamente determinada e individualizada, salvo caso fortuito o fuerza
mayor. Así se desprende del artículo 1648 cuyo tenor indica: “Si la deuda es de
un cuerpo cierto, debe el acreedor recibirlo en el estado en que se halle...” Es
decir, mientras en nuestra legislación civil en principio el riesgo es para el
comprador salvo que se venda bajo condición suspensiva y la cosa perezca antes
de cumplirse, que el vendedor venda a dos personas en contratos diferentes o
que el deudor esté en mora, en nuestro ordenamiento comercial en principio el
riesgo es para el vendedor hasta que realice la entrega del bien al comprador,
caso en el cual el riesgo se trasladará a éste último. Por tal motivo, determinar el
momento de la entrega se hace fundamental, por lo cual nuestro ordenamiento
comercial ha considerado entrega cuando se entrega el título, por la fijación del
nombre y marca en el bien por parte del comprador con la aquiescencia del
vendedor y cuando el vendedor entrega la mercancía al transportador para
enviarla al comprador se entiende entrega por que el transportador actúa como
mandatario del mismo salvo si se envía a otra persona para que la entregue al
comprador solamente cuando éste pague o si pactaron un lugar de entrega, el
riesgo es para el vendedor hasta tanto no lo entreguen en el lugar del comprador.
6.1 NORMATIVIDAD
A fin de determinar la responsabilidad por la pérdida o deterioro de las mercancías,
el artículo 66 CNUCCIM se configura como la piedra angular de la transmisión del
riesgo, pues dispone que si el daño o pérdida es por una causa extraña, las partes
en el contrato no responden; pero, si la pérdida es imputable a una de las partes,
el responsable del daño debe soportar el riesgo. “Artículo 66 La pérdida o el
deterioro de las mercaderías sobrevenidos después de la transmisión del riesgo
al comprador no liberarán a éste de su obligación de pagar el precio, a menos que
se deban a un acto u omisión del vendedor”. Podemos observar que dicha
disposición incorpora una regla general mediante la cual el comprador no se libera
de pagar el precio si el riesgo ya pasó del patrimonio del vendedor al suyo, regla
que por demás registra las siguientes excepciones: El vendedor responde sí:
El daño o deterioro se da porque éste incumplió obligaciones de naturaleza
contractual
El daño o deterioro se da porque el vendedor incurrió en responsabilidad
extracontractual por un acto u omisión que trae como consecuencia la pérdida o
el deterioro. Así las cosas, la regla general establecida en el artículo 66 CNUCCIM,
debe analizarse en conjunto con el inciso 1 del artículo 69 CNUCCIM, el cual
amplía la aplicación y la interpretación del primer artículo mencionado, pues
configura una regla que aplica para todos los casos de compraventa internacional
de mercaderías salvo dos excepciones establecidas en los artículos 67 y 68
CNUCCIM: “Artículo 69 1. En los casos no comprendidos en los artículos 67 y 68,
el riesgo se transmitirá al comprador cuando éste se haga cargo de las
mercaderías o, si no lo hace a su debido tiempo, desde el momento en que las
mercaderías se pongan a su disposición”.
6.2 MOMENTO DE LA TRANSMISIÓN DEL RIESGO
Con las premisas anteriormente estudiadas es posible determinar una regla
general por virtud de la cual el riesgo se transfiere cuando el comprador se hace
cargo de ellas, lo cual no siempre implica retiro, por cuanto en algunas situaciones
que a continuación estudiaremos, el riesgo se transmite con la entrega o en el
momento de la celebración del contrato:
Si el contrato de compraventa no implica transporte, ha de aplicarse el artículo 69
CNUCCIM, es decir, los riesgos se transmiten al comprador cuando él se haga
cargo de las mercaderías en el establecimiento del vendedor; contrario sensu, si
hay transporte, entonces han de aplicarse las siguientes excepciones:
Si en el contrato de compraventa se pacta el transporte de la mercadería:
Artículo 67 1. Cuando el contrato de compraventa implique el transporte de las
mercaderías y el vendedor no esté obligado a entregarlas en un lugar
determinado, el riesgo se transmitirá al comprador en el momento en que las
mercaderías se pongan en poder del primer porteador para que las traslade al
comprador conforme al contrato de compraventa. Cuando el vendedor esté
obligado a poner las mercaderías en poder de un porteador en un lugar
determinado, el riesgo no se transmitirá al comprador hasta que las mercaderías
se pongan en poder del porteador en ese lugar. El hecho de que el vendedor esté
autorizado a retener los documentos representativos de las mercaderías no
afectará a la transmisión del riesgo. 2. Sin embargo, el riesgo no se transmitirá al
comprador hasta que las mercaderías estén claramente identificadas a los efectos
del contrato mediante señales en ellas, mediante los documentos de expedición,
mediante comunicación enviada al comprador o de otro modo.
Del articulado en comento se tiene que su inciso primero, incorpora dos reglas
fundamentales, a saber: La primera, consiste en que si el vendedor se obliga a
transportar la mercancía pero no se obliga a entregarla en un lugar determinado,
el riesgo se transmite al comprador cuando éstas se pongan en poder del primer
porteador.
Mientras que la segunda se da si el vendedor se obliga a transportar las
mercancías y a entregarlas a un porteador en un lugar determinado, caso en el
cual, el riesgo solo se transmite al comprador hasta que éstas se le entreguen al
porteador en el lugar determinado.
Si el contrato de compraventa se celebra durante el transporte de la mercadería
(Riesgo de las mercaderías de tránsito) el riesgo se transmite en el momento de
la celebración del contrato:
Artículo 68 El riesgo respecto de las mercaderías vendidas en tránsito se
transmitirá al comprador desde el momento de la celebración del contrato. No
obstante, si así resultare de las circunstancias, el riesgo será asumido por el
comprador desde el momento en que las mercaderías se hayan puesto en poder
del porteador que haya expedido los documentos acreditativos del transporte. Sin
embargo, si en el momento de la celebración del contrato de compraventa el
vendedor tuviera o debiera haber tenido conocimiento de que las mercaderías
habían sufrido pérdida o deterioro y no lo hubiera revelado al comprador, el riesgo
de la pérdida o deterioro será de cuenta del vendedor.
Esta situación es muy común en el caso de mercancías no manufacturadas y cuyo
precio está sometido a fluctuaciones y por ello es importante analizar que para la
Convención, “documentos acreditativos”, tal como lo aclaran los profesores
SIERRALTA y BAPTISTA no se refieren solamente a conocimientos de embarque
sino a todo tipo de documento que certifique el transporte96.
En el inciso final del artículo 68 CNUCCIM, encontramos una norma que no
corresponde al tema de la transmisión del riesgo y que equivocadamente ha sido
incorporada en este capítulo y así lo afirman los profesores SIERRALTA y
BAPTISTA al considerar:
Esta regla nos parece confusa y antitécnica. Confusa porque en verdad no es un
asunto de transmisión del riesgo, sino más bien un problema de venta de
mercaderías con defecto, deterioradas o dañadas. Y antitécnica, porque pudo ser
tratada de manera separada, en otro numeral, ya que no se refiere al tema de
transmisión del riesgo. En esta hipótesis se plantea la circunstancia de una
actuación de mala fe, por parte del vendedor, desde que estando en conocimiento
de la pérdida o deterioro de las mercaderías no lo revela al comprador, ocultando
a sabiendas un hecho perjudicial.97 Sin embargo.
La profesora PERALES VISCASILLAS, ha establecido que en realidad ésta
disposición lo que trae es una contra excepción, pues indica: “el riesgo será de
cuenta del vendedor cuando en el momento de la celebración del contrato tuviera
o debiera haber tenido conocimiento de que las mercaderías habían sufrido
pérdida o deterioro y no lo hubiera revelado al comprador”98. Es importante,
analizar estas dos excepciones a la regla general establecida en los artículos 66
y 69 CNUCCIM a la luz de lo establecido por INCOTERMS, pues si bien se
recuerda, la Convención al tener un carácter puramente dispositivo, realza la
importancia de estos términos comerciales, todos plenamente aplicables si las
partes deciden desplazar las reglas contenidas en la Convención.
Básicamente los INCOTERMS, como anteriormente se mencionó establecen
diversas posibilidades para la transmisión del riesgo, la distribución de los gastos
del transporte entre compradores y vendedores y como bien lo resalta la profesora
PERALES VISCASILLAS: “A diferencia de la Convención de Viena que es
derecho interno, los INCOTERMS 2000 son una serie de reglas de aplicación, en
principio, voluntaria, por lo que es conveniente referirse a ellos en el contrato de
forma expresa (por ejemplo, indicando este contrato se gobierna por los
INCOTERMS 2000, especificando el término concreto)" 99. Dichos términos se
agrupan en cuatro grandes categorías:
El grupo E (ex Works) es el menos oneroso para el vendedor porque ha de tener
las mercancías a disposición del comprador en su propio establecimiento..
El grupo F (FCA, FAS y FOB), en el cual el transporte principal es pagado por el
comprador.
El grupo C (CFR, CIF, CPT y CIP), el transporte se paga por el vendedor.
El grupo D (DAF, DES, DEQ, DDU y DDP), el vendedor ha de soportar todos los
costes y riesgos necesarios para llevar las mercancías al país de destino,
constituyéndose como el más oneroso para éste. 6.2.1 Riesgo en casos de
entrega en lugar distinto o de mercaderías genéricas. La Convención de Viena en
su artículo 69 incorpora dos posibilidades especiales:
Artículo 69 2. No obstante, si el comprador estuviera obligado a hacerse cargo de
las mercaderías en un lugar distinto de un establecimiento del vendedor, el riesgo
se transmitirá cuando deba efectuarse la entrega y el comprador tenga
conocimiento de que las mercaderías están a su disposición en ese lugar. 3. Si el
contrato versa sobre mercaderías aún sin identificar, no se considerará que las
mercaderías se han puesto a disposición del comprador hasta que estén
claramente identificadas a los efectos del contrato.
El primer caso se da por ejemplo si debe entregar las mercaderías en el almacén
de un tercero, caso en el cual el riesgo se transmite cuando debe efectuarse la
entrega o el comprador tiene conocimiento de que las mismas están a su
disposición en ese lugar. El segundo caso nos muestra que la transmisión del
riesgo y su consecuente efecto normativo dependen del cumplimiento de una
condición previa, que es la individualización y clarificación del objeto del contrato,
pues si se trata de mercaderías sin identificar, solamente se entenderá que se
pusieron a disposición del comprador cuando se especificaron claramente, antes
no.
6.2.2 Acciones. El tema se encuentra regulado en al artículo 70 CNUCCIM que
dice: “Artículo 70 Si el vendedor ha incurrido en incumplimiento esencial del
contrato, las disposiciones de los artículos 67, 68 y 69 no afectarán a los derechos
y acciones de que disponga el comprador como consecuencia del
incumplimiento”. De tal manera que es necesario diferenciar dos situaciones:
Si el incumplimiento del vendedor determinó la pérdida o deterioro de la
mercadería, el artículo 66 inciso primero, nos da la solución y el vendedor
responde.
Si la pérdida o deterioro nada tienen que ver con el incumplimiento del vendedor,
en cuyo caso se aplica el artículo 70 CNUCCIM suponiendo que la transmisión del
riesgo al comprador no lo priva de los derechos y acciones que le corresponden
como consecuencia de un incumplimiento esencial del vendedor, es decir, si éste
incumple sustancialmente el comprador puede pedir la resolución del contrato o
la sustitución de las mercaderías. A título de ejemplo; si al comprador se le
entregan 5 mercancías plenamente conformes pero después de transmitido el
riesgo se deterioran dos, no puede pedir otras mercaderías en sustitución; pero si
le entregaron 5 mercaderías y tres no eran conformes, aunque después se pierdan
o dañen, puede pedir otras en sustitución de esas tres.
Así mismo puede pedir la rebaja del precio de las mercancías no conformes
indistintamente de si se deterioraron posteriormente o no, aplicando el mismo
análisis realizado anteriormente. En conclusión, como lo dice el profesor
CAFFARENA LAPORTA:
El ejercicio de los distintos derechos que corresponden al comprador tiene un
alcance diferente en relación a la atribución del riesgo: mientras que la resolución
implica siempre un desplazamiento del riesgo al vendedor, no ocurre lo mismo con
la sustitución de las mercaderías, que sólo lo implica en la medida en que las
mercaderías pérdidas o deterioradas sean las no conformes al contrato, ni con la
reducción del precio, ni la indemnización que no afectan a la transmisión del
riesgo.
el problema es estudiado desde el punto de vista de la teoría de los riesgos, la
cual busca determinar si el daño o pérdida debe soportarlo el acreedor o el deudor,
para lo cual debemos diferenciar si estamos en presencia del régimen civil o
comercial. En nuestro Código Civil, en principio el riesgo es para el comprador
salvo si:
Se vende bajo condición suspensiva y la cosa perece antes de cumplirse la
condición, pues en este caso el riesgo es para el vendedor en la medida que falta
un elemento para la perfección del contrato.
Si el vendedor vende la cosa a dos personas en dos contratos diferentes, es éste
y no el comprador quien soporta la pérdida de la cosa.
Cuando el deudor está en mora en principio el riesgo es para el vendedor quien
no puede exigir el dinero, pero si perece por caso fortuito y el bien estaba en poder
del comprador, el vendedor solamente debe pagar perjuicios por la mora y el
comprador soporta el riesgo, razón por la cual no se le entrega otro bien.
Pero si estamos en el régimen comercial, el artículo 929 C.Co dispone que en
principio el riesgo es para el vendedor, por cuanto el comprador no debe pagar el
precio si el bien se pierde por caso fortuito o fuerza mayor, sin embargo, si el bien
es entregado al comprador, éste debe soportar el riesgo, contrario sensu, si el
bien no le es entregado al comprador, el riesgo es para el vendedor.
7. MODIFICACIÓN Y EXTINCIÓN DEL CONTRATO
Antes de estudiar la forma de modificar y extinguir el contrato, es necesario
diferenciar estos dos términos. Por modificación podemos entender la variación
de alguno de los términos del contrato previamente acordado y por extinción del
mismo podemos entender la total terminación de la relación contractual que liga a
las partes del contrato. El artículo 29 CNUCCIM, trata la modificación y la extinción
del contrato, cuyo fundamento es indudablemente la autonomía de voluntad que
asiste a las partes en esta Convención, encontrándose en íntima conexión con el
artículo 11 CNUCCIM anteriormente estudiado.
Artículo 29 1. El contrato podrá modificarse o extinguirse por mero acuerdo entre
las partes. 2. Un contrato por escrito que contenga una estipulación que exija que
toda modificación o extinción por mutuo acuerdo se haga por escrito no podrá
modificarse ni extinguirse por mutuo acuerdo de otra forma. No obstante,
cualquiera de las partes quedará vinculada por sus propios actos y no podrá alegar
esa estipulación en la medida en que la otra parte se haya basado en tales actos.
Aun cuando la regla general es la ausencia de formalidades en la modificación o
extinción del contrato, las partes pueden establecer una cláusula que exija que
todo tipo de modificación u extinción por mutuo acuerdo deba realizarse en forma
escrita, por lo que cualquier modificación oral se considerará inválida.
Sin embargo, por medio del artículo 29 numeral 2 CNUCCIM, se acoge la teoría
de los propios actos, la cual consiste en que si pese a existir una cláusula que
exija la modificación o extinción por escrito, se hace una modificación oral o tácita,
dicha modificación será eficaz en la medida que busca proteger la expectativa
creada en la otra parte. Para mayor comprensión, traemos a colación un ejemplo
que el profesor HONNOLD utiliza para la comprensión de esta figura:
Un contrato por escrito exigía al vendedor la fabricación de diez mil unidades de
un producto de acuerdo con las especificaciones que le proporcionó el comprador
y fijadas en el contrato. El contrato establecía: “este contrato únicamente puede
ser modificado por escrito firmado por ambas partes”. Antes de que el vendedor
comenzara la producción, las partes acordaron por teléfono un cambio en las
especificaciones. El vendedor produjo dos mil unidades de acuerdo con las
nuevas especificaciones; el comprador se negó a aceptar las unidades basándose
en que no cumplían las especificaciones del contrato escrito.
Del ejemplo trascrito anteriormente vemos que la finalidad del numeral segundo
del artículo 29 CNUCCIM, es generar seguridad jurídica fundamentada en la
buena fe, en la medida que si una parte actuó conforme a una modificación verbal
que se realizó de mutuo acuerdo, no es posible que la otra parte no cumpla so
pretexto de una cláusula contractual consistente en que la modificación debe ser
por escrito.
8. SENTENCIA C-529 DE 2000
Hemos destinado este último acápite para sintetizar los aspectos más relevantes
de la sentencia que la Corte Constitucional profirió el 10 de mayo de 2000 por
virtud de la cual se declaró la exequibilidad de la Ley 518 de 1999 aprobatoria de
la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías
celebrada el 11 de abril de 1980.
8.1 ANTECEDENTES
Tal como el artículo 241 de la Constitución Política lo exige, la ley que aprueba la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa
Internacional de Mercaderías, debe ser sujeta a control constitucional. En
consecuencia el 6 de agosto de 1999, la Presidencia de la República remitió a
esta Corporación, copia auténtica de la Ley 518 del 4 de agosto de 1999.
8.2 INTERVENCIONES
Ministerio de Relaciones Exteriores. El ministerio considera que debe declararse
la constitucionalidad de la ley 518 de 1999, bajo el entendido de que es un
mecanismo para actualizar usos y tendencias del derecho internacional privado,
acabando la incertidumbre que anteriormente existía en los casos de
compraventas entre partes establecidas en diferentes países, respeta la
soberanía nacional, la igualdad de derechos y el mutuo beneficio, los cuales
concuerdan con los principios señalados en el artículo 9º de la Constitución
Política que fundamenta las relaciones exteriores del país.
Ministerio de Desarrollo Económico. Considera que debe declararse su
exequibilidad por adecuarse perfectamente a los requisitos constitucionales y
legales, sin descontar su alto nivel de conveniencia para el país por constituir un
instrumento jurídico que permite a Colombia participar en el comercio
internacional.
Concepto Del Ministerio Público. Por su parte, éste consideró que desde el punto
de vista formal, el Estatuto en cuestión no merece reparo alguno. Desde el punto
de vista material considera que ninguna de las normas contenidas en la
Convención contraría nuestro ordenamiento constitucional, en la medida que se
fundamentan en la soberanía nacional, el respeto a la autodeterminación de los
pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho internacional
aceptados por Colombia.
8.3 CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS
Revisión formal. Desde éste punto de vista, la Corte observa que se cumplieron
los trámites correspondientes, según se desprende del material probatorio que
obra en el proceso:
La Convención permitió a los estados que no intervinieron en su realización
participar en ella por medio de la adhesión; por tal motivo, ya que Colombia no
participó en la elaboración de la misma, el Presidente, para efectos de la adhesión,
impartió la aprobación ejecutiva y ordenó al ministro de Relaciones Exteriores,
someter el Instrumento a la consideración del Congreso de la República para los
efectos del trámite de la correspondiente ley. El Congreso, le dio al proyecto de
ley aprobatoria de la Convención el trámite correspondiente a una ley ordinaria,
por cuanto la Constitución no establece trámite especial para este tipo de leyes.
Una vez el Congreso expidió la ley 518 de 1999 aprobatoria de la Convención de
las Naciones Unidas sobre los Contratos Internacionales de Mercaderías,
acordada en Viena el 11 de abril de 1980, fue remitida a la Corte por el Secretario
Jurídico de la Presidencia de la República, dentro del término de los seis días que
prevee el numeral 10° del artículo 241 de la Constitución Política, por cuanto la
ley fue sancionada el día 4 de agosto de 1999.
Revisión material.
Con el fin de establecer la congruencia de la Convención con la Constitución
Política, se procede a desagregar su contenido destacando las formulaciones más
relevantes de dicho Instrumento: La Corte hace un análisis de cada una de las
cuatro partes en que la Convención se divide resumiendo su normatividad y
aspectos más relevantes. Señala que, por virtud del artículo 150 numeral 16 de la
Constitución Política, la integración económica con otros Estados debe lograrse
sobre las bases de equidad, reciprocidad y conveniencia nacional, presupuestos
que la Convención, a juicio de la Corte, cumple cabalmente en la medida que la
unificación pretendida en dicho estatuto facilita la comercialización de bienes
entre particulares ubicados en diferentes Estados, lo cual repercute en la calidad
de vida de los habitantes de las naciones donde están residenciadas las partes
que realizan dichos negocios. Así mismo, la Corte considera que la Convención
no desconoce la autonomía de la voluntad privada, la cual, aunque no se
encuentra tutelada en una norma de la Constitución, puede deducirse de los
artículos 13 y 16 del estatuto superior, en la medida que al celebrar este tipo de
contrato, las partes pueden excluir total o parcialmente la aplicación de sus
disposiciones según el artículo 6 CNUCCIM. Considera la Corte que el postulado
de buena fe incorporado en la Convención en su artículo 60 como uno de los
principios rectores de interpretación y aplicación se encuentra conforme al
postulado de la Carta Política consagrado en el artículo 83. Con relación a la
consensualidad que caracteriza la Convención, considera la Corte que Colombia
no debe hacer reserva sobre el tema, por cuanto nuestra legislación comercial
establece que el contrato de compraventa de mercaderías es consensual y no
necesariamente solemne. En efecto, el artículo 824 C.Co, establece que los
comerciantes podrán expresar su voluntad de contratar u obligarse verbalmente,
por escrito o por cualquier modo inequívoco, salvo cuando una norma legal exija
determinada solemnidad como requisito esencial del negocio jurídico, en cuyo
caso, éste no se formará mientras no se llene tal solemnidad. Finalmente,
considera la Corte que los principios y regulaciones que informan la Convención,
se adecuan a los lineamientos de nuestra Constitución, porque se fundamentan
en la soberanía, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y el
reconocimiento de los principios del Derecho Internacional aceptados por
Colombia. Por las premisas anteriormente expuestas, la Corte considera que el
contenido de la Convención, respeta plenamente los principios y mandatos de la
Constitución Política, en consecuencia, se declara su exequibilidad, así como la
de la Ley 518 de 1999 que la aprueba.

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