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Gpo. Mixto Especialidad en Formación Docente
María Cristina Morales Orea Sociedades, Cultura y Educación
El ser humano se constituye a partir de sus propias experiencias y valores, considerando un bien
personal sin desligarse de los demás, ni del mundo donde todos los seres humanos participan en
la gestión del presente y sobre todo del futuro, para conseguir el bien común actuando con
rectitud y honestidad características de toda moral.
Por citar un término de la Moral, esta se convirtió en un conjunto de normas, o reglas impuestas
por algunas clases sociales dominantes, transmitidas como costumbre, de generación en
generación. Pero la Moral ha cambiado según los modos de producción de la sociedad. La clase
social que ha dominado sobre los medios de producción, como fuente de vida para el sustento
benéfico, ha impuesto su moral y ha logrado que la clase dominada, con su carga de necesidades,
piense y actúe según los deseos de la clase social que los domina. Un ejemplo de ello es que,
desde tiempos remotos hasta hoy, la misma mujer se ha creído que su papel fundamental, dentro
de la sociedad, es netamente reproductora de la especie humana, o que es simplemente un objeto
de placer propiedad de los hombres, revocando con estas conductas e irracionalidades, los
derechos como un ciudadano pleno en su libertad de expresión y por qué no mencionar que es
incluso por falta de conocimiento –educación-. Ninguna ley protegió a la mujer sino que mutiló
sus derechos y la condenó a permanecer en un estado, de desigualdad e injusticia, al margen de la
sociedad.
Eso mismo ha sucedido, a través de los tiempos, desde los esclavos, los campesinos, los obreros,
y más recientemente con los jóvenes, que obedecen leyes, reglas y normas morales dictadas por
la clase social, que ha controlado los medios de producción y ha dominado a la sociedad en
general, a través de la tecnología y los medios de comunicación, para beneficio de una sola clase
social -los capitalistas-.
Contraria a la Moral, que es una conducta impuesta desde fuera misma que hace que el individuo
actúe de manera instintiva, la Ética se considera como el conjunto de valores internos, todo
aquello que lleve al hombre a defender y crecer en su dignidad como persona, adquiriendo con
esto un mecanismo de libertad y conocimiento al estudiar y analizar la complicidad entre Ética y
Moral, reflexionando sobre ello, tomando para sí, de manera consciente, las normas a seguir, ya
esclarecidas por la ciencia, bajo la óptica de la lógica y la razón. Las sociedades han colapsado
porque no son los valores éticos los que prevalecen. Desde este punto de vista, la Ética es un
juicio que se preocupa por constituir ciudadanos sin concernir géneros. El único objetivo es
lograr un mayor bienestar para la humanidad.
El hombre actúa como sujeto activo y no pasivo ante los valores morales, ya que se obtienen
fundamentalmente en el mérito personal. Los valores morales surgen primordialmente en el
individuo por influjo y en el seno de la familia, y por tanto son bienes como el respeto, la
tolerancia, la honestidad, la lealtad, la solidaridad, la dignidad de las personas, la reflexión, la
autonomía entre otros, y para que se facilite esta transferencia de valores son de vital importancia
la calidad de las relaciones con las personas significativas en su vida, sus padres, hermanos,
parientes y posteriormente amigos y maestros y tener congruencia entre lo que se dice y lo que se
hace. Una persona con altos valores morales promoverá el respeto al hombre, la cooperación y
comprensión, una actitud abierta y de tolerancia, así como de servicio para el bienestar común.
Los valores morales buscan llegar a la autorrealización. Desde un punto de vista ético, la
importancia de valoración deriva de la fuerza orientadora en miras de una moral autónoma del ser
humano, misma que se va formando a través de la educación que todos llegamos a recibir.
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La sociedad educativa exige un digno comportamiento de todos los que participan en ella, pero
cada individuo se convierte en un promotor de los valores según la forma en que se conduce y
actúa, ahora bien, desde la perspectiva socio educativa los valores son supuestos referentes, que
determinan la dirección de la conducta y comportamiento del ser humano hacia la transformación
social y la realización plena como individuo.
Sin embargo, por ello resulta relevante el tema de la cátedra Latapí, donde externa una necesidad,
cada vez más urgente podríamos decir sin exagerar, que pasemos de la moda a la respuesta al
reclamo social que está pidiendo de manera urgente y que el sistema educativo se enfoque de
manera seria, sistemática, integral, transversal y eficiente hacia la educación en valores de las
nuevas generaciones. (Sarre, 2001, pág. 2)
Los valores, se han ido imponiendo en los últimos decenios como un tema inherente a los
planteamientos de reforma y de mejoramiento de los servicios educativos y que como exigencia
de todo proyecto de reconstrucción social y de desarrollo humano, estos fines se han
generalizado, para dejar claro que la educación es una cuestión de valores, así como un proceso
de formación moral. De lo anterior, podemos entender que la necesidad de moldear al ser humano
conlleva el aplicar valores como la tolerancia, el respeto y la igualdad, mismos que la escuela
debe inculcarlos como principios básicos para dar origen a un buen humanismo. Como la escuela
es la segunda familia en todo estudiante y donde se transcurre el mayor tiempo, este es el lugar
óptimo para infundir tanto valores cívicos, morales, así como éticos, por ello los institutos
también son responsable en la formación del valor en sus estudiantes toda vez que debe imperar
la democracia donde todo escolar tiene los mismos derechos y oportunidades.
Vivir con valores humanos no es más que aceptar conscientemente que somos responsables de las
respuestas a un acto personal. Nuestra sociedad en el mundo contemporáneo es muy cambiante,
todos los días aparecen cosas nuevas, ante esta situación los jóvenes necesitan orientaciones que
les sirvan para caminar en la vida, dicho de otra manera los educadores tienen que dar las
herramientas necesarias a sus aprendientes forjando en ellos seriedad como pensadores críticos.
La formación del educador hoy día también es esencial para establecer un buen mecanismo de
enseñanza con perspectivas de liberación personal y así contribuir al crecimiento de una mejor
sociedad educativa. El maestro debe reformar su práctica educativa aceptando nuevas visiones
teóricas y abriéndose al conocimiento a través de las llamadas “actualizaciones del magisterio”
revitalizando con ello la parte cognitiva de todo Educador (Sarre, ¿Cómo aprenden los maestros?,
2003, pág. 7).
El papel de educador es vital, pues le corresponde ser uno de los más importantes actores sociales
para enfrentar los retos de crear nuevas alternativas que abran el rumbo hacia un nuevo quehacer
educativo, por lo tanto, de su formación y permanente actualización dependerá el que el país
pueda enfrentar el tercer milenio que ha traído consigo una revolución científico-tecnológica, la
globalización del planeta, la conciencia del deterioro del ambiente y la urgencia de hacer
sostenible el desarrollo socioeconómico entre los factores de mayor relevancia. En la actualidad
se ve reflejado desde el punto donde lo cotidiano puede transformarse en extraordinario,
imprimiendo el extra sobre lo ordinario y con ello dejar una imagen de trascendental. Un maestro
ayuda a abrir las inteligencias y al mismo tiempo acompaña para guiar a otros hacia el
conocimiento liberador formando hombres y mujeres con un bien común, “Aprender a aprender”.
De lo anterior, deducimos que la satisfacción fundamental de quien enseña es ver aprender, el
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cómo maduran los conocimientos, aquellos en quienes se comprueba que adquieren capacidades
que no tenían, manifestándose en la forma de expresarse y de generar un opinión crítica
propositiva. Ser educador, inclusive educando, es un privilegio porque se superan temores y
quizá angustias sobre lo que se desconoce por la simple razón de asumir la concordancia de estar
aprendiendo constantemente, hecho invaluable para todo individuo que desea superar el mundo
cognitivo que posee. (Sarre, 2003, pág. 10).
En contraste a lo antes mencionado, tanto para los educadores como para todos los agentes
sociales, es un hecho que la profesión docente atraviesa una profunda crisis, además de que no
goza del prestigio, apoyo y reconocimiento de los gobiernos, de las instituciones ni de la sociedad
en general. (Paniagua, 2004). El sistema colectivo y social que se da a los educadores, contradice
el carácter complicado cada vez mayor que adquiere esta profesión, siendo claro que las nuevas
demandas promueven un cambio de perspectiva, nuevos estilos de enseñanza, en un marco de
inquebrantable revisión y cuestionamiento. Aquí el tema de la formación de los educadores
necesita intensificar una diversidad de factores como los debates, multiplicar los aportes, ampliar
las opiniones, concertar ideas, negociar respuestas, conocer proyectos, y comprometerse.
Asimismo implicar una relación con otros campos disciplinarios e integrar a todos los actores, en
particular a los mismos educadores. Consideramos en el mundo docente, que ya hay conciencia –
o consenso- de la magnitud del problema y de la urgente necesidad de atenderlo. Se debe pasar a
la acción deliberada. Las respuestas no pueden ser únicas cuando hay tanta incertidumbre sobre el
porvenir y sobre la articulación de su complejidad política, cultural, económica, social, ética y
educativa.
El concepto de educación y desarrollo docente es tan importante como definir el concepto de
actualización. La complejidad demandante que se plantean a los educadores de hoy, requieren de
un amplio esfuerzo para advertir los paradigmas educativos, así como los problemas de los
educadores, lo que circunda inevitablemente a la actualización, que se entiende como el
desarrollo de nuevas destrezas para acompañar nuevas tareas educativas y curriculares que
aparecen por el sistemático proceso de cambio al que nos enfrentamos.
Lo anterior nos lleva a reflexionar que existe un gran reto, y es aprender a administrar la
complejidad misma del nivel de conocimientos y de humanística, lo que es mucho más
comprometido y menos placentero que sólo pensar en ello, partiendo de esto, se ha manifestado
que no hay recetas ni direcciones fijas. Avanzar en el conocimiento y la aplicación práctica y
progresiva de la educación del corazón humano debe situando a los valores como el eje de
sustentación de nuestro sistema educativo nos haría avanzar en el conocimiento de cómo hacer
mejores a los hombres pero también en el discernimiento y la acción de cómo hacer mejor al
mundo.
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BIBLIOGRAFÍA
Paniagua, M. E. (2004). La formación y la Actualización de los docentes: Herramientas para el cambio en
educación. La Paz: CERID-MAYSAL.
Sarre, P. L. (2003). ¿Cómo aprenden los maestros? (2003 ed., Vol. Cuadernos de Discusión). (E. M.
Aguirre, Ed.) Toluca, Edo. de México, México: Secretaria de Educación Pública.
Savater, F. (1999). Los caminos para la libertad Ética y educación. Monterrey, Monterrey, México: Ariel.