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Mixto Especialidad en Formación Docente


María Cristina Morales Orea Sociedades, Cultura y Educación

¿ES LA ESCUELA UN MECANISMO DE CONTROL O UN MECANISMO


DE LIBERACIÓN DEL INDIVIDUO?
La sociedad es parte de la historia de la humanidad y con ello diríamos que es la historia de la
moral. Los cambios transforman llevándonos a nuevas permutaciones sociales, por tan sólo
mencionar que lo político mueve y controla, en tanto desde lo económico estratifica una posición
y así es como también la educación presenta desafíos ante las nuevas reformas educacionales.
Vivimos un tiempo de reformas fundamentales conduciendo a toda sociedad hacia un nuevo
orden. La integración de lo económico, lo político, aunado con los avances tecnológicos,
convergen que en esta globalización, ejerciendo los medios de comunicación una gran persuasión
sobre cualquier individuo. No obstante, esta época de transición también radica en los nuevos
retos que enfrenta la tarea educativa. Por lo anterior, vincular el quehacer tecnológico y la
perspectiva humanística reside en la pluralidad de pensamiento, donde las diferentes formas de
reflexionar son aquellas que dan sentido a toda información con enfoque crítico significativo. Así
el mundo del siglo XXI, debe constituirse por ciudadanos que sean capaces de reconocer el
derecho de la reivindicación sobre las obligaciones y derechos humanos que respalden la
identidad propiamente adoptada o de significación de su habitad, esto invita a vincular
estrechamente a la ética y moral personal, que no es más que una reflexión que cada individuo
debe hacer sobre su propia libertad en relación a las acciones y actitudes ante cualquier grupo
social o su sociedad en general. De aquí que son los demás individuos los que nos hacen
humanos ya que no somos seres aislados, por ello dar la razón a la humanidad es la capacidad
de una forma de vida que nos damos unos a otros, originando el núcleo de la sociedad.
Retomando la parte humanística, la conducta moral del hombre primitivo era la de asociarse en
estrecha ayuda mutua, cooperación, compañerismo y hermandad, siendo sujetos libres, aunque se
respeta la propiedad individualista. En este tiempo prevalecía una sola moral, regla o costumbre
donde los humanos consideraron eran las acciones correctas, dictadas por su código biológico.
Con el nacimiento y credo de los dioses, surge un conjunto de normas o reglas morales recogidas
en un Código Religioso, que enlazado al Código Biológico, rige también el comportamiento
humano. No obstante, lo que permea a las conductas sociales, se mantiene en el llamado inicial
al respeto de los otros, al respeto de las diferencias y una postura a favor de la libertad del
individuo y del libre ejercicio de su particularidad. (Savater, 1999, pág. 13).
Un ciudadano debe ser capaz de argumentar sus demandas, deseos y planteamientos sociales,
entender razonamientos y propósitos de los demás, llevando a consensos benéficos. A partir de
esto, se comprende que todo sujeto debe prepararse éticamente para formar parte activa de las
generaciones venideras; el cambio quizá no se de en el corto plazo, pero si puede ser paulatina la
transformación de esas nuevas permutas que serán identidad de una renovada humanidad. Este es
el verdadero reto donde sólo es posible con la ciencia que estudia la Moral, conocida como
Ética, y los estudia como actos, buenos o malos, del comportamiento humano según la
costumbre, transmitidos en el tiempo, de generación en generación a través de los diferentes
sistemas sociales. Se estimula a que todo ciudadano sin renunciar a sus raíces y tradiciones
practique el libre ejercicio de lo propio, a tener y reconocer una identidad propia, también se
exhorta a cada individuo a la construcción de sí mismo a través del razonamiento asumiendo un
sentido de pertenencia dentro de un contexto. (Savater, 1999, pág. 15).

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El ser humano se constituye a partir de sus propias experiencias y valores, considerando un bien
personal sin desligarse de los demás, ni del mundo donde todos los seres humanos participan en
la gestión del presente y sobre todo del futuro, para conseguir el bien común actuando con
rectitud y honestidad características de toda moral.
Por citar un término de la Moral, esta se convirtió en un conjunto de normas, o reglas impuestas
por algunas clases sociales dominantes, transmitidas como costumbre, de generación en
generación. Pero la Moral ha cambiado según los modos de producción de la sociedad. La clase
social que ha dominado sobre los medios de producción, como fuente de vida para el sustento
benéfico, ha impuesto su moral y ha logrado que la clase dominada, con su carga de necesidades,
piense y actúe según los deseos de la clase social que los domina. Un ejemplo de ello es que,
desde tiempos remotos hasta hoy, la misma mujer se ha creído que su papel fundamental, dentro
de la sociedad, es netamente reproductora de la especie humana, o que es simplemente un objeto
de placer propiedad de los hombres, revocando con estas conductas e irracionalidades, los
derechos como un ciudadano pleno en su libertad de expresión y por qué no mencionar que es
incluso por falta de conocimiento –educación-. Ninguna ley protegió a la mujer sino que mutiló
sus derechos y la condenó a permanecer en un estado, de desigualdad e injusticia, al margen de la
sociedad.
Eso mismo ha sucedido, a través de los tiempos, desde los esclavos, los campesinos, los obreros,
y más recientemente con los jóvenes, que obedecen leyes, reglas y normas morales dictadas por
la clase social, que ha controlado los medios de producción y ha dominado a la sociedad en
general, a través de la tecnología y los medios de comunicación, para beneficio de una sola clase
social -los capitalistas-.
Contraria a la Moral, que es una conducta impuesta desde fuera misma que hace que el individuo
actúe de manera instintiva, la Ética se considera como el conjunto de valores internos, todo
aquello que lleve al hombre a defender y crecer en su dignidad como persona, adquiriendo con
esto un mecanismo de libertad y conocimiento al estudiar y analizar la complicidad entre Ética y
Moral, reflexionando sobre ello, tomando para sí, de manera consciente, las normas a seguir, ya
esclarecidas por la ciencia, bajo la óptica de la lógica y la razón. Las sociedades han colapsado
porque no son los valores éticos los que prevalecen. Desde este punto de vista, la Ética es un
juicio que se preocupa por constituir ciudadanos sin concernir géneros. El único objetivo es
lograr un mayor bienestar para la humanidad.
El hombre actúa como sujeto activo y no pasivo ante los valores morales, ya que se obtienen
fundamentalmente en el mérito personal. Los valores morales surgen primordialmente en el
individuo por influjo y en el seno de la familia, y por tanto son bienes como el respeto, la
tolerancia, la honestidad, la lealtad, la solidaridad, la dignidad de las personas, la reflexión, la
autonomía entre otros, y para que se facilite esta transferencia de valores son de vital importancia
la calidad de las relaciones con las personas significativas en su vida, sus padres, hermanos,
parientes y posteriormente amigos y maestros y tener congruencia entre lo que se dice y lo que se
hace. Una persona con altos valores morales promoverá el respeto al hombre, la cooperación y
comprensión, una actitud abierta y de tolerancia, así como de servicio para el bienestar común.
Los valores morales buscan llegar a la autorrealización. Desde un punto de vista ético, la
importancia de valoración deriva de la fuerza orientadora en miras de una moral autónoma del ser
humano, misma que se va formando a través de la educación que todos llegamos a recibir.

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La sociedad educativa exige un digno comportamiento de todos los que participan en ella, pero
cada individuo se convierte en un promotor de los valores según la forma en que se conduce y
actúa, ahora bien, desde la perspectiva socio educativa los valores son supuestos referentes, que
determinan la dirección de la conducta y comportamiento del ser humano hacia la transformación
social y la realización plena como individuo.
Sin embargo, por ello resulta relevante el tema de la cátedra Latapí, donde externa una necesidad,
cada vez más urgente podríamos decir sin exagerar, que pasemos de la moda a la respuesta al
reclamo social que está pidiendo de manera urgente y que el sistema educativo se enfoque de
manera seria, sistemática, integral, transversal y eficiente hacia la educación en valores de las
nuevas generaciones. (Sarre, 2001, pág. 2)
Los valores, se han ido imponiendo en los últimos decenios como un tema inherente a los
planteamientos de reforma y de mejoramiento de los servicios educativos y que como exigencia
de todo proyecto de reconstrucción social y de desarrollo humano, estos fines se han
generalizado, para dejar claro que la educación es una cuestión de valores, así como un proceso
de formación moral. De lo anterior, podemos entender que la necesidad de moldear al ser humano
conlleva el aplicar valores como la tolerancia, el respeto y la igualdad, mismos que la escuela
debe inculcarlos como principios básicos para dar origen a un buen humanismo. Como la escuela
es la segunda familia en todo estudiante y donde se transcurre el mayor tiempo, este es el lugar
óptimo para infundir tanto valores cívicos, morales, así como éticos, por ello los institutos
también son responsable en la formación del valor en sus estudiantes toda vez que debe imperar
la democracia donde todo escolar tiene los mismos derechos y oportunidades.
Vivir con valores humanos no es más que aceptar conscientemente que somos responsables de las
respuestas a un acto personal. Nuestra sociedad en el mundo contemporáneo es muy cambiante,
todos los días aparecen cosas nuevas, ante esta situación los jóvenes necesitan orientaciones que
les sirvan para caminar en la vida, dicho de otra manera los educadores tienen que dar las
herramientas necesarias a sus aprendientes forjando en ellos seriedad como pensadores críticos.
La formación del educador hoy día también es esencial para establecer un buen mecanismo de
enseñanza con perspectivas de liberación personal y así contribuir al crecimiento de una mejor
sociedad educativa. El maestro debe reformar su práctica educativa aceptando nuevas visiones
teóricas y abriéndose al conocimiento a través de las llamadas “actualizaciones del magisterio”
revitalizando con ello la parte cognitiva de todo Educador (Sarre, ¿Cómo aprenden los maestros?,
2003, pág. 7).
El papel de educador es vital, pues le corresponde ser uno de los más importantes actores sociales
para enfrentar los retos de crear nuevas alternativas que abran el rumbo hacia un nuevo quehacer
educativo, por lo tanto, de su formación y permanente actualización dependerá el que el país
pueda enfrentar el tercer milenio que ha traído consigo una revolución científico-tecnológica, la
globalización del planeta, la conciencia del deterioro del ambiente y la urgencia de hacer
sostenible el desarrollo socioeconómico entre los factores de mayor relevancia. En la actualidad
se ve reflejado desde el punto donde lo cotidiano puede transformarse en extraordinario,
imprimiendo el extra sobre lo ordinario y con ello dejar una imagen de trascendental. Un maestro
ayuda a abrir las inteligencias y al mismo tiempo acompaña para guiar a otros hacia el
conocimiento liberador formando hombres y mujeres con un bien común, “Aprender a aprender”.
De lo anterior, deducimos que la satisfacción fundamental de quien enseña es ver aprender, el
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cómo maduran los conocimientos, aquellos en quienes se comprueba que adquieren capacidades
que no tenían, manifestándose en la forma de expresarse y de generar un opinión crítica
propositiva. Ser educador, inclusive educando, es un privilegio porque se superan temores y
quizá angustias sobre lo que se desconoce por la simple razón de asumir la concordancia de estar
aprendiendo constantemente, hecho invaluable para todo individuo que desea superar el mundo
cognitivo que posee. (Sarre, 2003, pág. 10).
En contraste a lo antes mencionado, tanto para los educadores como para todos los agentes
sociales, es un hecho que la profesión docente atraviesa una profunda crisis, además de que no
goza del prestigio, apoyo y reconocimiento de los gobiernos, de las instituciones ni de la sociedad
en general. (Paniagua, 2004). El sistema colectivo y social que se da a los educadores, contradice
el carácter complicado cada vez mayor que adquiere esta profesión, siendo claro que las nuevas
demandas promueven un cambio de perspectiva, nuevos estilos de enseñanza, en un marco de
inquebrantable revisión y cuestionamiento. Aquí el tema de la formación de los educadores
necesita intensificar una diversidad de factores como los debates, multiplicar los aportes, ampliar
las opiniones, concertar ideas, negociar respuestas, conocer proyectos, y comprometerse.
Asimismo implicar una relación con otros campos disciplinarios e integrar a todos los actores, en
particular a los mismos educadores. Consideramos en el mundo docente, que ya hay conciencia –
o consenso- de la magnitud del problema y de la urgente necesidad de atenderlo. Se debe pasar a
la acción deliberada. Las respuestas no pueden ser únicas cuando hay tanta incertidumbre sobre el
porvenir y sobre la articulación de su complejidad política, cultural, económica, social, ética y
educativa.
El concepto de educación y desarrollo docente es tan importante como definir el concepto de
actualización. La complejidad demandante que se plantean a los educadores de hoy, requieren de
un amplio esfuerzo para advertir los paradigmas educativos, así como los problemas de los
educadores, lo que circunda inevitablemente a la actualización, que se entiende como el
desarrollo de nuevas destrezas para acompañar nuevas tareas educativas y curriculares que
aparecen por el sistemático proceso de cambio al que nos enfrentamos.

Lo anterior nos lleva a reflexionar que existe un gran reto, y es aprender a administrar la
complejidad misma del nivel de conocimientos y de humanística, lo que es mucho más
comprometido y menos placentero que sólo pensar en ello, partiendo de esto, se ha manifestado
que no hay recetas ni direcciones fijas. Avanzar en el conocimiento y la aplicación práctica y
progresiva de la educación del corazón humano debe situando a los valores como el eje de
sustentación de nuestro sistema educativo nos haría avanzar en el conocimiento de cómo hacer
mejores a los hombres pero también en el discernimiento y la acción de cómo hacer mejor al
mundo.

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BIBLIOGRAFÍA
Paniagua, M. E. (2004). La formación y la Actualización de los docentes: Herramientas para el cambio en
educación. La Paz: CERID-MAYSAL.

Sarre, P. L. (2001). Valores y educación. En P. L. Sarre, El corazón de la educación y la educación del


corazón (pág. 15). México: IISUE-UNAM.

Sarre, P. L. (2003). ¿Cómo aprenden los maestros? (2003 ed., Vol. Cuadernos de Discusión). (E. M.
Aguirre, Ed.) Toluca, Edo. de México, México: Secretaria de Educación Pública.

Savater, F. (1999). Los caminos para la libertad Ética y educación. Monterrey, Monterrey, México: Ariel.

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