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La sociedad, por simplemente tener el hecho de existir, se merece respeto y sin sufrir

violencia o discriminación debido a su condición económica, por el género, raza,


creencias, ocupación o de cualquier otro tipo.

El respeto cada vez está siendo olvidado en nuestra sociedad, por eso es muy
importante ponerlo en práctica. Pero lo mejor sería que se inculcara desde la infancia, y
una de las maneras es mediante el ejemplo de los padres, así podrán observar que a
los demás se les trata de manera digna y les podrá ser fácil transmitirles dicho
comportamiento.

El saber respetar es algo muy bueno, pero primero debemos empezar a respetarnos a
nosotros mismos para poder tratarnos con amor y así también ser más tolerantes con
los demás.

En la actualidad he podido observar como algunos adolescentes en los colegios no


respetan a sus compañeros, en otras palabras, los discriminan, solo lo hacen porque se
creen superiores a los demás y por no saberse respetar a ellos mismos.

La falta de respeto no solo ocurre en los colegios, sino también por nuestras autoridades
que no respetan a la sociedad, robando el dinero de todos. También se han mostrado
bastantes casos de feminicidio por la falta de respeto que se da hacia la mujer…

La palabra respeto es una de las más cotidianas en el ámbito educativo. Desde que
éramos niños nos decían que debemos respetar ciertas cosas como las normas, los
horarios, nuestro entorno, a nosotros mismos y ante todo a los demás.

Deberíamos dar por hecho que todas las personas entienden lo que significa respetar,
aunque a juzgar por el comportamiento en general de muchos chicos y chicas, como
también de ciertos adultos, sería muy útil dedicar reflexiones sobre la importancia y la
necesidad urgente de fomentar el respeto como actitud educativa primordial.

En la vida diaria uno puede observar que existen niños y adolescentes insensibles, fríos,
incluso despectivos hacia los mayores o hacia sus propios compañeros, sobre todo de
edad inferior a la suya. Esto se da en diversos ambientes, tales como la escuela, la calle
e inclusive en el propio hogar. Por ejemplo, cuando un grupo de muchachos van por la
calle y no se apartan cuando alguien quiere pasar, o no saludan, o gritan palabras
vulgares para hacerse notorios, o dirigen miradas altaneras en señal de reto.

También es lamentable ver como los muchachos pugnan por ocupar un asiento del bus,
metro u otro transporte público sin ninguna consideración hacia los adultos mayores o
personas que requieran el uso de un asiento reservado, o como arrojan desperdicios en
la vía pública sin el menor cuidado ni respeto por su propio entorno o el posible daño
que cualquier otro puede sufrir.
Tenemos claro que respetar es una actitud, la cual reconoce y aprecia el valor y la
dignidad de los demás y se les trata conforme a ese valor. Lo cual implica también al
entorno y a la propiedad de los demás. También nos debemos respeto a nosotros
mismos y debemos tratarnos a nosotros mismos de acuerdo con nuestra dignidad.

Debemos reconocer en los demás su dignidad como personas y evitar actos de ofensa,
menosprecio o manifestaciones discriminatorias lo que implica el inicio de un camino
hacia una sociedad más acogedora, pacífica y justa.

El respeto viene a ser la regla de oro de la convivencia, es tratar a los demás como
deseas ser tratado, querer para los demás el bien que quieres para ti. Porque el otro es
como yo, una persona con dignidad inherente merecedora de respeto.

Toda sociedad y grupo requiere de un conjunto de reglas, sin embargo, una convivencia
pacífica no se consigue sólo con el cumplimiento de normas o leyes. El respeto tiene
que surgir de uno mismo. Por lo tanto, debe tener ciertas características: ha de ser
sincero y surgir libremente, ha de ser espontáneo, busca el diálogo e inspirar amabilidad.

Existen algunas actitudes que dificultan la educación en el respeto, sería oportuno que
las sepamos detectar y corregir a tiempo, entre ellas se encuentra la soberbia, la
prepotencia, la envidia, el miedo, la intolerancia, el permisivismo.

El respeto se aprende sobre todo en casa. La educación en el hogar tiene un valor


insustituible para que el respeto se convierta en una norma de vida de los hijos desde
los primeros años de vida. Existen hogares en los cuales los padres promueven
adecuadamente este valor esencial. En ocasiones interviene el padre para corregir
cualquier abuso o palabra desacorde, otras veces es la madre quien ofrece una
indicación clara y la hace respetar. Es sumamente importante que ambos se apoyen en
su tarea educativa para ayudar a sus hijos a ser capaces de autocontrolarse, a ser
disciplinados y respetuosos. Y una condición básica es que sean ejemplo de este valor:
que habitualmente se muestren respetuosos con las demás personas, entre sí y por
supuesto con sus hijos.

Es decir, desde la familia, con el apoyo de la escuela, es preciso poner énfasis en formar
niños y adolescentes respetuosos, dueños de sí mismos, sensatos, preparados para
una vida en sociedad. De esa manera sabrán acoger con respeto a todos, porque serán
capaces de vivir de manera armónica con los iguales y los distintos, con los adultos y
los contemporáneos, con los sanos y los enfermos, con los que piensan de manera
similar y los que tienen ideas muy diferentes, así sin discriminar y menospr3eciar a su
prójimo.

Deberíamos enseñar a nuestros semejantes, vale decir niños, adolescentes, amigos,


familia, etc. como los queremos y respetamos. Evitar humillarles y quedar siempre por
encima de ellos de una manera egoísta. Respetemos siempre, aunque no debamos dar
la razón cuando está en el error. Discrepar sin herir. Son personas como todos nosotros,
debemos pensar como nos sentiríamos en su lugar y obrar en consecuencia.

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