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LA CONCIENCIA Y EL ESPÍRITU SANTO

I. ¿QUÉ ES LA CONCIENCIA?
Es la facultad común a todos los agentes morales libres, en virtud de la cual discernimos entre
el bien y el mal, y nos vemos impulsados a elegir el bien y a rechazar el mal. La consciencia
es considerada sinónimo de mente. Pero la mente incluye procesos mentales inconscientes,
y puede definirse como el funcionamiento del cerebro para procesar información y controlar
la acción de manera flexible y adaptativa.

II. ¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE LA CONCIENCIA?


Proverbios 20:27 la Biblia afirma que la conciencia es como una lámpara de Jehová que
escudriña lo más profundo del hombre (corazón). Todo ser humano nace con una conciencia.
El hombre sabe por intuición que es hacer lo malo (mentir, robar, matar, etc). Pero algo que
debemos señalar es que la conciencia del hombre no es infalible, porque al igual que otras
facultades del hombre, ha sido distorsionada por el pecado que también es innato en el
hombre. La conciencia puede ser influenciada por los principios que nos han sido enseñados
a lo largo de nuestra vida. Así que no siempre se cumple aquel dicho: “Deja que tu conciencia
sea tu guía”. Si queremos que nuestra conciencia nos guíe hacia lo correcto, necesitamos
educarla por medio de la palabra de Dios y la obra iluminadora del Espíritu Santo. Solamente
así, la conciencia del hombre se transforma en una buena conciencia. Hablando de lo mismo,
Donald Gray Barnhouse Th.D ( Predicador E.E.U.U.) dijo: “La conciencia debe ser
despertada e informada. Una vez amoldada a la revelación de Dios, debe ser obedecida. Un
arrepentimiento verdadero toca también a la conciencia. Haciendo memoria de su experiencia
de arrepentimiento”, John Newton (científico) escribió: “Mi conciencia se sentía en deuda y
con culpabilidad, y me encerró en desolación”. Cuando la gracia de Dios despertó a Robert
Murray M'Cheyne (Predicador de Escocia - 1850) con esa luz de lo alto, se sintió tan aturdido
con sus temores que se puso a temblar. Hebreos 9:14 nos habla de lo que se llama una
conciencia limpia. Dice así: “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu
eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?” Una conciencia limpia, es aquella que ha sido lavada
por la preciosa sangre de Cristo. Con esta conciencia, aunque sigue examinando nuestro
comportamiento, ya no existe el temor de un juicio eterno, porque Cristo lo sufrió en lugar
del creyente. William McDonald (escritor cristiano) escribió: “La conciencia ya no me
condena, porque Su sangre preciosa fue derramada. Con ella fui lavado una vez por todas.
Limpio estoy por tanto a los ojos de Dios”. Esa es la hermosa realidad en cada uno de aquellos
que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador. Por otro lado, una conciencia débil es
aquella que tiene una excesiva escrupulosidad sobre asuntos que no son en sí mismo malos,
tales como comer cierto tipo de alimentos. 1ª Corintios 8:7-8 dice: “Pero no en todos hay
este conocimiento; porque algunos habituados hasta aquí a los ídolos, comen como
sacrificado a los ídolos, y su conciencia siendo débil se contamina. Si bien la vianda no
nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos seremos más, ni porque no
comamos, seremos menos” Una conciencia débil, es algo pecaminoso, pero si el creyente
con conciencia débil, hace lo contrario a lo que su débil conciencia aconseja, está cometiendo
pecado. Romanos 14:23 dice: “Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque
no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe es pecado” Pero esto no es todo en cuanto
a la conciencia débil, porque la Biblia enseña también que, los que no tienen una conciencia
débil sobre cierto asunto, no deben ser tropiezo para los que tienen conciencia débil en el
mismo asunto. Este es el tema del pasaje en 1ª Corintios 8:9-13 donde dice: “Pero mirad
que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te
ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de
aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el
conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera,
pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.
Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para
no poner tropiezo a mi hermano”. Dios ha dado a todo hombre una conciencia que sirve
como un sensor que indica lo que es bueno y lo que es malo. Esta conciencia ha sido
distorsionada por el pecado, por tanto puede llegar a dar indicaciones incorrectas. Para tener
una conciencia limpia, que nos guíe correctamente, necesitamos que esa conciencia sea
educada en lo que dice la palabra de Dios. Efesios 4:19 que después que perdieron toda
sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
Es muy peligroso, dejar que nuestras conciencias se cautericen. Por último, la Biblia nos
habla de la conciencia corrompida y es aquella que está manchada por el pecado, básicamente
es la conciencia del incrédulo. Tito 1:15 dice: “Todas las cosas son puras para los puros,
más para los corrompidos e incrédulos nada les es puro, pues hasta su mente y su
conciencia están corrompidas” La única esperanza para una conciencia así radica en la
limpieza que Cristo puede dar.

III. LA CONCIENCIA Y EL ESPÍIRTU SANTO


Romanos 9:1 Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia da testimonio conmigo
en el Espíritu Santo.
Romanos 8:16 El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que
somos hijos de Dios.
La obra del Espíritu es testificar agradando a Dios de nuestra fe en Cristo y nuestra obediencia
a él, ambos testimonios, del Espíritu y de la conciencia, llegarán a ser cada vez más idénticos
a medida que la vida cristiana progresa. Sentiremos la necesidad y la dicha de decir como
Pablo, con respecto a toda nuestra conducta: «Mi conciencia me da testimonio en el
Espíritu Santo».
La conciencia se puede comparar a la ventana de un cuarto, a través de la cual brilla la luz
del cielo, y por la cual podemos mirar fuera y ver el cielo con toda su luz brillando. El corazón
es la recámara en la cual mora nuestra vida, nuestro ego o nuestra alma, con sus poderes y
afectos. En las paredes de esa cámara está escrita la ley de Dios. Aun en el incrédulo, ella es
legible en parte, aunque tristemente oscurecida y desfigurada. En el creyente, la ley es escrita
de nuevo por el Espíritu Santo, en letras de luz, que a menudo al comienzo son débiles, pero
crecen en claridad y resplandecen con mayor brillo a medida que son expuestas libremente a
la acción de la luz.
Como dice Pablo: “Porque todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14:23)”.
R.C. Sproul expande este verso diciendo: “Si hacemos algo que creemos que es pecado,
incluso si estamos mal informados, somos culpables de pecado. Somos culpables de hacer
algo que creemos que es incorrecto. Actuamos en contra de nuestras conciencias. Esto es un
principio muy importante. Lutero estaba en lo cierto cuando dijo: “no es seguro ni saludable
actuar en contra de la conciencia.” Los creyentes también están en peligro de caer en este
patrón destructivo. A veces, nuestro pecado nos lleva a dudar de la realidad misma de
Dios. Cuando negamos la autoridad de Dios empezamos a dudar de su existencia para que
así podamos tranquilizar nuestra conciencia acerca de su juicio. (No toda duda es causada
por el pecado, pero el pecado casi siempre conduce a dudas.) El pecado puede causar que
nuestra conciencia sea “cauterizada” y “corrompida” y totalmente desconfiable Tito 1:15
Todas las cosas son puras para los puros, más para los corrompidos e incrédulos nada es
puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas. (Traducción: Biblia
de las Américas (LBLA))

IV. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE: ESPÍRITU, ALMA?

Este tema es muy controversial, pero creo a criterio personal es importante saber la diferencia
para no confundir con los términos ya mencionados.
Se dice que para los creyentes están vivos espiritualmente. El sustento es: 1Cor.2:11 Porque
¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?
Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios, Hebreos 4:12 Porque
la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra
hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón.
También para los no creyentes dice la palabra que ellos están muertos espiritualmente, sustento
Col. 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne,
os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, Ahora en la vida del creyente
el Espíritu es el eje de su vida Ef. 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 1Cor.
15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer
Adán, espíritu vivificante. Podemos decir que el Espíritu le da la habilidad al hombre para que
tenga una relación íntima con Dios, siempre que se refiere al espíritu del hombre es la parte
inmaterial del hombre.
El alma no solo se refiere a la parte inmaterial del hombre sino también a la parte materia, pues
la palabra alma significa “vida”. El alma es la visión horizontal del hombre con el mundo y el
Espíritu es la visión vertical del hombre con Dios. El alma con el Espíritu son similares en la
manera con la cual son usadas en la vida del espiritual del creyente son diferente en sus
referencias. Es importante entender que los dos son la parte inmaterial del hombre, pero solo
el Espíritu se refiere al caminar del hombre con Dios y el alma es el caminar del hombre en el
mundo ambos material e inmaterial.
V. CONCLUSIÓN: La conciencia es la obra del Espíritu Santo; el primer cuidado del
Espíritu es restaurar lo que el pecado ha contaminado. Es solo restaurando la conciencia a la
acción completa, y revelando en ella la gracia maravillosa de Cristo, el Espíritu Santo que
capacita al creyente para vivir una vida de luz. Es cuando la ventana del corazón que mira
hacia el cielo es despejada y mantenida limpia, que podemos andar en la luz. La conciencia
que ha sido limpiada con la sangre de Cristo, debe ser conservada limpia por el camino de la
obediencia de la fe, con la luz del favor de Dios brillando en ella.

La conciencia es el asiento de la fe. Aquel que crece fuerte en la fe, y tiene confianza en Dios,
debe saber que está agradando al Padre (1 Juan 3:21, 22 Amados, si nuestro corazón no nos
reprende, confianza tenemos en Dios; 22 y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos
de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante
de él). Jesús dijo claramente que es para quienes le aman y guardan sus mandamientos.
LA INIQUIDAD

DEFINICIÓN. El significado bíblico de iniquidad se refiere a aquello que es injusto. Se


considera algo que está fuera de la moral de Dios, aquello que está incluso fuera de la moral
de los hombres buenos. En escritos bíblicos se hace referencia a este término como aquello
que está en el corazón de algunos hombres.

Podemos encontrar la palabra Iniquidad en algunos de estos pasajes:

Éxodo 34. "que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el
pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de
los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación."

Levítico 20. "la desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no


descubrirás; porque al descubrir la desnudez de su parienta, su iniquidad llevarán."

Hay muy pocos estudios acerca de la iniquidad. Muchos cristianos incluso desconocen el
significado de esta palabra, a pesar de ser mencionada en varias ocasiones en la Biblia.

Antes incluso de que Jesucristo marchase de esta tierra anunció que volvería, pero que antes
de su regreso habría un tiempo de dificultad y de extendida iniquidad. La sociedad se
desmoronaría, los alborotos, la violencia y los disturbios se extenderían de tal manera que a
los humanos les fallaría el corazón a causa del temor a las cosas que iban a suceder sobre la
faz de la tierra, "porque habrá una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del
mundo hasta el presente, ni volverá a haberla" (Mateo 24:21).

Estos hechos ocurrirán por lo extendida y diseminada que está actualmente la iniquidad, que
se ha convertido en el pecado del mundo. El liberalismo actual no es sino la iniquidad
personificada en diferentes formas y en distintos ámbitos alrededor del mundo, aunque en
ocasiones dicha iniquidad se disfrace de otras formas.

Para los que conocemos a Cristo y su mensaje de salvación no es ningún misterio ni sorpresa
el hecho de que se incrementen sobremanera los desórdenes, la injusticia y, con ello, la
iniquidad. Esta situación debe ser para nosotros un desafío para que no fracasemos en el corto
trayecto que falta hasta su regreso. Debemos atesorar siempre las palabras de Jesús cuando nos
dijo: "El que persevere hasta el final, ése se salvará" (Mateo 24:13).

APOSTOL JUAN Y LA INIQUIDAD


El Apóstol Juan dijo que "todo el que comete pecado comete también la iniquidad, pues el
pecado es la iniquidad" (Juan 3:4). Si analizamos detenidamente el mensaje de Juan veremos
que la iniquidad no es solamente el pecado, sino que el pecado es parte de esa iniquidad. Por
ello la iniquidad es la incredulidad y la negativa a creer en Cristo. Es el rechazo del único
camino para ingresar en la comunión de vida eterna. Es la negativa de entrar en comunión con
el Hijo, el Padre y el Santo Espíritu. Por todo ello y según el propio Juan, la iniquidad consiste
en el rechazo de Jesucristo, el Hijo obediente que vive y pone por obra la voluntad del Padre.
Quien no cree en Jesús, quien le ignora o desconoce, igualmente rechaza la voluntad del Padre
y comete iniquidad.

EL APOSTOL PABLO Y LA INIQUIDAD


Pablo dijo a la comunidad de Tesalónica que "el misterio de la iniquidad ya está actuando"
(2ª. Tesalonicenses 2:7), pero él le dio nombre al protagonista de tal misterio, que no es otro
que el Impío, a quien "el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la
manifestación de su Venida" (2Tesalonicenses 2:8).

En definitiva, es Satanás y su imperio de maldad quien está estableciendo en el mundo este


liberalismo y falta de valores morales que se van acrecentando a nuestro alrededor día a día,
lo cual conduce a las personas hacia una total impiedad y a una absoluta iniquidad.

Pablo nos confirma este punto al decirnos que se manifestará el hombre de iniquidad, el hijo
de perdición, el Adversario, quien se opondrá y se alzará contra todo lo que se llama Dios o es
objeto de culto (2Tesalonicenses 2:3-4). Pero también Pablo nos advierte que llegará el
momento en que todo el torrente del mal humano quedará libre en la tierra y, cuando esto
suceda, llegará el tiempo de mayor sufrimiento, que el mundo jamás haya presenciado: "la
venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros,
signos, prodigios engañosos, y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de
condenar por no haber aceptado el amor de la verdad, que les hubiera salvado. Por eso Dios
les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira para que sean condenados
todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad" (2Tesalonicenses 2:9-12).
Esa es la característica del espíritu de iniquidad: el engaño, la mentira, el pecado y la confusión
que conduce a la impiedad. Pero Pablo, además de llamarnos a combatir contra el Mal, nos
advierte de que las armas que debemos usar no son ni humanas ni naturales, porque la lucha
no es contra la carne y la sangre (Efesios 6:12). Las armas tienen que ser las adecuadas al
género del enemigo y de acuerdo al combate. Precisamente porque la lucha es contra los
espíritus del Mal, sólo valen las armas de Dios; sólo ellas harán posible resistir las acechanzas
del Diablo (Efesios 6:11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo.) y resistir en el mal día, manteniéndonos firmes después de
haber vencido (Efesios 6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.). Pablo reconoce que él mismo
lucha y se fatiga en el combate, pero sigue adelante con una energía que no es la suya, sino
que es la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en él (Colosenses 1:29 para lo cual
también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí). Sólo
con Cristo y su fuerza es posible la victoria final.

CONCLUSION: Los hijos de Dios hemos sido llamados a evitar y borrar la iniquidad.
Debemos ser conscientes de que en la medida en que nos opongamos al mal y, con ello a la
iniquidad, será la medida en que la propia iniquidad no se enseñoree ni de nuestro corazón ni
de nuestra vida.
LA IMPIEDAD

Impiedad. Del griego (asebeia) aquí se usa para una persona falta de respeto o de reverencia
a Dios, una obra del impío. Es todo lo que está en contra Dios. Estas personas están
conscientes de la existencia de Dios pero le faltan el respeto y no muestran reverencia hacia
la persona de Dios. Es todo lo opuesto a la piedad.
- Los impíos son perseguidores (Salmos 37:12, 14).
- Los impíos manifiestan crueldad con los demás (Proverbios 12:10);
- Los impíos son tercos (Proverbios 21:29)
- Los impíos son soberbios (Salmos 75:4) "infatuéis" del hebreo (halal) significa literalmente
hacer "brillar, presumir, celebrar, hacer ruido, hacer espectáculo, alardear. (Proverbios 21:4
Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado)
Impiedad e impío son las palabras usadas en las traducciones de la Biblia, correspondiendo
a las griegas asebeia, asebēs (cf. asebein, "vivir impíamente"; 2 Pedro 2:6 y si condenó por
destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas
de ejemplo a los que habían de vivir impíamente; Judas 15), menos frecuente a amartōlos y
aún más escasamente a anomos, que a su vez son las traducciones en la Septuaginta de la
palabra hebrea rasha'. La palabra hebrea denota en primer lugar al impío e injusto sólo en el
sentido moral. Sin embargo, todo lo moralmente malo, según la noción del Antiguo
Testamento en la narrativa del jardín del Edén es, en último análisis, renuncia a Dios y
desobediencia a su voluntad. Y por tanto toda impiedad en Israel se entiende que procede de
la irreligiosidad. Además, el contraste entre justicia e impiedad se hace aún más marcado al
oponerse dos clases de hombres, describiéndose al impío, particularmente en los Salmos,
como el fomentador de la transgresión y la violencia contra los hombres y en relación a Dios
como el despreciador de su palabra y rebelde contra él. La palabra asebeia también ocurre
frecuentemente en los apócrifos del Antiguo Testamento, especialmente en el libro de Sirach
(Eclesiástico); pero en el Nuevo Testamento esa palabra y sus términos cercanos son
relativamente infrecuentes, porque aquí la incredulidad emerge más en la esfera religiosa
como raíz y forma del pecado. Cuando se usan esos términos, significan en su mayor parte
impiedad, en el Antiguo Testamento es sinónimo de pecado en oposición a justicia (Romanos
1:18 Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos
vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo.; 4:5 mas al que no obra, sino cree
en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.; 5:6 Porque Cristo, cuando
aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.; 11:26 y luego todo Israel será salvo,
como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador; 1 Timoteo 1:9 conociendo esto, que la ley
no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y
pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los
homicidas,; Tito 2:12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos
mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente; 2 Pedro 3:7 pero los cielos
y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el
fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.). En un sentido
modificado se refieren a los que permanecen impermeables al evangelio (1 Pedro 4:18 Y: Si
el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?) o a los maestros
del error (2 Timoteo 2:16; Judas 4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente,
los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que
convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a
nuestro Señor Jesucristo,15 para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los
impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras
que los pecadores impíos han hablado contra él.). En el aspecto teórico la impiedad
desemboca en el ateísmo.
ESCUELA BIBLICA DE DISCIPULADO
ESBYD
CONOCIENDO AL ESPÍRITU SANTO

LA CONCIENCIA
LA INIQUIDAD
LA IMPIEDAD

ARACELI CAMARENA MORALES

LIMA – PERÚ

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