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valeria flores
Saber / Coger como experiencia política
Desorganizar el cuerpo hétero
valeria flores
Título
Saber / Coger como experiencia política
Desorganizar el cuerpo hétero
Autora
valeria flores
facebook.com/pixeleditora
pixeleditora@gmail.com
www.pixeleditora.com.ar
¿De qué modo las formas de coger son prácticas que cons-
truyen cuerpos? ¿Qué implicancias políticas tienen las prácticas
de coger como efectos del saber? ¿Podrían las experiencias del
coger producir desplazamientos y disrupciones en el régimen
genérico heterocentrado? ¿Qué relaciones se pueden establecer
entre modos de conocer, formas de coger y experiencia política?
Estas preguntas pulsan la apertura de reflexiones críticas
sobre tres prácticas como un modo de articular posibles relacio-
nes entre experiencia, cuerpo y política, que son: la construcción
heterocentrada del cuerpo en la modernidad; las prácticas de
coger como actos performativos que constituyen y desorganizan
los cuerpos; así como la producción de placeres como práctica
política que posibilita cuestionar la economía erótica hetero-
sexual, un tropo poco explorado de las narrativas feministas.
Siguiendo a Paul B. Preciado, podemos afirmar que el sexo,
como órgano y como práctica, no es ni un lugar biológico preciso
ni una pulsión natural. “El sexo es una tecnología de dominación
heterosocial que reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de
una distribución asimétrica del poder entre los géneros (femeni-
no/masculino), haciendo coincidir ciertos afectos con determi-
nados órganos, ciertas sensaciones con determinadas reacciones
anatómicas” (Preciado, 2002: 22). En este sentido, usufructuan-
do de la performatividad queer cuya fuerza política reside en la
citación descontextualizada de la injuria homofóbica, el empleo
del significante “coger”1 en este escrito opera del mismo modo al
hacer hablar un término de la lengua vernácula en un contexto
inusual como es el ambiente académico, produciendo a su vez
[1] En Argentina, este término es de uso común para referirse al acto sexual, para signifi-
car las relaciones sexuales.
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ciado dan cuenta que el modelo de producción del sexo que data
del siglo XVIII, correspondiente al período del capitalismo indus-
trial, se fundó sobre la división del trabajo sexual y del trabajo
reproductivo, identificando el sexo con la reproducción sexual.
[2] “El género, tal y como los feminismos lo proponen, no es solo emancipación: el gé-
nero hiere, el género mata, el Género – que hablamos y que nos habla, el que nos hace
sujetos. La diferencia sexual no solo se celebra, también se construye, laboriosamente
se construye, con tijeras, con hilos de sutura, con carne; el cuerpo se hace, no se nace un
cuerpo, se llega a serlo, dolorosamente, mutiladamente – como afirman Beatriz Preciado
y Monique Wittig, a través de una primera cirugía plástica de inscripción, la de la carne en
cuerpo” (Cabral y Benzur, 2005: 301).
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[3] fugitivas del desierto fue un grupo artístico-político de lesbianas feministas que inter-
venían en la ciudad de Neuquén (2004-2008).
[4] Tecnología entendida “como un dispositivo complejo de poder y de saber, que integra los
instrumentos y los textos, los discursos y los regímenes del cuerpo, las leyes y las reglas para la
maximización de la vida, los placeres del cuerpo y la regulación de los enunciados de verdad”
(Preciado, 2002: 24).
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Bibliografía: