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Mg Juliana Andrea Martínez Blanco Evangelio de Lucas, por el camino de la Misericordia.


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LA TEOLOGÍA DEL CAMINO

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emos inicio a este tema, profundizando un poco sobre la palabra Camino, o
su término en griego – Odos (odoj). Al consultar, algunos diccionarios bíblicos,
nos podemos encontrar con varias etimologías, que nos permiten no solo
vislumbrar el significado de la palabra misma, sino, aquellos complementos que el término
como tal hace, con otras partículas.

Por ejemplo:

Método: Palabra del griego, que significa, el camino a seguir. Proveniente de Meta (meta):
más allá, después. Y de la palabra odos (odoj) camino. Es decir, camino seguro para llegar
más allá.

Otra palabra que encontramos, es:

Éxodo: (exodoj) formada por Ex = fuera (ex) y odos (odoj) = camino, o sea, un “viaje hacia
fuera”. Esta palabra de manera figurada, hace referencia a la emigración de un pueblo, y
si la revisamos desde su significación bíblica, se refiere, a la emigración del Pueblo de
Dios, hacia la tierra prometida, bajo la guía de Moisés.

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Pero, si revisáramos la palabra, sin las partículas que puede llegar a complementar,
conservaría a menudo, el sentido literal de un camino, carretera o sendero físico, tal y
como lo conocemos actualmente, y que existe o ha sido construido para seguirlo o
recorrerlo.

Con un poco más de frecuencia, dentro de algunos relatos, se refiere a la vida del hombre,
o su comportamiento religioso y moral, que puede ser bueno o malo dependiendo de los
casos; así mismo encontramos en textos del Antiguo Testamento, la expresión "los caminos
del Señor" para indicar el camino como una acción de Dios y sus planes sobre el hombre,
que a menudo son misteriosos y desconcertantes.

Es así como, el camino hacia la excelencia, hacia lo que es agradable a Dios, incluso el
mismo Jesús, se convierte en camino, obviamente para el caso de los textos del Nuevo
Testamento. El Evangelio de Lucas, incluirá una sección de relevancia, que inicia desde el
capítulo 9 versículo 57, sobre el camino, incluyendo a los discípulos en este recorrido que
hará Jesús.

El evangelista utiliza intencionadamente la palabra dentro de la sección de 9, 57 y de 18,


35, dando dos sentidos principalmente. Uno de ellos, el camino como un lugar geográfico,
mostrando a Jesús en varios lugares, que como hemos visto en módulos anteriores, no solo
con la ayuda de los relatos, sino con los vídeos que hemos incluido como complemento, a
un Jesús que recorre su territorio, que ha pasado por Nazaret, Cafarnaun, el Lago de
Genesaret, Samaría, para dirigirse finalmente a Jerusalén. Otro de estos significados es
el espiritual, la manera de la construcción del camino, en adversidad, en alegría, en
plenitud, en oscuridad, pero finalmente, llegando a ese Reino de Dios, que
permanentemente se ha manifestado.

Para Lucas, este es un tema primordial en su teología, por eso también lo incluye en el
libro de Hechos de los Apóstoles, donde el énfasis de este camino, estará en torno a la
vida de la comunidad cristiana, como parte fundamental de su cotidianidad.

La Teología en la Obra Lucana1

S
egún Lucas, el Dios de los cristianos es el Creador, del que habla la Escritura, y el
Redentor de Israel. Desde toda la eternidad lleva a cabo su designio de salvación, al
que su pueblo se opone una y otra vez. La obra de Jesús es el intento último y
definitivo del Dios misericordioso por hacerse con Israel y llegar a los paganos. Todo lo
que realizó el Mesías Jesús como Hijo, Señor, Salvador, Maestro y médico, se realizó a la
vez para el pueblo de Dios y para todas las naciones.

Como en tiempos del evangelista las sinagogas se habían cerrado al evangelio de los
cristianos, la misión pone en adelante sus esperanzas de éxito en el mundo pagano (cf.
Hch 28, 28). El mensaje cristiano es universal y, para Lucas está exento de todo
particularismo (Hch 10, 34 – 35)

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Información adaptada de Bovon, F. El Evangelio Según San Lucas. Editorial Sígueme.

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Aunque los cristianos provienen de todos los pueblos no se someten a la letra de la ley,
particularmente en sus prescripciones rituales, no reniegan sin embargo de la herencia de
Israel. Al contrario, pretenden ser los intérpretes legítimos de la Escritura. Porque la
Escritura, inspirada por el Espíritu Santo, se comprende hoy según la voluntad del Señor
Jesús y la ayuda del mismo Espíritu Santo. Está por tanto en armonía con el mensaje
cristiano. Pablo respira el mismo aire que Isaías. Por eso, el gozo y el triunfo son las
dominantes de la interpretación cristológica de la Escritura (Hch 15, 14 – 15; 28, 25)

Lucas es un ejemplo de la versión helenística del


cristianismo que, siguiendo a Pablo, se apoyó de la
estricta observancia de la ley. Si subraya, a pesar de
eso, la práctica judía de los apóstoles y de los otros
testigos, es por escrúpulo de historiador, que hace
resaltar las raíces históricas de la fe cristiana, y no
por convicción teológica que reclame esta práctica de
cada uno de los cristianos.

Afortunadamente para Lucas, la situación no es ya la


misma; la ética cristiana no se basa ya en la ley de
Moisés, sino en los mandamientos del evangelio,
empezando por el doble mandamiento del amor. Los
cristianos, según el corazón de Lucas, no se apegan
por lo demás a los mandamientos, sino que tienen en
cuenta a los seres humanos. Saben que son fieles
discípulos del Resucitado: constantes, alegres, libres,
no calculadores sino solidarios. La preocupación por las mujeres, por los niños, por todos
los abandonados, la reflexión sobre la pobreza y la debilidad, atestigua una actitud
totalmente nueva en el mundo de entonces.

La renuncia absoluta de los Doce y su caminar concreto en el seguimiento de Jesús no son


ya posibles en la situación de las comunidades urbanas del tiempo de Lucas; pero la actitud
interior y el espíritu que animaba a esas decisiones y las hacía impresionantes y hasta
provocativas deben mantenerse vivas y suscitar continuamente actos concretos y
significativos. Tal es el mensaje ético de Lucas.

El evangelista es testigo de una forma particular del paulinismo en la segunda o incluso


tercera generación. Su antropología optimista, le impide hacer suya la concepción de la
voluntad humana esclava del pecado, tal como la expone Pablo en la Carta a los romanos.
Por eso la cruz no es para él la maldición necesaria que pesa sobre el Hijo, sino la
consecuencia, prevista y destinada para él por el Padre (Hch 2, 23), de su obediencia, y
al mismo tiempo la expresión del pecado humano. Por tanto, la sangre derramada de Jesús
sella la nueva alianza de Dios con la humanidad (22, 19 – 20) y el nacimiento de la Iglesia
(Hch 20, 28)

Sin ser el solitario genial que habría inventado la historia de la salvación para sustituir a
la impaciente espera apocalíptica, Lucas intenta – como la mayor parte de sus
contemporáneos cristianos – explicar el problema del retraso de la parusía sin esperar en
adelante la parusía, con paciencia y lucidez. Tiene que desaparecer cualquier otra forma
de esperanza limitada a un solo pueblo. El acento principal se pone, no ya en la salvación
venidera, sino en la salvación ya realizada, en la venida, la pasión, la resurrección, y la

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ascensión de Jesús, que alimentan nuestro presente. Para algunos autores, Lucas no
distingue tres periodos en la historia de la salvación, como suele creerse (el tiempo de la
promesa, el tiempo de Jesús como centro del tiempo y el tiempo de la Iglesia), sino
solamente dos: el tiempo de la promesa y el tiempo del cumplimiento, que se divide a su
vez en dos: el tiempo de Jesús y el tiempo de los testigos; y éste igualmente en dos: el
tiempo de los testigos oculares, y de la generación presente 1,4. En cada paso de un
tiempo al otros, Dios envía algunas personan que aseguran la continuidad, lo cual es
particularmente explícito en la persona de Juan Bautista.

La vida comunitaria de la primera cristiandad en Jerusalén, los éxitos misioneros de los


apóstoles y de los testigos, en particular de Pablo, la aceptación del martirio (como
Esteban siguen siendo nuestros días la prenda de la venida del reino de Dios.

La eclesiología de Lucas representa – consciente o inconscientemente – una forma


particular de cristianismo. Lucas se fija por un lado en el grupo de los Doce, cuya actividad
– sobre todo en Jerusalén – constituye la fase fundadora, y por otra parte en los helenistas,
a quienes reconoce las mayores oportunidades de porvenir, ya que practican una
obediencia preferible tanto en el terreno de la ética (superación de la ley) como en el de
la misión (acogida de los paganos incircuncisos). Así pues, Lucas recoge la tradición de los
Doce y la de los Siete. Sus figuras principales son Pedro y Pablo, ya que el progreso
triunfante del cristianismo se lleva a cabo hacia el oeste, razón por la cual Lucas
desatiende los comienzos de la Iglesia en Siria oriental o en Egipto. Por tanto, su horizonte
eclesial está limitado geográficamente, o mejor dicho concentrado, en el área donde la
fe cristiana conseguirá pronto sus efectos más impresionantes.

Volviendo al itinerario del Camino, dentro del evangelio,


podemos identificar el camino que recorre Jesús desde Galilea
hacia la ciudad de Jerusalén, es decir, desde la parte norte
hacia el sur, de la siguiente manera:

1. Primera etapa en el camino: Lc 9, 51 – 13, 21. La frase


introductoria indica la decisión de ir a Jerusalén,
encontraremos varios fragmentos donde la palabra
camino, estará explicita, en este recorrido que
emprenderá Jesús.

2. Segunda etapa en el camino: Lc 13, 22 – 17, 10. El autor


es mucho más explícito, al reafirmar las acciones de
Jesús durante este tiempo, pues seguía atravesando
ciudades y enseñando, camino a Jerusalén. Menciona
durante tres veces a esta ciudad.

3. Tercera etapa del camino: Lc 17, 11 – 18, 30: Lucas nos


muestra que Jesús ya se encuentra muy próximo a
Jerusalén, se encuentra entre Galilea y Samaría. La
mención de Samaría, está incluyendo nuevamente a
otra parte de los excluidos de la sociedad en tiempos
del Nuevo Testamento.

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4. Cuarta etapa del Camino: Lc 18, 31 – 19, 44: Están subiendo a Jerusalén,
mencionada dos veces, durante esta etapa los apóstoles, no entienden muy bien
los acontecimientos que se están dando durante esta etapa.

El camino, por tanto, no es sólo la mención de una serie de lugares geográficos, o una
palabra sin mayor relevancia, para tener en cuenta en medio del relato lucano. Es un
momento pleno para el desarrollo del recorrido de Jesús.

Un camino, que se construye con la compañía de otros que han aceptado su llamado, aquel
llamado de seguimiento, que solo puede ser escuchado desde el corazón. Es un camino
incluyente, donde toda la humanidad tiene cabida, aquellos que habían sido excluidos de
la sociedad, aquellos pequeños que no eran incluidos, son los destinatarios del mensaje
de Salvación expresado por Jesús a través de su camino, aquí aparecen los rostros de las
mujeres, las viudas, los leprosos, los niños, los enfermos.

Es un Jesús que mira, que reconoce el dolor, que identifica, pero lo más importante, que
se aproxima, que no pasa de largo, toca, siente, vive y transforma, es la misericordia
misma que el camino se hace vida en su persona y en cada uno de los que tiene contacto
con él.

Esta es la manifestación de Dios, en la historia, en la vida de toda la humanidad, sin hacer


distinción de ningún tipo. Está ahí, viva y transformante no necesitamos exigirla,
simplemente reconocerla en nuestro construir de vida, en nuestro construir de camino.

Un camino que como el que recorrió Jesús, estará lleno de altibajos, de etapas difíciles,
de personas que encontraremos necesitadas de ese mensaje de salvación. Un camino que
no solo se refiere a los demás, sino en el encuentro con Jesús, con aquel que está presto
a socorrernos en nuestra vida. Y es así como nosotros mismos también seremos camino
para otros.

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Vamos desde esos paisajes hermosos y placidos en Galilea, cruzando por desiertos y
tempestades, llegando a la hermosa ciudad de Jerusalén, allí donde Jesús vence la
muerte, allí donde está la vida, donde está el significado real. La plenitud, el encuentro
con el Padre, y donde descubriremos el verdadero y único rostro de Jesús, el Hijo, el
amado, aquel que cumplió la voluntad del Padre, que fue agradable a los ojos de Dios.

Nos ha construido un itinerario de vida, que ahora solo debemos recorrer de la mano de
Jesús, de su misericordia, de su justicia infinita. Un camino, donde somos justos y
misericordiosos como lo es Él, donde somos testimonios vivos de su amor, testimonios
donde no solo esta nuestra palabra sino cada una de las acciones que podemos
transparentar en nuestra vida, y en la vida de quienes a nuestro lado están, construyendo
camino de vida.

Mg Juliana Andrea Martínez Blanco Evangelio de Lucas, por el camino de la Misericordia.

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