REVISTA MODERNA.
EL CUENTO DE NUNCA ACABAR,.
—gQue yo he de contar un euento?... ;Ua cuen-
to! Vamos—éramos en un dngulo del salén dos pa
rojas jévenes de doble sexo jJosiis! de distinto, at.
40—gexisten los euentos?
—Mira ti, exclamsé Pedro, asi se lama mi com
paiiero, los cuentos pueden ser sucedidos 6 por su-
ceder. gMe entiendes?..... Quevemos un
que se nos realice, un cuento que...
—Si, si, tepetian Luisa y Lola, un cuento que.
—No, repliqué, ustedes quieren una profecia on
cuento, digamos; y-yo-soy-mal-profata y
vrador. Sin embargo, pronostico A estas 1
serfin unas.
—Reinas, interrumpis Pedro.
fo, unas... Las niiias euriosas 6 iinpacientos
acereaban & mis labios sus cabecitas rafaclescas,
Unas.... umas.... madres de familia.
Con rapido movimiento Luisa y Lola irguléronse
sc alejaron brevemente do mf, Pedra se adelants
preguntando.
—a¥ yo? e¥ vi?
—Unos.. wos... Las nitias wo
aproximaban con la misma lentitud musical eon
que yo seguia repitiendo unos amos..... Sus
cabecitas rafaetescas volvian accredndoso fi mis la.
bios. Unos.... unos... padres de familia,
Y aquellas criaturas uu se alejaron mas, sus ojos
nadaron en reflajos azules de agero bajo parpadeos
fugitivos, sus labios se doblaron en duplo arco’ de
sangre y sus dientecillos blaneos de leche dhovaron
mpereeptiblemente. Y asi, de golpe, como quien
quiere acariciar, como quien quiere pegar.
recibimos Pedro y yo en las nuestras el contacto
de dos manos; no, de manos no, de pétalos que em
puja y junta un viento sin rumor en un surco:
mientras nuestros viejos padres se enredaban aca.
lorados en una controversia politica, y las gordas
mamas sc olvidaban de nosotros, aventuradas en
vominiscencias ya muy lojanas del baile sin prec.
dente que Ie ofrecis # su Altoza Serenisima D. Ma-
nnol Eseandén.
Un doble beso mudo, largo y Iimedo nos apazé
el hitlito, en un desvanecimiento de aromas de ear
ne de veinte aitos, sana y fresea, buena y casta
Mabia comenzado et euento,
euento
peor-na-
fas que
unos
ul
iVayal hombre, cuenta un euente que... exela.
m6 Pedro, interrumpiéndose Inego, después de aiio.
ranzado silencio, una noche en que visitbamos i
I y Lola, Luisa y yo, y que habiamos agotado Ia
conversacién sobre nuestros hijos ya erecidos, Su
mujer y la mia, él y yo, sentimos, con la frase, co-
mo si se nos hubiera vuolto la cava para la espal
da, y nos quedamos viendo danteseamente havin el
pasado. Mas duciio do mf mismo.
—Pere oso no seria un pronéstico, dije.
‘0 importa, replies Pedro.
Nuestras consortes, silenciosas, nox miraban an
sustiosamanic, parecta que than A sallozar. Now
—Y¥a 86.... ya sé, decia rompiendo ol hilo de In
visa, gto acuerdas? Yo besé & la tuya, tii besaste ft
Ja mia, aquella noche..... hace, treinta afios. Nun
ca me habia acordedo. ¥ después nos casamos, tit
con la mia, yo con Ia tuya.... gy eémo tid oso?
No 86 gy tit? :
—Hombre, yo tampoco; habia olvidude tai
e830... e8C..1. e60.... ese detalle.
dro, como elias no Io han olvidado.
—Nunea, a a. Juntas, & solas, nos hemos
veido de ello; pero delante de ustedes, ef recucrde
evocado ast...... casi nos ha hecho Iorar.
—ePor qué? gTan mal te he tratado?
—Es0, o50, agregé Pedro. ;’Tan mat te ha ido
conmigo, mujer?
¥ las pobres viejas, interrumpiéndose, repetian,
vuborizadas,
No, no, no es por eso.
‘Pero gy los muchachos? exelamé Lola de re-
pente. Los cuatro nos quedamos frios. Los mucha.
chos—mis dos hijos y las dos hij
estaban en el salén. Oh! los veinte an
‘Se han ido al jardin, sin duda. Vamos al jar
isan
Pero ve, Pe-
ain
—Yamos.
Vamos
Ia tana eaia, como luvia de plata én polvo,
bre las hojas inméviles, el eanto del grille vibtaba
tnelanedlicamonte en cl aire tibio, ascendia de In
tierra un olor acre y dules la vex y hacia el An-
gulo mas apartado del jardin se ofa... joh, pobres
Viejos nosotros! bien conocimos 1o que se ofa
elvozar de una ala que se despleza en Ja trond
bajo un rayo de luna
—iMuehachas! Muchachos! gritaban lay mamis
aprestradas en el sendero.
Los papiis, serlos y callados, 10x detuvimos auto.
mitticamente, El cuento habia comenzado de nuevo,
rsh. Vanasneue,
DESPUES DE UNA LECTURA
Clerro tu libro, Sin fecunda idea
tw arte es un ara donde no arde el tego,
xombra de vida, Inberinto ciego
de vanas formas que el eapricho crea
Mi alma el Culgor de to id
perfeceia
que extraiia A todo, en indolente jucso
palabras pule, 6 chinsulas tornea.
Lejos de mi vuestya iupasible musa,
que especie de
convierte en picdra el corazon del vate
Daume, dadine el poeta soberanc
ue brute el verso varonil y humane
como se bruie un arma de combate,
agro Bran aire
Madrid, 1999