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¿QUÉ CULPA TIENE LA HIGUERA?

La Biblia está llena de historias de todo tipo y color, historias de amor y


de indiferencia, historias de triunfos y de derrotas, historias de personas
y animales, historias graciosas e historias tristes, entre otras, pero todas,
son historias reales.
Una de ellas, cuenta un milagro hecho por Jesús que, a simple vista, un
milagro sin otro propósito que mostrar un acto de ira apresurado y me
llevó a estudiarlo más en profundidad.
Mr 11.12–14, 20–26
12Al día siguiente, cuando salieron de Betania, (Jesús)
tuvo hambre. 13Y viendo de lejos una higuera que tenía
hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando
llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de
higos. 14Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás
coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.
20Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se
había secado desde las raíces. 21Entonces Pedro,
acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que
maldijiste se ha secado. 22Respondiendo Jesús, les dijo:
Tened fe en Dios. 23Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será
hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24Por tanto,
os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá. 25Y cuando estéis orando,
perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también
vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros
vuestras ofensas. 26Porque si vosotros no perdonáis,
tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará
vuestras ofensas.
¿Acaso Jesús quería comer de un árbol que no le pertenecía? ¿Además
de eso, pretendía que la higuera tuviese frutos cuando no era tiempo?
- En primer lugar: Dios había ordenado que los bordes de los
campos no debían ser sembrados para que los pobres y los
extranjeros tuviesen para comer. Lv 19.9-10
¿QUÉ CULPA TIENE LA HIGUERA?
- En segundo lugar: La higuera tiene la particularidad de que
cuando es tiempo de higos, primero se forman los frutos y luego
salen las hojas.
Ésta higuera se veía muy prometedora a lo lejos, pero cuando Jesús se
acercó, se dio cuenta que era estéril. Debía estar llena de frutos, pero
sus hojas, solo la hacían parecer algo que realmente no era. En muchos
pasajes de Biblia, se usa a la higuera como figura del pueblo de
Israel, y ésta, no es la excepción. La simple apariencia de piedad, no es
otra cosa que hipocresía, lo que Jesús, no demoró en condenar.
Mt 15.7–9
7 ¡Hipócritas! Isaías tenía razón cuando profetizó acerca
de ustedes, porque escribió: 8 “Este pueblo me honra con
sus labios, pero su corazón está lejos de mí. 9 Su adoración
es una farsa porque enseñan ideas humanas como si
fueran mandatos de Dios”.
Al día, siguiente, volvieron a pasar por el mismo lugar. Y para sorpresa
de los discípulos, las palabras de Jesús se habían cumplidos. La higuera
se había secado. En ese momento, Jesús aprovecho el momento para
enseñarles dos verdades más:
- La primera es orar con fe: Y nos muestra que para Dios no hay
nada imposible, ni siquiera el mover un monte.
- La segunda es el perdonar cuando estemos orando, y en ése
punto me quiero detener un poco más.
Mr 11.12–14, 20–26
25Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra
alguno, para que también vuestro Padre que está en los
cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26Porque si
vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en
los cielos os perdonará vuestras ofensas.
Vemos que cuando nos acercamos a Dios en oración, no solo es
importante hacerlo con fe, sino también con un corazón libre de
rencores.
¿QUÉ CULPA TIENE LA HIGUERA?
Cuantas veces nos hemos enojado con alguien por alguna ofensa que
nos hayan cometido, las razones pueden ser muchas: Algún insulto,
menosprecios, agresiones físicas, engaños, indiferencias, etc. Ya sea
por parte de nuestros padres, hermanos, amigos, compañeros, pareja,
etc. Algunas veces nos podrán haber parecido insignificantes y otros
muy difíciles de perdonar.
He 12.14–15
14Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie
verá al Señor. 15Mirad bien, no sea que alguno deje de
alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados.
Pablo, nos exhorta a buscar la paz y la santidad con todos. Si no lo
hacemos, esto puede impedir que otras personas alcancen la gracia de
Dios. Jesús perdonó todos nuestros pecados en la cruz, pero no solo los
nuestros, también los pecados que se cometieron en contra de nosotros,
también los pecados de fornicación, de adulterio, de violaciones, de
homicidios, de robos, de hurtos, de todas las personas.
Solemos mirarnos a nosotros como los únicos perdonados, pero
descuidamos el hecho de que Cristo, también murió por nuestro
prójimo. Lo malo es que cuando miramos a otros como pecadores
apartados de Cristo, le estamos negando la gracia de la salvación divina.
Yo ya estoy perdonado, vos todavía no.
Cuando nos acercamos a Cristo él nos trata con amor, sin rencor alguno
por haberlo hecho morir en la cruz por nosotros. De la misma manera,
nosotros debemos demostrar ese amor sin reproches hacia los demás.
No dejemos que ninguna raíz de amargura nos estorbe, que ningún
rencor, ningún resentimiento, ninguna diferencia sin resolver nos aparte
de la comunión con Dios y con nuestros hermanos. Ya que estas raíces,
aunque comienzan muy pequeñas, crecen muy silenciosamente dentro
nuestro, impidiéndonos estar en paz y santidad.
Ésta raíz cuyo crecimiento es lento y doloroso, nos va absorbiendo por
dentro, a tal punto que lo que un día parecía un árbol frondoso y lleno
de frutas, empieza a marchitarse y se termina secando. Termina
¿QUÉ CULPA TIENE LA HIGUERA?
absorbiendo todo nuestro amor, nuestro gozo, nuestra paciencia, a tal
punto que nos volvemos irascibles, contestones, mal hablados, sin ganas
de hacer nada, sin esperanzas, y sin darnos cuenta, herimos a los que
están a nuestro alrededor, porque esa raíz que comenzó siendo pequeña,
nos ha dejado incapacitados de llevar buenos frutos.
Puede que para mí sea difícil entenderte, o ponerme en tu lugar, pero
Cristo de seguro que te entiende.
He 4.15
15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Jesús, es 100% Dios pero también es 100% hombre. Y como todo
hombre, nació como un bebé, sus padres lo tenían que cambiar porque
él no lo podía hacer solo. Tuvo que aprender a comer, a caminar, a ir
al baño, a leer e ir creciendo en estatura y conocimiento. Como todo
humano tenía hambre, sed, se cansaba, se alegraba, lloraba, y tenía
sentimiento como todos nosotros.
A simple vista era una persona normal, muy buena por cierto, pero
normal.
Mt 13.53–56
53 Cuando Jesús terminó de enseñar con estos
ejemplos, se fue de allí. 54 Llegó a su pueblo y comenzó a
enseñar en la sinagoga. La gente estaba tan sorprendida
que algunos decían: «¿Dónde aprendió este hombre tantas
cosas? ¿Cómo puede hacer esos milagros?»
Otros decían: 55 «Pero, ¡si es Jesús, el hijo de José, el
carpintero! Su madre es María, y sus hermanos son
Santiago, José, Simón y Judas. 56 Sus hermanas aún viven
aquí. ¿Cómo es que Jesús sabe tanto y puede hacer estos
milagros?» TLA
La biblia no dice si se enfermó o no, pero si sabemos que, con cada
latigazo recibido, su cuerpo se lastimaba y se iba desangrando poco a
poco. Y no es que era masoquista o que le gustaba sufrir.
¿QUÉ CULPA TIENE LA HIGUERA?
Mt 26.37–39
37 Jesús invitó a Pedro, a Santiago y a Juan para que lo
acompañaran. Luego empezó a sentir una tristeza muy
profunda, 38 y les dijo: «Estoy muy triste. Siento que me
voy a morir. Quédense aquí conmigo y no se duerman.»
39 Jesús se alejó un poco de ellos, se arrodilló hasta tocar

el suelo con la frente, y oró a Dios: «Padre, ¡cómo deseo


que me libres de este sufrimiento! Pero no será lo que yo
quiera, sino lo que quieras tú.» TLA
Éste Jesús, que sufrió hasta la muerte por nuestras rebeliones nos dice:
He 4.16
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia,
para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro.
Si nuestro dolor es tan grande que no sabemos qué hacer, si nuestros
pecados han llenado tanto nuestra mochila de culpa que no nos
podemos levantar y dar un paso más, podemos acercarnos a Jesús, para
recibir el perdón y la fuerza necesaria para perdonar.
1 Jn 1.9
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Col 3.13
13 Sean tolerantes los unos con los otros, y si alguien tiene
alguna queja contra otro, perdónense, así como el Señor
los ha perdonado a ustedes NTV
Si Jesús, a quien nuestras ofensas no solo lo hicieron sufrir, sino que
también lo llevaron a la muerte, nos perdonó, incluso antes que nosotros
hayamos nacido, nosotros también podemos perdonarnos a nosotros y
perdonar a los que nos ofenden.
¿Y qué de las heridas y cicatrices?
¿QUÉ CULPA TIENE LA HIGUERA?

Is 53.4–5
4 »A pesar de todo esto, él cargó con nuestras enfermedades y
soportó nuestros dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había
herido y humillado.5 Pero él fue herido por nuestras rebeliones,
fue golpeado por nuestras maldades; él sufrió en nuestro lugar,
y gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos sanados.
Cristo lleva en sus manos y en su costado cicatrices que demuestran el
amor incondicional que tuvo por nosotros al sufrir en esa cruz.
Gracias a sus heridas, nosotros fuimos sanados, no solo de nuestras
heridas físicas, sino también, nuestras heridas del alma.
Is 43.25
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí
mismo, y no me acordaré de tus pecados.
Debemos perdonar porque Cristo nos perdonó. El perdón de Cristo es
incondicional, no debemos hacer nada para que Él nos perdone, Él ya lo
hizo muchos años atrás, y lo demostró al morir en la cruz por nuestros
pecados. Además, no se acuerda más de él. Si en algún momento
llegamos a recordar algún pecado por el cual ya hemos pedido perdón,
no es Dios sino el diablo el que nos quiere robar la paz que Cristo nos
da. Éste mismo perdón, es el que debemos dar a otros. Perdonar y no
recordarlo más.
Jn 15.5
»Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los
que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho
fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.NTV
Ése perdón viene de Jesús y es la única fuente de la cual lo podemos
recibir. Para que de ésta manera no solo seamos un árbol que aparenta
llevar fruto, sino un árbol lleno del fruto del Espíritu Santo, que puede
ayudar a los demás.

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