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IZEPES
Gobernación del Estado Zulia
izepes@iamnet.com
ISSN: 1316-371X
VENEZUELA
2003
Morelba Brito
LAS REFORMAS DE “SEGUNDA GENERACIÓN” EN AMÉRICA LATINA:
LA REIVINDICACIÓN DE LA POLÍTICA
Ciencias de Gobierno, enero-junio, año/vol. 7, número 013
Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IZEPES)
Maracaibo, Venezuela
pp. 11-35
Ciencias de Gobierno, Año 7, No. 13, Enero-Junio, 2003, 11-35
Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales
ISSN 1316-371X ~ Depósito Legal pp 199702ZU1123
Brito, Morelba*
Resumen
Desde mediados de los años 90 del siglo pasado y en razón del peso
teórico del neoinstitucionalismo, como el soporte argumental de los orga-
nismos multilaterales de apoyo financiero y técnico para las reformas del
Estado de “segunda generación” en América Latina, la política adquiere
una importancia significativa como la interacción social a partir de la cual
es posible -con la mediación de “Buenos Gobiernos”- establecer los acuer-
dos y diseñar las instituciones que permitan a estos países minimizar la bre-
cha que los separan de aquellos más exitosos desde el punto de vista socioe-
conómico. Para tratar esta premisa, ubicamos este trabajo en el contexto de
la evolución de la relación entre estrategia de desarrollo, reforma y rol del
Estado en la región para, finalmente, poner de relieve el papel y el sentido
que adquieren la democracia, los gobiernos y las interacciones políticas en
momentos cuando éstas categorías son reproblematizadas en cuanto a su
funcionalidad para el crecimiento económico y el desarrollo social.
Palabras clave: Estrategia de desarrollo, reforma del Estado, gobernabili-
dad, “buen gobierno”, democracia y política, Latinoamérica.
Abstract
Since the mid 1990’s and due to the theoretical importance of neo-
institutionalism, as the argumentative support for multilateral organisms of
“second generation” state reforms in Latin America, politics acquires a sig-
nificant importance as the social interaction which makes possible the es-
tablishment of agreements and the design of institutions -with the media-
tion of “Good Governments”- which permits these countries to minimize
the gaps that separate them from the more successful states from the
social-economic point of view. To deal with this theme, this paper was ori-
ented towards the evolution of the relationship between development
strategies, state reforms, and the role of the state in the region. This is done
in order to finally point out this role and sense that they acquire democracy,
governments and political interactions when these categories are redefined
in relation to functionality for economic growth and social development.
Key words: Development strategy, state reform, governability, “good
government”, democracy and politics, Latin-American.
Introducción
Desde mediados de los años 90 del siglo pasado y para diferentes
perspectivas de análisis, la política adquiere una importancia significativa
como la interacción social de la cual podrían emerger los acuerdos que les
permitan al mundo occidental enfrentar los riesgos que le impone un entor-
no caracterizado por transformaciones cuyas dimensiones escapan al con-
trol de gobernantes y gobernados.
En este contexto, un enfoque cuyas propuestas han adquirido gran
peso teórico-prescriptivo para manejar el impacto de estos cambios en
América Latina ha sido el neoinstitucionalismo. Sus premisas se han consti-
tuido en el principal soporte argumental de los organismos internacionales
de apoyo técnico y financiero para el desarrollo y la reforma del Estado en
estos países, siendo una de sus características el considerar a la política
como la actividad humana con mayor potencial para activar los procesos
perfiladores de las instituciones que requiere la subregión como el hábitat
normativo y organizativo dinamizador del desarrollo socio-económico den-
tro de sus fronteras que le permitiría articularse ventajosamente con el
mundo globalizado.
Las reformas de “segunda generación”
en América Latina: La reivindicación de la política 13
1 Véanse los esfuerzos de las teorías desarrollistas de la modernización, los estudios sobre
sistemas políticos comparados y la teoría del “take off”, de los años 50 y 60. En el caso par-
Las reformas de “segunda generación”
en América Latina: La reivindicación de la política 15
ticular del desarrollismo cepalino, marcado por el keynesianismo, se establece como nece-
saria una vinculación entre crecimiento económico, distribución del ingreso, justicia social
y democracia.
2 En caso de países con sistemas democráticos, militantes del partido mayoritario o de la
coalición política ganadora de las elecciones, y representantes de las cúpulas empresariales
y sindicales.
Brito, Morelba
16 Ciencias de Gobierno, Año 7, No. 13, Enero-Junio ~ 2003
4
rrollo económico (Payne, 1999), por lo que muchas de esas reformas se esti-
mularon y adelantaron con el claro soporte de sistemas políticos abierta-
mente autoritarios.
Al inventariarse, en la década de los 90 del siglo pasado, los resulta-
dos de la estrategia de desarrollo y de las reformas adelantadas en la déca-
5
da anterior, a raíz de la revisión crítica del “Consenso de Washington” , se
concluye que sus costos, en términos de inequidad y dualización social, fue-
ron mayores que sus beneficios, en términos de crecimiento, estabilidad
económica y eficiencia pública. Un conjunto de aprendizajes conduce a re-
plantear los parámetros de actuación del Estado y de los gobiernos y con
ello América Latina ingresa en la siguiente etapa de reformas: las de “se-
gunda generación”.
Las nuevas propuestas intentan complementar lo que había quedado
pendiente –estabilización macroeconómica y confrontación de los estilos
tradicionales de administrar lo público– con variantes significativas respec-
to a los instrumentos y objetivos del cambio; se incluyen, tanto el desarrollo
institucional como una radical modernización gerencial de la administra-
ción pública, además del perfeccionamiento del sistema político democráti-
co. Desde el neoinstitucionalismo, se invierte la relación causal entre creci-
miento económico y democracia y los procesos políticos pasan, si no a supe-
rar en importancia, a equipararse con los procesos económicos.
Las reformas de “segunda generación” se proponen en un ambiente
de creciente sensibilización ante la necesidad de transformar la relación en-
tre el Estado y la sociedad y las propuestas se enmarcan dentro de una vi-
sión del desarrollo más amplia que, además, supedita los avances en cuanto
al desempeño económico de los países latinoamericanos a condiciones
como el perfeccionamiento del Estado de Derecho; la reforma de los pode-
res públicos y su nítida separación y autonomización; la capacitación de
servidor público; la reestructuración de los gobiernos –sobre todo en el área
social– y el rescate de la capacidad reguladora del Estado, entre otros aspec-
6 Banco Mundial (BM) (1997, 1998, 1999); Oszlak (1999); Fleury (1999); Garretón (1999); Le-
chner (2000).
7 Los costos de transacción se reducen en las sociedades que cuentan con reglas de conviven-
cia social que facilitan el intercambio -económico y político- y que sancionan eficientemen-
te el incumplimiento de los acuerdos, haciendo que, por la confianza, éstos se multipli-
quen, haya más disposición para la cooperación y se produzca, por ende, más riqueza y ca-
pital social. Para los neoinstitucionalistas esto sucede cuando los actores se sienten frecuen-
temente incentivados a contraer compromisos al tener certezas sobre las posibilidades de
beneficio mutuo (North, 1993; Putnam, 1994).
8 En su libro ¿Cómo hacer para que la democracia funcione?, Putnam (1994) considera que una
comunidad cuenta con capital social cuando sus organizaciones se caracterizan por tener
Las reformas de “segunda generación”
en América Latina: La reivindicación de la política 19
suficiente confianza en las otras, lo que les permite predecir su conducta, y cuando posee
normas y redes que incentivan la eficiencia social mediante la facilitación de las acciones
coordinadas. Las redes de compromiso cívico no estorban sino que fomentan el crecimien-
to económico, y funcionan sobre la base de intensas relaciones horizontales, que aumentan
los costos potenciales de un desertor en cualquier transacción individual, facilitan la comu-
nicación y mejoran el flujo de información sobre la confiabilidad de los actores; su éxito se
mide por los niveles de colaboración y productividad alcanzados por la comunidad.
9 En este sentido comienza a avanzarse en investigaciones que intentan dilucidar con clari-
dad si existe una relación funcional entre democracia y desarrollo económico. North (1993),
Putnam (1994), Stiglitz (1998) y Sen (1999), entre otros, consideran que han progresado en
el establecimiento de esa relación. Otros, entre quienes contamos a Sartori (1999) y Schmi-
tter y Karl (1999), son más cautos; el primero habla del “binomio optimizador” democracia
y mercado, aunque reconoce que no está “demostrado empíricamente que sea obligado y
obligatorio”; los segundos plantean que las democracias no son necesariamente más efi-
cientes desde el punto de vista económico, por lo que no deben colocarse demasiadas ex-
pectativas en este tipo de sistema político. Para el neoinstitucionalismo, en términos gene-
rales, -premisa compartida por Sen- el sistema político democrático es el que se constituye
en el entorno favorable para el crecimiento económico, y no a la inversa, como planteaban
las teorías desarrollistas modernizadoras de los años 50 y 60 del pasado siglo.
10 Lechner (1996); Stiglitz (1998); Garretón (1998; 1999); Rabotnikof (2001).
Brito, Morelba
20 Ciencias de Gobierno, Año 7, No. 13, Enero-Junio ~ 2003
11
mulen el crecimiento económico . De esta manera, los componentes bási-
cos y parámetros relevantes para medir los resultados de estas reformas12
pasan a ser temas y aspectos de carácter eminentemente políticos como la
información al ciudadano, la libertad de opinión y la comunicación interac-
tiva gobiernos 13-sociedad; la consolidación y extensión de los derechos eco-
nómicos, políticos y sociales; la institucionalización y el fortalecimiento de
la capacidad de control social, y la responsabilización del sector público,
junto con aspectos de carácter gerencial como la modernización, la habilita-
ción de los gobiernos y la capacitación de los funcionarios públicos para
cumplir el papel crucial que se espera de ellos.
11 Prats (1998, 1999a, 1999b, 2001); Fleury (1999); Stiglitz (1998, 2000); Oszlak (1999); Banco
Mundial (BM) (1997, 1998); Banco Interamericano de Desarrollo (BID)(1997); Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2002).
12 La literatura sobre este tema abunda. Véanse los aportes de Bresser-Pereira (1997, 2000);
North (1993); Putnam (1994); Prats (1998, 1999a, 1999b); Oszlak (1999); Stiglitz (1998, 2000);
Garretón (1999, 2000); Fleury (1999); Payne (1999); Sen (1999).
13 Hablamos de gobiernos en plural, porque se reconocen los tres niveles de toma de decisio-
nes públicas basados en una división jurídicamente establecida de competencias.
14 Hacemos una diferenciación entre organizaciones políticas estatales y organizaciones polí-
ticas no estatales; las primeras son aquellas que actúan dentro de la frontera del estado
(por ejemplo, los gobiernos en sus tres niveles y el parlamento) y las segundas como aque-
llas organizaciones políticas que actúan dentro de las fronteras de la sociedad civil; ambas
se encargan de mediar entre el Estado y la sociedad. Las organizaciones políticas no estata-
les son organizaciones voluntarias que surgen de la sociedad misma para transmitir y re-
presentar intereses y las estatales son las creadoras de las leyes y de las decisiones que se
imponen en un territorio.
Las reformas de “segunda generación”
en América Latina: La reivindicación de la política 21
15 Arocena (1995); Borja y Castells (1997); Borja (1998, 2001); Vásquez (1999).
16 Beck (1999); Mouffe (1999); Garretón (1999); Vallespín (2000); Feldman (2001).
Brito, Morelba
22 Ciencias de Gobierno, Año 7, No. 13, Enero-Junio ~ 2003
19 Ya en la década de los 80, Dahrendorf (1983) planteaba que el sistema político democrático
es el único que permite tener en cuenta y asimilar, sin traumas, los cambios que se produ-
cen en las áreas de los intereses de los ciudadanos, porque es el único en donde, aún en
medio de la incertidumbre, siempre es posible dar cabida a varias respuestas, y eso es lo
que inserta en las sociedades las posibilidades de cambio de adecuación al entorno.
20 En este sentido es también interesante revisar las consideraciones de Putnam (1994) y Pas-
quino (2000).
21 La eficiencia adaptativa es la capacidad de una sociedad para aprender e innovar en la me-
dida en que necesita resolver los problemas que se le presentan en su continuo y necesario
proceso de adaptación a los cambios del entorno. Para los neoinstitucionalistas, esta capaci-
dad está determinada por las reglas que cada sociedad ha diseñado para regular la convi-
vencia social. La eficiencia adaptativa depende, según North (1993), de si las reglas del jue-
go social incentivan o no la aptitud hacia la innovación y la predisposición natural al
aprendizaje que caracteriza al hombre. A mayor eficiencia adaptativa, una sociedad tiene
mayor posibilidad de mejorar su desempeño socioeconómico.
Brito, Morelba
24 Ciencias de Gobierno, Año 7, No. 13, Enero-Junio ~ 2003
los esfuerzos que la sociedad hace para explorar modos alternos de solu-
ción de problemas. Para este autor, el tipo de sistema político que dispone
de más mecanismos y herramientas para convertir el aprendizaje social en
nueva institucionalidad es el sistema político democrático.
Por su parte, Sen (1999) reivindica a la democracia como sistema polí-
tico por ser aquel que: a) potencia la audiencia donde la gente obtiene al ex-
presar sus demandas de atención política, incluyendo las necesidades eco-
nómicas; b) abre la oportunidad de aprender los unos de los otros, y c) ayu-
da a la sociedad a conformar sus valores y a seleccionar adecuadamente sus
prioridades. Visto así, la ventaja de las interacciones políticas en sociedades
democráticas es que garantizan al ciudadano la apertura hacia diversas op-
ciones frente a los problemas que el mismo genera en sus interacciones y le
permiten convertir las soluciones más eficientes en nueva institucionalidad,
permitiendo a su vez a la sociedad remozarse a sí misma constantemente.
Desde esta lectura, las reformas de “segunda generación” tienden a cen-
trarse en el perfeccionamiento del sistema político democrático en cada país y
a tener como propósitos afinar los mecanismos de comunicación entre el Esta-
do y la Sociedad y mejorar los procesos de selección de autoridades, de recep-
ción de demandas, de definición de la agenda pública y de conversión de lo
aprendido colectivamente en nuevas reglas y normas de convivencia. Dentro
de los objetivos políticos resaltan el fortalecimiento de las capacidades legislati-
vas y judiciales de los Estados latinoamericanos y la promoción de el “buen
gobierno” a los fines de encontrar, con ayudad de la sociedad, las mejores res-
puestas posibles ante los déficits acumulados y ante los retos que se le presen-
tan hoy a estas sociedades, garantizando, a su vez, la necesaria gobernabilidad
que se requiere para la estabilización socio-económica.
De lo que se trata hoy, en la región, es de la construcción de un orden
y de una renovada institucionalidad que permita actuar eficientemente y de
manera simultánea ante cuestiones como el crecimiento económico, la com-
petitividad y la generación de riqueza; el desarrollo humano y la eficiencia
social; la equidad, la cohesión e integración social y la calidad de las demo-
cracias. En este contexto termina por reconocerse la importancia de gobier-
nos con capacidad y habilidades para estimular la formación de entrama-
dos relacionales que contacten pertinentemente las esferas y actores econó-
micos, políticos y sociales.
El Cuadro No. 1 periodiza sintéticamente la evolución de la relación
descrita entre estrategias de desarrollo, reforma y rol del Estado; explicita la
compleja dimensión, que bajo la influencia del neoinstitucionalismo, ad-
quieren estos dos procesos en el último lustro y resalta el significativo papel
que desde éste enfoque teórico se le asigna hoy a los procesos políticos y al
sistema político democrático.
Cuadro No. 1
Estrategias de Desarrollo, Reforma y Sistema Político desde mediados de los 50 hasta hoy
• Crecimiento económico • Reformar las organiza- • Articulador “dirigista” de re- • Relación causal: desarro-
por medio de Industria- ciones públicas y cam- laciones sociales, empleador, llo económico-desarrollo
lización por sustitución biar estilo de gestión regulador y subsidiador. político.
de importaciones. para fortalecer al Estado • Motor de la economía, inter- • Preferización del sistema
• Creación y protección como interventor en la ventor y planificador del de- político democrático-cor-
del mercado interno. economía. sarrollo desde el gobierno porativo.
• Bienestar general por • Capacitar a los funcio- central. • Acceso a terreno político
Las reformas de “segunda generación”
medio políticas univer- narios en cultura y prác- • Redistribuidor de los ingre- limitado a gobernantes,
50´s-80´s salistas redistribuidoras tica organizacional basa- sos. cúpulas partidistas, sindi-
del ingreso. da en modelo normati- cales y empresariales y
vo racional weberiano. expertos.
• Capacitar para la plani- Toma de decisiones cen-
en América Latina: La reivindicación de la política
•
ficación normativa del tralizada y liderazgo
desarrollo, cuyos pará- vertical.
metros deben ser defini- • Patrones culturales pater-
dos desde un ente cen- nalistas, populistas y
tral de planificación. clientelistas que fungen
como mecanismos de in-
tegración y cohesión so-
cial.
25
Cuadro No. 1 (Continuación) 26
Estrategias de Desarrollo, Reforma y Sistema Político desde mediados de los 50 hasta hoy
• Estabilización macroe- • Desregular la economía y se- • Funciones básicas: se- • Se acentúa consideración
conómica. pararla del Estado. guridad y defensa; de relación causal: desa-
• Crecimiento económico • Reducir tamaño del Estado, li- educación y salud, y rrollo económico – desa-
por la vía de liberaliza- mitar sus funciones y “desgra- programas sociales rrollo político.
ción económica y co- sarlo” para reducir costos y ce- para sectores vulnera- • Democracia percibida
mercial. rrar brecha fiscal. bles. como sistema política in-
• Competitividad para • Modernizarlo para incremen- • No protección, no in- versamente proporcional
insertarse en economía tar eficiencia en prestación de tervención. al desarrollo económico.
mundializada. servicios públicos básicos. • Indiferencia ante el tipo
• Fortalecimiento y cen- • Cambiar cultura política clien- de sistema político (pre-
tralidad del mercado: telar, patrimonialista, populis- ferización de sistemas
garantía a propiedad ta y paternalista. políticos autoritarios).
privada y dinamización • Descongestionar al gobierno • Acceso al terreno político
80´s - 90´s
del sector privado. central, por medio de la des- casi se reduce a gober-
• Bienestar estimado centralización, privatización y nantes (democráticos o
como consecuencia del tercerización de servicios. autoritarios) y expertos
crecimiento económico. • Cambios en estilo político cen- (sobre todo en econo-
trado patrones culturales como mía).
el eficientismo y economicismo • Persiste toma de decisio-
y en la crítica al clientelismo, nes centralizada y lide-
corrupción y patrimonialismo. razgo vertical
• Limitar el peso de la planifica- • Bienestar social y demo-
ción centralizada. cracia supeditados –y en
los casos extremos tem-
poralmente relegados- al
logro del funcionamiento
equilibrado de la econo-
mía.
Brito, Morelba
Ciencias de Gobierno, Año 7, No. 13, Enero-Junio ~ 2003
Cuadro No. 1 (Continuación)
Estrategias de Desarrollo, Reforma y Sistema Político desde mediados de los 50 hasta hoy
• Visión integral del • Limitar al Estado, pero for- • Complementar • La política como la interacción social
desarrollo: Desarrol- talecer su capacidad regu- mercados corri- fundamental para estimular proce-
lo socioeconómico y ladora. giendo sus fa- sos de cambio institucional y diseñar
sustentabilidad am- • Creación de mecanismo de llas. estrategia de desarrollo.
biental. control social; Responsabili- • Construir capi- • Inversión de relación causal: demo-
• En lo económico: zación, capacitación y limi- tal humano (po- cracia – desarrollo económico.
principal objetivo: tación de discrecionalidad líticas sociales),
Las reformas de “segunda generación”
conómica con forta- • Reforma política, legislati- construir ciuda- colectivas e intereses y extensión de
leza fiscal. va, laboral, legislativa, ju- danía (participa- la esfera de lo público.
– Promoción y crea- dicial, de los partidos y del ción y transfe- • Toma de decisiones descentralizada
90´s - 2003 ción de mercados efi- sistema electoral. rencias en pro- y liderazgo flexible.
cientes y sólidos: es- • Separación entre provisión, visión de servi-
tímulo a la compe- control y financiamiento de cios públicos).
tencia, transmisión servicios públicos. • Apoyar transfe-
de tecnologías, en- • Modernización de la admi- rencia de tecno-
torno normativo y nistración pública para ha- logía.
legal seguro. cerla: estratégica, participa-
• En lo social: tiva y democrática.
– Capital Humano:
educación, salud, in-
formación y capaci-
tación.
27
28
Cuadro No. 1 (Continuación)
Estrategias de Desarrollo, Reforma y Sistema Político desde mediados de los 50 hasta hoy
Consideraciones finales
Títulos como El retorno de lo político de Chantal Mouffe (1999), La in-
vención de lo político, de Ulrich Beck (1999), El futuro de la política, de Fernan-
do Vallesespín (2000); Política y Sociedad entre dos épocas, de Manuel Garre-
tón (2000), o frases como “la política importa”, de Douglas North (1993),
dan cuenta –desde diversos lugares y centros de investigación– del fenóme-
no que nos propusimos resaltar en este trabajo y del esfuerzo teórico que
hoy se hace por colocar de nuevo en un lugar central a la política.
Desde el neoinstitucionalismo, y dentro del contexto de las reformas
de “segunda generación”, la política es entendida como la actividad social
orientada al diseño de reglas que permitan la construcción de decisiones co-
lectivas negociadas, cuya legitimidad le es conferida por haber sido produc-
to de procesos políticos abiertos y por proporcionar fortalezas a las socieda-
des para interactuar con éxito ante un mundo cuyas transformaciones pue-
den constituirse en amenazas u oportunidades, según sea su actuación.
En el contexto teórico que envuelve a las reformas de “segunda gene-
ración”, la lectura de “lo político” se aleja de manera evidente de cuestiones
como la “reconfiguración de las relaciones de poder” (Fleury, 1999: 58) 22, o
la resolución de las “contradicciones sociales” por la vía de la imposición de
la hegemonía de los –para el momento– dominados o excluidos, para cen-
trarse en aspectos como la habilitación de estos últimos para la negociación
de sus intereses, el acceso de sus demandas a los espacios de decisión y la
asunción de estilos de construcción de acuerdos sociales que los reconozcan
como actores con voz legitima e intereses legitimables y que aprovechen el
aprendizaje que han adquirido al lidiar con su difícil espacio vital.
Así, el fenómeno de la última década no es sólo que se produzca un
interés por la redefinición de la política –y de lo político– sino que su terre-
no se expande, no sólo para agregar a la agenda pública temas que antes
eran propios del ámbito privado, sino porque se incorporaron a él actores
antes excluidos –y muchas veces autoexcluidos– del debate sobre las opcio-
nes del interés común.
El neoinstitucionalismo refuerza a la política como la interacción hu-
mana cuya especificidad es la constante activación de procesos de defini-
ción y redefinición del interés colectivo y la decodificación de los principios
que guían ese interés en reglas, prácticas sociales, políticas públicas, formas
de interacción social e instituciones.
Más allá de las visiones tradicionales con que se han caracterizado las
interacciones políticas: ya sea como aquellas por medio de las cuales los in-
tegrantes de una sociedad tratan de influir, fronteras afuera del sistema po-
lítico y a través de sus mediadores, sobre las opciones que se le presentan
desde espacios políticos formales y jerarquizados; ya como aquellas que la
ven como un conflicto constante entre distintas visiones que puedan tener
actores sobre el interés general, y para las cuales los resultados de los proce-
sos políticos son cambios en las correlaciones de fuerza y la sustitución de
un sector político dominante por otro, hoy las interacciones políticas son
vistas, nuevamente como las que deben definir las reglas para todo tipo de
interacción humana, incluyendo las mismas interacciones políticas.
Quizá estemos volviendo al concepto aristotélico del hombre como
animal político; quizá las nuevas tecnologías nos permitan convertir en
prácticas rutinarias, propias de una ciudadanía en expansión, la acepción
griega de la política como el arte de controlar los diferentes intereses dentro
de un estado y llegar a acuerdos sobre ellos colocando, la “razón por enci-
ma de la pasión”. Es probable que el concepto esté adquiriendo –o deba ad-
quirir– nuevas connotaciones. No tenemos espacio para disertar al respecto.
Sólo constatamos que desde la década de los 90 del siglo pasado, y desde
las más variadas perspectivas teóricas, tanto la noción de la política, como
la esfera de lo social a que hace referencia, se discute. Lo que nos plantea-
mos en este trabajo fue esbozar cómo ha sido esta lectura desde el neoinsti-
tucionalismo y cuál ha sido su impacto sobre las propuestas de estrategias
de desarrollo y los resultados esperados de las reformas de “segunda gene-
ración” en América Latina.
Otra consideración que no queremos dejar pasar por alto, es que la
discusión en torno al concepto, ubicación y agentes políticos, arrastra inevi-
tablemente hacia la discusión del concepto de gobierno. Hoy el gobierno es
visto como el sector público-estatal que está obligado a tomar decisiones
compartidas con una sociedad política cuyos actos, en número y aspectos
significativos y de manera sostenida, han ido rebasando las esferas formal y
tradicionalmente reconocidas como las responsables de “hacer política”, lo
que tiene un profundo impacto en las llamadas “Ciencias de Gobierno”.
Como conclusión, conectando el fenómeno de la ampliación del acce-
so al terreno de la política y del derecho a definir las estrategias para los
cambios sociales considerados necesarios, con algunas premisas del neoins-
titucionalismo, definiremos el desarrollo como la capacidad de una socie-
dad de maximizar su potencial, utilizando eficientemente sus derechos y
capacidades políticas y sus recursos humanos, cognitivos, organizativos,
naturales, patrimoniales y económicos, para diseñar –y renovar cuando lo
considere necesario– marcos institucionales que le permitan aprovechar las
Las reformas de “segunda generación”
en América Latina: La reivindicación de la política 31
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