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Leyenda

Una leyenda es una narración de hechos naturales, sobrenaturales o una mixtura de ambos que se transmite de
generación en generación en forma oral o escrita. Generalmente, el relato se sitúa de forma imprecisa entre el
mito y el suceso verídico, lo que le confiere cierta singularidad.

Se ubica en un tiempo y lugar familiares a los miembros de una comunidad, lo que aporta cierta verosimilitud al
relato. En las leyendas que presentan elementos sobrenaturales como milagros, presencia de criaturas feéricas o
de ultratumba, etc. y estos sucesos se presentan como reales, forman parte de la visión del mundo propia o emic
de la comunidad en la que se origina la leyenda.

En su proceso de transmisión a través de la tradición oral, las leyendas experimentan a menudo supresiones,
añadidos o modificaciones culturales que dan origen a todo un mundo lleno de variantes. Las más comunes es la
"cristalización" de leyendas paganas o la adaptación a la visión infantil, cuando el cambio de los tiempos ha
reducido las antiguas cosmovisiones paganas a cuentos para niños.

Mito
Un mito (del griego μῦθος, mythos, «relato», «cuento») es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos
prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes,
monstruos o personajes fantásticos, los cuales buscan dar una explicación a un hecho o un fenómeno.

Descripción general

Los mitos forman parte del sistema de creencias de una cultura o de una comunidad, la cual los considera
historias verdaderas. Al conjunto de los mitos de una cultura se le denomina mitología. Cuanto mayor número
de mitos y mayor complejidad tiene una mitología, mayor es el desarrollo de las creencias de una comunidad.
La mitología sustenta la cosmovisión de un pueblo.

Leyenda de la papa
Versión reescrita por N. Brachet, sobre la base del libro "Leyendas de mi tierra"
de Antonio Diaz Villamil (Libreria - Editorial "Juventud")

Hace mucho tiempo, el pueblo de los Sapallas tenia una existencia pacífica y armoniosa. La naturaleza generosa
proporcionaba enteramente a las necesidades de cada uno, y la Entente Cordial con los países vecinos les había
hecho olvidar lo que era la violencia y la guerra.

Un día, la erupción súbita de un volcán vino a perturbar la armonía de este pequeño mundo al parecer perfecto.
Los Karis vecinos de los Sapallas, que vivían al norte no lejos de los lados del volcán, tuvieron que huir de su
país devastado y abandonar la mayoría de sus bienes. Atraídos naturalmente por las riquezas del territorio
Sapallas, los Karis tomaron las armas e invadieron por la fuerza el rico país. Los Sapallas impotentes se
redujeron inmediatamente a la esclavitud sin oponer la menor resistencia al invasor.

Durante numerosos años, los Sapallas, resignados a aceptar su triste destino, trabajaron sin descanso para sus
dueños Karis. Un único hombre, el joven Choque, último descendente de los jefes Sapallas, rechazaba esta
soberanía y prefería recibir los terribles castigos de los Karis que de rebajarse a trabajar para ellos. Los Sapallas
intentaron muchas veces convencer al joven hombre abandonar la lucha y aceptar su condición de esclavo, pero
en vano. Choque estaba convencido de que los dioses no dejarían impune tal injusticia.
Los dioses observaban efectivamente la escena y fueron impresionados por la valentía y la fe de Choque. El
gran Pachacamaj tomó la forma de un cóndor blanco y vino al encuentro del joven hombre. El dios recompensó
Choque indicándole el sitio de semillas de una planta aún desconocida para los hombres llamada papa (patata).
Estas semillas fueron sembradas secretamente por los Sapallas en sustitución de los tradicionales cultivos de
quinoa y habas destinadas a los Karis.

Algunos meses pasaron, y las semillas empezaron a germinar. Fieles a su práctica, los Karis se precipitaron los
primeros para recoger todas las hojas verdes y las bahías de la nueva planta. En cuanto a los Sapallas, debían
satisfacerse con los restos dejados en el campo, y en este momento no supieron darse cuenta de que las semillas
ofrecidas por los dioses habían podido ayudarlos. Pero su sorpresa fue grande cuando descubrieron los
fabulosos tubérculos ocultados bajo tierra que los Karis no habían visto. La preciosa comida les volvió a dar
esperanza y la fuerza de combatir al opresor.

Numerosos Karis que habían consumido las hojas y frutas venenosas de las patatas habían caído enfermos o
muertos. Los Sapallas aprovecharon para rebelarse definitivamente y expulsar el último Karis de su territorio.
Choque fue elegido jefe de los Sapallas. Estableció una nueva sociedad fuerte y feliz que siguió cultivando la
patata con el respeto que se debe a una fruta sagrada de los dioses.

Leyendas de Bolivia: Leyenda de la Coca


(Bolivia)

Era por el tiempo en que habían llegado a estas tierras los conquistadores blancos. Las jornadas siguientes a la
hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas. Las ciudades fueron destruidas, los cultivos
abandonados, los templos profanados e incendiados, los tesoros sagrados y reales arrebatados. Y, por todas
partes en los llanos y en las montañas los desdichados indios fugitivos, sin hogar, llorando la muerte de sus
padres, de sus hijos o de sus hermanos. La raza, señora y dueña de tan feraces tierras yacía en la miseria, en el
dolor. El inhumano conquistador, cubierto de hierro y lanzando rayos mortales de sus armas de fuego y
cabalgando sobre briosos corceles, perseguía por las sendas y apachetas a sus espantadas victimas.

Los indios indefensos, sin amparo alguno, en vano invocaban a sus dioses. Nadie, ni en el cielo ni en la tierra,
tenía compasión de ellos.

Un viejo adivino llamado kjana-chuyma que estaba, por orden del inca, al servicio del templo de la isla del Sol,
había logrado huir antes de la llegada de los blancos a las inmediaciones del lago, llevándose los tesoros
sagrados del gran templo. Resuelto a impedir a todo trance que tales riquezas llegaran al poder de los
ambiciosos conquistadores, había conseguido después de vencer muchas dificultades y peligros, en varios
viajes, poner a salvo por lo menos momentáneamente; el tesoro en un lugar oculto de la orilla oriental del
lago Titicaca.

Desde aquel sitio no cesaba de escudriñar diariamente todos los caminos y la superficie del lago para ver si se
aproximaban las gentes de Pizarro.

Un día los vio llegar. Traían precisamente la dirección hacia donde él estaba. Rápidamente resolvió lo que
debía hacer. Sin perder un instante, arrojo todas las riquezas en el sitio mas profundo de las aguas. Pero
cuando llegaron junto a él los españoles, que ya tenían conocimiento de que kjana-chuyma se había traído
consigo los tesoros del templo de la isla, con intención de sustraerlo al alcance de ellos, lo capturaron para
arrancarle si fuera preciso por la fuerza el ansiado secreto.

Kjana-chuyma se negó desde el principio a decir una palabra de lo que los blancos le preguntaban. Sufrió con
entereza heroica los terribles tormentos a que lo sometieron. Azotes, heridas, quemaduras, todo, todo
soporto el viejo adivino sin revelar nada de cuanto había hecho con el tesoro.

Al fin los verdugos, cansados de atormentarle inútilmente, le abandonaron en estado agónico para in por su
cuenta a escudriñar por todas partes.

Esa noche, el desdichado kjana-Chuyma, entre la fiebre de su dolorosa agonía, soñó que el Sol, Dios
resplandeciente, aparecía por detrás de la montaña próxima y le decía:

-Hijo mió, tu abnegación en el sagrado deber que te has impuesto voluntariamente, de resguardar mis objetos
sagrados, merece una recompensa. Pide lo que desees, que estoy dispuesto a concedértelo.

-¡Oh!, Dios amado – respondió el viejo- ¿Qué otra cosa puedo yo pedirte en esta hora de duelo y de derrota,
sino la redención de mi raza y el aniquilamiento de nuestros infames invasores?

-Hijo desdichado-le contesto el Sol- Lo que me pides, es ya imposible. Mi poder ya nada puede contra esos
intrusos; su dios es más poderoso que yo. Me ha quitado mi dominio y por eso, también yo como nosotros
debo huir a refugiarme ene. Misterio del tiempo. Pues bien, antes de irme para siempre, quiero concederte
algo que esté aún dentro de mis facultades.

-Dios mió,- repuso el viejo con pena- si tan poco poder ya tienes, debo pensar con sumo cuidado en lo que voy
a pedirte.

Un grupo de habitantes del imperio del Sol, escapando de los intrusos, embarcándose en pequeñas balsas de
totora, atravesó el lago y fue a refugiarse en la orilla donde kjana-chuyma estaba luchando con la muerte.

Los indios acudieron a cuidarlo. Kjana-chuyma era uno de los yatiris mas queridos en todo el imperio, por eso
los indios, rodearon su lecho de agonía, llenos de tristeza, lamentando su próxima muerte. El anciano, al ver
en torno de si ese grupo de compatriotas desdichados, sentia mas honda pesadumbre e imaginaba los
tiempos de dolor y amargura que el futuro guardaba a esos desventurados. Fue entonces que se acordó de la
promesa del gran astro. REsolvio pedirle una gracia, un bien durable, para dejarlo de herencia a los suyos; algo
que no fuera ni oro ni riqueza; para que el blanco ambicioso no pudiera arrebatarles; en fin un consuelo
secreto y eficaz para los incontables días de miseria y padecimientos.

Al llegar la noche, lleno de ansiedad en medio de la fiebre que le consumía, imploro al sol para que acudiera a
oírle su ultima petición. Alos pocos momentos un impulso misterioso lo levantó de su lecho y lo hizo salir de la
choza.
Kjana-chuyma, dejándose llevar por la secreta fuerza que lo dirigía, subió por la pendiente arriba hasta la
cumbre del cerro. En la cima notó que le rodeaba una gran claridad que hacia contraste con la noche fría y
silenciosa. De pronto una voz le dijo:

-Hijo mío. He oído tu plegaria. ¿Quieres dejar a tus tristes hermanos un lenitivo para sus dolores y un
reconfortantes para las terribles fatigas que les guarda en su desampara?

-Si, si. Quiero que tengan algo con que resistir la esclavitud angustiosa que les aguarda. ¿Me la concederás?

-Bien,- respondió la voz- mira en torno tuyo ¿ves esas pequeñas plantas de hojas verdes y ovaladas? La he
hecho brotar por ti y para tus hermanos. Ellas realizaran el milagro de adormecer penas y sostener fatigas.
Serán el talismán inapreciable par los días amargos. Di a tus hermanos que, sin herir los tallos, arranquen las
hojas y después de secarlas, las mastiquen. El jugo de esas plantas será el mejor narcótico para la inmensa
pena de sus almas.

Kjana- chuyma, sintiendo que le quedaban pocos instantes de vida, reunió a sus compatriotas y les dijo:

-hijos míos. Voy a morir, pero antes quiero anunciaros lo que el INTI, nuestro Dios, ha querido en su bondad
concederos por intermedio mío: Subid al cerro próximo. Encontrareis unas plantitas de hojas ovaladas.
Cuidadlas, cultivadlas con esmero. Con ellas tendréis alimento y consuelo. En las duras fatigas que os
impongan el despotismo de vuestros amos, mascad esas hojas y tendréis nuevas fuerzas para el trabajo.

En esos desamparados e interminables viajes que les obligue el blanco, mascad esas hojas y el camino os hará
breve y pasajero.

En los momentos en que vuestro espíritu melancólico quiera fingir un poco de alegría, esas hojas adormecerán
vuestra pena y os dará la ilusión de creerlos felices.

Cuando queráis escudriñar algo de vuestro destino, un puñado de esas hojas lanzado al viento os dirá el
secreto que anheláis conocer.

Y cuando el blanco quiera hacer lo mismo y se atreva a utilizar como vosotros esas hojas, le sucederá todo lo
contrario. Su jugo, que para vosotros será la fuerza de la vida, para vuestros amos será vicio repugnante y
degenerado: mientras que para vosotros los indios será un alimento casi espiritual, a ellos les causará la
idiotez y la locura.

Cuidad que no se extinga y conservarla y propagadla entre los vuestros con veneración y amor. El viejo kjana-
chuyma doblo su cabeza sobre el pecho y quedo sin vida.

Los desdichados indios gimieron por la muerte del venerable yatiri. Eligieron la cima del próximo cerro para
darle sepultura. Fue enterrado dentro de un cerco de las plantas verdes y misteriosas. Recién en ese momento
se acordaron de cuanto les había dicho al morir kjana-chuyma y recogiendo cada cual un puñado de las hojitas
ovaladas se pusieron a masticarlas.

Entonces se realizo la maravilla. A medida que tragaban el amargo jugo, notaron que su pena inmensa se
adormecía lentamente...

(Leyenda extraída del libro "Leyendas de mi tierra" de Antonio Díaz Villamil)

La leyenda del maíz

Cuentan que antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían raíces y animales que cazaban.

No tenían maíz, pues este cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido detrás de las montañas.

Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su colosal fuerza pero no lo lograron.

Los aztecas fueron a plantearle este problema a Quetzalcóatl.

-Yo se los traeré- les respondió el dios.

Quetzalcóatl, el poderoso dios, no se esforzó en vano en separar las montañas con su fuerza, sino que empleó su
astucia.

Se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja, marchó a las montañas.

El camino estuvo lleno de dificultades, pero Quetzalcóatl las superó, pensando solamente en su pueblo y sus
necesidades de alimentación. Hizo grandes esfuerzos y no se dio por vencido ante el cansancio y las
dificultades.

Quetzalcóatl llegó hasta donde estaba el maíz, y como estaba trasformado en hormiga, tomó un grano maduro
entre sus mandíbulas y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano de maíz a los hambrientos
indígenas.

Los aztecas plantaron la semilla. Obtuvieron así el maíz que desde entonces sembraron y cosecharon.

El preciado grano, aumentó sus riquezas, y se volvieron más fuertes, construyeron ciudades, palacios,
templos…Y desde entonces vivieron felices.

Y a partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el
dios que les trajo el maíz.

Nota: El significado del nombre Quetzalcóatl es Serpiente Emplumada.

MITO LA MADRE DE AGUA

Es una verdadera diosa de las aguas, aunque sus pies sean volteados hacia atrás no deja de ser bella, la Madre
de agua deja rastros a la dirección contraria a la que se dirige.
Esta mujer solo persigue a niños, a quienes se le dirige con ternura, los enamora, los atrae con dulzura y amor
maternal, situación que preocupa a los padres de familia. Los niños atraídos por la Madre de agua se
enferman, sueñan con la hermosa rubia que los adora y la llaman con frecuencia. Cuando los niños están cerca
del río, que escuchan su voz la siguen tirándose al agua con peligro.

Los campesinos creen que la Madre de agua surgió de una bella joven española que se enamoró de un joven
indígena, con quien tuvo un niño. Cuando el padre de la joven se enteró de lo sucedido, ahogó al niño frente a
sus padres, luego mató al amante indígena. La madre desesperada se lanzó al río, convirtiéndose en una
apasionada por los niños y vengativa de la humanidad.

Publicadas por Ileana Artuz No hay comentarios:

Etiquetas: Dioses, Mitos, Mitos Cortos

jueves, 10 de marzo de 2016

Mito el Cóndor
En un pueblo un hombre vivía con su hija, ella tenía como tarea cuidar a las ovejas. Todos los días iba un joven
a visitarla mientras ella cuidaba las ovejas, hasta que un día se hicieron buenos amigos.
Un día soleado empezaron a jugar a que él la cargaba y ella a él, cuando de pronto ella se dio cuenta que
estaba volando. Desde ese día el joven se convirtió en su cóndor, él la cuidaba, la alimentaba. Pasaron muchos
años los dos crecieron tuvieron hijos, pero ella no dejaba de pensar en su padre y todas las noches lloraba ya
que había abandonado a su padre y lo había dejado solo con los animales.

Un día ella se encontraba regando las flores y encontró a una mariposa la cual le pidió ayuda para volver a ver
a su padre, la mariposa le dijo al cóndor que su esposa y sus hijos habían desaparecido, mientras la mariposa
hablaba con el esposo ella escapaba con sus hijos y regresaba con su padre.

Desde que ella regresó con su padre, el cóndor jamás volvió, ella todos los días volaba para ver si veía al
cóndor pero nunca más lo volvió a ver.

Publicadas por Ileana Artuz No hay comentarios:

Etiquetas: Mitos, Mitos Cortos

jueves, 18 de febrero de 2016

Mito el Niño Lluvia


En el bosque vivía un niño con un hombre, ahí también se encontraban varios niños, pero es éste niño de
cabellos largos tenía una particularidad, el niño no era un humano, si no lo lluvia convertida en un niño,
entonces el hombre como no sabia nada se quedó con el niño, cuando quiso agua para la tinaja el niño
escurrió su cabello largo y se la dio para que pudiera tomarla.
Pasó el tiempo y unos niños quisieron jugar con él, entonces comenzaron a jugar, el hombre no avisó que
tuvieran mucho cuidado con él, que no le fueran a hacer nada malo.

Los niños comenzaron a pegarle patadas por todo su cuerpo, luego ocurrió algo terrible, el niño lluvia
comenzó a lanzar relámpagos desde debajo de su brazo, cuando terminaron los relámpagos empezó a llover
mucho y los niños que le hicieron daño desaparecieron y más nuca se volvió a saber del niño lluvia.

Publicadas por Santiago Mendoza Ramirez No hay comentarios:

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lunes, 15 de febrero de 2016

Mito la Misteriosa Luna Llena


Una noche de luna llena una pareja encuentra a un perro estaba todo lastimado y decidieron llevárselo a su
casa para curarlo, el hombre se quitó el cinturón y se lo colocó al perro en el cuello, la mujer comienza a
limpiar las heridas que tiene el perro, al agacharse el perro ve una cruz que tiene la mujer en su cuello y de
inmediato el perro comienza a morderla y corre por toda la casa. El perro se lanza por una ventana sin saber
que están en el piso 13 de un edificio, la pareja queda sorprendida y evita asomarse a la ventana ya que sabían
que el perro moriría.
El día siguiente se presenta un agente de la policía en su casa, el agente le pregunta si escuchó un ruido
extraño la noche anterior, ellos dijeron que no, el policía dice: “encontramos un enano corriendo por la calle
desnudo y con un cinturón en el cuello”. A partir de ahí nadie sabe que sucedió con el perro y con el enano.

Publicadas por Santiago Mendoza Ramirez No hay comentarios:

Etiquetas: Mitos, Mitos Cortos, Mitos Literarios

jueves, 11 de febrero de 2016

Mito el Charro y la Partera


En una pequeña aldea cabalgaba un misterioso charro que se aparecía en ocasiones a los habitantes. Una
noche llegó el charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su casa, la partera trajo al mundo el hijo
del charro, el hombre llevó a la partera de vuelta y le pagó con monedas de oros, pero este le advirtió que
guardara el secreto del parto o sino moriría.

La partera asustada por aquella advertencia entró a su casa y espero a que el charro se fuera, como no
escuchó las pisadas del caballo pensó que aún se encontraba ahí, entonces se asomó por la venta y se
asombró al descubrir que no estaba ahí.

La partera estuvo varios días encerrada y confundida en su casa por aquella advertencia. Un día decidió
contarle a una vecina quien le aconsejó no decirle a nadie más y dejar las monedas en la iglesia. Al día
siguiente la partera amaneció muerta, algunas personas decían que escucharon cabalgar al charro por ahí.

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