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¡Qué alegría es para nosotros haber nacido en el Último Día de la Ley y estar
compartiendo la propagación del Sutra del loto! ¡Qué desventurados son
aquellos que, aun habiendo nacido en esta época, no pueden creer en este
sutra!
Nadie puede escapar de la muerte, una vez que ha nacido como ser humano;
entonces, ¿por qué no practica como preparación para su próxima existencia?
Cuando observo lo que hacen las personas, comprendo que, aunque profesan
la fe en el Sutra del loto y aferran los rollos de sus textos, actúan contra el
propósito del sutra y, por lo tanto, se condenan a los malos caminos. Por dar un
ejemplo, el ser humano posee cinco órganos internos,1 pero basta con que uno
solo se enferme para que los demás se contagien y, con el tiempo, lleven a la
persona a la muerte. El gran maestro Dengyo señala que aunque ensalzan el
Sutra del loto, destruyen su corazón.2 Quiere decir que, aunque la gente abrace,
lea y elogie el Sutra del loto, si contradice su propósito, está destruyendo no
sólo al buda Shakyamuni, sino a todos los budas de las diez direcciones.
Nuestras faltas mundanas y nuestro karma negativo podrán ser tan altos como
el monte Sumeru, pero cuando creemos en este sutra, todos ellos se
desvanecen como la escarcha o el rocío, bajo el sol del Sutra del loto. No
obstante, si uno comete tan sólo una o dos de las catorce acciones contra la Ley
expuestas en este sutra, sus faltas resultarán extremadamente difíciles de
erradicar. Matar a un solo buda sería un acto muchísimo más grave que destruir
a todos los seres animados del sistema planetario mayor; quebrantar el
propósito del sutra sería cometer la falta de quitar la vida a todos los budas de
las diez direcciones. El que incurre en cualquiera de estas catorce acciones es
una persona que actúa contra la Ley.
¡Los días pasan tan deprisa! Nos hacen comprender cuán pocos son los años
que nos quedan… En las mañanas primaverales, los amigos se reúnen a
admirar las flores de cerezo y luego desaparecen, como pétalos mecidos por el
viento de la transitoriedad, sin dejar más que sus nombres. Aunque la brisa
disperse los capullos, cuando llegue la próxima primavera los cerezos volverán
a florecer. Pero ¿cuándo renacerán esas personas? Los compañeros con
quienes solíamos deleitarnos en las noches de otoño, componiendo poemas a
la Luna, tampoco están; se han ido, como ella tras las nubes fugaces, sin dejar
en nuestro corazón más que sus mudas imágenes. Aunque la Luna se haya
ocultado tras las montañas del Oeste, el próximo otoño volveremos a componer
poemas bajo su luz. ¿Pero dónde estarán los compañeros fallecidos? Aunque el
tigre de la muerte3 se acerca rugiendo, nosotros no lo oímos y, por eso, su
llegada no nos sorprende. ¿Cuántos días más les quedan a las ovejas
condenadas al sacrificio?
Además, ya que este país es una tierra cuyos habitantes actúan contra la
enseñanza correcta, las deidades benevolentes que deberían estar protegiendo
la nación se han visto privadas del sabor de la Ley, y por eso han tenido que
ascender a los cielos, tras dejar sus santuarios vacíos. De estos santuarios
abandonados se apoderaron las funciones demoníacas, que hoy confunden a
los creyentes. El Buda, habiendo finalizado su prédica, regresó a la Tierra de la
Luz Tranquila. Los recintos y pagodas, los templos y santuarios abandonados
se convirtieron en morada de los demonios. Estas imponentes estructuras se
erigen en largas filas, construidas a expensas del Estado y con el trabajo
forzado impuesto a la población. Y no se trata sólo de mi opinión personal: es lo
que dicen los sutras, así que usted haría bien en aplicarse a su estudio.
Por eso el gran maestro Dengyo dice que los hombres y mujeres que creen en
este sutra, aunque no tengan sabiduría o transgredan los preceptos, deberían
sentarse más arriba que los sacerdotes que observan los doscientos cincuenta
preceptos de las enseñanzas del Hinayana, y jamás ocupar un asiento ubicado
en posición más humilde, y que esto es mucho más cierto aún en el caso de los
sacerdotes de este sutra del Mahayana.
Pero ahora que estoy propagando el Sutra del loto como enviado del Buda,
todos, desde el Regente hasta la gente común, han pasado a ser personas que
actúan contra la enseñanza correcta. Hasta ahora, Hachiman ha hecho todo lo
posible por impedir que la hostilidad hacia el Sutra del loto se extienda entre la
población de este país, reacio a abandonarlo como un padre se niega a
abandonar a su único hijo, aunque éste sea desleal. Pero hoy, temeroso de
quebrantar el juramento que hizo en el Pico del Águila, ha reducido su santuario
a cenizas para ascender a los cielos. Aun así, si hubiera un devoto del Sutra del
loto dispuesto a dar la vida y el cuerpo por la enseñanza, Hachiman viviría sobre
su cabeza. Pero ya que tanto la deidad del Sol como el gran bodhisattva
Hachiman se han ido, ¿de qué manera podrían las otras deidades permanecer
en sus santuarios? Aunque no quisieran marcharse, ¿cómo podrían quedarse
un solo día, habiéndoles yo reprochado el incumplimiento de la promesa que
hicieron en el Pico del Águila? Un ladrón puede vivir libremente donde quiera,
mientras nadie sepa que lo es. Pero en cuanto algún conocido lo ponga en
evidencia, tendrá que abandonar, en contra de su voluntad, el lugar donde vive.
De la misma forma, como yo conozco su juramento, las deidades se ven
obligadas a abandonar sus santuarios. Al contrario de la creencia popular, este
país ha sido poblado por demonios malignos. ¡Qué lamentable!
Pase lo que pase, siempre mantenga una fe firme y constante en el Sutra del
loto. Entonces, en el último instante de su vida, será recibido por mil budas, que
lo llevarán rápidamente a la tierra pura del Pico del Águila, donde experimentará
la alegría ilimitada de la Ley. Pero si su fe se debilita y usted no consigue
manifestar la Budeidad en esta existencia, no me lo reproche a mí. Pues en tal
caso, será como el paciente que rehúsa el buen medicamento prescrito por su
médico y, en cambio, escoge tomar veneno. No se cura, pero en ningún
momento se le ocurre que es su propia responsabilidad, convencido de que es
culpa del doctor. La fe en este sutra significa que usted, con toda certeza,
manifestará la Budeidad si es fiel a la totalidad del Sutra del loto y si adhiere a
sus enseñanzas con exactitud, sin agregarles ninguna idea de su propia
cosecha y sin seguir las interpretaciones arbitrarias de los demás.
Hoy, la escuela Zen suele actuar en forma opuesta a las cinco virtudes
constantes –benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y buena fe—. Honrar a los
sabios y virtuosos, respetar a los mayores y proteger a los jóvenes son actos
universalmente reconocidos como dignos del comportamiento humano, tanto en
las escrituras budistas como en los textos no budistas. Pero los sacerdotes de la
escuela Zen, hasta ayer o anteayer, no eran más que una chusma inculta,
incapaz de distinguir lo blanco de lo negro. Ahora que usan túnicas sacerdotales,
se han vuelto tan engreídos, que desprecian a los sacerdotes ilustres y
virtuosos de las escuelas Tendai y Palabra Verdadera. No observan ninguno de
los modales apropiados y se creen por encima de todos los demás. Estas
personas exhiben tal grado de insolencia, que hasta los animales se comportan
de mejor manera. El gran maestro Dengyo señala que la nutria expresa su
respeto ofrendando el pez que ha capturado,14 el cuervo en el bosque lleva
alimento a sus padres y abuelos, la paloma tiene el cuidado de posarse tres
ramas más abajo que su padre, los gansos mantienen una formación perfecta
cuando vuelan en bandada y los corderos se arrodillan para beber la leche de
su madre. Y se pregunta: si los animales inferiores se conducen con semejante
decoro, ¿cómo puede ser que los hombres acusen tanta falta de civilidad? A
juzgar por las palabras de Dengyo, es natural que los sacerdotes de la escuela
Zen estén confundidos con respecto al budismo, cuando ignoran incluso la
forma correcta en que un hombre debe comportarse. Actúan como Papiyas, el
demonio celestial.
Respetuosamente,
Nichiren
A Niike
Antecedentes
En primer lugar, Nichiren Daishonin dice a Niike que haber nacido en el Último
Día de la Ley con la misión de propagar la enseñanza correcta del budismo en
todo el mundo es una buena fortuna indescriptible. Pero justamente por eso,
sería un gran despropósito profesar la fe en el Sutra del loto y al mismo tiempo
actuar contra la Ley. La consecuencia sería descender a algún mal camino de la
existencia, sea cual fuere la posición social o el lugar que uno ocupa. Mediante
el ejemplo del ave aterida de frío, el Daishonin advierte a sus creyentes que
jamás deben caer en la negligencia ni ser tentados por la fama o la fortuna.
1
El hígado, los pulmones, el corazón, los riñones y el bazo.
2
Principios sobresalientes del “Sutra del loto”.
3
La imagen del ―tigre de la muerte‖ deriva de un fragmento del Tratado sobre la gran
perfección de la sabiduría, según el cual las ovejas llegan a pasar hambre por miedo al tigre
feroz, aun cuando la hierba a su alrededor sea tierna y el agua tenga dulce sabor.
4
Aquí, la palabra japonesa ma, ‗demonio‘, se ha traducido como ‗mal‘ para que el texto sea
más claro. En este caso, se refiere a aquello que obstruye el gran bien.
5
Importante santuario de Nara, relacionado con la familia Fujiwara.
6
El capítulo ―Maestro de la Ley‖ refiere: ―En el mundo corrupto posterior a mi extinción, debéis
unir las palmas de vuestras manos en reverencia ante aquellos que puedan abrazar este
sutra, y ofrecerles ofrendas como haríais con el Honrado por el Mundo‖.
7
Dos de los cinco templos principales de la escuela Zen, en Kamakura. El Kencho-ji fue
fundado por el regente Hojo Tokiyori en 1253, y el Engaku-ji, por el regente Hojo Tokimune,
en 1278.
8
Trigo, arroz, frijoles y dos clases de mijo. Al mismo tiempo, es un término genérico que se
aplica a todos los granos y cereales, y con este último significado se emplea en el texto.
9
―La más importante de todas‖ se refiere a la enseñanza que Shakyamuni transfirió al
bodhisattva Prácticas Superiores en el capítulo ―Poderes sobrenaturales‖ del Sutra del loto y
que, en el capítulo ―Rey de la Medicina‖ definió como la Ley que aparecería en el último
período de quinientos años posterior a su muerte.
10
Sutra del loto, cap. 2.
11
Esto se refiere a la trasmigración de los seres no iluminados por los seis caminos. Se dice
que los seres vivos experimentan reiteradamente el ciclo de nacimiento en los seis estados
más bajos, caracterizados por la ilusión, con existencias de duración limitada y con formas
físicas distintas, de acuerdo con el karma que cada uno posee.
12
Se desconoce la fuente.
13
Sutra del loto, cap. 3.
14
Los chinos creían que cuando la nutria dejaba parte de un pez sin comer, era porque
deseaba hacer una ofrenda religiosa con los restos. La historia aparece en el Libro de los
ritos, perteneciente a la tradición confuciana.