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AUTORA DE “CHILENAS” Y “CHILENAS REBELDES”

Entrevista a María José Cumplido. Las mujeres debemos seguir persistiendo por lo que
encontramos correcto.
Contenidos LRC 02 Mayo, 2019 Tags: Chilenas, historia, Historia chilena, Maria José
Cumplido
Fotos: Alejandra Allendes
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Feminista, amante de la Historia, y aspirante a historiadora (según como ella misma se
describe), María José Cumplido – “la Coté” – ha llegado a revolucionar el mundo de la
Historia y de los libros de Historia en nuestro país. Con una pluma directa, la ayuda de
ilustraciones, y sin dejar el rigor de la investigación histórica, ha hecho de la Historia un
campo lúdico y de fácil acceso, con el que busca reivindicar el aporte de muchas mujeres –
hasta ahora desconocidas para la mayoría – a nuestra Historia.

María José Cumplido – más conocida como “la Coté” – es una joven historiadora de 31
años que trabaja como editora de contenidos en Memoria Chilena, el sitio web de la
Biblioteca Nacional. Se hizo conocida al publicar el libro “Chilenas” en 2016, en donde dio
a conocer la historia de diez mujeres relevantes en la Historia de Chile. Su consagración en
el campo literario y de la Historia vino con su segundo libro, “Chilenas Rebeldes”,
publicado en 2018 y el cual contó con la biografía de 75 mujeres clave en la Historia
Nacional, en formato de cuentos breves para niños y niñas. A continuación detallamos un
extracto de la conversación que tuvimos con ella a partir de cómo la Historia se cruza con
su propia historia y cómo ha derivado al estudio y la escritura de las mujeres rebeldes de
nuestra historia país.

La Historia en la historia de la Coté

Hola María José, muchas gracias por tu tiempo. ¿Nos podrías contar cómo te interesaste
en la Historia? Leímos que tu abuelo ha sido un gran promotor de tu amor por ella.

Mi abuelo es un gran lector, le gustan mucho los clásicos, dentro de los cuales estaba
Virginia Woolf. Cuando era pequeña, él me contaba de una diversidad de personajes y
mujeres importantes mucho más amplia que la que yo veía en el colegio. Como mi familia
siempre ha vivido en departamentos, siempre medios encerrados, ese encierro hizo que
los libros fueran nuestros amigos; lo que es importante no por el hecho de la Historia
misma sino que por la diversidad de intereses que me ha permitido tener. En mi casa, el
libro era súper importante, los libros te los daban de premio. Entonces, desde chica
adquirí el conocimiento que los libros son valiosos. Es una enseñanza que se va
traspasando, no es que naturalmente te sientas atraída por los libros. También, tiene que
ver con una práctica, el hábito de leer es algo que se aprende cotidianamente.

¿Quiénes fueron tus modelos a seguir cuando eras niña? ¿Tuviste algunos?
Yo creo que mi abuelo y mi mamá, de todas maneras, por este mismo hecho que eran
personas súper interesantes, muy complejas. Además, por la familia de mi mamá, eran
mujeres súper fuertes, que se imponían, y eran importantes en cómo se conjugaba el
espacio familiar. Entonces, claro, era un ambiente súper feminista.

¿Cómo se relaciona eso con el colegio al que ingresaste a estudiar (Las Ursulinas)? Es un
colegio católico bastante conservador

Básicamente, fue por el alemán. Mi papá es hijo de madre alemana pero nunca fueron
ninguno de los dos católicos, ni conservadores. Eso, también, siempre me hizo como un
roce en el colegio, pero como yo tenía el apoyo de mi familia, en la que se hablaban todos
los temas, no importó. Mi abuelo, de hecho, era radical. Siempre tuve una pata en estos
dos mundos, lo que lo hace interesante porque uno puede moverse con más soltura entre
ambos y saber cómo está pensando la gente o por qué piensa como piensa.

¿Cómo fue tu adolescencia en el sentido de ser lesbiana y estar en un colegio tan


conservador?

Me acuerdo que mi abuelo contaba de una escritora francesa que se llama Margarita
Yourcenar y que se escapó con su secretaria, era muy gracioso. La cultura de las lesbianas
nunca ha sido muy visible, entonces no existen muchos referentes. Cuando yo salí del
clóset, a los 19 años, la única referente era la Karen Atala. No tenías figuras públicas como
sí habían de los hombres, entonces era un mundo súper desconocido, incluso para
nosotras mismas. En parte, para visibilizar que existimos, es que organizamos el “Primer
Encuentro de Lesbianas Ursulinas” con mis amigas el 2016.

¿Y quién fue la precursora de tu interés en el feminismo? Desde pequeña leías a Virginia


Woolf.

Sí, fue la primera mujer que leí que hablaba justamente del problema de la mujer. Por
ejemplo, en “El cuarto propio” habla sobre por qué no hay poetisas en el siglo XVI, porque
ellas tenían que cuidar una casa y quince hijos, entonces ¿En qué momento iban a
educarse? ¿En qué momento iban a escribir? Esa reflexión me hizo agarrar otras lecturas
sobre mujeres, empezar a leer a más mujeres, y ver también esa desigualdad estructural.
Me interesaba ver esta desigualdad desde el presente y empezar a ver cómo se ha
desarrollado el pensamiento de las mujeres sobre sí mismas. En el fondo, la mayoría de
los libros – desde el siglo XX para atrás – que tratan sobre mujeres, los han escrito
hombres desde sus ideas fantasiosas sobre qué es ser mujer. Ahí me empezó a interesar
mucho el problema filosófico de la mujer, pero también lo que las mujeres han creado
literariamente.

Ya en tu rubro, ¿Cómo ves a la Historia en Chile? Es probable que el ciudadano promedio


no conoce qué hacen los historiadores.
Yo creo que hay un problema grande en términos de cuál es el rol público del historiador
en la sociedad. Muchos historiadores se han quedado en la academia y eso lo que ha
hecho ha sido concentrar el conocimiento en ciertos núcleos cerrados de personas. Es,
efectivamente, un mundo súper machista, la mayoría de los doctores en Historia que
trabajan en las universidades son hombres. Vimos los casos de abuso en la Universidad de
Chile, en el Departamento de Historia, también en la USACH. Por eso, para mí era súper
importante intentar abrir otros campos donde se pudiera hacer Historia, que fueran
lugares donde las mujeres pudieran acceder sin tanta violencia. Me interesó mucho la
divulgación histórica, tomar esos conocimientos aprendidos en la universidad y hacer
libros que entretuvieran, y que la gente pudiera aprender y pasarlo bien leyéndolos, con
un lenguaje menos especializado, que hablaran de temas que competen al mundo actual.
Desde ahí nace “Chilenas”, en pos de empezar a entender cómo se está configurando el
feminismo y cuál ha sido la Historia de las mujeres en Chile. Es un libro que escribí
pensando en un público súper amplio, no especializado. El mismo fenómeno de Baradit
me dio las claves que a la gente le interesa leer Historia de Chile; entonces yo quiero que
les interese la Historia de las mujeres, también.

¿Y cómo crees te ven tus pares historiadores? ¿Tienes relación con la academia?

No, yo ya no tengo mucha relación con la academia. Hay historiadores que les encanta la
divulgación, que les gusta lo que hago; y a otros que no, porque es vulgar. Si entras a una
librería hoy día, lo que más vas a ver es historia de guerras o de política tradicional; y yo
quiero que haya la mayor diversidad, para todos los gustos, y para todos los intereses que
tienen los lectores.

La Historia de las chilenas

¿Nos podrías contar cómo surgió la idea de tu primer libro ‘Chilenas’?

Lo que quería hacer era tomar los periodos clásicos de la historia y decir “bueno, ¿las
mujeres qué estaban haciendo?”. En cada periodo elegí a una, para ir contando la historia
de la otra mitad de la población. No me preocupé que cada mujer reflejara algo en
específico, porque es súper distinto hablar de una mujer de elite que de una mujer obrera.
Entonces traté que cada una hablara desde su época; y que estas 10 mujeres fueran,
también, muy distintas entre ellas para que contaran la diversidad de lo que es ser mujer
en Chile, lo que implica estar situadas en distintos mundos dentro de un mismo país, para
contar la complejidad del hecho de ser mujer en distintas épocas.

¿Cuál es tu chilena favorita de este libro?


Elena Caffarena porque me parece que intelectual y políticamente fue una mujer que se
adelantó a su época y puso en el tapete temas que hoy seguimos hablando. O sea, ella ya
hablaba de desigualdad de sueldo, de violencia, de aborto libre. Es una mujer que es base
en la historia del feminismo en Chile, de las organizaciones feministas, y de los temas que
se continúan hablando hasta hoy.

¿Y cómo surgió tu segundo libro?, ¿Por qué se llama “Chilenas rebeldes”?

Es un libro de referencias de 75 mujeres, del siglo XVI hasta ahora. Elegí la “rebeldía” para
mostrar cómo a estas mujeres les costó más hacer lo que querían hacer versus un hombre
heterosexual promedio. Ahí están las primeras mujeres en entrar a la universidad, las
primeras en preguntarse sobre el feminismo, las primeras en escribir novelas, ¿Y qué
tienen en común todas ellas? Todo lo que les costó lograr lo que hicieron por el hecho de
ser mujeres. Por ejemplo, la primera novelista y la primera poetisa tuvieron que firmar
como hombres en un principio porque, si no, nadie las iba a leer. Entonces, esa “rebeldía”
tiene que ver con la persistencia, con usar todos los trucos posibles para abrir un campo
para las mujeres que venían detrás.

¿Cómo fue escribir ese libro?

Lo conversamos con la editorial (Montena), lo propusieron ellos, pensando en hacer una


versión de “Chilenas” para niños y niñas, que conjugara “la Historia” con “la Historia de
estas mujeres”. Entonces, es importante que las niñas entiendan por qué hoy en día
tienen los derechos y las libertades que tienen: porque hay mujeres que lucharon por eso.
Además, está la intención de generar la pregunta: bueno, ahora nos falta un montón
también, ¿Qué vamos a hacer si ya todas estas mujeres hicieron esto por nosotras? Es
como una posta, porque requiere un compromiso hacia mujeres de nuestro pasado y de
nuestro futuro.

¿Cuál fue la primera mujer que elegiste?

Fue una toki mapuche que luchó contra la invasión española y que los cronistas del siglo
XVI no pescaron mucho porque era mujer. Entonces muestra cómo a la mujer se le ha
silenciado, no se le ha tomado en cuenta. Fue una mujer que peleó igual que Caupolicán,
que Lautaro (…); entonces, era importante tanto constatar esa invisibilización, como,
también, constatar que este territorio es habitado por mujeres de distintas razas, etnias,
colores, etc.

¿Por qué elegiste 75 mujeres, no más ni menos?

Salió así. Los criterios fueron los mismos: ir revisando todos los periodos históricos y velar
por la diversidad porque no hay personajes sólo políticos o que hicieron algo “increíble”,
sino que también hay artistas, matemáticas, profesoras, etc. Y eso también es interesante
para una niña que, por ejemplo, quiera estudiar Matemática: ella va a saber que hubo una
mujer en el siglo XIX que fue la primera. También, es relevante que haya mujeres actuales;
de hecho, Daniela Vega está ahí porque para mí es importante generar esa instancia que
la historia no está escrita, se va escribiendo día a día.

¿Qué mujer elegirías para representar la actualidad en Chile?

¡Qué difícil! Para mi es súper difícil porque es algo que está en proceso. Creo que Camila
Vallejo es súper importante porque, de cierta forma, representa este renacer de la lucha
política en las mujeres. Ella empezó con el movimiento estudiantil, luego fue presidenta
de la FECH, llegó al Congreso a través de un partido que siempre ha sido muy conservador
como lo es el Partido Comunista. Es interesante cómo ha logrado cambiar cosas en ese
partido (siguiendo un poco la línea de Gladys Marín) metiendo temas de género,
feministas, de infancia, de trabajo. Desde esa perspectiva, me parece muy interesante
como personaje histórico.

Cambiando el mundo con rebeldía y persistencia

Más allá de tus libros, ¿Cuáles mujeres son tus mayores referentes hoy?

Michelle Bachelet es un personaje que, yo creo, va ser muy importante en los libros de
Historia. Hay un antes y un después de ella en la política. El último tiempo también he
estado leyendo a muchas escritoras chilenas – como Paulina Flores, Constanza Gutiérrez,
María Paz Rodríguez – y me parece que ese boom que está teniendo la literatura chilena y
en el énfasis de “mujeres escribiendo” pareciera ser súper interesante porque han
empezado a hablar sobre temas que quizás no se abordaban tanto, como lo es vivir en
este Chile contemporáneo, con esta desigualdad, con este neoliberalismo, y pensando en
qué quedan las mujeres ahí.

Claro, porque pese a “la rebeldía”, Chile sigue siendo un país machista. ¿De dónde crees
que viene esta resistencia?

El mundo es muy machista, así ha sido la estructura del pensamiento occidental desde los
griegos. En Chile, particularmente, está todo ese rollo del poder del hombre, una
estructura súper patriarcal. Hay una tesis muy interesante de Gabriel Salazar, un
historiador, que se llama “La historia del niño guacho”, que es la historia de cómo Chile ha
crecido en familias donde el padre abandona a sus hijos y la madre se ha tenido que hacer
cargo sola de su familia y de Chile entero. Además, la Dictadura, el poder o fuerza militar,
también es algo muy patriarcal que hizo detener muchos avances de las mujeres (…). Yo
creo que lo más urgente y que es el foco de este nuevo movimiento feminista es terminar
con la cultura de violencia, que sucede todos los días, todo el día y en todos los espacios:
en la casa, en el transporte, en el trabajo, en la universidad, en el colegio.

Sin olvidar la violencia “que no se ve”, la violencia simbólica. Al respecto, ¿qué opinas de
los estereotipos de belleza?
Es un tipo de cuerpo validado por hombres, lo crearon ellos, y lo explotan ellos. Uno ve las
pinturas de Rubens y la belleza en esa sociedad era la de cuerpos más gordos porque
comer estaba relacionado con el poder. Creo que hoy la mayor difusión de esta idea del
cuerpo perfecto se ha convertido en un problema de vida o muerte, no sólo por las
enfermedades sino que por el suicidio. Es importante ir cambiando eso, de ir mostrando
también la diversidad de cuerpos que existen. Es necesario entender que esta
categorización del cuerpo o de la belleza tiene que ver con ciertos poderes: la rubia de
ojos azules, que es europea, es bella porque fueron ellos quienes colonizaron el mundo. Si
hubieran sido otros los colonizadores, otro sería el modelo de belleza. Esto cambiaría
mucho si hubiera más mujeres en publicidad, más mujeres en los medios. Creo que ahí va
a empezar a cambiar en la medida que se adopte esta idea de la diversidad como algo
deseable.

¿Cuál mensaje crees que es necesario entregar a mujeres, niñas y adolescentes en los
medios?

Darle la importancia a la persistencia. No importa que te digan que “no”, que “está mal”,
muchas o muchísimas veces. Hay que destacar la rebeldía, cómo las mujeres que han
cambiado el mundo han tenido la persistencia en común. Hoy siguen persistiendo por lo
que encuentran correcto y los cambios que buscan no lo hacen sólo para sus vidas sino
para mejorar la vida de las demás. También es súper importante pensar en una sociedad
que deje de competir y generar una sociedad más solidaria, mucho más apañadora entre
nosotras, ya que en el fondo somos las únicas que podemos defendernos a nosotras
mismas.

*Agradecemos a Sara Palma y a Claudia Cárdenas Loguercio por la transcripción de la


entrevista.

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