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Ejes-CCH

Universidad Autónoma de la Ciudad de México


Nada Humano me es ajeno

Academia Cultura Científico-Humanística

Equipo de trabajo: Ejes del Área CC-H

Los Cursos-Taller de Cultura Científica-Humanística articulan sus contenidos alrededor


de propósitos, enfoques, ejes y núcleos temáticos. En particular, los ejes son aquellos
que dan unidad a los tres cursos-taller vinculando los contenidos estudiados durante
cada semestre. Los ejes del área son tres:

 Eje La Condición Humana: diversidad cultural inherente a todo cuanto es


humano. Desde éste eje se reflexiona acerca de lo que nos constituye como
seres humanos en su dimensión bio-psico-socio-cultural y sobre la trascendencia
que esto tiene para la vida cotidiana del estudiante. Dicha reflexión se realiza a
partir de la comprensión y entendimiento de los contextos en donde se
desarrollan las actividades, conceptualizaciones y valoraciones humanas,
apoyados en la discusión y revisión de algunas perspectivas, desde los ámbitos:
científico, humanístico, filosófico, social y ético que se han ocupado del tema de
lo humano.

 Eje Naturaleza–Cultura: expresiones-consecuencias de la relación


naturaleza-cultura. Desde éste eje se analizan las distintas conceptualizaciones
generadas en torno a la naturaleza y su relación con el desarrollo social y
cultural, bajo la premisa de que existe una vinculación dialéctica entre naturaleza
y cultura, a partir de la cual se generan realidades concretas, formas de ser, de
pensar y actuar en el mundo.

 Eje Pluralidad del Conocimiento: relación sociedad-conocimiento. Desde


éste eje se reflexiona sobre la importancia de reconocer que el conocimiento es
una producción social y cultural, permeada por particularidades propias de cada
contexto histórico-político-geográfico, que influye en las formas en que los seres
humanos construyen sus relaciones con el entorno que lo circunda y, por lo tanto,
en su forma de valorar y percibir el mundo y la vida. La perspectiva moderna de
la racionalidad instrumental, la hiperespecialización del conocimiento y el
determinismo científico, han propiciado la fragmentación del conocimiento y la
negación de los saberes no científicos. De esto surge la necesidad por construir
un nuevo diálogo entre las ciencias y las humanidades, integrando diferentes
saberes y visiones del mundo.

Cabe aclarar que los ejes no hacen referencia a contenidos fijos e inalterables, por el
contrario, son maneras de abordar ciertos problemas que se encuentran aún en
discusión, tanto al nivel de las disciplinas, como a nivel de los lenguajes de
conocimiento de los profesores que integran el área, además de las reflexiones y
preguntas que van surgiendo en el proceso de la impartición de los semestres.

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Por lo tanto, los ejes reflejan inquietudes sobre los orígenes, creencias, prácticas,
valores, saberes, representaciones, contextos, límites y posibilidades de lo humano, la
naturaleza y la cultura. Dichas inquietudes se pueden formular en preguntas como:
¿Qué es aquello que nos hace humanos? ¿Cómo se relaciona lo humano-cultural con la
naturaleza y su entorno? ¿Hay una o múltiples formas de abordar estas relaciones?
Dichas preguntas se han pensado o conceptualizado de diferentes maneras y desde
diferentes ámbitos sociales y culturales. Por ejemplo, la interrogante: ¿Qué es lo que
nos hace humanos? No tiene una respuesta única, ¡de ninguna manera!, sino que en
diferentes momentos, contextos situaciones y desde diferentes actores y áreas del
conocimiento se ha planteado dicha cuestión. Incluso, se han hecho fuertes intentos por
responderla, pero quizás nunca podamos redondearlo en todos sus aspectos, nos
enfrentamos siempre a una tarea de aproximaciones sucesivas, puesto que la cultura, el
mundo y nuestro modo de pensarnos y situarnos en él, se encuentran en continua
transformación.

1. Condición humana1

La condición humana como eje temático


Consideramos que, como eje temático, la condición humana tiene cualidades
heurísticas, en tanto: se plantee como una discusión inacabada e inacabable, se
muestre la amplitud y la imposibilidad de que alguna disciplina aislada abarque lo
fundamental en relación a lo humano, se reconozca la infinidad de entramados que se
pueden trazar en la investigación y reflexión sobre lo humano. Decimos que hay mucho
territorio por recorrer, que existen posibilidades de conocimiento que distan de estar
agotadas, que la comprensión de algunas travesías de lo humano se encuentran en
etapas iniciales, que lo que investiguemos desde las perspectivas recién despejadas
puede llevarnos a reconfigurar las certezas2 existentes.

La idea de condición humana y el perfil del enfoque


El concepto de condición humana busca ir a contracorriente de las discusiones teóricas
sobre lo humano que pretenden aislar alguna característica del hombre y destacarla
para definir a la especie a partir de ese rasgo trascendental, que estaría más allá de
cualquier condicionamiento, contexto, circunstancia o momento histórico.
Por ejemplo, algunas discusiones filosóficas se centran en postular un rasgo fijo como el
definitorio. Tal aproximación es característica del pensamiento griego clásico 3 y del
proceder de su filosofía, así como del entendimiento que tenían acerca del
conocimiento. Para definir algo había que distinguir en la cosa la esencia y el accidente.
Sin embargo, reconocemos que aquello que se consideraba la característica primordial,
esencial o trascendente de lo humano, nos habla, a fin de cuentas, más de la
cosmovisión de cada época que de lo humano en general. Es decir, que las
representaciones de lo humano siempre son reflejo de los valores e ideales de cada

1
El presente documento fue escrito en su versión original por Ricardo Laviada Cáceres (Enero 2010). Se incluyen
planteamientos de textos escritos por Francisco Cañon Taladriz, David Sámano Chávez. Modificado por Gabriela
Aguilar Dávila, Oswalth Basurto Bravo y Pedro Rodríguez Ruíz (Enero 2011).
2
Ronald Barnett, en su libro Claves para entender la universidad. En una era de supercomplejidad, Barcelona,
Pomares, 2002, argumenta en contra de la idea de que la función de la universidad consiste en ofrecerles certidumbre
a los estudiantes respecto al mundo.
3
Cfr. John Dewey, La busca de la certeza: un estudio de la relación entre el conocimiento y la acción. Fondo de
Cultura Económica, México, 1952 [1929].

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sociedad según su particular momento histórico y de acuerdo a como se interpreta la


tradición.

Utilizar preferentemente la noción de condición humana implica que no se trata de negar


o restar importancia a los aspectos físicos, biológicos, genéticos, evolutivos, etc. del ser
humano, sino explorar las relaciones de estos con los procesos sociales y culturales. La
noción de cultura tiene por ello un papel fundamental al interior del área, no solamente
como tema sino como problema. Es posible observar una reconfiguración de la
investigación científica sobre procesos que antes se consideraban meramente
biológicos, y en los que ahora la dimensión sociocultural se vuelve central como recurso
explicativo.

A continuación presentamos de manera puntual algunas de las características e


implicaciones del enfoque que se perfila en relación al eje temático transversal de la
condición humana.

Implicaciones conceptuales

No existe una vía única y privilegiada para aproximarnos a lo humano; lo que
implica también, cuestionar una perspectiva del conocimiento jerárquica. Se hace
énfasis en el estudio de las diversas manifestaciones de lo humano.

Nos ubicamos desde un enfoque que contempla la condición histórica,
sociocultural, ambiental y simbólica de lo humano.

Se reconoce lo abierto, la incompletud y el inacabamiento de lo humano.

Se tiene conciencia acerca de la necesidad de exploración de los contextos,
circunstancias, factores, límites y espacios de posibilidad que configuran a la
condición humana en diferentes momentos.

Privilegiamos enfoques que estudien a los seres humanos incorporando el
conocimiento de su interrelación con el medio ambiente.

La condición humana y el conocimiento



Consideramos que la fragmentación moderna del conocimiento (C. N./C. S – y
ciencias sociales entre sí) es una navaja de dos filos, ha permitido profundizar en
diferentes aspectos, pero dificulta una perspectiva integral del ser humano. Por
esta razón, hemos optado por considerar el proceso de la hominización ya que
este, corresponde con la preocupación de estudiar lo humano desde una
perspectiva inter y multidisciplinaria, en donde los marcos de conocimiento
conjugan lo natural, lo ambiental y lo biológico con lo cultural, lo social y lo
existencial.

Más que presentar la definición de lo humano, el asunto que nos ocupa es cómo
investigar la temática desde una perspectiva multidisciplinaria y crítica,
enfatizando el hecho que en el ser humano la organización de acciones está en
función de un horizonte temporal, que implica pasado, presente y futuro.

Cuando se estudia la condición humana desde una perspectiva científica,
asumimos que no existen causas aisladas que provoquen un cambio
determinado, por ejemplo, el proceso de hominización, el surgimiento de la
modernidad, el deterioro ambiental, etc. En realidad, se trabaja con escenarios
complejos en los que una infinidad de factores se conjugan y se interfieren
generando nuevas realidades.

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Si existe algo que podamos concebir como una constante en la condición
humana es su capacidad de cambio. Lo propio de lo humano es su posibilidad
para crear y construirse.

El lenguaje nos permite establecer vínculos, representar y referirnos a ciertas
realidades, pensar y comunicar en un momento determinado, y a partir de él, se
decantan las experiencias de las generaciones. Es la autoimagen que tenemos
de lo humano y depende de las posibilidades de reflexión presentes en cada
etapa de la historia.

Históricamente, las dificultades para concientizar el horizonte desde el cual se
conceptualiza lo humano derivaron en concepciones excluyentes, arbitrarias y
coloniales. El etnocentrismo, el eurocentrismo y otras cegueras han tenido
consecuencias fatales en la existencia de muchas generaciones y en todos los
rincones del planeta. En algunos casos, los discursos racistas y excluyentes han
pretendido fundamentarse en argumentos científicos.

La descripción ilustrada sobre lo humano privilegia unas facultades e ignora o
desestima otras. Como consecuencia tenemos un sujeto escindido, una
concepción dicotómica respecto de las realidades humanas y una tendencia a no
reconocer las diferencias.

En la Modernidad el conocimiento científico se erigió como el relato dominante
respecto a lo humano. Los excesos de la perspectiva positivista y la tradición
racionalista crearon una imagen limitada de lo humano.

La pretensión de establecer las leyes de la historia 4, de la sociedad o el
comportamiento humano, no son conscientes de la complejidad de los procesos
sociales e históricos ni de los límites del conocimiento sobre lo humano.

Las posibilidades de ampliar y profundizar en la comprensión de la condición
humana y por lo mismo, de las virtudes y límites de los marcos de interpretación
que se ponen en juego están mediadas a partir de los esfuerzos que se hagan
por acercarnos al conocimiento y reconocimiento del otro, de lo diferente de lo
que suponemos lejano y se revela próximo. Reconocer la voz de los otros, de
aquellos que han sido invisibilizados o negados es condición para un
conocimiento que no se considere absoluto y que incorpore en su quehacer la
dimensión ética.5

Hemos apostado por una perspectiva ambiental respecto a los procesos
humanos. Reconocemos que los ámbitos natural y social implican un mismo
proceso. Partimos del reconocimiento de una crisis de ciertas metanarrativas
sobre el desarrollo del conocimiento, recuperando la crítica del paradigma
ambiental y su reclamo de un replanteamiento de las certezas epistemológicas de
la Modernidad. La exploración de la perspectiva ambiental va más allá de una
opción epistemológica, es parte de una preocupación por lo que algunos han
llamado una crisis de la civilización. Las características de la aproximación que
representaría el eje de la condición humana implica que hay una preocupación
por presentar a los estudiantes herramientas intelectuales que los acerquen a las
posibilidades de participación en los procesos en los que nos encontramos
inmersos. Se trata entonces, tanto de ubicación en la actualidad (incorporando la

4
Uno de los principales críticos de la idea de que la labor de las ciencias sociales es formular leyes de la historia es el
filósofo, sociólogo y psicoanalista Cornelius Castoriadis, véase entre otros su obra principal La institución
imaginaria de la sociedad. Tusquets, Buenos Aires, 2007 [1975].
5
Sólo como uno entre muchos posibles referentes, véase Boaventura de Sousa Santos, “Hacia una sociología de las
ausencias y una sociología de las emergencias” en: El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política.
Trotta/ILSA, Madrid, 2005, pp. 151-192.

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revisión del pasado y el reconocimiento de su presencia en el aquí y ahora) como


de imaginación respecto al futuro.

2. Relación naturaleza-cultura.6

Relación naturaleza-cultura como eje temático.


El área de Cultura Científico-Humanística plantea dentro de sus tres ejes de trabajo,
abordados de manera transversal en sus cursos, el eje de Naturaleza-Cultura para dar
respuesta y comprender algunos de los acontecimientos que suceden en el mundo
contemporáneo: cambios en la naturaleza, pobreza extrema, desarraigo-migración,
manipulación genética, violencia, entre otros. En éste campo de estudio se pretende
ampliar la visión fragmentada que se tiene en torno a los dos conceptos centrales: la
naturaleza y la cultura a manera de relación-tensión como fundamento en la
comprensión de las formas de entender las perspectivas, problemas y teorías que han
fundamentado las visiones del mundo y al mismo ser humano, para generar maneras de
reflexión complejas y centradas en mejores alternativas de vida.

Relación naturaleza-cultura y el perfil del enfoque

En el área se considera que la tendencia a explicar de manera fragmentada 7 la


complejidad de los contextos del desarrollo del pensamiento humano, ha dado pocos
frutos. Parcelar la vida de los sujetos sociales en subtemas ha sido también poco
favorable, ya que se observa que el estudiante no logra hacer la interacción de los
conocimientos y categorías a ser aprendidos. Ante esto, se requiere crear nuevas
metodologías que promuevan la integración de los saberes que permitan transcender
formas de pensamiento lineales, causales, deterministas y esencialistas.

Por lo tanto, la apuesta del área, es la de ubicar una tensión dialéctica entre naturaleza y
cultura, que puede y se ha manifestado de manera armónica, fragmentada, holista, entre
otros. En consecuencia, las actividades propias del ser humano y de manera especial los
procesos productivos, que involucran a la naturaleza y a la cultura, deben considerarse
desde una perspectiva de integración dialéctica recíproca entre lo natural y lo cultural. El
ser humano es parte de la naturaleza y depende de ella para la consecución de sus
modos de vida y por ello, inexorablemente entra en la compleja red que interconecta la
totalidad de los elementos del universo.

Para poder logar lo anterior, es necesario que los estudiosos de las ciencias naturales y
las ciencias sociales, establezcamos un trabajo interdisciplinario. La biología es tan
valiosa para entender al ser humano como la antropología, la paleontología, la
sociología, la filosofía, la psicología, entre otras.

Orientamos la reflexión considerando temas como los siguientes:

6
Texto elaborado por Fernando Pacheco Muñoz y Emiliano Urteaga Urías (2008). Modificado por las profesoras
María Luisa Castro Estrada, Beatriz Castro Estrada y Gabriela Aguilar Dávila (Enero 2011).
7
Como ejemplo de esto, Emiliano Urteaga y Francisco Pacheco señalan: “No es difícil encontrar que al respecto de la
trasformación de las especies, los estudiantes creen en la necesidad y casi en la inevitabilidad del origen de los seres
humanos. Utilizando lenguaje teleológico, afirman que las personas caminan en dos pies por necesidad, que a los
homínidos les creció el cerebro por comer carne o que los mamut les salió pelo porque hacía mucho frío”. Documento
de trabajo de CC-H, 2008.

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 La naturaleza y su influencia en la formación de los sistemas culturales.


 La transformación de la naturaleza debida a la percepción que culturalmente se
promueve de ella.
 La forma en la que la naturaleza reacciona ante las construcciones culturales del
ser humano quien se erige como el centro del universo.
 Los códigos sociales, sistemas articulatorios de símbolos, en diferentes niveles.
 La producción del sentido, ideas, representaciones del mundo, el pasado y
presente.
 La interpretación o del reconocimiento, que permite comprender la cultura.

Implicaciones conceptuales.

La relación entre los conceptos de naturaleza y cultura experimentaron, en el siglo


veinte, profundas transformaciones, incluso cuestionamientos o cambios de valor, que
son representativos del estado general del pensamiento contemporáneo. Actualmente la
relación entre naturaleza y cultura se ha caracterizado por la diferencia y la oposición.

Por lo general, se ha trasmitido a través de la educación tradicional, centrada en la


cosmovisión occidental, que lo que caracteriza a la cultura y la distingue de la naturaleza
es el artificio, la costumbre, la convención. Desde esta perspectiva se entiende a la
cultura como una institución humana, y como tal correspondiente al ejercicio de una
voluntad, o, al menos, a un conjunto de intenciones de sentido: la cultura, aparece como
un mundo donde se despliegan reglas y valores. Esto implica acercarse al concepto de
cultura como algo relativo al accionar humano, y es, por así decirlo, consecuencia de su
inconstancia. Así mismo, desde la visión occidental, la naturaleza se presenta como una
realidad caracterizada por la permanencia, la estabilidad y la regularidad, una idea muy
clásica del concepto. El retorno de las estaciones y de los ciclos, la constancia de las
formas de lo viviente, pero también del mundo material, hacen de la naturaleza el
testimonio de la constancia de lo que se denomina vida: que las cosas tengan una
naturaleza significa que poseen una linealidad en la cual el ser humano puede hacer
capital de sus acciones y sus empresas. La ciencia, desde una visión mecanicista
comprende a la naturaleza como si esta encerrara una verdad que habría que distinguir,
descubrir y constatar. Este concepto de naturaleza pretende excluir el mito, la magia y la
religión.

Desde esta perspectiva se puede llegar a afirmar que el dominio del hombre sobre la
mujer o el de unas razas sobre otras, es resultado de la selección natural. En esta
postura se pierde cualquier noción de libertad, ya que los seres humanos son sólo una
compleja máquina biológica. Las personas están preprogramadas por sus genes y las
decisiones, no son más que flujos químicos en el cerebro. No hay posibilidad de elegir y
por lo tanto, tampoco de juzgar a alguien por sus actos. Esta perspectiva dificulta la
posibilidad de constituir vínculos equitativos y responsables.

Los postulados del otro extremo pueden también llegar a negar lo biológico del ser
humano y su proceso de desarrollo. Construyen una idea de ser humano excluyendo a la
naturaleza. Afirman que este, es sólo un humano cuando tiene el don de la cultura, sin
entender que es sumamente complejo marcar definitivamente una frontera clara, entre
naturaleza y cultura.

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En las últimas décadas los científicos sociales, desde distintas áreas del pensamiento,
defienden el desarrollo de una nueva ciencia que tenga en cuenta a la naturaleza y a la
cultura desde una percepción compleja. Tal ciencia, necesariamente interdisciplinaria:
científica-humanística, se plantea como indispensable para quien debe decidir y prever
en el futuro inmediato. Se trata, en otros términos de establecer las bases de una política
ética y social que permita desde el mantenimiento de un medio ambiente de calidad; así
como de evitar los efectos indeseables del poder humano sobre el medio terrestre y de
prever las consecuencias de tales acciones.

Siguiendo esta intensión, el área CC-H, aborda a la naturaleza en relación-tensión 8 como


el proceso de continua producción, actualización y transformación de modelos simbólicos
(en su doble aceptación de representación y de orientación para la acción) a través de la
práctica individual y colectiva, en contextos históricamente específicas y socialmente
estructurados.

Relación Naturaleza-Cultura y el conocimiento.

Esta separación entre naturaleza y cultura constituye la base de las ideas del hombre
moderno, que surge en el Renacimiento, construyendo una idea de naturaleza
desencantada, que no tiene más valor que el de ser objeto de conocimiento y
producción. El pensamiento moderno se caracteriza por la rotunda separación de todas
las esferas de la cultura. Lo que podemos observar es la preponderancia de la razón
económica, es decir, la maximización de ganancias y reducción de costos, el predominio
de la razón técnica, donde se da la reducción de lo bueno, lo bello y lo justo a lo
verdadero, por la relación lineal entre el progreso del saber y el bienestar social, por la
razón instrumental donde los fines son reducidos a medios. Esta visión del mundo
supuso que comprender la naturaleza implicaba también su dominio y su destrucción.
Estas ideas han tenido consecuencias sobre el mundo que no sólo se quedan en la
naturaleza, sino que impactan el mundo cultural del hombre.

Las causas de la crisis social, política y ambiental no son distintas, sino que son
resultado de un mismo proceso de construcción cultural. La problemática del ambiente y
del desarrollo contemporáneo es causa de una determinada manera de pensar la
naturaleza, la cultura y la sociedad. La problemática ambiental no es explicable si no
conocemos la segunda ley de la termodinámica, el ciclo del carbono, el flujo de energía
en los ecosistemas y la química atmosférica. Ésta crisis no es sólo un resultado del
agotamiento de los recursos naturales, la destrucción de los ecosistemas, la
desarticulación de los ciclos naturales y las cadenas tróficas, sino que fundamentalmente
pone en entredicho, nuestra organización social, económica y política. También cuestiona
la racionalidad misma del mundo moderno, aquélla que ha convertido a las ideas de
progreso, desarrollo, tecnociencia y economía de mercado, en los únicos paradigmas
legítimos de civilización.

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La relación entendida como una tensión – dialéctica que nos permita entender que la historia del ser humano: sus
valores, ideas, visiones de mundo, religiones, pensamientos, artificios, conocimientos, proyecciones, prospectivas,
entre otros; está determinada por el contexto tiempo/espacio que se ubica: geografías, climas, sensaciones,
percepciones, circunstancias, necesidades, etc. Esta relación-tensión naturaleza-cultura se concibe como una categoría
indivisible para ser utilizada como enfoque en el análisis de los procesos por los que ha pasado la especie humana
para generar su historia, cosmovisiones, planteamientos teóricos, valores, conceptos y formas de vida: bio-psico-
social.

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La “naturaleza” no es el objeto de estudio exclusivo de ninguna ciencia y cada disciplina


incorpora lo natural a su cuerpo teórico de diferente forma; por ejemplo, los procesos
naturales en biología responden a los fenómenos biológicos. Pero desde que la
naturaleza es afectada por la cultura, lo natural pierde su valor ontológico para
convertirse en objetos de estudio totalmente diferentes, son entonces objetos como
modo de producción, trabajo, valor, renta, fuerzas productivas. Los científicos naturales
no pueden solucionar la problemática ambiental solos, pero los científicos sociales
tampoco. La solución a la problemática contemporánea, ya sea la contaminación de un
río o la falta de alimento en una región pobre, no se alcanza pensando sólo desde una
determinada disciplina, sino en la articulación de la ciencias y aún más allá, en el diálogo
de saberes y en la profunda reflexión sobre la tensión naturaleza – cultura.

3. Pluralidad del conocimiento y representaciones del mundo como eje temático.9


La reflexión que hace la academia Cultura Científico-Humanística sobre el concepto de
conocimiento, parte de la idea de que en la universidad pública debe privilegiarse la
pluralidad en el conocimiento y en la investigación, ya que el conocimiento constituye
una de las herramientas clave para la defensa de la humanidad en la época
contemporánea y una de las vías fundamentales para enfrentar problemas como la crisis
ambiental y el incremento de las contradicciones actuales en la sociedad, entre otros.
Por lo tanto, en éste eje se reflexiona sobre la importancia de reconocer que el
conocimiento es una producción social y cultural, permeada por particularidades propias
de cada contexto histórico-político-geográfico, que influye en las formas en que los seres
humanos construyen sus relaciones con el entorno que lo circunda y, por lo tanto, en su
forma de valorar y percibir el mundo y la vida; ya que la perspectiva moderna de la
racionalidad instrumental, la hiperespecialización del conocimiento y el determinismo
científico, han propiciado la fragmentación del conocimiento y del propio ser humano.
Desde hace algunas décadas, las características del sistema socioeconómico
predominante vienen provocando la conversión del conocimiento en una mercancía más,
cuya producción es orientada por la demandas del mercado y no por las necesidades
ético-sociales. De igual modo, el conocimiento desempeña un papel preponderante en el
desarrollo de una nueva carrera científica basada en la robotización y digitalización y
otros adelantos de la ciencia contemporánea y las nuevas tecnologías en los más
diversos campos, que sientan las bases para el resurgimiento de nuevas formas de
control social de acuerdo a la forma de representar el conocimiento; de esta forma se da
una complementación y a la vez un antagonismo entre la ciencia y la tecnología, y los
saberes tradicionales.
A partir de este planteamiento en el área CC-H, se considera la necesidad de construir
un nuevo diálogo entre las ciencias y las humanidades, que permita al profesor y al
estudiante problematizar integradamente asuntos como el del concepto de individuo, un
problema socio-medioambiental, la actitud ética y el concepto de naturaleza, entre otros;
desde la arquitectura de la complejidad, lo multidisciplinar y/o interdisciplinario, para
establecer diferentes niveles de articulación en el análisis, debate y estudio de los
problemas emergentes de nuestros días a través de una visión plural que permita
integrar los conocimientos y saberes producidos por el ser humano, para profundizar en
las reflexiones ético sociales de la vida, el mundo y el universo.

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Texto elaborado por María Luisa Castro Estrada, Maribel Rosas Marín y Leticia Muñoz Langarica

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La idea de conocimiento y el perfil del enfoque


La reflexión dentro del área de CC-H, condujo al criterio de que hay que insistir en que
la fractura entre las dos culturas, científica-tecnológica de un lado y humanística de otro,
afecta nuestra capacidad de actuar de forma crítica y plural, con sentido ético y con
compromiso social ante los grandes desafíos de nuestro tiempo. Se necesita por lo
tanto, una visión más integral de la cultura, el pensamiento y la producción intelectual
que de lugar al desarrollo de nuevos enfoques teóricos y metodológicos capaces de
favorecer el enriquecimiento recíproco de estos campos y su articulación en defensa de
la Condición Humana, la relación Naturaleza-Cultura y la ampliación del concepto
conocimiento. Así como promover un proceso de redefinición del lugar y papel de la
educación superior orientado a su transformación en un espacio abierto para el
encuentro de las ciencias y cosmovisiones o visiones del concepto mundo.
De esta manera, la apuesta del Área Cultura Científico-Humanística dentro del Ciclo
Básico en la formación universitaria, es generar vínculos sólidos, claros y prudentes
entre los saberes y la ciencia-tecnología, que permitan su potencial enriquecimiento
reciproco y la justa valoración de los primeros, reconociéndolos como patrimonio cultural
no en su sentido de añoranza, sino en su capacidad para generar visiones de mundo
adecuados para el fortalecimiento de la estructura de lo humano, el concepto de
naturaleza en relación con la producción de cultura y la ética.
Implicaciones conceptuales.
Partiendo de la idea de que la Pluralidad del Conocimiento, como eje transversal del
área de Cultura Científica y Humanística, es el Re-conocimiento de diversos principios,
sistemas y realidades constitutivas del cosmos, se entenderá la multidisciplinariedad del
conocimiento como el modo de abordaje de este eje, es decir, como la metodología.
Esta metodología integra a la mente y los actos deliberados sobre los principios,
sistemas y realidades, enmarcándose en el pensamiento complejo y en la noción de el
conocimiento del conocimiento, como actos o eventos cognitivos, “el conocimiento es
sin duda un fenómeno multidimensional en el sentido de que de manera inseparable, es
a la vez físico, biológico, cerebral, mental, psicológico, cultural, social”. Morin (1999).
Bajo este marco queda claro que los campos de las ciencias y las humanidades han de
entenderse, reconocerse, situarse y reflexionarse, como un sistema reticular, o
entramado complejo no jerárquico, que propicia el diálogo en un mismo nivel, ya que lo
que se halla implicado en el conocimiento es cualquier relación entre el hombre, la
sociedad, la vida y el mundo.
Es aquí donde entra la noción de sujeto; un sujeto activo en la producción-asimilación-
análisis del conocimiento. Se establece un maridaje entre la noción de sujeto y objeto
del conocimiento, que se enmarca en los principios epistemológicos, y en el sentido del
análisis propio del conocimiento, el diálogo de saberes y el reconocimiento de verdades
y realidades diversas, que pueden incluso parecer antagónicas. Es el propio sujeto
quien abre la posibilidad de este reconocimiento y puede, porque es capaz, romper el
cretinismo científico, que más que fortalecer, debilita la comprensión de la realidad.
Esta noción de sujeto humano, y el desarrollo de sus aptitudes cognitivas, tal como se
establecen arriba, además de la necesidad de la existencia biológica de un individuo,
solo pueden desarrollarse en el seno de una cultura que ha producido, conservado,

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transmitido, un lenguaje, una lógica, un capital de saberes, de criterios de verdad. Por lo


tanto es la cultura donde se organiza y elabora el conocimiento. (Morin, 1983, 1999).
Para acercarse a la comprensión del sujeto que conoce, y hacer un enlace entre sus
elementos constitutivos y el conocimiento, es pertinente lo que se establece en la
siguiente nota:
“…Si la noción de conocimiento se diversifica y multiplica al ser considerada, podemos
suponer legítimamente que contiene en sí diversidad y multiplicidad. En adelante, el
conocimiento ya no podrá ser reducido a una sola noción, como información, o
percepción, o descripción, o idea, o teoría; más bien hay que concebir en él diversos
modos o niveles, a los cuales correspondería cada uno de estos términos.
Por otra parte, todo conocimiento contiene necesariamente: a) una competencia
(aptitud para producir conocimiento); b) Una actividad cognitiva (cognición), que se
efectúa en función de esta competencia; c) Un saber, (resultante de estas actividades).
Las competencias y actividades cognitivas humanas necesitan un aparato cognitivo, el
cerebro, que es una formidable máquina bio-físico-química, cerebro que necesita la
existencia biológica de un individuo.
Es este marco donde el espíritu humano elabora y organiza su conocimiento,
utilizando los medios culturales de que dispone. Por último, en toda la historia humana,
la actividad cognitiva se ha visto en interacciones a la vez complementarias y
antagonistas con la ética, el mito, la religión, la política, y el poder con frecuencia ha
controlado al saber para controlar el poder del saber.
El conocimiento es sin duda un fenómeno multidimensional en el sentido de que, de
manera inseparable a la vez es físico, biológico, cerebral, mental, psicológico, cultural,
social”. (Morin, 1999).

Así entonces para analizar y acercarse a la comprensión del sujeto que conoce, habrá
que dimensionarlo y caracterizar estas dimensiones, luego entenderlas en su interacción
constante en el marco de la cultura. No es una tarea fácil, mucho menos cuando se
habla de que esta comprensión sea asimilada y reflexionada por individuos en
formación, sin embargo en los párrafos siguientes se presentan algunas ideas
aterrizadas al respecto.
La noción de sujeto se percibe como un individuo activo en la producción-asimilación-
análisis del conocimiento, que se enmarca en los principios epistemológicos y en el
sentido del análisis, el diálogo de saberes y el reconocimiento de verdades y realidades
diversas (incluso antagónicas). Cereijido (1994), manifiesta que el conocimiento no
puede ser guardado fuera del ser humano; para ser conocimiento se requiere de alguien
que conozca, y la relación del ser humano con el conocimiento tiene que ser dinámica,
viva y productora; por lo tanto existe en cada individuo una capacidad de conocer.
Empero, esta capacidad, tampoco responde completamente a una idea reduccionista
que conduce a las funciones cerebrales, porque muchas de éstas no tienen un espacio
físico en el cual se les pueda estudiar y evaluar, solo pueden verificarse en términos de
conducta y de acción, de hacer, de llevar a cabo, de crear; “llegar al árbol del
conocimiento mediante el rezo, o la filosofía o la investigación científica”. (Cereijido,
1994); las características que toman estas manifestaciones se enmarcan necesaria e
irremediablemente en la cultura.
No puede entonces dejar de analizarse el proceso por el cual los seres humanos fueron
adquiriendo una cantidad cada vez mayor de información sobre su medio ambiente, y
ésta fue acumulándose a lo largo del tiempo histórico, y utilizándose en formas cada vez
más variadas (Nagel,1989); es así que no se puede asumir que el conocimiento se
generó con el surgimiento de la ciencia y sus métodos. Los humanos que nos

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antecedieron fueron repitiendo generación tras generación no solo la información que


fueron acumulando, sino todas las habilidades (cognitivas) que acompañaron el
proceso, y que adquirieron formas cada vez más sofisticadas y complejas, en una
interacción también constante y compleja con el medio ambiente.
La ciencia surge en un punto álgido del tiempo histórico en que se generó una
necesidad de explicación y corroboración de las verdades sobre esta interacción
humana con el medio ambiente. Es una necesidad de certidumbre y de verdad propia de
los seres humanos tal como lo establecen Maturana y Varela (2003). Al parecer en este
punto se da una separación de las formas de conocimiento que hoy en día analizamos y
consideramos como básicas en la formación de las nuevas generaciones. Ya en un
tiempo se dieron antagonismos y negación mutua entre estas formas de conocimiento;
sin embargo, a la luz contemporánea de la complejidad para la comprensión de la
realidad social, surge una nueva necesidad de explicaciones complementarias cargadas
cada una de su propia verdad.
Por lo anteriormente expuesto, el conocimiento, como algo esencialmente social, como
parte de la cultura que se transmite de generación en generación, y como algo que se
desarrolla y modifica activamente en respuesta a contingencias prácticas (Olive,1994),
es uno de los ejes fundamentales del área de Cultura Científico-Humanística ya que es
a través de éste donde el estudiante:
 Reconoce que la realidad se explica en referencia al contexto social y cultural en
donde surge,
 Establece la interacción entre distintas disciplinas como la biología, filosofía,
sociología, antropología, psicología, entre otras para comprender los diversos
procesos humanos.
 Reconoce las diversas dimensiones del conocimiento como parte de la
diversidad cultural.
A través de los tres cursos que integran el área, el estudiante reconoce que el
conocimiento se gesta con la consolidación de la especie humana y a su vez, la especie
humana se consolida a medida que construye conocimiento, por ello es fundamental
que se identifiquen algunas de las distintas explicaciones sobre el mundo y la vida, que
se han construido a lo largo de la historia de la humanidad, principalmente del mundo
occidental, que en conjunto permiten reconocer la pluralidad del conocimiento.

La pluralidad del conocimiento


Ahora bien, en el área de Cultura Científico Humanística a lo largo de los tres cursos se
abordan principalmente, las dimensiones del conocimiento referentes al mito, magia,
religión, arte y ciencia.
En este sentido reconocer la importancia que tiene el conocimiento para la existencia de
nuestra especie permite poder identificar algunas formas para construir la realidad y así
poder dotar de significado y sentido al mundo y a la vida.
Por ello, a lo largo de los tres cursos 10 se revisan de manera general algunas
dimensiones del conocimiento que, si bien se gestaron en un contexto particular, no
significa que se encuentran separadas, sino unidas en los individuos, en las sociedades,
y por ende, en la cultura.
10
Cabe decir que los cursos en su temporalidad abarcan desde el proceso de hominización hasta el siglo XXI.

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Cada una de estas dimensiones refleja el conocimiento del entorno natural, que a su vez
se expresa en la relación que establece el ser humano con la naturaleza a partir de tipos
de pensamiento,11 antagónicos pero complementarios, por ejemplo los pensamientos
mítico y racional, que son las dos caras de una misma moneda, dentro de los procesos
de aprendizaje y conocimiento del ser humano.
Dentro de las dimensiones que se revisan a lo largo de los semestres están:
Mito.
Se aborda como la explicación primigenia del mundo y de la vida, los mitos radican en la
tradición y en la memoria colectiva, y permiten la ubicación del individuo en el tiempo y
el espacio ya que funciona como elemento contextual de referencia para las acciones
humanas en el devenir histórico.
La importancia del mito reside como la primera forma de conocimiento de la realidad, ya
que partió de un largo periodo de observación de los elementos naturales que
conformaban los distintos ecosistemas, se elaboraron los primeros símbolos y mitos,
que junto con la elaboración de analogías, se crearon las primeras abstracciones
capaces de facilitar una interpretación del micro y del macrocosmos, una base que
posibilitó emprender las primeras clasificaciones del universo percibido por los sentidos,
ordenando sus elementos y fenómenos dentro de un conjunto de categorías coherente,
y, en consecuencia, alejaron a nuestra especie del negro pozo de la incertidumbre,
creando orden y certeza allí donde no parecía haber más que caos (Rodríguez, 1999).
Magia.
Como la actividad social que va dirigida no tanto hacia la naturaleza como hacia la
relación del hombre con la naturaleza y a las actividades humanas que en ella causan
efecto. Actividad que le permite al ser humano salvar los abismos peligrosos que se
abren en alguna situación crítica y que le permite llevar a efecto sus tareas importantes
en confianza, para que mantenga su presencia de ánimo y su integridad mental en
momentos de caos, desesperación y angustia.
Religión
Las religiones desempeñan un papel central en la vida social ya que influyen en la
percepción del entorno, y en cómo reaccionamos ante él. Si bien la religión puede ser
considerada origen de los más grandes conflictos en la historia de la humanidad, la
religión nace del deseo, de la carencia, de la esperanza; se crea para darle a la vida
humana un fundamento y significado más allá de la realidad material.
Arte
Como la expresión que involucra técnica y fantasía, su nacimiento se vincula con
condiciones de gran tensión, nació como una respuesta psicológica elemental –pero
muy adecuada y eficaz- ante la presión angustiosa de un medio natural, misterioso y
aleatorio, que el ser humano necesitaba poder interpretar y controlar para obviar la
incertidumbre que le provocaba (Rodríguez, 130). El arte –sobre todo el arte rupestre-
involucra procesos cognitivos que se derivan en la creación de útiles/imágenes con
significados simbólicos como medio de comunicación
Ciencia
Como una forma de conocimiento racional de las cosas y/o fenómenos por sus causas.
Es una actividad de seres humanos que actúan e interactúan, y por tanto una actividad
11
Nos referimos a los distintos tipos de pensamiento como el mágico-religioso, estético-artístico, racional, etc.

12
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social. Su conocimiento, sus afirmaciones, sus técnicas han sido creados por seres
humanos y desarrollados, alimentados y compartidos entre grupos de seres humanos.
Por tanto el conocimiento científico es esencialmente conocimiento social. Como una
actividad social, la ciencia es claramente un producto de una historia y de un proceso
que ocurre en el tiempo y en el espacio y que involucra actores humanos. 12 Si bien la
ciencia es esclava de sus propios métodos y técnicas, mientras que estos tienen éxito,
también es libre de multiplicar y modificar en todo momento sus reglas.
Aunque la ciencia sea la forma de conocimiento hegemónica en el mundo occidental, no
significa que sea la única, o que las demás no tengan importancia, o que no existan en
las sociedades. Como lo dijimos anteriormente, estas dimensiones conviven y se
confrontan en el individuo, en los grupos, en las sociedades.

Estas dimensiones del conocimiento son resultado y a la vez han sido el medio que ha
permitido al ser humano comprender y explicar la naturaleza, fenómenos como la vida y
la muerte, su propio origen y la relación con el cosmos, lo cual ha dado significado y
sentido a la existencia de la especie humana.
De esta manera dichas dimensiones están conjugadas en la práctica social y se
expresan de diversas formas en el quehacer humano, pero a la vez son parte de la
singularidad de la especie, es decir las dimensiones del conocimiento no se encuentran
separadas, sino unidas en los individuos, en las sociedades y en la cultura.

12
E. Mndelsohn citado por Olivé León. La explicación social del conocimiento. Universidad Nacional Autónoma de
México. 1994. P.21

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