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Debo ser franco con ustedes: el peligro más grande que enfrenta el cristianismo

evangélico estadounidense es el peligro del anti intelectualismo. La mente en sus más


grandes y profundos alcances no se está cuidando lo suficiente. Pero la educación
intelectual no puede darse separada de la inmersión profunda durante un periodo de
años en la historia del pensamiento y el espíritu. Las personas que tienen prisa por
salir de la universidad y comenzar a ganar dinero o servir a la iglesia o predicar el
evangelio, no tienen idea del valor infinito de pasar años conversando con las mentes
y almas más grandes del pasado, madurando, afilando y ampliando sus poderes de
pensamiento. El resultado es que la arena del pensamiento creativo se vuelve
desocupada y vacía, y abdicada al enemigo. Entre los evangélicos ¿quién puede estar
de pie ante los gigantes académicos y eruditos seculares en sus propios términos de
erudición? Entre los académicos evangélicos ¿quién es citado como una fuente
normativa por las más grandes autoridades seculares en el campo de la historia,
filosofía, psicología, sociología o política? ¿tiene el modo de pensar evangélico la más
mínima posibilidad de convertirse en el modo dominante en las grandes universidades
de Europa y América que moldea nuestra civilización entera con su espíritu e ideas?
Por el bien de una mayor efectividad al testificar a Jesucristo, así como por sí mismos,
los evangélicos no pueden permitirse seguir viviendo en la periferia de una existencia
intelectual responsable.

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