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JESUCRISTO

NOS DARÁ CON ÉL TODAS LAS COSAS

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
Romanos 8:32

Es maravilloso ver la lógica de este versículo. No porque me guste la


lógica, sino porque me gusta tener mis verdaderas necesidades
satisfechas. Las dos mitades de Romanos 8:32 tienen una conexión lógica
estupendamente importante. Podemos no verla, puesto que la segunda
mitad es una pregunta: “¿Cómo no nos dará también con él todas las
cosas?” Pero si cambiamos la pregunta a la declaración que esto implica,
se ve clara: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, bondadosamente nos dará, por lo tanto, seguramente,
también con él todas las cosas”.

En otras palabras, la conexión entre las dos mitades tiene el propósito


de hacer la segunda mitad absolutamente cierta. Si Dios hizo lo más difícil
de todo -a saber, entregar a su propio Hijo para sufrir y morir- entonces es
cierto que hará lo que es comparativamente fácil: darnos con Él todas las
cosas. El propósito total de Dios de darnos todas las cosas es más seguro
que el sacrificio de su Hijo. Él dio a su Hijo “por todos nosotros”. Hecho esto,
¿podría él dejar de hacer cosas a nuestro favor? Sería inconcebible.

Es ciertamente maravilloso y alentador para todo creyente leer el


capítulo 8 de la epístola a los romanos, pero más glorioso es saber que en
este pasaje nos asegura que Él nos dará con Cristo, todas las cosas que
podrán suplir nuestra vida espiritual llenándola plenamente.

Aquel que ha creído en Cristo y ha confiado en lo que Dios hizo por


medio de Él para salvarle es privilegiado y tiene la plena certeza de que
Dios, no sólo vela por él, sino que Dios tiene todo preparado para proveerle
de todo aquello que necesita para estar en victoria.

Veamos este planteamiento bajo el siguiente bosquejo de estudio:

I. EL QUE NO ESCATIMÓ NI A SU PROPIO HIJO


II. EL QUE LO ENTREGÓ POR TODOS NOSOTROS
III. EL QUE NOS DA CON ÉL TODAS LAS COSAS
I. EL QUE NO ESCATIMÓ NI A SU PROPIO HIJO
(Ro. 8:32)

A. LA PROVISIÓN DE DIOS

1. Escatimar se define en el diccionario de la academia real


de la lengua como: “Dar lo menos posible de algo”.
Cuando el pasaje apunta que Dios “no escatimó”, está
diciendo que, “no tuvo en cuenta dar lo más grande
posible que pudo dar para beneficio del creyente en
Cristo”. Dios es el proveedor de todo lo que necesitamos.

2. Dios se hace llamar en el Antiguo Testamento como


“Jehová Jireh” que significa “Jehová proveerá” (Gn.
22:14). Cuando vemos el contexto bíblico donde Dios es
llamado como el que provee, encontramos un tipo de
Cristo. Este es el momento en que Abraham entrega al
hijo de la promesa y dice a Dios al librarle de aquel
trance amargo proveyéndole de un cordero en
sustitución de su hijo: “Y llamó Abraham el nombre de
aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el
monte de Jehová será provisto”.

3. La Palabra de Dios es grandiosa y maravillosa, no hay un


cabo sin atar, no hay una idea inconclusa, no hay verdad
empañada, ni nada que pueda quitar el resplandor de su
iluminación. Dios lo ha provisto todo para que
entendamos, que Él es el que provee.

B. LA MEDIDA DE SU PROVISIÓN

1. El texto ahora nos dice: “El que no escatimó ni a su propio


Hijo” La entrega de Dios al proveernos a su Hijo, fue la
máxima expresión de un Dios dador y proveedor. El texto
es significativo cuando hace esta declaración con el
objetivo de mostrar cuan perfecta y completa fue la
provisión de Dios.

2. No fue cualquier cosa la que Dios no escatimó, sino “a su


propio Hijo”. Así como Abraham no escatimó entregar a
su hijo Isaac, el hijo de la promesa y de la bendición, lo
cual mostraba el gran amor y la grandiosa fe de
Abraham por Dios, de igual manera Dios ahora nos hace
ver que la medida de su entrega y de su provisión para
nosotros fue igualmente grandiosa.

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Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Verdades acerca de Jesucristo”
3. El amor de Dios para con nosotros es tan grande que Él no
toma en cuenta, no escatima, como dice el texto, ni a su
propio Hijo para entregarlo en sacrificio por nuestros
pecados y darnos la seguridad de que con Él también nos
dará todas las cosas.

C. SU PROPIO HIJO

1. Es bueno destacar algo adicional con respecto a la


expresión “SU PROPIO HIJO”. Cuando nos referimos al Hijo
de Dios estamos hablando del Verbo Encarnado del cual
nos habla el apóstol Juan en el capítulo 1 en los versos 1 y
14 cuando dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo
era con Dios, y el Verbo era Dios”. “Y aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de
verdad”.

2. Cuando decimos su Propio Hijo, estamos hablando de la


segunda persona de la trinidad, de aquel que solamente
podía actuar como el Padre, hablar como el Padre y
amar como el Padre. Ese Hijo es de la misma naturaleza y
sustancia del Padre. Ese Hijo, junto con el Padre y el
Espíritu Santo forman al Dios Trino.

3. El propósito de la encarnación del Hijo, no sólo fue que su


Propio Hijo diera a conocer al Padre como dice Juan 1:18:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en
el seno del Padre, él le ha dado a conocer”. Sino que la
intención primordial de Dios el Padre fue que el Hijo
fuese entregado por todos nosotros de lo cual
hablaremos ahora.

II. EL QUE LO ENTREGÓ POR TODOS NOSOTROS


(Ro. 8:32)

A. DIOS EL PADRE

1. Romanos 8:32 dice ahora: “El que no escatimó ni a su


propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” Está
claro que Dios el Padre es quien, no escatimando el
valor de su Unigénito Hijo, toma la decisión de entregarlo
por todos nosotros.

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Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Verdades acerca de Jesucristo”
2. Así como el Hijo es Dios, el Padre también es Dios y
cuando hablamos de que el Padre entrega al Hijo,
sabemos que toda acción de la Divinidad es en
completa armonía con sus tres personas, por lo que debe
quedar claro que aunque el Padre es el que entrega al
Hijo, el Hijo está en acuerdo total con lo que el Padre
hace y ejecuta.

3. Aquí es bueno recordar el lenguaje utilizado por el mismo


Señor Jesucristo en Juan 17:9-18 cuando orando al Padre
en su oración intercesora por los discípulos dice: “Yo
ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que
me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo
tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el
mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has
dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así
como nosotros.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba
en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para
que la Escritura se cumpliese.
Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que
tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció,
porque no son del mundo, como tampoco yo soy del
mundo.
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes
del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al
mundo”.

B. LA ENTREGA INCONDICIONAL

1. Está claro que la entrega que hace el Padre de su Propio


Hijo, la hace en un pacto sin condiciones. En las mismas
palabras de Jesús se hace referencia a esa entrega
cuando Pablo declara en 1 Corintios 11:23-26 la
enseñanza de la Santa Cena: “Porque yo recibí del Señor
lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la
noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado
gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi
cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en
memoria de mí.

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Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Verdades acerca de Jesucristo”
Asimismo tomó también la copa, después de haber
cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi
sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria de mí.
Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y
bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que él venga”.

2. Por esta declaración sabemos que Dios el Padre hace un


pacto en la sangre de su Propio Hijo, entregándola por
todos nosotros, los que habíamos de ser sus hijos y
habíamos de creer en su obra de redención.

3. Dios siempre nos ha dado explicaciones de aquellas


cosas que podemos sobrellevar y sabemos que la
entrega de su Propio Hijo la hizo sin establecer
condiciones previas en el momento de la entrega. La
única condición que Dios establece para que el pecador
fuese beneficiario de la salvación en Cristo es creer en la
obra de la Cruz.

C. LOS BENEFICIARIOS DE LA ENTREGA

1. Cuando vemos que la Palabra dice que Dios entregó a su


Hijo por nosotros, surge esta pregunta ¿A cuántos
efectivamente Cristo rescató del pecado ó por quienes
murió? Él dijo que vino “a dar su vida en rescate por
muchos” ahora nos dice que el Padre “lo entregó por
todos nosotros”. Sin embargo, no todo el mundo será
rescatado de la ira de Dios. Pero la oferta es para todo el
mundo. “Hay… un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en
rescate por todos” (1 Ti. 2:5-6). Nadie que abrace el tesoro
de Cristo el rescatador está excluido de esta salvación.

2. Jesús dijo: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser


servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos." (Mr. 10:45).
 Jesús se está refiriendo a su pago voluntario, sacrificial,
vicario, y obediente para efectuar la liberación de los
esclavos o los cautivos del cautiverio. "Por eso me ama
el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a
tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la
pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi

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Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Verdades acerca de Jesucristo”
Padre." (Jn. 10:17-18).

 Jesús ha pagado el precio completamente y hemos


recibido la redención. "Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna". (Jn. 3:16).

3. La invitación esta aun abierta, El Padre hizo efectiva esa


entrega del Hijo en aquellos que han creído y aunque no
sabemos cuantos más le han de aceptar, el camino a la
salvación es una oferta que permanece para aquellos
que la quieran aceptar.
 Nuestra salvación se ha comprado a un precio
grande y personal porque el Señor Jesús se dio por
nuestros pecados para entregarse a si mismo por ellos.
 Nuestro perdón se basa en el precio del rescate de la
sangre vertida de Jesucristo. "…en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según
las riquezas de su gracia," (Ef. 1:7).

III. EL QUE NOS DA CON ÉL TODAS LAS COSAS


(Ro. 8:32)

A. DIOS EL DADOR Y PROVEEDOR

1. Santiago 1:17 nos dice acerca de este atributo de Dios:


“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo
alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni
sombra de variación”. Lo que nos indica que Dios es el
único que tiene poder para darnos y proveernos todas las
bendiciones, entre ellas la salvación en Cristo.

2. Para concluir el estudio del pasaje leemos nuevamente


Romanos 8:32 y vemos que el texto hace una importante
pregunta: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?”

3. Cuando analizamos esta pregunta sobre la base de lo


que Dios hizo al entregarnos a su propio hijo, vemos que la
provisión de Dios no tiene límites y no se circunscribe a lo
que nosotros podamos hacer ó a la fidelidad que
podamos tener. Aquí recordamos lo que el apóstol Pablo
dijo acerca de esto en 2 Timoteo 2:11-13 acerca de la

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Pastor Arq. José R. Mallén Malla “Verdades acerca de Jesucristo”
fidelidad de Dios: “Palabra fiel es esta: Si somos muertos
con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también
reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos
negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel”.

B. LA PROMESA DE TODAS LAS COSAS

1. Terminamos preguntándonos: ¿Qué significa “darnos


todas las cosas”?
 No significa darnos una vida suave y llena de
comodidades.
 Ni tampoco seguridad contra nuestros enemigos. Esto
lo sabemos por lo que dice la Biblia cuatro versículos
más adelante: “Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; somos contados como ovejas de matadero”
(Ro. 8:36).

2. Muchos cristianos, aún hoy, sufren esta clase de


persecución. Cuando la Biblia pregunta sí “¿la
tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la
desnudez, el peligro o la espada (podrán) separarnos
del amor de Cristo?” (Ro. 8:35) la respuesta es no. No
porque estas cosas no les pasen a los cristianos, sino
porque “en todas estas cosas somos más que
vencedores, por medio de aquel que nos amó” (Ro.
8:37).

3. ¿Qué pues significa que por la muerte de Cristo por


nosotros Dios ciertamente nos dará con él “todas las
cosas”?
 Esto quiere decir que Él nos dará todas las cosas que
sean buenas para nosotros.
 Todas las cosas que realmente necesitamos a fin de
ser conformados a la imagen de su Hijo (Ro. 8:29).
 Todas las cosas que necesitamos a fin de alcanzar
gozo permanente.

4. Esta promesa es igual a la otra promesa bíblica que


aparece en Filipenses 4:19 la cual dice: “Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús”. Esta otra promesa está aclarada
en las precedentes palabras: “En todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener
hambre, así para tener abundancia como para padecer
necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
(Fil. 4:12-13).

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5. Dice que podemos hacer “todo” por medio de Cristo.
Pero adviértase que “todo” incluye pasar “hambre” y
pasar “necesidad”. Dios suplirá toda verdadera
necesidad, inclusive la capacidad de regocijarse uno en
el sufrimiento cuando muchas necesidades no son
satisfechas. Dios suplirá toda verdadera necesidad,
inclusive la necesidad de gracia para pasar hambre
cuando la necesidad de alimento no esté satisfecha. “El
sufrimiento y la muerte de Cristo garantizan que Dios nos
dará todas las cosas que necesitamos para hacer su
voluntad y darle gloria y alcanzar gozo permanente”.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Esta enseñanza es la base del contentamiento cristiano, sobre este
conocimiento, el apóstol Pablo pudo decir en Filipenses 4:12, 13: “Sé vivir
humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que
me fortalece”. Vivamos nosotros también con esta esperanza.

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