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DESARROLLO INTELECTUAL DEL NIÑO

Jean Piaget (1896-1980) describió las fases que un niño va atravesando en su desarrollo. Para
este autor, al que muchos otros tomamos como referencia cuando hablamos de desarrollo, un
ser humano sigue las siguientes etapas en su maduración hacia adulto:

De 0 a 2 años es la etapa Sensorio-motriz. En ella la conducta del niño es esencialmente


motora, no hay una representación interna de los acontecimientos del mundo exterior y no
piensa mediante conceptos. El niño usa sus sentidos en pleno desarrollo y las habilidades
motrices para conocer el mundo que le rodea utilizando sus reflejos, y más adelante la
combinación de sus capacidades sensoriales y motrices. Se está preparando para poder pensar
con imágenes y conceptos. Desarrolla en los dos primeros meses las reacciones circulares
primarias, es decir: repite las acciones que han provocado placer. Por ejemplo succión del
dedo o del pezón. Luego, entre el cuarto mes y el año de vida, desarrolla las reacciones
circulares secundarias, es decir: su conducta va orientada al ambiente que le rodea, mueve
cosas y observa el resultado para luego reproducirlo y obtener la gratificación del sonido o el
movimiento que ha producido.

Después, el niño evoluciona al estadio de preparación y organización de las operaciones


concretas, que se divide en dos periodos:

1. De 2 a 6 años es el periodo denominado por Piaget como Pre-operacional. En este periodo


se da la interiorización de las reacciones de la etapa anterior, dando lugar a acciones mentales
vagas y sin reversibilidad. En este estadio, el potencial del niño aún no llega a liberar su
pensamiento de los aspectos superficiales, aspectos perceptivos de los problemas, siendo
todavía su pensamiento intuitivo, pre-lógico.

2. De 6 a 7 años empieza la etapa denominada de las Operaciones Concretas. Las operaciones


son acciones mentales interiorizadas que muestran un cierto pensamiento lógico. Aparecen
nociones como la conservación, la seriación y la clasificación. Estas operaciones tienen un
rasgo característico: la reversibilidad. Esto quiere decir que el niño, cuando le cambian el
agua de un vaso a otro recipiente, dice que la cantidad de agua no ha cambiado (aunque
cambie su forma) porque entiende que; si la pasa otra vez al vaso, el volumen será el mismo.

Esta capacidad de representación del niño es lo que Piaget llamó la función simbólica o
semiótica. Representar lo real por medio de significantes diferentes de las cosas significadas,
se plasma en campos como la imitación, el dibujo, el juego y especialmente el lenguaje. Las
acciones concretas están siempre unidas al acto y el niño no puede construir un discurso lógico
a partir de preposiciones verbales independientes de su acción sobre los objetos.

De los 12 a los 15 años, con la aparición del estadio de las operaciones formales, el
adolescente ya es capaz de un pensamiento lógico derivado de hipótesis verbales. Es aquí
cuando se libera de lo real y construye diferentes mundos. Es el tipo de pensamiento de la
ciencia: abstracto, formal sin ataduras a lo concreto.

En cada estadio del desarrollo se dan ciertas características que están ligadas al “desarrollo
normal”. No obstante, la maduración del sistema nervioso está ligada a factores genéticos,
ambientales y educativos que, en ocasiones, alteran el curso normal.

La corteza cerebral es la parte más joven del cerebro, y, a la sazón, la más evolucionada, pero
también la más vulnerable. Desde los cero años hasta el final de las etapas descritas por Piaget
-citadas por su fácil comprensión de la génesis y estructura del desarrollo intelectual- se dan
una serie de desordenes y trastornos cuyos características más significativas conviene
reconocer como síntoma de que algo puede no estar yendo bien. La intervención temprana;
rápida, va a evitar o atemperar muchos de los problemas relacionados con el lenguaje, la
atención, la hiperactividad, el razonamiento y comprensión verbal y numérica, la
psicomotricidad, la percepción y, en definitiva; con el aprendizaje. En posteriores artículos
expondremos estas y otras circunstancias, así como el modo de afrontarlas. En lo que atañe
al tema de hoy podría resumir con las siguientes ideas:

 En el estadio Sensorio-motriz el niño debe estar en un ambiente físico donde pueda


moverse sobre su espalda y barriga, darse la vuelta, arrastrarse, reptar, gatear, levantarse
y caminar cuando llegue el momento. Esto, unido a un ambiente estimularmente rico en
sonidos, olores y colores va facilitar la conexión de las estructuras nerviosas responsables
del movimiento, la percepción, atención, estructuración del espacio y lateralidad, así como
la viso-percepción (función neuropsicológica, esta última, relacionada con la percepción
tridimensional del espacio y sus posibles transformaciones a través de la visión).
 En el estadio Pre-operacional es conveniente que el niño explore ambientes diferentes y
este en contacto con personas diferentes de un modo progresivo. Sobre todo, el niño ha
de jugar, tocar, reír, correr, llorar, hacer cosas de expresión plástica con las manos, oír
música… Es muy importante hacer de la escuela, la comida y las relaciones con los demás
algo reforzante, alabando cada pequeño logro, potenciando su autoestima y adecuación al
mundo de sus iguales y al de los adultos que le rodean. Esto va a capacitarles, como
adolescentes, para manejar una dotación cerebral de unos 100.000 millones de neuronas
que será la mayor a lo largo de sus vidas. Evitando, en la medida de lo posible, que esta
potencia cerebral se descontrole por caminos infructuosos.
 En el estadio de las operaciones formales, los procesos de razonamiento, comprensión,
percepción, atención, memoria, planificación y organización del tiempo y las actividades,
solución de problemas, regulación conductual y emocional tanto en el ámbito personal como
en el social han de estar en niveles aceptables. El cambio de la enseñanza primaria a la
secundaria, el contacto con materias nuevas, la sexualidad como algo tangible e
interpersonal y otros factores van exigir el máximo de nuestros chicos. Pero, son niños y,
por definición, necesitan afecto y control. El afecto y el control son responsabilidad de los
padres, lo mismo que la tomar las medidas necesarias si alguno de los procesos psicológicos
básicos, citados al principio del párrafo, está limitado o ausente.

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