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ESPAÑA EN SU DESARROLLO

España, también denominada Reino de España, es un país transcontinental,


miembro de la Unión Europea, Constituido en estado social y democrático de
derecho y cuya forma de gobierno es la monarquía parlamentaria. España se sitúa
tanto al sur de Europa Occidental como en el norte de África.

España es actualmente la décimo tercera potencia económica mundial, pero ha


llegado a ser la octava, según el PIB nominal. La economía española es una de las
más abiertas de la eurozona y una de las economías con más internacionalización
en sus productos financieros, servicios, etc. Tradicionalmente España ha sido un
país agrícola y aún es uno de los mayores productores de Europa occidental, pero
desde mediados de la década de 1950 el crecimiento industrial fue rápido y pronto
alcanzó un mayor peso que la agricultura en la economía del país. Una serie de
planes de desarrollo, que se iniciaron en 1964, ayudaron a expandir la economía,
pero a finales de la década de 1970 comenzó un periodo de recesión económica a
causa de la subida de los precios del petróleo, y un aumento de las importaciones
con la llegada de la democracia y la apertura de fronteras. Con posterioridad, se
incrementó el desarrollo de las industrias del acero, astilleros, textiles y mineras. En
la actualidad, la terciarización de la economía y de la sociedad española queda clara
tanto en el producto interior bruto (contribución en 2005: un 67 %) como en la tasa
de empleo por sectores (65 %). Los ingresos obtenidos por el turismo permiten
equilibrar la balanza de pagos. Desde que España ingresó como miembro de pleno
derecho en la Unión Europea las políticas económicas han evolucionado en función
de esta gran organización supranacional. España es uno de los países
industrializados con una de las más altas tasas de pobreza infantil, de acuerdo a un
estudio realizado por la Unicef. En 2017, al menos 1 400 000 niños en España
permanecen en situación de pobreza severa.

En España se producen, entre otros, textiles, hierro y acero, vehículos de motor,


productos químicos, confección, calzado, barcos, refino de petróleo y cemento,
destacando por su valor los sectores industriales de la alimentación, bebidas y del
material de transporte, entre los que cabe destacar el sector del automóvil y el
Sector industrial aeronáutico. España arrojó una cifra de producción de 2 733 201
millones de vehículos en el año 2015, de los que el 80 % van destinados al mercado
exterior. Suponen un peso del sector en el PIB del 7,6 %, empleando al 9 % de la
población activa, entre empleos directos e indirectos. España es el primer productor
mundial de vino, cava y aceite de oliva.

En 2013, España importó productos por valor de 250 195,2 millones de euros y las
exportaciones ascendieron a 234 239,8 millones de euros, con un saldo comercial
de -15 955,4 millones de la misma moneda, lo cual representa prácticamente la
mitad que el año anterior. Entre las principales importaciones se encontraban:
tecnología industrial; industria química (productos químicos); medio ambiente y
producción energética; moda.Por lo que respecta a las principales exportaciones,
tecnología industrial; industria química (productos químicos); moda; materias
primas, semimanufacturas y productos intermedios.

Los sectores más importantes de la economía española en 2016 eran el comercio


mayorista y minorista, el transporte, la hostelería y la restauración (23,4%), la
administración pública, la defensa, la educación, la salud y los servicios sociales
(18,9%), y la industria (17,8%).

Por otra parte España, a pesar de una posición general, relativamente menor en
materia de I+D+i, respecto de las demás economías más avanzadas del mundo,
cuenta con una importante posición en varios terrenos de innovación concretos
como son las energías renovables, la biotecnología, el sector farmacéutico, el
transporte y las pequeñas y medianas industrias tecnológicas, que ahora se
consolidan como fortalezas sobre las cuales se establecen las bases del nuevo
modelo económico exportador y competitivo.

El mercado laboral español se caracteriza por dos problemas estructurales: alto


desempleo y alta tasa de temporalidad.
En épocas de crisis económica el desempleo supera el 20 % de la población activa
(máximos de 21,5 % en 1985; 24,6 % en 1994; 27,2 % en 2013). Durante la época
de crecimiento económico ligado a la burbuja inmobiliaria española una gran
cantidad de jóvenes abandonaron los estudios para emplearse en la construcción.
En la actualidad (2015) la mitad de los desempleados carece de estudios más allá
de la educación secundaria obligatoria.

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