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Gerardo Guarán

201603970
Etnología de América

Reseña “Latitud de la Flor y el Granizo”


Mario Payeras (1940-1995)1

I
Separar al autor de su contexto histórico, social y cultural es tan poco conveniente
como esbozar un comentario sobre una obra sin antes haberla leído. Por tal
motivo, antes de reseñar la obra que nos ocupa, nos detendremos someramente
sobre el contexto en el cual creció, maduro y escribió Mario Payeras.

El intelectual y guerrillero guatemalteco vino al mundo en plena época de


efervescencia y transición sociopolítica, no solo a nivel nacional, sino
latinoamericano y hasta cabría decir mundial. Desde la temprana infancia estuvo
rodeado por luchas campesinas, obreras y estudiantiles, transformaciones
socioeconómicas, cambios de regímenes políticos, etc. que marcaron su vida y
que sin duda influirían en su subjetividad.

Mario Payeras nació en Chimaltenango en los albores de la primavera


democrática. Su infancia la pasaría rodeada de paisajes en los que aún no se
trastornaban del todo «los mecanismos de la vida» (Payeras, M. 1987)2, aunque
por aquellos horizontes ya empezaban a distanciarse severamente «los caminos
de los hombres con los de los pájaros» (Payeras, M. 1987). Durante los primeros
años de su adolescencia aquellas hojas de esperanza que retoñaron en la
primavera democrática, caerían como las hojas de la jacaranda tras los primeros
aguaceros de mayo, solo que estas bajo precipitaciones de pólvora y plomo.

Dos cosas aprendería el joven Payeras de aquellas lluvias y crecería con ese par
de convicciones utópica; convicciones que más tarde defendería a capa y espada
en las trincheras y en las páginas de sus libros, a saber: «cualquier sed tiene

1
Payeras, M. (1988). Latitud de la flor y el granizo. México: Joan Baldo i Climent editores
2
Payeras, M. (1987). El mundo como flor y como invento. México : Joan Baldo i Climent Editores.
derecho cuando menos a una naranja grande y toda tristeza a una mañana de
circo, para que la vida sea, alguna vez, como una flor o una canción» (Payeras,
M. 1997)3. Así pues, Payeras quedaría fuertemente influido por «la no
correspondencia entre las cosas humanas y los asuntos de los pájaros» (Payeras,
M. 1987), por la portentosa maquinaria del progreso, por el movimiento de la
energía y del hierro, pero sobre todas las cosas por el peso de la relojería de la
historia.

Empezó sus estudios en filosofía en la Universidad de San Carlos, pero pronto,


como los azacuanes, cuando ya hubo acabado su efímera peripecia académica,
buscaría nuevos derroteros en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Para la década del sesenta, emprendió un largo vuelo a Europa, aterrizaría en la


República Democrática de Alemania para continuar sus estudios en filosofía en
la Universidad de Karl Marx, nido en el cual maduraría buena parte de su
pensamiento intelectual y político.

Ya en la década del setenta, con un bagaje teórico extenso y descubriéndose,


como diría Paulo Freire, «en los desharrapados del mundo» (1985:25)4, pasaría a
engruesar las filas del EGP en la Zona Reina (Quiche) y en Huehuetenango, como
combatiente e intelectual orgánico. En aquellos inhóspitos lugares, «espiados
solo por bandadas de monos» (Payeras, M. 1987) y «enjambres de abejas que
transformaban en forma de dulces de energía la sal del trabajo físico ordinario»
(Payeras, M. 1987), terminaría de completarse su pensamiento intelectual y
político. Esas experiencias quedarían inmortalizadas en el que sería su primer
libro, Los días de la selva.

A finales de la década de 1970, Mario Payeras se incorpora a las filas del “Frente
Urbano”, agrupación que quedaría aplastada por la partera de la historia, razón
por la cual escribiría El trueno en la ciudad. Episodios de la lucha armada urbana de
1981 en Guatemala, desde la frustración del exilio. Tras desenlistarse del EGP en
1984, Payeras construyo una nueva plataforma de lucha, “Octubre

3
Payeras, M. (1997). Poemas de la Zona Reina, 1972-1974. Guatemala: Magna Tierra.
4
Freire, P. (1985). Pedadogía del Oprimido. Montevideo : XXI editores
Revolucionario”; organización que pretendía forjar nuevos horizontes utópicos,
ya que los trazados por la insurgencia resultaron insuficientes para comprender
las dimensiones de las necesidades políticas y, por qué no, ecológicas
guatemaltecas. Ese desencantamiento de la lucha revolucionaria, quedaría
plasmado en su libro Fusiles de Octubre.

En el ocaso de su vida, antes de que su corazón se lanzará en caída libre a los


brazos de la muerte el 16 de enero de 1995, Mario Payeras escribiría una serie de
cuentos para niños de indudable belleza y de amplio contenido filosófico titulado
El mundo como flor y como invento (1986) y el ensayo ecológico que nos ocupa, esto
es, Latitud de la flor y del granizo (1988).

II

Latitud de la flor y el granizo fue publicada en México por primera vez en 1988.
Un lustro después volvió a reeditarse a cargo del Instituto Chiapaneco de
Cultura, acompañada de una serie de escritos sobre el medio ambiente. En el
mismo año el ensayo fue incluido en una compilación de artículos de corte
ecológico de El Salvador, siendo esta su tercera edición. La cuarta edición se
volvió a publicar en Guatemala en el año 1997 a cargo de la editorial Piedra Santa.
En el 2001 la misma editorial volvería a publicarla. La edición que aquí reseñamos
es la primera, bajo el sello editorial Joan Baldó i Climent.

La obra que nos ocupa es un diamante en bruto, en el sentido de que su riqueza


intelectual aún no ha sido valorada por los sectores ilustrados del país, razón por
la cual existen escasas evaluaciones sobre el ensayo y sus planteamientos teórico-
metodológicos. A sabiendas de esto, esta reseña se proponé pulir un poco ese
diamante, en virtud de que sus aportes históricos, filosóficos y poéticos puedan
ser rescatados y discutidos en la academia guatemalteca.

Latitud de la flor y del granizo puede leerse como una exploración


historiográfica, etnográfica, filosófica y poética del distanciamiento del ser con su
medio y de la dialéctica entre el medio ambiente y la vida social en la
modernidad-capitalista.
Los principios de la dialéctica de Payeras están basados en los postulados de T.W.
Adorno, de modo que ésta no termina en una síntesis como en la dialéctica
hegeliana, es decir, la dialéctica aquí no es solo un proceso progresivo, sino
también regresivo.

Por esta razón, el autor da «un salto de tigre hacia el pasado» (Bejamin, W. 2008)5,
atrapa la verdad histórica y la proyecta sobre el presente, pues solo de esta
manera la historia podrá ser un «principio constructivo» (Bejamin, W. 2008) y no
solamente aditivo, como en el historicismo.

En este sentido vemos una clara influencia benjaminiana. En el ensayo el autor


«enciende en el pasado la chispa de la esperanza» (Benjamin, W. 2008) y propone
una forma alternativa de “estar en la realidad”. La obra plantea, en última
instancia, «unificar el género humano como realidad histórica» (Benjamin, W.
2008).

La metodología de la obra es un auténtico cruce de caminos, en ella convergen la


historia, la antropología, la ecología política, la filosofía y hasta la poesía. Payeras
comprende la necesidad de repensar las categorías mediante las cuales
comprendemos la vida social y la naturaleza, de ahí que proponga una
epistemología «arraigada en los principios de la dialéctica y del concepto de
totalidad para aprehender el mundo» (Carrillo, A. 2006)6.

Esta metodología interdisciplinaria le permite al autor hacer una lectura


historiográfica, etnográfica y filosófica de la dialéctica entre la vida social y la
naturaleza desde la esfera de lo local/global y lo personal/político. En este
sentido, la metodología tiene ciertos paralelismos con la postura feminista del
“conocimiento situado” de Donna Haraway7 y el estudio crítico del discurso
colonial8.

5
Benjamin, W. (2008). Tesis sobre la historia y otras fragmentos. México: Ítaca/UACM.
6
Carrillo, A. (2006). Tiempo, espacio e Historia en Latitud de la Flor y el Granizo de Mario Payeras. Revista Mesoamérica, 48, 107-
128.
7
Consultar Haraway, D. (1995). Leyendo a Buchi Emecheta: pugna por «la experiencia de las mujeres» en los estudios sobre la muje
. En Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza (183-209). Madrid: Ediciones Cátedra
8
Consultar Jáuregui, C. (2008). Canibalia: canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina. Madrid :
Editorial Iberoamericana
En esta metodología, se aprehende la realidad a través de la experiencia que
tenga el sujeto cognoscente en relación a las parejas binarias local/global y
personal/político, de modo que el conocimiento se construye de acuerdo a la
experiencia y especificidad de la localización del sujeto cognoscente pero sin
ignorar lo que hay de general en lo particular.

De esta cuenta, el autor sitúa el conocimiento en el sujeto, pues es en el sujeto en


donde radica la episteme, ya que nos es lo mismo pensar desde arriba que desde
abajo, como amo que como esclavo, etc. Así pues, propone estudiar la realidad
guatemalteca desde sí misma pero sin ignorar lo que hay de global en lo local y
lo que hay de local en lo global.

El carácter discursivo y la voz narrativa se alejan de los esquemas


convencionales, en su lugar, el ensayo logra un maridaje entre el discurso
científico y el poético. La estructura del ensayo está dividida en tres capítulos,
cada uno situado en una temporalidad distinta y con una discursividad propia,
pero que se interpelan entre sí, dejando así expuesto el concepto de totalidad. La
organización formal del texto, sostiene Ana Carrillo, «revela, en última instancia
[…], el concepto de “totalidad concreta” que propone el autor» (2006).

La obra de Payeras, como bien apunta Carrillo, «realiza una relectura e


integración de saberes disímiles en la que propone la defensa de la razón, la
ciencia, la filosofía y la poesía articulándolas indisolublemente a la práctica, a la
naturaleza y la vida social como única forma posible de intervención humana en el
diseño y construcción de su propio futuro» (2006. Las cursivas son mías).

III

En el primer capítulo, titulado “Geografía del Polen”, Payeras resume las


bondades naturales del país, “la realidad lluviosa” y los “privilegios de su latitud
florida”, por lo que de entrada tenemos una idea precisa de la biodiversidad de
Guatemala y de su ubicación geo-climática, así como de las leyes que rigen los
procesos naturales.
El autor explica así que la juventud geológica de Guatemala, el caudaloso sistema
de ríos, rocío, escharcha y niebla, las espesas cordilleras de montañas, los
frondosos bosques húmedos, el bosque tropical lluvioso de Los Cuchumatanes,
la jungla tropical del Petén, el benevolente torrente fluvial del pacífico, las aguas
tibias que provienen del Golfo de México, los vientos alisios, etc. conforman
catorce ecoregiones, diez zonas de vida y siete biomas en el territorio
guatemalteco que albergan un gran inventario de flora y fauna.

Someramente aborda la subjetividad de los amerindios y de los españoles


respecto a la naturaleza, en el siguiente capítulo profundiza sobre ello. Para los
primeros era un mundo de abundancia «suficiente para alimentar a pueblos
enteros en migración, para nutrirlos con las excelencias de la miel silvestre y la
carne del monte» (Payeras, M. 1998: 10). Para los segundos, aquello era un
«mundo reciente de barcas a la deriva en las corrientes lacustres» (Payeras, M.
1998: 12), es decir, un mundo en proceso.

En este capítulo Payeras explica pues como a través de la energía mecánica del
viento y el trajo físico de las abejas, queda establecida para el siguiente ciclo la
nueva geografía del polen. Dicho de otro modo, el autor describe las leyes de la
naturaleza y además cómo estás empiezan a modificarse por la influencia
antrópica de los conquistadores.

IV

En el segundo capítulo, apropiadamente nombrado “La pólvora y el vapor”, el


autor explica como el «huracán del progreso» (Benjamin, W. 2008), que empieza
a gestarse a partir de la acumulación originaria, separó progresivamente al ser
humano de la physis. Por tal motivo, en este apartado, Payeras pone en evidencia
como el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas han sido una fuente de
destrucción de la vida social y de la naturaleza más que de emancipación.

De igual manera, durante el desarrollo del capítulo, Payeras subraya el hecho de


que la relación dialéctica entre los amerindios con la naturaleza funcionaba
mediante mecanismos distintos a los que impusieron los españoles. Por esta
razón, insiste autor, a la llegada de los hispanos existía una opulenta riqueza
biótica y una fertilidad abundante en las tierras que permitieron extraer una
cuantiosa riqueza primigenia.

Mario Payeras sostiene que el primer gran golpe de la acumulación originaria no


fue asestado por los fúsiles de los conquistadores, sino por microorganismos
extracontinentales, es decir, por la bacteria Vibrio Cholerae y Variola Virus,
causantes del brote del cólera y viruela en 1520. Estas enfermedades fueron la
condición sin la cual no hubiera sido posible ganar la guerra de conquista, ya que
estás epidemias mermaron y debilitaron a la población combatiente.

El segundo gran golpe provino de los «proyectiles metálicos, lanzados por la


explosión de los gases comprimidos» (Payeras, M. 1988: 30) de los fúsiles
accionados por la pólvora. Los primeros proyectiles impactaron sobre el tejido
blando y óseo de los ingenuos venados, que, como bien lo recuerda Payeras, «no
solían espantarse por la presencia humana» (1988:29).

El hecho de que los venados no solían espantarse con la presencia humana nos
indica que en la cosmovisión amerindia el “antropo” no estaba separado de la
“physis”, razón por la cual la relación entre la sociedad y la naturaleza era mucho
más armónica que la proveniente de la cosmovisión antropocéntrica europea que
ulteriormente se instalaría en la subjetividad criolla.

Enrique Dussel nos explica que de la cosmovisión antropocéntrica europea


emergió el “ego conquiro” que posibilitará el surgimiento de una « […]
subjetividad privada de corporalidad, en la que la naturaleza y las culturas no-
europeas se convertirán en objetos a ser expoliadas» (Dussel, E. citado en
Martínez, L. 2018)9.

Bajo el poder hispano, comenzó a trastocarse la dialéctica ambiental y la vida


social empezó a supeditarse a las leyes del mercado, pero tan solo fue el preludio

9
Martínez, L. (2018). La Teología de la Liberación como antecedente geo-epistémico de la crítica decolonial. En Religión, Historia y
Sociedad en las luchas por la naturaleza (75-91). Puebla, México: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez
Pliego".
del “estruendo horrísono de la pólvora y del vapor” que vendría con el desarrollo
de las fuerzas productivas de la modernidad capitalista.

Durante el siglo XIX, las nacientes repúblicas independientes, quedaron


supeditadas a la lógica del mercado del sistema-mundo. La necesidad de materia
prima de las metrópolis industrializadas, expandieron los tentáculos del
capitalismo por aquellos rincones del mundo en los que aún no tenían presencia.

A raíz de esta expansión, en Guatemala vastos territorios aun no colonizados


fueron depredados y expropiados por medio de la violencia o del censo
enfitéutico, se expandió la caficultura, se consolido «el ethos señorial» que
convertiría al naciente Estado en un finquero agigantado (Tischler, S. 2009)10 y se
introdujo los modernos medios de transporte que iniciarían un proceso de
destrucción/mercantilización del ser humano y de la naturaleza nunca antes
vistos en la historia de la humanidad.

Es aquí es, en el siglo XIX, en donde la caldera de la locomotora del progreso se


enciende (literal y metafóricamente) y con ella el ser humano y la naturaleza
empiezan a convertirse en simples objetos dispuestos a ser intercambiados en un
mercado. El tercer golpe había sido dado. Mediante tratados diplomáticos,
concesiones económicas y artimañas políticas, más de la mitad del territorio
nacional fue cedido a corporaciones extranjeras, dejando con ello al inventario
animal, vegetal y a miles de seres humanos en las fauces del capital.

A principios del siglo XX termina el primer ciclo de acumulación originaria,


dejando como saldo más de 70 millones de pies de madera depredados, vastos
territorios expropiados y una masa de personas depauperada que se prolongan
hasta la actualidad.

El segundo proceso de depredación se extendió durante casi todo el siglo pasado,


arrastrando las mismas consecuencias, de modo que la dialéctica del medio
ambiente y la vida social, como bien apunta Payeras, se resolvió por medio de un
genocidio, puesto que «la dialéctica ambiental trasciende su propia esfera y

10
Tischler, S. (2009). Guatemala 1944: crisis y revolución. Guatemala: F&G Editores.
despliega sus figuras en la vida social» (1988:57). Cabría preguntarse entonces
qué consecuencias tendrá para la naturaleza y la vida social este tercer ciclo de
cercamiento al que estamos asistiendo y cómo se resolverá la dialéctica que surja
de allí de no tomar “la iniciativa sobre nuestra propia obra”.

En el primer capítulo el autor describe la perenne primavera y la latitud florida


del territorio guatemalteco; en el segundo nos habla de la “pólvora y el vapor”,
es decir, el proceso mediante el cual se marchitó aquella sempiterna primavera y
se deshojó aquella latitud florida; en el tercer y último capítulo, titulado “El
naranjo nupcial”, Mario Payeras se propone abrir la brecha que nos permita traer
la primavera de vuelta y con ella poder «reconstruir está frágil latitud» (1998:63).

En virtud de lo cual, el autor pone en evidencia la contradicción más elemental


del modo de producción capitalista, esto es: su reproducción implica su
autodestrucción. Esto debido a que en el proceso material de reproducción de la
vida en la modernidad capitalista, el medio ambiente deviene en nuestra propia
obra y esta obra a su vez resulta contradictoria con la naturaleza al ignorar sus
propias leyes. Por tanto, si la naturaleza pasa a ser obra del proceso mediante el
cual reproducimos la vida, para reconciliarnos con ella, el primer paso por lógica
«implica transformar las relaciones sociales que la dañaron» (Payeras, M.
1998:63).

Esa transformación de la que nos habla Payeras implicaría reconciliar el alma con
el cuerpo, el espíritu con la materia, el antropo con la physis, en decir,
entendernos como una totalidad. Sin embargo, la civilización de la pólvora y el
vapor, sostiene el autor, ignora que la realidad está hecha de fragmentos unidos
por el mismo hilo (1998:65).

Entonces, para divorciarnos del orden social imperante, sostiene Payeras,


debemos tomar la iniciativa sobre nuestra propia obra y a partir de esta proyectar
hacia el futuro nuevos horizontes utópicos. No se trata, explica el autor, de
reconstruir la naturaleza a su estado original, de lo que se trata es de rehacer la
realidad a partir de lo que existe, por este motivo los medios de producción y el
arsenal tecnológico que lo componen deben de estar al servicio de los
productores, pues solo así «resultará innecesario que los seres humanos
compitan con las demás especies por los alimentos y el ambiente» (1998:69).

VI

La lejanía de Guatemala respecto a los litorales industrializados de las grandes


masas continentales, sostenía Payeras, es favorable para evitar contacto directo
con las áreas polucionadas del globo. Sin embargo, la locomotora del progreso
demostró que ni las corrientes marítimas adversas ni las cordilleras de montañas
son un obstáculo para su portentosa maquinaria, su impacto en Guatemala ha
sido más catastrófico que las borrascas ciclónicas.

En menos de dos décadas la situación medioambiental del país ha cambiado


drásticamente. La biodiversidad ha disminuido en creces, los suelos y subsuelos
violados, el inventario zoológico y botánico succionado por las inmensas
extensiones de tierra dedicadas al monocultivo, los territorios ancestrales
expropiados de sus dueños legítimos, etc. En suma, la polución y la hiel del
progreso han caído precipitosamente sobre el país como otrora las granizadas en
Los Cuchumatanes, pese a la lejanía respecto a los litorales industrializados.

La dialéctica entre la vida social y natural se revolvió en el siglo XX en un


genocidio que «en términos absolutos y proporcionales» (Ibarra, C. & Visquerra,
S. 2000)11 fue el más atroz de américa latina. La idea del eterno retorno de
Nietzsche se vuelve aún más espeluznante si pensamos que desde la firma de los
acuerdos de paz las condiciones objetivas de existencia de una ingente cantidad
de pueblos y comunidades y la depredación de la naturaleza están dando paso a
que la dialéctica ambiental trascienda su propia esfera.

El ciclo del que se desprendió ese atroz genocidio arranco con la devastación de
los bosques y con la expropiación de tierras a miles de pueblos y comunidades

11
Ibarra, C. F., Visquerra, S. T., & Arriola, A. T. (2000). Guatemala. Tomo I, preceso político y antagonismo social: Historia reciente
(1954 -1996). FLACSO Guatemala.
que «en su mayoría dependientes de la tierra y carentes de recursos para la
reproducción material de la vida» (Payeras, M. 1988: 41), se vieron obligados a
protagonizar masivas rebeliones armadas.

En la actualidad asistimos a un nuevo proceso de expansión y acumulación


capitalista que amenaza, no solo con extinguir a las especies que viven en los
ecosistemas mercantilizados, sino que también se cierne contra los territorios
indígenas y campesinos, provocando con ello que los medios de subsistencia de
estos grupos resulten insuficientes para la reproducción de la vida.

Sin medios para vivir, recuerda Payeras, miles de campesinos se ven obligados a
extinguir la naturaleza para mediarse la existencia, es así como se tala
indiscriminadamente los bosques y la caza furtiva se vuelve parte fundamental
de la reproducción de la vida. Agotado este ciclo, «la dialéctica ambiental
trasciende su propia esfera y despliega sus figuras sobra la vida social» (Payeras,
M. 1998: 57).

En el siglo XX, sostiene Payeras, la clase social que consumió el ambiente y


empobreció la realidad cerró su vuelta mortífera y emprendió el aniquilamiento
de los productores. En este sentido, observamos como la serpiente enroscada se
está acercando nuevamente a su cola.

Bajo el modelo económico y político establecido por la consolidación del Tratado


de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República
Dominicana y el Plan Puebla Panamá, las condiciones materiales que impulsaron
el genocidio encuentran parangón. La expansión de la agroindustria, la
extracción de hidrocarburos y la explotación minera, han despertado la lucha de
los pueblos y comunidades alrededor del país.

Luchas que han sido ampliamente reprimidas por la vía violenta o por la vía
mediática por medio de la criminalización. Mientras esto ocurre, los
megaproyectos expolian de sus medios de producción a una ingente cantidad de
personas en el interior del país. Estos megaproyectos, sostiene Hernández Ixcoy,
«se imponen a través de la mentira y propaganda mediática, presentándolos
como desarrollo para las comunidades e igualmente se impulsan acciones de
manera premeditada para promover conflicto entre las mismas comunidades,
tratando de generar confusiones y sobre todo masificando la violencia, asesinatos
y masacres» (2018)12.

Ante esta coyuntura, ante la realidad bifurcada entre la materia y el espíritu, entre
el pasado y el presente, entre el nosotros y los otros, se hace preciso,
parafraseando a Payeras, entender «que es la especie quien gobierna este raro
paraíso y no el individuo efímero» (1997), pues solo de esta manera, considero,
“cualquier sed tendrá derecho a una naranja grande y toda tristeza a una mañana
de circo”.

Es necesario, si se quiere evitar el final trágico del siglo pasado, crear nuevas
dimensiones políticas y epistemológicas que nos permitan construir formas
alternativas de “estar y entender el mundo”, no en dimensiones bifurcadas, sino
como una totalidad que englobe a la especie humana y a la naturaleza, porque la
transformación solo es posible en colectividad.

Bibliografía

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12
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