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Escrito: 01

DEMANDA DE HABEAS CORPUS


CONEXO.

Proceso Constitucional.

SEÑOR JUEZ ESPECIALIZADO PENAL DE TURNO:

JUAN CARLOS GONZALES TORRES, con DNI N° , peruano, empleado, domiciliado en la


Urbanización Castilla de Oro Mz B Lt 01 de la provincia de Lambayeque - Lambayeque y
con domicilio procesal en la casilla electrónica N° , a Usted respetuosamente digo:

I PETITORIO Y RELACION JURIDICO PROCESAL

Que, interpongo demanda de Habeas Corpus CONEXO con el objeto que se declare
nula la resolución: número 10 de fecha 31 de Mayo de 2016 que Confirma la sentencia
emitida por el Juzgado Penal Colegiado Vacacional de Lambayeque, que me declara
culpable de robo agravado y me impone la pena de 12 años privativa de la libertad;
pues esta pena ha afectado mi derecho a recibir una pena justa, ya que la impuesta
vulnera el Principio de Proporcionalidad, previsto en el último párrafo del artículo 200°
de la Constitución y en el artículo VIII del Código Penal que señala: “La pena no puede
sobrepasar la responsabilidad por el hecho"; así como el principio de resocialización
del reo, previsto en el artículo 139°, inciso 22, de la Constitución Política del Estado; así
también se ha vulnerado mi derecho a un trato igualitario consagrado en el artículo 2
numeral 2 también de nuestra carta magna; asimismo, se ha violentado el principio de
motivación de las resoluciones judiciales consagrado en el inciso 5 del artículo 139 de
la Constitución Política del Estado Peruano.
Dirijo la presente demanda contra los siguientes magistrados: Vocales ALDO ZAPATA
LÓPEZ, OSCAR BURGA ZAMORA y MARGARITA ZAPATA CRUZ, integrantes de la Primera
Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque.

II FUNDAMENTOS DE HECHO

1. Que, he sido sentenciado por el delito de robo agravado a una pena de 12 años,
por lo que actualmente me encuentro recluido en el penal de Chiclayo.
2. Que, se me ha aplicado incorrectamente, el mínimo y máximo de la pena
conminada (de doce a veinte años de pena privativa de libertad) prevista en el
artículo 189°, del Código Penal; puesto que la pena impuesta colisiona con los
Principios de Proporcionalidad, previsto en el último párrafo del artículo 200°
de la Constitución y en el artículo VIII del Código Penal que señala: “La pena no
puede sobrepasar la responsabilidad por el hecho" y de resocialización del reo,
previsto en el artículo 139°, inciso 22, de la Constitución Política del Estado, así
como el principio convencional de prohibición de penas (o tratos) crueles ,
inhumanas o degradantes, garantizado en el artículo 5.2 de la Convención
Americana de Derechos Humanos (en adelante CADH).
3. Que, así mismo en la determinación de la pena, no se ha considerado mi
condición de agente menor de 21 años, no motivándose el porqué de la no
aplicación de mi condición de agente de responsabilidad restringida
estipulada en el Art. 22, segundo párrafo, del Código Penal y a la que estaba
afecto, por lo tanto debió imponérseme una sanción por debajo del mínimo
legal.
4. Entonces, al haber surgido un conflicto entre disposiciones legales y principios
constitucionales así como principios de rango convencional; éstos debieron ser
objeto de ponderación. Si bien es cierto, el legislador al establecer una pena
privativa de libertad tan drástica para la protección del bien jurídico "
Patrimonio”, ha intervenido en la libertad individual del sujeto activo,
criminalizando mi comportamiento; sin embargo, se debe analizar si existe en
el caso concreto una sobrecriminalización, que redunda en una
sobreprotección, en cuanto a la pena establecida para dicho bien jurídico, y si
en el caso concreto la sala superior respetó el test de proporcionalidad, con
sus tres subprincipios; idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido
estricto; al respecto el Tribual Constitucional en la sentencia expedida en el
Exp. N°579-2008-PA/TC Lambayeque ha señalado en el fundamento 25 lo
siguiente:" ...En cuanto al procedimiento que debe seguirse en la aplicación
del test de proporcionalidad, hemos establecido que la decisión que afecta un
derecho fundamental debe ser sometida, en primer término, a un juicio de
idoneidad o adecuación, esto es, si la restricción en el derecho resulta
pertinente o adecuada a la finalidad que se busca tutelar; en segundo lugar,
superado este primer análisis, el siguiente paso consiste en analizar la medida
restrictiva desde la perspectiva de la necesidad; esto supone como hemos
señalado, verificar si existen medios alternativos al adoptado por el legislador.
Se trata del análisis de relación medio-medio, esto es, de una comparación
entre medios; el medio elegido por quien está interviniendo en la esfera de un
derecho fundamental y el o los hipotéticos medios que hubiera podido
adoptar para alcanzar el mismo fin. Finalmente, en un tercer momento y
siempre que la medida haya superado con éxito los test o pasos previos, debe
proseguirse con el análisis de la ponderación entre principios constitucionales
en conflicto. Aquí rige la ley de ponderación, según la cual “cuanto mayor es
el grado de la no satisfacción o de la afectación de un principio, tanto mayor
tiene que ser la importancia de la satisfacción del otro".
5. Que, considerando el criterio jurisprudencial del tribunal constitucional y
estricto análisis del test de proporcionalidad con respecto al examen de
idoneidad, creemos que la imposición de pena privativa de la libertad es un
medio idóneo para lograr la protección del bien jurídico protegido; pero la
medición de la pena debe contemplar mínimamente garantías de legalidad,
lesividad, intervención mínima, culpabilidad y resocialización. Por esta razón, es
necesario preguntarse ¿Es idóneo el quantum de la pena y hay una relación
entre la exclusión del beneficio de reducción punitiva y la finalidad preventiva
de evitar la comisión futura de esta clase de delitos? A tal efecto, es preciso
diferenciar dos aspectos relevantes. Uno, es el relativo al marco punitivo que la
ley prevé para sancionar esta clase de delitos, respecto del cual, no es posible
desconocer su idoneidad en sentido abstracto. Y otro, concerniente al quantum
de la pena y a la posible aplicación de alguna atenuante excepcional prevista en
la ley, siempre que el caso lo amerite. Superado este aspecto, es preciso
significar que la experiencia judicial consolidada da cuenta que, aun cuando se
hayan incorporado normas sustantivas o procesales que engloben restricciones
en cuanto a la aplicación de ciertos beneficios generalmente enfocados en
reducciones punitivas, sin afectar la pena básica del delito, no siempre se ha
logrado persuadir a los agentes delictivos de perpetrar nuevos delitos
patrimoniales. En consecuencia, la medida legislativa de penas severas y
prohibir la aplicación de la atenuante de imputabilidad disminuida, en rigor, no
es útil y conducente a la finalidad perseguida de prevenir delitos mediante la
protección de bienes jurídicos. No existe evidencia que el medio escogido para
brindar protección a las víctimas de estos delitos, tuviera una idoneidad y
efectividad tal, que justificara el quantum de la pena y la instauración de la
medida prohibitiva inequitativa y contraria a los alcances del principio de
igualdad. Por lo tanto, la dosis elevada de la pena y prohibición de aplicar tal
atenuación no necesariamente logran la efectiva protección del bien jurídico
tutelado (patrimonio) ni cumple con el fin de la pena, que es prevenir la
comisión de delitos.
6. Que, con respecto al sub principio de necesidad, creemos que la imposición de
12 a 20 años de pena privativa de libertad al autor o partícipe de robo
agravado, no es un medio necesario o indispensable para lograr la protección
efectiva del bien jurídico “patrimonio", por cuanto existen otras medidas
alternativas, igualmente eficaces, de penas menores de privación de la libertad
que pueden permitir alcanzar el mismo objetivo. En la vida real, no se ha
acreditado que la pena de 12 a 20 años de cárcel, pena prevista en el artículo
189 del CP, sea una pena necesaria e indispensable para alcanzar el objetivo de
proteger el bien jurídico “patrimonio”, tanto desde la perspectiva del principio
de proporcionalidad de base constitucional (art. 200 de la Constitución) como
de su fundamento convencional (art. 30 de la CADH). En efecto, si bien es cierto
la pena de privación de la libertad individual del sujeto activo, es idónea para
proteger el bien jurídico: patrimonio; sin embargo, la magnitud y dosis de la
pena de 12 a 20 años no es necesaria e indispensable para proteger el bien
jurídico de manera legítima. Lo que es idóneo en abstracto no siempre es
necesario ni proporcional en concreto. Aun siendo conocedores de la
prohibición de la analogía en materia penal, cabe resaltar la ilógica del
legislador cuando al regular la pena para el delito de Homicidio, previsto en el
artículo 106° del Código Penal, establece una pena de 6 a 20 años de pena
privativa de libertad. Es decir, considera que solo entre 6 y 20 años es necesario
privar la libertad de un homicida, para satisfacer el bien jurídico vida que
protege dicho tipo penal. Entonces, para proteger otros bienes jurídicos de
menor rango que la vida humana, no se explica cómo es que se requiere de una
pena mayor.
7. Que, aun cuando creemos que tampoco se cumple con el segundo paso del test
de proporcionalidad (necesidad) debemos acotar con respecto al sub principio
de proporcionalidad en sentido estricto, que para establecer la importancia de
los principios constitucionales en conflicto debe seguirse a la ley de la
ponderación; en este sentido decimos “Cuanto mayor sea la afectación en el
ámbito del derecho a la dignidad y libertad personal del imputado, mayor
debe ser el grado de satisfacción o cumplimiento de los objetivos
constitucionales que persigue la ley, en favor del bien jurídico protegido". Para
medir los grados de afectación y los niveles de satisfacción que persigue el
artículo 189 del Código Penal, hay que valorar las intensidades, y para ello se
podrá establecer una escala triàdica (Sentencia del Tribunal Constitucional Exp.
N° 579-2008-PA/TC. Lambayeque, fundamento 31) catalogándose como grave,
medio o leve. Cuando es posible establecer, de manera racional, que una
medida de restricción de baja o leve intensidad, logra niveles de satisfacción
altos o elevados, la conclusión que resulta es que el medio empleado (ley), ha
pasado el test de proporcionalidad y debe considerarse que estamos ante una
restricción legítima, desde la perspectiva constitucional (fundamento 34 de la
Sentencia citada). Contrario sensu, si la afectación a un derecho fundamental es
grave y el nivel de satisfacción que se logra es medio o leve, entonces, la ley no
habría pasado dicho test de proporcionalidad. Para el caso concreto la
imposición de una pena de 12 a 20 años de pena privativa de libertad, que se
me ha impuesto (de 19 años de edad) como autor del delito de robo agravado;
es una intervención de intensidad grave sobre la dignidad y libertad personal
del imputado, como ya se ha anotado; y el nivel de satisfacción que se logra con
esta medida, sobre la protección del bien jurídico protegido de la agraviada;
consideramos que es de grado medio. En efecto, las penas elevadas y
sumamente drásticas para los casos de robo agravado, no han evitado el
incremento de estos hechos delictivos, y no registran eficacia compatible con
los fines de la pena en un Estado democrático, como es la prevención general
negativa; sobre todo cuanto hay otras medidas menos perjudiciales o gravosas
(penas menos graves) que podrían lograr los objetivos constitucionales que
persigue la ley (artículo 189 del Código Penal) y siendo el recurrente agente
primario.
8. Que, la proscripción del atenuante contemplado en el segundo párrafo del Art.
22, del Código Penal colisiona con una disposición general establecida en el art.
2°, inciso 2. de nuestra carta magna, afectando así el principio derecho de
igualdad que todos tenemos que recibir. Para mejor ahondamiento sobre la
responsabilidad restringida debemos tener en cuenta la línea jurisprudencial
establecida por nuestra corte suprema y así nos la hace saber en la sentencia
dictada en el recurso de nulidad N°3287 - 2013/Cajamarca "(...) el tratamiento
especial que implica la denominada "responsabilidad restringida" se basa en
la condición personal del procesado, ubicándose en la teoría del delito en la
llamada “capacidad de culpabilidad”, sin que sea relevante la antijuricidad, es
decir, el contenido del injusto penal, por lo que resulta evidente introducir
una excepción a la aplicación de esa diferencia de trato - propia de individuos
objetivamente diferentes por su situación , personal - fundada en un criterio
de diferenciación por la naturaleza del delito, deviene en arbitraria,
discriminatoria e inconstitucional (...)" [fundamento jurídico décimo segundo]
9. Que, la pena impuesta contraviene también el principio de resocialización
consagrado en el art. 139, inciso 22 nuestra garantía constitucional y el
mandato convencional en su art. 5 inciso 6, pues toda pena debe promover la
resocialización del reo, tanto en la faceta legislativa, en el campo judicial, como
en el ámbito de la ejecución penal y con ello, no es que se pretenda firmar que
el único fin legítimo de la pena sea la resocialización, sino que dicho fin se
presenta como un objetivo irrenunciable de la pena, cualquiera que sea su
clase, que obliga a todos los poderes públicos y que un Estado Social y
Democrático, como el peruano, debe cumplir (art. 43 de la Constitución); en
particular, en el diseño de toda política criminal y la configuración de las clases
y magnitudes de penas. Al respecto nuestro máximo intérprete de la
constitución se ha pronunciado señalando “la disposición constitucional, no por
su condición de principio carece de eficacia, ya que comporta un mandato
expreso de actuación dirigido a todos los poderes públicos comprometidos con
la ejecución de la pena y, singularmente, al legislador, ya sea en el momento de
regular las condiciones de ejecución de las penas o en el de establecer el
quantum de ellas” (Exp. N° 7730 – 2005 – PHC/TC), “y que los jueces pueden
aplicar para sancionar la comisión de determinados delitos. Desde esa
perspectiva, el inciso 22) del artículo 139° de la Constitución constituye un
límite al legislador, que incide en su libertad para configurar el quántum de la
pena. En efecto, cualquiera sea la regulación de ese quántum o de las
condiciones en las que la pena se ha de cumplir; ella debe necesariamente
configurarse en armonía con las exigencias de “reeducación”, “rehabilitación” y
“reincorporación” del penado a la sociedad. De éstas, se deriva la obligación del
legislador de prever una fecha de culminación de la pena, de manera tal que
permita que el penado pueda reincorporarse a la vida comunitaria. Si bien el
legislador cuenta con una amplia libertad para configurar los alcances de la
pena, sin embargo, tal libertad tiene un límite de orden temporal, directamente
relacionado con la exigencia constitucional de que el penado se reincorpore a la
sociedad” (Exp. N° 803 – 2003 – HC/TC).
10. Con respecto a la imposición de la pena por inaplicación del quantum de la
pena establecida para el art. 189 del código penal, el Juez Penal debe acudir a la
norma general prevista en el artículo 29° del Código acotado, que establece la
pena privativa de libertad temporal, y que tiene una duración mínima de dos
días y una máxima de 35 años. Es sobre este marco general el contexto en que
el Juez Penal puede individualizar judicialmente la pena a aplicar en un caso
concreto.
11. Que, la inaplicación del segundo párrafo del art. 22 del código penal se viene
dando ya en varias sentencias como las pre citadas, por colisionar con la
garantía constitucional de trato igualitario; así mismo la inaplicación del
quantum de las penas en los delitos sexuales también se viene dando por
colisionar contra los derechos constitucionales y convenios internacionales
como la recaída en la casación N°335-2015 del Santa.
12. Que, es conveniente distinguir dos conceptos en el tema del control difuso:
uno es, control difuso como institución: donde es una facultad de todo
magistrado para controlar la constitucionalidad, siendo así un PODER – DEBER:
Es “poder” porque le es otorgado al juez por el párr.2 del art. 138° de la
constitución; y es “deber” porque se lo impone el Art. VII “Iura Novit Curia”
del título preliminar del CC. Y otro es, control difuso como mecanismo procesal
para inaplicar la norma infractora “pues de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera…”.
13. Ciertamente y en relación al principio “IURA NOVIT CURIA”, el mismo alcanza
incluso a la real aplicación de los supuestos de autoría y complicidad. En efecto,
si el Juzgado atribuye una condición a determinado procesado y esta no es
correcta, corresponde a la instancia superior que analiza el proceso en grado de
apelación, aplicando el principio en mención, así sea para agravar la situación
jurídica del imputado, cuando en este extremo haya apelación, modificar su
condición jurídica o de participación y aplicar la que es correcta. En el caso que
nos ocupa, si bien el recurrente argumentó que no había participado en los
hechos y por lo tanto discutió su inocencia, el Colegiado me considero como
coautor del delito de robo agravado, cuando mi condición era la de cómplice
secundario, por lo tanto, la Sala de Apelaciones violentó el principio de
motivación de las resoluciones judiciales al no aplicar, en ejercicio de la facultad
IURA NOVIT CURIA, el examen y readecuación de la situación jurídica del
recurrente, respecto de la participación, a una de cómplice secundario.
14. Respecto del principio en cuestión, cabe indicar que: El principio iura novit
curia es una potestad irrenunciable del magistrado, pues entre los poderes que
puede ejercer el órgano judicial se encuentra el principio del iura novit curia,
regla que establece la facultad y el deber del juzgador de discurrir los conflictos
litigiosos y dirimirlos según el derecho vigente, calificando autónomamente la
realidad fáctica y subsumiéndola en las normas que la rigen, con independencia
de los fundamentos o argumentos jurídicos que enuncien las partes. Es que en
la aplicación e interpretación de las normas, los jueces tienen la potestad
privativa de valerse del derecho prescindiendo del encuadre jurídico que le dé al
caso el titular de la acción penal, por lo que pueden enmendar el derecho que
consideren mal invocado y pronunciarse acerca de la ley aplicable, sin otras
ataduras que la propia normativa.1 Así, debemos concluir pues que la Sala
Penal de apelaciones, omitió la aplicación de esta facultad (principio) y violentó
el principio jurisdiccional y derecho del recurrente a la motivación de las
resoluciones judiciales, pues la no invocación de un derecho no hace
desaparecer este, sino que, no sólo es facultad, sino obligación del Juez, el de
aplicar el derecho que corresponde.
15. El principio de motivación de las resoluciones constitucionales, si bien no exige
al Juzgador que sea profuso en su fundamentación ni que dé respuesta a todas
las cuestiones planteadas, si exige que no se dé la insuficiencia de argumentos,
como lo ha indicado el Supremo Intérprete de la Constitución, al abordarlo en
el caso Giuliana Llamoja: “La motivación insuficiente. Se refiere, básicamente, al
mínimo de motivación exigible atendiendo a las razones de hecho o de derecho
indispensables para asumir que la decisión está debidamente motivada. Si bien,
como ha establecido este Tribunal en reiterada jurisprudencia, no se trata de
dar respuestas a cada una de las pretensiones planteadas, la insuficiencia, vista
aquí en términos generales, sólo resultará relevante desde una perspectiva
constitucional si es que la ausencia de argumentos o la “insuficiencia” de
fundamentos resulta manifiesta a la luz de lo que en sustancia se está
decidiendo”2
16. En virtud de lo señalado, se tiene que, en perjuicio de mi derecho se asumió
una condición que no tenía, como es la de coautor del delito de robo agravado,
el cual, según la propia teoría de la sentencia, se produjo de la siguiente
manera: “El día 19 de abril del año 2015, entre la una con cincuenta horas
aproximadamente, en circunstancias que la agraviada Maritza Fiestas Rosado

1 http://cursogarantias2010.blogspot.pe/2010/05/principio-iura-novit-curia.html

2 http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/00728-2008-HC.html
salió del baby shower de su hija Angélica, del local ubicado en la calle Los Pinos
N° 155 de la Urbanización Miraflores de la ciudad de Lambayeque, cuando se
encontraba transitando por la Avenida Ramón Castilla y la calle Libertad, fue
interceptada por tres sujetos, quienes iban a bordo de una mototaxi de color
azul, de la cual desciende un sujeto, que iba como pasajero y se le acerca
jalándole su cartera y al oponer resistencia, se produce un forcejeo entre
ambos, cayendo al suelo, mientras que otro sujeto se quedó parado de manera
sigilosa, a una corta distancia y un tercer sujeto, estaba de chofer del vehículo
menor, conforme a la declaración de la agraviada. Sin embargo, la propia
sentencia transcribe la declaración de la agraviada, quien indica: Que el día 18
de Abril del año 2015 fue el Baby Shower de su hija Angélica, es así que ella
salió caminando por la calle libertad y al llegar a la calle Ramón Castilla, vio que
se le acercó una mototaxi de color azul, instante en el cual un chico le arranchó
la cartera, por lo que en ese momento se resistió para que no se llevara su
cartera, es entonces que al jalarla, ella estaba sobre la vereda y le dio un fuerte
golpe, donde ella cayó y puso resistencia y la comenzó a jalonear y vio que el
chico de la moto se bajó y vio a otro que estaba sentado en el timón de la
mototaxi, al ver que ya no soportaba la resistencia, porque comenzó a
arrastrarla, es que soltó su cartera y pidió ayuda a los vecinos…”. Como se
observa, en ningún momento la agraviada indicó que fue interceptada por la
mototaxi, tal hecho sólo surge de la imaginación de los Magistrados, se verifica
de la misma manera que, habiéndoseme imputado ser el conductor de la
mototaxi, yo no soy autor del mismo; y, de acuerdo a la propia descripción de
la agraviada, no he tenido el dominio del hecho y no he desarrollado una
conducta compatible con la autoría del delito de robo agravado.

17. Al respecto, refiriéndonos precisamente a los conceptos de autoría y


complicidad, invocamos la Casación N° 367-2011, que distingue ambas formas
de participación, indicando: “En segundo lugar, tenemos las teorías restrictivas, las
cuales han sido acogidas en este Supremo Tribunal y el Tribunal Constitucional, que
son las que adoptamos; siendo ilustrativa al respecto la sentencia Nº 1805-2005-
HC/TC, Lima, Máximo Humberto Cáceda Pedemonte, del 29 de abril de 2005, en el

que el Tribunal Constitucional toma partido por una determinada posición


doctrinal acerca de la intervención delictiva, definiendo quién es autor y quién
es partícipe; con este fin, se afilia a la teoría del dominio del hecho, según la
cual, por un lado, es autor quien ostenta dominio sobre el resultado del hecho,
y, por otro, es participe quien contribuye con el actuar del denominado autor,
sin tener dominio del hecho. En esta línea de desarrollo, el TC se pronuncia
acerca del fundamento de la responsabilidad penal del partícipe, afirmando
que este responde por brindar un aporte accesorio al autor, para la realización
del hecho punible. De esta forma, el Supremo Interprete de la Constitución
recoge una posición doctrinal de larga tradición, y que, además, ha servido de
fundamento para gran parte de los pronunciamientos judiciales de los últimos
años, teoría que conforme detallaremos, debe ser considerada como punto de
inicio para el análisis sobre el tópico sub examine, para luego ser
complementada por criterios provenientes de las teorías normativistas, dada la
objeción a la teoría del dominio del hecho al “estar anclad(a) en una
perspectiva ontológica que desconoce el sentido, fundamentalmente social -
normativo. De estas, es la teoría del dominio del hecho la que mayor acogida
ha tenido. Según esta teoría será autor quien tenga el dominio del suceso
delictivo. De otro lado, el partícipe, será aquel que ayude a la realización del
tipo, sin tener el dominio del hecho. Es necesario resaltar que el partícipe no
tendrá un injusto propio, sino que su intervención se encuentra supeditada a la
acción del autor, a la cual accede. La complicidad es definida como la
cooperación a la realización de un hecho punible cometido, dolosamente, por
otro; o, de manera más sencilla, como el prestar ayuda a un hecho doloso de
otro. El cómplice carece del dominio del hecho, que sólo es ejercido por el
autor del delito. Desde la perspectiva de este Supremo Tribunal la diferencia
entre ambas radica en el tipo de aporte prestado por el cómplice. Serán
susceptibles de ser considerados actos de complicidad primaria aquellos actos
que sean esenciales para que el autor pueda cometer el delito. Es el caso de
aquella persona que proporciona las armas a una banda de asaltantes de
bancos. De otro lado, la complicidad secundaria se compone por cualquier
contribución, que no sea esencial para la comisión del delito. Se trata de
aportes que no son indispensables. Es el caso de aquel sujeto que tiene la
función de avisar a los asaltantes de un banco de la llegada de la policía”.
18. Consecuentemente, en el caso que nos ocupa, siendo mi condición la de

conductor de la mototaxi, no habiendo participado directamente en el hecho,


sino tangencialmente, mi condición es la de cómplice secundario y como a tal
la pena no se corresponde con la dictada, la que es definitivamente exagerada
y abusiva. En la casación invocada, se hace mención a la resolución emitida por
el Supremo Intérprete de la Constitución, Tribunal Constitucional, en el habeas
corpus N° 1805-2005 HC/TC, donde señala: “El Tribunal Constitucional estima
conveniente revisar el marco teórico-jurídico de las formas de intervención
delictiva. 33. El Código Penal reconoce dos formas de intervención delictiva; la autoría
y la participación. El artículo 23.º de Código Sustantivo establece que "[E]l que realiza
por sí o por medio de otro el hecho punible y los que lo cometan conjuntamente serán
reprimidos con la pena establecida para tal infracción". A su vez, distingue tres formas
en que una persona puede cometer un delito (realizarlo) en calidad de autor: a)
cuando realiza por sí misma el hecho punible; b) cuando realiza por medio de otro el
hecho punible; c) cuando realiza el hecho punible juntamente con otro u otros. 34. La
doctrina precisa que solamente puede hacerse tal delimitación en los tipos dolosos.
Así, define como autor de delito doloso a "[a] aquel que mediante una conducción
consciente de fin, del acontecer causal en dirección del resultado típico, es señor sobre
la realización del tipo”. Es decir, el autor puede manipular sobre el resultado del hecho
y puede desistirse inclusive. En tanto que el partícipe está supeditado a la actuación
del autor, pues su intervención solamente se produce siempre que el autor, por lo
menos, arriba al grado de tentativa, sin el cual no hay complicidad ni instigación.
Consecuentemente, el partícipe no tiene dominio del hecho. 35. Así, es autor quien
tiene el poder para manipular el resultado del hecho, cuya contribución, aun siendo
distinta, es considerada como un todo, y el resultado total le es atribuible
independientemente de la entidad material de su intervención; y es partícipe aquel
cuya intervención está condicionada al resultado obtenido por el autor o aquel cuyo
accionar no contribuye decididamente a la ejecución del delito, sino que su
intervención se limita a coadyuvar en su ejecución. 3
19. Cabe señalar que, en relación a la decisión constitucional precedente, (punto
48), los criterios de interpretación contenidos en los fundamentos jurídicos 33,
3 http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/01805-2005-HC.html
34 y 35 (transcritos por nuestra parte), son vinculantes para todos los
operadores jurídicos. Es decir, incluso para la propia Sala Penal de Apelaciones
que confirmó la ilegal condena.
20. La conclusión evidente es que la Sala Penal ratificó una condena ilícita y
abusiva, pues fui sancionado como autor directo del delito de robo agravado y
sancionado con una pena equivalente a ello, sin embargo no soy autor y a lo
máximo soy cómplice secundario, pero la Sala Penal de Apelaciones, dejó de
ejercer su facultad y deber respecto de 2 temas imprescindibles, la definición
del grado de participación y la aplicación de la responsabilidad restringida,
que, aún cuando no hubieran sido invocadas por el recurrente, en ejercicio del
principio iura novit curia que le otorga a los magistrados: seleccionar la figura
del repertorio normativo que encuentre más ajustada a la realidad que
presenta el caso y aplicarla con libertad, ya que está habilitado a vincular
legalmente la conducta sometida a juicio de un modo diferente a como lo hizo
el acusador, debió sancionarme con una pena diferente e incluso suspendida en
su ejecución. No podemos además dejar de señalar que, la jurisprudencia
nacional ya ha fijado la conducta que se me imputa, como conducta de
complicidad, tomemos como ejemplo la recaída en el Expediente 877-2000
Chimbote, que a la letra dice: “La complicidad secundaria se encuentra en un
nivel accesorio y dependiente de un hecho principal dominado por el autor o
coautores, en el caso de autos existen evidencias razonables que indican que el
encausado prestó dolosamente asistencia en el delito de robo agravado, toda
vez, que su participación fue la de movilizar a sus coencausados a bordo de un
vehículo para su posterior fuga; lo cual configura su participación como
cómplice secundario de conformidad con el artículo 25 del Código Penal, ya que
no ha tenido participación en el dominio. Planificación o ejecución del delito”.
Ej. Suprema del 12/06/2000. Exp. N° 877-2000 Chimbote. Jurisprudencia Penal.
Taller de Dogmática Penal. Jurista Editores 2005. Lima p. 222”. Igualmente, la
que establece: “En el presente caso, el referido acusado tiene la condición de
cómplice secundario, al haberse limitado esperar a los demás agentes en el
vehículo que iba a ser utilizado para la fuga de la escena del delito, por lo que
debe ser sancionado con una penalidad disminuida…” (Ejecutorias transcritas
en Código Penal: Jurista Editores, Edición noviembre 2012, página 71).

21. Que además, como lo ha señalado la invocada Casación 367-2011, el dolo del

cómplice debe ser objeto de prueba. En tal sentido, la Sala Penal Suprema
establece como doctrina jurisprudencial, siguiente análisis: 4.1. La imputación
subjetiva se centra en determinar si el autor actuó con dolo, entendido como el
conocimiento exigido al sujeto según su rol en un caso concreto; y, culpa, entendida
como el no conocer que la acción es delictiva, pero que es posible de exigir en función
a la posición del imputado en el contexto de la acción por él realizada. 4.2. Un error
común al momento de evaluar el elemento subjetivo del delito es obviar su prueba, y
dar por supuesto o probado el elemento subjetivo. Ello puede constatarse al observar
una resolución y analizar que el Juzgador centra todos sus argumentos en la
imputación objetiva, descuidando la argumentación en el plano subjetivo. 4.3. La
prueba del dolo en el proceso penal va de la mano del concepto que se tenga de dolo.
Si se parte de considerar un concepto eminentemente subjetivo de dolo (que ponga un
énfasis en el elemento volitivo), entonces existirá un serio problema de prueba, porque
no es posible -al menos no con los métodos de la ciencia técnica actual- determinar
que es aquello que el sujeto deseó al momento de realizar la acción. 4.4. El problema
de la prueba del dolo será distinto en el caso de que el concepto sea de corte
normativo. Ya no se buscará determinar el ámbito interno del procesado, sino que el
énfasis se centrará en la valoración externa de la conducta, vale decir, en la
imputación. 4.5. En una concepción normativa del dolo, la prueba buscará determinar
si el sujeto, según el rol que ocupaba en el contexto concreto, tenía o no conocimiento
de que la acción que realizaba era constitutiva de un delito. 4.6. Por ejemplo, si un
policía tiene un arma y dispara a un delincuente en la cabeza, de forma innecesaria
más aún cuando el delincuente estaba desarmado, podríamos considerar que estamos
frente a un hecho doloso. En este caso, el policía sabe que el disparo que el realiza
tendrá como efecto la muerte de la persona. 4.7. Tradicionalmente el dolo se ha
definido como conciencia y voluntad de la realización de una conducta objetivamente
típica4. En el dolo, la relación es directa tanto en lo causal como en lo culpable, por ello
el agente conoce el resultado delictivo y lo quiere, para actuar dolosamente no es
suficiente con el conocimiento de los elementos del hecho típico, es preciso querer
4 Ragués i Valle Ramón, Consideraciones sobre la prueba del Dolo, Revista de Estudios de la Justicia Nº
4 año 2004.
realizarlo. Es la concurrencia de esa voluntad lo que fundamenta el mayor desvalor de
acción del tipo de injusto doloso frente al imprudente. 4.8. En ese sentido, el dolo del
cómplice radica en el conocimiento de la clase del hecho al cual coopera, saber que es
un hecho injusto y la voluntad de prestar la colaboración; que la ayuda prestada
ocasionalmente sin voluntad no es complicidad. 4.9. En consecuencia, estando a los
argumentos antes esgrimidos este Supremo Tribunal considera que debe establecerse
como doctrina jurisprudencial que para los efectos de determinar la responsabilidad
penal en grado de complicidad, sea primaria o segundaria, deberá analizarse si la
conducta desplegada por él imputado en cada caso concreto al cooperar o prestar
colaboración ha constituido un aporte que contenga el elemento subjetivo del dolo. 5

22. Así pues, en la línea doctrinal de la Sala Penal Suprema en cuestión, ha de


entenderse que el cómplice secundario, responde por la acción que en su
voluntad y mente se configura, pues si su conocimiento es que se va a cometer
el delito de hurto agravado, para el cual presta asistencia dolosa, la sanción sólo
ha de alcanzar por hurto agravado y no por robo agravado, ya que, al no tener
el dominio del hecho, sólo responde por el delito para el cual presta auxilio, sin
responder por el exceso del autor. En el caso de autos, se trataba de un
“arrebato” de una cartera, que por culpa de quien tenía el dominio del hecho,
se transformó en robo agravado, pero en el peor de los casos el recurrente
respondería por cómplice secundario de hurto agravado, por ser el dolo con el
que se me imputa participación.
23. Que, por lo expuesto y por mi derecho a recibir una sentencia justa, interpongo
esta demanda de Habeas Corpus con el objeto de que se declare NULA la
sentencia dictada por la Primera Sala Penal de Apelaciones y se retrotraiga el
proceso a emitir nueva resolución, considerando los fundamentos sobre los
que descansa la presente acción.

III FUNDAMENTOS DE DERECHO

1. Hábeas corpus (Constitución Política, Art. 200° inc.1).- El hábeas corpus es una garantía
constitucional, que procede ante el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza la libertad individual o los derechos
constitucionales conexos.

5 http://www.gacetapenal.com.pe/boletines-gpenal/ajuntosBol/ADJUNTO2.pdf
2. Demanda de Hábeas Corpus CONEXO (Código Procesal Constitucional, Art. 4°
“procedencia con respecto de resoluciones judiciales”).-
3. Legitimación activa (código procesal constitucional, Art. 26 La demanda de hábeas
corpus puede ser interpuesta por la persona perjudicada o por cualquier otra persona
en su favor.

IV VIA PROCEDIMENTAL

La presente demanda se tramitará por la vía sumarísima y tendrá tramitación preferencial,


según lo dispuesto por los Art. 13° (tramitación preferente) del código procesal constitucional.

V MEDIOS PROBATORIOS
Ofrezco como medios probatorio los siguientes documentos:

1. La copia de la resolución N° 04 de fecha 19 de febrero de 2016, sentencia expedida por


el Juzgado Penal Colegiado Vacacional de Lambayeque.
2. La copia de la resolución N°10 de fecha 31 de mayo de 2016, sentencia confirmatoria
expedida por la primera sala penal de apelaciones de la corte superior de Lambayeque.

VI ANEXOS
Ofrezco como anexos los siguientes documentos:
1. La copia de la resolución N° 04 de fecha 19 de febrero de 2016.
2. La copia de la resolución N°10 de fecha 31 de mayo de 2016.

VII NOTIFICACION

Que, la notificación de la copia de presente demanda se le haga llegar a los demandados en la


sala penal de apelaciones de la corte superior de justicia de Lambayeque sito en el Centro
Cívico Av. José Leonardo Ortiz N°155 provincia de Chiclayo y departamento de Lambayeque.

POR TANTO:

A usted señor Juez, pido se sirva aceptar a trámite la presente demanda y resolverla en 24
horas conforme a ley, declarándola fundada en su oportunidad.

Lima, 16 de enero de 2017.

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