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Cuáles son las 36 etnias de Bolivia

 Afrobolivianos

Habitantes: Censo INE (2001). No se toma en cuenta como pueblo indígena.


Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias
de Bolivia) (2004): 20.711.
Ecorregión: Amazónica (subtropical)
Departamento: La Paz
Provincias: Nor Yungas y Sud Yungas.
Municipios: Chulumani, Coroico, Coripata.
Comunidades: Chicaloma, Mururata, Tocaña, Coripata, Dorado, Chico Chijchipa y
Negrillani.
Idioma: Castellano.
Actividad Principal: Agricultura
Productos: Coca, yuca, plátanos, cítricos y arroz.
Vías de acceso: Terrestre

La unidad familiar es de vital importancia entre los afrobolivianos debido a la


segregación que existe por su color. Esto refleja su cerrada organización étnica,
dentro de la cual mantienen vivos aún rasgos de su cultura de origen.

El pueblo afroboliviano tiene una fuerte raíz cultural basada en sus ancestros
llegados del África, el sufrimiento de sus mayores por la esclavitud en Potosí y su
asimilación natural al pueblo aymara.

Hacen de la danza de la saya una verdadera expresión cultural musical, pues


plasman las inquietudes sociales, alegrías, penas y críticas con coplas rimadas al
ritmo africanoide de tambores, y con la picardía de los copleros que sobre la
marcha improvisan estrofas de expresión grupal y social. “La música, como en la
mayoría de los pueblos indígenas, también acompañaba cosechas, el trabajo y las
fechas conmemorables de las comunidades”, dice Wigberto Rivero. “Todo lo que
nos pasa, lo que sentimos y planificamos se puede cantar y bailar. Muy tristes o
muy felices, siempre cantamos y bailamos como lo hacían nuestros antepasados”,
cuenta Julio Castillo.

“Ellos afirman que incluso han tenido su propio rey de apellido Pinedo. Además del
aporte de su saya, también han elaborado una cueca negra la cual es interpretada
en las ceremonias matrimoniales”, dice el antropólogo Milton Eyzaguirre. Las
variaciones dialécticas de los pueblos que lo rodean (quechua y aymara), la
música, la actitud y forma de ser del afroboliviano son una especial mezcla de la
raza negra, el aymara y del mestizo criollo con personalidad propia.

Además de tener influencia cristiana, conservan todavía elementos de rituales de


la macumba y del vudú, sobre todo en las poblaciones de Chicaloma y Mururata,
donde perviven algunas tradiciones, aunque con los nombres cambiados y/o
totalmente distorsionadas.

Los afrobolivianos tienen como actividad económica principal la agricultura, y


cultivan principalmente coca, la que se constituye en la base económica del hogar
y que es la fuente fundamental de la economía de la comunidad; también
siembran café, cítricos, plátano, yuca, papaya y cereales para autoconsumo.

El café —otra de sus importantes industrias— es rendidor por ser resistente a los
suelos empobrecidos y a las lluvias variables. No necesita almacigo, se siembra
directamente dentro del cafetal, y cuando la planta está grande se la saca para
trasplantarla en hoyos grandes, tres o cuatro plantas en cada uno. Estas
actividades se realizan entre los meses de enero y marzo. Después de podar los
árboles de café, el terreno lo utilizan para plantar plátanos, yuca, papaya y otras
frutas.

 Guarasugwe Pauserna

Habitantes: Sólo quedan 31 habitantes, según datos recogidos en el Censo de


2004 de la Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de
Bolivia (Conniob).
Ecorregión: Amazónica.
Departamentos: Santa Cruz y Beni.
Provincias: Ñuflo de Chávez e Iténez.
Municipios: Concepción y Magdalena.
Comunidad: Bajo Paraguá.
Idioma: Tupi guaraní.
Actividad Principal: Caza, pesca, recolección y agricultura.
Productos: Animales de monte, pescados y frutos silvestres.
Vías de acceso: Terrestre: a los municipios de Magdalena y Puerto Siles se puede
acceder por carretera. Fluvial: se puede acceder por ríos desde Puerto Siles y
Magdalena.

“Se trata de una etnia destinada a desaparecer”, sostiene el estudioso Milton


Eyzaguirre. “Existe la obra de un antropólogo alemán, luergen Riester, quien hizo
una crónica en los años 80 acerca de los últimos días de esta etnia. En ella se
hace referencia a cómo el pueblo está desapareciendo irremediablemente”.
El duro y triste destino que lo puso siempre entre la espada y la pared, acosado
por el avance de la civilización occidental en su territorio, hizo del pueblo pauserna
débil y sometido.

El también antropólogo Wigberto Rivero Pinto comenta que hace


aproximadamente unos 20 años las mujeres pusieron en práctica un secreto y
antiquísimo sistema de control de natalidad. “Ya no querían dar a luz por dos
razones contradictorias pero a la vez terribles y reveladoras de su dura realidad y
experiencia: temían que la inminente extinción de su cultura llegara precisamente
cortando la existencia de sus retoños”.

Por otro lado, ninguna madre está dispuesta a entregar a sus hijos a una vida de
esclavitud y sojuzgamiento. Los mitos de los pauserna se basan en la adoración
de Yaneramai, que es su mayor divinidad y a la que atribuyen la facultad de
disponer a su antojo, de manera definitiva, del destino de los humanos.

La recopilación de datos que hace el antropólogo losé Teijeiro menciona que el


grupo estuvo firmemente aferrado a su cosmovisión hasta bien entrado el siglo
XX.

“Yaneramai es su suprema deidad, y en los mitos que se conservan gracias a los


ancianos y narradores orales, y que hacen referencia al origen del mundo, del
hombre, aparece siempre este ídolo como puntal del inicio de la vida”. “Él creó la
Tierra y le dio equilibrio y luego creó a los hombres, partiendo la semilla del
zapallo. Luego creó las plantas, los animales y los ríos”, reza el credo elemental
de la nación.

También creen que el chamán (brujo, jerarca religioso y social) es el único


intermediario entre lo sobrenatural de las divinidades del cielo y de la selva, el
hombre y todo lo terrestre.

Una buena noticia acerca de los guarasugwe pauserna es que están a punto de
ser dotados de tierras comunitarias de origen (TCO), en la región pandina de Alto
Paraguá, donde conviven con pueblos chiquitanos y guarayos.

“Hay pueblos que han tomado la decisión de no vivir junto a los blancos ni en la
civilización. Y, como es inevitable, asumieron la drástica determinación de no
reproducirse”, explica luergen Riester sobre el caso específico de los guarasugwe,
etnia a la que estudió en los 60. “Es un suicidio colectivo cultural”.
 Los Araonas

Habitantes: Censo INE (2001): 1.398. Censo Conniob (Confederación Nacional de


Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia) (2004): 97.
Ecorregión: Amazónica.
Departamento: La Paz
Provincia: Iturralde
Municipio: Ixiamas
Comunidad: Puerto Arjona.
Idioma: Tacana.
Actividad Principal: Recolección forestal, caza y pesca.
Productos: Castaña, caucho, madera, frutas.
Vías de acceso: Aérea y fluvia

Los Araonas estuvieron asentados cientos de años en la Amazonia boliviana, en


parte de los territorios actuales de Pando, Beni y el norte de La Paz. Este grupo
étnico también tuvo presencia en regiones de Perú y Brasil colindantes con el
país.

Milton Eyzaguirre, Jefe de Extensión y Difusión Cultural del MUSEF (Museo de


Etnografía y Folklore), dice que el rasgo más destacable de los araonas es su
respeto casi sagrado sobre su espacio circundante. “Se ha advertido la presencia
de unos palos en los cuales, según ellos, viviría al espíritu de la selva. Los
araonas aseguran que esta suerte de tótems atesoran los espíritus de sus
antepasados protectores, los cuales permiten equilibrar la explotación de la tierra”,
asegura el antropólogo, quien añade que no deben explotar en demasía pues “ello
les ocasionaría algunos males, incluso la muerte”.

La mujer araona tiene mucha incidencia en la economía pero no así en lo político y


religioso. Hasta hace algunas décadas, según el estudioso, aún existían las
familias poligínicas, en las que el hombre tenía el derecho de tener dos o cuatro
mujeres.

En Perú, el Parque Nacional Manú (que significa río en la lengua originaria) es un


atractivo natural que en los últimos años logró un interesante impulso turístico, lo
que no necesariamente favorece a las tribus que generalmente tienden a
dispersarse y desaparecer ante la expansión de la civilización.

El antropólogo Wigberto Rivero Pinto, quien estudió de cerca la cultura de la que


en el año 2004 sólo quedaban 97 integrantes identificados, según un censo de la
Confederación Nacional de Naciones Indígenas y Originarias de Bolivia (Conniob),
cuenta que los araonas se redujeron tanto como consecuencia del genocidio y el
etnocidio durante la época de la fiebre del caucho, a finales del siglo XIX. “Esto
ocasionó grandes migración de los araonas desde Pando al norte de La Paz”, dijo
por su parte Eyzaguirre.

En una visita que se efectuó al lugar de asentamiento de la tribu, el araona


Chanana Matahua mueve las manos en señal de escasez cuando le preguntan si
durante su juventud había mujeres en la tribu. Y es que los expertos antropólogos
coinciden en que la merma de féminas es la gran causante de que esta etnia esté
condenada a la desaparición. El actual capitán grande araona, Palé Huashima, es
una prueba de este, fenómeno. “Mis padres son hermanos”, cuenta, confirmando
la tesis de que la desesperación causa uniones dentro de las pocas familias.

Rivero, quien en los años 80 hizo una tesis en antropología con este grupo étnico,
coincide con el antropólogo alemán Juergen Riester, en la idea de que “los días de
esta gente están contados”.

Shanito Matahua, el único profesor bilingüe, realizó hace unos meses un censo y
constató que actualmente hay 32 mujeres y 30 hombres adultos. Pero varios de
los varones siguen practicando la poliginia y eso ocasiona que algunos se queden
sin pareja y sin descendencia, situación que ha creado disputas y amenazas de
muerte entre ellos.

 Los Aymarás

Habitantes: INE (2001): 1.525.321. Censo Conniob (Confederación Nacional de


Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 1.549.320.
Ecorregión: Andina
Departamentos: La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba.
Provincia: Varias
Municipio: Varios
Comunidad: Varias comunidades y ciudades.
Idioma: Aymara.
Actividad Principal: Agricultura, ganadería, minería, comercio, pesca y venta de
fuerza de trabajo.
Productos: Papa, chuño, tunta, hortalizas, frutas, minerales, mercadería en
general, trucha, pejerrey.
Vías de acceso: Aérea, terrestre, lacustre y fluvial.
La comunidad andina tiene sus raíces en el antiguo ayllu preincaico del mismo
nombre. A pesar del tiempo transcurrido, aún se pueden encontrar rasgos físicos
indígenas en gente de las comunidades tradicionales.

El antropólogo Ricardo Ulpiona asegura que también persisten, a pesar del tiempo
y como sistema organizativo, los conjuntos de ayllus que llegan a formar una
unidad máxima denominada marka, en la que los pobladores se agrupan en dos
mitades: la de arriba y la de abajo: anansaya y urinsaya, respectivamente. Otras
entidades son el churi ayllu o ayllu hijo, que puede ser denominado comunidad,
cabildo o kawiltu, sindicato o estancia. “Los aymarás están organizados por
comunidades y su autoridad máxima es el jilacata; sin embargo, el nombre en
ciertas comunidades se cambia por secretarios, por una evidente influencia
urbana”.

La gran actividad grupal son las reuniones generales, en las que se tratan asuntos
para el beneficio de la población y se aprueban decisiones por votación de los
líderes. Las conclusiones son apuntadas en un acta o cuaderno donde se
transcribe cada una de las resoluciones y que, para su legitimidad, es firmada por
los representantes de cada comunidad.

Otra costumbre que todavía persiste pese al paso de los siglos es el ayni, “un
modo de ayuda mutua, recíproca, en bienes o servicios de equitativo valor. Es un
acto que no tiene registro y en el que lo que cuenta es la palabra”. Esta práctica es
común en tiempo de siembra y cosecha, cuando los vecinos reunidos brindan su
servicio para luego ser correspondidos.

En otro punto, Ulpiona advierte que la vestimenta de los aymarás en la actualidad


tiene bastantes variaciones con relación a la ancestral, “sobre todo en los colores,
pues ahora los gustos van por lo más llamativo, debido a que se pueden encontrar
con facilidad ciertos tirites para darle color a la lana. En la cultura originaria la
tendencia era más oscura y de diseños sobrios, ya que los tintes procedían de la
tierra o ciertas plantas y las condiciones y técnicas para su elaboración eran
mucho más rústicas y limitadas”. Hace tiempo, la mujer aymara elaboraba su
propia vestimenta, era todo un proceso, desde sacar la lana de las ovejas, hilar,
teñirla y confeccionarla.

Los aymarás se dirigen al Alaxpacha para pedir protección, ya que engloba el Sol
y todas las estrellas. Al Sol lo identifican con el Dios cristiano, cuyos rayos dorados
custodian el altar de las iglesias católicas. “Es un dios que sabe todo y ordena
todo, es buen médico porque sana, pero ante las faltas o delitos manda
enfermedades como castigo”. Ésta es una muestra contundente de la total
simbiosis cultural con el mundo occidental.
 Los Ayoreos

Habitantes: Censo INE (2001): 1.398. Censo Conniob (Confederación Nacional de


Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia)(2004):3.100.
Ecorregión: Amazonia.
Departamento: Santa Cruz
Provincias: Germán Busch, Chiquitos.
Comunidades: Zapocó, Poza Verde, Puesto Paz, Guidai Ichai, Santa Teresita,
Tobita, Urucú, Motacú, Rincón del Tigre, Belén.
Idioma: Zamuco
Actividades Principales: Agricultura y recolección.
Productos: Maíz, arroz, yuca, plátano y frutas.
Vías de acceso: Terrestre, férrea y aérea.

A pesar de los intentos desesperados y reiterados de algunos de sus miembros


por subsistir puros y originales, los ayoreos viven actualmente un violento, y al
parecer irreversible, proceso de aculturación.

Asentada en el oriente boliviano, sobre todo en el territorio del departamento de


Santa Cruz, esta etnia que cuenta con tan sólo unos 3.100 habitantes en
comunidades tangibles, se caracteriza precisamente por la vida comunitaria,
solidaria y de profundo respeto por la vida, el prójimo y la naturaleza.

Según el antropólogo Milton Eyzaguirre, los miembros de esta singular etnia se


autodenominan "ayoreode", que en su idioma zamuco significa “hombre de la
selva” o “nosotros”. “Quienes tuvieron el primer contacto con ellos también les
llamaban zamucos, por el idioma que hablaban, y los “en pelotas” pues andaban
desnudos”.

Es una de las etnias que hasta lósanos 80aún conservaba un estilo de vida
nómada, “yo he conocido algunas familias de migrantes que no estaban
conformes con las decisiones de los jefes de sus clanes, los cuales se definen por
el linaje. Estas migraciones finalmente determinaron una presencia masiva de los
ayoreos en la ciudad de Santa Cruz”, dice Eyzaguirre.

Por otro lado, el antropólogo Wigberto Rivero vivió de cerca una “aleccionadora
experiencia” que simboliza la esencia de este grupo. “Un anciano se dio cuenta de
que su hora final se estaba acercando y, fiel a la costumbre de su pueblo,
heredada dé generación en generación — con seguridad él vio hacer lo mismo a
sus abuelos—, decidió postrarse, casi inmóvil, a esperar la muerte debajo de un
árbol”.
Los estudios antropológicos coinciden con esta práctica y señalan que como el
pueblo ayoreo es de naturaleza nómada, cuando un viejo siente que le abandonan
las fuerzas o que una enfermedad lo mina físicamente, decide hacer un alto en la
caminata grupal para no perjudicar al clan que debe marchar a ritmo sostenido en
busca de alimento, prefiere dar un paso al costado y abandonarse a la espera de
la muerte.

Rivero, no obstante, observa que esta asombrosa muestra de solidaridad se fue


perdiendo en los últimos años. Y es que el ayoreo, de manera más fácil que otras
etnias, se fue asimilando de a poco con los indígenas, campesinos y colonos del
oriente. Las crónicas de Santa Cruz de principios del siglo XX señalan que éstos
rondaban la periferia y eran tanto temidos como combatidos, al extremo de ser a
veces cazados como un animal cualquiera.

Una de las prácticas que el pueblo conserva celosamente es su ritualidad


espiritual. Rivero comenta que las ceremonias funerarias son parecidas a las del
grupo esse ejja, vecino territorial, pues ambos entierran a sus seres queridos con
sus objetos personales y alimentos en abundancia: carne de jochi (chancho
montes salvaje), de anta y otras.

Hasta mediados del siglo pasado, cuando aún la influencia occidental no era
grande, los ayoreos vivían organizados en pequeños grupos de entre 20 y 150
personas, con territorios definidos que recorrían periódicamente en busca de
frutos para recolectar y animales para cazar. El chamán y el capitán ocupaban las
posiciones más elevadas en el pueblo. La tarea de este último era proteger a la
comunidad de los diferentes peligros mundanos (invaciones, escaseses) y la del
chamán, predecir el futuro y hacer de mediador con Dupade, el hacedor del
mundo y de todos los seres vivos —humanos, animales y vegetales— que viven
sobre éste.

 Los Baures

Habitantes: Censo INE (2001): 67. Censo Conniob (Confederación Nacional de


Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 4.750.
Ecorregión: Amazonia.
Departamento: Beni
Provincia: Iténez
Municipios: Baure, El Carmen y Huacaraje.
Comunidades: San Miguel, Tujure, Cairo, Alta Gracia, Jasiaquini, Bereuro, San
Francisco, San Pedro, Buena Hora, Las Peñas, Pueblo Baure y El Carmen.
Idioma: Arawak
Actividad Principal: Recolección de cacao y la agricultura.
Productos: Chivé (harina de yuca) y chocolate.
Vías de acceso: Aérea: los baure cuentan con pistas de aterrizaje. Terrestre: se
puede acceder a las comunidades baure por caminos secundarios y/o sendas.

Los aproximadamente 4.750 baures que quedan en colectivos identificables e


independientes en el país —según un censo efectuado por la Confederación
Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia (Conniob) — no son
completamente puros.

Además de ser reducidos al mínimo por los jesuitas que colonizaron el oriente de
Bolivia en los siglos XVII y XVIII, los habitantes de este pueblo nómada fueron
dispersados y evangelizados, lo que presupone una asimilación a otros pueblos
indígenas, y la aprehensión de costumbres y filosofías de vida occidentales,
heredadas ya de la visión española.

Lo que sí pervive, y el antropólogo Wigberto Rivero pudo apreciar en su incursión


por los territorios cercanos a las misiones jesuíticas de la Chiquitania, es la parte
inmaterial de su cultura. “La forma de cazar, la forma de pescar y la forma de
redistribución por parte de las mujeres en todo lo referido a alimentos (cazados o
cosechados por los hombres), materiales, utensilios y ropaje”. Según el
antropólogo Milton Eyzaguirre, los baures fueron encasillados como uno de los
pueblos más civilizados al momento de su reconocimiento. “A decir de testimonios
de Alcides D'Orbigny, los baures presentaban vestimentas fabricadas con las
cortezas de los árboles, a las que les ponían sellos identificatorios y con los que
realizaban largos viajes”.

Pero el modernismo y el sincretismo son, con todo, lo más llamativo de los baures.
La forma de vestimenta primitiva y mínima fue desplazada por un pantalón jean,
una polera o camisa y solamente en ocasiones especiales, como en las fiestas
patronales (el catolicismo con toda su hibridación andina alcanzó de lleno al
pueblo), utilizan una especie de camiseta especial y bastante larga, que llega a la
altura de los muslos casi a manera de pollera.

En buena parte de los territorios baures, en el departamento de Beni, las fiestas


están llenas de ceremonias religiosas católicas, y en su gran mayoría los caceríos
y pueblos llevan el nombre de santos como San Joaquín, San Ramón, San
Ignacio, San Borja; o de vírgenes, como Santísima Trinidad, Virgen de Loreto y
otras. La posta de los jesuitas la tomaron sacerdotes franciscanos, que en casi
todos los pueblos tienen edificaciones en la plaza central. “Los baures,
mimetizados, mezclados y presentes en miles y miles de indígenas mestizos,
acuden a misa cada atardecer, al llamado de las campanas”.
Las tumbas son señaladas con cruces de madera y a veces de piedra, sin
embargo, este fenómeno es nuevo. Anteriormente no se usaba ninguna señal,
sino que dejaban que éstas desaparecieran con el tiempo y que la vegetación
cubriera el cementerio y vuelva irreconocible el lugar.

 Los Canichana

Habitantes: Censo INE (2001): 499. Censo Conniob (Confederación Nacional de


Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 1.500.
Ecorregión: Amazónica.
Departamento: Beni
Provincia: Cercado
Municipio: San Javier
Comunidad: San Pedro Nuevo, Teje-rías, Bambuses, Villa Chica, Toboso.
Idioma: No clasificado.
Actividad Principal: Agricultura.
Productos: Arroz, maíz, frijol, yuca y plátano.
Vías de acceso: Terrestre: La entra-da y salida a las comunidades de San Pedro
Nuevo, Tejerías, Villa Chica y Bambuses es posible durante la época seca (mayo
a octubre con regularidad); de diciembre a abril los caminos están inundados por
completo. Fluvial: Mediante el río Mamoré se conectan en época de lluvias las
comunidades de Tejerías y Bambuses.

Existe poca información y datos claros y confirmados acerca de las características


de los canichana, a más de su evidente origen quechua incaico, y su naturaleza
recia, agresiva y aventurera. Afectados también por la influencia colonizadora
española, los grupos sobrevivientes, aun directos descendientes de la etnia
original, están formados, según revelan los registros de la Confederación Nacional
de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia (Conniob), por unas 1 500
personas.

La tradición oral, que en este pueblo como en la mayoría de las naciones


indígenas originarias goza aún hoy en día de buena salud, permite inferir a
profesionales y estudiosos, entre ellos Wigberto Rivero Pinto, que los canichana
llegaron al actual territorio cruceño fruto de divisiones internas y persecuciones en
el imperio incaico.

“Los chanchas, sus directos ancestros, eran un grupo guerrero que debido a la
total hegemonía del Inca en el altiplano y parte de los valles salió a conquistar
nuevos territorios hacia la selva amazónica”. Otra versión señala más bien que, al
fracasar en su intento de sublevación, no les quedó otra que exiliarse.
Lo cierto es que se refugiaron en la llanura de Moxos, Beni, donde viven
actualmente, y todavía hace algunas décadas eran conocidos como “hombres
chanca”. No existe mucha documentación sobre sus costumbres originarias. Sin
embargo, una investigación de los antropólogos Alvaro Díez Astete y David Murillo
destaca particularmente el acentuado espiritualismo de este pueblo que, lejos de
manifestarse sólo en su subculto pagano, cobra fuerza y fervor en las abundantes
celebraciones rituales del catolicismo.

A través de su danza, su música y su coreografía peculiar, hombres y mujeres


expresan su entrega total, imploran por favores y agradecen los recibidos. Es muy
conocido y promocionado el baile del machetero loco, que representa una
combinación de valentía, apasionamiento y agresividad viril, expresado en la fiesta
de Semana Santa o en la celebración patronal de cada pueblo.

 Los Cavineños

Habitantes: Censo INE (2001): 601. Censo Conniob (Confederación Nacional de


Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 2.850.
Ecorregión: Amazónica.
Departamentos: Beni y Pando
Provincias: Vaca Diez y Ballivián, Madre de Dios y Manuripi.
Municipios: Santa Rosa, Gonzalo Moreno, Reyes Manuripi, Madre de Dios, Baqueti.
Comunidades: Baqueti, Bolívar, California, Galilea, Candelaria, Misión Cavinas,
Natividad, Paraíso, Peña Guarayo, Santa Catalina, San Juan, San José, San Miguel,
Francia, El Choro y varias otras.
Idioma: Tacana.
Actividad Principal: Recolección, agricultura y ganadería.
Productos: Castaña, frutas silvestres, yuca, plátano y ganado.
Vías de acceso: Aérea: mediante avionetas que conectan Riberalta con algunas
comunidades como Misión Cavinas, Baqueti y Francia. Terrestre: por varias sendas,
que entroncan con la carretera Santa Rosa – Riberalta y unen a las comunidades entre
sí, sólo transitables en época seca. Fluvial: mediante los ríos Beni, Geneshuaya y
Biata.

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