Sunteți pe pagina 1din 3

Lección 25

El Éxodo
“Y vi como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria sobre la
bestia (…) y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero”. Apocalipsis
15:2,3

La Biblia nos dice que salieron como seiscientos mil hombres de Egipto, esto sin contar a las
mujeres y los niños, pero no solo iban quienes amaban al Señor, se unieron algunos que solo
buscaban escapar de las plagas y otros que tenían curiosidad. Lamentablemente estos grupos
que no actuaron por fe resultaron ser siempre un obstáculo para Israel.

Con ellos llevaron sus ganados y también gran riqueza que, por instrucciones de Moisés,
previamente habían exigido a los egipcios como pago por tantos años de trabajo. Asimismo
llevaron consigo los huesos de José, que durante el periodo de esclavitud, recordaban a los
israelitas su liberación.

Había un camino directo hacia Canaán, pero por allí no los dirigió el Señor, sino hacia el sur, a
las orillas del mar Rojo. En su gran compasión Dios tomó otra ruta para ellos, debido a que si
hubieran seguido recto, pasarían por la tierra de los filisteos y estos, considerándolos esclavos
que huían de sus amos, habrían atacado para hacer guerra y por supuesto los israelitas no
estaban preparados.

“Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino; y de
noche en una columna de fuego para alumbrarles; a fin de que anduviesen de día y de noche”
(Éx. 13:21) ,durante el día el Señor les proporcionaba sombra y frescura en el caluroso desierto
y por la noche iluminaba el campamento. Ver Isaías 4:5,6

Viajaron por el desierto preguntándose a dónde iban y algunos comenzaban a sentir temor,
entonces Dios le indicó a Moisés que acampara junto al mar, le dijo que Faraón los perseguiría
pero que saldrían victoriosos gracias a Su protección.

Mientras tanto, en Egipto los consejeros de Faraón dijeron al rey que sus esclavos habían huido.
Los egipcios comenzaron a explicar las plagas por causas naturales y se preguntaban ¿cómo
habían permitido dejar ir a Israel? Faraón salió al encuentro de los hebreos con todos los carros
de Egipto y muchos soldados, también los sacerdotes lo acompañaban para asegurar la
aprobación de sus dioses.

Por otra parte el pueblo de Israel acampaba junto al mar y parecía que no tenían salida ante las
relucientes armaduras que los perseguían, estaban aterrorizados. Algunos clamaron al Señor,
pero la mayoría se quejó ante Moisés “¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para
que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de
Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los Egipcios?” (Éx.
14:11, 12).

El gran líder de Israel se entristeció al ver que su pueblo tenía tan poca fe en Aquel que había
manifestado su poder para la liberación de ellos. Moisés con una respuesta tranquila y
confortadora les dijo: “No temáis; quedaos quietos, y ved la salvación de Jehová, que Él hará
hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, ya nunca más los veréis. Jehová
peleará por vosotros, y vosotros estaréis quietos" (Éx. 14:13, 14).

Al acercarse los egipcios la columna de nube se levantó y se interpuso como una muralla entre
los atacantes y los israelitas, así que la compañía egipcia ya no podía encontrar el campamento
de los hebreos y al entrar la noche se convirtió en una gran luz para ellos iluminando todo el
campamento.

Moisés oró a Jehová y Él respondió: "¿Por qué clamas a mí? di a los hijos de Israel que marchen.
Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo; y entren los hijos de Israel por
medio del mar en seco" (Éx. 14:15, 16). Así que Moisés extendió su vara y el mar se dividió para
que Israel marchara por la tierra seca mientras el agua se mantenía como dos murallas a los
lados mientras la luz les alumbraba el camino.

Entonces los egipcios entraron tras ellos y Jehová turbó la compañía; los truenos y relámpagos
centelleaban en el cielo y la confusión se apoderó de ellos. Trataron de huir hacía la orilla de la
cual habían salido, pero Moisés extendió de nuevo su vara y las aguas bramando tragaron al
ejército en sus profundidades.

Al amanecer, los israelitas pudieron contemplar cómo en una sola noche el Señor les había
traído completa liberación. Dios los había liberado y Él elevaron sus cantos de alabanza con
corazones agradecidos, el Espíritu del Señor se posó sobre Moisés quien dirigió al pueblo en el
himno más sublime que conoce el hombre registrado en Éxodo 15: 1-17.

Este canto siglo tras siglo fue repetido por Israel como memorial de la grandeza del Señor, pero
también indica la futura destrucción de todos los enemigos de la justicia y la victoria final del
pueblo de Dios. Ese mismo espíritu que hacía cantar a Israel debe ser el mismo que more en
nuestros corazones, Jesús nos regaló una liberación aún más grande que la de los hebreos, nos
liberó del pecado. Por eso con nuestra alma y voz podemos elevar cantos al Señor y decir
“Alabaré a Jehová en mi vida: cantaré salmos a mi Dios mientras viva” (Sal. 146:2)

Por la fe pasaron el mar rojo (He. 11:29), así demostraron creer en la palabra de Dios y
entonces el Poderoso de Israel abrió las aguas. Esto nos enseña una valiosa lección para nuestra
vida cristiana, a veces podemos estar rodeados de peligros y se hace difícil cumplir el deber,
pero el Señor nos dice que avancemos aunque nuestros ojos no puedan ver en la oscuridad y
nuestros pies sientan el frío mar. “Los obstáculos que impiden nuestro progreso no
desaparecerán jamás ante un espíritu que se detiene y duda. Los que postergan la obediencia
hasta que toda sombra de incertidumbre desaparezca y no haya ningún riesgo de fracaso o
derrota no obedecerán nunca.” (PP)

Pero así como la nube fue una protección para los israelitas, así las obras del Señor nos traerán
luz y paz y el sendero que tiene preparado para nosotros puede pasar por el desierto o incluso
por el mar, pero es un camino seguro.

Nota para padres. Esta lección está basada en el capítulo 25 del libro Patriarcas y Profetas. Se
recomienda leer el capítulo completo y contestar junto a sus hijos las siguientes preguntas:
Describe la forma en la que el Señor protegió a su pueblo durante su salida de Egipto.

¿Cuál debe ser nuestro Espíritu al cantar alabanzas a Dios?

¿Cuál fue la liberación más grande que Jesús hizo por ti?

Cuando las dificultades se acerquen a nuestra vida, ¿cómo debemos actuar?

S-ar putea să vă placă și