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Asignatura: ÉTICA PROFESIONAL

Profesor: PABLO ÁLAMO HERNÁNDEZ


Código: 641701

INTRODUCCIÓN AL CURSO:
ALGUNAS PREGUNTAS Y RESPUESTAS

“Estudiamos Ética no para saber qué es la virtud,


sino para aprender a hacernos virtuosos y buenos;
de lo contrario, sería un estudio completamente
inútil”.
(Aristóteles, Ética a Nicómaco, III, cap. 2, 1103 b 27-29.)

1. Introducción: ¿qué se entiende por Ética profesional?

Todo el mundo comprende casi “por instinto” que la ética es un valor. Pero son muy
pocos los que se dan cuenta del porqué y del alcance de la Ética.

Ser éticos no es nada fácil y pocas profesiones lo saben tan bien como el periodismo.

Abordar la ética desde el punto de vista de la comunicación presenta no pocas


dificultades. Cuando hablamos de Ética profesional nos referimos a dos cuestiones bien
distintas, dos campos diferenciados en cuanto a la lógica que los organiza. Por un lado,
tenemos la dimensión normativa, y por otro la dimensión del sujeto con sus derechos y
deberes como persona. Estos dos campos conllevan modos diversos de abordar
cuestiones fundamentales. Si se hace énfasis en la norma, la deontología, los códigos y
la ley en general constituirían el principal objeto de estudio. Esta perspectiva de la ética
profesional presenta no pocos inconvenientes, el primero de todos es la imperfección
propia de toda norma, que tiene su fundamento en el anonimato del individuo
considerado por la ley.

Un segundo movimiento de la ética prefiere insistir no tanto en la ley sino más bien en
la dimensión del sujeto, a su dimensión social y singular. Desde esta perspectiva, el
sujeto ya no es anónimo, sino que tiene un nombre y un apellido, una familia y unos
amigos, y un conjunto de relaciones que la ley no puede considerar en toda su riqueza y
complejidad. De todos modos, la ética que hace énfasis en la dimensión del sujeto es
una ciencia normativa porque especifica lo que es bueno y lo que es malo. La ética fija
la “norma” de la conducta humana. Es una norma íntima al ser mismo del hombre, que
se hace mejor al cumplirla o se envilece violándola. La acción humana sólo puede ser
comprendida de modo adecuado si se asume el punto de vista del sujeto agente, si se la
considera enmarcada en un proyecto interior que mira a un fin conocido y querido como
bueno, siendo ese proyecto la razón que explica por qué se llega a tomar una decisión y
no otra.

En general cuando se aborda el tema de la ética profesional se toma una de estas dos
dimensiones dejando aparcada a la otra. En efecto, existe la posición de aquellos que
toman como única referencia la letra de los códigos: qué está permitido y qué está
castigado hacer a un periodista en sentido amplio. No siempre los profesionales
demuestran un conocimiento cabal de las normativas, ya sea para ajustarse a ellos o para
descartarlos. Una crítica –injustificada- que se hace a los profesionales que conciben así
el ejercicio de su profesión es que tomar las normativas como referencia para su acción
significará interrumpir y retrasar el trabajo, y desplazar el centro de atención hacia
cuestiones que no son esenciales.

Otra posición, en cambio, prefiere obviar por completo las normas jurídicas vigentes. Se
verifica la idea de una relación de exclusión entre el campo deontológico y la dimensión
práctica del ejercicio periodístico. Se ve con escepticismo –incluso con cinismo- la
relación entre la ética profesional y la dimensión ética del sujeto.

Como es sabido, la deontología refiere a los deberes relativos a una práctica


determinada, los cuales están plasmados generalmente en los llamados “códigos de
ética”. La ética profesional aborda el estudio de los derechos y deberes de los
periodistas y comunicadores, no sólo en su dimensión individual sino también social, en
el contexto de una tradición y de unas costumbres sin las cuales no sería posible hablar
de comportamientos éticos.

2. ¿Cuál es la división de la Ética? ¿Cuál es la diferencia entre Ética y Moral?

La Ética estudia todos los ámbitos donde interviene la libertad humana bajo unos
mismos principios fundamentales. Los criterios éticos generales son válidos para los
distintos aspectos de la vida humana: personal, familiar, social, profesional, etc. Se
puede aceptar la división de la Ética en Moral General (estudia los principios básicos
que determinan la moralidad de los actos humanos, como el fin último, la ley moral, la
conciencia y las virtudes) y la Moral Especial o Social (que aplica esos principios a la
vida del hombre en sociedad), cuyos temas principales son: la familia, el bien común, la
autoridad, el gobierno, las leyes civiles, el ordenamiento moral de la economía. Ambos
aspectos de la Ética (General y Especial) son inseparables, pues el hombre es social por
naturaleza, y se dirige al fin último personal en unión con los demás hombres.

Hay personas que ponen objeciones a que se identifique la Ética con la Moralidad.
Afirman que la Ética trata de la conducta profesional y pública, mientras que la
moralidad se centra en los valores personales y privados, y que ambas son esferas no
sólo distintas sino divergentes. Podemos trazar una distinción entre lo público y lo
privado, entre lo profesional y lo personal, pero las virtudes y los principios
fundamentales de ambas esferas son los mismos: está mal mentir, por ejemplo, ya sea a
tus colegas de trabajo, ya sea a tu mujer. Uno de los grandes peligros que afrontamos en
el mundo moderno es una inadecuada división de nuestra vida en comportamientos. Si
hay algo que es obligatorio en una de esas esferas, lo normal será que deba ser también
un comportamiento obligado en la otra, porque la vida es un todo y debe entenderse
como tal.

3. ¿De dónde procede el valor ético de las acciones humanas?


Del hombre mismo. Para los griegos y también para Kant, “ser ético es ser humano”, y
si se quiere ser humano el individuo debe ser ético. Este planteamiento revela el
concepto de “ley natural”. Los filósofos griegos hallaron la fuente de la valoración ética
en la “fhysis”, en la naturaleza propia de la persona humana. Así pudieron concluir que
cuidar a los hijos es mejor que abandonarlos, que conversar la integridad del cuerpo era
mejor que la costumbre de las jóvenes escitas que se cortaban los pechos, que llevar
prisioneros a los soldados vencidos era mejor que la ley del exterminio (Aristóteles,
Ética a Nicómaco, VII, 5, 1148 b-1149 a). El bien moral coincide con el bien completo
de la persona en la medida en que ese bien está en juego en la conducta humana y ha de
ser realizado a través de esa acción. La perspectiva del bien de la persona como fin
aparece necesariamente ligada a la esencia de la acción libre: querer es abrirse
intencionalmente a un fin alcanzable o realizable y ese abrirse es autoreferencial. El
bien perfecto de la persona constituye el horizonte intencional de la acción libre.

4. La ética, ¿es una ciencia?

Suele afirmarse que la Ética es la parte de la filosofía que estudia la moralidad del obrar
humano, es decir, considera los actos humanos en cuanto que son buenos o malos. En
efecto, la inteligencia advierte de modo natural la bondad o maldad de los actos libres,
como lo demuestra la experiencia de los hombres que prueban cierta satisfacción o
remordimiento por las acciones realizadas.

Si entendemos por ciencia como aquél conocimiento ordenado basado en las causas y,
generalmente experimentado, de las cosas, pues sí. Si definimos la ciencia como un
conjunto de conocimientos y doctrinas metódicamente ordenado, relativo a una materia
determinada, también. Ya los griegos constataron que las costumbres de la “polis” no
coincidían exactamente con las normas morales que regían en otros territorios ajenos al
imperio. Por otra parte, los juicios éticos no son meramente subjetivos sino que
responden a valores reales. La objetividad no viene de las corrientes subjetivistas e
historicistas. Ya los griegos constataron que las costumbres de la “polis” no coincidían
exactamente con las normas morales que regían en otros territorios ajenos al imperio. Y
este pluralismo les llevó a buscar un principio lógico que justificase no sólo sus hábitos
de conducta, sino que diese razón del bien y del mal morales con el fin de ofrecer una
línea de conducta válida para todos los hombres. Esta pretensión de validez universal
también es muy propia de todo conocimiento científico.

Es al hombre a quien le interesa un saber que especifique y oriente su propio actuar. Al


hombre no le basta con tomar medida a las realidades que le rodean (física, matemática,
medicina, astronomía), ni tampoco interpretar su propio ser, sino que le interesa su vida:
el actuar que lleva a la felicidad o le aleja de la biografía dichosa. La ética es una
ciencia del hombre y sobre el hombre. Un animal jamás se preguntará sobre lo que es
bueno o malo moralmente. Sólo el hombre tiene la capacidad de percepción ética de la
realidad, porque sólo el hombre es sujeto de valoración ética.

La Ética es por tanto una ciencia práctica, porque no se detiene en la contemplación de


la verdad, sino que aplica ese saber a las acciones humanas. Mientras las ciencias
especulativas se limitan a conocer realidades que no dependen de la voluntad humana,
la Ética se ocupa de la conducta libre del hombre, proporcionándole las normas
necesarias para obrar bien. Es por ello una ciencia normativa, que impera y prohíbe
ciertos actos, puesto que su fin es el recto actuar de la persona humana1.

5. ¿Qué se entiende por fin último? ¿Cuál debe ser el fin de la vida del hombre?

1
Crr. ANGEL RODRÍGUEZ LUÑO, Ética, EUNSA, Pamplona 1984, pp. 17-24.
El fin es aquello por cuya consecución el agente se mueve a obrar y también la meta u
objetivo hacia el que se orienta cualquier movimiento. La finalidad está presente en
todos los entes, libre o no, y esta presencia se advierte con gran facilidad en la vida
humana.

La noción de fin está íntimamente unida a la de bien, porque el bien tiene de suyo razón
de fin. Todo lo que es bueno puede constituirse en fin para alguien, provocando un
apetito que no cesa hasta haber alcanzado ese fin. De hecho, sólo tendemos a perseguir
aquellas cosas que son o nos parecen que son buenas. Pero bien y fin no son palabras
sinónimas. Un libro, si está bien escrito y trata un tema interesante, resulta conveniente
(es bueno) y, por eso, lo consideramos atractivo, nos mueve a leerlo (es fin): el ente es
bueno en cuanto su perfección conviene al apetito, y es fin en cuanto que por su bondad
mueve a la potencia apetitiva.

Se entiende por fin último el motivo o razón formal universal a la que natural y
necesariamente responde en último término todo querer deliberado. Con otras palabras,
es el bien querido por sí mismo, de modo absoluto, en razón al cual se quieren todos los
demás bienes. Todo hombre posee un fin último porque es imposible proceder al
infinito en la serie de las causas finales esencialmente subordinadas. Este fin, querido
natural y necesariamente por todos los hombres, es la felicidad.

6. ¿Cómo influye el hedonismo, el estoicismo y el escepticismo en el


comportamiento ético?
La ética moderna concibe al hombre como individuo libre sujeto de deseos e intereses
varios. El principal problema de la ética moderna es el de determinar cuál es la acción
correcta y equivocada, y cuáles son las normas que la rigen, y justificar esas normas y el
deber de obedecerlas. La doctrina ética hedonista, fundada por Aristipo de Cirene (435 -
360 a.C.), propone que el fin supremo sea el placer, puesto que el bien es identificado
como placer. La felicidad, en definitiva, consistiría en el goce de los placeres. Toda
acción que procure directa o indirectamente placer será éticamente buena.
El estoicismo, doctrina fundada por Zenón de Citio en el siglo III a. C., defiende el
autodominio, la serenidad y la felicidad de la virtud. Esta doctrina filosófica plantea la
acción ética como el comportamiento en el que se demuestra fortaleza de carácter ante
la adversidad y el dolor. Séneca decía: “No hay árbol recio ni consistente sino aquél que
el viento azota con frecuencia.
Por su parte, el escepticismo afirma que la verdad no existe o, si existe, que el hombre
es incapaz de conocerla. Esta incredulidad o duda acerca de la verdad o eficacia de
cualquier cosa genera un relativismo ético casi dogmático en el comportamiento.

7. ¿Puede ser el hombre verdadero autor de sus decisiones?


Ser autor de las propias decisiones implica que el hombre es libre. ¿Pero el hombre
siempre es libre? Toda decisión obedece a un fin, a un motivo, y se toma según un
determinado proceso en el que desempeñan un papel importante los diversos rasgos
caracteriológicos y morales del sujeto. El hombre es autor de sus decisiones no sólo
cuando es libre sino también cuando es consciente de los fines y motivos de su actuar.
La ética existe y tiene razón de ser porque en el ámbito de los fines y motivos –y en el
de las cualidades del proceso deliberativo y decisional- existe el bien y el mal, la virtud
y el vicio, como testimonio la experiencia moral.

8. ¿Qué dice el liberalismo, el empirismo y la ética kantiana sobre la felicidad?


El liberalismo se apoya en una visión subjetivista de la felicidad. El juicio subjetivo, en
el que la persona se considera feliz o no, constituye una instancia última e inapelable.
Cada uno es el mejor juez y la persona más competente sobre la propia felicidad.
El empirismo afirma que la felicidad es una realidad exclusivamente “hedónica”: es la
experiencia sensible de sentirse feliz, de sentirse satisfechas las propias necesidades y
los propios deseos.
La ética kantiana señala que la felicidad es un concepto indeterminado, es un ideal de la
imaginación, la suma de todos los placeres sensibles, término de una inclinación natural
y necesaria de todo ser dotado de sensibilidad. Kant es el que ha elevado la felicidad
canalla a categoría filosófica, al separar la virtud y la felicidad. Dice que la felicidad es
una ley de la naturaleza, y que la virtud no necesita de la felicidad.

9. ¿Estás de acuerdo con la frase “La ética, si no es para ayudarnos a ser felices,
no tiene ninguna utilidad”?
No. La principal utilidad de la ética –pero no la única- es ordenar nuestras acciones al
fin último, que es la felicidad. Pero la felicidad de una persona no depende sólo de su
comportamiento. Además, una acción ética tiene otras utilidades como la de ordenar el
intelecto, la voluntad y el amor, y, en consecuencia, de modelar una cultura.

10. ¿Cómo definirías la felicidad y cuál sería su contenido específico?


La felicidad es la ideología de nuestro tiempo. Todo el mundo quiere ser feliz, y muchos
creen que lo son. Y hay mucha gente, artistas, directores de cine, cantantes, jóvenes,
adolescentes, paisanos de la calle, que, cuando se les pregunta qué buscan en la vida,
responden: ser feliz. Si se les interroga sobre su contenido específico, generalmente es
el éxito, el amor, incluso un beso, el dinero, la justicia, la paz, etc.
La felicidad es la vida buena y feliz y no una meta externa, no un estado o posibilidad
de gozar, sino como una actividad perfecta, que perfecciona al hombre, por eso la vida
feliz es la vida virtuosa, porque la virtud perfecciona al hombre, en la medida en que
dependa de nosotros esa perfección. La felicidad es una vida digna de ser querida, por lo
que es en sí misma.

El desarrollo es más que la suma de unos indicadores económicos en alza y así se plantea en esta videoconferencia que lo
concibe, en esencia, como un proceso que garantiza la satisfacción de las necesidades básicas de las personas que conforman
una sociedad. Por ello se comienza elaborando un esbozo general de las distintas tendencias de desarrollo hasta llegar a la
concepción de sostenibilidad que cruza todos los procesos actuales de progreso social y económico; sin dejar de lado, por
supuesto, las barreras que se constituyen en muros casi infranqueables para alcanzar un crecimiento equitativo en aquellas
regiones más necesitadas. La pobreza, el hambre, la desigualdad de género, la sobreexplotación de los recursos naturales…
aún persisten en el mundo y sus cifras son verdaderamente alarmantes.

En la última parte se analiza la relación cultura, equidad, ciudadanía y desarrollo para plantear que sólo a través de la puesta
en marcha de estrategias para potenciar esos elementos es posible vislumbrar un progreso que garantice una vida digna a
todas las personas. Se concluye que es necesario pensar el desarrollo desde un enfoque holístico que propenda por conceder
importancia a la educación, a la igualdad entre los géneros, al medio ambiente, a la participación democrática, a la cultura,
en términos amplios; y que también supere las fragmentaciones, es decir, las visiones parcializadas. Y todo ello atravesado
por una posición democrática de todas las sociedades para que asuman compromisos serios por el planeta y los más
necesitados.

Idioma:Español

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