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INTRODUCCIÓN AL CURSO:
ALGUNAS PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Todo el mundo comprende casi “por instinto” que la ética es un valor. Pero son muy
pocos los que se dan cuenta del porqué y del alcance de la Ética.
Ser éticos no es nada fácil y pocas profesiones lo saben tan bien como el periodismo.
Un segundo movimiento de la ética prefiere insistir no tanto en la ley sino más bien en
la dimensión del sujeto, a su dimensión social y singular. Desde esta perspectiva, el
sujeto ya no es anónimo, sino que tiene un nombre y un apellido, una familia y unos
amigos, y un conjunto de relaciones que la ley no puede considerar en toda su riqueza y
complejidad. De todos modos, la ética que hace énfasis en la dimensión del sujeto es
una ciencia normativa porque especifica lo que es bueno y lo que es malo. La ética fija
la “norma” de la conducta humana. Es una norma íntima al ser mismo del hombre, que
se hace mejor al cumplirla o se envilece violándola. La acción humana sólo puede ser
comprendida de modo adecuado si se asume el punto de vista del sujeto agente, si se la
considera enmarcada en un proyecto interior que mira a un fin conocido y querido como
bueno, siendo ese proyecto la razón que explica por qué se llega a tomar una decisión y
no otra.
En general cuando se aborda el tema de la ética profesional se toma una de estas dos
dimensiones dejando aparcada a la otra. En efecto, existe la posición de aquellos que
toman como única referencia la letra de los códigos: qué está permitido y qué está
castigado hacer a un periodista en sentido amplio. No siempre los profesionales
demuestran un conocimiento cabal de las normativas, ya sea para ajustarse a ellos o para
descartarlos. Una crítica –injustificada- que se hace a los profesionales que conciben así
el ejercicio de su profesión es que tomar las normativas como referencia para su acción
significará interrumpir y retrasar el trabajo, y desplazar el centro de atención hacia
cuestiones que no son esenciales.
Otra posición, en cambio, prefiere obviar por completo las normas jurídicas vigentes. Se
verifica la idea de una relación de exclusión entre el campo deontológico y la dimensión
práctica del ejercicio periodístico. Se ve con escepticismo –incluso con cinismo- la
relación entre la ética profesional y la dimensión ética del sujeto.
La Ética estudia todos los ámbitos donde interviene la libertad humana bajo unos
mismos principios fundamentales. Los criterios éticos generales son válidos para los
distintos aspectos de la vida humana: personal, familiar, social, profesional, etc. Se
puede aceptar la división de la Ética en Moral General (estudia los principios básicos
que determinan la moralidad de los actos humanos, como el fin último, la ley moral, la
conciencia y las virtudes) y la Moral Especial o Social (que aplica esos principios a la
vida del hombre en sociedad), cuyos temas principales son: la familia, el bien común, la
autoridad, el gobierno, las leyes civiles, el ordenamiento moral de la economía. Ambos
aspectos de la Ética (General y Especial) son inseparables, pues el hombre es social por
naturaleza, y se dirige al fin último personal en unión con los demás hombres.
Hay personas que ponen objeciones a que se identifique la Ética con la Moralidad.
Afirman que la Ética trata de la conducta profesional y pública, mientras que la
moralidad se centra en los valores personales y privados, y que ambas son esferas no
sólo distintas sino divergentes. Podemos trazar una distinción entre lo público y lo
privado, entre lo profesional y lo personal, pero las virtudes y los principios
fundamentales de ambas esferas son los mismos: está mal mentir, por ejemplo, ya sea a
tus colegas de trabajo, ya sea a tu mujer. Uno de los grandes peligros que afrontamos en
el mundo moderno es una inadecuada división de nuestra vida en comportamientos. Si
hay algo que es obligatorio en una de esas esferas, lo normal será que deba ser también
un comportamiento obligado en la otra, porque la vida es un todo y debe entenderse
como tal.
Suele afirmarse que la Ética es la parte de la filosofía que estudia la moralidad del obrar
humano, es decir, considera los actos humanos en cuanto que son buenos o malos. En
efecto, la inteligencia advierte de modo natural la bondad o maldad de los actos libres,
como lo demuestra la experiencia de los hombres que prueban cierta satisfacción o
remordimiento por las acciones realizadas.
Si entendemos por ciencia como aquél conocimiento ordenado basado en las causas y,
generalmente experimentado, de las cosas, pues sí. Si definimos la ciencia como un
conjunto de conocimientos y doctrinas metódicamente ordenado, relativo a una materia
determinada, también. Ya los griegos constataron que las costumbres de la “polis” no
coincidían exactamente con las normas morales que regían en otros territorios ajenos al
imperio. Por otra parte, los juicios éticos no son meramente subjetivos sino que
responden a valores reales. La objetividad no viene de las corrientes subjetivistas e
historicistas. Ya los griegos constataron que las costumbres de la “polis” no coincidían
exactamente con las normas morales que regían en otros territorios ajenos al imperio. Y
este pluralismo les llevó a buscar un principio lógico que justificase no sólo sus hábitos
de conducta, sino que diese razón del bien y del mal morales con el fin de ofrecer una
línea de conducta válida para todos los hombres. Esta pretensión de validez universal
también es muy propia de todo conocimiento científico.
5. ¿Qué se entiende por fin último? ¿Cuál debe ser el fin de la vida del hombre?
1
Crr. ANGEL RODRÍGUEZ LUÑO, Ética, EUNSA, Pamplona 1984, pp. 17-24.
El fin es aquello por cuya consecución el agente se mueve a obrar y también la meta u
objetivo hacia el que se orienta cualquier movimiento. La finalidad está presente en
todos los entes, libre o no, y esta presencia se advierte con gran facilidad en la vida
humana.
La noción de fin está íntimamente unida a la de bien, porque el bien tiene de suyo razón
de fin. Todo lo que es bueno puede constituirse en fin para alguien, provocando un
apetito que no cesa hasta haber alcanzado ese fin. De hecho, sólo tendemos a perseguir
aquellas cosas que son o nos parecen que son buenas. Pero bien y fin no son palabras
sinónimas. Un libro, si está bien escrito y trata un tema interesante, resulta conveniente
(es bueno) y, por eso, lo consideramos atractivo, nos mueve a leerlo (es fin): el ente es
bueno en cuanto su perfección conviene al apetito, y es fin en cuanto que por su bondad
mueve a la potencia apetitiva.
Se entiende por fin último el motivo o razón formal universal a la que natural y
necesariamente responde en último término todo querer deliberado. Con otras palabras,
es el bien querido por sí mismo, de modo absoluto, en razón al cual se quieren todos los
demás bienes. Todo hombre posee un fin último porque es imposible proceder al
infinito en la serie de las causas finales esencialmente subordinadas. Este fin, querido
natural y necesariamente por todos los hombres, es la felicidad.
9. ¿Estás de acuerdo con la frase “La ética, si no es para ayudarnos a ser felices,
no tiene ninguna utilidad”?
No. La principal utilidad de la ética –pero no la única- es ordenar nuestras acciones al
fin último, que es la felicidad. Pero la felicidad de una persona no depende sólo de su
comportamiento. Además, una acción ética tiene otras utilidades como la de ordenar el
intelecto, la voluntad y el amor, y, en consecuencia, de modelar una cultura.
El desarrollo es más que la suma de unos indicadores económicos en alza y así se plantea en esta videoconferencia que lo
concibe, en esencia, como un proceso que garantiza la satisfacción de las necesidades básicas de las personas que conforman
una sociedad. Por ello se comienza elaborando un esbozo general de las distintas tendencias de desarrollo hasta llegar a la
concepción de sostenibilidad que cruza todos los procesos actuales de progreso social y económico; sin dejar de lado, por
supuesto, las barreras que se constituyen en muros casi infranqueables para alcanzar un crecimiento equitativo en aquellas
regiones más necesitadas. La pobreza, el hambre, la desigualdad de género, la sobreexplotación de los recursos naturales…
aún persisten en el mundo y sus cifras son verdaderamente alarmantes.
En la última parte se analiza la relación cultura, equidad, ciudadanía y desarrollo para plantear que sólo a través de la puesta
en marcha de estrategias para potenciar esos elementos es posible vislumbrar un progreso que garantice una vida digna a
todas las personas. Se concluye que es necesario pensar el desarrollo desde un enfoque holístico que propenda por conceder
importancia a la educación, a la igualdad entre los géneros, al medio ambiente, a la participación democrática, a la cultura,
en términos amplios; y que también supere las fragmentaciones, es decir, las visiones parcializadas. Y todo ello atravesado
por una posición democrática de todas las sociedades para que asuman compromisos serios por el planeta y los más
necesitados.
Idioma:Español