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Modernamente, hablar de anormalidad y de enfermedad para ciertos actos y mentalidades

que algunos quisieran hacer pasar por lo más normal del mundo, es algo que un liberal no
puede tolerar. Se siente en deber de combatirlo. Y con desprecio y odio, hablará de desprecio
y odio como característico de sus contradictores. En realidad, aunque haya gente con malas
actitudes que critica estas nuevas "normalidades", lo que perfectamente podemos sentir sin
remordimientos es LÁSTIMA y una PENA PROFUNDA. No porque seamos mejores. Podemos
tener peores defectos, ideas y orientaciones. Pero no nos jactamos de nuestros errores y
desviaciones morales. Las asumimos como algo a superar. Y no nos cuesta reconocer que
tenemos un corazón con frecuencia enfermo, necesitado de ayuda. He allí la enorme
diferencia. No hacemos bandera ni orgullo de nuestras debilidades. La solución es la misma
para todos. Alejarse voluntariamente de la fuente del ser, del amor y de la felicidad, en pos de
la soberbia y el endiosamiento del ser humano, nunca dejará de traer consecuencias
destructivas para la humanidad. El hombre es incapaz de decir la última palabra sobre sí
mismo. No tiene la facultad para revelarse a sí mismo quién es en última instancia. Qué es, en
definitiva. El Homo modernus, al negar a Dios o su primacía en el mundo, necesariamente
ensayará mil proyectos para re-crearse y autodirigirse. Intentará transhumanizarse pero en
realidad acabará por ir perdiendo gradualmente su propia humanidad. Se decantará por el
eros y la libertad sin más frenos que su subjetividad, buscará la felicidad hedonista. Pero
perfectamente se permitirá cerrarse a la vida, evitando hijos o matándalos como alternativa
aceptable cuando no los hayan planificado. Sostendrá febrilmente que la ciencia y la educación
son la panacea y el non plus ultra humanos, pero se desentendrá de cualquier compromiso
moral y no querrá aceptar que muchos de los males modernos persisten a pesar de sus
experimentos y paradigmas sociales vigentes, negándose a ver en el déficit espiritual y moral
causas directas de la maldad en el mundo. Su rebelión está destinada al fracaso. Pero hará
todo lo posible para imponerse, confiado en sí mismo. No conoce la humildad, de sacrificio ni
de amor trascendente. No. No odiamos al hombre moderno. Lo compadecemos de forma
extrema.

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