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imagen y palabra asháninka

Wilberto Casanto / Javier Macera


imagen y palabra

asháninka

Relatos y pinturas de Wilberto Casanto


recopilados por Javier Macera
IMAGEN Y PALABRA ASHÁNINKA

© Wilberto Casanto
© Javier Macera

Ministerio de Cultura
Av. Javier Prado Este 2465 - San Borja, Lima 41, Perú
www.cultura.gob.pe

Alejandro Neyra Sánchez


Ministro de Cultura

Alfredo Luna Briceño


Viceministro de Interculturalidad

Ángela Acevedo Huertas


Directora General de la Dirección General
de Derechos de los Pueblos Indígenas

Mariela Noriega Alegría


Directora General de la Dirección General
de Ciudadanía Intercultural

c
Pinturas y relatos
Wilberto Casanto

Recopilación
Javier Macera

Edición y diseño
Gredna Landolt

Fotografía
Musuk Nolte

Fotografía de las pinturas


Cornelio Aguayo

Corrección de estilo
Paulina Chirif Camino

c
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú
N° 2017-18454.
Primera edición, Lima, enero 2018
Publicado en marzo de 2018
E l presente libro recoge parte de la vasta tradición oral de los asháninkas, el pueblo indígena
amazónico más numeroso de nuestro país. Recopilados por Javier Macera e ilustrados por Wil-
berto Casanto, los relatos de este volumen explican, a través de la palabra y el color, el origen
del tiempo y del universo. En ellos, el mundo se muestra como un espacio flexible, conexo, don-
de los seres vivos están en continua transmutación.

Un bufeo que se enamora de una muchacha, un temible guerrero convertido en un gallito de


las rocas por su éxito con las jóvenes y un abuelo tejedor transformado en oso perezoso son
algunos de los personajes de los cincuenta y un relatos incluidos en el volumen, que han sido
ilustrados por Casanto desde el conocimiento profundo que le otorga haber escuchado estas
historias desde su niñez. Su padre, Enrique Casanto, no solo es un artista notable, sino también
un gran narrador. En la familia Casanto, el mito se expresa de formas múltiples o, en realidad,
desde una única forma inconmensurable: la visión.

Son justamente los curanderos y tabaqueros, que usan la ayahuasca para “ver” la realidad, los
protagonistas recurrentes del conjunto de historias. Para los asháninkas, el universo es un en-
tramado que comprende el mundo visible -perceptible a través de los sentidos- y aquel que solo
es asible en el trance. Ese segundo ámbito es el que busca ser expresado a través de los colores
y el trazo de Wilberto: el espacio donde no existe diferencia entre los hechos y el mito, entre el
mundo de los vivos –incluyendo a los animales y las plantas– y el de los espíritus.

Esta forma de conocimiento, distante de la occidental, por lo general ha sido marginada de la


construcción de la memoria nacional. Combinando texto e imagen, el libro busca transmitir las
“visiones” del pueblo asháninka a un público diverso, y dar muestra de la riqueza y complejidad
de su cultura.

Para el Ministerio de Cultura, que a través del Viceministerio de Interculturalidad es garante


de los derechos de los pueblos indígenas y de la pluralidad étnica de la nación, es un privilegio
poner a disposición de la ciudadanía el presente volumen como parte de la construcción de una
historia nacional más compleja, más diversa y más propia.

Alfredo Luna Briceño


Viceministro de Interculturalidad

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CONTENIDO

PRESENTACIÓN 7 La laguna encantada 65


Alfredo Luna Briceño
Jóvenes convertidos en aves 66
TRADICIÓN ORAL Y PINTURA 13 La casa del tigre 69
DE WILBERTO CASANTO
Javier Macera El hombre cuerpo espín 71
La venganza del brujo 72
LOS ASHÁNINKA 21
Juan Pablo Sarmiento Barletti El majás y el añuje viejo 75
Los guerreros Kapeshi y Kashekari 76
RELATOS
El pescador Kontyari 79
El Bufeo 33 La lupuna 81
El gallito de roca 35 La ayuda del quirquincho 83
El viaje del curandero 37 Cuando el árbol llora 87
Señora Aurora 41 Flor de la boa 89
La pesca del tuyuyo 43 Un niño aborrecido 91
El cóndor selvático y sus amigos 45 El que vende pieles de aves y animales 92
La araña 49 El mono coto y sus amigos 95
El tabaquero y el curandero brujo 51 Una nativa que durmió con un tigre 96
El grillo shiri shiri 53 La ardilla y el tigre blanco 99
El quirquincho viejo 55 La apuesta del diablo 101
El arte del pájaro carpintero 57 El arco iris 102
Madre del paujil 58 El cerro mono 105
El sajino 61 El perezoso 106

9
El relojero y el poeyotzi 109 El hombre afaz 127
Secretos de las aves 111 El tigre viejo y el armadillo 131
El caracol 113 La garza 133
La lupuna, el venado y el paujil 114 El ave chicua 135
Comunidad de ratones 117 El zancudo 137
El pijuayo 119 Madre de aves y animales (La colpa) 139
El primer avión 121 El toayo 141
Pruebas de un verdadero tabaquero 123 El maestro tunchi 143
Los hombres guerreros (camarón 125 GLOSARIO 145
y alacrán) BIBLIOGRAFÍA 155

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Tradición Oral y Pintura
de Wilberto Casanto
c
JAVIER MACERA

Conocí a Wilberto Casanto Ríos a través de su Perené y del Pichis. Ambos, relato y pintura, se
padre, Enrique Casanto Shingari, quien traba- conjugan para mostrar un mundo mágico en el
jaba en el Seminario de Historia Rural Andina cual predominan plantas y animales humaniza-
de la Universidad Nacional Mayor de San Mar- dos, que promueven los valores culturales de
cos con mi propio padre, Pablo Macera. Enri- su pueblo.
que había tocado las puertas del Seminario, Wilberto y Enrique son asháninkas.
ya con un conjunto de relatos, mitos, historias Como tales, pertenecen al pueblo indígena
y conocimientos de su pueblo previa e inten- más numeroso de la Amazonía peruana, con
cionalmente recogidos. El Seminario de Histo- una extensa distribución que comprende las
ria le ofreció la calma para sistematizar estos cuencas de los ríos Ene, Perené, Tambo, Pichis
saberes y la oportunidad de publicarlos. Con y Urubamba. Igualmente se encuentra pobla-
Wilberto quise hacer algo similar: registrar los ción asháninka en el Ucayali, el Breu e, incluso,
relatos que había escuchado durante su niñez en el Brasil. De hecho, los asháninka son he-
y adolescencia, y promover que los ilustre, tal rederos, junto con los ashéninka, machiguen-
como había venido haciendo Enrique. De he- gas, nomatsiguengas, yaneshas, yines y otros
cho, esta asociación entre relato y pintura ha pueblos, de antiguas poblaciones de la familia
sido una práctica promovida por el Seminario, lingüística del arawac que transitaron los prin-
en su afán por revitalizar la tradición oral an- cipales ríos de la gran cuenca amazónica. Ya es-
dino-amazónica y ofrecerle nuevos canales de tablecidos en el piedemonte oriental de los An-
expresión. des, varios de estos pueblos desarrollaron una
En este proceso, iniciado el 2001, Wil- rica cultura, sobre la base de un conocimiento
berto nos sorprende tanto con la riqueza de la pormenorizado del bosque, con un corpus míti-
tradición oral que atesora, como con la pintura co similar y, en algunos casos, compartido. Los
que la representa, con colores y formas sor- intercambios y el protagonismo que han teni-
prendentes. Siendo niño escuchaba los relatos do estos pueblos amazónicos en la formación
que les narraba el abuelo Eliseo Casanto a sus de las altas culturas andinas, desde la Chavín
nietos y, ya adolescente, su tío abuelo Pablo hasta los propios Incas, han sido constatados.
Ramírez le contó más historias de su pueblo. Falta aún mucho por develar.
La tradición oral expresada en sus relatos pro- A partir de 1742, con la rebelión de Juan
viene de dos zonas geográficas: las cuencas del Santos Atahualpa, y hasta inicios de la época

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republicana, el pueblo asháninka estuvo libre Puerto Bermúdez junto con sus hermanos y su
de opresiones foráneas. Esta liberación inicia- padre, este último buscado por Sendero Lumi-
da en su territorio se convirtió en una rebelión noso y el MRTA para ejecutarlo por ser dirigen-
multiétnica, con la participación de yaneshas, te asháninka.
yines, matsiguengas e incluso conibos del Uca- “Cuando estudiaba la secundaria, traba-
yali. El pueblo asháninka guarda entonces, en jaba y estudiaba. Yo pedía permiso al profesor,
su memoria histórica, el hecho de haberse li- director, para trabajar un día completo, para
berado del poderío español. Sin embargo, ya en comprar mi cuaderno, libros [y] a veces pedía
la República y al vaivén de ciclos y movimientos aportación en una asamblea. Yo no tenía a quién
socioeconómicos, ha perdido el control y ex- pedir: mi papá estaba enfermo. No tenía a mi
perimentado el desmembramiento de sus te- mamá; ella ya buscaba su vida. Mis tíos no me
rritorios ancestrales. Algunos de los episodios querían apoyar. Yo buscaba la forma de cómo
y periodos más importantes de este pueblo, terminar mis estudios. A veces lampeaba el plá-
emergen en la historia personal de Casanto. tano, el yucal, cosechaba naranjas. Yo conversa-
ba con mi patrón para que me dé adelanto para
Wilberto Casanto cuenta su vida: la otra semana, para sobrevivir. Los libros costa-
ban caro, yo tenía que prestar de la profesora. A
“Yo nací en río Perené, provincia de Chanchama- veces me pedían aportación y yo no tenía. A la
yo, departamento de Junín, en la comunidad de profesora tenía que rogarle para que me dé dos
Renacimiento Kivinaki”. días de permiso para jornalear, para pagar con
Así empieza su relato este asháninka de mi faena la colaboración. Colaboraba con mi her-
37 años quien, con su pareja, Betty Jokabeth Ju- mana, porque cada alumno pedía su aportación.
manga Villar, tiene cuatro hijos: Kaniro Enrique, Tenía que trabajar para solventar a mi hermana
de cinco años; Wilber Cheroki, de tres; Walker también, para los dos. Yo quería seguir estudian-
Kitochiro, de dos; y Kiara Edith, de uno. do: quería electrónica y ser chofer”.
“Allí, en Renacimiento Kivinaki, empe- Es interesante conocer el contexto en
cé a estudiar; primaria completa terminé en la el que estudia secundaria, cómo era Lorencillo
escuelita. Secundaria la hice acá en colegio de en esos años. Al respecto, nos ofrece una bre-
Lorencillo 1, que pertenece al distrito de Cons- ve y singular semblanza del pueblo:
titución. Más antes, la escuela de Kivinaki era “Lorencillo está de acá de Bermúdez, a
escuela particular. Había un grupo de hermanos 25 km, yendo a Pucallpa. En Lorencillo 1 conviven
cristianos; la escuelita era particular, adventista. asháninkas, colonos y yaneshas, aunque siem-
Más antes llegaban los misioneros. Ellos han fun- pre han sido mayoría los asháninka. Antes, los
dado la escuelita con el jefe David Shingari, porque asháninka vivían a orillas de la carretera, pero
yo he terminado mi primaria a los 13 años”. Casan- los colonos les han comprado sus lotes. Como
to continúa el relato acerca de sus estudios en el no conocían la plata, por 200 - 300 soles vendían
colegio de Lorencillo y lo que significó el traslado su lote. Allí sembraban coca. Desde el 1993, los
del valle del Perené a este poblado cercano a colonos han sido mayoría en la carretera. Desde

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el anteaño pasado ya no hay coca, cuando ha co-
menzado la erradicación. Ahora en Lorencillo, se
están dedicando al cacao”.
Al profundizar en la historia familiar, se
vuelve evidente que los desplazamientos de un
lado a otro del territorio ancestral, específica-
mente entre el valle del Pichis y el del Perené,
han constituido una estrategia asháninka para
alejarse de una amenaza o peligro, concreta-
mente de elementos foráneos, que ocupaban
y transitaban sus tierras.
“Más antes, mi papá, cuando ha nacido
aquí en Belén, en San Pablo, sus abuelitos lo han
llevado a Kivinaki. Era puro vuelo con avión, a
San Ramón. Mi papá también se había separado Wilberto Casanto en su vivienda, en Puerto Bermúdez.
con su mamá, habían tenido problema; enton- Foto: Javier Macera

ces, mi papá, joven, ha ido a Kivinaki. Más antes, uno netamente que sea asháninka, para buscar a
la gente trabajaba en puro caucho. Y la gente sus mismos paisanos. Así hacían ese trabajo”.
decía: ‹Van a venir los caucheros, te van a llevar Resulta evidente cómo la llegada de
a tu hijo›. De ese motivo, se ha ido a Kivinaki a agentes externos, venidos sea para extraer y
trabajar mi papá cuando tenía 13; allí ha crecido. aprovechar sus riquezas naturales, sea expul-
Ya cuando tenía 18, ha vuelto nuevamente a San sados de sus lugares de origen o sea como par-
Pablo y allí es donde lo conoce mi abuelito David te de una estrategia mayor de guerra, ha mar-
Shingari, al que va a ser su suegro, Ramón Ríos… cado la vida personal y familiar de este pueblo
Y mi abuelo, dice, era el jefe de una comunidad amazónico, el más cercano a la capital de Lima.
en Renacimiento Kivinaki [y] necesitaba comune- Estos agentes impusieron su presencia des-
ros para la comunidad. Y allí es donde mi abuelo conociendo el derecho territorial asháninka y
Ramón decide quedarse de comunero en Kivina- desvalorizando su cultura, como lo muestra la
ki. Allí es donde mi papá le conoce a mi mamá, siguiente aseveración:
Clotilde Ríos. Allí se conocen, a esa edad de 20, “Solamente mi abuelo hablaba el ashá-
21 años. Habían colonos de la sierra que tenían ninka; mis hermanos pequeños ya no. Mi abuelo
chacra y mi abuelito (David Shingari) era el pa- y abuela hablaban neto asháninka, solo ashá-
trón. Pagaba con la plata del otro patrón colono, ninka. Ellos eran de San Pablo, de acá de Puerto
le daba plata a mi abuelo para buscar gente. Más Bermúdez, tres horas con bote, para arriba, por
antes, también decían, hay pishtaco y los nativos el río Nazarategui. Más antes era comunidad na-
de acá, de San Pablo, de todo Puerto Bermúdez tiva (San Pablo), ahora es centro poblado. Más
tenían miedo de trabajar con un colono, porque antes no le daban valor a la lengua asháninka.
decían que les iban a matar. Por eso, buscaba a Para qué va a ser bilingüe, más atraso, decían”.

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En este contexto, la educación bilingüe un comportamiento mezquino. Asimismo, los
intercultural, entendida como el esfuerzo con- atributos notables de este asháninka son los
junto del Estado y el pueblo indígena, es valo- signos distintivos del animal en que se convier-
rada en su rol de fortalecedora de su lengua y te: el pescador se transforma en garza; la teje-
cultura. Aquí, el mensaje final: dora, en araña; y el guerrero, en escorpión. En
“Ya la gente, los comuneros a nivel nacio- todos los casos se contravienen las prescripcio-
nal, donde hay comunidades, no depredan tanto nes del kametsa asaike o “vivir como gente”,
los árboles. Ya no es como antes, que están tum- que comprende el saber comportarse y el sa-
bando los bosques, no les importaba… La escue- ber dar y recibir. La generosidad es la base de
la de maestros bilingües nos ayuda a mantener la reciprocidad entre parientes, cuya variante
nuestra cultura, conservando los animales, ron- extendida, el ayumpari, constituye la red de in-
soco, sajino, venado. Hay que criar a los animales tercambio de bienes que todo asháninka busca
del bosque, en su granja natural”. conformar en su adultez.
No deja de sorprender la ausencia abso-
Los relatos de Casanto y la mitología asháninka luta de referencia a la cosmogonía asháninka
que concibe varios niveles en el universo, en
Aludir a la tradición oral es referirnos a relatos la que el cielo de un mundo es el suelo del si-
sobre hechos pasados, sea a través de mitos, guiente, tanto por encima como por debajo de
cuentos o fábulas, que se transmiten por medio la tierra que pisamos. Tampoco se encuentra
de la palabra, de generación en generación. En en los relatos señas de demonios que habiten
este sentido, no todos los relatos de Wilberto la superficie de la tierra, como mancoite y mi-
Casanto constituyen tradición oral, dado que roni, o bestias como el korinto. Solo aparece
una parte son en realidad reflexiones sobre su el incatonkona, demonio secundario pero muy
propia cultura y el devenir. En algunos de ellos, conocido en el imaginario amazónico peruano
se explaya acerca de las distintas prácticas de con el nombre de chullachaqui.
especialistas relacionados con la salud (taba- Resulta especialmente notable la ausen-
quero, curandero y brujo); en otros, se pregun- cia de Avireri, personaje mítico que, en su pe-
ta sobre el devenir de la Amazonía, cuestio- riplo, cargando a su nieto Kiri, es responsable
nando la ambición y codicia tanto de agentes de sucesivas transformaciones de humanos en
externos como de algunos asháninkas. animales. ¿Por qué los relatos de conversión de
Sin embargo, la mayoría de los relatos humanos en animales de Casanto se basan en
se caracteriza por presentar un hecho de con- la intervención del sheripiari o chamán-curan-
versión o transformación -muchas veces de- dero asháninka y no hacen mención a Avireri?
finitivo- de un asháninka a una forma animal. ¿Acaso esta ausencia es solamente parte de un
Generalmente, esta transformación es ocasio- olvido mayor propiciado por el abandono de las
nada por un brujo, a pedido de terceras perso- prácticas y creencias tradicionales asháninkas,
nas que actúan por envidia de la habilidad de la resultado, a su vez, de un forzado proceso de
persona en cuestión, o por haber tenido esta aculturación? Esta interpretación se sostendría

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en el hecho de que, mientras el actuar de los perturban la vida de Yayenshi y su gente. En
seres míticos se ha alejado en el tiempo (o se ambos casos, su respuesta consiste en huir,
ha menoscabado la conexión con ese tiempo interponer entre él y los invasores distancias
mítico), el poder del sheripiari o curandero as- enormes, cerros y abismos.
háninka está vigente, aún en nuestros días. En el episodio final, que es el que nos
Una explicación plausible proviene de interesa resaltar, aparece el curandero Pariom-
la propia mitología arawac. Recurrimos al mito beri quien, al tomar conciencia de tener mayor
del dios Yabireri y su cargado Yayenshi recogi- visión y, en consecuencia, mayor poder que Ya-
do por Renard-Casevitz entre los machiguenga. yenshi lo reta respondiéndole:
Fundamentamos esta elección en la similitud “Es verdad, ya no tengo poder, ya no
cultural existente entre machiguengas y ashá- puedo ver y asumir como antes, ya no puedo
ninkas, que cuentan con un origen y transcurso encargarme de lo que mi padre, hacedor de la
mítico común. Con divergencias menores, am- tierra y omnipotente, me confió. Ya no puedo
bos pueblos indígenas comparten la historia ver todo, solo veo y sé lo que hay en mi entor-
de Yabireri o Avireri, y el nieto que lleva a sus no. Ahora, tú serás yo”.
espaldas (“el cargado”, de nombre Yayenshi), Debe pues entenderse que, a partir de
el rencor y deseo de venganza de su hermana ese momento, el curandero asháninka asume
Pareni hacia el primero, por haber convertido las funciones de Yayenshi, entre ellas la con-
a sus hijos en diferentes especies de animales, versión de humanos en animales, lo cual se
y la trampa que ella le tiende -confabulada con corresponde con los reiterados episodios de
su esposo Kinteroni o Gran Armadillo- como re- transformación reseñados en los relatos de
sultado de la cual Yabireri - Avireri es confinado Wilberto Casanto.
a un lugar de donde no podrá salir. En este sentido, así como la larga vida
El relato mítico recogido por Renard- de Yayenshi da cuenta de las diversas incursio-
Casevitz continúa narrando la vida del nieto nes y presiones sobre el territorio que han ex-
de Avireri, “el cargado” o Yayenshi. Luego de perimentado los asháninka (andinos, blancos o
fracasar en su intento de construir una represa mestizos y yines), el episodio que resaltamos
para inundar la tierra, Yayenshi se convierte rá- señala el fin de las divinidades y sus grandes
pidamente, por “un soplo de poder”, en adul- poderes, reemplazados, siempre en un rango
to y puebla los alrededores de la gran laguna menor de poder, por los curanderos o sheri-
creada por él, con gente serrana. piari. En toda su extensión, la vida de Yayenshi
La existencia del nieto de Avireri está resume la historia asháninka; los relatos de Ca-
asociada a la aparición de otros pueblos. Pri- santo aluden al tiempo presente, en el cual los
mero son los blancos o Viracochas que salen curanderos mantienen parte del poder que sus
de la laguna; más adelante, son los yines que antepasados poseyeron.

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LOS ASHÁNINKA
c
JUAN PABLO SARMIENTO BARLETTI

El pueblo indígena que se autodenomina como ninka. La segunda razón es la dificultad de


asháninka, cuyos integrantes hasta hace poco saber exactamente cuántos miembros tiene
eran denominados externamente (y despecti- este pueblo, ya que los grupos asentados en
vamente) como campas, conforman una de comunidades nativas (los territorios titulados
las poblaciones indígenas más numerosa de reconocidos a los pueblos indígenas amazó-
la Amazonía peruana. El etnónimo asháninka nicos por el Estado peruano después de dé-
es un término plural inclusivo que común- cadas de lucha por parte de sus representan-
mente se traduce al español como ‘nosotros tes y aliados) reportan que diferentes grupos
los paisanos/parientes/personas’. Este término locales han dejado estos territorios para vivir
relacional se refiere a la humanidad de dife- en los bosques de, por ejemplo, la Reserva
rentes seres, con un rango que puede cubrir, Comunal Asháninka, o en las calles de los
dependiendo de las intenciones del hablan- pueblos y ciudades de la Amazonía peruana.
te, una familia nuclear, un grupo local ente- La gran expansión geográfica dentro
ro, todos los pueblos indígenas amazónicos, de la cual se encuentran aldeas asháninka es
y algunos animales, plantas, y espíritus que un claro ejemplo de la construcción histórica
fueron humanos en perani, el pasado en el de un pueblo. Aunque su territorio ancestral
que se sitúan las historias orales compiladas e se extiende por zonas de las tierras bajas de
ilustradas en este libro por Casanto y Macera. las regiones de Junín, Pasco, y Huánuco, que
Los estimados de su población en el conforman la selva central peruana, actual-
Perú, entre 50 000 y 80 000, varían por dos mente las comunidades asháninka también
razones principales. La primera es la variedad abarcan diferentes valles de la región Ucayali
lingüística y de algunas prácticas socio-cul- y del estado brasileño de Acre. Las diferen-
turales entre los grupos locales que común- tes locaciones y variaciones en organización
mente han sido considerados como ashá- social entre sus grupos locales son el resul-
ninka desde afuera. La diferenciación más tado de diferentes experiencias históricas de
obvia se observa entre los grupos asháninka violencia, colonización e interacciones con
y ashéninka, cuyos idiomas han sido recien- la sociedad nacional y con otros pueblos in-
temente reconocidos como diferentes por el dígenas. En las aldeas asháninka en las que
Estado peruano, luego de un arduo proceso he llevado a cabo trabajo de campo etnográ-
político por parte de representantes ashé- fico ,en los valles de los ríos Bajo Urubam-

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ba, Ene, y Tambo en los últimos once años, ficado entre la ‘tradición’ y la ‘aculturación’.
he encontrado gran variedad de prácticas Este es un reto analítico y de comprensión
alimentarias y económicas, cultura material, más profunda sobre la vida de estos pueblos
uso de los idiomas asháninka/ashéninka y que ha sido señalado por estudiosos de la
español, organización espacial del hogar, y Amazonía indígena peruana (ver Gow 1991).
prácticas medicinales, entre otros. Esta va- Aunque se hace imposible dar más
riación crea tal contraste entre diferentes co- detalles en este texto, el lector ya debe de
munidades asháninka que, para un observa- haber deducido lo difícil que se hace hablar
dor que ignore los procesos históricos detrás del pueblo asháninka de manera general. Sin
de estas variaciones, sería fácil concluir que embargo, dentro de sus marcadas diferencias,
sus grupos ocupan todo el continuo simpli- también encontramos conceptos comunes so-

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bre la moralidad y ética de la convivencia que el estado español se finalizó con la rebelión
unen a los miembros de estos grupos en las de Juan Santos Atahuallpa, una rebelión pa-
expectativas generales que comparten sobre namazónica e interétnica que libró la región
la conducta de aquellos que se consideran de una presión colonialista mayor hasta la
como asháninka sanori (‘asháninka verdade- entrada de las fuerzas del Estado peruano a
ro’. Ver Caruso 2012). Estas expectativas se fines del siglo XIX. Este reingreso se produjo
desarrollan en una estética de la moralidad y de manera oficial con la Colonia del Perené,
practicas éticas que, como dicen mis colabo- que fue otorgada a la Peruvian Corporation
radores asháninka, están basadas en lecciones en 1891 (ver Santos Granero y Barclay 1998),
que vienen de sus acharineite (‘nuestros abue- lo que inició un proceso de despojo legaliza-
los/antepasados’) comunes. Estas lecciones, do de territorios indígenas a favor de indus-
grabadas en las historias orales de las expe- trias extractivas (ver Sarmiento Barletti 2016).
riencias de sus ancestros, cargan en ellas un Históricamente, los grupos asháninka
corpus de sabiduría y empoderamiento para han experimentado dos momentos claves de
vivir vidas plenas hoy, pero también llevan violencia compartidos con otras poblaciones
advertencias sobre las transformaciones que indígenas y no indígenas de la Amazonía pe-
sufrieron aquellos que, por ignorancia, no las ruana. La primera es la llamada “época del
tomaron en cuenta en el pasado. Las histo- caucho” entre finales del siglo XIX y comien-
rias orales recogidas en este libro, muchas de zos del siglo XX, en la que grupos locales
las cuales aún se cuentan a niños y jóvenes fueron deshechos por una serie de correrías
en casas y cocinas a través del territorio ashá- en las que hombres indígenas y no indíge-
ninka, nos dan evidencia del origen de estas nas raptaban violentamente a personas in-
prácticas éticas y morales. dígenas para convertirlas en mano de obra
gratuita para la extracción del caucho y los
El pasado desde adentro y desde afuera servicios relacionados a esta industria (desde
Sabemos mucho, desde afuera, sobre la his- extractores de caucho hasta concubinas). La
toria del pueblo asháninka. Tenemos relatos segunda cubre la mayoría de la década de
escritos sobre los cambios y transformaciones los 80 y parte de los 90, en la que los gru-
que han experimentado desde las entradas pos locales asháninka participaron de dife-
de los misioneros franciscanos (y, en menor rentes maneras en la guerra interna iniciada
número, dominicos y jesuitas) desde finales en el Perú por Sendero Luminoso y el Mo-
del siglo XVI (ver Varese 2002: 38-81), y la vimiento Revolucionario Túpac Amaru (ver
subsecuente fundación de sus misiones en lo CVR 2003). Aunque oficialmente la guerra
que ahora se considera como la selva cen- terminó en el año 2000, el proceso de vio-
tral. El ingreso de estos misioneros tuvo ciclos lencia ha continuado de diferentes maneras
de aceptación en algunos casos, y de reac- en partes del territorio ancestral asháninka.
ciones violentas de parte de las poblaciones Sin embargo, al prestar atención a las
locales en otros. Esta época de contacto con narrativas históricas asháninka encontramos

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un conocimiento y contexto sobre el pasa- preexistentes. Como demuestran los textos
do más amplio e intrincado. El estudio aca- recogidos en esta compilación, el mundo
démico más completo sobre las perspecti- de hoy es lo que es por las transformaciones
vas Asháninka del cosmos y el pasado es el que se llevaron a cabo sobre seres Asháninka
clásico Campa Cosmology del antropólogo debido a las faltas o transgresiones sociales
norteamericano Gerald Weiss. El texto fue cometidas por ellos mismos. Estas van desde
escrito sobre la base del trabajo de campo no saber reciprocar o compartir, ser egoista,
etnográfico en lo que hoy es la comunidad robar, o actuar violentamente, y se llevan a
nativa de Otica, en el valle del río Tambo. cabo debido al poder de héroes miticos como
Weiss nos presenta testimonios de un pasa- Avireri, o por sheripiari poderosos, o por Katsi-
do de transformaciones en el que sus inter- rinkaiteri (el sol) el día en el que dejó la tierra.
locutores Asháninka siempre existieron (no Entonces, y demostrando la gran au-
fueron creados de la nada, como en los re- tonomía y agencia que los pueblos indígenas
latos orales de otros pueblos). Estas historias amazónicos entienden como la base de la
orales relatan cómo las diferentes decisiones humanidad, las transformaciones históricas,
que tomaron estos asháninka del pasado lle- entendidas “desde adentro”, no son simples
varon a que el mundo de hoy sea lo que es, imposiciones de parte de seres superiores,
desde los animales y plantas que existen en sino que se producen debido a los errores co-
el bosque hasta el proceso de colonización metidos por diferentes personas asháninka. El
sufrido. Es así que las historias orales Ashá- antropólogo Stefano Varese señala que, desde
ninka nos cuentan que los virakocha (blan- el punto de vista asháninka, “El error (…) es
cos) llegan al mundo por las acciones de un consecuencia de la ignorancia y la causa de
hombre asháninka, o que los mismos blan- la pérdida de la humanidad, la cual fue pri-
cos son dueños de grandes fábricas tras haber mordialmente transformada en animales. (…)
raptado a un poderoso sheripiari (especialista El error y la ignorancia de las normas [cul-
en el uso del tabaco y la ayahuasca, traduci- turales asháninka] son causas de perdición
do comúnmente como curandero), o que los real y simbólica. La consecuencia (…) es una
otros pueblos indígenas de la Amazonía pe- actitud esencialmente gnóstica: la sabidu-
ruana se originan en las plumas de un águi- ría salva; la ignorancia lleva a la perdición.
la antropófaga muerta por cazadores ashá- La sabiduría es, en esencia, el respeto por las
ninka en un punto del río Ene que hasta hoy normas culturales [asháninka].” (2002: 31)
se llama Pakitzapango (‘la casa del águila’). Por ejemplo, Avireri convirtió a sus so-
Visto así, en el mundo socionatural brinos en monos al encontrarlos robando sus
asháninka (socionatural por que no separa frutas; convirtió a guerreros muy violentos en
lo que las epistemologías occidentales califi- avispas y puercoespines; o a un hombre muy
can como lo ‘social’ y lo ‘natural’) no ocu- borracho, en una mosca asociada con el masa-
rren creaciones de la nada, sino que lo ‘nue- to. Como Weiss nos explica, todas esta trans-
vo’ son transformaciones de diferentes seres formaciones “sucedieron repentinamente (…)

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marcando la metamórfosis de un miembro de Río Ene. Llamémoslos mitos, cuentos o his-
los humanos originales (…) a ser el primer re- torias orales de sus antepasados comunes, los
presentante de una especie particular de animal textos en este libro nos presentan un mundo
o planta (…) o alguna característica del terri- en constante transformación. Esto nos puede
torio. (…) [La] población original [asháninka] ayudar a entender cómo los diferentes gru-
proporcionó el material con el cual se creó la pos asháninka han experimentado los pro-
mayoría de lo que hoy se encuentra sobre la cesos de cambio que llevaron a que se les
superficie de la tierra.” (Weiss 1975: 309-310) considere entre las ‘víctimas del progreso’,
En estos textos presentados por Casan- entendido como políticas de desarrollo basa-
to y Macera, encontramos a los ancestros y a das puramente en el crecimiento económico
un pasado común que hoy une a los diferen- por medio de la colonización de la Amazo-
tes grupos asháninka en una ética y morali- nía para la introducción de prácticas econó-
dad de la vida diaria. Esta ética y moralidad micas supuestamente más productivas que
son parte importante del corpus de sabiduría las de los pueblos indígenas (Bodley 1975).
que se les trasmite a los niños y jovenes as- Ahí radica la importancia de no solo
háninka de hoy, pero sus lecciones generales poder acceder a estos textos, sino también de
también informan acerca de proyectos polí- leerlos como más que simples cuentos y to-
ticos actuales como la proposición del Ka- marlos como una oportunidad para entender
metsa Asaiki (‘vivir bien’) de las comunidades de mejor manera las aspiraciones actuales del
organizadas bajo la Central Asháninka del pueblo asháninka.

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Bibliografía

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1975 Victims of Progress. California: Cummings
Publishing Co.

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2012  Being at the Centre: Self and Empire among
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Weiss, G.
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RELATOS

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El Bufeo
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Antiguamente, en la comunidad de Bufeo Pozo, vivía una chica a la que le gustaba siempre ba-
ñarse y lavar su ropa frente a un río. Nunca faltaba: cada mañana y tarde tenía que estar presen-
te. La señorita era muy bella, pero no sabía que en esa poza existía un bufeo, pez endemoniado
conocido por los nativos de la selva. El bufeo se había enamorado de ella y siempre la veía venir
a bañarse sola. Un día había una fiesta en la casa de la señorita y, como ella vivía a orillas del río
donde siempre se bañaba, y como la gente bailaba, gritaba y hacían mucha bulla, el bufeo, al oír
tanto sonido de la música, se animó a salir a la fiesta también. Como estaba muy enamorado de
la chica, a media noche apareció en la rueda, pero convertido en un gringo con una ropa muy
bonita. Tenía reloj de oro y unas gafas. La bella señorita se enamoró de él. Ambos se encontraron
y el bufeo se puso muy alegre. La chica les presentó a sus padres y familiares al joven que había
conocido.
Los padres, tíos y primos de la señorita invitaron al joven bufeo a tomar masato y, así,
pasaron hasta las 3 de la madrugada. El bufeo tenía que regresar al agua donde estaba su casa,
pero, como estaba muy borracho, se quedó dormido hasta el amanecer cuando se convirtió en
una boa grande. Las personas que estaban presentes se asustaron al ver al joven convertido en
una boa y buscaron palo para matarlo. Casi muere, pero sus padres lo salvaron de la muerte lla-
mando a un tabaquero para que lo curase. Al bufeo lo botaron al río, pero hasta ahora se lo ve
salir de la poza del río para ir en busca de su amada señorita. Por las noches es peligroso navegar
por aquel río.

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El Gallito de Roca*
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Esta es la historia del gallito de roca que vive en medio de la selva alta. Cuentan los asháninkas
antiguos que el gallito de roca antiguamente era un hombre muy mujeriego. Nadie sabía cómo es
que tenía varias mujeres y amadas. Cuando se iba a fiestas para tomar masato, le decía a su esposa:
“Usted no irás, yo me iré solo. No vaya a ser que alguien venga hasta aquí y se robe nuestras cush-
mas”. Decía esto, porque tenía una ropa de color negro con blanco, muy hermosa, que había tejido
su esposa. Y eso no era todo: el gallito era también muy guerrero, ágil y temido por sus enemigos.
Por eso, nadie lo podía vencer para matarlo, y nadie podía saber dónde vivía y qué comía.
Un día, sus amigos lo invitaron a la fiesta de cumpleaños de sus dos hijas y la gente que lo
odiaba se propuso matarlo esa noche, pero el gallito ya sabía de su intención. Por eso, para no ser
reconocido por sus enemigos, se pintó la cara con achiote y a medianoche ingresó a la fiesta sin
que la gente se diera cuenta. Cuando las señoritas vieron al joven hermoso con la cara pintada con
achiote, se rieron de él y varias se le acercaron, porque nunca habían conocido a un hombre como
el gallito, de hermoso parecer. Le invitaron masato de camote morado, pero él no lo tomaba. Lue-
go, vino la señorita violinista trayendo fruta del monte, pero tampoco la comía. La señorita Aurora
trajo su pacae y el picaflor traía néctar de las flores, pero tampoco tomaba. Entonces el chiguaquito
les dijo a las señoritas que no debían fastidiar más al gallito: “Puede ser que se moleste y nos pega”.
Ya casi de amanecida, cuando todos estaban borrachos, él empezó a tomar el masato. Se quedó
solo con las señoritas, porque todos los varones estaban muy borrachos. Fue ahí cuando el gallito
empezó a enamorar a cada una de ellas. Dicen que el gallito posee una planta mágica llamada ovay-
pini que actúa para ser querido por las mujeres.
Bebió todo el día con las mujeres y, llegada la noche, se encontraba muy borracho. Su espo-
sa lo esperaba en su casa, pero no había cuando regresara su esposo. Ella se fue entonces a buscar-
lo hasta llegar al sitio donde era la fiesta. Antes de llegar a la casa del montecito, miraba cómo las
mujeres abrazaban a su marido. Ella se molestó mucho y regresó a su casa triste.
Cuando los amigos del gallito se despertaron, lo vieron durmiendo abrazado de una seño-
rita. El padre de la casa fue corriendo a avisar al jefe de la comunidad y a dar castigo al gallito por
no saber respetar a su esposa. Cuando todos lo miraban, el gallito se despertó y se fue corriendo
en dirección del monte hasta llegar al cerro donde hay rocas y piedras, porque allí vivía. Cuando
la gente de su comunidad llegó, no lo encontró. Luego trajeron a un curandero adivino para ver

* Gallito de las rocas. Ver glosario.

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la suerte, y saber a dónde se había escapado y cómo se estaba escondiendo. De repente, cayó la
suerte en la roca allá arriba. Cuando divisaron a lo alto, vieron al gallito parado junto a su esposa
y a varias mujeres que eran sus cuñadas, con las que también convivía. Entonces se pusieron de
acuerdo para castigarlo convirtiéndolo en un ave que hasta hoy en día se ve: el gallito de roca, con
varias hembras a su costado. El macho podía estar hasta con diez a quince hembras, desde mucho
antes, cuando era persona.

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el viaje del Curandero
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En tiempos muy antiguos, vivía un curandero muy bueno con la gente de su comunidad. Un día
se enfermó y, antes de su partida, llamó a sus nietos e hijos para despedirse y contarles cómo
uno llega a hacerse curandero. Él no lo negaba. Él dijo: “Llegó la hora en que ustedes se quedarán
solos: yo los voy a dejar”. Pero uno de sus nietos le dijo: “Abuelo, ¿adónde vas a ir?”. Él dijo: “Yo
voy a volar hacia el aire porque ahí tengo otra mujer”. Sus nietos y sus hijos se quedaron calladi-
tos escuchando lo que contaba el abuelo curandero. También dijo: “Tengo un hijo que siempre
me cuida. Él me avisa lo que sucede o cuándo alguien va a llegar. Él se llama paucarcito”.
También les contó lo siguiente: “Yo había muerto y ustedes no me creían”. “Una vez
estaba muy grave de salud solo en mi chacra, porque me habían hecho una brujería. Solo por
descuido de mi familia, no me pudieron salvar la vida”. Ya siendo tarde cuando ya ocultaba el sol,
no soportaba el dolor punzante. Estaba ya agonizando, de tanto dolor me quedé sin respiración,
pero aún palpitaba mi corazón. Mis hijos se asustaron, creyeron que el abuelo ya había muerto
y llamaron a todos mis nietos para darme sepultura. Ya siendo de madrugada, hacía esfuerzos
por tomar nuevamente la respiración para abrir los ojos”. Según él contaba, era un sueño lo que
estaba viviendo. “Cuando miré, vi a mis hijos llorando, pero les dije que no había pasado nada
malo, que yo solo estaba durmiendo”.
Luego siguió: “Cuando me levanté, todos se alegraron al verme nuevamente con ellos”.
Les dije: “Yo no estaba muerto, pero los veía ustedes llorando. Mi esposa que vive en el aire me
mandó para calmar el llanto de ustedes”. El abuelo también contó cómo viajaba por el aire y era
llevado por tigre blanco que tiene candelas. Era como su caballo, lo montaba. Contó que allá
arriba no lo necesitaban, que tuvo una opción más de seguir viviendo en esta tierra con sus hijos
y amigos que lo rodeaban, que debía seguir ayudando a sus enemigos porque a él le quedaban
días.
Sus nietos oían bien lo que les decía su abuelo: “Ustedes deben portarse bien, y obedecer
a sus padres y hermanos para que vivan felices y así nadie los moleste”. Les dijo: “Cuando subí
al cielo, vi a unos hombres sufriendo a causa de sus pecados”. Contó también que se dijo a sí
mismo: “Yo tendré que aprender a valorar y ayudar a mis amigos para que, si algún día muero,
no tenga que sufrir como aquellos hombres”. Gracias al hombre curandero, aprendemos cómo
debemos amarnos entre personas para vivir en paz.

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señora Aurora (Erotzi)*
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Cuenta esta historia que, en tiempos antiguos cuando existían seres humanos no civilizados,
vivía una familia asháninka muy lejos de una comunidad. Así surge la historia de una señorita
asháninka llamada Erotzi. Era una mujer inteligente, trabajadora y muy hermosa. Todos los jó-
venes se enamoraban de ella porque tenía un secreto para atraerlos como si fuera un imán. Ese
secreto era una planta piripiri llamada erotzivenqui, nombre que lleva en honor de Erotzi.
Cuando llegó el día de su boda, preparó gran cantidad de masato para invitar a sus fami-
liares y amigos, y celebrar. Y, como nunca faltan personas con malas intenciones, en este caso
por la envidia que producía la hermosura de aquella bella mujer, llegó un brujo malagüero para
ver cómo se realizaba la fiesta de matrimonio de Aurora, convertido en una mariposa hermosa
de bellos colores. Cuando Erotzi vio la mariposa, la agarró y la colocó en una canasta que luego
encerró en su casa.
Luego de algunas horas, Erotzi sintió un escalofrío y un dolor de cabeza inmensos, y llamó
a su enamorado para que la cuidara. Mientras, sus padres no se percataron de lo que ocurría con
su hija Aurora y su próximo yerno. Cuando todos se emborracharon, se quedaron dormidos. En
ese momento, el brujo Shabeta se convirtió en persona, para luego convertir a los dos amantes
en loros, y así condenarlos a vivir lejos de su hogar.
Por eso, cuando una persona ve a la Aurora, ella tiene hermosos colores y es una hablado-
ra, y nunca deja a su novio. Siempre andan juntos los dos, porque desde mucho antes eran bue-
nos enamorados. Dicen que los asháninkas usan esos secretos de la Aurora llamados erotzipini
para enamorar a las mujeres, también a los varones.

* Loro aurora (Amazona farinosa).

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La Pesca del Tuyuyo
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“Érase un día de verano soleado por los rayos del sol. El cielo era hermoso con sus colores
azules que reflejaban en el río selvático”, contaba mi tío Timbuche. Mi tío Timbuche era
muy querido en mi pueblo por sus consejos y cuentos que nos contaba cuando dormía-
mos en la playa del río Palcazu en plena noche de luna llena. Él nos llevaba para pescar y
buscar la vida diaria. Decía: “Cuando uno pesca de noche se jala más que de día porque el
pescado no te ve”.
Cierta vez mi tío Timbuche se fue a pescar solo llevando sus anzuelos y el empate
para el zúngaro. Agarró su morral y la canasta, y los colgó de su hombro. Se fue rumbo al
río con el machete en la mano e incluso su flecha y desató su canoíta de moena carcomida
por el comején. Llegando a la playa río abajo, hizo una fogata para espantar al zancudo y
a los mosquitos que molestan al pescador.
Se sentó sobre una piedra mascando su coquita y su chamairo, que suelen usar
los pescadores para espantar al tunche y luego sacar la suerte. Según ellos, tienen por
costumbre jugar a la suerte de la vida para ver cómo les iría la noche de pesca. Su coquita
estaba muy dulce. Él decía: “¡Muy bien!, tendré qué pescar”. Lanzando su primera cuer-
da jaló un zúngaro mediano; se puso a ahumarlo para comer con su yuquita asada, pero
no se dio cuenta de que venían más garzas convertidas en señoritas trayendo también
pescados. El tío pensando se quedó tranquilo al ver bellas y hermosas mujeres. Él decía:
“Aquí no hay mujeres, ¿de dónde han aparecido estas?”.
Cuando el tío Timbuche se sintió enamorado de una de ellas y empezó a fastidiarla
coqueteando hasta convencerla, la señorita garcita lo aceptó como esposo. Luego de
tanto amorío, se entregó a sí mismo. Ya siendo la hora de la madrugada, las bellas damas
se despidieron del tío Timbuche. Cuando todos se fueron, él se quedó solo pensando
en que había tenido relaciones con la señorita garcita y la había aceptado como esposa
porque su pensamiento estaba en ella. De pronto sintió fiebre y escalofríos, y temblaba
de miedo, pero no se daba cuenta de que a su cuerpo le estaban saliendo plumas blancas
como la garza. Al ver su cuerpo todo blanco, se avergonzó y dijo: “¿Cómo voy a ir ahora a
mi casa? Es mejor que me quede a vivir aquí en la playa y así pueda bañarme a cada rato
y estar cada vez limpio”. Su verdadera esposa lo estaba esperando en su casa: “¿Cuándo
llegará el tío Timbuche con el pescado?”. De tanto esperar, se fue de mañana en su busca

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por el río. Cuando miró allá lejos, reconoció a su esposo: estaba ahumando su pescado
junto a varias señoritas. Ella se asustó al verlos juntos y a él transformado en ave. Su es-
posa le gritó. El tío, al ver a su esposa, sintió vergüenza, y se fue volando transformado
en garza. Dejó su pescado en la playa para no volver más junto a su esposa y a su familia.
Ya convertido en ave, llora por sus hijos. Así, en verano, se lo escucha llorar. Dicen
que cuando llora el tuyuyo los vivientes de la selva hacen pasar la saliva raspándose el
cuello, para poder comer el pescado con facilidad como la garza. Le dicen tuyuyo porque
en honor a su garcita le dice: “Tú y yo somos amantes, pero no eres mi esposa”.
Hasta hoy se los ve en los ríos de la selva rodeados de pequeñas garcitas. Dicen
que es muy querido y tiene un secreto: matándolo se le saca el huesito derecho y por el
huequito se echa una pusanguita para atraer a bellas mujeres. Solo con el silbido las mu-
jeres caerán rendidas hacia el hombre que hace este secreto.

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El Cóndor Selvático y sus Amigos
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Cuenta la historia de nuestros antepasados que, cuando el cóndor y el gallinazo eran humanos,
eran unos hombres muy guerreros, desde el abuelo hasta sus tataranietos. Expertos en la guerra,
ágiles y veloces, nadie los podía ganar. Una vez, al gallinazo, que tenía varias hijas, uno de sus yer-
nos que se creía el valiente le dijo: “Suegro, tengo una chacra para quemar y no tengo tiempo. Si tú
amas a tu hija, hazlo por ella, pero empieza a quemar por el medio de la chacra”.
El yerno había planeado esto solo para matar al suegro gallinazo, pero como el gallinazo
tenía piripiri, ya sabía lo que su yerno estaba queriendo hacer con él y le dijo: “Yo iré contigo, yo
quemaré más arriba y tú más abajo”. Ambos aceptaron. Cuando el gallinazo se fue arriba, se pintó
con carbón todo el cuerpo, pero su yerno no se dio cuenta. El gallinazo dejó, además, su cushma
colgada sobre una rama seca simulando ser él y se fue corriendo al canto de la chacra para quemar.
Sacó varios copales para hacerlo mejor y se fue corriendo por las esquinas de la chacra. Cuando el
yerno miró hacia arriba, vio al gallinazo parado en un palo seco, pero, en realidad, solo era su cush-
ma. Se alegró mucho y se dijo: “Por fin he matado al guerrero gallinazo”. No se había dado cuenta
de que él mismo estaba rodeado de candela. Quiso escapar, pero ya no tuvo tiempo. Empezó a
subir por un palo alto, pero este se quemó. El gallinazo se rio mucho de su yerno y pensó: “Ahora lo
comeré: invitaré a mis familias y a mi amigo el cóndor”. Cuando ya se había acabado el fuego de la
chacra, se fue despacio por un palo hacia donde estaba parado su yerno. Cuando lo vio ya muerto,
se alegró riendo y se fue a su casa para traer yuca asada y empezar el banquete.
Cuando su amigo el cóndor estaba en las alturas de un cerro, porque tenía su casa ahí, vio que
su piripiri se dirigía hacia abajo y se dijo: “Algo está pasando”. Entonces, empezó a chacchar o adivinar
la suerte con su coquita. Esta cayó en su amigo el gallinazo y se dijo: “Iré, puede ser que algo esté
sucediendo con mi amigo”. Cargó su morral y se puso en camino. Cuando llegó, sintió la alegría en el
lugar. El gallinazo y sus hijos lo invitaron a pasar. Él les dijo: “Del cielo cayó muerto” y ellos se rieron:
“Ji ji ji ji”. Entonces el cóndor dijo: “Yo empezaré con la presa, porque me gustan los ojos; comeré
luego las tripas”. El gallinazo aceptó. Cuando vino el cóndor para ver la presa le dio un picotazo en el
ojo, que se reventó y le mojó el ojo del cóndor. El cóndor gritó desesperado: “Se va a reventar mi ojo”.
Desde ese momento, su ojo se volvió blanco y sus amigos se reían de él. Luego todos empezaron a
comérselo al yerno del gallinazo. Cuando la gente oyó sobre la muerte del yerno del gallinazo y que
su suegro se lo había comido, los comuneros del lugar se molestaron, se quejaron con un tabaquero
malero para que, en secreto, desaparecieran a las familias del hombre gallinazo y del cóndor.

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Sin embargo, un brujo dijo: “No los podremos desaparecer, mejor los convertimos en aves
para que limpien nuestro monte”. Así, invitaron al gallinazo y sus familiares a una fiesta para tomar
masato. Cuando ya todos estaban borrachos, sin que se dieran cuenta, entró el brujo con su masa-
to ya preparado con remedios para convertirlos en aves. Cuando tomaron, sentían que les salían
plumas y sentían vergüenza. Se pasaron la voz entre ellos, pero ya era demasiado tarde porque ya
todos habían tomado el masato. De vergüenza corrieron y otros se echaron a volar convertidos en
aves. Por eso, hasta nuestros días, cuando hay, vemos al gallinazo junto al cóndor comiendo muer-
tos en el bosque o en las orillas de los ríos.

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La Araña
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Esta es una historia asháninka.


En tiempos remotos vivían una abuelita y su nieta. La abuelita era maestra tejiendo bue-
nos morrales, cushmas y bandas, para venderlos a sus paisanos. Su nieta trabajaba junto a ella y
aprendía los trabajos propios de una mujer: hilar, tejer cushmas y otras cosas más.
La gente de su pueblo la envidiaba por los bellos colores y tejidos que hacía. Cuando una
señora se iba para decirle que le enseñara, ella se negaba. Solo confeccionaba sus telas o cush-
mas por las noches. Cierto día, una señora se fue de noche junto a su esposo a visitarla para ver
qué hacía y cuál era el secreto de cómo aprendió a tejer la cushma. Al verlos, la abuelita se escon-
dió en una poza donde había muchas arañitas. Ella tenía unas plantas y secretos para manejar
bien los colores y así ganar dinero. Cuando los esposos la llamaban, ella no respondía: se metía
más al fondo para no ser vista. Un día, estos esposos se fueron a quejarse donde los tabaqueros
o curanderos que usan el ayahuasca para ver cómo es que la abuelita tenía bellos trabajos y po-
seía poderes sobrenaturales. Los tabaqueros llegaron y cuando encontraron a la abuelita, esta
se avergonzó porque no quería decir la verdad. Entonces, los ayahuasqueros se enfurecieron.
Tomando su planta secreta hasta quedar borrachos, hicieron convertir a la abuelita en una araña.
Pero eso no quedó allí, gracias a que la abuelita enseñó a su nieta a tejer la cushma y confeccio-
nar telas.
Hoy en día, poco se ve ya en las comunidades nativas a las mujeres tejiendo o hilando: se
están olvidando de nuestros antepasados. Dicen que, cuando una mujer está tejiendo una cush-
ma o hilando, viene una arañita a su lado y sin darse cuenta está en el algodón. Es un secreto que
te puede ayudar a tejer fácilmente.

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el Tabaquero y el Curandero Brujo
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El tabaquero es una persona que cura y hace maldades. Al beber su tabaco chacchado, se con-
vierte en tigre por las noches para llevar a cabo sus fechorías engañando a la gente. Su curación
no hace mucho efecto; por eso, engaña.
El curandero es una persona que realiza trabajos por el bien del ser humano. Su mayor
trabajo es curar a las personas que los brujos enferman. Los curanderos mejores también pue-
den convertirse en tigres, para vencer a un brujo que los enfrenta. Ellos lo hacen con la finalidad
de combatir al tabaquero brujo y sanar a la persona enferma.
El curandero bueno sana al enfermo con vegetales, chupando el lugar del cuerpo donde
una persona siente el dolor causado por el brujo. Cuando el curandero se duerme, ve en sueños
al brujo haciendo maldad a la persona. Entonces, el curandero se enfrenta con el brujo malo que
hace maldiciones y lo vence hasta matarlo.
Cuando el curandero bueno toma sus hierbas y sopla al aire, el poder de las estas puede
convertirlo en una boa. Es ahí donde se le conoce si es un curandero bueno o no, porque los ashá-
ninkas creen que los buenos curanderos se convierten en tigres y los curanderos malos o brujos
se convierten en boas o lechuzas, aves endemoniadas.

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el Grillo Shiri Shiri
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La selva profunda tiene sus misterios que nadie puede creer, como el del grillo shiri shiri. Dicen
que, cuando era persona, era muy guerrero y que cuando llegó a la ancianidad lo dejaron solo
porque ya no tenía fuerza y había perdido la agilidad .
Por eso, se sentía triste y se decía: “Aquí me matarán, mis amigos me llevarán”. Pero él
no se quedaba así, tenía todavía un secreto para escapar y salvarse. Un día, cuando se sentía
solo, llegó su amigo, un gran jefe. Dicen que era el jefe de la paz y estuvo conversando con el gue-
rrero shiri shiri para poder sacarle el secreto de cómo ganaba muchas guerras entre sus paisanos.
Pero el shiri shiri no avisaba, solo decía: “Shi shi shi”. Por eso, la gente de la comunidad lo llamó
shiri shiri. Cuando seguían conversando, el guerrero se estaba transformando de vergüenza: sus
manos y sus pies le crecían, y se estaba partiendo; sus ojos se salían por encima. Se fue corrien-
do a la casa y se metió en las hojas de palmiche. Lloraba: “Shi shi shi”. Entonces, el jefe lo llamó,
pero, como no contestaba, se fue corriendo a dar aviso a los comuneros.
Cuando volvieron, ya no lo encontraron. Lo esperaron toda la noche y solo escuchaban
que lloraba sobre las hojas secas. Ellos dijeron: “Este hombre guerrero se perdió: el grillo se lo
llevó”. Cuando consultaron con un tabaquero, este dijo: “Se lo llevó una bruja que vivía en la casa
y lo convirtió en un grillo; por eso, vemos en la casa sobre las hojas al grillo shiri shiri. También
escarba en la tierra llevando comida para hacer daño a las personas, porque su esposa es una
bruja que también hace daño”. Es así como fue y nunca más se vio al hombre guerrero llamado
shiri shiri.

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el Quirquincho viejo
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Antiguamente cuando el quirquincho era persona ya de avanzada edad, ninguno de sus amigos
lo quería porque era viejo y no se divertía como cuando era joven, yendo de fiesta en fiesta,
animando y tocando su quena, haciendo bailar a la gente de su pueblo. Un día el joven venado
organizó la fiesta de cumpleaños de uno de sus hijos e invitó a todos los animales del monte.
También decidió invitar al quirquincho, que era su amigo del alma desde que se conocieron. Al
encontrarlo, “hola”, dijo el quirquincho, todo triste y con voz baja.
- “¿Qué te pasa?”, dijo el joven venado.
- “Es que me pongo triste y me da pena al saber que mis amigos se han olvidado de mí y
nadie me recuerda”, respondió el quirquincho.
- “¿Por qué dices eso?”, contestó el joven venado.
- “Porque es la realidad -dijo el quirquinch; cuando yo era joven, todos me querían, pero
ahora que ya estoy viejo, todos me odian y se burlan de mí, y me han dejado solo”.
- “No digas eso” -dijo el venado; yo estoy aquí, soy tu amigo. Tú sabes que nunca voy a
dejarte y por eso te busco para invitarte a mi fiesta”.
- “Discúlpame, mi amigo” -dijo el quirquincho-. “Yo ya no soy como antes. Todos se van a
burlar de mí”.
- “Yo sé que te vas a divertir” -dijo el venado.“¡Vamos! Anímate. Tú tocas muy bonito la
quena; así harás llorar a las mujeres y nos puedes acompañar en eso”.
- “¿De veras?”, preguntó el quirquincho.
- “Sí, yo sé que tú puedes”, respondió el venado.
- “Está bien, vamos”, aceptó el quirquincho.
Los dos amigos se fueron por el camino, andando por el monte y llegaron a la casa del venado
donde estaban reunidos todos los animales de la selva esperando al venado para dar inicio a la cere-
monia de la fiesta. A lo lejos, vieron venir al quirquincho viejo. Cuando se acercaba más para entrar a
la casa, todos se burlaban de él, pero el joven venado los tranquilizó para que no hicieran más escán-
dalos ni se burlaran del quirquincho. Cuando inició la fiesta, el joven venado dio la bienvenida a todos
e invitó a su amigo el quirquincho a tocar su quena. Cuando lo oyeron tocar, algunos de los presentes
se pusieron a llorar. Así es como empezó la fiesta y continuó hasta el amanecer: todos empezaron a
bailar y a disculparse por haberse burlado del quirquincho. Este perdonó a todos por haberle faltado
el respeto. Al día siguiente, el quirquincho se fue junto con todos sus amigos a vivir en el bosque de la
selva, gracias al joven venado que organizó la fiesta.

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el Arte del Pájaro Carpintero
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Es maravilloso ver y conocer estas famosas y bonitas piedras labradas, como si fueran hechas por
las artes de una persona que labra en piedra. Un día fui hacia los ríos de la selva por el Chinchihuan,
río arriba. En la cabecera de este río, existe una laguna grande llamada Kuka. Mi abuelo y yo fui-
mos de paseo. Para llegar a ese lugar teníamos que caminar dos días a pie lento. Antes de partir,
mi abuelo contaba cómo era esa maravilla y nadie le creía.
Un día nos pusimos de acuerdo para pasear y hacer una aventura solo los dos: los demás
temían por los bosques, culebras, isulas, etc. Agarramos nuestra yuquita y plátano para nuestro
fiambre. Mi abuelo decidió llevar fariña y coquita dulce acompañadas con su traguito para el mal
aire. Así, nos internamos en el bosque profundo de la selva con la esperanza de llegar a conocer
aquella laguna encantada. Dicen los asháninkas que si alguien entra en ella jamás volverá. Noso-
tros no teníamos miedo y con la esperanza de volver nos fuimos. Luego de un día de camino, lle-
gamos un poco cansados y nos quedamos dormidos en la aleta grande de un árbol. Por la mañana,
seguimos nuestro rumbo y ya siendo de tarde, cuando cantaba el yumigururu, mi abuelo dijo: “Ya
debemos preparar la cama para dormir y tener mucho cuidado porque el tigre nos puede comer”.
Así, amanecimos otro día sin novedad, con ese calor de verano tranquilo enfocado por los rayos
del sol. Mi abuelo dijo que ya faltaba poco para llegar.
Cuando presenciábamos las miradas de las aves y las huellas del jaguar y el canto del paujil,
escuchamos ruidos de loros, carpinteros y monos. Mi abuelo decía que los animales aquí en esta
selva virgen trabajan como si fueran personas. Nos acercamos despacito con cuidado por los rep-
tiles que nos podían causar daño, nos subimos en una piedra rocosa también con cuidado de que
nadie nos vea y nos fijamos allá a lo lejos en esa laguna Kuka. Vimos que era muy hermosa, llena de
piedras hermosas y grandes con escrituras o dibujos encima de la piedra, y unos pájaros carpinte-
ros picando la piedra. Mi abuelo decía que las aves carpinteras tenían un secreto: “Mira cómo pican
la piedra y luego se van a un árbol para sacarle a su pico un poco de filo y seguir con su trabajo”.
Nadie puede creer cómo es que un ave mediana, pero con un pico fuerte labra la piedra y hace su
nido para poner sus huevos y criar a sus pichones en los palos o troncos secos. Quien se aprovecha
de él es el pájaro tucán o el loro. Sin trabajar, ellos se roban la casa del pájaro carpintero.
Los asháninkas en este pueblo dicen que el carpintero tiene un secreto que hasta ahora
nadie ha descubierto, nadie, ni los científicos solo nuestros antepasados como los incas. Los cien-
tíficos no nos conocían, como vemos en las escrituras grabadas aquí en la laguna Kuka.

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Madre del Paujil
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Cierta vez, un cazador llamado Shanti se fue a cazar caminando dos días por el bosque muy lejos
de su casa llevando su escopeta, coca y traguito, herramienta de un cazador atrevido. Shanti
tenía cinco hijos y no tenía esposa. Por esa razón, no paraba mucho en casa y más se internaba
en el monte para cazar aves y animales para alimentar a sus pequeños hijos que se quedaban
estudiando al cuidado de su hijo mayor. No quería que nadie lo acompañara. Cuando se iba a
cazar, se iba solo y regresaba al tercer día cargado de carne ahumada. Un día, cuando se fue a
un lugar preferido de caza donde encontraba muchos paujiles, perdices y venados, a mitad de la
tarde, por el camino vio a un paujil. Le disparó con una escopeta y el ruido hizo escapar a muchos
otros paujiles Se dijo para sí: “Iré por la orilla del riachuelo, porque ya se hace tarde”. Se sentó
sobre una piedra grande chacchando su coca y tomando su traguito de clavo huasca. Cuando de
pronto se alistó para seguir su camino, miró río arriba y vio una linda señorita con un paño rojo
en la cabeza y una cushma negra. El cazador se preguntó: “¿Quién será? Aquí no hay chacra ni
casa”. El cazador conocía bien el bosque y nadie vivía muy lejos del pueblo, solo los cazadores.
Él no tuvo miedo y se acercó para saludarla. Cuando la señorita lo vio, se sonrió. Entonces, el
cazador Shanti le preguntó qué hacía, a lo que ella contestó que estaba lavando. El cazador le
preguntó dónde vivía y ella respondió: “Allí arriba. Todo esto es mi chacra, y allí viven mi papá y
mi mamá, y yo vine sola aquí.” Entonces, el cazador, pensó: “Yo estoy aquí hace años y nunca he
visto familia aquí”. No sintió miedo y siguieron conversando. La señorita le preguntó: “¿Tú hiciste
un tiro allá abajo?”. El cazador contestó: “Sí, yo maté un paujil.” La señorita dijo: “El paujil es mi
gallina. Yo crío mis animales también”. Entonces el cazador le dijo: “Ahora voy a morir porque yo
vi a la madre del paujil”. La señorita le dijo: “Yo siempre te he visto por aquí solo. ¿Tienes tu mu-
jer?”. El cazador respondió: “¡No!”. Así, la señorita se enamoró de Shanti. Los dos conversaban,
pero el cazador pensaba que no era una persona verdadera, sino una fantasma. Poco a poco él
se iba acercando a la mujer y quiso besarla, pero dudó. No se había dado cuenta de las horas. Iba
atardeciendo, la luz del sol en el bosque se ocultaba. Entonces la mujer le dijo a Shanti: “Tengo
que irme a mi casa. Cuando vuelvas nos conoceremos más, pero no cuentes este secreto que has
visto”. El cazador dijo: “A nadie le contaré”. Y ella añadió: “Por el camino encontrarás un venado,
pero no mates más de lo normal”.
Se despidieron los dos amantes. Del bosque el hombre regresó pensativo, porque se ha-
bían enamorado los dos. Cuando estaba ya por llegar a su casa, en una loma, vio parado a un

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venado, lo mató y luego lo llevó al hombro. Llegando a su casa, sus hijos se sintieron felices al ver
a su padre trayendo carne y paujil. Todos comieron con alegría tomando su masato. Al tercer día,
Shanti regresó como siempre al lugar del encuentro. Cuando llegó, se encontró con su amada de
siempre, pero él no sabía que era madre de las aves y del paujil. Ella le dijo: “Vamos a mi chacra”.
Los dos se fueron. Cuando el cazador miró hacia atrás, vio muchos paujiles que los seguían. La
mujer le dijo: “Yo los crío así como ustedes crían a sus animales. Yo te los puedo dar, pero no
mates mucho porque yo me molesto. Si alguien me roba demasiadas aves, hasta pueden morir”.
Entonces él comprendió que la mujer no era una verdadera persona, sino un paujil convertido en
mujer.
Pasado mucho tiempo, un día, sus amigos lo invitaron a una fiesta y le dieron de tomar
mucho masato para poder saber su secreto: cómo es que cazaba tantas aves y animales, que no
dejaba nunca con hambre a sus hijos. Cuando Shanti se emborrachó, contó todo lo que había
visto en el monte y de quién estaba enamorado. Es así como avisó su secreto. Cuando ya se había
sanado se fue otra vez a cazar, pero ya no encontró a la mujer como antes. Entonces se fue a el
sitio de siempre por última vez y ella le dijo: “Contaste todo lo secreto. Nunca más me verás”.
Los dos se despidieron y cuando Shanti regresó a su casa se enfermó hasta morir, porque había
visto a la madre del paujil.

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el Sajino
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Cuentan la historia de un hombre que vivía en la profundidad espesa de la selva, en una quebra-
da llamada Huangamayo. Él era un hombre muy cazador y muy preparado para la guerra. Nunca
dejaba las flechas y su cuchillo para defenderse de sus enemigos. Un día este hombre soltero
se enfermó y nadie lo venía a ver porque no tenía familia. Sus padres habían muerto antes en la
guerrilla que hubo entre sus paisanos.
Cierto día antes de morir, paseó por las orilla del río tomando agua. Él decía: “Cuando yo
muera, no tendré más sed”. Ya cerca del atardecer cuando se ocultaba el sol, se fue por última
vez al río y, sobre una piedra, se paró para tomar agua. Vio a lo lejos venir a una señorita bonita
con cabellos largos. Él dijo: “Esta será mi suerte y me casaré con ella”, pero aquella mujer era
la hija de un brujo que venía a pedirle agua a cambio de su masato para luego convertir al joven
en un sajino. Conversaron largo rato. El joven estaba muy enamorado de la señorita, pero pre-
sentía que algo le iba a suceder. Poco a poco iba sintiendo una comezón en el cuerpo como si le
echaran agua de pituca. El joven se rascaba en la piedra y la chica se reía de él. Entonces el joven
se avergonzaba porque se sentía medio raro y a la vez le estaban creciendo los pelos como de
sajino. Se fue más arribita para tomar agua y sentirse mejor. En cambio, vomitó todo lo que había
tomado. La bella mujer le llamó gritándole que no haga eso. Pero, con la vergüenza que él tenía,
se convirtió en una piedra y quedó con la forma de un sajino que botaba agua por la boca. Hasta
hoy se ve esa piedra sobre la quebrada llamada Huangamayo.

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la laguna Encantada
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En mi selva profunda existe una laguna encantada. Muy cerca de ella pasa el camino que va hacia
el pueblo. Todas las personas transitan por aquel lugar solo hasta las 4 de la tarde, porque dicen
que pasada la tarde o por la noche se escuchan ruidos, llantos, alegrías, y hasta gritos y cantos
de aves como gallos, gallinas, caballos y la música de los nativos asháninka tocando tambores y
quenas. Dicen que ellos danzan dentro del agua. De lejos se los oye claro, pero cuando uno se
acerca cambia y el sonido se vuelve borroso. Cuenta la historia que antiguamente aquella laguna
era una comunidad asháninka guerrera que estaba situada en el cerro más alto de la montaña.
Vivían en ella solo familias guerreras a las que nadie podía vencer.
Un día llegó a la comunidad un guerrero tabaquero muy aguerrido disimulando ser un
mendigo. Para conocer el secreto de las familias guerreras ingresó en la comunidad. Al verlo, la
gente se burlaba de él y no le daba alimento. El aguerrido tabaquero, ante el desprecio de las
personas, se fue y se acostó debajo de un árbol conocido por ser el más poderoso de todos.
A media noche, el visitante sacó una cáscara de ese árbol y la machacó en la cabecera
del riachuelo que pasa en medio de la comunidad. Los guerreros de la comunidad no se dieron
cuenta pues dormían. En ese lugar realizó unas peticiones a la naturaleza para que la comunidad
guerrera fuese destruida o castigada. Así, de pronto, empezó un viento fuerte, lluvias, relámpa-
gos y truenos, casi hasta el amanecer. Mientras que los guerreros dormían felices, no se dieron
cuenta de que estaban siendo castigados por un tabaquero con una inundación. Así, se puede
ver el poder del aquel árbol mágico. Comenzaron a reventar los riachuelos hasta formar un río
grande y luego a quedar como una poza grande. La gente se dio cuenta cuando ya estaba rodea-
da de mucha agua. No podían salvarse; empezaron a gritar y a llorar, pero nada tenía salvación.
Perdieron todos sus animales, porque fueron castigados por un curandero guerrero. Des-
de mucho antes y hasta hoy, se escuchan lamentos y alegría que salen de aquella laguna. Dicen
los vivientes que el jefe de aquella comunidad perdida es visto convertido en un huasaco grande.
En aquella laguna abundan peces grandes y chicos, y cuando uno pesca en ella, se oye cantar al
gallo y, en medio de la poza grande, el rugir del tigre.
A ese lugar se debe ir entre varios amigos porque, si una persona va sola, se la lleva la la-
guna cuando empieza a rebalsar con ayuda de la boa hipnotizadora y nunca más vuelve a su casa.

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Jóvenes convertidos en Aves
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Érase una vez un tiempo cuando todos vivían en felicidad y alegría, y todo lo bello que existía
era misterioso y nadie sabía cómo existía belleza en cada persona -más aún en los indígenas de
mi pueblo-. En tiempos antiguos, cuando las personas jóvenes y señoritas crecían, no ayudaban
a sus padres en los quehaceres de su chacra ni las señoritas en los de sus casas. Cuentan así los
asháninkas del Perené, la tierra donde nací y crecí.
A los tabaqueros no les gustaba la desobediencia de estos jóvenes y señoritas. Los des-
obedientes eran conocidos por todos los jefes y comuneros. Solo les gustaban las fiestas o la ma-
sateada. Estos son los nombres de los jefes de la pandilla desobediente: Opempe, Ovay, Chaka-
mi, Pishitzi, Chorito, Sovake, Tsonkiri. Todos estos jóvenes no querían trabajar: querían mantener
su hermosura sin ser quemados por el sol. Por eso, los padres de estos jóvenes se quejaron ante
el sheripiari para que castigue a sus hijos en secreto sin que nadie se diera cuenta. Hicieron una
fiesta para que fueran a divertirse. El sheripiari tenía un brebaje listo para invitarles. Cuando
oyeron la música, empezaron a salir uno por uno a divertirse, pero no se daban cuenta de que el
sheripiari les invitaba un masato mezclado con hierba mala. Así, cada uno de estos jóvenes fue
convertido en ave sin perder su hermosura. Hasta hoy vemos estas hermosas aves en mi selva,
quienes por desobediencia a sus padres fueron castigadas.

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la Casa del Tigre
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En tiempos muy antiguos, vivían los asháninkas lejos de las comunidades; algunos vivían en la pun-
ta de los cerros, dicen, para no ser atacados por diversas enfermedades. Cuentan la historia de un
hombre llamado Yompiri, que vivía en Boca Tigre, en las alturas del río Perené. Cierta vez cuando
ellos salían de paseo para ir a la reunión de su comunidad, no sabían de la desgracia que les iba
a suceder en el río que era muy caudaloso y que, a sus costados, estaba cercado por la inmensa
roca: nadie podía escapar. Allá en la altura, vivía el tigre, pero ese tigre no era verdadero, sino que
era un tabaquero que se convertía en animal para comer a las personas que pasaban por ahí.
Un día la comunidad se puso de acuerdo para ver cómo podría matar a ese animal que es-
taba acabando de matar a todas las personas. Uno de ellos, que era un tabaquero muy atrevido y
valiente, dijo a todos: “Yo pelearé y emborracharé al tabaquero para así encerrarlo en su casa que
es la roca”. Entonces este tabaquero bueno tomó su ayahuasca para ir a pelear con el tabaquero
tigre. Cuando llegó, el tigre le dijo: “¡Hola cuñado, ¿qué tal?, ¿cómo estás?”. “Yo, aquí bien, he ve-
nido para hacer una apuesta contigo”, dijo el tabaquero bueno. “¡Ya, bien!”, dijo el tigre. “Si me
ganas, nos iremos a tu casa”, le dijo. Como el tabaquero bueno ya tenía ese conocimiento, empe-
zaron a tomar y fumar su mapacho hasta que el hombre tigre se emborrachó bien y no se daba
cuenta. Entonces, el tabaquero bueno aprovechó ese instante para encerrarlo en su casa donde
vivía en la roca, y escapó y lo tapó con una piedra grande. Cuando el tigre despertó, estaba solo
en la oscuridad y no sabía qué hacer. Se puso a gritar fuerte: “Jaam, jaam, jaam”, para así romper
la roca, pero no pudo. De tanto gritar, le dio sed y así murió encerrado el hombre tigre.
Gracias al tabaquero bueno, se salvó a todos los paisanos que vivían en dicha zona. Cuan-
do murió el tigre malo, solo quedaron sus hijos que también se habían convertido en estatuas de
piedra. Hasta hoy se les puede ver en los ríos de Boca Tigre.

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el hombre Cuerpo Espín*
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Cuentan los antiguos asháninkas de mi pueblo que antiguamente había un hombre muy cazador:
no le faltaba carne de ave o animal. Él no tenía esposa porque era muy mezquino. Tenía muchas
flechas, grandes y chiquitas, para poder cazar con facilidad. Un día vinieron amigos a visitarlo.
Cuando ya era por lo menos el medio día, hora de almuerzo, lo vieron de lejos comiendo carne
de venado. Cuando el hombre cuerpo espín se dio cuenta de que venían visitas, escondió su
presa tapándola con hoja de plátano, disimulando comer yuca sola con masato, pero uno de sus
amigos le preguntó si podía invitarle un poco de lo que había cazado. El hombre tontori se negó
completamente diciendo que no tenía nada. Entonces, sus amigos, para no seguir molestándolo
más, se fueron a sus casas. Luego uno de ellos dijo: “¿Por qué no venimos por las noches para ver
qué hace el tontori. Así nos podría invitar comida, porque nosotros no podemos cazar como él.
A él no le falta carne en su casa.” Tontori era muy cazador porque tenía piripiri de toda clase para
animales y aves. Por no invitar lo que cazaba a sus amigos y vecinos, uno de ellos fue a quejarse
ante un tabaquero para que lo castigue haciéndole una brujería que lo convierta en un animal.
Por eso, vemos hoy en día al tontori lleno de espinas o flechas en todo el cuerpo por el castigo
que le dieron por no compartir su comida con las personas que lo visitaban.
Por la vergüenza de su cuerpo, no se lo ve de día, solo por las noches anda y ante sus ene-
migos, que son el tigre y otros animales. Nadie lo puede comer. Si algún tigre intenta comerlo, se
le llena la boca de espinas y acaba muriendo de tanto sufrir por la defensa del tontori, que usa las
flechas de todo su cuerpo.

* Puercoespín

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la Venganza del Brujo
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En un lugar muy lejano de la selva vivía un señor llamado Julián, el cual


poseía un mal espíritu en el pueblo. Todos lo conocían como el Brujo
y nadie quería visitarlo. Cuando una persona lo visitaba, a simple vista
aparentaba ser bueno, cariñoso y bondadoso. Invitaba a comer per-
diz, pescado y otros alimentos, hasta masato; pero la gente, sin darse
cuenta, cuando ya de tarde regresaba a su casa, empezaba a sufrir
dolor de cabeza, fiebre o náuseas. Entonces, el enfermo iba a su médi-
co naturista o ayahuasquero, que cura con hierbas y otras plantas del
monte. Por la noche, al dormir, el tabaquero veía en sueños al hombre
Julián haciendo daño o brujería a la persona visitante. Entonces, cuan-
do amanecía le decía al enfermo: “El señor Julián te está haciendo
daño”. Entonces, el hombre iba y le reclamaba y este se molestaba
mucho asemejando ser un buen señor.
Donde el tabaquero va el señor Julián y pelean por el espíritu
malo. Así, el señor Julián salió perdiendo y se convirtió en una boa
grande. En venganza, voltea las canoas haciendo un gran remolino
para ahogar a los niños y adultos y para tragárselos, y así quedarse
feliz. Cerca de la poza, abundan bastantes peces, solo para atraer a
las personas a las que les gusta pescar o bañarse. Cuando la boa sale
y ve a una persona, con su imán la jala hipnotizándola y esta nunca
más vuelve a su casa. Dicen que porque la boa está muy furiosa y se
la traga. Esto pasa a quienes pasan por ahí, porque los lugareños no
se atreven a pescar en la poza, porque saben que la boa se traga a las
personas.

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el Majás y el Añuje viejo
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Hace muchos años, cuando el majás y el añuje eran personas, no les gustaba trabajar. Solo se
ponían a robar los plátanos y las yucas de los vecinos que vivían por ahí cerca para mantener a
sus hijos, pero sus familias no se daban cuenta de dónde traían yuca y plátano para la comida.
Un día uno de los vecinos se quejó ante un brujo advirtiéndole sobre la pérdida de los pro-
ductos que cultivaba. Nadie sospechaba del ladrón. Los dos ladrones compartieron un secreto,
un acuerdo de cómo robar. El majás, como era joven, le dijo al añuje: “Viejo, creo la gente se está
dando cuenta de la pérdida de sus plátanos y yucas. Mejor, ¿por qué no hacemos un trato?”.
- El añuje respondió: “¿Qué trato?”.
- “¿No sabes? -contestó el majás- ¿Por qué tú no vas por la tarde o por la mañanita a traer
la yuca, para que nadie nos vea, y yo voy por las noches?”.
- “Trato hecho”, respondió el añuje.
Entonces, como se pusieron de acuerdo en cómo robar, cada uno tenía su momento para
entrar en la chacra. Un día cuando uno de los comuneros se fue a su chacra muy temprano vio
al añuje viejo cargando su yuca. El comunero le gritó. Cuando el añuje se dio cuenta de que lo
estaban persiguiendo, se fue corriendo riéndose “jei jei jei jei” y se metió en el bosque sin que lo
pudieran encontrar. Ya cuando el comunero se fue a su comunidad dio aviso al brujo diciéndole
que el ladrón era el añuje viejo, que siempre robaba la yuca. Luego el añuje contó al majás todo
lo que le había pasado y que casi le ocurre una desgracia. El majás dijo: “Yo iré por las noches
para que así nadie me vea.” Cuando de pronto un cazador de la zona se fue a cazar en el yucal
de su chacra -ya eran las nueve de la noche-, escuchó el ruido que hacía la yuca cuando la jalaban
haciéndola sonar “croc, croc, croc”. Cuando el cazador alumbró, vio al majás con el morral lleno
de yuca y gritó: “¡Oiga ratero, te voy a matar!” y el joven majás escapó corriendo por el bosque.
No podían matar a los ladrones.
Un día todos los comuneros se pusieron de acuerdo con el jefe de su comunidad, junto
con el brujo, para castigar a los ladrones, que ya sabían que eran el joven majás y el viejo añuje.
Por tanto perjuicio y daño que hacían en las chacras robándose las yucas y los plátanos, y moles-
tando a las personas, decidieron castigar a los ladrones convirtiéndolos en animales para toda su
vida. Vemos así como hoy en día en toda la selva existen todavía animales dañinos que se roban
las yucas. El añuje roba por las tardes y muy de mañana; en cambio, el majás roba por las noches.
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Los guerreros Kapeshi* y Kashekari**
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Érase una vez un lugar donde todo era bello en la zona de la espesa selva, en una comunidad muy
lejana del pueblo. Ahí existían dos hombres guerreros y muy buenos amigos llamados Kapeshi
y Kashekari. Kapeshi tenía varios nietos. Los padres habían muerto en plena guerra entre ellos.
Siempre iban juntos con su abuelo al monte para que les enseñara la destreza y el secreto de su
habilidad, y cómo esquivar flechas y defenderse de enemigos. Un día, se fueron lejos caminando
y, como era ya muy tarde, decidieron quedarse. Su abuelo les dijo que armarían una choza para
quedarse a dormir; además, les explicó que siempre debía haber alguien vigilando, porque po-
drían ser atacados por el felino bravo que es el tigre.
Uno de los niños se fue con su abuelo a cazar, porque había más abajito de la quebrada
un zapote y caimitillo, comida especial de los animales. Ambos se subieron a un árbol que tenía
muchas ramas para acomodarse bien y cazar al animal.
Cuando ya era de madrugada, escucharon un grito muy fuerte de sus nietos, porque es-
taban siendo atacados por un tigre. Entonces, el abuelo le dijo al nieto que lo acompañaba: “¡Va-
mos!”. Sin perder tiempo, fueron corriendo en la oscuridad. Llegaron a su choza, pero no encon-
traron a nadie: sus nietos se habían subido al árbol, porque decían que el tigre no podía subir a
una rama delgada.
Pero este no era un verdadero tigre sino un tabaquero convertido en animal. Como Kapeshi
era también un tabaquero muy guerrero se convirtió también en animal para poder matarlo y se
tiró al suelo como si estuviese muerto. El tigre saltó para comérselo y Kapeshi le dio un mordis-
cón en el cuello causando un corte profundo como si fuera un cuchillo. El tigre se fue corriendo
a una quebrada para que nadie lo descubriera. Por esta astucia y como ya no podía comer más,
porque derramaba mucha sangre, se quedó muerto en la playa ya convertido en persona.
Kapeshi se fue a ver por dónde se había ido el tigre y encontró tirado a Kashekari, y ahí
se dio cuenta de que su amigo lo iba a traicionar comiéndose a todos sus nietos y, por último, a
él mismo. Es así como vemos la tragedia de Kashekari convertido en tigre, la que acabó con su
muerte.

* Nombre asháninka del achuni o coatí. Ver glosario.


* * Otorongo en asháninka. Ver glosario.
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el pescador Kontyari
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Antiguamente vivía un hombre asháninka soltero llamado Kontyari. Él era muy pescador. Todos los
días y también por las noches, se iba al río con su pequeña canoa en busca de los mejores peces: don-
cella, zúngaro, paco, sabalo y otros.
Una vez, ya siendo de edad avanzada, agarró su anzuelo recordando su juventud y se fue al
río. Ya llegando a la poza de siempre, machacó su yuca para el empate y algunos gusanitos también.
Lanzó la primera cuerda, jaló un bagrecito y dijo esto: “Muy pequeñito eres” y lo devolvió al río. La
segunda vez jaló un paco. Luego de varias lanzadas, se fue para hacer su ahumadito.
Ya de noche, se acostó en su camita de paja entre las hojas del carrizo, pero a la medianoche
escuchó un suave canto de mujer. Se despertó y, muy despacito y calladito, dijo: “¿Quién será?”. Al
mirar en su canoa, vio a una mujer sentada. Como Kontyari no tenía mujer se enamoró de ella. La mu-
jer lo llamaba, pero él no quería: sentía un poco de miedo. Dijo: “Será una fantasma, pero, tomando
valor, llegaron a conversar”. Aquella mujer solo planeaba sus visitas en las horas de la noche. Kont-
yari le decía: “Yo quiero que te conozca mi familia para hacer una fiesta y así alegrarnos y ser felices”,
pero la bella mujer ponía troncos al varón. Así, de tanto exigir, el asháninka Kontyari la aceptó como
esposa y un día, como todo era feliz en el amor, le dijo: “Quiero ir a la casa de tu papá a conocer a tus
familiares”, pero ella le dijo: “Si yo te llevo, solamente no te asustarás; yo hablaré y tú no dirás nada”.
El hombre Kontyari aceptó y se fueron los dos caminando. Por la orilla de una poza grande, se
detuvieron los dos. Ella se fue por delante mirando por dónde iban a ir y se dirigió a la poza. Entonces,
ella le dijo: “No tengas miedo, ven”. Él pensó: “Es una sirena”. Se puso valiente, y la mujer lo tomó de
la mano y le sopló en la nariz. Se fueron caminando rumbo a la poza. Ya dentro del agua, el hombre
sintió otra forma y vio seres vivientes del agua, familia de la sirena.
Dicen que son buenos, pero, cuando era la hora de regresar, de pronto, quiso orinar y salió
afuera. Se dio cuenta de que estaba en la orilla y se asustó. Se fue caminando triste hasta su casa.
Cuando llegó pensó en todo lo que le había ocurrido. De tanto pensar, murió, porque su espíritu se
había quedado en el agua.

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la Lupuna
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Hace muchos años, en medio del bosque, vivía un anciano solamente acompañado de su peque-
ño perrito. Un día salió a montear. Ya muy lejos, cuando llegó a una quebrada, observó el río muy
crecido y no tenía cómo cruzar al otro lado. Quiso regresar y, al voltearse, vio un sajino. El abuelo
lo persiguió con su perro y con su flecha en la mano. Siguiendo su rastro, perdió el camino que
llevaba a su choza. Siguiendo al animal, encontró una manada de sajinos. Utilizó su flecha curada
y picó uno. Con su fiel amigo el perrito, se fue a una quebrada a despellejar la carne y dejó las
menudencias. Luego se enrumbó a su choza porque ya era muy tarde y como sea quería llegar.
Como era muy anciano, caminaba despacio y, como no veía bien, se confundió de camino sin
darse cuenta y siguió caminando. Cuando descansó, se dio cuenta de que estaba perdido. Ya era
muy tarde, cerca del anochecer, y vio muy cerca de él un árbol con grandes aletas llamado lupuna
blanca y a su costado otro, lupuna negra. Se acomodó rápido para pasar la noche.
Cuando iba a dormir oyó que alguien cantaba una melodía triste y se dijo: “Aquí no hay
personas, ¿quién podrá ser?”. Rodeó el árbol y no encontró a nadie. Un poco asustado se escon-
dió en las aletas del árbol para ver quién era aquella persona que hablaba. Sacó el morral donde
tenía su coca y su mapacho, y empezó a chacchar y fumar para enfrentar al maligno de aquel
árbol. Dicen que ese árbol es como una casa para ellos y su esposa es la lupuna blanca. Después
de un rato, escuchó que alguien andaba detrás del árbol y preguntó: “¿Quién anda ahí? Yo soy
un amigo más de ustedes: vengan, vamos a comer”. De pronto, aparecieron dos hombrecitos
pequeños llamados chullacchaquis que lo invitaron a su casa. El abuelo aceptó y allí conversaron
mucho rato. Sin darse cuenta, ya estaba por amanecer: cantaban el guariño, la perdiz azul y otras
aves de madrugada. En eso, el anciano le pidió un favor al chullachaqui: “¿Puedes llevarme a mi
casa? Estoy perdido”. El abuelito estaba muy asustado, porque había visto personas dueños del
monte, y su perrito había muerto por la picadura de la culebra. Se sentía solo sin compañía de
nadie. Entonces un chullachaqui le dijo: “Te daré un regalo hermoso para que te haga compañía,
pero no cuentes el secreto a nadie”. El abuelo aceptó el regalo pensando que sería un ave u otro
animal. El chullacchaqui le dijo: “Pide, por favor, a la lupuna”. Ella te dará un bebé, porque ella es
una mujer”. “Voy a confiar en ti”, dijo el abuelo y empezó a chacchar, y luego lloró pidiendo ese
favor a la lupuna.
De pronto, vio a una mujer hermosa en estado, a la que le faltaban pocas horas para dar a
luz. El abuelo se alegró mucho cuando a los pocos minutos vio salir un bebé hermoso y lo llevó a

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su casa. El anciano agradeció al chullachaqui por el hermoso regalo que le hizo. Cuando el abuelo
sentía la necesidad de alimentarse, iba directamente a la lupuna para hacer peticiones y esta con
el chullachaqui le hacían favores al pobre abuelito dándole animales y aves. La lupuna ya le había
advertido que debería cazar lo necesario y no comentar a nadie, porque, si lo hiciera, perdería
todo, hasta su vida. Así vivió por mucho tiempo hasta que un día el abuelito desapareció junto a
su criado.
Dicen los curanderos que ellos lo ven vivir junto a la lupuna negra, que es la esposa del
abuelito, y no tienen hijos. Cuando vemos una lupuna negra en el monte y cuando pasa un señor
con su hijo, el niño empieza a enfermar hasta morir. Dicen que la lupuna negra se lleva su espíritu
del bebé, porque el abuelito sigue criando hijos como el que le dio la lupuna blanca.

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la ayuda del Quirquincho
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En tiempos muy antiguos vivía en una comunidad nativa un asháninka muy guerrero llamado Etzi.
Nadie podía pelear con él y todas sus familias eran entrenadas para la guerra. El hombre Etzi fue el
jefe de toda la comunidad una vez. Era el día de entrenamiento cuando todos se ponían a alistar,
otros a correr y el jefe estaba sentado sobre una piedra chacchando su coca. De repente, vino so-
bre él un quirquincho blanco y le dijo: “Hola amigo, ¿qué estás haciendo?”. Él contestó: “Estoy con
mis hijos y comuneros entrenando para cualquier ataque que se nos presente: a nosotros nadie nos
puede matar, porque tengo un piripiri buenazo. Aunque me disparen, no me matarán”. “Una cosa,
sí -dijo el quirquincho- lo que tú no sabes es cómo escapar de tus enemigos; yo te puedo ayudar,
porque también antes era yo un guerrero. Desde mi niñez, mis padres me enseñaron a defenderme
hasta de los hombres y animales que me quieren matar”. Etzi preguntó: “¿Y cómo es que te defien-
des?, ¿cómo te escapas?”. “En primer lugar, nadie sabe ese secreto -dijo el quirquincho. Te lo avisa-
ré, pero no cuentes a nadie; solo para ti, y así ganarás muchas guerras, hasta mujeres”. El hombre
Etzi dijo: “Enséñame ese secreto, seremos amigos y yo también te ayudaré”. El quirquincho avisó
el secreto a Etzi: “Yo, en primer lugar, escarbo un hueco en la tierra por donde podré escapar; tengo
que tener varios agujeros para engañar al hombre, en caso venga con sus perros –dijo el quirquincho-.
Cuando me quiere matar, me escondo aquí dentro, alisto mi flecha y salgo más abajo o más arribita, y
luego los encanto sin que se den cuenta los enemigos que me están buscando: así yo gano la guerra
matando uno a uno”. El jefe Etzi oía todo lo que el quirquincho hablaba y los dos se fueron para ver los
agujeros escondite. Entonces el hombre se dio con la sorpresa de que el quirquincho era buen guerre-
ro porque tenía un hueco para esconderse que terminaba en cinco salidas y así nadie podía matarle.
Cuando regresaba, Etzi, después de varios días en el bosque, sintió mucha hambre y cansancio.
Dijo: “Estoy perdido, ¿a quien pediré ayuda? No tengo qué comer y tengo mucha sed”. Se puso a dormir
en la aleta de un árbol lecherón y cuando despertó se dio con la sorpresa de que, a su costado, estaba
un porongo lleno de masato. El hombre, emocionado, agarró sin decir nada y se tomó todo el masato
y, cuando volvió a dormir, se dio cuenta de que estaba en la oscuridad. Se asustó, buscó cómo salir y,
cuando se dio cuenta, ya estaba afuera, pero su cuerpo se estaba transformando como el quirquincho
blanco. Dicen que quien le dio el masato era una quirquincho hembra que no tenía esposo y que se
había enamorado del hombre Etzi desde mucho antes. Vemos que a Etzi no se le puede matar porque
dicen que desde que era humano sabía de guerra. Hasta hoy vemos a los guerreros esconderse debajo
de la tierra escarbando como lo hacía Etzi. Este es un ejemplo para los guerreros asháninkas.

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cuando el Árbol llora
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Cierta vez conversaban dos amigos sobre la destrucción de la selva. Uno decía: “Yo me haré una
chacra grande para vivir con mis hijos y toda mi familia”. El otro decía: “Yo, en cambio, cuidaré
mis animales y aves porque esto me hace muy feliz: , como si fuera una música selvática qué bo-
nitas se oyen sus voces cuando cantan el tucán, la perdiz, el manacaraco”.
Un día, uno de ellos, llamado Menkori, le dijo a su amigo Tonoki: “Voy a hacerme mi cha-
cra; luego me ayudas a tumbar”. Tonoki aceptó.
Meses después tumbando árboles con la alegría de seguir viviendo, Menkori no pensaba
en que algo le sucedería. Pero Tonoki, que decía ser mago con las aves, conversó con el águila
para que defendiera su bosque. El águila reunió a amigos como el gallinazo, el chiguaco, el gavi-
lán, el tigre y otros. Tonoki ya había planeado con el águila que se llevaría a su amigo destructor
para que no volviera a derribar árboles, que son el hábitat de todos los animales y aves. Le dijo
al águila: “Para que me reconozcas, yo me pondré la cushma de color marrón; en cambio, a mi
amigo lo pondré de blanco y a ese lo llevarás”. Aceptó el águila.
El día cuando se inició el trabajo, todos eran felices; riendo trabajaban. Pero Tonoki se reía
más. Nadie sabía por qué. De pronto, y siendo de tarde, oyeron cantos de pájaros y a animales
como el tigre. Su rugir no era un canto, sino la protesta de los animales por su monte que estaba
siendo destruido. Hasta los palos y los árboles se rompían como si los cortaran.
Cuando el hombre corta el árbol no le da pena destruirlo. Destruye árboles maderables
como cedro, moena, tornillo, además de otros, porque el hombre no tendrá conciencia hasta
que un día será destruido todo. Dicen que los árboles y toda la selva llora al ver a sus hombres
destruyendo la naturaleza. Un nativo dice: “La gente que destruye tendrá o no estudio, pero yo,
aunque no tenga estudio, preservo mi monte, mis animales y aves. Eso para mí es como mi par-
que o mi mercado porque en ella me alimento.
Gracias a los nativos que viven en la selva, especialmente en las comunidades, se preser-
van sus montes; en cambio, a los colonos no les interesa, qué ambiciosos. Algún día la ambición
los matará. Por no haber cuidado la naturaleza, ellos mismos se están destruyendo. El tigre, el
venado, el pucacunga, el loro y todas las aves piden que no les destruyamos su hábitat. Gracias a
ellos tenemos la selva”.

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Flor de la Boa
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Había una vez un curandero muy bueno conocido en aquella comunidad como el tabaquero Quiatzi
porque él contaba todo lo que le sucedía o cómo llegó a ser un buen curandero. Cierto día se enfermó
muy grave porque le habían brujeado cuando él estaba descuidado. Como todos lo conocían, toda la
comunidad se fue a ayudarlo. Una tía le preguntó cómo es que se enfermó en un momento. Él con-
testó: “Yo fui a mi chacra para traer yuca y, de un momento a otro, caí como si estuviera borracho.
En ese rato vinieron dos garzas blancas para ayudarme trayendo en su pico un poco de masato. Me
escupieron y luego tomé fuerza para ver quiénes eran. Las garzas se habían volado por ahí. Cerca
del camino había una flor amarilla como campana que la gente de la selva conoce como la flor de
la boa porque los que la utilizan son los ayahuasqueros curanderos, porque dicen que te hace ver
visiones. Si eres un hombre débil, hasta llegas a morir”. Entonces el tabaquero Quiatzi sacó esa flor,
la desmenuzó como en cigarrillo o mapacho, y la prendió para fumar. Así decía el curandero: “Ahora
voy a ver quién es esa persona que me está jodiendo, cuando fume y tome un poco de ayahuasca”.
Vio en visiones a una mujer que se hacía pasar como curandera pero, en realidad, era una bruja que
hacía maldades a todos los comuneros de aquel lugar. Entonces el tabaquero Quiatzi dijo a todos los
comuneros: “Aquella mujer es una bruja que está matando a todos aquí en esta comunidad”. Los
comuneros se pusieron de acuerdo para quemarla viva: la llevaron para castigarla duro y luego le
prendieron fuego. Así murió la mujer bruja que tanto daño hacía. Entonces Quiatzi dijo sonriendo:
“Nadie me podrá matar; si alguien quiere matarme, él morirá primero, porque yo tengo dos espíritus.
Yo vivo en el agua y también en el aire, o sea, en el monte. Cuando tomo mi hierba y fumo esa flor de
boa, me transformo en una boa enorme; por eso, no tengo mujer y menos hijos porque la sirena es
mi mujer”. Se fue por última vez a su casa que era una poza grande donde vivía su esposa, la sirena.
Jamás volvió a la tierra. Cuando desapareció, jamás hubo otro curandero como él: él era el mejor mé-
dico para curar a los enfermos. Los otros curanderos dicen haber visto al Quiatzi cuidando su flor para
que nadie la toque, y que cuida de sus amigos y todos los comuneros.
Con unos ojos brillantes que no se pueden distinguir, solo con la lluvia, de igual manera en el
río existe una boa enorme que cuida a todos. Está donde crece esa flor de boa. Al cogerla o fumarla,
esa flor nos puede llevar a la profundidad de la poza donde vive. La gente colona la conoce como una
planta de ilusión porque al fumar su hoja o la flor te hace ver ilusiones. Solo es usada o tocada por los
ayahuasqueros de la selva. Quienes realmente quieren ser verdaderos curanderos, deben soportar
todo ese sufrimiento.

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un Niño Aborrecido
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En tiempos antiguos había una familia asháninka que tenía varios hijos. Su número aumentó
como a 50. El último de sus hijos era el más pequeño y muy travieso; por eso, sus hermanos lo
llegaron a odiar. Además, era el más feo y tenía unas piernas como de rana. Decían sus padres
que lo había cutipado el diablo y, por eso, nació así feíto. Un día llegó el cumpleaños de uno de
sus hermanos, pero a él, como era odiado, no lo llamaron para comer el ahumado de pescado
ni el venado asado junto a su masatito que tanto esperaba. En cambio, lo mandaron a la chacra
para traer yuca y plátano. El niño de apenas 10 añitos se fue agarrando su canastita y su machete
rumbo a su chacra, mientras que sus padres y hermanos celebraban la fiesta bailando y toman-
do hasta la madrugada. Se olvidaron del pequeño Toyoco, que así se llama el niño. Esa no era la
primera vez, sino que ya vivía así desde que nació, odiado y despreciado por sus hermanos, que
decían: “A ese feo debe comérselo el tigre”. Él no temía a la culebra y menos al tigre. Nadie se
daba cuenta de que los amigos de la selva lo cuidaban; el que se llama chullachaqui dice ser ami-
go de Toyoco.
Cuando Toyoco se iba a la chacra, traía caracoles y hongos para hacer chipa; sus hermanos
no le daban importancia. Por eso, un día, de tanto odio de sus hermanos, se fue al bosque para
traer pijuayo de monte. No se dio cuenta de que unos amigos chullachaqui lo estaban esperando.
Cuando ya estaba lejos, vio venir por el camino a su padre pero no era realmente su papá sino el
chullachaqui asemejando ser su padre. Con el conversó, se lo llevó muy lejos, lo escondió sobre
unas hojas de bijao y lo envolvió como chipa de pescado y como cuidador de él puso al gusanito
leñador para que le tejiera bien su casita y que no pueda escaparse. Sus padres lo esperaron
durante todo el día pero no aparecía. Pasaron varios días y sus hermanos pensaron que el tigre
se lo había comido. Su mamá se fue llorando junto a su perrito cazador en busca de Toyoco. Se
dirigió adonde se había ido su hijo llamándolo por los bosques. Solo la lechuza le contestaba, el
perro olía las huellas. De pronto, encontró una lupuna grande y vio arribita envuelto como una
chipa a un niño que cerraba los ojos pero no podía hablar. El perro ladró fuerte como si encon-
trara un quirquincho: “Jau jau jau”, hasta que vino su papá. Este se fijó bien; pensaba que era un
shushupe o loro machaco. Al mirar a lo alto vio a su hijo Toyoco durmiendo. Llamó a su esposa,
lo sacaron de donde estaba y lo llevaron a su casa. Cuando llegó, no se acostumbró: dicen que el
espíritu de Toyoco se quedó en el monte con el chullachaqui, que era quien lo había escondido
porque era muy odiado y despreciado por sus hermanos, y por eso lo llevó lejos en medio del

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monte para vivir con él. Cuando llegaron a su casa, Toyoco se puso chúcaro; sus hermanos lo
encerraron en un gallinero para castigarlo. Ya no quería comer, solo gritaba: “Ji ji ji ji” como un
murciélago. De tanta vergüenza, lloró amargamente hasta quedar dormido.
Cuando sus padres se fueron a verlo, lo encontraron muerto convertido en fenómeno.
Tenía la cabeza como el comején, los pies de rana y las manos como soga o chamairo. Dicen los
tabaqueros que ese hijo era del cerro o del dueño del monte, que se lo llevó para que viva con él,
para que no sufra más y no sea odiado por las personas. Dicen que aún vive feliz allá en la selva
profunda rodeado de bijao, aguajes y orquídeas. A simple vista no lo podemos ver solo los taba-
queros expertos llegan a conversar con él.

el que vende Pieles de aves


y animales
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Antiguamente había un tabaquero llamado Shintori que, según él, tenía poderes sobrenaturales.
Cuando tomaba su ayahuasca, lo hacía en luna nueva. Decía que su cuerpo se ponía flácido o muy
suave para poder así convertirse en cualquier animal, ya sea tigre, sajino, venado, sachavaca, boa,
etc. Este tabaquero era muy conocido en la zona por sus paisanos. Nadie podía burlarse de él, por-
que él decía que si alguien se burlaba lo podía convertir en animales. Así, este tabaquero era po-
deroso cuando tomaba remedios como el ayahuasca. Dice que se convierte en ave o animal para
atraerlos, para poderlos cazar y así aprovechar sus pieles o plumas. Vemos así la exterminación de
los recursos naturales en peces, aves y animales, destruidos por el hombre que no los cuida. Los
extermina secretamente haciéndolos desaparecer por el consumo humano.

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el Mono Coto y sus amigos
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Esta es la historia del mono coto cuando era persona. Él era el jefe de todos los montes y nadie
podía pelear con él. Todos le tenían miedo. También poseía varias mujeres y muchos hijos. Era un
hombre de guerra: tenía muslos grandes y largas manos para poder trepar a los árboles. Cuando
los enemigos venían para matarlo, no lo encontraban; en cambio, él veía a todos desde lo alto y con
su flecha los mataba. Para reconocer al hombre mono coto, solo se ponía su cushma de color rojo
vivo y se pintaba la cara con huito para no descubrir su rostro. Un día hizo una fiesta de su cumplea-
ños porque ya era muy viejo. Invitó a sus amigos: Martín, Jorgito, Pichico, amigos muy especiales
de él. No invitó al musmuqui ni a la chosna porque eran muy dormilones y ociosos.
El coto quería compartir los secretos, grandezas y consejos que, según él, tenía para ser
dueño de los montes. Cuando celebraban el cumpleaños bailando y tomando, y todos se sentían
mareados, el coto dijo a sus amigos: “Un día me iré y jamás nos volveremos a ver, porque el monte
se está acabando y las comidas que tenemos el amigo humano las está destruyendo. Ustedes se
quedarán”. El mono Martín dijo: “Yo, en cambio, resistiré el hombre comiendo pacaysito, ovilla
y caimitillo junto a mi amigo el Jorgito”, que así se llama el monito. El mono pichico escuchaba lo
que hablaban sus amigos. “Pero yo, siendo pequeño, resistiré más”, dijo él. “Viviré en las purmas
comiendo platanito o caimito y, como soy pequeñito, no me verán -dijo llorando- así será nuestra
suerte, porque el hombre es un tonto destruyendo la naturaleza sin importarle nada de nuestro
mundo que es el monte”. Pero más arribita estaba oyendo la arañita jeto, que era la más chismosa
de los insectos y nadie se daba cuenta. Cuando todos se quedaron dormidos hasta el amanecer,
vino el espíritu malo que los convirtió en animales y quedaron hasta hoy en día los monos como ya
mencionamos: al coto lo vemos hasta ahora junto a sus mujeres e hijos que nunca deja. Él anuncia
la lluvia. Cuando grita, se le oye desde muy lejos. Como si estuviera cerca, los nativos se frotan el
cuello al oír su voz. Dicen que para tener buena voz o para gritar en tiempos en que haya guerra. Al
mono Martín y al mono Jorgito se los ve muy ágiles. Nunca se dejan. Cuando hay un peligro o ven
algo raro, lanzan una voz de aviso y todos se ponen a saltar porque fueron muy bien entrenados
cuando eran personas. Y el mono Pichico era el de más mediana estatura. Dicen que, por ser el mo-
satero desde su niñez, jamás crecía. Ahí quedó pequeñito porque se le malogró el cerebro.
Dicen que cuando una persona va al monte se los ve a los monos alegres porque viven
felices sin preocupación. Van de un lugar a otro solo buscando su alimento diario. El hombre de la
selva se asemeja a los monos tomando su masatito, comiendo su frutita sin preocuparle nada en

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esta vida, solo comer y dormir. Porque en el monte encontramos de todo, es como un mercado: si
queremos pescado, nos vamos al río o si queremos comer carne, nos vamos al monte donde nos
esperan el venado o el paujil. Tengo la esperanza de que mi selva no sea destruida más. Si el hom-
bre la destruye, jamás veremos a los amigos de la selva que son los animales y aves.
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una nativa que durmió


con un Tigre
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Cierto día una señorita muy enamorada se fue a traer yuca muy lejos de la casa. Dicen que su enamo-
rado se había recién preparado para ser un buen curandero y, por eso, ellos no vivían juntos todavía:
el joven enamorado vivía lejos de su comunidad para así poder dietar1 y ser mejor. Érase una tarde
de verano cuando cantaba el atatao; ella dijo: “¿Qué pasará?, sola estoy; ¿cuándo vendrá Tonoki?”.
Tonoki se llamaba el joven. Caminando pensativa, atardeció a medio camino. Dejó la canasta de yuca
y tomó su masatito que había llevado en su pachaca como fiambre. Seguía cantando el atatao y ella
dijo: “Alguien estará viniendo”. Cuando se quedó dormida, en sus sueños vio venir a su joven ena-
morado Tonoki trayendo un panero de yuca. Él se acostó a su lado, pero ella no se despertó, seguía
durmiendo. Cerca del amanecer cuando cantaban el gungururo y la pava, despertó casi moribunda
y vio a su Tonoki junto a su costado. Él le dijo: “No te asustes: yo soy tu amigo enamorado; yo vi
tus pasos; por eso, vine a acompañarte. Tú sabes que te amo; algún día nos casaremos y seremos
felices”. La mujer señorita oía a Tonoki quien, cerca del amanecer, le dijo: “Yo me estoy yendo a mi
casa. La otra semana nos encontraremos: prepararás masato para mi llegada”. Su amada lo aceptó.
El día señalado llegó Tonoki y la bella mujer enamorada presentó al joven a toda su familia
y parientes. Tomaron hasta quedar todos borrachos. Es cuando Tonoki hizo escapar a la señorita
sin dar aviso a sus padres de que la llevaría muy lejos de su comunidad. El padre de la mujer se fue
adonde un curandero para adivinar dónde estaba su hija. El curandero vio en la noche en visiones
a la señorita junto a Tonoki felices. Este dio aviso a sus padres: “Ellos viven alegres; algún día llega-
rá”. Con esa esperanza, quedó su padre, ya de edad, quien jamás volvió ver a su hija. Quedó con la
preocupación y el trabajo hasta que murió.
1
Para ser un buen curandero es necesario dietar, lo cual implica, entre otras prácticas, abstenerse de tener relaciones sexuales.
Ver glosario.

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el Ardilla y el Tigre Blanco
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Cuando el ardilla y el tigre eran como hermanos eran también buenos amigos. Un día llegó el cum-
pleaños del tigre y este le dijo a su esposa que prepare gran cantidad de masato para invitar a sus
familiares y amigos, en especial a su amigo cuñado, el ardilla. Sin embargo, el tigre tenía la mala inten-
ción de matar al ardilla, ya que envidiaba que fuera un joven querido por una cushma de hermosos
colores rojizos que poseía, la cual, cuando le caía el sol parecía una candela. La enamorada del ardilla
era la que le tejía cushmas de hermosos colores y esta era la razón porque el tigre quería matarlo.
Cuando llegó el día de la fiesta, el tigre empezó a tomar masato solo desde la madrugada es-
perando al ardilla. Como el masato era fuerte, se mareó. Su cuñado recién llegó al atardecer. El tigre
furioso y borracho finalmente lo recibió y empezaron a tomar hasta la madrugada. Cuando el ardilla
se sintió mareado, dio de tomar abundante masato al tigre porque ya presentía que este lo iba a trai-
cionar.
Entonces el ardilla le propuso un juego al tigre: si él tomaba más masato que el tigre, salvaría
su vida y si, al contrario, no lo lograba, la perdería. Como el tigre había empezado a tomar primero, ya
estaba muy borracho y no podía pararse. Solo se sostenía agarrándose del tronco de un árbol. Así, se
ve cómo fue la desgracia del tigre y cómo perdió la apuesta con su cuñado. Porque lo había querido
matar, la ardilla hizo correr al tigre por un camino donde había púas de chonta y, como el tigre estaba
borracho, se cayó, y se clavó en las chontas y flechas preparadas por el ardilla.

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La apuesta del Diablo
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Cierto día un curandero tabaquero llamado Chokó se fue de su casa muy lejos a un cerro muy
conocido como el cerro del Diablo. Él decía siempre a su esposa: “Algún día pelearé con el diablo.
Tengo que ganarle la gente de su comunidad”. Le decían que nadie se debía burlar de él porque
se le podría presentar y hasta morir, pero él no obedecía, se burlaba del diablo. Un día alistó su
morral, coca, mapacho y su canasta rumbo al monte donde siempre iba. Le pidió a su esposa:
“Ásame yuca para resistir mi hambre. Si encuentro algo, regresaré en seguida. Si no, me quedaré
en mi choza allá en el cerro”.
Sus hijos no lo quisieron seguir porque Chokó se convierte en tigre y podía comérselos.
Se fue solo entonces. Ya llegando al cerro, empezó a lloviznar y a hacer un poco de viento. Él
decía: “Esto es para asustarme, yo seguiré caminando”. Ya muy cansado, se puso a chacchar su
coquita adivinando la suerte para ver cómo le iría en el monte. Solitario soplaba su mapacho para
hacer solear o espantar al tunchi. Pero su coquita no endulzaba como antes, solo la sentía más
amarga. Decía: “Esto es mala señal, ¿qué pasará?”. A su lado cantaba el ave chicua, agarró su fle-
cha, apuntó y la mató. Sin embargo, para su mala suerte, empezaron los rayos y relámpagos. El
hombre curandero se fue corriendo a esconderse en una aleta del árbol lupuna y muy asustado
se dijo: “Maté a un brujo”. Rato después se calmó el viento. Empezó a chupar su ayahuasca y a
fumar su mapacho, y a su costado escuchó despacito que lo llamaban, pero al oír bien y mirar
vio a un hombre parado, escondido sobre un tronco seco, quien le habló: “¿Qué haces tú aquí?,
¿qué buscas?”. “Yo vine a cazar”, -dijo el hombre Chokó-, “para alimentar a mis hijos y siempre
lo hago así”. El diablo le dijo: “Estos bosques y este cerro son mi casa. El animal y las aves son
míos. Yo siempre te vi matar mis crías. Ahora tienes una oportunidad: vivirás o morirás, porque
tú eres culpable de todas mis pérdidas de aves. Estoy molesto por eso”. El curandero Chokó
pensó y dijo: “Si es así, tendré que aceptar, pero una cosa: déjame chacchar”. Ya pensando en
cómo salvar su vida le dijo al diablo: “Amigo, tengo una apuesta para proponerte. Si me ganas, yo
moriré, pero si te gano, te mataré”. El diablo aceptó sin murmurar el reto del curandero. Chokó
le dijo: “Mañana muy temprano, me matarás. Déjame despedirme de mi familia”. Muy astuto el
curandero hizo zoncear al diablo. El curandero pensó toda la noche cómo salvar su vida y decidió:
“Yo haré cargar agua al diablo en mi canasta y yo lo haré con mi pachaca”. Y ya pensando en la
apuesta, seguro de ganar, se puso muy contento. Ya muy de mañana, vino el diablo junto con su
hija, porque él también sabía que iba a perder. El curandero Chokó le dijo al diablo: “Empezamos

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el reto. Cargaremos agua hasta el cerro. Ahí está mi esposa para preparar el masato, yo voy con
mi pachaca y tú con mi canasta”. El diablo zonzo aceptó porque no tenía cómo llevar el agua.
La canasta era de tamshi. Los dos empezaron a llenar agua. Cuando Chokó estuvo listo, se fue
camino al cerro. Como el diablo no llenaba su canasta de agua, se puso a llorar. Para no quedar
mal, se fue con la canasta vacía y con la cabeza agachada de vergüenza. A medio camino, alcanzó
a Chokó y le dijo: “Ya perdí. Para que no me mates te entregaré a mi hija y así salvaré mi vida”.
Chokó muy alegre la recibió como esposa e hicieron fiesta con la familia del diablo. Así nunca más
volvió con sus hijos a la comunidad.
Dicen los curanderos que Chokó siempre cuida a sus familias, que viene solo por las no-
ches ya convertido en tigre, que vive muy feliz en el cerro del Diablo y que ya forma parte de la
familia del diablo. Allá muy lejos, dicen haber visto a Chokó junto a su suegro haciéndolo fumar
su mapacho y tomar su ayahuasca.

el Arco Iris
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Este es el cuento del arco iris. Cuentan los nativos asháninkas de Puerto Bermúdez que aquí en la sel-
va es costumbre que cuando llueve con sol los asháninkas se escapen del arco iris cuando lo ven salir
de un río o quebrada, porque dicen que te puede embarazar. Otro paisano llamado Chompi, que dice
ser curandero, vio al arco iris que es humano. Él sabe cuándo una mujer está menstruando y se baña
en el río. Él les quiere hacer un hijo. Hay mujeres señoritas que se bañan en el río cuando están mens-
truando. Es ahí cuando el arco iris sale con la llovizna para luego enfermar a la mujer. Si los padres no
saben de esto, sus hijas llegan a morir.
Otro ayahuasquero dice: “El arco iris es malo porque no tiene su mujer y cuando ve a un varón
le quema todo el cuerpo, y más tarde el hombre siente que su cuerpo le arde como candela y, si no
sabe su remedio, lo hace sufrir”. Cuando un buen curandero ve al enfermo, lo cura hasta sanarlo. Lue-
go echa barbasco a la quebrada de donde salió el arco iris. Dicen que el curandero mata al arco iris.
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el Cerro Mono
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Cuenta la historia que en tiempos antiguos existía en la selva del río Pichis un gigante mono que
comía a las personas cuando iban a pescar o cazar al monte. Cierto día un curandero recién pre-
parado para curar hizo una apuesta al mono. El curandero decía que él podía matar al comelón
de gente. Un día se fue sin prepararse al río a pescar con su cuñado y le dijo a su esposa: “Iré a
pescar, hazme yuca y prepárame mi masato porque demoraré hasta el día siguiente”. Su esposa
obediente preparó todo, hasta la coquita en su morral. Los dos se fueron ya muy tarde y, cuando
se ocultaba el sol, se oyó un rugido muy fuerte que hizo temblar la tierra. El mono estaba furioso
por devorar al curandero y a su cuñado, pero este joven curandero tenía oculto en su cushma el
brebaje preparado para ponerse valiente y vencer cualquier ataque que se presentase. Se fue
corriendo al río junto a su cuñado para ocultarse del mono que venía al monte para comérselos.
Ellos se fueron más rápido para no ser comidos por el animal.
Cuando estaban en medio del río, vieron al mono gigante bramando como un tigre. Como
el mono no sabe nadar, se quedó parado en la orilla del río mirando. Los jóvenes, como burla al
mono, decidieron pescar para darle pescado como alimento, pero este se embraveció más.
Más arribita del río vivía un antiguo curandero que vivía solo. Era el mejor y decían que se
convertía en tigre o en boa, y que, cuando hay algún peligro muy grave, a él nadie lo vencía. El
curandero oyó el rugido del mono, entonces vino a ver qué era lo que pasaba. Cuando al acercar-
se vio a un gigante mono gritando y más abajo a dos jóvenes parados en medio del río, el abuelo
curandero tomó su ayahuasca para convertirse en una boa grande y salvar a los dos jóvenes.
Mientras el mono rugía más y más, no se daba cuenta de que el curandero estaba viniendo por
debajo de los árboles. El curandero, para distraer más al animal, mandó varias garzas a la orilla
de la playa para que el mono fije su mirada en las aves. Así, el curandero ya convertido en una
boa hizo paralizar al mono gigante como si alguien lo detuviera sin que pudiera moverse. La boa
gigante enroscó al mono desde las patas hasta la cabeza y se produjo una pelea entre los dos,
pelea que fue ganada por la boa. Luego ya convertido nuevamente en una persona llamó a los
jóvenes para que vieran al mono muerto. Ellos no tuvieron miedo y decidieron a enterrarlo en la
playa, pero, como era un mono gigante, lo dejaron allí tirado.
Pasó un tiempo y, cuando se fueron a verlo nuevamente, el mono ya se había convertido
en un cerro grande, y le estaban creciendo hierbas y árboles en todo el cuerpo. El curandero

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abuelo dijo: “Yo fui al cielo en espíritu, pero no vi al mono”. Dicen que ese mono gigante era un
mal espíritu levantado de la tierra y que por eso comía a la gente.
Gracias al curandero abuelo que mató al mono gigante se salvaron personas. Dicen que
era el animal más temido por las personas. Nadie podía salir a pescar o a cazar y, si alguna perso-
na se iba sola al monte, jamás volvía a su familia. Hasta hoy en día se puede ver desde las orillas
del río Pichis ese grande cerro Mono con árboles tremendos.
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el Perezoso
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Cuentan la historia de que antiguamente vivía en la comunidad asháninka un comunero muy bue-
no y trabajador que no trabajaba en la chacra, sino hilaba, y tejía buenos morrales y cushmas, pero
a nadie enseñaba y era envidiado. Cuando las mujeres y señoritas se iban para que les enseñe a
hilar, él se hacía el enfermo y se ponía a dormir.
Un día una de las mujeres hizo cantidad masato para invitar al hombre perezoso y em-
borracharlo para que avise el secreto que tenía de cómo así sabía hilar. Cuando llegó el día, las
mujeres invitaban masato a todos sus invitados. Cada uno se tomaba un porongo lleno de masa-
to fermentado. Cuando el hombre perezoso tomó, se sintió mareado ya como era abuelito y se
escapó de la casa borracho, sin dar aviso a nadie. Cuando la familia del hogar se dio cuenta de que
ya no estaba, lo empezaron a buscar, pero nadie lo encontraba, porque él tenía su casa allá en las
ramas de los árboles. Allí tenía una hamaca grande para dormir. Cuando vino otro jefe curandero,
le avisaron de todo lo ocurrido. Entonces, el jefe tomó mucho masato para visitar al hombre pe-
rezoso y luego convertirlo en animal. Cuando el jefe se fue a la casa del perezoso, que es el árbol,
lo encontró durmiendo a pleno sol del día. Lo despertó, pero él seguía durmiendo; no sentía nada
porque estaba bien borrachito. Pobre abuelito, para su mala suerte, el jefe agarró su canasta y sus
hilos y empezó a envolverle todo el cuerpo. Cuando despertó, el abuelito se dio con la sorpresa de
que estaba envuelto con todo el hilo con el que hilaba. Lloraba de pena y de dolor cuando andaba,
pues ya no era como antes: solo andaba agachado y le estaban creciendo las uñas y grandes ojos.
Así quedó hasta hoy en día el perezoso. Raras veces lo vemos en los bosques porque duerme de
día y solo sale por las noches a buscar su comida.

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El Relojero y el Poeyotzi
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Este es el cuento del relojero y Poeyotzi. Dicen que, cuando eran her-
manos, el relojero era muy vivo y a la vez mañoso, y que tenía un abuelo
llamado Poeyotzi que era muy trabajador y aguerrido. Cierto día cuan-
do todos trabajaban -la familia del relojero sembraba cantidad yuca y
plátano para el sustento familiar-, en tiempo de verano cuando salía el
sol, ya rayando el día, sus padres acostumbrados a levantarse muy de
madrugada para avanzar en el trabajo, le dijeron al relojero: “Levánta-
te, vamos a la chacra: alista el masato y la coca para avanzar”.
Cuando todos sus hermanos ya se habían ido, él se quedó último
afilando su chafle. Cuando veía que no había nadie en la casa, se ponía a
dormir porque le tenía miedo al calor del sol. Luego, cuando sus hermanos
y sus padres lo buscaron en la chacra, no lo encontraron y, cuando uno de
sus hermanos fue a buscarlo, lo encontró durmiendo en la casa. Su herma-
no regresó de inmediato para dar aviso a su padre y, cuando su mamá fue
para llevarlo a la chacra, lo encontró en su cama quejándose: “¡Aa, aa, aa
aa!”. Decía que le dolía su estómago y, entonces, su mamá, que creía todo
esto, le daba remedio y él los tomaba de mentira, y cuando su mamá se
regresaba, él se reía y decía: “Mi mamá es una tonta: yo la engañé”.
Cuando todos regresaron de la chacra ya cansados, lo encon-
traron durmiendo como siempre. Sus hermanos planearon enterrarlo
bajo la tierra cuando él dormía y una vez ,cuando todos se fueron a la
chacra, regresó uno de ellos y, al ver al relojero durmiendo, llamó a to-
dos sus hermanos para cargarlo y esconderlo en el hueco que habían
preparado. Luego de tapar el hueco, se escaparon para que nadie se
diera cuenta. Cuando su mamá llegó en la tarde, no encontró a su hijo:
solo escuchaba su lamento y dolor cuando lloraba por la madrugada y
cuando raya el calor del sol en los bosques. Así, este hijo quedó conver-
tido en ave relojero que, hasta hoy, es vista en los bosques de la selva
durmiendo bajo la tierra que es su casa. También fue castigado por su
abuelo Poeyotzi. A él también se le ve rara vez en los bosques porque
tiene vergüenza de su cabello que se llenó de canas.

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Secretos de las Aves
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Es increíble ver y creer estos secretos mágicos de las aves de mi selva. Dicen que, cuando estos
eran hermanos, eran unos hombres muy mujeriegos. Cada vez se los veía con varias mujeres. Así,
voy a relatar la historia de cómo los antiguos asháninkas se enamoraban en la selva profunda.
Hasta hoy, siguen utilizando estos secretos de las aves: no se dejan. Entre las familias de los lo-
ros, la taurilla, el tucán, el gallito de roca, el chompiniro y otros, la hembra siempre está al lado
de su macho. Dicen que tiempo atrás, desde cuando eran hermanos, no se dejaban ni por un
momento.
Cuenta esta historia don Rafael, un tío de avanzada edad que vivía en una comunidad. Él
poseía el secreto de las aves y lo utilizaba; por eso, tenía tres mujeres y en cada mujer ocho hijos.
Pero un día de fiesta, sus amigos lo emborracharon para sonsacarle el secreto de cómo tenía
varias mujeres. Le dieron de beber abundante masato hasta que ya no se daba cuenta de lo que
hablaba. Así, informó a sus amigos dónde lo tenía sembrado su piripiri y otros secretos de las
aves. Uno de sus amigos le dijo: “Yo también tengo secretos del zúngaro para que puedas comer
tanto pescado sin morir de hambre”. Pero este lo estaba engañando solo para que le diera todos
sus secretos de amor para conquistar a las mujeres. Don Rafael creído lo llevó al monte donde
le enseñó plantas como el chompiniroshi, canarivenqui, savaroshi, cherokipini, openpeshi, entre
otras y cómo debe usarlas. Entonces, su amigo se fue contento y alegre porque antes no había
tenido suerte en el amor, y se dijo para sí: “Con esto tendré varias mujeres, como don Rafael”.
Don Rafael se quejó con un brujo que hizo que a su amigo le salieran plumas por todo el
cuerpo. El hombre mentiroso, de vergüenza subió al árbol más alto, desde donde lloraba triste-
mente. De tanto llorar, se convirtió en ave chompiniro, ave que se puede ver hasta nuestros días.

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el Caracol
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Es misterioso conocer los cuentos de los seres convertidos en animales: aves, reptiles y hasta batra-
cios o babosas. Estas historias vienen de la selva profunda donde no existe todavía civilización.
La gente del lugar, que vive en comunidades muy lejanas del pueblo, valora sus tradiciones y
costumbres. Desde tiempos muy antiguos, nos dan a conocer cómo los seres humanos venimos
creciendo con la naturaleza. Esta es la historia del caracol.
Dicen que antiguamente vivía un hombre de edad avanzada en la comunidad. Él no era un
buen cazador de aves y animales, solo le gustaba la pesca. Una vez le dijo a su esposa: “Ya estoy
cansado de comer pescado como el bujurqui, boquichico, sábalo y otros. Encontré un comedero
de venado y otro de perdiz: voy a cazar para dar de comer a mis hijos y a toda la familia”. Su
esposa y sus cuñadas se rieron de él porque nunca iba al monte con sus flechas y su canasta. Su
mujer le dijo: “¿Cómo vas a ir solo?, te acompañaré”. Él no quiso: “Yo iré solo”, dijo. Su esposa
lo dejó ir. Al tercer día vino cargando su canasta llena de patarashca, envuelta con hoja de bijao.
Llegó a la media noche para que sus cuñadas no se dieran cuenta de lo que traía. No era carne de
animales o perdiz lo que hacía comer a su esposa, solo era la flor de pancapanca. Cuando uno la
cocina o la hace chipa parece ser carne de algún animal.
Con esa mentira, venía aquel hombre mentiroso o afaz, hasta que un día su esposa le
dijo: “Ya estoy cansada de comer esta clase de carne, ¿por qué no me traes perdiz?”. Él respon-
dió: “Mañana iré a cazar”. “Esta vez iré contigo para ver cómo es que cazas tanto animal que
me haces comer”, le dijo ella. Él se molestó y disimuló estar enfermo diciendo: “Tengo dolor de
cabeza”. Cuando su esposa escuchó eso, se fue en busca de remedio y hojas de monte para ba-
ñarlo”. Tan pronto como ella desapareció, él aprovechó para agarrar su flecha y su canasta, e ir
al monte a su lugar preferido. Luego su esposa llegó trayendo hojas para curarlo y lo llamó. Al no
encontrarlo, miró su canasta y notó que su flecha ya no estaba en su lugar. Entonces fue en su
busca siguiendo sus huellas que se internaban en el monte. Despacito miraba las huellas, hasta
que, de pronto, oyó un corte allá abajo en la quebrada. Se dijo: “Será él”, y se acercó más y más
hasta llegar al sitio donde alguien cortaba el palo. De repente, vio a su esposo junto a su candela
asando su patarashca y su canasta llena de flores de pancapanca, que parecían carne.
Ella se molestó mucho al ver lo que hacía su esposo y se dijo: “Esto no es carne de animal
o perdiz; solo es una flor. ¿Cómo es que me engaña a mí y a toda mi familia?”, pues ya todos ha-
bían comido esa flor asada que era encantada por el hombre afaz. Su esposa lo siguió mirando

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mucho rato sin que él se diera cuenta hasta que, de pronto, salió a su encuentro y le gritó: “¿Qué
haces? Eres un mentiroso, ¿por qué me has hecho comer esta flor? No eres un buen cazador”. De
vergüenza, el hombre se fue corriendo. Sin darse cuenta, su cushma se estaba rompiendo hasta que
se quedó desnudo. La espalda le estaba creciendo y resbalaba por el palo: se estaba convirtiendo en un
caracol. Y otras familias que comieron esa patarashca también se estaban convirtiendo en caracoles,
porque habían comido flor de pancapanca. Desde el más adulto hasta el más chiquito, se estaban en-
cogiendo. De vergüenza escapaban a esconderse en las hojas. Hasta hoy el caracol come hojas y flores
de pancapanca. Raras veces se le ve porque se esconde debajo de las hojas secas.

La Lupuna, el Venado y el Paujil


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Ahora vemos cómo el hombre destruye la naturaleza que Dios ha hecho para él. No la cuida; al
contrario, la está destruyendo cada día más. Cada año se destruyen seres naturales que hay en
ella. Así, se va terminando poco a poco. Con el pasar de los años, vemos cómo nos quedamos sin
alimento, la base fundamental del ser humano. El más afectado es el hombre indígena que vive
en las comunidades nativas y otros lugares porque su alimento principal son los pescados, aves,
animales y frutas. Con estos alimentos, sobrevive. Toda especie, ya sean animales, aves o peces,
tiene un ser o dueño que la cuida. Este es el duende del bosque o el chullachaqui.
Dicen que cuando un cazador se va al monte a cazar aves o animales no puede burlarse de
nada porque el chullachaqui lo escucha. En el caso de la destrucción de los árboles maderables,
el duende llora, porque el hombre los está destruyendo. El chullachaqui, entonces, reúne a todo
árbol, ave y animal para llevárselos muy lejos, a donde no los puedan destruir más. A esto se debe
la desaparición de muchas especies en la selva donde vivo, según el relato del sheripiari, quien
los ve en visiones a estos chullachaquis llevándose a los animales y aves del monte.

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Comunidad de Ratones
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Esta es la historia de los ratones humanos que vivían en una comunidad nativa del río Perené.
Cuenta la historia que un día, cuando todos progresaban, niños, jóvenes y adultos, siempre con el
grado de obtener futuros esperados, nadie pensaba en que sus vidas serían transformadas. Había
una bella señorita con unos largos cabellos y con una mirada que encantaba a los jóvenes. Pero,
cómo es, que con la envidia de otros le llegaron a tener odio, hasta que un día decidió terminar
con su vida. Tomó un potente raticida que le causó la muerte. Pasado un año más, un joven pro-
fesor bilingüe, con ese cuento de amores y desesperación, se emborrachó tomando masato con
furadán, un veneno especial para ratones y gusanos.
Pasaron los años, murieron tres jóvenes más, mas nadie sabía por qué aquellos jóvenes y
señoritas tomaban esa decisión. Un día vino un curandero bueno para adivinar qué es lo que ocu-
rría en dicha comunidad. Él se dio con la sorpresa de que en aquella zona existía mucha maldad y
que era embrujada por una malvada mujer llamada Rosa, mujer bruja de la comunidad. El curande-
ro dijo: “Voy a ver en la noche cuando yo duerma. Tomando mi ayahuasca, yo lo veré claramente
como si fuera real”. Entonces el curandero se fue al río donde hay un remolino grande, y se sentó
para conversar con la sirena y que le diera ese poder.
Cuando ya era de madrugada y todos estaban dormidos, el hombre hizo un pedido espe-
cial: conocer a aquella persona mala que estaba haciendo daño a la comunidad, y saber por qué
todos los jóvenes y señoritas se estaban muriendo tomando veneno, que no es una muerte nor-
mal. Entonces el curandero vio a una señora ya de edad avanzada haciendo brujería a todos los co-
muneros de la comunidad, para que todos se enfermaran y murieran como todos estos jóvenes.
Dijo el curandero: “Yo vi en visiones a los jóvenes y señoritas que murieron tomando veneno”.
“Están convertidos en ratones gigantes; están alegres porque celebran una fiesta de encuentro
entre amigos, no se preocupan más de sus estudios ni familiares”, así terminaba de contar el cu-
randero llamado Santiago, experto en curar y sanar a los enfermos que lo visitan.
Dicen que nadie puede burlarse de él porque los escucha. Dicen que vuela por el aire y que
también anda por los ríos y cerros cuidando a las personas buenas para no que no sean atacadas
por la maldad que hacen las personas de mal espíritu.

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el Pijuayo
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Antiguamente cuando el pijuayo era humano, era un hombre muy bueno y guerrero, y nunca
dejaba sus flechas armas de defensa. Un día su esposa preparó mucho masato para celebrar el
cumpleaños de sus hijos. Cuando todos tomaban, vinieron sus vecinos y amigos: el ungurahui, la
shapaja, la chorina y otros llegaron muy contentos a la casa. Cuando la esposa del pijuayo vió a
sus amigos, se puso a servir masato a cada uno en su porongo.
Ya siendo ya de madrugada cuando todos estaban borrachos, llegó el hombre chentero
acompañado de su amigo huicungo, el brujo. Cuando todos estaban dormidos, el hombre huicun-
go aprovechó para llenar su brujería en el kosno del pijuayo, para que la tomaran. Luego de hacer
todo esto, el hombre huicungo fue a esconderse antes que amanezca. Ya de amanecida, todos
despertaron y siguieron tomando su masato y nuevamente se emborracharon.
El hombre pijuayo empezó a sentir que le comezonaba todo el cuerpo, le empezaron a
crecer sus vellos y todo le crecía hasta quedar duro. Cuando se despertó, se fue corriendo para
esconderse junto a su esposa, junto a su pierna. Ellos lloraron por sus hijos y cuando sus amigos
lo llamaron, él no contestó. Ellos también fueron a buscarlo pero no se daban cuenta de que el
brujo huicungo los estaba mirando. Cuando se encontraron todos, el huicungo convirtió a todos
sus amigos en plantas de palmera.
Hasta hoy vemos al pijuayo en las purmas o bosques de la selva parado lleno de espinas,
pero no por ello se dejan de sacar sus frutos. El hombre masatero, con ese valor de tomar y pre-
parar el masato de pijuayo, tendrá que afrontar ese peligro. No deja la costumbre de dar buenos
frutos así como cuando era humano. Los paisanos de la selva dicen que quien toma el masato de
pijuayo debe ser una persona fuerte, porque, si no, se quedará botada en el camino y hasta los
gallinazos la podrían picotear pensando que está muerta.

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El primer Avión
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Antiguamente, cuando los nativos asháninkas no conocían el avión, la primera vez que lo
vieron lo confundieron. Pensaron que era un ave grande o la madre de las garzas, porque
en la selva existen variedades de garcitas, desde la más pequeña hasta la más grande,
que mide aproximadamente 1.50 metros de altura. Cuando empiezan a volar y extienden
sus alas, de lejos son vistas como un avión pequeño sin sonido. Es la garza más grande, a
la que conocemos en la selva como tuyuyo. Los nativos confundieron el avión con el tu-
yuyo y pensaron que se llevaría a los niños para comérselos o llevarlos para sus pichones.
Cuando lo vieron venir por el cerro, se asustaron, corrieron a sacar sus flechas para ma-
tarlo. Dijeron: “Le sacaremos las plumas para nuestras coronas y adornos”. Empezaron a
perseguirlo sin alcanzarlo, lanzaron flechas, pero sus esfuerzos fueron en vano, porque
no pudieron. El avión se fue en dirección de otro cerro rumbo a su destino. Entonces,
el jefe de la comunidad reunió a sus guerreros para así matar al ave que venía volando.
Según ellos creían, podía comer a nuestros hijos. Dejaron dos grupos de guerreros: uno
donde vino el avión y otro, por donde se fue. Pasados tres días, regresó el avión por la
misma ruta.
Cuando de pronto aterrizó en la comunidad, se trataba de los primeros misioneros
que llegaban a la selva. Entonces los nativos asháninkas aprovecharon para acorralarlos
y atrapar el ave avión. Cuando vieron bajar a una persona gringo blanco, se asustaron.
Sin ninguna duda empezaron a flechar a todos los que abordaban el avión. Pensaban que
eran crías del ave grande porque eran blancones y rubios, y creían que se los comerían.
Cuando se dieron cuenta de que era una lata y no un ave, los niños empezaron a
jugar dentro del avión prendiendo candela y pensando asar el ave grande. De pronto,
explosionó el avión y quemó a todos los comuneros, porque sus casas eran de yarina. La
mayoría murieron quemados.

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Pruebas de un Verdadero Tabaquero
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La historia sobre la visión o cosmovisión de un verdadero tabaquero tiene su inicio y fin. Una
persona llega a ser un verdadero curandero solo tomando la planta medicinal, haciendo unos
cantos y dando saltos emborrachado con ayahuasca. Ahí empieza la historia de los ojos o las
visiones raras.
Cuentan los curanderos especialistas que quien toma este brebaje tendrá que ser fuerte
y sano. Si lo toma cualquiera, puede llegar a morir porque, en ella, se ven fenómenos, animales
raros, boas con cabeza de ave, pirañas con cuerpo humano, peces con cabeza de culebra, fuego
devorando y otros.
Cuenta un brujo la historia de este hecho. Decía que tomó solo para probar. Cuando, de
repente, se quedó dormido, vio una oscuridad llena de estrellas. Por poco rato, un hombre con
cabeza de humano y ave lo agarró por el pie para luego lanzarlo al fuego ardiente que debajo te-
nía clavos, espinas, botellas y machetes. El brujo daba gritos porque pensaba que era la realidad,
pero solo eran visiones. Entonces, el curandero lo despertó porque se estaba ahogando con su
saliva. Lo castigó con chalanca y luego le dijo: “¿Por qué has gritado?, ¿tú no sabías que para ser
un buen curandero hay que soportar las pruebas?”. Dijo también: “Ahora no serás un buen cu-
randero, al contrario, serás un brujo”. Apenas le dijo estas palabras, el hombre de vergüenza se
fue corriendo y se convirtió en un perro con colmillos grandes para devorar a quien se le cruzara
en el camino.
Para un buen curandero, quien está acostumbrado a tomar la ayahuasca, esto le parece
como un juego. La planta mezclada del tabaco negro y el chirizanango hace que la persona
vea visiones asombrosas. Cuando esto se cumple, uno nace como el mejor curandero y puede
pelear con otros que no lo lograron. Hasta puede llegar a convertirse en un tigre parecido al
original, aunque solo sea la cushma que deja en su cama y su espíritu sale en busca de los brujos
para matarlos.

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Los Hombres Guerreros
(CAMARÓN y ALACRÁN)
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Cuentan los asháninkas que, antiguamente en la selva del río Perené, existían dos asháninkas
muy valientes y guerreros. Nadie los vencía. Sus abuelos eran muy malos y toda su descendencia
era igual. Uno de ellos se llamaba Kamara y el otro Iraka.
Ellos vivían muy lejos de la comunidad y poseían grandes territorios para el beneficio de
toda su familia. Cuando una persona que no era de su familia invadía su chacra, de frente la mata-
ban con su flecha, porque solo existía maldad y odio en su modo de vivir, porque desde su niñez
aprendieron de su abuelo a ser malos y por eso no les gustaba compartir con todas las personas
de su comunidad.
Un día se reunieron todos los jefes de las comunidades para ver cómo arreglar ese pro-
blema, porque no se podía vivir en paz. Había problemas de guerras y odio solo por estas dos
personas. Cuando una persona se iba a cazar, ya nunca más volvía a su hogar, la tomaban por
desparecida y decían que el tigre la comió o que una boa la tragó. Los asháninkas de su comuni-
dad estaban desapareciendo uno a uno y nadie sabía la razón de su desaparición. Nadie sabía que
estos dos guerreros nativos los mataban. Solo ellos querían vivir para disfrutar de la naturaleza,
de los peces, animales y aves.
Cierto día, uno de los guerreros celebró la fiesta de cumpleaños de uno de sus hijos, quien
asumiría el trono de su padre. Invitó a un comunero, su único amigo, para tomar el masato, be-
bida especial de la selva. Cuando el guerrero Kamara se emborrachó empezó a revelar el secreto
de cómo él era valiente y guerrero, y por qué nadie lo podría matar; entonces, el visitante comu-
nero oía lo que el guerrero hablaba por su borrachera.
Kamara decía que poseía plantas misteriosas llamadas piripiri para la valentía y la agilidad.
Dijo que nadie lo podría detener y dio el secreto de dónde las tenía sembradas. El comunero no
tomaba, solo bailaba asemejando estar borracho, para así poder robar aquella planta del guerre-
ro Kamara. Así, Kamara se quedó dormido hasta el día siguiente. Toda la familia se había embo-
rrachado, solo a una abuelita la dejaron como guardiana. Todos habían tomado demasiado y se
olvidaron de sus enemigos, que en cualquier momento los iban a traicionar. Cuando el comunero
vio que todos se quedaron dormidos, se fue en busca de la misteriosa planta. Al encontrarla se
la llevó toda y llegando a su comunidad contó lo que había pasado aquella noche de fiesta con

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la familia de Kamara. Como jefe máximo, reunió a sus comuneros para atacar a los guerreros,
porque ya tenían los piripiri que usaban para ganar la guerra. De inmediato, armaron sus flechas
para ir en contra de las malos personas. Cuando llegaron ya muy cerca de su casa, la abuelita dio
el aviso gritando a los que dormían, pero ellos siguieron durmiendo. No podían hacer nada, pues
se sentían débiles y borrachos. Habían tomado demasiado.
Así, los tomaron presos, llevaron a los dos guerreros a la comunidad amarrándolos con
una soga. Llamando a los brujos malos sentenciaron, y, como castigo, los convirtieron en arác-
nidos para toda la vida. Por las maldades que hacían, al guerrero Iraka lo mandaron a vivir en el
bosque para no que no se junte más con Kamara, y al guerrero Kamara lo mandaron a vivir en el
río por siempre.
Así, vemos en nuestros días a Kamara en el río nadando. Todavía posee ese poder mágico
como antes, y a Iraka raras veces lo encontramos en el monte y por las noches se le escucha llo-
rar buscando a su amigo. Cuando uno lo encuentra, es peligroso porque posee un veneno fuerte
y nadie lo puede agarrar. Los antiguos colonos de la selva inventaron el nombre de los dos gue-
rreros en español, poniéndoles a Iraka, alacrán y a Kamara, camarón.

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El Hombre Afaz
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Cierto día, un yánesha llamado Pablo, que asemejaba ser un buen cazador, porque nadie lo co-
nocía y venía de un lugar muy lejano, llegó como cualquier persona en busca de trabajo. Para
disimular, alegaba mucho ser una persona buena para el monte, porque cazaba aves y animales.
Un día, uno de sus amigos le preguntó si lo podía acompañar para cazar en el aguajal, porque
encontró un comedero especial. Alistaron coca, cigarros y otros elementos que un cazador sabe
usar. Luego, yendo por el camino, su amigo lo dejó en otro comedero. Ya siendo las 11 de la no-
che, el amigo Pablo hizo un disparo en aquel comedero. Entonces su amigo se dijo: “Ya tenemos
un venado para el desayuno”. Cuando ya estaba de amanecida, eran las 6 de la mañana, su amigo
vino hacia él. Donde lo había dejado, lo encontró durmiendo encima de su barbacoa roncando
como si fuera un tigre. Su amigo vino despacito para ver que no pudiera pasarle algo malo a
Pablo y se dio con la sorpresa de que al lado de su morral tenía dos colores de aguardiente y un
saco de coca. A Pablo no le gustaba cazar, solo cazaba en el plato, porque no sabía cómo era la
maña de ser cazador. Entonces, el amigo Jhoni se fue sin despertarlo, porque ya lo había visto
durmiendo. Camino de su casa, su esposa estaba esperando el mitayo que ellos traerían. Luego
vio venir por el camino a Jhoni con un paujil en la mano que había matado en el camino. Jhoni se
lo dio a su esposa para que lo cocinara e hiciera un buen caldo. Jhoni contó lo que había pasado
con Pablo. Esperaron todo el día y Pablo apareció recién luego de una semana cuando Jhoni se
preocupó y fue a buscarlo. Cuando llegó a la barbacoa, ya no estaba. No sabía dónde poder ubi-
carlo y regresó a su casa. Diez días después apareció ya muy flaco y lleno de coca en la boca, con
los labios partidos y la lengua verde como loro. “¿Dónde estabas? -preguntó Jhoni-. Mi esposa y
yo estábamos aquí preocupados esperándote”. Él respondió: “Perseguí a un quiriquincho al que
disparé y me llevó muy lejos, con lo que me perdí en el monte.”
Todo lo que decía Pablo era falso: estaba engañando. Solo le gustaba tomar trago y masa-
to, y comer coca. Tenía una vida salvaje. No tenía casa, vivía por el monte durmiendo en las aletas
de los árboles o en el palmichal o debajo de una yarina. No le gustaba trabajar, pero sí tenía un
secreto. Por muy vago que fuera, poseía una magia para que no lo picara la víbora cuando andu-
viera de noche.
El afaz Pablo no duerme de noche, asemeja ser un buen cazador o pescador llevando an-
zuelos y escopeta, y a la gente de su comunidad la tenía cansada. Un día, uno de los tabaqueros
y otras gente malas de su comunidad se reunieron para ver qué se podía hacer con él porque,

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decían, podría contagiar a sus hijos que también harían lo
mismo. Decidieron en una reunión castigarlo y luego enviar-
lo a su pueblo, pero no quiso, se enfureció muy valiente, se
puso muy terco diciendo que no le gustaba cazar, pescar
ni trabajar, que solo era un tabaquero. Luego llamaron a
una bruja llamada Tsipahuero para ver y saber si Pablo era
verdaderamente un buen tabaquero. Cuando llegó, ella se
dio con la sorpresa de que Pablo era cualquier persona y la
gente se puso furiosa.
Su castigo fue vivir en el monte con Tsipahuero
como su mujer. Hasta nuestros días en mi selva vemos al
afaz Pablo convertido en toayo. No vive en una casa, solo
sabe juntar hojarasca para dormir junto a su mujer y sus hi-
jos. Esa es la mala suerte que tuvo en su vida Pablo, porque
él no era un trabajador y menos sabía hacer una casa.
Hasta hoy vemos en el monte a Tsipahuero dur-
miendo en el suelo. Si la suerte lo dejara, podría ser comi-
do por la serpiente, pero eso no es así. Por más “avecito
vago” que lo llamen tiene un secreto: sus huevos le sirven
de defensa. Dicen que cuando una persona ve los huevos
del toayo se desnuda por completo, luego se jobea todo
el cuerpo y luego lo pone en su lugar sin reventarla. Dicen
que, luego de eso, cuando una serpiente está muy cerca de
ti, no te puede ver porque ya estás curado.

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el Tigre viejo y el Armadillo
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Érase una vez un tigre que paseaba por las quebradas del medio monte buscando alimento para
llevarse al estómago porque estaba días sin comer. Siguió río arriba tratando de encontrar un
huasaco o bujurqui que estuviera durmiendo a la orilla del riachuelo. Él ya no podía cazar anima-
les, menos aves, porque era un tigre muy viejo, no apto para correr como lo hacía en su juven-
tud, cuando era muy ágil y cazador. Se puso muy triste de su vida; se decía a sí mismo llorando:
“Ojalá tenga la suerte de encontrar a alguien o un amigo que sea mi cuñado, como el mono,
para que me ayude con necesidades diarias como la de alimentarme, porque, a mi edad, ya no
puedo cazar”. Mientras lloraba de hambre, no se daba cuenta de que su cuñado, el armadillo, lo
oía lamentarse. Él estaba sentado más arribita pescando, había pescado mucho: sábalos, lizas,
meretos, bujurquis, entre otros.
- “Oye, ¿cuñado, qué haces? –gritó el armadillo-, ¿por qué lloras? ¿O serás un cobarde?”.
- “No lloro” -respondió el tigre-. Solo estoy cantando”.
- “¿Y tú, qué haces”, dijo el tigre?
- “Yo estoy pescando para poder comer”, respondió el armadillo.
- “Cuñado, ¿me puedes regalar tu pescado? Me muero de hambre. Hace días que no
como”, dijo el tigre.
-El armadillo le respondió: “Si quieres comer, te emprestaré mis anzuelos para que tú
también aprendas a pescar y no mueras de hambre”. Al oír esto, el tigre se molestó y se dijo:
“Haré un último esfuerzo para poder comerme a mi cuñado el armadillo, una presa muy deliciosa
para el tigre.”
Con viveza, se fue el tigre adonde su cuñado para engañarlo y comérselo. Como el arma-
dillo también era muy astuto, engañó al tigre haciéndolo esperar a la entrada del agujero que
tenía. Mientras el armadillo estaba dentro del hueco escarbó más y más, y salió más arriba. Desde
ahí, miraba cómo el tonto tigre esperaba con un palo en la mano para matarlo y así poderlo co-
mer. En vano fue su espera, murió de hambre y de vejez, y fue comido por los buitres y gallinazos.

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la Garza
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Hoy relatamos el cuento sobre el origen del ave garza. Cuentan que en el río Perené vivía una
pareja que tenía una hija y dos hijos. La hija se llamaba Blanca, porque le gustaba vestirse con
cushma blanca. Su mamá la quería mucho porque era su única hija mujer. Además, era muy tra-
bajadora: todos se sorprendían de su habilidad para pescar y comer con facilidad el pescado sin
que se le trancaran los huesos en la garganta, por más espinoso que fuera el pescado.
Por todo eso, sus vecinos y amigos cercanos le tenían una gran envidia y un día planearon
matarla. Uno de ellos dijo: “Mejor vamos a un brujo para que la convierta en ave, porque no nos
invita su pescado y porque a ella nadie la gana pescando”. Así, la gente envidiosa se fue en busca
de un brujo para quejarse de la bella señorita. Una noche, el brujo aprovechó para convertirla en
una hermosa garza blanca condenándola a vivir en las orillas de los ríos, alimentándose solamen-
te de peces. Y a sus dos hermanos los convirtió en ave martín pescador.
Desde entonces, existe la creencia, entre los asháninkas nativos de la selva, de que cuan-
do ven o escuchan a la garza llorando, hay que hacer que los niños o sus hijos pasen su saliva tres
veces para que puedan comer con facilidad el pescado sin que se les tranquen los huesos, como
la garza. Desde entonces, vemos que en los ríos de la selva muchas garzas aumentaron.

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el Ave Chicua
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Una vez un asháninka iba en busca de su alimento por el monte, llevando su flecha para cazar
animales y esperando que la suerte lo acompañara. Ya había caminado unas cinco horas por el
bosque rumbo al este cuando, de repente y sin que se diera cuenta, una señora de edad avan-
zada le habló por la espalda. El asháninka cazador al voltear se asustó mucho y pensó: “¿Cómo
puede ser que haya una señora sola en medio del monte?”, y le preguntó qué estaba buscando,
qué hacía por allí. La señora respondió: “Ando buscando a mi hijo perdido que hace tiempo salió
a cazar y no volvió más a mi casa, ¿por si acaso, no lo viste por ahí?” El asháninka cazador respon-
dió diciendo que no lo había visto y, luego de dar unos pasos, volteó para ver a dónde se dirigía
la señora, pero ya no encontró a nadie: la señora había desaparecido. Tuvo miedo porque sentía
que alguien venía por su espalda. El cazador se apresuró caminando más rápido para llegar a su
casa, cuando, de repente, encontró una choza donde había unos madereros. El hombre entró y
les contó todo lo que le había ocurrido. Los madereros le contestaron que era muy raro encontrar
a una señora sola en el monte, porque allí nadie vive. El hombre se dio cuenta de que ya era muy
tarde y de que tenía que avanzar; sin embargo, cansado de tanto caminar, sintió sueño y buscó un
árbol con aletas para dormir. Al quedarse dormido, soñó que conversaba con la señora que había
conocido en el monte: era un ave chicua, ave malagüera, conocida por los nativos de la selva. Se
despertó asustado.
Cuando amanecía, se fue en dirección a su casa, siguiendo río abajo porque estaba perdi-
do. De pronto, escuchó el grito del ave chicua que comenzó a perseguirlo de árbol en árbol gritan-
do. Cuando el hombre llegó a su casa, se encontró con la sorpresa de que su hijo había fallecido.
El chicua había anunciado que el hombre cazador tendría una mala noticia o desgracia.
Desde entonces, la gente siente temor cuando escucha el silbido de un ave chicua. Así
mismo, la llegada de un ave shansho a una casa anuncia una mala noticia. Los asháninka piensan
que algo malo va a ocurrir ese día o en la semana, por lo que se cuidan del anuncio de las aves
malagüeras.

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el Zancudo
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Antiguamente, cuando el zancudo era humano, le gustaba cazar. Era muy cazador. Tenía un secre-
to para cazar con facilidad animales y aves. Una vez vino a visitarlo uno de sus amigos. El zancudo
no era miserable y se fue a su cocina donde tenía muchas presas: perdiz, pescado y venado. El
hombre zancudo no tenía esposa y vivía solo; por eso, no le faltaba el alimento natural, pero un
día se enfermó por causa de una brujería: empezó a bajar de peso. Nadie se había dado cuenta de
que iba por las noches con una señorita quien decía ser su enamorada con la condición de chupar-
le la sangre. Según el tabaquero, le estaban haciendo daño por envidia, porque él era muy bueno
y cazador.
Entonces, un día, el zancudo se fue donde el tabaquero llamado Cuelo para hacerse curar
y ver a su adivino para saber quién le está haciendo daño. Cuando llegó, el tabaquero le dijo que
una persona llamada Timoteo le estaba haciendo brujería mediante plantas y hierbas.
Una vez la enamorada de zancudo se quedó dormida en el patio de su casa y, ya siendo de
madrugada, vio venir muy despacito al zancudo con sus flechas para matarla y chuparle la sangre.
Cuando la señorita se levantó, le gritó: “¿Qué haces por ahí?”. Él respondió mintiendo: “Yo estoy
yendo a cazar”. Entonces, la bella mujer se levantó y fue corriendo donde el brujo Timoteo para
darle aviso. Todos corrieron a ver qué pasaba. Cuando el zancudo escuchó el ruido de la gente, se
fue corriendo a esconderse en el monte. Cuando vino el brujo Timoteo, sintió olor a sangre de per-
sona que había chupado el zancudo, entonces se enfureció y fue en su búsqueda correteándolo
por el monte hasta atraparlo. Como zancudo estaba muy débil, lo agarraron fácilmente, lo lleva-
ron al pueblo o comunidad donde estaban reunidos. Ahí la gente gritaba que castigaran a zancu-
do porque mucho daño causaba en las personas chupándoles la sangre hasta dejarlas débiles. Él
usaba unas flechitas chiquititas con unos tubos que contenían piripiri para no sentir dolor cuando
chupaba la sangre. Es así como vinieron los brujos, Timoteo y otro llamado Isula, para convertirlo
en verdadero zancudo.
Hasta hoy, abundan muchos zancudos en mi selva. Sin que te des cuenta, te chupan la san-
gre porque poseen unas drogas en la flecha para no sentir el dolor, y, por más fuego y humo que
haya, estos zancudos no se escapan; al contrario, vienen más por la luz.

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Madre de Aves y Animales
(la Colpa)
t

Cierto día un cazador asháninka se fue a montear buscando algo que comer. De mucho caminar,
se sintió cansado y con hambre, y se recostó en la aleta de un árbol cerca de un riachuelo. y se
quedó dormido. Cuando se despertó, vio venir a lo lejos a un venado y una sachavaca, pero no se
dio cuenta de que más arribita había una colpa con agua salada, agua especial de animales y aves.
Dicen que la colpa es la madre de los animales y aves: ella es la que les da el pecho como una ma-
dre a su hijo. De igual manera, todas las aves llegan a tomar su agua y comer su tierra.
Luego, el cazador se fue muy despacito mirando de un lado a otro para cuidarse de las isu-
las, culebras y avispas. Después, muy despacito se quedó sentado detrás de un árbol mirando qué
hacían los animales y las aves, y por qué hacían tanta bulla. En la agüita, animales como el sajino
se revolcaban y la sachavaca chupaba. De pronto, vio a dos mujeres desnudas con tetas largas:
una señorita y una vieja. El cazador se asustó y dijo: “He visto a la madre de los animales”. Tomó
valor, y empezó a chacchar y a fumar su mapacho o cigarro. Cuando la madre colpa sintió el olor
del cigarro, se fue corriendo a esconderse en el barro y los animales se escaparon.
Desde ese momento, a simple vista, la madre colpa no se nota. Dicen que cuando un caza-
dor se aficiona al monte matando aves y animales, ella se le presenta convertida en persona, pero
con pies de ave u otro animal. Cuando un cazador que se encuentra con ella es débil y no conoce
el piripiri para el mal de aire, o cuando ve su sombra o fantasma, el cazador puede incluso morir.

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el Toayo
t

Vivía en una comunidad un joven al que no le gustaba trabajar, solo se iba pasear de casa en casa a
tomar el masato. Un día se fue al monte para buscar algo de comer, agarró su morral, su coquita y
un poco de chamairo para endulzar el bolo. Se fue rumbo río arriba y cuando llegó a una quebrada,
escuchó un sonido que parecía que estuviera lejos, pero no era así. Se sentó sobre un tronco de
renaco y, como estaba cansado, durmió un poquito.
Cuando despertó, vio a su costado parada a una señorita hermosa que traía en su mano un
pate de masato hecho de camote morado. Dicen que los que toman ese masato deben ser perso-
nas fuertes. El joven no se daba cuenta de quién era la mujer con la que conversaba. Tras de ella
venían varias mariposas que dicen ser sus hijas. Nadie sabía de dónde venía ni de dónde era. Solo
los curanderos que viven en los cerros la ven y dicen que aquella mujer es la hija del toayo quien
anda buscando esposo para que la ayude a hacer su casa, para que viva con su familia. Dicen que
no tiene suerte y que, cuando se casa con un hombre, no pueden tener hijos. Por eso, la dejan y,
con esa vida de mala suerte, la bella mujer y sus padres se fueron a vivir lejos de la comunidad.
Siendo su padre ya muy viejo y no pudiendo construir su casa, se duerme debajo de los árboles.
Solo se acuerda cuando llega el invierno o cuando empieza a llover.
Cierto día, cuando llegó el jefe de aquella comunidad para visitar el toayo, no lo encontró
porque estaba escondido bajo la hojarasca. Cuando lo llamó, él no contestaba y un curandero dijo:
“Yo voy a adivinar dónde está el toayo”. Cuando mascó su coca y su chamairo, adivinó, pues vio al
toayo, junto a su hija. Dicen que ya convivía con su padre.
Cuando el jefe se enteró de este hecho, mandaron a traer al toayo para castigarlo. Junto a
su hija, llamaron a todos los comuneros para dar aviso de este hecho. Cuando llegaron, castigaron
al hombre toayo: lo calatearon y, amarrándolo a un palo seco, lo golpearon duro. De tanto casti-
go, él se avergonzó agachándose y, con ese susto, empezaron a crecer sus ojos y, poco a poco, se
convirtió en una avecita de color plomo chispeado. Juntos con su hija se fueron volando hacia el
bosque para nunca volver a su estado normal.
Hasta hoy vemos en la selva a la avecita toayo durmiendo de día. Solo por las noches se
la oye gritar y no sabe construir su nido. Desde muy antes, cuando era persona, era ociosa y los
toayos son ahora las aves más ociosas que existen en los bosques de la selva.

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el Maestro Tunchi
t

Este es el cuento de un nativo que quería ser un buen músico. A él le gustaba tocar instrumentos
como la flauta, la antara y el tambor. Cierto día conversó con un tabaquero para ver cómo podría
llegar a tocar mejor la flauta y tener buena voz en el canto, y el curandero le dijo: “Esto no es fácil;
si quieres ser buen músico, tendrás que pasar pruebas y soportar fuertes dolores”.
El joven nativo pensó: “Yo quisiera ser maestro y tener varias mujeres y divertir en las
fiestas; por eso, tendré que soportar pruebas fuertes como esta como dijo el tabaquero”. Un día
se fue cuando la luna estaba por ocultarse. Días atrás, ya lo había anticipado al tabaquero para
que prepare su tabaco. Cuando llegó el día esperado, se fue solo llevando un poco de masato en
su pachaca. Cuando llegó adonde el tabaquero, este le dijo que deberían ir lejos para que nadie
escuchara los cantos y la música que ellos iban a cantar. “Allí llegará el maestro tunchi -dijo el ta-
baquero- y también vendrá la bella sirena que es la profesora de instrumentos. Yo solo te pido que
no te asustes”.
Cuando los dos amigos se fueron al cerro para probar la resistencia y la valentía del joven,
ya siendo de madrugada, cuando cantaba la perdiz azul en tiempo de verano, el curandero prepa-
ró el brebaje especial mezclado con tabaco para emborrachar al joven. Cuando tomó, los dos em-
pezaron a tocar sus instrumentos saltando de aquí para allá. No se daban cuenta de lo que pasaba
a sus costados: ya venían los seres vivientes de la selva como el tunchi, el tuyuyo y la sirena para
probar a los músicos. ¡Es que verdaderamente querían ser buenos maestros! Así, los dos amigos,
el joven y el tabaquero, se emborracharon tocando su flauta hasta el amanecer. Ellos no se daban
cuenta de lo que estaba pasando. Solo cuando pasó el adormecimiento del tabaco, recordaron
todo lo que había pasado en aquella madrugada. Los dos amigos regresaron a sus casas. Cuando
llegó, el joven se volvió de otra forma. Ya pensativo en lo que había visto y como recordaba los
cantos y las melodías de aquella bella sirena y los sonidos de aquella flauta que entonaba el tunchi.
Dicen los curanderos que los que tocan el bombo y la flauta deben ser buenos hombres
y deben soportar esas pruebas y que, si no es así, serán malos músicos. Incluso podrían llegar a
morir por no soportar las pruebas.

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GLOSARIO
u
Achiote (Bixa Orellana). Árbol que puede alcanzar prehispánicos, es de uso difundido entre los pueblos
los 4 m de altura. Sus frutos en forma de cápsula andinos y amazónicos del Perú y Sudamérica.
espinosa u ovoide, y puntiaguda son de un color Añuje (Dasyprocta fuliginosa). Roedor de tamaño
que va del marrón - anaranjado al rojo. Las semillas mediano de color negro o grisáceo (pelos negros
que contienen estos frutos tienen atributos medici- con puntas blancas), con orejas cortas, redondea-
nales y son utilizadas por los pueblos indígenas de das y desnudas, patas largas, y cola muy corta. De
la familia arawac para realizar pinturas corporales, hábitos diurnos, vive en diversos hábitats (bosque
especialmente faciales. primario y secundario, y plantaciones y chacras). Se
Adivino. Atributo del chamán o curandero, prin- alimenta de frutos de palmeras, tubérculos, frutas,
cipalmente referido a la identificación o “adivina- hongos, flores e insectos.
ción” de una enfermedad para determinar si al pa- Árbol Lecherón. Árbol con corteza de color blanco,
ciente le han infligido un daño. de unos 30 a 40 m de altura, con aletas grandes y
Afaz. Flojo, holgazán, en castellano regional ama- varias raíces. Su savia es empleada, mediante la de-
zónico. bida dosis prescrita por un curandero, para despara-
Aguajal. Lugar generalmente pantanoso e inun- sitar. Su fruto de color verde es alimento del majás,
dable, habitado por numerosos aguajes (Mauritia la sachavaca y el venado.
flexuosa). Esta es una palmera de un solo tallo que Asháninka. Pueblo indígena amazónico ubicado
puede alcanzar los 35 m de altura. Su fruto, de con- prioritariamente en las cuencas de los ríos Apurí-
sumo preferente en la Amazonía, es –al quitarle las mac, Ene, Perené, Tambo y Pichis de la selva central
escamas- de un color que va desde el marrón - rojo - del Perú (departamentos de Junín, Pasco y Ucayali),
anaranjado al rojo oscuro. Sus hojas tienen múltiples si bien su población también se encuentra en Bra-
usos: de las hojas jóvenes se extrae una fibra para sil y en Lima. Pertenecientes a la familia lingüística
fabricar sogas y bolsas, y la hoja entera se emplea arawac, de la cual forman también parte los ashé-
para techar casas. El peciolo, segmentado y librado ninka, yánesha, machiguenga y culina, entre otros.
de la médula, es utilizado para fabricar esteras. Los relatos que conforman este libro forman parte
Ahumar. Modalidad culinaria en que la carne, sea de de su tradición oral.
animal o pescado, se cuece con el humo que emana Atatao o tatatao (Ibycter americanus). Ave de co-
del fuego. Si la carne tiene un tamaño apropiado, se lor negro con pecho blanco, de unos 57 cm de
la ensarta en un palo que se asienta sobre un par de longitud. Su alimento son las frutas, semillas, in-
estacas; en cambio, los pescados menudos se colo- sectos y los huevos de tortuga. Posee un canto
can sobre una tarima. Asimismo, el ahumado cons- singular, al que hace referencia onomatopéyica
tituye una forma de conservación de los alimentos. su nombre.
Aleta. Apéndice situado en la parte inferior del Ave chicua (Piaya cayana). Pájaro de unos 30 cm
tronco de varias especies de árboles, que les pro- de color marrón con alas más oscuras. De patas y
porciona mayor soporte al extenderse bajo tierra ojos rojos, presenta una larga cola que termina en
mediante gruesas raíces. una punta de color blanco. Vive cerca de chacras y
Antara. Instrumento musical constituido por una sola casas y es considerada como ave de malagüero: su
hilera de cañas de carrizo amarradas entre sí dispues- canto anuncia que sucederá algo malo (enferme-
tas en forma de escalera. Conocida desde tiempos dad, muerte o cualquier peligro).

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Ave pallar. De color blanco con pintas negras en las camufla. Se caracteriza por atacar de forma sorpre-
alas y ojos celestes, mide de 15 a 20 cm. siva a su presa estrangulándola con los anillos de su
Avisar. Regionalismo que significa revelar o dar a cuerpo. De forma general, reciben este nombre las
conocer, por ejemplo, un secreto. serpientes, sean arborícolas o acuáticas, que han
Ayahuasca. Nombre quechua para una bebida adoptado esta forma de capturar sus presas. A la
producto principalmente de la mezcla de la la lia- serpiente con estas características que vive en me-
na Banisteriopsis caapi, denominada kamarampi en dio acuícola se la denomina anaconda.
asháninka, con una o más plantas que propician Bolo. Resultado de introducir en la boca hojas se-
efectos alucinógenos. De alto poder psicotrópico, cas de coca a las que se ha agregado un componen-
es empleada extensamente entre los pueblos indí- te alcalino que facilita la extracción de las sustan-
genas amazónicos por los curanderos y chamanes cias activas de esta planta. En el caso asháninka, se
para contactarse con los seres y poderes del mun- agrega chamairo.
do sobrenatural desde tiempos prehispánicos. Boquichico (Prochilodus nigricans). Pez amazónico
Ayahuasquero. Chamán o curandero especializado que alcanza hasta 35 cm. Su cuerpo es alargado de
en el uso del ayahuasca. color gris plateado con bandas transversales oscu-
Bagre. Denominación genérica para diferentes gé- ras. Se alimenta de detritos orgánicos. Es de gran
neros de peces abundantes en muchos ríos ama- demanda comercial.
zónicos caracterizados por no presentar escamas. Brujería. Acción, sea por encargo o motu proprio,
Cuentan con barbillas largas que salen de los costa- de causar daño a una persona, lo que tiene como
dos de su boca. De cabeza grande y hocico achata- resultado enfermarla. Este daño, siempre motiva-
do, su color varía entre diferentes tonos del gris al do por la envidia o el odio, se induce a través de al-
blanco. Su tamaño es igualmente diverso (entre 20 guna bebida, comida o fuerzas mágicas para lo cual
cm y 1.5 m). Su carne es sabrosa y con pocas espinas. el brujo invoca al diablo u otros espíritus malignos.
Barbacoa. Tarima de varas o cañas sostenida por Brujo o malero. Denominación amazónica para el
puntales, que forman una superficie plana, gene- delfín de río. En el imaginario amazónico, se asocia
ralmente cuadrada o rectangular, empleada para a estos mamíferos con historias y episodios amoro-
descansar o dormir. sos, sea de bufeos machos que se enamoran de mu-
Barbasco (Lonchocarpus utilis). También llamado jeres, como de hombres que practican artes amato-
cube o conapi, es un arbusto que en la adultez se rias con bufeos hembras, por tener estas los senos y
convierte en un bejuco grueso y leñoso que llega los órganos sexuales similares a los de la mujer.
a alcanzar los 5 m de altura. El látex de las raíces y Bujurqui (Apistogramma bitaeniata). Pez amazóni-
el tallo, disuelto en agua, provoca la asfixia de los co, alargado y comprimido lateralmente, con ale-
peces, por lo que ha sido usado en general por el tas dorsales aserradas, de unos 6 a 9 cm. De color
poblador amazónico para pescar, muchas veces entre marrón y gris, presenta manchas negras en
de forma indiscriminada sin considerar la edad o el cuerpo y una banda angosta que lo cruza hori-
tamaño de los peces. El látex también se emplea in- zontalmente. Se alimenta de larvas de mosquito y
dustrialmente para la preparación de insecticidas. gusanos de frutas.
Bijao (Calathea lutea). Planta herbácea, de 1.5 a 3 Canarivenqui. Piripiri de la pava aliblanca llamada
m de altura, con hojas grandes y alargadas de co- esta útima canari, en lengua asháninka. Ver piripiri.
lor verde en el haz y tono grisáceo en el envés. Sus Canto. Borde de alguna cosa o espacio geográfico,
hojas se emplean para envolver pescados y otros como la orilla de un río, el lindero de un cerro, o el
alimentos que sean asados. extremo o margen de una chacra.
Boa (Boa constrictor). Especie de amplia distribu- Carachama (Pseudorinelepis genibarbis). Pez ama-
ción (desde México hasta Argentina) y de color va- zónico de origen prehistórico de color gris oscuro y
riable de acuerdo al lugar que habita, en el cual se de aspecto acorazado por las grandes y gruesas es-

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camas que lo recubren. Habita el fondo de los ríos y en forma de canasta colgantes de las ramas de los
cochas, generalmente en zonas oscuras y pantano- árboles. Son gregarios: viven en bandadas de 20 a
sas. Se come asado o en chilcano. 40 individuos.
Carachamear. Pescar carachama. Chihuaquito. También llamado paucarcito en caste-
Chacchar. Acción de masticar las hojas de coca. Los llano regional y tsirotsi en asháninka. Ave pequeña
asháninka acostumbran mezclarla con chamairo y de 10 a 12 cm de largo de color negro con pintas
cal. El sabor resultante contribuye a la predicción amarillas en sus alas, ojos celestes y pico blanco.
de sucesos futuros. Si el sabor es dulce, nos irá Imita el canto de varias aves.
bien; si es amargo, al contrario. Chipa. Forma de cocinar las carnes de pescado o
Chacra. Extensión de terreno cultivado mediante el aves que consiste en envolverlas en hojas. Sinóni-
sistema de roza y quema. Se caracteriza por agru- mo de patarashca.
par varias especies de cultivos. La chacra indígena Chirizanango o shirizanango (Brunfelsia grandiflo-
combina los cultivos temporales (yuca, camote, ra). Planta de 5 a 6 m de altura, de hojas ovaladas y
maíz, etc.) con árboles frutales que entrarán en oscuras con flores moradas y blancas. Cura el dolor
producción una vez que la chacra se convierta en de huesos y los escalofríos. También es mezclada
purma. El policultivo constituye una estrategia para por los curanderos con tabaco y ayahuasca. Es con-
reducir el ataque de las plagas y el impacto de la siderado el dueño o padre de todas las plantas y se
erosión por lluvia. Ver roza y quema, y purma. dice que, en la actualidad, llora por las noches debi-
Chafle. Nombre local para designar al machete. do a la depredación que sufre el bosque.
Chakami (Psophia sp.). Especie de trompetero de Chivillo. Llamado koontsi en asháninka. Ave de 18
color negro azulado y rabadilla gris, con patas lar- a 20 cm de color negro oscuro que vuela en banda-
gas y azuladas. Vive entre los palmichales (ver pal- das, y come los cultivos de arroz y maíz.
michal) de la selva baja. Chompiniro. Pequeña ave de unos 10 cm de largo
Chalanca. Especie de arbusto de 3 a 4 m con gran de pico blanco con cabeza y pecho de color rojo in-
cantidad de espinas y con cuyas ramas se castiga a tenso. En el dorso y la cola, las plumas son negras.
los niños. Es similar a la ortiga. Chompiniroshi. Planta afrodisiaca del pájaro chom-
Chamairo (Mussatia sp). Liana amazónica. El consumo piniro.
de sus fibras durante la masticación de la coca poten- Chorito (Pionus menstruus). Cotorra en castellano.
cia los efectos de los alcaloides que posee la segunda. Tipo de loro de cabeza azul - verde cuyas plumas
Chentero. Especie de palmera, emparentada con la traseras son rojas.
camona, que alcanza los 25 m de altura. Se caracte- Chorina. Especie de palmera de tronco delgado
riza por presentar raíces aéreas espinosas que los que alcanza los 20 m de altura cuyo fruto de color
asháninkas han utilizado para rallar la yuca. Su co- morado es parecido al ungurahui.
gollo es comestible y la raíz presenta propiedades Chullachaqui. Demonio de la cosmología asháninka
afrodisiacas. y espíritu del bosque, según creencia generalizada
Cherokipini. Planta afrodisiaca de una especie de del poblador amazónico. Cuenta con un pie huma-
loro cuyo nombre asháninka es cheroki. no y uno animal. En los relatos de Wilberto Casan-
Chihuaco o chiguaco (Familia Turdidae). Ave de to, en un caso es dueño de los animales y en otro,
color marrón amarillento, cola amarilla y patas ne- dueño de la lupuna.
gras. Dependiendo de la variedad, el pico puede Chupada. Técnica empleada por el curandero para
ser de color anaranjado, amarillo o rojo. Presenta curar la enfermedad enviada por el brujo chupan-
dimorfismo sexual. El macho, que alcanza los 30 do, literalmente, las partes afectadas, de forma
cm, es más grande que la hembra y presenta una que extrae los virotes mágicos causantes del daño.
mancha anaranjada al lado del ojo. Su característica Chusna o chosna. Mono nocturno, de unos 7 kg de
más notoria es que crea, con materia vegetal, nidos peso, que vive en pareja y se alimenta de frutos varios.

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Clavo huasca (Tynanthus panurensis). Liana robus- tendida esta en su sentido más amplio, y que com-
ta típica de la Amazonía que alcanza los 80 m de prende, por lo tanto, el bienestar físico, el espiri-
largo con flores blancas, crema o amarillentas. tual y el social. Heredero del chamán prehispánico,
De múltiples propiedades medicinales, la corte- está en contacto con el mundo sobrenatural a tra-
za es reconstituyente y se emplea para tratar los vés del tabaco, la ayahuasca y otras plantas de uso
resfríos, mientras que el tallo y la raíz se utilizan ritual.
contra la frigidez. Las raíces y la corteza tienen un Cushma. Vestimenta tradicional de los pueblos indí-
fuerte aroma. Esta última se emplea en la prepara- genas pertenecientes a la familia arawac (asháninka,
ción de diversos licores amazónicos considerados machiguenga y yine, entre otros) y de algunos gru-
afrodisiacos. pos pano (shipibo y cacataibo). Originalmente de
Colpa. Lugar específico del bosque amazónico de algodón hilado, es común que en la actualidad se
suelo salobre que es lamida por animales y aves por confeccione de tocuyo. Similar al poncho, presenta
sus propiedades minerales. Los asháninkas distin- aberturas para la cabeza y los brazos. Tradicional-
guen las colpas de loros y guacamayos que presen- mente, el hombre lleva la abertura para la cabeza
tan suelos calcáreos. de forma vertical, mientras que la mujer, de forma
Comedero. Lugar temporal donde los animales y horizontal.
las aves se reúnen para comer, por lo general, los Cutipado. Resultado de cutipar. Se dice del que su-
alrededores de un árbol cuyos frutos han caído. fre de una enfermedad de carácter sobrenatural
Comezonar. Regionalismo que viene del sustanti- producto de que un animal cualquiera (puede ser un
vo comezón. Sentir escozor o picazón. mono, sajino, jaguar, venado, incluso culebra o pes-
Cóndor de la Selva (Sarcoramphus papa). Ave ca- cado), en venganza por haber sido cazado o herido,
rroñera de amplia distribución en América Central enferma al hijo pequeño del agresor. Algunas versio-
y Sudamérica que predomina en el Perú en la selva nes señalan que el pequeño necesariamente muere;
baja. Su cabeza y cuello carecen de plumas, y la otros dicen que el daño causado es permanente,
piel presenta tonos de rojo y morado en la cabe- como, por ejemplo, pasar a ser o nacer tullido.
za; naranja profundo, en el cuello; y amarillo, en la Daño. Enfermedad tradicional causada general-
garganta. La piel de la cabeza es arrugada y dobla- mente por un brujo o ser sobrenatural.
da, con una notable cresta dorada. Dietar. Respetar la abstinencia sexual, y seguir una
Copal (Dacryodes peruviana). Árbol de unos 18 m serie de pautas de comportamiento y abstenciones
de altura y 40 cm de diámetro de tronco recto con alimenticias antes de tomar un alucinógeno, a fin
canales irregulares, y corteza externa de color de potenciar su efecto.
pardo oscuro o grisáceo. El epicarpio y mesocar- Doncella (Pseudoplatystoma fasciatum). Pez ama-
pio del fruto se consumen, previo remojo en agua zónico de cuerpo alargado y redondeado, y cabeza
caliente. La madera es empleada en construcción, achatada que alcanza más de 1 m de longitud. De
carpintería, y como leña. color gris en el dorso y blanco en el vientre, y con
Corona. Tocado. Signo de distinción asháninka bandas verticales negras a lo largo del cuerpo, su
confeccionado tradicionalmente con bejucos y carne tiene gran demanda en la Amazonía por su
espinas de puercoespín. En función del origen y buen sabor.
número de plumas, se distingue el rango de au- Droga. Denominación regional del principio activo
toridad. Las plumas de papagayo son empleadas de plantas psicotrópicas como la coca, el ayahuas-
por la autoridad tradicional (dos plumas) y el jefe ca y el tabaco, que inducen a tener visiones de los
de la comunidad (dos plumas de guacamayo y una espíritus y el mundo sobrenatural.
de gallo). Por su parte, el jefe de hogar emplea dos Empate. Carnada o pedazo de pollo, pescado o gu-
plumas de gallo. sano que se ensarta en el anzuelo, cuando se quie-
Curandero. Especialista tradicional de salud, en- re pescar.

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Emprestar. Prestar. ma un nido en forma de embudo. Tradicionalmen-
Encanto. Lugar u objeto que ha sido “encantado”. te, se quemaban el gusano y su nido, y las cenizas
También se llama así al espíritu que ha producido el eran colocadas en la mano de un niño de 2 a 3 años
“encantamiento”. Como resultado, el lugar u obje- para que este fuese trabajador y buen tumbador de
to poseen propiedades extraordinarias. árboles.
Engatado. Resultado de haber sido engatusado. Huangamayo, quebrada de. Quebrada en la cual
Erotzi. Denominación asháninka para una especie había una gran cantidad de huanganas.
de loro. Huangana (Tayassu pecari). También llamado chan-
Erotzipini. Planta afrodisiaca del loro erotzi. cho salvaje, es un pecarí de unos 30 kg y unos 100
Erotzivenqui. Piripiri de la especie de loro de nom- cm de tamaño que se caracteriza por presentar una
bre erotzi en asháninka. mancha blanca en la base de la boca y por vivir en
Fariña. Harina de yuca. Para su preparación, se deja grandes manadas, de entre 50 y 300 individuos.
remojar la yuca cortada en tajadas durante una se- Mediante secreciones glandulares de su espalda,
mana hasta que esta quede suave. En el proceso, marca los árboles y rocas del territorio en el que
se recambia el agua, y, luego, la yuca es chancada habita. Se alimenta de frutas, raíces, hojas, hongos,
y exprimida. Posteriormente, se cocina y se mueve huevos, gusanos, caracoles, insectos, anfibios, y
hasta que granule. Finalmente, se seca y se cierne. reptiles, como lagartijas y culebras.
Flor de boa. La boa es el dueño de esta planta sobre Huasaco. Pez carnívoro amazónico de color marrón
la cual hay prohibición de tocarla. Solo los curande- con pintas blancas y/o amarillas. De hábitos noctur-
ros la usan, resecando sus hojas para fumarlas. La nos, se camufla en la hojarasca durante el día.
flor, de unos 20- 25 cm., es acampanada y amarilla, Huicungo (Astrocaryum chonta). Palmera de un solo
similar a la del floripondio (Brugmansia arborea). En tallo que puede alcanzar los 10 m de altura de hojas
sus pétalos, presenta una barba que se asemeja a la con espinas negras u oscuras. Produce un fruto ovoi-
barba de la boa. de de color marrón oscuro y con pequeñas espinas
Gallito de roca. Denominación regional del gallito cuyo endospermo es bebible. Las hojas jóvenes se
de las rocas (Rupícola peruviana), que se explica emplean en la fabricación de cestos y abanicos.
por su hábito de vivir en el hueco de la roca. Ave Huito (Genipa americana). Árbol amazónico que al-
de unos 32 cm de largo asentada en las vertientes canza los 25 m, de tronco recto y cilíndrico y hojas
orientales de la cordillera de los Andes. Su color lustrosas de color verde oscuro. Sus flores son blan-
presenta un marcado dimorfismo sexual. El macho cas, amarillas o rojas y sus bayas complestibles pre-
es de color rojo - anaranjado intenso, de alas y cola sentan una gruesa y rugosa cáscara de color castaño.
negros, con una cresta erecta de plumas sobre el De propiedades múltiples, destaca el uso del fruto
pico y la frente; por su parte, la hembra es de co- como tintura corporal y facial. Es conocido también
lor marrón rojizo oscuro en su totalidad y de cresta por su propiedad astringente y como remedio con-
más pequeña. Se trata de una especie gregaria y tra la bronquitis. A su vez, la pulpa de la fruta es em-
polígama. pleada como repelente, bactericida y germicida.
Guariño. Ave que vive en las alturas de los cerros y Iraka. Alacrán.
a la que se escucha cantar de madrugada. Es similar Isula (Paraponera clavata). Hormiga gigante de pi-
al pavo. Presenta una cabeza celeste y pelada, una cadura sumamente dolorosa que llega a medir 3.3
larga cola, y su plumaje es negro. cm y tiene su aguijón en el abdomen. Vive en colo-
Gungururo o yungururo. Especie de perdiz grande nias que fluctúan entre los 20 y 500 individuos.
del tamaño de la guinea, de color azul con chispas Jetó. Araña de unos 3.5 cm de largo de color ma-
plomas. rrón. Se alimenta de insectos, preferentemente
Gusanito Leñador. Gusano de color marrón, de 2 a moscas, que captura en su telaraña. Esta es la araña
3 cm de largo. Con la saliva y ramitas que trae, for- en la que fue convertida la anciana mujer que sabía

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hilar y tejer con gran habilidad. Actualmente, jetó Lo emplean los curanderos y también los cazadores
es el nombre genérico para cualquier araña. para espantar el mal aire.
Jobear. Práctica de la medicina tradicional que con- Martín pescador (Chloroceryle amazona). De am-
siste en sobar o pasar el cuerpo del paciente con plia distribución en el continente americano (entre
un cuy, huevo, plomo o vela, a fin de diagnosticar México y Argentina), es un ave de unos 30 cm, con
la enfermedad. cresta, pico largo y cola corta. Presenta dimorfismo
Kamara. Camarón. sexual. Los machos tienen la parte inferior blanca,
Kapeshi. (Nasua nasua) Nombre asháninka del el pecho castaño rojizo (banda ancha) y algunas ra-
achuni o coatí de cola anillada. Mamífero de hábi- yas verdes regulares. Las hembras tienen la parte
tos arborícolas y terrestres, de 1.20 m. de longitud inferior blanca con los parches verdes en los lados
y hocico largo y puntiagudo. Se alimenta de verte- del pecho y rayas regulares verdes. Viven cerca de
brados pequeños e invertebrados. río y quebradas, y su alimentación está basada en el
Kashekari. (Panthera onca) Otorongo o jaguar. consumo de peces.
Koki. Especie de hormiga dañina, pues come las ho- Masato. Bebida común a la mayoría de los pueblos
jas de los cultivos. indígenas de la Amazonía, obtenida por la fermen-
Kosno. Recipiente fabricado con el tronco de la pal- tación de la yuca (Manihot esculenta). Esta se pela,
mera pijuayo. se lava y cocina para, luego, ser machacada. Su fer-
Loro machaco (Bothriopsis bilineatus). Serpiente mentación se acelera con la saliva de una o varias
arborícola de cola prensil, de unos 80 cm de largo mujeres que mascan pedazos crudos. De forma
en promedio. De coloración de fondo verde, su ve- opcional, se le añade camote crudo rallado o maíz
neno es muy potente y capaz de producir rápida- molido. En la actualidad, es frecuente el reemplazo
mente una hemorragia. de la saliva por azúcar o caña.
Madre de planta/animal. Cada animal o planta tiene Masateada. Reunión en la cual se ingiere gran can-
un “dueño” que lo protege y cuida. Así como cada tidad de masato.
ser vivo tiene una madre, también existe la madre Miserable. Persona egoísta que no comparte con
protectora de todos los animales y plantas. los demás lo que es suyo o ha conseguido; de este
Majás (Cuniculus paca). Roedor de unos 80 cm. de modo, se aleja del principio de reciprocidad que
largo, que se alimenta de los frutos de las palmeras rige tradicionalmente a los asháninka.
y árboles frutales, así como de yuca, maíz, plátano, Mitayo. Presas (aves, peces y animales en general)
brotes y yemas diversos. De color castaño con man- ya sin vida, capturadas durante la pesca o cacería.
chas y bandas blancas, su carne es apreciada por su Moena. Árbol maderable con corteza rugosa de
gran sabor. variados colores (marrón, amarillento o plomizo) y
Mal aire. También llamado “mal viento”, es el mal hojas ovaladas. Alcanza los 25 a 30 m y es empleado
espíritu de difuntos o demonios que andan por el para fabricar canoas, bateas y muebles en general
monte. (sillas, bancos, mesas). Su alta flotabilidad facilita
Manacaraco (Ortalis guttata). Ave de unos 30 cm de su acarreo.
color marrón con manchas de color pardo oliváceo Mono coto (Alouatta seniculus). También llama-
que vive entre los matorrales de purmas y chacras. do mono aullador por el aullido peculiar que emi-
Manco. También llamado umairo u owatsi en ashá- te gracias al desarrollo de su laringe y que puede
ninka. Es un animal semejante al perro, de 20 a 25 escucharse a gran distancia. De pelo corto y ralo
cm de altura y 1.5 m de largo, de patas cortas y pe- de color castaño rojizo, su cara es negruzca y casi
laje negro. Es omnívoro y vive en grupos de 5 a 6 desnuda. Vive entre los árboles de mediana y gran
individuos. altura, aunque también es un buen nadador.
Mapacho. También llamado capacho, es el tabaco Monte. Denominación regional para la selva o bos-
molido, bañado en aguardiente y luego trenzado. que amazónico.

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Montear. Caminar o incursionar en el bosque bus- Pate. Recipiente para contener líquidos, elaborado
cando animales para la caza. a partir del fruto de un árbol del mismo nombre
Mosatero o masatero. Denominación que recibe que es denominado pajú en asháninka.
el mono pichico, sobre la base de la tradición oral, Paucar (Cacicus cela). Ave de color negro con man-
la cual explica que su característica barba blanca chas amarillas en sus costados y pico verde claro.
proviene del masato que se le quedó en la boca en Del tamaño de una paloma, es más pequeño que el
alguna ocasión. chihuaco, con el cual está emparentado.
Opempe (Ramphastos tucanus). Nombre asháninka Paujil (Crax globulosa). Gallinácea de plumaje negro
para una especie de tucán de pico largo y pecho y plumas blancas en el pecho, con tubérculo abulta-
blanco con un collar rojo. do y carúculas de color rojo escarlata alrededor del
Opempeshi. Planta afrodisiaca del opempe, cuya pico. Su alimento preferido son las frutas. Su carne
hoja se asemeja a la lengua de esta ave. es muy apreciada, lo que representa, junto con la
Ovay. Nombre asháninka para el gallito de las rocas. destrucción de su hábitat, la causa de su notoria
Ovaypini. Planta afrodisiaca, de unos 5 a 6 cm aso- disminución poblacional.
ciada al gallito de las rocas. Sus hojas son de color Perdiz azul. Perdiz más grande que el yungururo,
anaranjado. de color azulado entero. Graznan antess del ama-
Pacae. Árbol que produce un fruto envainado, de necer.
agradable pulpa blanca que rodea sus semillas de Perezoso (Choloepus hoffmanni). Mamífero placen-
color negro. tario propio de Centroamérica y Sudamérica que
Paco (Piaractus brachypomus). Pez comprimido de habita preferentemente los bosques secundarios.
unos 80 cm, de color plateado y doble hilera de Con unos 60 cm de largo y 5 a 7 kg de peso, se ca-
dientes, incluido un premaxilar dotado de dos filas racteriza por ser un animal solitario, nocturno y
de dientes modificados. Se alimenta de hojas, semi- arborícola, que come sobre todo las ramas de los
llas y frutos. árboles. De grandes garras y movimientos lentos,
Pachaca. Recipiente que mantiene la forma de la se mueve entre los árboles y es también un gran
calabaza empleada para confeccionarlo. Se utiliza nadador.
para transportar agua o algún otro líquido. Pichico (Saguinus fuscicollis). Pequeño simio de
Palmichal. Grupo de palmeras (Geonoma sp), algu- máximo 450 g de peso que vive en grupos de 4 a 20
nas de un solo tallo de 0.5 a 1.5 m de altura y otras individuos. Animal diurno, acostumbrado a caminar
de varios tallos de hasta 5 m. Sus hojas, especial- y correr en cuatro patas, aunque también salta en-
mente las del palmiche colorado o palmichillo, son tre las ramas de los árboles. Se caracteriza por el
empleadas en el techado de las casas. cuidado que todos los adultos del grupo (machos y
Pancapanca. Planta silvestre de hojas punteagu- hembras) prodigan a las crías.
das que mide de 1 a 2 m. Su tubérculo de color ana- Pijuayo. Palmera de varios tallos cubiertos de espi-
ranjado no es comestible, pero es empleado para nas negras que pueden alcanzar los 25 m de altu-
tratar mordeduras de serpiente e isula. Su flor es ra. Su fruto, de color amarillo, rojo o anaranjado,
carnosa. es comestible. Con los frutos cocidos se prepara el
Panguana (Crypturellus undulatus). Perdiz de tama- masato de pijuayo. También las hojas tiernas –pal-
ño mediano (31 cm de largo), de cabeza color ocre mito- son codiciadas como alimento. Por otro lado,
y dorso color canela. De canto característico, se le su tallo se emplea como piso de viviendas, así como
escucha a la orilla de los ríos y en las cercanías de para fabricar herramientas y artesanías.
las viviendas. Piripiri. Ivenki en asháninka. Esta denominación
Patarashca. Sinónimo de chipa. Forma de cocinar comprende diversas plantas, tanto las que curan
las carnes de pescado o aves que consiste en envol- enfermedades, como aquellas que son empleadas
verlas en hoja. para poseer o desarrollar una habilidad particular,

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como puede ser pescar, cazar, hilar e, incluso, pro- Quirquincho (familia Dasypodidae). Etzi en ashá-
piciar la lluvia. ninka, también llamado armadillo o carachupa. Los
Pishitzi o pichitziró. Ave pequeña, de 3 a 4 cm. El armadillos son mamíferos placentarios con el cuer-
macho es de color azul y la hembra de color plomi- po cubierto de pequeños anillos móviles que termi-
zo. Se lo llama también arrocero por su preferencia nan en un escudo pélvico formado por escamas. De
por este alimento. hábitos nocturnos, construye su madriguera bajo
Pituca (Colocasia esculenta). Planta herbácea de ori- tierra y se alimenta de insectos, larvas, frutas, hon-
gen asiático, que crece entre los 200 y 2500 msnm gos y vertebrados pequeños.
cuyas hojas acorazonadas de color verde claro a Relojero. Ave de cola larga, de varios colores entre
oscuro alcanzan el 1.5 m de largo. Su tallo bulboso azulado y verde. Mide de 30 a 35 cm.
subterráneo, con gran cantidad de calcio y fuente Renaco (Ficus schultesii). Árbol de amplia distribu-
de tiamina, riboflavina, hierro, fósforo, y zinc, entre ción en la Amazonía que se caracteriza por ser una
otros, es comestible y cada vez más apreciado en la planta epífita en su fase juvenil, en la cual descuelga
gastronomía. sus raíces aéreas. En su fase de mayor desarrollo,
Poeyotzi. Nombre asháninka del tuayo o chotacabra. estrangula y mata al árbol sobre el que se apoya,
Porongo. Vasija de forma característica, empleada con el fin de alcanzar la luz solar.
para guardar líquidos. Puede ser elaborada con ce- Roza y quema. Sistema indígena de cultivo en el
rámica, hojalata o calabaza. cual, previa selección por tipos de suelo y vegeta-
Poner troncos. Expresión que indica los impedi- ción, se abre un área de bosque primario o tam-
mentos y dificultades que pone una persona para bién secundario (antigua purma). Primero, se roza
encontrarse con otra o cumplir alguna acción. matorrales, bejucos y plantas, para luego realizar
Poza o pozo. Lugar profundo de un río, considera- la tumba de los árboles grandes. En este proceso
do hábitat de la anaconda. se conservan aquellos árboles y plantas con valor
Pucacunga (Penelope jacquacu). Pava de monte dis- económico y/o simbólico. Luego de dejarse secar,
tribuida en toda la cuenca amazónica, que alcanza se procede a la quema de la vegetación rozada;
89 cm de largo y se caracteriza por su papada roja posteriormente, en distintas etapas, se realiza la
coral. De color café oliva con delgadas manchas siembra de una diversidad de especies y variedades
blancas en el cuello y pecho. Sus alas y cola son de de cultivos.
color verde brillante. Es bulliciosa y emite un sonido Sábalo (Brycon sp.). Pez de unos 40 cm de tamaño,
semejante al aullido de un perro en época de celo. de cuerpo alargado. De aletas transparentes, pre-
Construye sus nidos en los árboles a 5 m de altura. senta una banda oscura que va desde la base de la
Se alimenta de frutas y semillas. aleta ventral hasta la caudal. Se alimenta preferen-
Purma. Barbecho en castellano. Chacra o terreno temente de frutos, semillas e insectos.
de cultivo al que se ha dado descanso con el fin de Sajino (Tayassu tacaju). Mamífero gregario que vive
que el bosque se regenere y restituya los nutrien- en grupos de unos 30 individuos. De grueso y largo
tes que los cultivos han aprovechado. pelaje negro, con una franja blanca alrededor del
Pusanga o puzanga. Elixir de amor. Administrada cuello, posee una glándula en el lomo que emana
por cualquier persona conocedora de estas plan- un fuerte olor. Se alimenta de raíces, tubérculos,
tas (no necesariamente un brujo o curandero), sus frutas y rizomas.
hojas deben frotarse en la espalda de la persona a Savaro. Especie de papagayo o guacamayo.
la que se desea enamorar. El opempeshi y el ovay- Savaroshi. Planta afrodisiaca asociada al savaro.
pini son algunas de estas plantas que los hombres Shansho (Opisthocomus hoazín). Ave amazónica de
emplean para enamorar a las mujeres. Las mujeres unos 60 cm de tamaño, de cuello y cola largos, y
conocen, a su vez, otra serie de plantas que sirven cabeza pequeña. La parte dorsal del cuerpo es de
para enamorar a los hombres. color pardo - oliva y castaño, y su cara, sin plumas,

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tiene una cresta erguida en forma de abanico. Su tamente el tabaquero, en la obtención de la visión
capacidad de vuelo es limitada. Esta ave presenta necesaria para aprender a sanar y realizar otros ac-
dos características resaltantes: primero, emplea tos mágicos.
una particular fermentación bacteriana en el estó- Tabaquero. Chamán o curandero especializado en
mago para descomponer el material vegetal que el uso del tabaco, planta a través de la cual se co-
consume, lo que le otorga un olor parecido al es- munica con seres y fuerzas sobrenaturales.
tiércol; y, segundo, el polluelo presenta dos garras Tamshi. Liana que se emplea para tejer canastas, pe-
en cada ala, las que le ayudan a agarrarse de las ra- tates, sombreros y escobas, entre otros.
mas y trepar. Tapir o sachavaca (Tapirus terrestres). Considera-
Shapaja (Attalea phalerata). Palmera de amplia dis- do el mayor mamífero terrestre de Sudamérica,
tribución en la Amazonía cuyo único tallo recto al- mide de 1.7 a 2.5 m de largo y llega a pesar hasta
canza los 20 m de altura. Su fruto es elipsoide, de 300 kg. De cuerpo grisáceo a pardo oscuro y ore-
tonalidades que van del marrón claro al rojizo, y se jas pardas con puntas blancas, presenta una trom-
vuelve marrón amarillento al madurar. La semilla pa en el labio superior, y una crin estrecha y erecta
del fruto es comestible. A su vez, el fruto alberga las desde la cola hasta el cuello. Emplea su probós-
larvas de un coleóptero herbívoro conocido con los cide o trompa y sus fuertes dientes para comer
nombres de gorgojo y picudo, que se comen con de- hojas, ramas, frutas, entre otros vegetales. Habita
leite, asadas o fritas. Las hojas tiernas se consumen tanto en la selva alta como la selva baja, cerca a
como palmito. Las hojas adultas se emplean en el cuerpos de agua.
techado de las viviendas y en la elaboración de ob- Taurilla. Ave del tamaño de una paloma, de pico
jetos de uso cotidiano (esteras, abanicos, cestos). grueso, con cuerpo de color azul y cabeza celeste.
Sheripiari. Palabra asháninka para designar al cha- Se alimenta de frutos.
mán o curandero. Tigre. Denominación regional para el jaguar (Pan-
Shintori. Ver Huangana. thera onca).
Shiri shiri. Palabra onomatopéyica formada a partir Tontori. Nombre asháninka del puercoespín.
del sonido que realiza el grillo y que se emplea para Tornillo (Cedrelinga catenaeformis). Árbol de la
designarlo. cuenca amazónica asentado hasta los 750 msnsm.
Shirizanango. Ver Chirizanango. Con un diámetro de hasta 150 cm, crece hasta los
Shushupe (Lachesis muta). Es la serpiente veneno- 50 m de altura. De tronco generalmente recto, su
sa más grande de América, que llega a alcanzar los corteza es rosada y de textura arenosa. Es valorado
4.5 m de largo. De color anaranjado con tonos ro- por la calidad de su madera.
sados oscuros y rombos marrones oscuros, su ve- Trancar (se). Atragantarse o atorarse al ingerir
neno es altamente tóxico y, muchas veces, mortal. alimentos. Puede ser con un hueso o una espina.
Sirena. Ser mítico que conjuga atributos de la mu- También se refiere al hecho de estar impedido de
jer y el pez. Vive en las pozas grandes y sus remo- continuar circulando (un carro, una canoa) por al-
linos. Se la considera “madre” de todos los peces. gún obstáculo (un huayco, por ejemplo) o impedi-
Sovake. Ave parecida al pájaro carpintero de color mento (como vararse en una playa).
amarillo con alas de color marrón oscuro y mechón Trompetero (Psophia crepitans).
rojo en la cabeza. Tiene un olor nauseabundo. Tsonkiri. Nombre asháninka genérico para el pica-
Tabaco (Nicoteana tabacum). Planta de la familia de flor.
las solanaceas de tallo erecto y grueso que alcanza Toayo (Nytridromus albicollis). Ave de tamaño me-
el 1.5 m de alto. Sus hojas son ovaladas y presentan diano y hábitos nocturnos, de nombre onomato-
nervaduras. Valorada por los asháninka como una péyico, collar blanco y cola muy larga formada por
planta mágica y sagrada, se considera que tiene dos plumas también blancas. Se alimenta de esca-
una madre o espíritu que guía al curandero, concre- rabajos, polillas y otros insectos.

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Tunche. Ser invisible que emite silbidos durante la halla en capacidad de curar y realizar prácticas adi-
noche. Cuando es un tunche malo ataca y mata a vinatorias.
las personas que encuentra. Yanesha. Pueblo indígena de la familia lingüística
Tuyuyo (Jabiru mycteria). Ave de 1.3 m, de cuello arawac, emparentado culturalmente con los ashá-
ancho y desplumado de color negro y rojo, con plu- ninka, asentado tradicionalmente en las provincias
mas blancas. Prefiere la cercanía a cuerpos de agua de Oxapampa, Pasco, y Chanchamayo, Junín.
dulce. Yarina (Phytelephas macrocarpa). Palmera general-
Umairo. Ver Manco. mente de único tallo subterráneo o aéreo postra-
Ungurahui. Palmera de amplia distribución en la do, frecuente en tierras inundables donde forma
Amazonía con un solo tallo recto que alcanza los asociaciones (yarinales). El mesocarpio del fruto
25 m de altura y los 30 cm de diámetro. Su fruto, maduro es comestible. El endospermo maduro
de forma elipsoide, presenta un epicarpio de color constituye una suerte de marfil vegetal empleado
morado - negro y su mesocarpio es de color viole- para la fabricación de botones, anillos y otras arte-
ta o crema. Este último es comestible. En los tallos sanías. Poseedor de varias propiedades medicina-
crece la larva del coleóptero suri (Rhyncophorus les, el endospermo del fruto inmaduro se emplea
palmarum), que es igualmente apreciado como para controlar la diabetes, mientras que las hojas
alimento. El aceite del fruto posee propiedades jóvenes sirven para tratar el dolor de cabeza, la
cosméticas y se utiliza también en el tratamiento mordedura de la serpiente y la picadura de rayas.
de enfermedades respiratorias y parasitarias, espe- Asimismo, está difundido el uso de las hojas madu-
cialmente en el caso de la tuberculosis y el asma. ras en el techado de las viviendas amazónicas.
El cocimiento de las raíces es igualmente empleado Yuca (Manihot esculenta). Planta alimenticia, cuya
en la curación de gastritis y diarrea. raíz es de consumo generalizado entre los pueblos
Uvilla (Pourouma cecropiifolia). Árbol de unos 20 indígenas y poblaciones amazónicas. Los ashá-
m de altura de tronco recto y cilíndrico. Su fruto, ninkas reconocen alrededor de 32 variedades. Se
semejante a una uva, de color negro violáceo en su consume cocida y es la base para la preparación del
madurez, es alimenticio; sin embargo, debe comer- masato. Las hojas verdes también son comestibles.
se con precaución por la aspereza de su cáscara. Yumigururu/ yungururu. Especie de perdiz de color
Visión. Don o atributo del curandero, inducido por azul, la más grande que vive en la selva.
la ingestión de algún alucinógeno, que le permite Zúngaro (Goslinia platynema). Pez de cuerpo alargado
trascender el mundo físico y contactarse con las y cabeza deprimida y estrecha. Presenta ojos peque-
fuerzas y poderes mágicos que conforman su uni- ños ubicados en la parte superior de la cabeza y una
verso simbólico. Gracias a la visión, el curandero se boca grande cuya mandíbula superior es sobresaliente.

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1975 “The World of a Forest Tribe in South America”. En: Anthropological Papers of the American
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Este libro se terminó de imprimir
el mes de marzo de 2018
en los talleres gráficos de
TAREA ASOCIACIÓN GRÁFICA EDUCATIVA
Pasaje María Auxiliadora 156 - 164. Breña,
Lima, Perú

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