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La alcachofa es una hortaliza tan sabrosa como polivalente. Entre sus hojas
se esconde todo un tesoro de vitaminas, minerales y antioxidantes. Un regalo para
nuestra salud, considerado desde siempre como un aliado para el organismo.
Por sus notables virtudes, durante la Edad Media, por ejemplo, la alcachofa fue
uno de los alimentos más caros que existían. Se trataba de uno de los
ingredientes más sabrosos en esa época.
La alcachofa se utiliza en las dietas; gracias a sus fibras vegetales, es más que
perfecta para controlar el apetito. Al absorber el agua del estómago, da una
sensación de saciedad muy provechosa.
La alcachofa nos aporta un sinfín de vitaminas y minerales: magnesio,
potasio, sodio, hierro, vitamina A, vitaminas B, transforma el azúcar en energía…
Es, sin duda, una hortaliza más que básica para nuestra dieta diaria.
Tiene propiedades diuréticas, elimina la retención de líquidos del cuerpo y
elimina toxinas. Es, por ende, ideal para problemas de gota, artritis, enfermedades
hepáticas, problemas circulatorios y para reducir grasas.
Los ácidos cafeico, pantoteico y los flavonoides de la alcachofa son muy
adecuados para prevenir y mejorar ante algunos tipos de cáncer.
¿Cómo tomar la alcachofa?
Ingredientes
20 gramos de hojas de alcachofa.
Preparación
Lleva las hoja de la alcachofa ya limpia a un cazo con agua hirviendo.
Pasado este tiempo, quítalas del fuego, escúrrelas y déjalas reposar otros cinco
minutos.
Puedes consumir hasta 3 tazas diarias de esta infusión. Para que el efecto
saciante de la alcachofa sea más efectivo, se recomienda tomar 1 taza de té de
alcachofa 30 minutos antes de cada comida.
En definitiva, estamos en presencia de una sobresaliente herramienta natural
para mejorar nuestra salud. Según tu caso particular, puedes aprovechar
cualquiera de sus indiscutibles beneficios con solo consumir un poco de manera
regular.