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S.S.R.T
Fobia: Temor irracional e invencible hacia objetos o situaciones específicas que, según el
buen sentido, no deberían provocar temor. Tales son el miedo por los espacios abiertos (v.
agorafobia), por los cerrados (v. claustrofobia), el miedo a enrojecer (v. eritrofobia), el
miedo a lo sucio (v. rupofobia), el miedo a las enfermedades (v. patofobia; hipocondría),
etc. La fobia se distingue del miedo porque, a diferencia de este último, no desaparece
frente a la comprobación de la realidad, y al mismo tiempo se debe diferenciar del delirio
porque el fóbico está perfectamente consciente de la irracionalidad de sus temores, pero
sin embargo no logra resolverlos. En una época la psiquiatría trataba unitariamente la fobia
y la obsesión (v.); hoy se tiende a diferenciar ambas figuras porque, como precisa G. Jervis,
“la fobia es el intento de construir una defensa contra la propia ansiedad alejando
obstinadamente la ocasión de manifestarse con una distante y precipitada actitud de
rechazo que sólo sirve para evocar continuamente el fantasma; la defensa obsesiva, en
cambio, es el intento de construir una serie de barreras mágicas que se interpongan a la
ansiedad, un laberinto de conjuros, una estructura de comportamientos meticulosamente
controlados, útiles para alejar hasta el infinito el momento de no control, el riesgo de la
crisis” (1975: 269).
Las fobias están cargadas de significados simbólicos en el sentido de que las cosas, las
personas o las situaciones temidas por el sujeto remiten, de modo más o menos deformado,
hacia una pulsión reprimida, hacia un castigo por el impulso inconsciente e inaceptado, o
hacia una combinación de ambos. La condición fóbica por lo general revela un estado de
dependencia infantil y, por lo tanto, de una autonomía no alcanzada que se manifiesta en
el miedo a actuar y, en consecuencia, en el inmovilismo. De esta manera el temor a los
lugares abiertos o a alejarse del ambiente conocido (agorafobia) manifiesta una situación
psicológica de inseguridad que se debe rastrear a una condición de dependencia de la
familia y a sentimientos de culpa que se refieren a la propia autonomía. De la misma
manera, la fobia por lo sucio (ripofobia) puede esconder el terror al sexo, al esperma y a la
gravidez, o a inconfesables sentimientos de culpa. Las interpretaciones patógenas más
aceptadas de la fobia son la psicoanalítica y la conductista.
Ira: Es una de las cuatro emociones básicas. Es el sentimiento de desagrado que una
persona tiene ante una circunstancia determinada, que le impide actuar de forma serena
produciendo alteraciones de la conducta que llegan a ser extremas. La persona sufre
trastornos fisiológicos significativos que afectan las vísceras, el sistema nervioso y en
especial, la actividad cerebral. La sangre se agolpa, el corazón salta, la garganta se anuda,
la boca se seca, el sudor brota, las manos y las piernas tiemblan. Por lo general, la persona
iracunda sufre una contracción del rostro, acompañada de una mímica que manifiesta
estupor y rabia a la vez. Cuando habla aumenta el tono de la voz. Esta conducta emocional
va acompañada de una tendencia exagerada a la gesticulación y, en la mayoría de los
casos, termina cuando se genera una respuesta violenta ante el estímulo que la provoco.
Hay quienes opinan que la ira, al igual que otras emociones, es innata y congénita, pero
estudios más recientes apuntan hacia el hecho de que lo único innato y congénito es la
respuesta de los individuos ante las situaciones desagradables que, a través de procesos
de maduración y de aprendizaje, se van haciendo diferentes en cada persona. La ira está
muy relacionada con los fracasos, frustraciones y conflictos del hombre.