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Comentario al poema “Yo no soy yo” de Juan Ramón Jiménez

Germán Hernández Martínez, UNILA Campus Sur

El presente comentario tiene como propósito dar a conocer algunas observaciones sobre ciertas
características del poema llamado “Yo no soy yo” del autor español Juan Ramón Jiménez. Por
supuesto, solamente se tratarán aquí determinadas cuestiones pues el poema, por su propia
naturaleza, es inagotable. La descripción que se seguirá responde a los niveles de análisis propuestos
en clase. Veamos.

Los sonidos. Como ya se ha mencionado en clase, uno de los aspectos más básicos de la poesía es la
musicalidad que se origina precisamente a partir de los sonidos que las palabras producen dentro del
poema. En el poema, llama la atención la repetición de lo sonido de la ‘y’ que podemos apreciar en
palabras como ‘yo’, ‘soy’, ‘estoy’. Las dos primeras son, quizá, las más interesantes porque se repiten
en mayor número, de hecho, son precisamente ‘yo’ y ‘soy’ las que le dan fuerza al primer verso: ‘Yo
no soy yo’. Estos sonidos parecen darle al poema un cierto ímpetu, es decir, una atmósfera grave. Por
otro lado, el sonido de la ‘v’ también se repite, como en ‘va’, ‘voy’, ‘verlo’, ‘ver’, ‘olvido’. Llama la
atención que en todos los casos la ‘v’ aparece en palabras que tiene que ver con movimiento, con un
desplazarse, como el sonido ‘v’ al ser pronunciada. Por último, el poeta ha repetido no sólo ciertos
sonidos sino también ciertas palabras, por ejemplo, ‘el que’, y ‘cuando’ cuya sonoridad, por las letras
‘q’ y ‘c’ continúan con la fuerza que ya se ha mencionado, pues son sonidos graves y duros.

Las palabras. El siguiente nivel se relaciona con la forma y la función de las palabras dentro del
poema. En el nivel anterior se apuntaba ya que aparecían ciertas palabras que se relacionaban entre
sí de alguna manera. Por ejemplo, ‘va’ y ‘voy’ son formas del verbo ‘ir’. Resulta interesante que los
cinco primeros versos son más breves que los demás, esto es, tiene menos palabras, lo que permite
reconocer la cadencia, pero también permite comprender la razón por la que cada palabra aparece en
el lugar que tiene: ‘yo’ abre el poema, es una palabra fuerte; lo mismo que ‘soy’, que abre el segundo
verso; el tercero recurre a ‘que va’, palabras que juntas también le dan fuerza a cada verso. De esta
manera, el orden de cada palabra ayuda a construir la estructura del poema cuya primea mitad (hasta
el verso cinco) es más bien fuerte pero fluida; mientras que la segunda, cuyos versos son más largos,
es también fuerte, pero pausada, no por nada el poeta utiliza más comas en la segunda mitad que en
la primera.

El significado. En este nivel lo que interesa es el significado que ciertas palabras le dan al poema.
No hay que olvidar que existe tanto un significado directo como otro indirecto. Este último, en clase,

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fue analizado a través de asociaciones. El título, en este caso, es revelador: ‘yo no soy yo’. Se trata
de una afirmación un tanto contradictoria pues se basa en una negación (el ‘no’). Pero, si ‘yo no soy
yo’, entonces, ¿quién soy? El poema responde: ‘Soy este / que va a mi lado sin yo verlo’. Es decir,
‘yo’ soy ‘otro’, pero no alguien diferente, sino alguien ‘que a veces olvido’. La primera mitad, cuya
fuerza y fluidez ya hemos mencionado, tiene sentido porque ese ‘otro’ que soy, ‘va’ conmigo, fluye
conmigo como fluyen las palabras en esa primera mitad. Ese ‘otro yo’ tiene, en la segunda mitad del
poema, una descripción más pausada que permite apreciar su naturaleza: ‘calla’ cuando ‘hablo’;
‘perdona’ cuando ‘odio’. Las palabras que el poeta utiliza contrastan entre sí, parecieran
contradictorias: callar parece contradecir a hablar; perdonar contrasta con odiar. En el último verso
el poeta opone ‘quedar en pie’ con ‘morir’.

El lector. El poema, como ya se ha dicho en clase, no es nada sin alguien que lo lea, sin alguien que
lo disfrute. Este nivel busca explicar el efecto que podría tener el poema en un lector. Como ya se
ha dicho, el poema tiene cierta fuerza y cierta fluidez que buscan atrapar la atención. Ésta va quedando
envuelta por lo sonidos, pero también por las ideas: ‘ir’, ‘venir’, ‘ser’, ‘no ser’, ‘callar’, ‘hablar’. El
lector se encuentra en una aparente lucha de contrarios, pero las contradicciones no son negaciones:
‘perdonar’ no niega a ‘odiar’, pues uno no existe sin el otro; ‘yo no soy yo’ es como decir que ‘soy
otro’ no otro diferente, sino otro que me complementa, como el día a la noche, como ese ‘que quedará
en pie cuando yo muera’.

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Yo no soy yo

Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

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