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FACULTAD DE COMUNICACIÓN
Sección 704
Profesor del curso: Giancarlo Carbone de Mora
Ciclo 2019-1
Evolución de la propaganda política y de guerra
La propaganda se define como una forma de comunicación que tiene como objetivo influir
en la actitud de una comunidad respecto a una posición o causa. Bajo tal definición, se
puede afirmar que la propaganda y las técnicas de persuasión existen desde que el ser
humano se ha visto implicado en conflictos bélicos o desde su participación en la política.
Al respecto, en su libro ‘Guerra y Propaganda en el siglo XXI’, Adrián Huici asevera que
“las estrategias persuasivas casi no han experimentado variación alguna desde la
Retórica de Aristóteles”. Esta tesis será sustentada en base a los códigos que desde el
inicio de los tiempos la propaganda ha empleado. No obstante, dichos códigos y
herramientas han estado siempre sujetos a las innovaciones tecnológicas, lo que ha
condicionado el uso mayoritario de uno u otro.
En ese sentido, si bien es cierto la imagen es tan antigua como la palabra hablada y
desde el inicio de la historia ha sido atribuida de un carácter religioso y mágico, esta tuvo
protagonismo en la propaganda a fines del siglo XIX, por lo que me remitiré, en principio,
a la palabra como código de la persuasión. A principios de la Antigüedad Clásica, las
sociedades eran teocráticas, sus autoridades eran considerados dioses y, por lo tanto,
no existía la disidencia. Con el surgimiento de los sofistas y la inestabilidad política que
caracterizó al periodo comprendido entre los siglos VIII y VI antes de Cristo, la palabra
aparece como herramienta política. Así, Atenas estableció como condición de la
democracia las discusiones y debates orales de los temas de interés público en las
plazas. Luego, Roma sigue el camino trazado por Grecia en cuanto a la oratoria y
perfecciona sus prácticas, dejándonos importantes exponentes de la retórica como
Cicerón y Julio César.
Cabe resaltar que en la Edad Media, época en la cual la Iglesia usaba la predicación
como instrumento de conversión, la palabra fue el medio por el cual dicha institución se
consolidó. La oratoria siguió cobrando importancia a través de los debates
parlamentarios del siglo XIX y, posteriormente, se vio favorecida con innovaciones
tecnológicas tales como el micrófono y la radio en el siglo XX. Según afirma Huici, la
palabra sigue cumpliendo un rol indiscutible en la persuasión, como lo demostró la
campaña electoral de Barack Obama en el 2008, durante la cual el valor del debate se
restituyó tras expandirse la creencia general de que la palabra había pasado a segundo
plano (Huici, 2011).
Hacer una revisión sobre la evolución de la propaganda implica hacer una parada
obligatoria en el análisis de la imagen. A finales del siglo XIX y principios del XX, se ve
una clara migración del código escrito en la publicidad hacia la imagen. El prestigio con
la que esta cuenta se debe a la credibilidad que genera y el impacto emocional que
cumple a la perfección con los objetivos de la propaganda. Las innovaciones
tecnológicas facilitaron una mejor reproducción de las imágenes, lo que bastó para que
esta desplazara al discurso. Así, la relevancia que cobran las representaciones visuales
se ven resumidas en la frase ‘una imagen vale más que mil palabras’, y su efecto radica
en la posibilidad de prescindir del procesamiento racional, lo cual no es posible a través
del lenguaje verbal.
En ese sentido, cabe destacar uno de los casos emblemáticos de persuasión: el nazismo
y Adolf Hitler, quien condujo a todo un pueblo a apoyar su ideología hasta el punto más
álgido en el Holocausto nazi. Para analizar el referido caso, me remitiré al libro ‘La
Propaganda Política’ de Jean-Marie Domenach, quien enumeró lo que él denomina ‘las
reglas de la propaganda’. El modelo nazi ejemplifica a la perfección la regla número uno,
que establece la determinación de un enemigo único y la simplificación de la ideología.
Es de saber común que Hitler se abanderó con el antisemitismo y el nacionalismo
alemán, por lo que presentó a la población judía como enemigo de los ciudadanos
alemanes, la culpó de todos los males en el mundo y los acusó de ‘chivos expiatorios’
tras la derrota de Alemania en Rusia. A través de eslóganes, discursos con miles de
asistentes y panfletos, se encargó de infundir el miedo suficiente hacia los judíos para
que la población aceptara su decisión de exterminarlos y arremeter contra ellos en todos
los modos posibles.
Por otro lado, otra de las reglas empleadas por Hitler fue la exageración de virtudes
propias y desprecio de las ajenas. El entonces presidente de Alemania convenció a sus
liderados de la calidad pura de lo que él denominó ‘raza aria’. Al construir un binarismo
de ellos - nosotros frente a los judíos, consiguió que estos últimos fueran considerados
sujetos despreciables y merecedores de lo peor, en contraposición a ellos y la
superioridad de su sangre.
Domenach cita como tercera estrategia a la regla de orquestación, por la cual los
mensajes se ven uniformizados a través de todas las plataformas posibles, como el cine,
el discurso hablado, la prensa, entre otros medios. Así, la unanimidad de los medios y
repetición en torno a una misma idea restaba la capacidad de razonamiento de los
ciudadanos. En cuanto a la transfusión, cuarta estrategia nazi, es de vital importancia
señalar que Hitler no ‘creó’ el antisemitismo, pues el racismo biologicista era un
pensamiento bastante extendido en toda Europa, donde antes habían sido perseguidos
por motivos religiosos. A Hitler le bastó con potenciar las ideas preconcebidas y utilizarlas
como móvil político.
Las dos últimas reglas descritas por Domenach son definidas como unanimidad y
contagio, y maniqueísmo, ambas presentes en el modelo nazi. Esto explica el motivo por
el cual es más complicado para un ciudadano alemán resistirse ante una ideología que
considera dominante si se encuentra en un mitin donde todos afirman pensar igual o si
los medios repiten la misma idea y se la atribuyen al público. Por último, el maniqueísmo
se vio manifestado en la instauración del odio hacia los judíos, que no admitía matices y
llevaba a difundir frases como ‘los judíos son como ratas’.
En conclusión, la propaganda y persuasión han estado presentes desde los tiempos más
remotos y se han potenciado gracias a innovaciones tecnológicas, contexto en el que los
grupos de poder han optado por aquellas que generan un impacto más emocional e
involucramiento de las masas. Como hemos visto, a pesar de la constante aparición de
ciertos códigos y reglas en la propaganda como la palabra hablada, la escrita, la imagen
y la televisión, las épocas y sus novedades han coadyuvado a una mayor efectividad de
algunas sobre otras y, en la actualidad, la mayoría de ellas siguen siendo usadas
conjuntamente. En resumen, es oportuno decir que la principal premisa de la propaganda
es evitar el raciocinio y pensamiento lógico a toda costa, lo cual ha logrado desde siempre
con el empleo de distintos códigos, como lo demuestra el modelo nazi liderado por Adolf
Hitler.
Bibliografía
Por otro lado, Trump ejerce lo que Jason Stanley, autor del libro ‘How Propaganda Works’
define como propaganda autoritaria. De esta manera, ofrece una solución simple a lo
que él presenta como el origen de todos los problemas del país: los inmigrantes y
ciudadanos de ascendencia afroamericana. Trump crea un binarismo basándose en la
diferencia fenotípica para asustar al electorado, victimizarlo y anunciar soluciones
rápidas como la construcción de un muro para impedir el ingreso de inmigrantes. Esto
despierta un racismo implícito en gran parte de los ciudadanos, quienes tras ver atacados
sus intereses propios, demuestran un nacionalismo enérgico y muestran su temor a lo
que consideran ‘diferente’. Es así como Trump es efectivo al apelar a la emoción de los
votantes sobre la razón y presentar todo como una verdad objetiva.
Un tercer punto que cabe destacar es el empleo de las noticias falsas o ‘hechos
alternativos’, como denominó la asesora presidencial Kellyanne Conway a la información
manipulada. Así, durante la campaña electoral surgieron numerosos portales de fake
news. La crisis económica de los medios de comunicación genera que se empleen
titulares clickbait para atraer la atención del público y generar visitas o, en el peor de los
casos, noticias falsas. En dicho contexto, Trump resultaba ser un personaje llamativo y
que, sin lugar a dudas, atraía la atención del público. Por ello, miles de noticias falsas
fueron creadas por dichos sitios web para incrementar el número de visitas monetizadas.
No obstante, la mayoría de usuarios en internet tiende a creer lo que su círculo más
cercano comparte sin esforzarse por comprobar la información. Fue así que estudios
muestran que algunos de estos productos informativos siguen siendo considerados
ciertos por parte del electorado. Y, por si fuera poco, los medios de comunicación no
fueron los únicos en generar información falsa. Estudios han demostrado que durante la
campaña, Donald Trump dijo el 79% de las 217 mentiras contabilizadas con el objetivo
de desprestigiar al Partido Demócrata y su oponente, y de reforzar su posición ideológica.
Este fenómeno se veía facilitado y potenciado por las redes sociales, ya que al no contar
con un intermediario, los estándares de veracidad son menores y no hay quien interpele
a los políticos.
No obstante, considero que la reelección del magnate en su actual puesto será imposible,
debido al deterioro de muchas de las estrategias mediante las cuales llegó al sillón
presidencial. Asimismo, el rol que la prensa cumple en la actualidad es mucho más
precavido respecto a la presencia de Trump en los medios. En ese sentido, su victoria y
el análisis del impacto mediático en la consecución de este objetivo ha ocasionado un
replanteamiento de funciones a la prensa. Son tres los principales conceptos que, según
se proyecta, regirán la cobertura mediática de la política de ahora en adelante. Uno de
ellos corresponde a la utilización de fact-checking. Plataformas informativas de gran
relevancia como Facebook y Google están trabajando para garantizar que la información
publicada es verídica. Asimismo, el público, a través de la educación digital propia o
impartida por las plataformas, es más consciente respecto a la manipulación de los datos
hallados en Internet y contará con mayor número de estrategias para verificarla. En ese
sentido, el rol de los periodistas radica en orientar a los usuarios dentro de esa maraña
de información no confiable.
Además, la crisis económica que los medios tradicionales están experimentando, obliga
a los diarios a idear nuevos modelos de negocio rentables y a través de los cuales se
pueda recuperar la confianza de los lectores. Entre ellos, el que destaca es el modelo de
pago combinado con modalidad gratuita, es decir, freemium. Dicha herramienta permitirá
una mayor concentración y fidelidad hacia el público, que estará dispuesto a pagar por
contenidos de calidad. Gran parte de los electores de Trump se vio influenciada por las
noticias falsas que en ese entonces invadían Internet. Sin esta estrategia, es más difícil
apelar al lado emocional en detrimento del racional del público.
Por último, es importante señalar que la prensa ha tomado conocimiento sobre la burbuja
en la que viven. Por la misma, los indicadores y encuestas aseguraban con firmeza que
sería Hillary Clinton la próxima presidenta de los Estados Unidos, pues los medios
nacionales medían la opinión de una parte de la población que no era representativa de
todo el país. Tras ser conscientes de dicha problemática, los medios están optando por
ser más plurales y fomentar la diversidad en sus planteles, lo que les permitirá tener una
visión más global de los asuntos que involucran al país.