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ESCUELA DE HUMANIDADES

FACULTAD DE COMUNICACIÓN

Ensayos sobre propaganda política

Trabajo realizado para la Asignatura Comunicación Política

Sección 704
Profesor del curso: Giancarlo Carbone de Mora

Sánchez Penedo, Mya, 20161334@aloe.ulima.edu.pe

Ciclo 2019-1
Evolución de la propaganda política y de guerra

El presente ensayo académico tiene como finalidad analizar la evolución de la


propaganda política y de guerra a lo largo de la historia, las formas en que ha sido
utilizada, las variaciones y sistematización de sus fórmulas y las herramientas que
emplea. Con tal fin, se explicará la evolución de los códigos utilizados según cada época
y sus particularidades. Posteriormente, se ejemplificará el uso de los mismos a través de
la descripción de un caso emblemático. Finalmente, se trazarán las conclusiones
respecto al desarrollo de la propaganda política y de guerra de acuerdo a la bibliografía
revisada y los argumentos expuestos.

La propaganda se define como una forma de comunicación que tiene como objetivo influir
en la actitud de una comunidad respecto a una posición o causa. Bajo tal definición, se
puede afirmar que la propaganda y las técnicas de persuasión existen desde que el ser
humano se ha visto implicado en conflictos bélicos o desde su participación en la política.
Al respecto, en su libro ‘Guerra y Propaganda en el siglo XXI’, Adrián Huici asevera que
“las estrategias persuasivas casi no han experimentado variación alguna desde la
Retórica de Aristóteles”. Esta tesis será sustentada en base a los códigos que desde el
inicio de los tiempos la propaganda ha empleado. No obstante, dichos códigos y
herramientas han estado siempre sujetos a las innovaciones tecnológicas, lo que ha
condicionado el uso mayoritario de uno u otro.

En ese sentido, si bien es cierto la imagen es tan antigua como la palabra hablada y
desde el inicio de la historia ha sido atribuida de un carácter religioso y mágico, esta tuvo
protagonismo en la propaganda a fines del siglo XIX, por lo que me remitiré, en principio,
a la palabra como código de la persuasión. A principios de la Antigüedad Clásica, las
sociedades eran teocráticas, sus autoridades eran considerados dioses y, por lo tanto,
no existía la disidencia. Con el surgimiento de los sofistas y la inestabilidad política que
caracterizó al periodo comprendido entre los siglos VIII y VI antes de Cristo, la palabra
aparece como herramienta política. Así, Atenas estableció como condición de la
democracia las discusiones y debates orales de los temas de interés público en las
plazas. Luego, Roma sigue el camino trazado por Grecia en cuanto a la oratoria y
perfecciona sus prácticas, dejándonos importantes exponentes de la retórica como
Cicerón y Julio César.

Cabe resaltar que en la Edad Media, época en la cual la Iglesia usaba la predicación
como instrumento de conversión, la palabra fue el medio por el cual dicha institución se
consolidó. La oratoria siguió cobrando importancia a través de los debates
parlamentarios del siglo XIX y, posteriormente, se vio favorecida con innovaciones
tecnológicas tales como el micrófono y la radio en el siglo XX. Según afirma Huici, la
palabra sigue cumpliendo un rol indiscutible en la persuasión, como lo demostró la
campaña electoral de Barack Obama en el 2008, durante la cual el valor del debate se
restituyó tras expandirse la creencia general de que la palabra había pasado a segundo
plano (Huici, 2011).

Es necesario también mencionar estrategias propagandísticas como los espectáculos


romanos, entre los que destacan el circo y teatro, móviles difusores de ideas políticas
envueltas en forma de entretenimiento. Los imperios utilizaron, de igual manera, la
arquitectura y construcción de monumentos, bustos y columnas para demostrar su
poderío de manera tangible.

Las primeras apariciones en escena de la palabra impresa se dan con el periodo de


Modernidad a través del surgimiento de la imprenta en el siglo XV. La relevancia que
esta obtiene se ve claramente plasmada en la frase ‘lo escrito permanece, a las palabras
se las lleva el viento’. Así, la necesidad de difusión masiva de las ideas de la Reforma
terminó por posicionar a la palabra impresa en detrimento de la hablada. El desarrollo de
la palabra escrita va de la mano con la consolidación de la prensa, la cual empezó a
cobrar importancia por su poder de influir en las actitudes e ideología de las masas.

Algunos ejemplares de palabra escrita incluyen la literatura propagandística y la


epopeya, que se encargaban de exaltar las virtudes de los ‘nuestros’. Asimismo, las
novelas, biografías y autobiografías tienen como objetivo final determinar la imagen que
las masas recordarán de un personaje específico. El poder de la palabra escrita es tal
que muchos grupos de poder han visto en su tergiversación y manipulación la
oportunidad perfecta para configurar la opinión pública según su conveniencia. En ese
sentido, dicha estrategia ha sido empleada especialmente durante las guerras, como
método de presentar las prácticas propias como buenas y las opositoras como malas.

Hacer una revisión sobre la evolución de la propaganda implica hacer una parada
obligatoria en el análisis de la imagen. A finales del siglo XIX y principios del XX, se ve
una clara migración del código escrito en la publicidad hacia la imagen. El prestigio con
la que esta cuenta se debe a la credibilidad que genera y el impacto emocional que
cumple a la perfección con los objetivos de la propaganda. Las innovaciones
tecnológicas facilitaron una mejor reproducción de las imágenes, lo que bastó para que
esta desplazara al discurso. Así, la relevancia que cobran las representaciones visuales
se ven resumidas en la frase ‘una imagen vale más que mil palabras’, y su efecto radica
en la posibilidad de prescindir del procesamiento racional, lo cual no es posible a través
del lenguaje verbal.

Esto se ve demostrado con el auge de la fotografía en el siglo XX. La velocidad para su


registro la convierte en una de las estrategias favoritas de la propaganda. Al igual que la
palabra, esta podía ser fácilmente manipulada para crear impresiones deseadas en las
masas, como la falsa concurrencia a un mitin o la montada hazaña de un líder. Asimismo,
el cine funciona como la literatura al dotar de una visión subjetiva a distintos hechos
históricos representados. La imagen como código implica mencionar a la televisión, que,
con su llegada, revolucionó la manera de hacer política, convirtiéndose en el “principal
instrumento del marketing político y un formidable vehículo de transmisión ideológica”,
según indica Huici. Un ejemplo que el autor ofrece es la difusión del estilo de vida
americano como el ideal, a través de la influencia en los canales. Uno de los efectos más
importantes de la televisión es la espectacularización de la política, por la cual los asuntos
más importantes son reducidos a acontecimientos llamativos y la credibilidad es otorgada
a los políticos según su carisma o la carga valorativa que brindamos a sus acciones. Al
respecto, el autor del reconocido libro Homo Videns, Giovanni Sartori, sostiene que “en
la televisión vemos personas y no programas de partido (...). Lo más importante son los
rostros”. Es así que, en la actualidad, la asesoría política y el marketing político son
ampliamente solicitados y utilizados por los candidatos a puestos de poder, quienes
articulan, en su mayoría, casi todos los códigos mencionados para reforzar su presencia
y posicionamiento y persuadir a las masas a su favor.

En ese sentido, cabe destacar uno de los casos emblemáticos de persuasión: el nazismo
y Adolf Hitler, quien condujo a todo un pueblo a apoyar su ideología hasta el punto más
álgido en el Holocausto nazi. Para analizar el referido caso, me remitiré al libro ‘La
Propaganda Política’ de Jean-Marie Domenach, quien enumeró lo que él denomina ‘las
reglas de la propaganda’. El modelo nazi ejemplifica a la perfección la regla número uno,
que establece la determinación de un enemigo único y la simplificación de la ideología.
Es de saber común que Hitler se abanderó con el antisemitismo y el nacionalismo
alemán, por lo que presentó a la población judía como enemigo de los ciudadanos
alemanes, la culpó de todos los males en el mundo y los acusó de ‘chivos expiatorios’
tras la derrota de Alemania en Rusia. A través de eslóganes, discursos con miles de
asistentes y panfletos, se encargó de infundir el miedo suficiente hacia los judíos para
que la población aceptara su decisión de exterminarlos y arremeter contra ellos en todos
los modos posibles.

Por otro lado, otra de las reglas empleadas por Hitler fue la exageración de virtudes
propias y desprecio de las ajenas. El entonces presidente de Alemania convenció a sus
liderados de la calidad pura de lo que él denominó ‘raza aria’. Al construir un binarismo
de ellos - nosotros frente a los judíos, consiguió que estos últimos fueran considerados
sujetos despreciables y merecedores de lo peor, en contraposición a ellos y la
superioridad de su sangre.

Domenach cita como tercera estrategia a la regla de orquestación, por la cual los
mensajes se ven uniformizados a través de todas las plataformas posibles, como el cine,
el discurso hablado, la prensa, entre otros medios. Así, la unanimidad de los medios y
repetición en torno a una misma idea restaba la capacidad de razonamiento de los
ciudadanos. En cuanto a la transfusión, cuarta estrategia nazi, es de vital importancia
señalar que Hitler no ‘creó’ el antisemitismo, pues el racismo biologicista era un
pensamiento bastante extendido en toda Europa, donde antes habían sido perseguidos
por motivos religiosos. A Hitler le bastó con potenciar las ideas preconcebidas y utilizarlas
como móvil político.

Las dos últimas reglas descritas por Domenach son definidas como unanimidad y
contagio, y maniqueísmo, ambas presentes en el modelo nazi. Esto explica el motivo por
el cual es más complicado para un ciudadano alemán resistirse ante una ideología que
considera dominante si se encuentra en un mitin donde todos afirman pensar igual o si
los medios repiten la misma idea y se la atribuyen al público. Por último, el maniqueísmo
se vio manifestado en la instauración del odio hacia los judíos, que no admitía matices y
llevaba a difundir frases como ‘los judíos son como ratas’.

En conclusión, la propaganda y persuasión han estado presentes desde los tiempos más
remotos y se han potenciado gracias a innovaciones tecnológicas, contexto en el que los
grupos de poder han optado por aquellas que generan un impacto más emocional e
involucramiento de las masas. Como hemos visto, a pesar de la constante aparición de
ciertos códigos y reglas en la propaganda como la palabra hablada, la escrita, la imagen
y la televisión, las épocas y sus novedades han coadyuvado a una mayor efectividad de
algunas sobre otras y, en la actualidad, la mayoría de ellas siguen siendo usadas
conjuntamente. En resumen, es oportuno decir que la principal premisa de la propaganda
es evitar el raciocinio y pensamiento lógico a toda costa, lo cual ha logrado desde siempre
con el empleo de distintos códigos, como lo demuestra el modelo nazi liderado por Adolf
Hitler.
Bibliografía

1. Domenach, J.-M. (1950). Le Propagande Politique. Paris: Presses Universitaires


de Francc.
2. Huici, A. (2011). Guerra y Propaganda en el siglo XXI. Sevilla: Ediciones Alfar.
3. Sartori, G. (1997). Homo Videns: La Sociedad Teledirigida. Roma: Taurus.
Funcionamiento de maquinaria de propaganda política de
Donald Trump y su vigencia

El ensayo académico que desarrollaré a continuación tiene como objetivo final la


exploración del funcionamiento de la maquinaria de propaganda política de Donald
Trump durante su candidatura y campaña para las elecciones estadounidenses del 2016.
Con tal fin, detallaré las características de la misma y el motivo de su efectividad.
Además, se hará un análisis de su manejo de comunicación política actual y se elaborará
algunas predicciones respecto a una posible reelección, con base en la revisión de
bibliografía y la observación de la realidad. Finalmente, el ensayo presentará una
conclusión respecto a los tres puntos detallados líneas arriba.

El 2016 fue un año sorpresivo en términos periodísticos y políticos. La elección del


magnate Donald Trump, candidato del Partido Republicano a la presidencia de los
Estados Unidos de América, cayó como un baldazo de agua fría a los medios de
comunicación y el público en general quienes, perplejos, observaban hacerse realidad la
designación del empresario en el Despacho Oval cuando, inicialmente, su candidatura
era tomada a la broma. La pregunta que surge a partir de dicho fenómeno gira en torno
a los motivos del triunfo de Donald Trump. Ante esto, expondré algunos argumentos que
explicarían su efectiva campaña.

En primer lugar, es necesario conceptualizar a lo que se conoce como maquinaria de


propaganda política de Donald Trump. En su libro ‘La comunicación en la era Trump’,
Miquel Pellicer la define como “todos aquellos factores que determinan y envuelven la
propaganda mediática de Trump”. En tiempos de redes sociales, transiciones mediáticas,
posverdad y espectacularización de la política es importante resaltar la capacidad que
tuvo Donald Trump para posicionarse en los medios, siendo esta el primer factor que
caracteriza a su maquinaria comunicativa. Las redes sociales, siendo Twitter la favorita
del magnate, presentan plataformas que requieren de una comunicación simple y directa,
característica que Trump supo aprovechar. Sus mensajes, que carecen de un lenguaje
formal y rompen las reglas de lo considerado políticamente correcto, buscan una difusión
rápida, lo cual consigue en medios a través de sus agresiones y expresiones excéntricas,
que incrementan el rating y audiencia de la prensa. El empresario conoce bastante bien
el funcionamiento de las nuevas plataformas y las crisis económicas y de credibilidad
que atraviesa la prensa y sabe hacer un uso inteligente de las mismas. Cabe destacar
que la presencia del ahora presidente en los medios no se limitó a épocas de campaña.
Desde antes, compraba grandes espacios de publicidad en diarios, creó una liga que
pudiera hacerle la competencia a la NFL y fue dueño del certamen de belleza Miss
Universo. En este punto es indispensable mencionar el acierto de Trump al integrar gran
cantidad de medios y plataformas existentes y adaptar sus mensajes a cada una de ellas.
Así, se podía percibir la presencia del magnate en televisión, radio, redes sociales,
periódicos, prensa digital, entre otros, gracias a su estrategia 360°.

Por otro lado, Trump ejerce lo que Jason Stanley, autor del libro ‘How Propaganda Works’
define como propaganda autoritaria. De esta manera, ofrece una solución simple a lo
que él presenta como el origen de todos los problemas del país: los inmigrantes y
ciudadanos de ascendencia afroamericana. Trump crea un binarismo basándose en la
diferencia fenotípica para asustar al electorado, victimizarlo y anunciar soluciones
rápidas como la construcción de un muro para impedir el ingreso de inmigrantes. Esto
despierta un racismo implícito en gran parte de los ciudadanos, quienes tras ver atacados
sus intereses propios, demuestran un nacionalismo enérgico y muestran su temor a lo
que consideran ‘diferente’. Es así como Trump es efectivo al apelar a la emoción de los
votantes sobre la razón y presentar todo como una verdad objetiva.

Un tercer punto que cabe destacar es el empleo de las noticias falsas o ‘hechos
alternativos’, como denominó la asesora presidencial Kellyanne Conway a la información
manipulada. Así, durante la campaña electoral surgieron numerosos portales de fake
news. La crisis económica de los medios de comunicación genera que se empleen
titulares clickbait para atraer la atención del público y generar visitas o, en el peor de los
casos, noticias falsas. En dicho contexto, Trump resultaba ser un personaje llamativo y
que, sin lugar a dudas, atraía la atención del público. Por ello, miles de noticias falsas
fueron creadas por dichos sitios web para incrementar el número de visitas monetizadas.
No obstante, la mayoría de usuarios en internet tiende a creer lo que su círculo más
cercano comparte sin esforzarse por comprobar la información. Fue así que estudios
muestran que algunos de estos productos informativos siguen siendo considerados
ciertos por parte del electorado. Y, por si fuera poco, los medios de comunicación no
fueron los únicos en generar información falsa. Estudios han demostrado que durante la
campaña, Donald Trump dijo el 79% de las 217 mentiras contabilizadas con el objetivo
de desprestigiar al Partido Demócrata y su oponente, y de reforzar su posición ideológica.
Este fenómeno se veía facilitado y potenciado por las redes sociales, ya que al no contar
con un intermediario, los estándares de veracidad son menores y no hay quien interpele
a los políticos.

Otra de las fortalezas mediática de la campaña del republicano fue el empleo de la


inteligencia artificial. La maquinaria de propaganda política del candidato utilizó alrededor
de cincuenta mil variantes de anuncios individualizados según perfiles psicográficos.
Este tipo de publicidad usa el método de big data para segmentar los mensajes políticos
difundidos con el fin de que estos logren el cambio de actitud que se espera a través de
un marketing personalizado y potente en las regiones claves. Mientras su contrincante
en la campaña, Hillary Clinton, utilizó estudios de mercados tradicionales, Donald Trump
y su equipo le sacaron ventaja a través de métodos vanguardistas y altamente efectivos.

Una de las estrategias de la maquinaria de propaganda política del candidato fue la


prensa. A pesar de tener disputas con ellos y de hasta haber botado a un periodista de
una conferencia, Trump contaba con aliados y algunos directores de diarios eran
cercanos a él. Asimismo, existen medios conservadores y de la derecha alternativa que,
desde el principio, mostraron su apoyo al magnate. Incluso, Stephen Bannon y Roger
Ailes, ambos líderes de medios de comunicación, fueron incorporados al equipo de
campaña del ahora presidente y lo asesoraron en su construcción mediática. En ese
sentido, Breitbart News es considerado por Pellicer el brazo mediático de la derecha
alternativa, portavoz de los grupos supremacistas blancos y antisemitas. Los ejemplos
de medios de comunicación alineados con la ideología de Trump o difusores de noticias
falsas sobre Hillary Clinton o Barack Obama.
Desde mi punto de vista, el actual manejo de medios de Trump sigue estando bastante
organizado y mantiene un importante nivel de efectividad, aunque menor al inicial debido
a la baja en su reputación y a la mala relación que sostiene con la prensa. Prueba de
esto es la vigencia de la estrategia 360° que emplea el magnate, adaptando sus
mensajes a sus cuentas en Twitter, Facebook e Instagram, las que, dicho sea de paso,
utiliza con bastante frecuencia. Trump cuenta con un equipo que conoce bien el tipo de
mensajes que debe ser difundido en cada plataforma y lo hace de manera efectiva.
Asimismo, basta con ver los comentarios en su cuenta de Facebook para comprender
que, si no se trata de partidarios genuinos, se trata de una generación de bots y trolls a
gran escala. Cabe resaltar también que el presidente aún cuenta con el apoyo de algunos
actores de la prensa, como es el caso de Fox & Friends, programa sobre el que tuiteó 12
veces durante los 100 primeros días en el Despacho Oval y con la que sigue
interactuando en redes hasta el día de hoy.

No obstante, considero que la reelección del magnate en su actual puesto será imposible,
debido al deterioro de muchas de las estrategias mediante las cuales llegó al sillón
presidencial. Asimismo, el rol que la prensa cumple en la actualidad es mucho más
precavido respecto a la presencia de Trump en los medios. En ese sentido, su victoria y
el análisis del impacto mediático en la consecución de este objetivo ha ocasionado un
replanteamiento de funciones a la prensa. Son tres los principales conceptos que, según
se proyecta, regirán la cobertura mediática de la política de ahora en adelante. Uno de
ellos corresponde a la utilización de fact-checking. Plataformas informativas de gran
relevancia como Facebook y Google están trabajando para garantizar que la información
publicada es verídica. Asimismo, el público, a través de la educación digital propia o
impartida por las plataformas, es más consciente respecto a la manipulación de los datos
hallados en Internet y contará con mayor número de estrategias para verificarla. En ese
sentido, el rol de los periodistas radica en orientar a los usuarios dentro de esa maraña
de información no confiable.
Además, la crisis económica que los medios tradicionales están experimentando, obliga
a los diarios a idear nuevos modelos de negocio rentables y a través de los cuales se
pueda recuperar la confianza de los lectores. Entre ellos, el que destaca es el modelo de
pago combinado con modalidad gratuita, es decir, freemium. Dicha herramienta permitirá
una mayor concentración y fidelidad hacia el público, que estará dispuesto a pagar por
contenidos de calidad. Gran parte de los electores de Trump se vio influenciada por las
noticias falsas que en ese entonces invadían Internet. Sin esta estrategia, es más difícil
apelar al lado emocional en detrimento del racional del público.

Por último, es importante señalar que la prensa ha tomado conocimiento sobre la burbuja
en la que viven. Por la misma, los indicadores y encuestas aseguraban con firmeza que
sería Hillary Clinton la próxima presidenta de los Estados Unidos, pues los medios
nacionales medían la opinión de una parte de la población que no era representativa de
todo el país. Tras ser conscientes de dicha problemática, los medios están optando por
ser más plurales y fomentar la diversidad en sus planteles, lo que les permitirá tener una
visión más global de los asuntos que involucran al país.

En resumen, he descrito los factores que llevaron a Trump a alcanzar la presidencia de


Estados Unidos, tales como su presencia en medios y redes, la propaganda autoritaria
que empleó, el uso de noticias falsas, la inteligencia artificial y sus alianzas con la prensa.
Tras comparar dichas estrategias con las empleadas en la actualidad por el presidente,
he observado que muchas de ellas siguen vigentes, pero que estas no serán suficientes
en el caso de una posible reelección, ya que la metamorfosis de la prensa ha generado
una mayor red de contingencia ante las amenazas que propiciaron su debilitamiento y el
consecuente impacto en la elección de Donald Trump como presidente. Habrá, pues,
que continuar optimizando la profesión del periodismo al servicio de las personas y el
desarrollo de la nación.
Bibliografía:

1. Pellicer, M. (2017). La comunicación en la era Trump. Cataluña: Editorial UOC,


S.L.
2. Stanley, J. (2015). How Propaganda Works. New Jersey: Princeton University
Press.

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