“Conciudadanos, compatriotas, compañeros, pueblo de Lima, saludo emocionado después de nueve
años al pueblo peruano que supo ponerse de pie, marchar por las calles, lavar las banderas y echar a la dictadura para recobrar la libertad, y nueve años después estoy aquí para ratificar ante todos ustedes mi fe, mi compromiso, mi creencia profunda en el Perú, en su juventud, en su pueblo y en el propósito común que Haya De La Torre nos enseñó, de hacer en nuestra tierra una patria de pan con libertad para todos los peruanos. Por eso en esta hora dramática y aciaga, que recuerda el dramatismo de la guerra con Chile, en esta hora en que hay incertidumbre, desilusión, cólera y pena yo vengo a traer al Perú en nombre de todos ustedes una propuesta de esperanza, de trabajo, de descentralización y de democracia; pero quiero ante todo hacer una confidencia a ustedes, por nueve años he caminado solo el mundo y a cada paso me decían; podrán bajarme, podrán insultarme, podrán alejarme pero no romperán mi fe, no quebraran mis ideas, mis compromisos, no podrán impedir que esté nuevamente junto al pueblo, y por más lejana que sea la distancia o profundo fuera el sueño de la muerte, yo sabía que algún día vendría a estar con ustedes, para con ustedes y los demás peruanos comenzar nuevamente el camino...Yo quiero dirigirme a los jóvenes, con los que voy a entablar un diálogo porque ellos jamás me escucharon, les dijeron “no escuches a Alan García porque te puede convencer, apaga el televisor que te puede convencer”, yo les digo déjese convencer peruano, déjeme explicar que en democracia son las razones son los argumentos es la libertad son las cifras son los datos con los que se discute; no las pasiones, no los montajes, no las patrañas en los que fue experto el régimen fujimorista...Yo vengo ante ustedes pero vengo sin rencor, que importa lo que hayan podido decir de Alan García, que importa lo que me hayan hecho sufrir a mí a mi familia, que importa si lo que a mí me importa es lo que ha sufrido el millón de desempleados, lo que han sufrido todos los que trabajan diez, catorce y quince horas, lo que han sufrido los que ganan la mitad del salario, lo que han sufrido los campesinos que no tienen crédito...Yo me acuerdo de ese hermoso verso de Calderón de la Barca que todos aprendimos y repetimos, porque caminando las calles y muchas veces solo yo decía “cuando pasará esto, cuando volveré a ver al Perú” y me comprometía a estar después de muerto junto a ustedes en espíritu, a tener la fuerza de traer mi espíritu hasta aquí para acompañarlos, y yo repetía ese hermoso verso de Calderón de la Barca que dice: “Yo sueño que estoy aquí de estas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.” Y a mí parece súbitamente un sueño estar frente a ustedes y a mí me parece súbitamente una añoranza cumplida estar frente a ustedes y a mí me parece súbitamente que quizás he muerto y estoy frente a ustedes...”