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Asignatura: Historia del Arte 2

Profesora: Marysbel Rodríguez


Fecha: 05-12-2009
Presentado por:
David Briceño Código 323687

Los Lictores Llevan a Bruto los Cadáveres de sus Hijos:


Jacques-Louis David un Arte Político

J.L. David, Los lictores llevan a Bruto los cadáveres de sus hijos, 1789, Óleo
sobre tela, 3,23 x 4,22, Paris, Museo del Louvre.

La obra “Los lictores llevan a Bruto los cadáveres de sus hijos”, es una
pintura hecha por Jacques-Louis David en 1789, que se hizo mientras
transcurría la revolución francesa y es una de las grandes obras maestras del
neoclasicismo. Algo que cabe resaltar acerca de esta obra además del gran
manejo de la composición de David y el estudio magistral que el artista hace
de la luz en el cuadro, es el carácter político que tuvo la obra y la importancia
que esta tuvo en su momento, puesto que revela el carácter crítico y
transformador que puede tener el arte en el ámbito social y político.

Hacia el segundo tercio del siglo XVIII en Francia después de la frivolidad del
periodo Rococó, empieza a surgir el Neoclasicismo francés, que deja de lado
las formas monumentales y fastuosas del Barroco y del Rococó para centrarse
en formas más simples y armoniosas. En este se retoman varios de los
postulados estéticos y temáticas del arte clásico, como historias de la
mitología y otros relatos de historias o leyendas grecorromanas, de ahí el
termino neoclasicismo; “Nuevo Clasicismo”. En este se tratan temas históricos
y éticos a través de la obra, y se evidencian poses y vestimentas en los
personajes, extraídas de la pintura y la escultura grecorromana. También se
evidencia un interés por lo conceptual y no tanto por lo pictórico- visual, lo
cual se refleja en los fuertes contornos lineales de las formas y el carácter
escultórico de los objetos dispuestos en la imagen, así como el uso de una
iconografía sólida, provista por Grecia y Roma en un primer momento y
tomada del contexto histórico francés de la época en una segunda instancia.
Pero este movimiento no era solo una reacción, en contra de la frivolidad del
Rococó, sino que también obedeció a una serie de factores políticos y sociales
que fueron el nicho en donde se gesto la revolución francesa.

La Francia del siglo XVIII estaba regida por una monarquía absolutista, en la
que el clero y la nobleza tenían una posición privilegiada en la sociedad, en
cuanto a calidad de vida, así como una fuerte injerencia en la vida social y en
el direccionamiento del estado. En ese tiempo los campesinos constituían el
sector más numeroso del país y también eran los que llevaban la vida más
miserable, oprimidos por las incontables cargas feudales que los obligaban a
entregar la mejor parte de sus cosechas a los terratenientes y al recaudador de
impuestos.
Mientras que las clases dominantes, la nobleza y el clero, nadaban en la
opulencia gracias a las políticas de la monarquía que les ofrecían toda una
serie de privilegios, que ensanchaban la brecha que había entre las distintas
clases y aseguraba la concentración de la riqueza en las manos de unos pocos,
lo cual se reflejaba en el malestar social de la época. Estas clases privilegiadas
poseían las dos terceras partes de la riqueza agraria del país y una cuarta parte
del presupuesto total de la nación iba a parar a sus manos. Además de eso, las
únicas personas que tenían derecho a ejercer cargos importantes en el ejército
y en el aparato político del estado, eran aquellos que perteneciesen a la
nobleza, perpetuando así el control de la nobleza sobre las decisiones políticas
y la administración de los recursos del estado. Todo esto dejaba a la burguesía
relegada a una posición en la que no podía tener acceso a los asuntos de
gobierno, a pesar de toda la riqueza que habían acumulado a través del
comercio y la industria.

Sin embargo aunque la burguesía se encontraba significativamente excluida de


los asuntos importantes del Estado, algunos individuos pertenecientes a esta
clase fueron escalando posiciones, llegando a ocupar algunos cargos
importantes del sistema administrativo y judicial del régimen monárquico,
logrando de esta forma permear la dura coraza que había establecido la
nobleza para retener el control que tenían sobre el estado y sus políticas. La
burguesía fue creciendo y cada vez mas riqueza se fue acumulando en las
distintas capas de esta, acentuando el recelo y las rivalidades entre ambas
clases.
En el ámbito cultural la burguesía intentaba emular a la nobleza en su
refinamiento, sus modales y su cultura, mientras que en el ámbito económico,
estos acumulaban cada vez más riqueza, hasta el punto en que se convirtieron
en el sector social con mayor importancia en la vida económica del país. Todo
este auge económico de la clase burguesa genero una transformación en el
corazón de la misma a nivel intelectual, lo cual se observa en la proliferación
de escritores y artistas por parte de esta. Siendo cada vez más vez mayor el
numero de letrados, eruditos y científicos, se empezó a observar como se
consolidaba una intelectualidad burguesa que desarrollo un sistema ideológico
acorde a sus intereses, que planteaba en parte la necesidad de restringir los
poderes absolutos del rey y la liberación de las trabas que impedían el
desarrollo económico, entre otras reivindicaciones que tenían que ver con la
discriminación a la que era sometida la burguesía.
La labor de los ideólogos, hizo que la clase burguesa tomara conciencia de la
paradoja existente en ese momento, que a pesar de que su importancia
aumentaba cada vez más en la vida económica del país, seguían teniendo poca
influencia en los asuntos del estado. Entonces al transcurrir el siglo estas
ideas fueron adquiriendo mayor coherencia, lo cual se tradujo en el
fortalecimiento de la lucha en contra del régimen absolutista de la monarquía,
con una oposición del clero y la nobleza que se encontraban en la parte más
alta de la pirámide social y que no estaban dispuestos a renunciar al modo de
vida lujoso al cual estaban acostumbrados. Esta evolución del pensamiento
filosófico al principio se manifestó de forma pacífica, pero después paso a
convertirse en un arma política contra el absolutismo feudal y sirvió de base
ideológica para la revolución burguesa.

Fue bajo esta atmosfera social que se fueron dando condiciones favorables
para que surgiera el Neoclasicismo Francés, impulsado por los
descubrimientos de las ruinas de Herculano y Pompeya, junto con las
investigaciones arqueológicas que se realizaron en torno a los nuevos
hallazgos, las cuales dieron nuevas luces acerca del mundo antiguo de Grecia
y Roma, que hasta ese momento se había interpretado según los conceptos de
la moral promulgados por la clase dominante, en una época donde imperaba la
monarquía absolutista. Pero no solo se debió a eso, también jugo un papel
importante las criticas de Diderot al Rococó, que lo tildaba de arte degenerado
y enfermizo, por su artificiosidad y su banalidad, haciendo notar que era
necesario un cambio en el arte. Además de esto, el ideal de democracia que
nació en Grecia y que también subsistió en Roma, venía muy bien a los nuevos
ideales nacidos del racionalismo de los filósofos burgueses, que se oponían
fuertemente al dogmatismo religioso y a los prejuicios que impedían el
ascenso social, anhelando un nuevo sistema de gobierno y condiciones que
fueran mas favorables para la burguesía.

Debido a todos estos factores, se instalo el Neoclasicismo en Francia, dejando


de lado el Rococó, junto con otras tendencias artísticas que existían en la
época y Jacques-Louis David fue uno de los precursores de este movimiento,
así como uno de sus más grandes exponentes.
Aunque David fue uno de los artistas más representativos del neoclasicismo,
este no se apego por completo a lo clásico, puesto que más que tratar de imitar
lo que ya se había hecho en el periodo clásico, David veía en las formas
depuradas y concisas del arte grecorromano, un vehiculo para la construcción
de un pensamiento ético y estético, a través del cual se rescataba el heroísmo
estoico y el compromiso político, haciendo eco de los nuevos ideales que se
gestaban en Francia en contraposición al sistema dogmático de la monarquía
absolutista y la corrupción política y artística del Rococó. Por esta fuerte
relación que hay entre el contexto histórico-social de David y su obra, es que
su arte se emancipa de los principios universalistas que eran propios del
clasicismo y por ende se aleja de este.

Nace el 30 de agosto de 1748 en Paris. Cuando tenía nueve años su padre fue
asesinado en un duelo y a raíz de este acontecimiento su madre decide dejarlo
con sus tíos que eran prósperos arquitectos. Ellos intentaron que David tuviera
una excelente educación y para eso lo mandaron al “Collège des Quatre-
Nations”, aunque David no fue un buen estudiante, tenía un tumor en la cara
que le dificultaba el habla y se la pasaba dibujando.
Cubría sus cuadernos con dibujos y llego a afirmar en una ocasión que se
escondía detrás de la silla del instructor y dibujaba durante toda la clase.
Así que decidió convertirse en pintor, pero su madre y sus tíos deseaban que
el fuera arquitecto, por lo que se opusieron inicialmente a sus deseos pero
terminaron cediendo, entonces fue a aprender a pintar con François Boucher
que era uno de los pintores más importantes de su época y que también era un
pariente lejano. Boucher era un pintor del rococó, pero los gustos estaban
cambiando y se estaba dejando atrás el estilo rococó para remplazarlo por un
estilo clásico. Este decidió que en lugar de tomar a David bajo su tutela lo
mandaría con Joseph-Marie Vien, pintor que había adoptado el estilo clásico
como reacción al rococó.
Después David de aprender con Vien, fue a la real academia, basada en lo que
hoy es Louvre. Estando en la academia intento ganar el “Prix de Rome”, que
era una beca para la academia francesa en Roma, lo cual logro después de
haberlo intentado cuatro veces desde 1770 a 1774. En 1775 viaja a Italia,
donde pudo observar las obras maestras de Italia así como las ruinas de la
antigua Roma, de lo cual realizo muchos bosquejos. En 1779 David pudo ver
las ruinas de Pompeya. Después de estas experiencias, David busco
revolucionar el mundo del arte con los conceptos imperecederos del
clasicismo.

Hacia la década de los setenta del siglo XVIII, David empieza a construir una
relación muy fuerte entre su pintura y los acontecimientos políticos de la
época, ya habiendo tenido un contacto cercano con la Antigüedad Clásica,
como resultado de su estadía en Roma, lo cual le sirvió de fuente temática e
icnográfica para muchas de sus obras, además de ayudarle a concebir un estilo
figurativo de gran fortaleza.
Al volver a Paris de su viaje a Roma se le acepta como miembro de la
Academia y en 1784 expone El Juramento de los Horacios, obra que concreta
su reflexión artística entorno al concepto de lo clásico, la cual se le había
encargado por parte de la corona y fue a Roma para pintarla.
Juramento de los Horacios (Le Serment des Horaces) Jacques-Louis David,
1784 Óleo sobre lienzo - Neoclasicismo 330 cm × 425 cm Museo del Louvre,
París, Francia

En esta obra, el artista muestra un episodio de la historia de Roma; en un


momento de gran peligro, donde tres hermanos romanos, hijos del jefe militar
romano Horacio, deben luchar a muerte contra tres hermanos de la ciudad
enemiga de Albalonga, llamados los Curiacios, por el honor de su ciudad y el
dominio del territorio. David pintó el momento en que los jóvenes juran, ante
las espadas que sostiene su padre, morir por su patria, a pesar de que las dos
familias (los Horacios y los Curiacios), estaban unidas por lazos familiares,
los hijos aparecen a la izquierda de la composición, el padre esta en el centro
y a la derecha de la composición, las mujeres de la familia lloran con
desesperación. A través de esta pintura se hace evidente el sacrificio, como
una manifestación del deber cívico y el compromiso con la patria ante todo, lo
cual da cuenta de la gran fuerza moral que posee la obra. Ahí se muestra que
el poder político tiene que dar fe ante la colectividad, con los tres hermanos
jurando ante su padre que defenderán la colectividad. Esta es la obra que
muestra la maduración del estilo de David y la tónica política que tendrían
varios de sus pinturas posteriores, así como algunos rasgos característicos que
se pueden apreciar en varias de sus obras, como el hecho de que escogía los
momentos previos o siguientes a la acción central de la historia que
representaba. Paralizaba pictóricamente el tiempo como para congelar
dramática y expresivamente la acción antes o después de su
desencadenamiento, como el momento previo, para el caso del Juramento de
los Horacios. También llama la atención el grado de depuración de la imagen,
la cual contiene solo los personajes que son absolutamente imprescindibles,
los cuales se sitúan como objetos en un vacío escenografito que evoca una
escena de carácter teatral y la falta de continuidad pictórica y psicológica de
los protagonistas, con ritmos asimétricos, lo cual se aprecia en la erguida
postura de los varones en contraposición a la sinuosa emoción de las mujeres,
que no era sólo era algo intencionado, sino que, además, era controlado
gracias a la arquitectura pintada, que servía de marco escenográfico a la
acción, con una columna dórica sin basa, pero también sin estrías, como la
columna toscana, lo cual va en contra de los postulados clásicos. Pues rompe
con la simetría y se nos presentan elementos de carácter heterogéneo, como lo
son esas columnas dórico-toscanas.
Luego por otro encargo de la corona en 1789, coincidiendo con la Revolución
en la que David se sumergiría profundamente, siendo miembro del club
jacobino y amigo de Robespierre, teniendo una participación muy activa en la
revolución y usando el arte como un arma política a favor de los ideales
republicanos, pinta Los lictores llevan a Bruto los cadáveres de sus hijos.
Para esta pintura David cambió el tema originalmente propuesto, por otro
acorde a las ideologías republicanas.

Esta pintura es acerca de la ejecución de los hijos de Lucio Junio Bruto, que
según cuenta la historia después de que se expulsara a la monarquía de Roma
y estableciera la Republica, Tarquino que era el rey de Roma y que se
encontraba exiliado organizo un complot con en el que pretendía reinstaurar la
monarquía, en el que participaron los hijos de Lucio Junio Bruto, que fue
quien desterró a Tarquino y lucho por establecer un gobierno republicano en
Roma. Pero el complot fue descubierto por el esclavo Vindex, el cual le
informo a Bruto acerca de lo que estaba sucediendo. Al enterarse de esto este
sentenció a muerte a sus hijos y presenció la ejecución. David nos muestra en
su pintura el momento en el que los lictores le traen a Bruto los cuerpos de sus
hijos después de haber sido ejecutados por haber traicionado a la República al
participar en una conspiración que pretendía devolver la monarquía a Roma.
Bruto antepuso su patriotismo estoico a sus propios vínculos familiares,
retomando así la ejemplaridad moral del Juramento de los Horacios. Por lo
cual resultaba muy atractiva para la época. Pero al momento de exponerla, los
miembros de la corte real no permitieron que esta se mostrase, puesto que
había caído la Bastilla y se había establecido la Asamblea Nacional, la cual
hizo ejecutar a Luis XVI y la corte real no quería propaganda agitando al
pueblo con el ambiente inestable que reinaba en Francia, infundida de un
animo revolucionario. Cuando los periódicos relataron que el gobierno no
había permitido que se mostrara Los lictores llevan a Bruto los cadáveres de
sus hijos, el pueblo se encolerizó y la corte real cedió. El cuadro fue colgado
en la exposición, siendo protegido por estudiantes de arte.
Toda la pintura era un símbolo republicano, y obviamente tuvo un inmenso
significado en estos tiempos en Francia. De hecho la pintura se volvió tan
popular que en los años posteriores, los peinados de las hijas de Bruto se
pusieron de moda, así como el mobiliario que acompañaba la escena.

Los Horacios y los Lictores, trataron temas clásicos, aunque con un claro
enfoque político en sintonía con el contexto sociocultural de Francia en el
periodo en el cual se dio la revolución. A través de estas obras se fue
preparando el camino para un arte nuevo, el cual se apoyaría en el contexto
histórico de su tiempo poniendo a un lado los referentes de temas clásicos y
las alegorías, pues le bastaba con la realidad.

La obra Los lictores llevan a Bruto los cadáveres de sus hijos, es una pintura
al óleo sobre tela de 3,23 x 4,22m, que se destaca por la pureza de las líneas,
con contornos que son muy delineados y dibujísticos. Los colores son bastante
pulidos y la pincelada es imperceptible. Las figuras están dispuestas en una
escena de carácter teatral con el protagonista principal, Bruto, en un primer
plano sentado al lado izquierdo de la composición y ensombrecido por la
estatua de Roma, símbolo del estado, la cual se encuentra a su espalda, lo cual
remite en cierta forma al sacrificio de Bruto por la patria y su estoicismo. Las
sombras que cubren a Bruto le dan un carácter más expresivo a su dolor
contenido. Bruto aparece mirando hacia fuera del cuadro con una expresión
severa y tiene una pose aparentemente serena, aunque se puede apreciar su
tensión interior en el gesto del brazo derecho que se ve en tensión con la mano
apretando el papel de la pena capital, pero en especial en los pies
entrecruzados y recogidos que no descansan cómodamente sobre el suelo y se
encuentran iluminados, acentuando su dolor.
El cuerpo sin vida de uno de sus hijos entra por el lado izquierdo del cuadro
siendo cargado por los lictores en una especie de camilla los cuales se
encuentra detrás de la estatua de Roma, por lo que solo se puede apreciar con
detalle de la rodilla a los pies del cadáver iluminado por una luz tenue.
Solo se puede ver la cara de uno de los lictores, que es quien lleva la parte de
delante de la camilla, yendo detrás de sus demás compañeros con una
expresión particularmente estoica. Al lado derecho de la composición
encontramos a la madre, las hijas y un poco más atrás contra el borde derecho
del cuadro esta la abuela. Atrás de la madre y las hijas esta una mesa con un
mantel rojo y sobre la mesa hay un costurero con unas telas y atrás de la mesa
hay una tela rectangular que esta adherida a las columnas del fondo, que son
de un orden dórico-toscano y sin basa, similares a las de la pintura del
Juramento de los Horacios. A lado y lado de la madre y las hijas aparecen dos
sillas que parecen delimitar y aislar a estas tres mujeres del resto de la
composición. La madre aparece levantándose de la silla de la derecha del
cuadro, tiene una vestimenta de color naranja y esta inclinándose hacia
delante, extendiendo su brazo derecho con la mano abierta, en dirección del
cadáver de su hijo con una expresión de tristeza y horror en la cara, mientras
que con el brazo izquierdo sostiene a una de sus hijas, la cual se encuentra
desgonzada como si se hubiera desmayado o como si estuviera desmayándose,
esta posee ropas de color blanco y naranja, así como una cinta blanca en su
cabeza. Su otra hija aparece delante de ella mirando hacia el cadáver, con una
expresión de horror y con las manos al frente de la cara intentando esconder o
diluir el horror de lo que se esta presenciando, esta aparece con una
vestimenta enteramente blanca y una cinta azul en el vientre al igual que en la
cabeza. La abuela se encuentra sentada, dándole la espalda a los demás
personajes inclinada hacia la derecha de la escena, casi como recostándose
contra el borde del cuadro y tapándose la cara con un manto azul para ocultar
su dolor.
Aunque todos los volúmenes en la escena tienen una apariencia bastante
escultórica, cabe destacar los pliegues de la ropa de la madre y las hijas,
porque, aunque lucen como esculpidos en yeso o en piedra, dan bastante
movimiento, lo cual acentúa el dramatismo de su dolor y la vividez congelada
de la escena.
Con respecto a las sillas, la silla de la izquierda del cuadro luce bastante
simple con un diseñó sin adornos, bastante funcional, mientras que la de la
derecha, que es de donde se esta levantando la madre, tiene un diseño mucho
más llamativo que su compañera, puesto que las patas de esta lucen como
columnas arquitectónicas y tiene un diseño más elaborado por lo que pareciera
indicar una posición de mayor importancia.
El costurero es el único elemento que nos sugiere la existencia de una vida
familiar, que es lo que nos permite contextualizar la naturaleza de la escena.
En cuanto a la arquitectura de la escena, se observa un piso cubierto por
baldosas rectangulares de gran tamaño y en el fondo vemos unas columnas
lisas sin basa de orden dórico-toscano, que sostienen un techo de piedra y a
las que se encuentra adherida una tela que parece estar ahí para aislar a los
lictores que llevan los cadáveres por la parte de atrás de la escena, pero que de
nuevo al igual que las sillas, aísla a las mujeres del resto del cuadro, pues
quedan encuadradas dentro de esa tela rectangular y encerradas dentro de esas
columnas, lo cual enfatiza su carácter dramático, en tanto que refuerza el
desconsuelo de su sufrimiento. El centro del cuadro es un vacío sólo ocupado
por muebles y la mano abierta de la madre, que hace expresiva la tragedia,
guardando un parentesco con los Horacios, pues en las dos pinturas son las
mujeres las que hacen expresiva la tragedia.
La arquitectura solemne engloba todo el cuadro, además de servir de marco a
esta escena que posee una atmosfera emocionalmente fragmentada, dada por la
discontinuidad psicológica de los personajes, como es el caso de Bruto y su
familia, por la expresión y la disposición de los personajes en el cuadro, pero
también por la luz, puesto que Bruto se encuentra al extremo izquierdo del
cuadro, sentado, con la mayor parte del cuerpo sumergido entre sombras, con
una expresión severa en el rostro y su expresión corporal es relativamente
estoica, dándole la espalda al cadáver de uno de sus hijos, que esta tenuemente
iluminado, mientras que al otro lado del cuadro encontramos a la madre y las
hijas, las cuales están mucho mas iluminadas y con una actitud corporal
mucho más expresiva, que denotan un profundo dolor y horror ante el cadáver
que entra por el lado izquierdo de la escena. Entonces la luz une las zonas con
más dolor del cuadro que son; las mujeres, los pies de Bruto y los cadáveres
que entran por el fondo de la parte izquierda. Estos pies iluminados y
recogidos, contrastan con la serenidad del rostro ensombrecido, lo cual nos
muestra que en Bruto, la luz parte al personaje en dos, puesto que las sombras
que parecen emanar de la estatua de Roma, lo cubren de la mitad de los
muslos para arriba y esa zona oscurecida de su cuerpo la que da cuenta de su
actitud estoica y su devoción patriótica, mientras que las zonas iluminadas,
que van de la mitad de los muslos para abajo, nos muestran una expresión
corporal de dolor contenido, ocasionado por la perdida de sus hijos y el hecho
de que la mayor parte de su cuerpo este cubierto por las sombras, enfatiza su
sacrificio y la anteposición que hace Bruto del bien público por encima de sus
vínculos familiares, hasta el punto de haber hecho que ejecutaran a sus hijos
para proteger la Republica.
El aparente desorden compositivo del cuadro y la fragmentación emocional
que tiene lugar en la escena, pareciera hacer eco del desorden político y social
que estaba experimentando Francia en esos años, así como el vacío que se
posa en el centro de la obra, parece mostrar la atmosfera de ansiedad e
incertidumbre frente a este momento histórico que exigía un cambio, mientras
que la naturaleza del tema y la escena, sugieren una fuerte oposición al
régimen opresivo de la monarquía absolutista, que se materializa en la
exaltación del patriotismo en pro de un gobierno republicano lo cual era
consecuente con las nuevas ideologías de la burguesía francesa del momento y
tuvo un gran impacto en la sociedad, por lo que sirvió de catalizador para la
revolución, dando testimonio del carácter político de la obra.

Entonces la obra de David, trasciende y se desprende de la antigüedad clásica


para tomar una nueva forma y una nueva fuerza de acuerdo al nuevo contexto
histórico, en el que se pretendía romper el yugo de los dogmas del pasado con
el fin de desarrollar nuevas formas de pensamiento fundamentadas en la razón,
que permitieran mejorar la calidad de vida y establecer unas condiciones
sociales mas favorables para los individuos, explotando el potencial crítico del
arte y apoyándose en las formas concisas de la antigüedad clásica, teniendo
como referente una conciencia histórica, tanto de la Francia de la época como
del pasado clásico grecorromano, que es algo que se puede apreciar
especialmente en la obra de Los Lictores. Aunque en pinturas posteriores no
empleo referentes o temas de la antigüedad clásica, sino que hizo uso de
imágenes directamente extraídas de su contexto histórico sin recurrir al
pasado o a la alegoría, como es el caso de El juramento del Juego de Pelota y
las pinturas de Napoleón, entre otras. Pero hay que aclarar que dichas pinturas
conservaban una reminiscencia del estilo clásico.

De esta forma David restituyo la capacidad del arte de construir un


pensamiento crítico-político, lo cual descuido por completo el Rococó y su
frivolidad, pero también logro crear un arte histórico, que si bien al principio
se apoyaba en referentes y temas surgidos de la antigüedad clásica, luego se
independizo de los referentes del pasado, nutriéndose del contexto y las
imágenes de la época en la que vivía. Pinturas como los Horacios y la de los
Lictores, sentaron un precedente en cuanto a la capacidad del arte de tener voz
política y generar un impacto duradero en la sociedad, así como un papel
importante en su transformación y permitieron una transición entre el arte que
se ceñía a los temas clásicos y una nueva forma de arte histórico, que era
consecuente con su época y que se emancipaba de los viejos modelos y las
alegorías, para dar espacio a un nuevo conjunto de relaciones estéticas que
provenían de la contemporaneidad, aunque conservando ciertos rasgos
clásicos.
Bibliografía

- Palenque Saínz de la Peña, Amado. El rococó y el neoclasicismo en las


artes plásticas, La Habana Pueblo y Educación 1990.

- http://www.artehistoria.jcyl.es/arte/contextos/5082.htm

- http://es.wikipedia.org/wiki/Jacques-Louis_David

- http://www.arteespana.com/jacqueslouisdavid.htm

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