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MANUAL

DEL

CAZADOR CUBANO,
CONTENIENDO NOCIONES EXACTAS SOBRE

EL TIRO, LAS ARMAS Y ACCESORIOS DE CAZA,


LOS PERñOS DE MUESTRA Y CORREDORES.

LAS COSTUMBRES Y DESCRIPCIÓN DE LAS AVES Y MAMÍFEROS

B E I^ü I S L Ü © E OUBÜii
LA LEY VIGENTE DE CAZA, ETC., ETC.

D. ENRIQUE MANERA Y CAO.

Precio 12 reales.

BABOBLONA.
MANUEL S A U R Í , EDITOR.
PLAZA NUEVA, NÚMBRO 5 .

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una INTRODUCCIÓN cinegética, debida á la ilustrada pluma de D. An-
drés Guerra, fundador de la Asociación de aficionados á la cata, de
Barcelona.
Contiene: una explicación sencillísima para cazar bien y compren-
der lo que debe hacer un aficionado á estas lunciones de guerra.
Caza menor, aves acuáticas y de pantano, caza
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MANUAL DEL CAZADOR CUBANO.
MANUAL
DEL

CAZADOR CUBANO,
conteniendo nociones exactas sobre el tiro, las armas
y accesorios de caza, los perros de muestra y corredores,
las costumbres y descripción de las aves y mamíferos de la Isla de Cuba,
la ley vigente de caza, etc., etc.

D. ENRIQUE U m U Y CAO.

EABCELONA.
MANUEL, S A U R Í , EDITOR.
PLAZA NUEVA, NÚMERO 5.
1886.
Imprenta de Jaime Jepüs, calle del Notariado, número 9.
AL LECTOR.

Al emprender el presente trabajo, cuya necesidad


reconocían hace tiempo todos los cazadores cuba-
nos, no me ha impulsado otra idea que la de poder
ser, en algún modo, útil á mis cofrades en San Hu-
berto de allende el Atlántico, á quiénes soy deudor
de numerosas atenciones y de quiénes conservo un
gratísimo é imperecedero recuerdo.
Si en el transcurso del Manual del Cazador cuba-
no, que tengo hoy el gusto de ofrecerles, he podido
desacertar en algo, no dudo servirá de disculpa á
tales defectos, mí desinteresado propósito y mi buena
voluntad, á los cuales únicamente estoy en el caso
de atenerme.
E. M. G.
PRIMERA PARTE.
PRELIMINARES.

1.
DEL CAZADOR.

1. — Condiciones que ha de reunir el aficionado


á la caza.
Aunque en la época que atravesamos cualquiera posee
una escopeta y un perro, para salir al campo, cuando se le
antoja, con la intención, que no siempre consigue ver rea-
lizada, de matar unos cuantos pájaros, volviendo muy ufa-
no con ellos colgados en el morral, no todos, sin embargo,
de (los que en tal caso se encuentren, merecen, ni por
asomo, el nombre de cazadores, con que pretenden figurar
en el círculo de sus amistades.
Para ser cazador, para poder alcanzar este ¡título con se-
vera justicia y poder llevarlo con orgullo, sin temor á des-
empeñar en sociedad el desairado papel del grajo de la
fábula, se requieren condiciones especiales, innatas unas,
—^ 8 H—
adquiridas las otras, y que vamos á exponer á continua-
ción, considerando, al efecto, al cazador bajo los diferentes
puntos de vista de sus aptitudes físicas, de sus condiciones
morales y de su educación social.
Bajo el primer aspecto, el aficionado á la caza ha de ser
de constitución robusta, resistente á la fatiga y á las incle-
mencias del tiempo, incansable en el andar y capaz de su-
frir, sin gran mortificación ni quebranto, el hambre y la
sed, si llegara á verse expuesto á alguna de estas necesida-
des. Además, son requisitos indispensables, para dedicarse
á la caza, poseer fino oido y excelente vista, pues los sordos
y los cegatos, aun reuniendo otras buenas cualidades, nun-
ca lograrán sobresalir como cazadores.
Bajo el punto de vista de sus condiciones morales, el ca-
zador ha de hallarse dotado de un carácter franco, alegre y
generoso; parco en palabras, enérgico y prudente en las de-
cisiones y sobrio en los deseos. Los charlatanes, los díscolos,
los egoístas, los glotones y los apasionados de Baco, deben
ser eliminados de toda reunión de verdaderos aficionados.
También es preciso que el aíán de la caza no le arrastre
hasta el extremo de abandonar sus obligaciones ó de me-
terse en gastos que no se encuentre en estado de satisfacer,
sin verse obligado á contraer desagradables compromisos ó
á desatender cuanto se debe á sí mismo y á su familia, si la
tiene. Tampoco su ardor cinegético ha de arrastrarle hasta
la violación de las Leyes que rigen en la materia, ni con-
sentir que otros lo hagan, pudiéndolo evitar.
Bajo el punto de vista de su educación social, ha de mos-
trar calma en todos sus actos; disimular, en lo posible, los
defectos de los demás; ser cortés en su trato y comedido en
sus expresiones; jamás intentar que su opinión ó su volun-
tad prevalezca sóbrela opinión á lajvoluntad de la mayoría,
ni dar motivo á que se dude por nadie, ni por nada, de su
buena fé, de su hidalguía, de sus principios y de sus senti-
mienlos, como hombre honrado y perfecto caballero.
Quién, después de hacer un detenido examen de con-
ciencia, comprenda que las antedichas condiciones son su-
periores, á lo que puede esperarse de su naturaleza, de su
carácter ó de su educación, debe deshacerse de la escopeta
y no volver á acordarse de que ha querido militar bajo la
gloriosa enseña de San Huberto; con lo cual no solamente
dará una prueba de cordura, sino que además le quedarán
agradecidos, todos los que, por considerarse en aptitud
para cumplir cuantos deberes impone la profesión vena-
toria, se honran en alto grado con que su nombre, aunque
sea en último término, figure inscrito en el catálogo de los
verdaderos cazadores.

2.—Preceptos higiénicos.

No le basta al cazador ser sano, vigoroso y resistente,


para que le sea dable, sin hallarse expuesto á contraer en-
fermedades más ó menos peligrosas, disfrutar impunemen-
te de los placeres que ofrece el ejercicio que le atrae, im-
poniéndole á menudo privaciones y malos ratos, que no
todos pueden soportar, sin el auxilio de ciertas precaucio-
nes imprescindibles, aconsejadas por la higiene. El reuma,
el asma, los catarros, las fiebres palúdicas, las insolaciones,
el pasmo: he aquí el cuadro de los males que amenazan
constantemente al cazador, si descuida tomar á su debido
tiempo las mencionadas precauciones.
Así, pues, conviene tener presente al salir al campo:
No permanecer largo rato en terrenos húmedos, ni pan-
tanosos; ni mojarse los pies, en cuanto sea posible, y mu-
cho menos estando sudando ó sofocado.
Evitar lo mismo el sol que la lluvia, á pié firme, á fin de
precaver insolaciones ó enfriamientos.
No beber agua estando agitado, y, cuando lo verifique,
—*•. 10 in-
ternarla despacio, á pequeños sorbos, procurando mezclar-
la con rom ú otra bebida alcohólica, en cortas dosis, para
no dar lugar al pasmo.
Jamás comer acalorado ni con exceso. Vale más quedar-
se con algún apetito, que verse expuesto en el campo á una
indigestión ó á otra enfermedad peor, de las que ocasiona
la intemperancia. Otro tanto ha de observarse en cuanto á
la bebida, pues el vino y los licores son perversos compa-
ñeros en una partida de caza.
Asimismo hay que preservarse de las detenciones súbi-
tas, en los lugares donde sople mucho el aire, y de los ba-
ños repentinos, cuando se caza en parajes en que abunda
el agua corriente ó estancada.
En los sitios pantanosos se avanzará con suma precau-
ción, para no caer en algún atolladero, desconfiando parti-
cularmente de aquellos puntos del terreno en que la yerba
aparece más verde y lozana, pues siempre se oculta debajo
el agua ó el cieno.
Cuando el cazador se siente en el suelo para almorzar ó
descansar, colocará los martillos de la escopeta en el segu-
ro, si ya no lo estuvieran, y pondrá aquella en tierra, nun-
ca arrimada contra los árboles ó cercas, y con la boca diri-
jida hacia donde, en caso de salir el tiro, no pueda causar
daño á nadie.
Al saltar las cercas ó zanjas que, durante la batida, pu-
diera hallar al paso, bajará también los percutores, si las
llaves son de retroceso, ó sacará los cartuchos, en caso con-
trario. La costumbre de apoyarse en el arma, para facilitar
el salto, es sumamente perjudicial y ha ocasionado nume-
rosos y lamentables accidentes en las cacerías.
Tampoco se apoyará la boca de la escopeta en el suelo,
porque, si se obstruyera aquella con tierra ó fango, reven-
taría, de seguro, el cañón al hacer fuego.
Cuando se cace con otros compañeros, jamás se llevará la
boca de la escopeta en dirección de ninguno de ellos, sino
- ^ 11 ;*—
inclinada al suelo ó levantada en alto, ni se colocará, por
ningún concepto, el dedo sobre el disparador.
Antes de entrar en alguna casa, debe descargarse la es-
copeta. Esto no ha de olvidarlo nunca el cazador.
Tampoco al hacer alto, sentando en tierra la culata del
arma, se apoyará el codo sobre la boca del cañón, como al-
gunos acostumbran, imprudentemente, creyendo, sin duda,
que así se les tendrá por valientes ó despreocupadoa.
Finalmente, todo aquello que tienda á evitarse, y á evi-
tar á los demás, males y disgustos, ha de ser observado con
el mayor rigor en la caza, para no convertir, en ningún caso,
este agradable pasatiempo en fuente de lágrimas y de re-
mordimientos, como á algunos les ha pasado.

3.—Reglas de conducta.

Aparte de las reglas que, en todos los actos de su vida,


debe mantener fijos en la memoria el hombre que se precie
de bien educado, y de las cuales suponemos al lector ente-
rado debidamente, el cazador, por las circunstancias espe-
ciales en que puede colocarle el ejercicio de su profesión,
ha de guardar, además, las siguientes :
Ajusfar constantemente su opinión á la de la mayoría de
sus compañeros.
No burlarse de los desaciertos de otro, ni criticarlos por
ningún estilo, siempre que no causen perjuicio sino al que
los comete.
Nunca aprovecharse de las muestras de perro ajeno, sin
permiso de su dueño, y, por consiguiente, no llamar tam-
poco ni atraer á otro perro que no sea el de su propiedad.
No tirar á pieza que levante otro compañero ó que esté
dentro de su campo de tiro, hasta que aquél no haya hecho
íuego, errándola.
Jamás cobrar ni apoderarse de la pieza muerta ó herida
—^ 12 =«—
por otro cazador, sino antes bien entregársela, en caso de
haberla cogido el perro sin ordenárselo.
Ceder al compañero siempre la pieza muerta de un doble
disparo (lo cual ha de evitarse suceda, pues es una cham-
bonada).
No reclamar la pieza herida y que otro ha rematado, por-
que el que la remata es quién á ella tiene derecho.
En las cuestiones con los propietarios y colonos del te-
rreno donde se cace, transigir siempre con éstos y darles la
razón, aunque no la tengan. Al fin, están en su casa.
Guando algún curioso pregunte acerca del resultado de
la caza, contestar: en total tantas piezas, para nunca poner
en evidencia al compañero que haya sido poco afortunado.
En las batidas en mano, procurar no adelantarse ni re-
trasarse en la línea, á fin de que los compañeros no tengan
que molestarse, acelerando ó retardando la marcha.
En resumen: observar extrictamente el precepto evangé-
lico de no hacer d los demás aquello que no quisiéramos para
nosotros mismos y abrigar el convencimiento de que si las
personas bien educadas se conocen en el juego y en la mesa,
más todavía se dan á conocer en la caza.
El que no se halle dispuesto á doblegarse ante estas exi-
gencias, que impone la vida de relación entre personas á
quienes reúne un mismo sentimiento, una afición común á
todas ellas, debe preferir salir á cazar solo: es el medio
mejor para hacer, en cualquier caso, su libérrima voluntad,
por más que nunca el resultado de la caza sea tan produc-
tivo, ni se encuentre en ésta tanta diversión, como yendo
acompañado, sin contar, además, con el grave inconve-
niente á que está expuesto el que sale solo al campo, de no
verse socorrido, en caso de un accidente imprevisto ó de
una enfermedad repentina.
No quiere decir esto tampoco que nos declaremos parti-
darios de la caza en pandilla, y mucho menos si hay entre
los compañeros algún atolondrado ó algún amigo de buscar
—^ 13 ;*—
pendencias, tipos que suelen abundar en todas partes y
que no escasean, por desgracia, entre los cazadores. Nada
de eso: si se nos consultara acerca del particular, respon-
deríamos, con toda franqueza, que el número mejor para
emprender, en compañía, una cacería (no una montería,
pues entonces se necesita más gente), es el de tres, con lo
cual se consigue el objeto de distraerse entre sí, ayudarse
mutuamente y contar siempre con un tercero que dirima
las querellas que por casualidad pudieran suscitarse entre
dos de los cazadores, y que, á encontrarse éstos solos, acaso
acabaran de mala manera.
En todo caso, inútil es decir que los asociados, además
de estar hondamente empapados en los deberes del cazador,
que dejamos arriba enumerados, han de hallarse unidos
mutuamente por un sentimiento que se sobreponga á todo,
hasta á la afición de la caza que les domina: este senti-
miento es la simpatía, la más completa cordialidad, la uni-
dad perfecta de miras y de pensamientos, en cuanto á la
caza se refiere, pues en otros asuntos cada cual es dueño
de pensar y de proceder, según le acomode, ateniéndose á
las resultas.

II.

DE LA CAZA EN GENERAL.

1. — Diferentes modos de cazar.

En realidad, los modos de que el hombre se puede valer


para apoderarse de los animales salvajes, bien sea matán-
dolos, bien privándolos de su libertad, se reducen á dos: la
persecución y la emboscada.
- - ^ 14 jí—
La persecución, que ordinariamente comienza por la
sorpresa de la pieza que se quiere apresar, se lleva á cabo
á pié ó á caballo, por uno ó por varios cazadores puestos
de acuerdo, y con perros de muestra ó corredores, según la
especie animal á que aquella pertenezca.
La emboscada se realiza aguardando la llegada de la
pieza, ó atrayendo ó empujando ésta hacia el lugar donde
espera oculto el cazador (ó los cazadores), y es allí muerta
ó herida de un tiro, ó hacia donde se ha dispuesto alguna
trampa ó lazo en que cae, quedando desde entonces á mer-
ced del cazador.
En todo caso, es necesario antes buscar la pieza, hasta
dar con ella, ó conocer de antemano los parajes en que ha-
bitualmente tiene sus querencias. En este preludio de la
caza, es donde los perros desempeñan el papel más impor-
tante, pues su fino olfato les pone pronto en la pista, aho-
rrando tiempo y trabajo al cazador, que en vano se fatigaría
tratando de dar él solo con la caza, á no ser que ésta se pu-
siera casualmente á su paso, cosa que acontece las menos
de las veces.
La persecución por un sólo cazador á pié, se llama caza
al salto; la efectuada por varios, caza en mano; la que se
lleva á cabo á caballo, batida; y la que da por resultado el
apoderarse de la pieza, sin otro auxilio que el de los perros,
caza á diente.
Por lo que hace á las emboscadas, si las prepara el caza-
dor ocultándose en un sitio á propósito, en un puesto pre-
parado ad hoc, y esperando sencillamente en él á que la
pieza se presente, para matarla de un tiro, se denomina caza
al acecho; si la pieza es atraída por un alimento que excite
su apetito, y que se coloca cerca del puesto, el acecho es al
cebo; si por un animal de su especie, que se tiene enjaulado
y cuyo canto le invita á acercarse, ó bien porque el cazador
imite este canto con dicho objeto, conrechmo; si solamente
la presencia de uno ó varios de sus congéneres, que se atan
—^ 15 i ^
por una cuerda larga al puesto, le sirve de aliciente para po-
nerse al alcance de la escopeta del cazador, con señuelos; si,
en fin, esos congéneres no son naturales sino artificiales, ó
embalsamados, con cimbeles.
La combinación de la persecución y de la emboscada,
esto es, el empuje de la pieza por unos cazadores hacia el
paraje en que otros la esperan ocultos, recibe el nombre de
caza al ojeo.
Hay, además, la caza por agua, á las aves que viven co-
munmente en este elemento; pero no pasa de ser una va-
riedad de la caza en mano, aunque en ella se atiende más
á la sorpresa que á la persecución. '
La caza al salto se verifica con perro de muestra, ba-
tiendo lentamente y en silencio el terreno, y marchando,
siempre que sea posible, con el viento de cara, para que
lleguen más fácilmente al perro las emanaciones de la caza,
sin que ésta pueda percibir, desde lejos, las que se despren-
den del perro y del cazador.
La caza en mano no es más que la caza al salto, efectuada
en colectividad. El sistema es idéntico; pero los cazadores
han de marchar de acuerdo y en orden perfecto, sobre una
sola línea, perpendicular á la dirección del viento, con in-
tervalos de 30 á 60 pasos unos de otros. Cuando se desee
batir el terreno á contra-mano, la línea ejecutará una con-
versión, haciendo alto uno de los extremos y describiendo
el otro un arco de circulo hasta dar frente todos los caza-
dores á la nueva dirección que haya de seguirse. En esta
clase de caza, conviene elegir un jefe ó director, general-
mente el cazador más práctico de la partida, para que di-
rija los movimientos de la línea y sirva de guía ó regulador
de la marcha de todos los que la componen.
Las batidas á caballo, cuyo modo de cazar únicamente
se emplea contra los animales corredores, cuadrúpedos es-
pecialmente, se efectúan á la carrera, persiguiendo y can-
sando á la pieza hasta rendirla por el cansancio, y rema-
—¥. 16 =*—
tándola con el cuchillo de monte ó bien sujetándola ü diente
y acabando con ella de la misma manera. Si se trata de
bestias feroces, ó de animales á quienes vuelva temibles la
desesperación en sus últimos momentos, entonces suele
usarse la escopeta, y la batida termina á tiros, ora echando
pie á tierra los cazadores para rodear la pieza y evitar que
se escape, ora haciendo fuego sobre ella desde el caballo,
siempre que se presente una ocasión favorable para el caso.
Por regla general, toda batida va precedida de un ojeo,
con el fin de levantar la pieza y lanzarla hacia un terreno
practicable para los caballos de los cazadores, quienes
aguardan en él á que aquélla desemboque, á fin de empren-
der enseguida la persecución, dando suelta al mismo tiempo
á los perros que han de reemplazar á los de los ojeadores,
y que á su vez deben ser sustituidos ó reforzados por las
jaurías de relevo apostadas convenientemente en la ruta
por donde se quiere forzar la huida de la pieza, con objeto
de facilitar su captura. En estas batidas se nombran dos
directores: uno jefe de las escopetas blancas, ó cazadores
que pagan los gastos de la partida, y otro de las escopetas
negras, que son los guías, cazadores de oficio, ojeadores y
criados al servicio de los primeros.
El acecho de la caza puede hacerse de día ó de noche:
escondido el cazador entre el ramaje de un arbusto ó subido
á la copa de un árbol; en una choza, con aspilleras, dis-
puesta para el caso, anticipadamente, ó bien sumergiéndose
en el agua, lo cual no ofrece, á la verdad, ningún atracti-
vo. Las entradas y salidas á las querencias, los bebederos
y comederos frecuentados por la caza, y los dormitorios,
cuando se conocen debidamente, son los sitios más conve-
nientes para ponerse en acecho, ya sea sin más auxiliares
que la inmovilidad y el silencio, condiciones sine qua non
para obtener buen resultado en esta clase de caza, ya va-
liéndose de cebos, reclamx)s, señuelos ó cimbeles, como queda
anteriormente explicado.
—»; 17 *—
Con respecto á la caza por agua, se lleva á cabo en una
balsa ó esquife, que á veces s& cubre con ramaje para ocul-
tar mejor al cazador, y avanzando pausadamente á impul-
sos de los remos ó de una larga percha, que se va apoyando
en el fondo del río ó laguna, hasta ponerse á tiro dé las
aves que se trata de sorprender. Durante la noche se puede
también cazar de este modo, pero con reverbero, que es una
cazuela llena de materias combustibles que produzcan lla-
ma, y la cual cazuela se coloca en la proa de la embarca-
ción, delante de un gran reflector (ordinariamente sirve
para el caso un caldero nuevo y estañado por dentro), á fin
de que los patos y demás pájaros acuáticos atraídos por la
luz, y sin apercibirse del cazador, que permanece en la
sombra detrás del reverbero, se aproximen á la barca, que
boga lentamente, y sea fácil enviarles una perdigonada.
También para conseguir llegar hasta aquellos otros ani-
males, que son ariscos y asustadizos de por si, sé han ideado
algunos aparatos ó artificios, tales como la choza ambulan-
te y la vaca artificial. Empero, considerando que semejan-
tes útiles son más propios para el uso de cazadores de ofi-
cio que de aficionados, que son á quienes, en particular,
dedicamos el presente Manual, nos juzgamos dispensados
de emprender su descripción, mayormente habiéndose ya
hecho esta detenidamente en otras obras cinegéticas, á las
cuales remitimos al lector que desee conocer los citados ar-
t^cios (1).
Otro tanto podemos decir de los lazos, trampas, coletes y
demás aparejos prohibidos por la Ley, de que los matute-
ros y pajareros suelen valerse para apoderarse de la caza,
porque su empleo lo consideramos indigno de un verdadero
aficionado, de un cazador pwr sang, que no va al campo en

(1) Véanse las obras Manual de la Caza menor y mayor y Manual


del pajarero, publicadas en Madrid por una Sociedad de aficionados.
—^ 18 *—
busca de comida, sino de distracción y de ejercicio, satis-
faciendo, al propio tiempo, á una necesidad del espíritu.

2.—Parajes donde debe buscarse la caza.

Las especies de aves que pertenecen al orden de las ga-


llináceas, tales como la codorniz y la guinea, se deben bus-
car en las llanuras y sabanas, antes y después del medio
día, cuando acuden á los pastos; en las horas de más calor»
en los potreros y sitios donde haya sombra; y al oscurecer,
en los dormitorios.
Las palomas, en los pastos, después que el sol empieza á
calentar; en los bebedores, al mediodía y por la tarde; y al
aproximarse la noche, en los arbolados, á donde estas aves
se refugian para dormir.
Las aves 'zancudas, en los terrenos pantanosos, en los
mangles, en los arrozales, y en todos aquellos parajes en
que haya humedad y yerbas altas.
Los patos y demás pájaros nadadores, en las lagunas, en
"losríos, en la costa, ó en los cayos inmediatos á ella.
Las^species trepadoras, en los bosques, en las alamedas
ó arbolados, y en toda clase de manigua alta.
Finalmente, la caza mayor, en sus querencias y lugares
en que se tenga noticia de su presencia, bien sea por la ins-
pección de sus huellas, bien por informes adquiridos, de
antemano, sobre el particular.
Como al hacer la descripción de las diferentes .especies
de aves y de mamíferos que se encuentran en la Isla de
Cuba, daremos los detalles necesarios para la caza de cada
una de ellas, consideramos supérfluo extendernos más aho-
ra sobre este asunto, evitándonos y evitando al lector eno-
josas é innecesarias repeticiones.
IIL
REGLAS DE TIRO.

1. —Teoría.
Sé llama teoría del tiro, el conjunto de reglas que sirven
para que el cazador aprenda á apuntar su arma y á dirigir
el proyectil con el debido acierto, á fin de herir siempre en
el blanco.
En el tiro se considera:
La linea de tiro, que es el eje del cañón prolongado inde-
finidamente.
La linea de mira, que es la línea recta que partiendo del
ojo del cazador, pasa por la mira y el punto del arma y ter-
rnina en el blanco
La trayectoria, que es una línea curva descrita por el
proyectil, desde su salida del cañón, hasta que da en el
blanco ó cae en tierra, obedeciendo á la fuerza de atracción
del globo. La trayectoria corta en dos puntos á la línea de
mira: el uno cerca de la boca del cañón, al pasar por enci-
ma de dicha línea, y el otro algo más lejos, cuando se incli-
na hacia el suelo,' á la caída del proyectil. Este segundo
punto se llama punto en blanco, y la distancia que hay des-
de donde se encuentra el cazador hasta él, distancia de pun-
to en blanco. Fácilmente se comprende que cuanto más ele-
vada esté la boca del cañón al efectuarse el disparo, ó, en
otros términos, cuanto más abierto sea el ángulo de mira,
formado por las líneas de mira y de tiro, más alejado se
hallará el punto en blanco del sitio ocupado por el cazador.
Plano de tiro es el plano vertical, que contiene á las tres
—^ 20 =*—
líneas indicadas: lalínea de mira, la de tiro y la trayectoria.
Las desviaciones del proyectil son ocasionadas por la re-
sistencia del aire, por los defectos de construcción del arma
ó por errores de puntería del cazador. Estas desviaciones
crecen con las distancias, y juzgamos que á nadie le costa-
rá gran trabajo comprenderlas.
Las fuerzas que actúan sobre el proyectil, en el momento
del disparo son:
La fuerza inicial, que es la que se desprende de los gases
de la pólvora, al efectuarse la explosión, y que se aprecia
por la distancia recorrida por el proyectil durante el primer
segundo, después de su salida del cañón.
La gravedad, que atrae constantemente el proyectil hacia
el suelo.
La resistencia del aire que ejerce su acción sobre el pro-
yectil como fuerza impulsiva, si aquel soplajen la dirección
que sigue éste; como fuerza retardalriz, si sopla en sentido
opuesto; y como fuerza desviatriz, si su dirección es per-
pendicular ü oblicua á la del proyectil.
En las armas lisas, como las escopetas de caza, las balas
están sujetas á rebotes y volteos, y, por consiguiente, á
irregularidades en el tiro. Por eso es mejor, cuando la caza
no haya de hacerse con munición pequeña, sino con bala,
emplear armas rayadas, cuya eficacia es infinitamente ma-
yor.
La puntería puede hacerse á punto lleno ó á punto fino:
en el primer caso, el punto de mira ha de verse todo por
encima del alza, y el blanco por encima del punto y como
rozándole por su parte inferior; en el segundo, no se vé por
encima del alza sino la cabeza á remate del punto el cual
debe cubrir el centro del blanco.
La puntería á punto fino es más certera, aunque más di-
fícil de tomar. En general, á la caza menor se le apunta á
punto lleno; y á la caza mayor, tirando sobre ella con bala
y arma rayada, á punto fino.
—^ 21 ;K-
El cazador, para apuntar su arma ha de perfilarse; diri-
giendo el costado izquierdo hacia el blanco; apoyar bien la
cantonera de la culata en el hombro y la mejilla derecha
sobre la cara interior de la culata; inclinar un poco el cuer-
po hacia adelante, para resistir mejor el efecto de retroceso,
ó culatazo producido por el disparo; levantar el codo dere-
cho á la altura del hombro, y abarcar la garganta del arma
con la mano del mismo lado, sin apoyar el dedo índice so-
bre el disparador, sino en el momento de hacer fuego; la
mano izquierda ha de sujetar el arma por su centro de
equilibrio; el ojo izquierdo se cerrará y el derecho dirigirá
una visual por el alza, hasta encontrar el punto, cubriendo
con él al blanco, para lo cual la mano izquierda moverá la
escopeta en la dirección conveniente. Al tirar del dispara-
dor, se ha de hacer suavemente, no de golpe, y contener la
respiración para aumentar la inmovilidad, cuidando tam-
bién de no cerrar los ojos, como algunos acostumbran.
Otros pormenores pudiéramos dar acerca de la teoría del
tiro, pero con los explicados creemos suficiente para que
pueda cualquiera persona instruirse en el tiro de caza, y
aun en el de precisión, si tiene un poco de constancia y le
acompañan las condiciones que debe reunir todo el que
pretenda llegar á ser un buen tirador; buena vista, pronti-
tud en los movimientos y serenidad en todos los casos.

2.—Práctica.

El tiro de caza es de tres clases, según la pieza se halle,


al disparar sobre ella, posada, volando ó andando..
A la pieza posada, se le apunta al centro del cuerpo ó á
la cabeza, afinando la puntería.
A la que vuela, se le ponen los puntos en el centro del
cuerpo, si pasa de través por delante del cazador; en la ca-
beza, si viene de pico; y en las patas, si se presenta de cola-
-^;22 -*~
A la que se la ve andando por el suelo, se le apunta á la
cabeza, sí huye cuesta abajo, y á las patas, si se dirige cues-
ta arriba; en terreno horizontal, marchando la pieza de tra-
vés, se le ponen los puntos en el nacimiento de las alas, si
es un ave, ó en el codillo si es un cuadrúpedo.
A estos, cuando se presentan de frente, se les tirará á la
cabeza ó al pecho; y cuando huyan, enseñando la grupa, á
la cruz ó al espinazo.
A las guineas y otras aves corpulentas y duras de matar, '
se las apunta á la cabeza.
A los patos, á la cabeza, estando en el agua; nunca al pe-
cho, pues como este se halla cubierto, en estos animales,
de mucha pluma, resbala la munición sin causarles sensi-
ble daño. Lo mejor es tirarles al vuelo, que es cuando
presentan más superficie, y de cola ó de través, en el mo-
mento de la arrancada.
El uso de la canardiera es indispensable para la caza en
barquilla, llevando además consigo la escopeta corriente
para rematar con ella los patos heridos, después del dispa-
ro de aquella potente arma.
A las becacinas se las hace fuego después de concluir Jos
quiebros y rehurtos que dan al emprender el vuelo, siem-
pre que salgan de entre los pies del cazador; de no ser en
este caso, se las tira en cuanto arrancan, procurando se-
guirlas con la escopeta y la vista en sus rápidos movimien-
tos.
El liro á tenazón, sin apuntar y calculando el punto en
donde la munición puede encontrar la pieza, se usa sólo en
la caza de conejos y liebres ó de aquellas aves que vuelan
velozmente, levantándose en parajes montuosos y cubier-
tos de manigua, donde el campo de tiro es sumamente li-
mitado.
A las palomas se las tira posadas, pero más comunmente
al vuelo, y lo mismo á las codornices.
Las demás aves, según su tamaño, pueden matarse de
cualquiera de los tres modos indicados, pero dirigiendo y
afinando la puntería, según su corpulencia, la rapidez de
su vuelo ó de su marcha, y la mayor ó menor penetrabili-
dad que su piel, ó su plumaje ofrezca á los proyectiles que
se empleen para cazarlas.
En fin, ha de tenerse presente, para no gastar pólvora en
salvas, ni asustar inútilmente la caza, que el tiro eficaz con
bala, en las escopetas corrientes, no se obtiene, sino rara
vez, á mayor distancia de 150 metros, y el de perdigones
á 45 metros, aproximadamente.
SECfüNDA PARTE.
RAZAS DE PERROS DE CAZA. CRIA. EDUCACIÓN.
ENFERMEDADES, ETC.. ETC.

I.
CLASIFICACIÓN.

1.—Denominaciones de las razas.

Los perros de caza se clasifican del siguiente modo:


1.0 Según su particular manera de cazar,—parando ó
persiguiendo la pieza,—en iperros de muestra y ferros corre-
dores.
2.° Según sus diferentes razas, por sus caracteres físi-
cos, á saber:
a.—Bracos (de pelo corto, buen olfato, orejas caídas y
largas, cola recta y alzada generalmente regular). Para caza
menor ó mayor, según la especie.
b.—Españoles (de pelo más ó menos largo y sedoso, ore-
jas caídas, cola formando plumero, mediano olfato, y alzada
también mediana). Para caza menor.
- * 25 =«—
c.—Grifos (de pelo encrespado y más ó menos áspero,
orejas semi-caídas, cola corta, olfato fino y alzada menor
que los anteriores). Para caza menor ó mayor, según la es-
pecie.
d.—Perros de agua (de pelo ensortijado y basto, anchos,
pequeños, cola corta, orejas caídas y poco olfato). Para co-
brar piezas muertas ó heridas dentro del agua.
e.—Mastines, (de pelo largo y basto, gran tamaño, cola
enroscada, cabeza gruesa). Para caza de fieras.
f.—Dogos ó Alanos (de pelo corto, grandes, cola recta,
cabeza enorme, orejas cortas y medio caídas). Para la caza
de fieras.
g.—Galgos (de pelo corto, largos, enjutos, hocico pun-
tiagudo, orejas pequeñas, vientre recogido, piernas finas y
elevadas, cola enroscada en la punta, buena alzada y poco
olfato). Para la caza de liebres.
h.—Terreros ó Alimañeros (de pelo corto ó grifo, peque-
ños, con orejas derechas en unos y caídas en otros, olfato
bueno). Para la caza de zorras, tejones y conejos.

2—Razas españolas.

A.—PERROS DE MUESTRA.

Bracos.—1." El pachón, que se cree sea originario d^


Navarra y común hoy en Mallorca; grueso, robusto, ancho
de pecho, miembros fuertes, cuello corto, cabeza cuadrada,
orejas anchas y caídas, cola gruesa y pelo basto. Este perro
es incansable para el trabajo, inteligente, dócil, y caza bajo
la escopeta. Su olfato es regular y busca rastreando. Ordi-
nariamente el pelaje del pachón es blanco con manchas
marrón, negras ó amarillas.—2." El perro de punta, á que
los ingleses han dado el nombre de pointer y que nuestros
cazadores suelen llamar generalmente perdiguero; es muy
—^ 26 - ^
fino, de íofiuas esbeltas, miembros secos y altos, vientre
recogido, cola larga y delgada, orejas pendientes y hocico
más aguzado que el del pachón; dotado de un olfato deli-
cado, ventea por alto, y como la estructura de su cuerpo le
permite correr mucho sin cansarse demasiado, se aleja algo
en la caza, batiendo el campo en todas direcciones: cuando
señala una pieza, rara vez rompe la parada, y aunque es,
por lo regular, inteligente y sumiso, suele olvidarse á me-
nudo de sus obligaciones, efecto de su misma vivacidad.
El pelaje más común en el perro de punta es el blanco con
manchas marrón oscuro, mosqueado, del mismo color los
intermedios, lo que le hace aparecer con una capa azulosa,
ó bien blanco y amarillo, y negro ó marrón todo, lavado
de fuego, y cuatro-ojos.
Español.—De mediana alzada, pelo suave y largo, espe-
cialmente en la cola y en las patas, cabeza pequeña y ore-
jas proporcionadas. Generalmente es blanco con manchas
de color oscuro, marrón sobre todo, y nariz no muy fina.
Difícil de adiestrar, pues no posee una gran memoria, y no
resiste en verano la fatiga; por esta razón, y por la afición
que demuestra al agua, se le emplea con preferencia para
la caza de invierno en las lagunas ó terrenos pantanosos.
Este perro no abunda mucho y está llamado á desaparecer,
por la invasión del setter inglés, si antes no se pone un re-
medio eficaz para la conservación de la raza.
Perro de agua.—La raza de Alicante es la preferida. De
pequeña alzada, ojos azulados ó verdosos, pelo crespo y
algo vasto, blancos enteramente ó con manchas marrón ó
negras. Carecen de olfato; pero son muy entendidos y dóci-
les, circunstancia que los recomienda para enseñarles á co-
brar la caza muerta ó herida dentro del agua.
Barbas 6 lanudo.—También se les llama grifos. De pelaje
gris ó amarillento sucio, áspero y encrespado, mediana al-
zada y buena nariz. No son muy comunes y cuesta trabajo
adiestrarlos.
* 27 íf

B.—PERROS CORREDORES.

Mastín.—Perro de gran alzada, pelaje blanco y negro ó


gris amarillento; ancho, fornido, patas gruesas, cabeza
grande, ojos hermosos, orejas cortas y medio caídas, pelo
largo y recio, cola poblada y enroscada. Enemigo por ins-
tinto del lobo, al que acometen con fiereza.
Dogo ó alano.—Figura en primera línea el mallorquín;
llamado vulgarmente perro de casta ó de presa, fuerte,
ágil, corpulento, feroz é infatigable. Tiene la cabeza abul-
tada, las orejas cortas, los ojos saltones y sanguinolentos,
el hocico negro y el pelaje atigrado. Sirven para sujetar
toda clase de reses, á las cuales haría pedazos si se le de-
jara.
Galgo ó lebrel.—El de España es de buena alzada, des-
puntando el de Mallorca, llamado cara-negra, por la gran
energía que desplega en la carrera, y el cual se cree sea
producto del cruzamiento del galgo común y del sabueso.
Perro destinado á perseguir y apoderarse de la liebre; alto,
enjuto, con el cuarto trasero elevado, piernas delgadas y
largas, cola fina y enroscada en la punta, cabeza aguzada,
cuello flexible y orejas cortas. Su olfato vale poco, razón
por la cual caza siempre á la vista. El pelo de los galgos es
corto y más ó menos fino, ofreciendo gran variedad de co-
lores.
Sabueso.—Braco corredor, de aventajada alzada, cabeza
alta, frente plegada, ojos hundidos y orejas colgantes, ex-
tremadamente largas. Predomina en estos perros el color
amarillento sucio, aunque también los hay blancos man-
chados y cuatro-ojos. Su fuerza, su fiereza y su fino olfato
los hace muy á propósito para el ojeo y persecución del
ciervo, gamo y otros rumiantes, como asimismo para la
caza del jabali, al que embisten con denuedo y ardor. Son
- * 28 -í— .
los perros por excelencia de las grandes jaurías, y cazan á
la voz sobre una piste, lo que permite al venador, cuando
se internan en el monte detrás de una res, determinar, en
cualquier momento, la dirección que sigue ésta.
Podenco.—Especie de terrero grande, de pelo corto, ó
grifo, y siempre áspero, fuerte, ancho, de patas cortas, ho-
cico aguzado y orejas grandes y derechas, acabando en
punta. Su pelaje es amarillento, más ó menos oscuro, y
está dotado de buena nariz. Perro destinado exclusivamente
á cazar el conejo, aunque también sirve para atacar las
raposas y tejones en campo abierto.
Zorrero ó alimañero.—Llámase así en España á toda clase
de terreros, muchos de ellos de origen exótico, y de los
cuales nos ocuparemos al tratar de las razas inglesas.
(Véase Terriers.)

3.—Razas francesas.

A . — PERROS DE MUESTRA.

Braque (Braco).—De esta raza de perros existen en Fran-


cia las siguientes clases: 1.» Braco de raza real, muy esca-
so, blanco con manchas marrón; fuerte, grande y robusto,
de orejas largas y caídas y cola gruesa y como cortada por
la mitad; excelente por todos conceptos.—2." Braco Dupuy,
oriundo del Poitou; de formas esbeltas, nariz puntiaguda y
pelaje blanco y marrón ó blanco y negro; tiene alguna mez-
cla de galgo.--3.' Braco Picard, de color rosillo oscuro ó
piel de rata, mosqueado del mismo color más subido.—4.'
Braco de Saint-Germain ó de Compiegne, variedad de pointer
inglés; blanco con manchas amarillas.—5." Braco barbones
ó sin cola, llamado asi, por tener este apéndice sumamente
corto, como tronchado, cerca de su nacimiento; tosco,
grueso, de cuello corto y robusto, pelo blanco y marrón
—^ 29 í*—
oscuro, mosqueado, al propio tiempo, del mismo color.
Abunda poco, y es lástima, porque es un perro muy dócil,
de lina nariz, cazando bajo la escopeta.—6.» Braco de Anjotí,
blanco y naranja, á veces de pelo color de rata.—l.'Braco
azíd, originario de Auvernia; de alzada mediana, formas
elegantes y pelaje mezclado de blanco y negro; se parece al
pointer.—8.* Braco de Navarra.—Importado de España. Es
muy bueno y su pelo blanco y recio está manchado ordi-
nariamente de rosillo ó rojo claro.
Epagneul-fran^ais (Español-francés).—Este perro se en-
cuentra en Francia mezclado con los ingleses. En la ac-
tualidad se conocen dos clases principales: el español de
Pont-Audemer, blanco y marrón, con manchas pequeñas,
pelo medianamente largo, tosco, ancho y de patas cortas;
y el español de doble nariz, más tosco aun, de poco olfato y
pelaje blanco con grandes manchas marrón oscuro. Se les
educa fácilmente y sirven para la caza de aves acuáticas.
Griffón ou barbel (Grifo ó barbas).—Lo hay de pelo fino
y de pelo basto; pero esta diferencia, puramente casual, no
significa que pertenezcan á razas distintas, sino que son
variedades de una misma raza. Es bueno, pero escasea.
Caniche (Perro de agua).—Semejante en un todo al de
España.

B.—PERROS CORREDORES.

Dogue ou mátin. (Dogo, mastín, alano).—Pelaje amari-


llento más ó menos oscuro, ó gris, brochado de negro; ca-
beza grande y fuertes mandíbulas. Su alzada es de 0'^,16 á
O-n.SO.
Levrier (Lebrel, galgo).—Oriundo del Norte. Los hay
también en Francia procedentes de Mallorca.
Perros de razas-reales.—Han desaparecido. Estas razas
las componían: 1.» los perros grises de San Luís; 2." los
-~¥. 3 0 •«—
amarillos del duque de Bretaña; 3.' los de las Arderías ó de
San Huberto, blancos ó negros, y 4.° los blancos, llamados
también grefflers du Roi (escribanos del Rey).

C—PERROS DE ORDEN.

a.—Gran-tren.

Griffons au poil rude (Grifos de pelo basto).—De estos


perros, los vandeanos son á propósito para la caza del lobo.
Su color es gris ceniciento, gris oscuro ó rojo amarillento,
siendo raro encontrar alguno blanco. Tienen el pelo erizado
y áspero y llegan á una altura de 0™,60á O",70. Los de la
Bresse demuestran mucho valor y están dotados de buen
olfato. Entre los mestizos de esta raza los hay de color ne-
gro y blanco, blanco y naranja pálido, y amarillo.
Braques (Bracos).—Se dividen en varias clases: 1.° Bra-
cos de Artois: de cabeza corta y alta, ojos saltones, orejas
aplastadas, nariz remangada, patas gruesas, cola baja y en-
corvada hacia la extremidad; alzada 0™,50 á 0™,60.—2.°
Bracos normandos: Es el verdadero limier (sabueso) de
Francia, y su tipo es el del bloodhound inglés; tiene la ca-
beza regular, frente ancha y arrugada, labios grandes, ore-
jas largas y delgadas, formando tirabuzones, ojo promi-
nente, cuerpo largo y fuerte, fino olfato y notable robustez;
escasean bastante y solamente se encuentran en Inglaterra
y en Cuba, donde se ha utilizado en otro tiempo lo mismo
que al bloodhound para dar caza á los negros cimarrones;
alzada O™, 75.-3.' Bracos vandeanos: fáciles de adiestrar;
poseen una voz muy gruesa, son de mediana alzada, con
orejas colgantes.—4.' Bracos del Pointou: enemigos acérri-
mos del lobo; secos, nerviosos, de color blanco ó negro y
fuego, cabeza delgada y orejas largas y encaracoladas; los
conocidos por Ceris, son blancos y anaranjados y todos
—*• 31 '*—
ellos pueden servir para cazar la liebre; alzada 0"',54.—5/
Bracos gascones: anchos y vigorosos; orejas pendientes y re-
torcidas, belfos colgantes, ojo enrojecido; azulosos mancha-
dos de negro, de fuego ó de rosillo, buen olfato y valerosos;
alzada O^iSO á 0™,60.—6/ Bracos de Saintonge: altos,
agalgados, frente puntiaguda, oreja larga, cola en trompa;
blancos con manchas negras, lavados de fuego. La renom-
brada raza de Virelade procede del cruzamiento de estos
perros con los gascones.

b—Pequefio-tren.

Briquets.—Semejantes al harrier y al beagle inglés, aun-


que más pequeños, escaseando en Francia, pues los que
hoy existen en este país han sido traídos de Inglaterra casi
todos.
Bassets.—Perros oriundos de Flándes. Tienen el cuerpo
de braco, pero sus patas son sumamente cortas, rectas ó
torcidas. Pelo corto y orejas exageradamente largas y cal-
das. Los bassets (bajitos) son unos terreros excelentes y en
Alemania se emplean mucho para la caza del conejo. Al-
tura O™,30.

4.—Razas Inglesas.
A . — PERROS DE MUESTRA.

Braco inglés.—Se conoce este perro bajo el nombre de


pointer, que significa «el que muestra, apunta ó señala
donde está la caza» (del verbo to point, mostrar). Su origen
se debe á nuestro perro de punta, al que se parece en figura
y cualidades, con algún cruzamiento de foxhound. Animal
muy fino, de formas esbeltas, piernas largas y delgadas,
oreja regular y excelente olfato, venteando por alto. El
pelaje más común en el pointer es el negro ó marrón, zar-
—^ 32 -f-
cos en ambos casos; también los hay blancos con manchas
amarillas, marrón claro ó negras. En cuanto á su alzada es
de 0™,57, poco más ó menos.
Español-inglés.—Más comunmente conocido con el nom-
bre de setter, perro «que se coloca ó se pone» (del verdo to
set, colocar). Es de raza pura, tiene el pelo largo y sedoso,
formas distinguidas y muy buena nariz, siendo aplicable
á toda clase de caza menor. Su obediencia y afición hacia
su dueño hacen al setter sumamente estimable. Los mejo-
res perros de esta raza son los de lord Gordón (escoceses),
de color negro y fuego, los de Irlanda, cuyo pelaje tira á
rojo de ladrillo y los llamados Laverack, blancos con man-
chas bermejas.
Springer.—«El que empuja ó hace levantar la caza» (del
verbo to sprin, empujar). Perro de mediana alzada, de for-
mas finas y que caza á la voz,' por cuya razón se emplea
preferentemente para buscar las becadas en los bosques,
echando estas aves hacia el cazador, que las espera fuera,
á fin de tirarlas á su salida. Es una variedad del español y
los más estimados son los de Sussér, negros, y los de Nor-
fol blancos, manchados de marrón.
Clumber.—«El que hace levantar la caza» (del verbo to
climber, hacer saltar). Tiene las patas cortas, regular alzada
y su pelaje es blanco y naranja. El clumber es dócil y no
ladra nunca, al contrario del springer, que siempre caza
levantando la voz, como antes se ha dicho. Es también una
variedad del español.
Cocker.—«El que revuelve resueltamente las matas para
hacer levantar la caza» (del verbo to cock, marchar con de-
cisión). Otra variedad del español, de menor alzada que el
springer, tosco, de colores variados con manchas blancas,
y de inmejorables condiciones para cazar en terreno acci-
dentado y cubierto de malezas. Los cockers más preferidos
son los de Gales, color negro y marrón, y los de Devons-
hire, blanco y marrón ó blanco y naranja.
—*. 33:-f-
Water-spaniel. — Literalmente español de agua, por ser
muy á propósito para dedicarlo á la caza en los pantanos.
Perro de largas orejas, cabeza fuerte, frente peluda con un
tupé largo acabado en punta y pelo crespo y corto, de color
pardo oscuro. Es bastante inteligente y caza bajo la esco-
peta.
Retriever.—«El encontrador» (del verbo (o retriever, re-
cobrar, hallar). Es un mestizo de la hembra del que ante-
cede ó del setter irlandés y del perro de Terranova pequeño
ó bien de este último y una setter. Su pelo es sedoso, su al-
zada es regular y está dotado de buen olfato, siendo obe-
diente y fácil de enseñar. Se le destina únicamente á cobrar
la pieza que ha sido muerta ó herida, oficio que en Ingla-
terra no desempeñan los pointers ó setters, cuya sola mi-
sión es buscar y mostrar el sitio en donde se encuentra la
caza.
Poodle.—«El perro de aguas.» Semejante al de nuestro
país y aplicable á lo mismo que estos.
Gn'^on.—«Perro grifo.» No se diferencia en nada del
grifíon francés, de que nos hemos ocupado antes.

B.—PERROS CORREDORES.

Mastiff.—Este perro va escaseando mucho en Inglaterra


y viene á ser una variedad del dogo ó alano, rayado de ne-
gro sobre amarillo, hocico oscuro, aplastado y corto, la
mandíbula inferior adelantada, belfos colgantes, orejas
cortas y medio caídas. Su alzada llega á O™, 95. Se emplea
para sujetar las bestias feroces.
Bull-dog.—Literalmente «perro de toro.» Animal en ex-
tremo valiente y mordedor. Pequeño, ancho de pecho, ro-
busto, con una gran cabeza, hocico aplastado y negro,
nariz remangada, orejas pequeñas, ojos saltones inyectados
en sangre, el bull-dog, es el perro más conveniente para
3
atacar las fieras y rendirlas, pues difícilmente suelta la
presa, después de haber clavado en ella sus fuertes dientes.
Carece de olfato, y, ordinariamente, su color es amarillento
brochado de negro ó atigrado.
Grey-hound.— «Galgo, lebrel.» En general, la palabra
hound indica la acción de correr (del verbo to hound, cazar
ala carrera con perros). Elgreyhound es el perro gris, cono-
cido en otro tiempo bajo el nombre de graius canis. Tam-
bién se le llama gazehonud porque caza la liebre, fijando
en ella la vista de un modo feroz. Antiguamente había ex-
celentes perros do esta raza en Escocia, donde les nombran
deerhounds; pero en la actualidad los mejores son los de
Irlanda. Estos galgos son sumamente finos y ligeros.
Olterhounds.—«Perro de nutria,» á cuya caza se le dedica.
Inteligente, valeroso y mordedor, de nariz remangada, pelo
corto en la cabeza y orejas y largo en el cuerpo, y de pelaje
amarillento con manchas negras ó grises. Este perro puede
reemplazarse por un mixto de terrero de Escocia y dogo,
no siendo él mismo más que otro mixto de lebrel y terrero
de pelo corto.
Bloondhound.—Lo que significa «perro de sangre.» Ser-
vía en otra época para encontrar, siguiendo el rastro de la
sangre, la res herida y extraviada. Como el limier de Fran-
cia, es un sabueso de primer orden que se emplea en las
monterías para rodear y rendir al animal que se pretende
cazar, aunque hay quien supone que este perro no es sino
un mestizo de mastín y pointer. Tiene la cabeza puntiaguda
por su parte superior; frente arrugada, grandes orejas caí-
das y encaracoladas, ojos altos y hundidos, belfos pendien-
tes, nariz gruesa y húmeda y dotada de finísimo olfato. Es
atrevido, fuerte, y su pelaje presenta un color de arena ó
sucio. Cruzado con el perro de presa, ó de casta mallorquí-
na, se le ha utilizado en América para perseguir los negros
cimarrones, según se dijo antes; pero al presente está muy
degenerado, escaseando bastante. Alzada de On'.eSá O'",70.
—^ 35 ff-
Staghound.—Exactamente «perro de ciervo,» puesto que
atay es el ciervo de cinco años. Corresponde al perro fran-
cés de gran tren. Por lo regular, tiene el pelaje manchado
de amarillo y azulado, y las patas y orejas mosqueadas. Es
poco común, variando su alzada de 0n»,65 á 0'»,67.
Deerlwund.—Literalmente «perro de gamo.» Muy pare-
cido al lebrel de Escocia, siendo los más renombrados los
de la raza Glengarry. De pelo basto, y largo por la cara, de
color amarillo, gris ó brochado. Alzada O"»,70 á 0"\72.
Foxhound.—«Perro de zorro,» muy común en Inglaterra,
donde hay grande aficiona la caza de esta alimaña. Guarda
mucha semejanza con el briquet francés, pero es algo ma-
yor y corre más. Producto del cruzamiento del lebrel de
Escocia (deerhound), y del terrero de gran tamaño. Ani-
mal valiente, de pecho ancho, patas rectas, cola espesa y
en penacho, y cuyo cuarto trasero es bastante elevado.
Existe la costumbre de recortarle las orejas, redondeándo-
selas, para que no se las lastimen cuando caza en terreno
cubierto de zarzas y matorrales.
Beagle.—Variedad del briquet francés, que se destina á
la persecución de las zorras y de las liebres. Generalmente
el beagle es de pequeña talla, habiéndolos que no pasan
de O™,17; sin embargo, suelen á veces encontrarse hasta
de O™,72. Tienen las orejas en extremo grandes y caldas
y su pelo es más ó menos fino. Poseen un valor á toda
prueba.
Harrier.—«Perro para cazar la liebre» {haré, en inglés).
Pequeño foxhound, corredor y valiente.
Terrier.—«Terrero.» Se distinguen cuatro clases: i.' Te-
rrier-griffbn, (terrero grifo) muy pequeño, blanco, narizpar-
tida y ojos azulados.—2.» Scoth-terrier, (terrero escocés) gris
ó sucio, muy aficionado á buscar los conejos.—3." Skye-ter.
'•íer* (terrero de Skye),de piernas cortas, cuerpo largo y pelo
sedoso; también para conejos; 4.» Dandy dimnont, (terrero
escocés) más pequeño que los anteriores, de pelaje gris ó
- ^ 36 •*—
leonado, á veces mosqueado de blanco y negro; pelo basto.
Los terreros ingleses de pelo corto más notables son el
raposero blanco y leonado, y el ratonero, muy pequeño, de
color negro y fuego. A este último se le cortaban hasta
hace poco las orejas en punta, para que las ratas no hicie-
ran presa en ellos; pero ya se ha abandonado esta invitil
mutilación.
Bull-terrier.—Mixto de terrero, de pelo corto y de bull-
dog. Valiente, pequeño, mordedor, dotado de mucha fuerza
y cuya abultada cabeza recuerda la de este último perro.
Buenos para perseguir y sujetar toda clase de alimañas.

5.—Otras razas.

Danés.—Mixto de lebrel y dogo. Se emplea para la caza


del oso y del alce. No debe confundirse este perro con el
de Dalmacia, blanco, brochado de negro, y al que también
se conoce con el nombre de danés.
Lebrel de Rusia.—Pelo largo; notable por su gran alzada
y por su extremada ligereza.
Braco alemán.—Perro de muestra; vasto, de color negro,
mosqueado de blanco sucio.
Basset alemán.—Muy abundante allende el Rhin; los hay
de varios colores, pero generalmente son negros ó pardos,
rojizos por el vientre y patas, y cuatro-ojos.
Meloso.—Llamado también «perro de Panonia;» muy co-
mún en Rusia, y en Austria. Especie de dogo que se des-
tina á la caza de bestias feroces.
Braco suizo.—Perro de jauría, blanco y naranja; es pe-
queño, pues su alzada no pasa de O^.SO.
CUADRO COMPARATIVO DE LAS RAZAS ESPAÑOLAS, FRANCESAS É INGLESAS.
RAZAS ESPAÑOLAS. RAZAS FRANCESAS. RAZAS INGLESAS.
í Pachón. . Braque Pointer.
I • *
o
II
Bracos
( Perdiguero.
Español. Epagneul. . .
Setter, Sprínger, Cocker, Clomber, Retriéver. N
Watter-spaniel.
[g
Barbas ó lanudo. Griffon Griffon
|1 Perro de aguas.. Caniche ou barbel. Poodle.
Mastín, alano. . Dogue ou matin. . Mastiff, Bull-dog.
I Galgo, lebrel. . Levrier Greyhound.
Griffons au poil- ( »
T • rude ( »
< la Otlerhound. i
Bloodhound.
Sabuesos ó bracos co- I Braques et bri- 1 Staghound.
rredores . . . . quets ) Foxhound.
o I Harrier.
Beagle.
_. , , . , / Terrier.
Podencos.. Bassets á jambes V „
, ., ' I Bull-terrier.
Alimañeros. droites ettorses.
/„ ,
( Scoth-terrier.
—^ 38 =«—
Los perros de muestra trabajan solos; los corredores re-
unidos en jaurías.
En Francia se denominan perros de orden todos los que
se destinan á la montería, dividiéndose en dos clases: los
de gran tren (perros de bestias feroces y de rumiantes) y
los de pequeño tren (perros de raposas y otros pequeños
cuadrúpedos).

II.

DEFORMIDADES.

Las más notables en las razas de perros de caza son:


La doble nariz.—Esta deformidad que se manifiesta en
ciertos bracos y españoles, ha dado lugar á la errónea y vul-
gar creencia de que un perro de nariz doble, (estarla mejor
dicho dividida), debía poseer también un doble olfato, como
si ésto pudiera ser fisiológicamente posible. Gayot, Lablan-
chére y otros autores cinegéticos, son de opinión de que, en
general, la doble nariz en los perros de caza, vale menos
que la nariz sencilla, no pasando de ser una monstruosidad
trasmitida, por vía de herencia, de padres á hijos en una fa-
milia, á la cual se ha dispensado más atención y se la ha
propagado con mayor rapidez de lo que realmente se me-
recía.
La falta de cola.—En algunas variedades del braco, por
ejemplo, en el del Bourbonais se observa este defecto, de-
bido, sin duda, á una trasmisión fisiológica que tuvo ori-
gen en la moda bárbara é injustificada de cortar la cola á
los perros de muestra.
La torcedura de las extremidades.—Otro vicio de confor-
mación, común á ciertas razas de perros (los bassets), y
que se atribuye á una debilidad ó raquitismo de las extre-
midades, trasmisible por generación ó sucesión.

III.
CRUZAMIENTO Y SELECCIÓN.

Se llama cruzamiento la mezcla de las razas, conforme á


ciertas y determinadas reglas. Cuando la mezcla tiene lu-
gar entre las familias de una misma raza se denomina se-
lección.
El objeto del cruzamiento es proporcionar á una raza,
tomándolas de otra, las cualidades de que carece, y que
pueden ser, principalmente, la velocidad, el valor, la inteli-
gencia y el olfato.
Una raza á la cual se quiera hacer más veloz, debe cru-
zarse con el galgo; para aumentar su arrojo ó hacerla va-
liente, con el bull-dog; para dotarla de mayor inteligencia,
con el perro de Terranova ó el de aguas y para mejorar su
olfato con el sabueso. Partiendo de esta base, la cuestión
queda reducida á fijar hasta qué punto debe limitarse el
cruzamiento, ó, en otros términos, en qué cantidad ha de
entrar en la mezcla cada una de los componentes. Un mes-
tizo, por ejemplo, de bull-dog y galgo, será, á no dudarlo,
más ligero que el bull-dog y más valiente que el galgo,
pero correrá menos que éste y no será tan fiero como aquél;
ahora, si este mestizo se vuelve á cruzar con galgo, el pro-
ducto de este segundo cruzamiento valdrá más que el an-
terior como corredor, pero, como valiente valdrá bastante
menos puesto que tendrá 7* partes de galgo y '/k ^^ bull-
dog, mientras que el primer mestizo tenía '/» de cada raza.
Así se explica que las hembras de una raza entregadas á.
los machos de otra produzcan, en varias generaciones su-
—^ 40 =*—
cesivas, fecundadas también por estos mismos machos, ani-
males que en nada se diferencian de ellos.
Se ha observado que la reconstitución de las razas mez-
cladas tiene lugar desde la segunda generación, en la forma
siguiente: si un mestizo se une á un perro legítimo de una
de las razas que entran en aquél, los caracteres de la otra
raza desaparecen y se reconstituye la predominante. Cuan-
do se trata de dos mestizos, si ambos son de la misma
clase, la mezcla permanece invariable; pero si, estos mesti-
tizos, tienen cantidades iguales de una raza, combinados
con otros de dos diferentes entre sí, entonces aquella se
reconstituirá; es decir que de la unión de dos mestizos, el
uno de galgo y bull-dog y el otro de galgo y sabueso, re-
sultará un galgo, que es la raza que entra en mayor can-
tidad.
Respecto al producto de la unión de dos mestizos, cada
uno de ellos de dos razas completamente distintas á las del
otro, la confusión sería tal que encontramos sumamente
difícil poder determinar á cual de las cuatro razas compo-
nentes podría asimilarse aquél.
En los cruzamientos hay que tener mucho cuidado de no
echar á perder una raza, creyendo mejorarla, como suce-
dería si por querer dotar de mejor olfato al pointer, que
caza por alto, se le mezclara con el sabueso, que busca ras-
treando. Este ejemplo nos parece suficiente para patentizar
la necesidad que tienen nuestros cazadores de meditar lo
que van á hacer, antes de meterse á cruzar sus perros con
otros, cuya alianza no puede convenirles, bajo ciertos as-
pectos.
Ocupándonos, ahora, de la selección, ésta es muy conve-
niente: 1.° para evitar las uniones consanguíneas, que son
siempre perjudiciales y degeneran las razas; 2." para el
perfeccionamiento y conservación de estas mismas razas.
Si se tiene una perra pointer buena, pero pequeña, hágase
cubrir por un macho, bueno también, de su misma raza.
—*í 41 =«—
pero de distinta familia, que sea de gran alzada; los hijos
serán seguramente inmejorables.
Si la hembra fuese demasiado gruesa ó ancha, únase á
un macho, siempre de su misma raza, delgado y largo; si
sus orejas son cortas, á uno que las tenga muy largas, etc.
Siguiendo este racional sistema es como han logrado los
ingleses perfeccionar sus razas de perros y de caballos,
conservándolas puras y haciéndolas cada día más estima-
bles. Los mestizos, los perros artificiales, no dan buenos
resultados sino cuando, motivada su creación por una ne-
cesidad imperiosa, se ha podido hermanar perfectamente
en ellos las distintas condiciones de dos razas que vienen,
de este modo, á completarse y á perfeccionarse entre sí,
como ha sucedido en el mestizo que los ingleses conocen
con el nombre de bull-terrier.
De todas maneras, debe escogerse, para progenitores,
animales de buenas formas y que tengan dos años cumpli-
dos, época en la cual los perros se encuentran en todo su
vigor y perfecto desarrollo.

IV.
CRÍA.

Cuando se tiene una perra preñada, no se la sacará á ca-


zar después de transcurridos los veinte días siguientes á la
concepción, procurando desde entonces dejarla en cierta
libertad, no castigarla, y darle un alimento sano y abun-
dante, sin que esto quiera decir tampoco que se trate de
que engorde demasiado, pues esto le seria tan perjudicial,
como que á la hora del parto estuviera (62 días después de
la concepción) sumamente flaca. Lo que se necesita es que,
para cuando llegue ese momento, se halle con fuerzas su-
- * 42 .•*—
flcientes para salir bien de él y para poder luego mantener
debidamente á su prole.
Inmediatamente después de haber parido, se la dará una
sopa de pan, hecha con buen caldo, dejándola reposar en
un sitio seco, cómodo y ventilado, donde ni ella ni los ca-
chorros puedan estar expuestos á enfermarse, lo que suce-
dería inevitablemente si se dejase á la nueva familia aban-
donada en un paraje húmedo y mal sano.
El cachorro nace con los ojos cerrados, que abre gene-
ralmente á los ocho días. En cuanto al cordón umbilical,
su madre se lo corta con los dientes al nacer.
Bien alimentada la perra, mientras esté criando, se deja
á los cachorros que mamen tres ó cuatro meses. Si son
muchos (pues se dan casos de haber nacido 16 de una vez),
se le quitan unos cuantos, ó se dan á criar á otra perra
los que la madre no pueda mantener. En todo caso, cuando
su número pase de seis, conviene que mamen por tandas,
para lo cual será preciso estar al cuidado de cambiar, cada
tres horas, los de una tanda por los de la otra.
Al mes, se les puede dar de comerá los cachorros, empe-
zando por leche sola, después mezclada con harina ó pan,
y por último carné picada menudamente, para que les sea
fácil tragarla y digerirla.
Muchas reglas se han recomendado para la más acertada
elección de un buen cachorro; los unos dicen que lo mejor
es coger al animal por el pellejo que le cubre el lomo, y si,
levantándole así en alto, no se queja, es bueno; otros afir-
man que nada hay para esto, como suspender al cachorro,
cogiéndolo por la cola, y observar si las patas delanteras,
al retirarlas hacia atrás, van á quedar más lejos que las
orejas, lo cual indica que será bien formado, y otros, en
fin, aconsejan sacar los cachorros recien nacidos de la cama
que ocupan, para obligar á la madre á volverlos por si
misma á ella, en cuyo caso, dicen, el primero con que car-
gue, será el mejor.
—^ i^ if-
Todas estas recetas podrán dar muy buenos resultados;
pero no nos atrevemos á asegurarlo, porque nunca las
hemos ensayado formalmente. Si las apuntamos aquí es
sólo por una mera curiosidad, pues estamos convencidos
de que nada hay que garantice la bondad de un cachorro,
como la excelencia de los padres, teniendo en cuenta que
el perro es un animal sumamente propenso á trasmitir y
heredar las cualidades, tanto físicas, como intelectuales,
que más resaltan en los individuos de su familia.
Antiguamente, al destetar los cachorros, se les cortaba la
cola, costumbre contra la cual nos pronunciamos abierta-
mente, por cruel é innecesaria. Déjesele al perro su cola
intacta, pues la Naturaleza no ha hecho nada sin un por-
qué, y al animal no le estorba poco ni mucho lo que la Na-
turaleza le ha dado. Figurarse que un perro espanta la caza
ó echa á perder los sembrados con la cola, es una puerili-
dad que no nos entretendremos en rebatir, porque, afor-
tunadamente para nuestro fiel y modesto compañero de
caza, son ya muy contados los aficionados á esta diversión
que se dejan llevar de tales preocupaciones.
Lo que si es conveniente y mucho, es acostumbrar des-
de pequeño al cachorro á andar entre gallinas y demás aves
domésticas, á fin de evitarse más adelante el trabajo de cas-
tigarle, cuando, una vez en el campo, por no estar habitua-
do á respetarlas, se lance sobre las primeras que se le pon-
gan al paso, con perjuicio de su dueño que las pierde, si
las mata, del cazador que tiene que pagarlas, y del mismo
perro que se resabia, primeramente por la falta y después
por el castigo.
—*i 44 ;«—

V.

EDUCACIÓN.

Tal amo, tal perro, dice el adagio vulgar.


Al ocuparnos de la educación del perro de muestra, em-
pezamos rechazando el uso del tradicional molinillo, chis-
me inútil por completo para aleccionar á traer el perro, y
el del bárbaro collar de fuerza, bueno tan solamente para
enseñar fieras, pero de ningún modo admisible, aplicado á
la educación de un animal tan inteligente, cariñoso y dó-
cil, como nuestro perro pachón ó perdiguero. Se me dirá,
quizá, por los que aun están apegados á ese rutinario sis-
tema de adiestrar los perros de muestra, que entre ellos los
hay rebeldes, que aunque generalmente dichos animales -
son buenos, suele encontrarse sus excepciones... No pa-
semos adelante: no me he referido á las excepciones; con
estas se procede excepcionalmente.
Para educar bien al perro, no se necesita más que una
cosa: paciencia. Hay que persuadirse de que el perro ha de
obedecer por cariño y no por temor á su dueño, de que, no
poseyendo el animal el don de la palabra, hay que hacerle
entender materialmente y repitiéndoselas muchas veces,
las cosas que se quiere que aprenda; de que no se debe, en
fin, apelar á medios violentos sino en último extremo, y
cuando se comprenda que existe, de su parte, una marcada
resistencia á obedecer. Proceder de otra manera, es resa-
biar al animal y volverlo asustadizo para con su amo, cuya
presencia concluirá por esquivar y por encontrar odiosa.
El cachorro aprende á traer á los tres ó cuatro meses de
nacido, por un método muy fácil y muy agradable para él;
- ^ 45 i f -
halagando su apetito. Primeramente se le dan en la mano
pedacitos de salchicha ó de jamón, para que se acostumbre
á oler y saborear estas golosinas; después, esos pedacitos se
le tiran lejos, enseñándoselos antes, y diciéndole cobra,
para que vaya á cogerlos y se los coma; más adelante se le
envuelven en una tira de paño ó badana, que se ata fuerte-
mente con un cordel, para que el cachorro, que habrá pre-
senciado la operación, corra á buscarlo y traerlo al amo, lo
que hará de seguro cuando se convenza de que no puede
apoderarse por sí mismo del contenido del paquete, cuyo
olor, sin embargo, le incita á no abandonarlo; este es el mo-
mento de agasajar al cachorro, y de abrir el paquete, entre-
gándole lo que se había guardado en él. Aprendido el cami-
no, no hay más que seguirlo; el animal no se hará de
rogar, y en lo sucesivo llevará á su amo todo cuanto él con-
sidere pueda contener alguna golosina de la cual no le sea
fácil apoderarse. Lo demás viene naturalmente; el pedazo
de paño se sustituye luego con una piel de conejo ó de ave,
que no sea una grande, y finalmente con un pájaro muerto,
procurando no cansar demasiado al cachorro en cada lec-
ción, que debe concluir de un modo satisfactorio para él;
es decir, dándole alguna cosa que estimule su apetito, y
acariciándole, en cuanto se vea que la comprenda y la prac-
tique con gusto.
Este sencillo y racional método, recomendado por Gayot,
cuya idoneidad, en cuestiones cinegéticas, no se puede poner
en duda, lo hemos visto ensayar varias veces con el mejor
éxito, enseñando á traer á los cachorros en cuatro días,
mientras que haciendo uso del molinillo y del collar de
fuerza... Prosigamos.
Otro tanto ha de hacerse para enseñarle á entrar en el
agua, no empujándolo nunca á la fuerza, sino tirándole en
el rio ó estanque, donde se le dé la lección, alguna cosa que
excite su apetito y le haga agradable el trabajo.
Para que el cachorro, después de saber traer, aprenda á
- - ^ 4 6 •*—
buscar, se arrastrará por el suelo, de modo que él lo vea y
se aperciba del rastro, aquello que se le piensa dar en pre-
mio de su trabajo, ocultándolo enseguida debajo de cual-
quier mueble ú objeto, y diciéndole busca, para que vaya y
lo traiga después de encontrarlo, loque hará, si tiene buena
nariz, siguiendo el rastro que se le dejó hecho. Posterior-
mente, esto se efectúa sin que el cachorro lo advierta, á
fin de que, colocándolo cerca del rastro y diciéndole busca,
repita la lección aprendida. Los demás detalles quedan á
juicio del maestro, á quién suponemos suücientemente en-
tendido, para que sepa sacar el mejor partido posible de
esta enseñanza, sin necesidad de otras explicaciones, ni de
decirle que más tarde ha de valerse para esta lección de
pájaros vivos ó muertos, que serán igualmente escondidos,
para que el cachorro los busque.
Acostumbrar al perro á que cuando se le diga échate, se
acueste en el suelo, es cosa que lo hace cualquiera, sin ser
cazador ni aficionado á perros, por cuya razón creemos
que no merece la pena de que aquí nos ocupemos de es-
ta lección. Vale más que enseñarle á echarse, adiestrarle
en que se coloque detrás de su dueño, cuando éste se lo or-
dene.
En cuanto á que el perro no tome lo que ha ido á buscar
sin aguardar, como un recluta, la voz ejecutiva, que lo haga
con parsimonia y elegancia, que se agache abandonando la
muestra, cuando el cazador, vaya á apuntar su arma, que
se siente, ó se ponen en dos pies para entregarle la pieza
muerta, y otra porción de habilidades que algunos autores
profesionales quieren que sepan los perros de muestra, se
las dejamos á ellos para que se entretengan en enseñarlas
á sus canes. Para nosotros, modestos cazadores bourgeois
(como dicen los franceses), que no ambicionamos tener
animales iniciados en los profundos misterios de la alta es-
cuela canina, nos basta conque el perro que llevamos ánues-
tras excursiones al campo, sepa buscar la caza, señalarla.
después de muerta cobrarla y marchar detrás de nosotros,
cuando no queramos ó no nos convenga qiie siga trabajan-
do. Verdad es que, según la aseveración del poeta latino,
non contigit omnis addire Corinthum.
Para que el perro se acostumbre á parar la caza... es su-
ticiente que sepa hacerlo. Esto que á alguno le parecerá,
acaso, una perogrullada, no lo es tal, si se tiene, en cuenta
que la parada es un movimiento instintivo en el animal, el
cual, cuando es bueno, lo ejecuta de motu propio, siempre
que se halla enfrente de algún objeto cualquiera que llame
su atención. Oigamos á Lablanchére, al tratar de este par-
ticular en su obra Les chiéns de chasse: «Si se tratara—dice
este autor—de enseñar á un perro cualquiera la marcha y
las cualidades del verdadero perro de muestra, comprende-
ría ese lujo-de prescripciones, de lecciones y de perífrasis;
pero, ante todo, es preciso acordarse que tenemos que habér-
nosla con un perro de muestra, es decir con una raza en la
cual la parada es natural. Si otra cosa sucede, no sigáis
adelante. Es trabajo, sino perdido, por lo menos gravemen-
te comproinetido.»
Traslado á los cazadores y educadores de perros.
Sabiendo ya el cachorro traer, buscar, y venir á situarse
á espaldas de su dueño, por que se le ha enseñado, y parar,
porque le nace de adentro, como vulgarmente se dice, no
falta más que sacarle al campo, lo que puede hacerse, sin
inconveniente, después que haya cumplido seis meses de
¡edad. Lo mejor, llegado este momento, es darle por compa-
ñero otro perro maestro, que le sirva de Mentor, y cuyos
movimientos acompañe, con objeto de que, sin notarlo él
mismo, aprenda á batir el terreno. Bueno sería antes fo-
guearlo un poco en casa, eligiendo para ello las horas en
que se le va á dar la comida, con lo cual se conseguirá qui-
tarle el miedo que puedan ocasionarle en el campo las pri-
meras detonaciones de las armas de fuego. Hay perros, sin
embargo, que no necesitan de esta preparación, porque no
—*; 48 -f-
se asuntan, poco ni mucho, de los disparos, aunque jamás
antes los hayan escuchado.
Cuando no es posible disponer de un maestro de su raza,
para adiestrar al cachorro en el campo, se le sacará los pri-
meros días, sin llevar escopeta, teniéndolo sujeto con una
cuerda, de quince á veinte metros de longitud, para impe-
dir que se vaya demasiado lejos, y se le obligará á buscar,
sin permitirle que corra nunca detrás de la caza que pueda
levantar, y enseñándole, por medio de toques de aviso en la
cuerda, acompañados de un silbido y por una señal hecha
con la mano, á registrar el terreno al lado que se le indi-
que. Luego se le hace trabajar suelto, y, por fin, se lleva la
escopeta, procurando no errar los primeros tiros que se di-
rijan á las piezas levantadas por el cachorro, pues así se
aumenta su entusiasmo, que disminuiría, por el contrario,
si el cazador, en aquellos momentos, cometiera alguna cham-
bonada.
El sportman inglés caza con dos perros á la vez, pointers
ó setters, cuya única misión, como hemos manifestado en
otro lugar, se reduce á batir rápidamente el terreno y se-
ñalar la caza; para cobrar las piezas muertas ó heridas, se
lleva un retriever, que marcha detrás de su amo y que á
una señal de éste se dirige á cumplir con su deber. A los
primeros, que deben preceder al cazador, galopando, y lle-
vando la nariz alta, se les enseña á cazar cruzándose, para
lo cual es indispensable el concurso, durante su educación
cuando son cachorros, de un perro maestro, que les sirva de
guía y de compañero en ese trabajo, que no tardan en
aprender.
Por lo que hace á los perros corredores, su enseñanza está
reducida á reunidos á una jauría de otros ya viejos en el
oficio, y á hacerles conocer y respetar al montero encarga-
do de dirigirlos en las grandes cacerías. El resto viene por
sí mismo, ayudado por el ejemplo primero y después por la
práctica.
VI.

ALIMENTACIÓN.

Sano, abundante y fresco, es decir preparado en el día y


servido no muy caliente: tal debe ser el alimento que se ha
de dar á los perros de caza.
La sopa les conviene mucho, y puede hacerse en las si-
guientes proporciones:
Pan de centeno ó de trigo bien\
cocido, y si se quiere mezclados am-| 750 gramos por ración,
bos granos. )
Manteca ó sebo comestible, 25 gramos.
Agua y sal, cantidad suficiente.
La patata y el boniato cocido constituyen también un
alimento sano, poco costoso y nutritivo.
Aunque el darle alimentos fuertes y muy condimentados
al perro, suele perjudicar á su olfato, sin embargo, como
este animal es eminentemente carnívoro, conviene servirle
alguna carne cocida (nunca cruda, ni tampoco muy sazo_
nada), siquiera no sea más que un par de veces por semana^
á fin de que no se debilite ni se enferme.
La comida se les servirá á los perros una hora, cuando
menos, después de la caza, para que no coman sofocados, y
á cada uno por separado, con objeto de evitar riñas entre
ellos. Enseguida se les deja en libertad durante un rato,
para que jueguen y hagan sus necesidades corporales.
En cuanto al agua de beber, ha de ser pura, fresca y muy
limpia, mudándosela todos los días.
- ^ 50 •^—

VIL

NOMBRE.

Desde pequeño se le debe dar uno al perro, repitiéndose-


lo á menudo, sobre todo al ir á darle de comer, á fin de que
lo aprenda, y conozca, al oirlo, que se le llama. Este nom-
bre conviene sea breve, para que ofrezca facilidad su pro-
nunciación y el cachorro se acostumbre más pronto á él.
En Inglaterra se ha establecido la regla de dar á los ca-
chorros nombres que empiecen con las iniciales del de su
padre y del de su madre, regla que encontramos muy acep-
table y fácil de practicar... entre los ingleses. Verdad es
que cada uno de estos señores, poseedor de una serie de
perros, se toma el trabajo de llevar un libro genealógico
(studbook) de las diversas razas (predigee), en el que se
hace constar la filiación y el historial de cada perro nacido
bajo su dominio. Entre nosotros, la regla no es aplicable, á
lo menos por ahora, y la causa la adivinará sin duda el lec-
tor, si, como nos figuramos, ha nacido y se ha educado en
el país clásico de la rutina, de las preocupaciones y del no
importa.

VIII.
EDAD.

El perro tiene 42 huesos en la boca, de los cuales 12 in.


cisivos, 4 caninos y 26 molares.
—^ 51 i ^
Los dientes ó incisivos se dividen en cada mandíbula en
dos palas, (los del centro), dos inmediatos {uno á cada lado
de las palas) y dos extremos (los contiguos á los colmillos).
Los de la mandíbula superior son mayores que los de la
inferior, y todos ellos están formados, en los perros jóve-
nes, dejtres lóbulos distintos, que, reunidos, afectan la figu-
ra de una flor de lis.
Gomo ya se ha dicho anteriormente, el cachorro nace con
los incisivos y los caninos.
Los dientes de leche los muda á los dos meses, empezan-
do por las palas y concluyendo por los extremos; y al cum-
plir cinco, suelta los colmillos ó dientes caninos.
Hasta que el perro tiene un año, la dentadura la conser-
va perfectamente blanca y la flor de lis muy bien marcada.
Entre el primero y segundo año se gasta el lóbulo central
de las palas inferiores, cuyos dientes están rasos á los dos
años.
A los tres, sucede otro tanto con los inmediatos de la
mandíbula inferior y con las palas de la superior.
A los cuatro, idem los inmediatos de esta última mandí-
bula. Los incisivos de la inferior están rasos todos, y co-
mienzan á amarillear.
A los cinco, todos los dientes rasos; caen á veces algunos
de ellos.
Después de esta época es sumamente difícil determinar,
por el examen de la boca, la edad del perro.

IX.
ENFERMEDADES.

No entra en nuestro propósito, ni mucho menos, ocu-


parnos en este capítulo de todas las enfermedades que pue-
—* ^2 Ur-
den padecer los individuos de la raza canina, enumerando
sus variados síntomas, y señalando los diversos remedios
que, en cada caso, se deben aplicar. Asunto es este más
propio de una obra de veterinaria que de ligeros apuntes,
escritos á vuela pluma, como los presentes.
Así que, nos concretaremos á citar aquí las enfermedades
más frecuentes en el perro, y que el cazador puede conocer
y curar por sí mismo, sin tener que recurrir á extraño con;
sejo.

I.—Enfermedades externas.

ÚLCERAS Ó LLAGAS.—Solucíóu dc Continuidad en la piel


del animal.
Tratamiento.—Dejar al perro quieto y untarle cualquiera
sustancia inofensiva en la llaga, para que se lama allí. No
hay mejor bálsamo para esta enfermedad que la saliva del
perro.
Los baños con tintura de áloe ó vino aromático, cubrien-
do luego la llaga con polvos de quinquina ó de raíz de gen-
ciana, es el mejor medicamento después del anterior.
PICADA DE REPTILES Ó INSECTOS VENENOSOS— Sc presenta la
inflamación en la parte herida, que se hace muy dolorosa.
Convulsiones. Puede sobrevenir la gangrena.
Tratamiento.—Dar algunas cuchilladas pequeñas con un
cortaplumas en la parte inflamada, y friccionarla con amo-
niaco líquido, mezclado con un poco de agua. También se
administran al interior algunas gotas de amoniaco.
CHANCRO DE LA OREJA.—Se forma en la punta de la oreja,
extendiéndose á medida que corroe el lugar en que primero
se manifestó.
Tratamiento. — Purgantes, cauterización con nitrato de
plata ó con un hierro enrojecido, si el cáncer es rebelde.
HINCADAS EN LOS PIES.—Es Conveniente examinar si en el
—^ 53 i ^
pié se ha clavado alguna espina, la que se extraerá valién-
dose de unas pinzas.
Tratamiento. — Aplicar al pié lastimado unas hilas con
sebo, bañándolo antes con agua y árnica, para impedir la
inflamación.
SARNA.—Invasión de la piel por un insecto llamado acca-
rus scabiei.
Tratamiento.—Purgantes; buenos alipientos; baños sul-
furosos; fricciones de ungüento mercurial y ungüento sul-
furoso por partes iguales ó bien con aceite de petróleo ó
bencina. También se recomiendan las lociones compuestas
del modo siguiente:
Cal viva 50 gramos.
Flor de azufre lOO »
Agua 500 »
ó bien de este otro modo:
Tintura de yodo 50 gramos.
Yoduro de potasio 5 »
Agua .300 »
HERIDAS. — Cuando son grandes y profundas es preciso
recurrir aj veterinario. Siendo pequeñas, entonces su trata-
miento se reduce á colocar, sobre ellas, compresas de agua
y árnica, administrando algunas gotas interiormente, y á
unir los labios de la herida por medio de tiras de espara-
drapo ó tafetán inglés. Si hay hemorragia muy abundante,
contenerla con hilas empapadas en percloruro de hierro.

II.—Enfermedades internae.

FIEBRE.—En el perro rara vez se manifiesta sino como sín-


toma de otra enfermedad.
Tratamiento. — Dieta; dos veces al día una pildora com-
puesta según la siguiente fórmula:
—*i 54 !f-
Sulfato de quinina. . . . 0,06 á 0,19 gramos.
Gengibre.- 0,12 á 0,19 »
Extracto de genciana. . . Cantidad suficiente.
GONORREA.—Muy comúR en los perros jóvenes.
Tratamiento.—Inyecciones compuestos de 30 gramos de
agua y de 30 á 40 centigramos de sulfato de zinc.
REUMATISMO. —Los perros viejos padecen mucho de esta
enfermedad, que produce el abultamiento de las articula-
ciones, dificultando los movimientos.
Tratamiento.—Fricciones con pomada de belladona ó me-
jor de veratrina, y también con bálsamo de opodeldoc; ba-
ños tibios, cataplasmas emolientes.
ASMA.—También los perros viejos se ven con frecuencia
atacados de este mal.
Tratamiento.—Licor de Fowler, 5 gotas todas las maña-
nas, añadiendo 4 gotas de láudano si la tos es muy per-
tinaz.
RESFRIADO. —Su causa se debe á una alimentación pura-
mente animal.
Tratamiento. — Variar el régimen alimenticio. Purgar ai
perro, dándole á tomar 25 gramos de aceite de ricino ó 30
gramos de sulfato de soda.
CONTUSIÓN.—Se cura fácilmente, con el siguiente:
Tratamiento.—Sanguijuelas aplicadas á la parte contusa;
compresas de agua blanca; fricciones de árnica ó tintura de
belladona.
DIARREA.—Motivada, generalmente, por un resfriamiento
del vientre.
Tratamiento.—Dar al perro la siguiente bebida:
Cocimiento de arroz con goma. . 25 gramos.
Subnitrato de bismuto . . . . 6 »
DISENTERÍA Ó PUJOS DE SANGRE.—Afeccióu intestinal, que
puede llegar á ser grave.
—ís 55 =f-
Tratamiento. — Dieta; bebidas emolientes; purgantes.
También están indicadas las lavativas de almidón.
MOQUILLO. — Enfermedad que ataca á los cachorros, los
cuales tosen, arrojan flemas por la nariz, inyectándoseles
los ojos en sangre.
Tratamiento.—Sedal en el pecho; pelarle la cabeza al pe-
rro y ponerle un parche poroso. A veces convienen los pur-
gantes. Buen régimen alimenticio (1).
RABIA. — Descritos minuciosomente los síntomas de este
terrible mal en casi todas las obras de cinegética, nos con-
sideramos relevados del compromiso de enumerarlos aquí,
siquiera sea someramente.
Tratamiento.—No hay más que uno, que todos conocen:
matar al perro en quien la rabia se manifiesta. El adagio lo
enseña: Muerto el perro... etc.

X.

VALOR COMERCIAL.

El valor comercial del perro, depende dentro de cada raza,


de tres cosas principales; de la edad, de la figura y de la
instrucción. Dicho queda con esto que es muy diíícil poder
fijar precio á un perro, al primer golpe de vista, sin contar
además con que el estado de salud del animal y sus aptitu-
des particulares para el objeto á que se le destina, son facto-

(1) Recientemente se ha puesto á la venta unos polvos, inventados


por D. Joaquín Bataller, farmacéutico en Perelada (provincia de Gero-
na) que se asegura curan bien y prontamente esta enfermedad de los
jóvenes perros.
--¥. 56 'iir-
res también importantes y que interesa no olvidar, al ir á
comprar un perro, que de antemano no se conoce.
A nuestro modo de ver las cosas, lo que más caro debe
pagarse es la instrucción: después la edad yla figura. Res-
pecto al valor que un perro, sin adiestrar, pueda alcanzar
en venta, porque pertenezca á tal ó cual raza, lo juzgamos
puramente convencional; mejor dicho, ese valor depende^
en realidad, de la mayor ó menor abundancia que, en el país
donde se haga la compra, haya de estos ó de aquellos pe-
rros. Cosa es esta que no puede escapar á la persona menos
avisada.
En nuestro país tenemos por costumbre comprar englobo.
Vemos un perro, nos gusta, averiguamos su edad, si sabe
cazar, le llevamos una vez al campo (si nos le dejan), y
después de ponernos de acuerdo con el vendedor sobre su
precio, cerramos el trato. Este procedimiento es bastante
cómodo; pero se presta á abusos y engaños por una y otra
de las partes estipulantes.
Los ingleses, que en cuestiones de sport han sobrepujado
siempre á todos los demás pueblos, y de los cuales, bajo
este aspecto (y bajo muchos otros) nos encontramos, por
desgracia, muy distantes al presente, tienen establecido
para la compra y venta de sus perros, una regla que siguen
todos ellos invariablemente, y que explicaremos en pocas
palabras: á cada raza de perros de caza se le suponen 100
puntos, repartidos desigualmente entre las diversas partes
que componen el cuerpo de uno de ellos, tomado como pro-
totipo, teniendo en cuenta, para la distribución de estos
puntos, las diferentes bellezas y las cualidades especiales
de cada raza en particular. Inútil es añadir que la nariz del
pointer ó del sabueso, que cazan olfateando, debe tener más
puntos que la del galgo, que caza á la vista y al que de
poco puede servirle estkr dotado de un olfato delicado. He-
cha esta distribución convencional, pero generalmente
aceptada, se fija un precio á cada punto por el vendedor.
deduciendo, de los 100 puntos que debe tener el perro per-
fecto en la raza correspondiente, los que falten al que se
ha puesto en venta para igualarse á aquel. Si el comprador
está conforme con el precio de cada punto, pero no con el
número de puntos que el vendedor supone á su perro, se
somete la cuestión á un arbitro; si es. el precio lo que no
encuentra razonable, entonces pide se disminuya lo que
considere justo. Hé aquí todo.
Ejemplo: A tiene un pointer, que supone posee 80 pun-
tos, y lo vende á 3 pesetas el punto; B, que quiere com-
prarlo, está conforme con pagar por cada punto las 3 pese-
tas que se le piden; pero considera que el perro no posee
arriba de 60 puntos. En este caso procede la interven-
ción del arbitro. Si B, por el contrario, cree con A que
el perro merece los 80 puntos que éste le atribuye, pero le
parece exajerado pagar 3 pesetas por punto, entonces ofre-
ce el precio que estime procedente, por el indicado con-
cepto.
El sistema no puede ser más sencillo, más legal, ni más
conveniente para ahorrarse tiempo y palabras. Lo reco-
mendamos á nuestros cazadores.
Por lo que valga, acompañamos á continuación un cua-
dro en que se consigna la distribución de los puntos á que
nos hemos venido refiriendo, correspondientes al perro ti-
po de cada una de las razas inglesas de caza, y que toma-
mos de la obra de Mr. Lablanchére: Les chiéns de Chasse.
PUNTOS PARA LAS RAZAS INGLESAS DE GAZA.
LOMOS. |PEL&JE.|

RAZAS.

Pointer
Setter
Scoth ó Gordon setter
Sussex spaniel. . .
Clumber spaniel . .
Cocker
Retriever propio.. .
Greyhound.
Bloodhound
Deerhound
Fox hound
Harrier.
Beagle
Otterhound
Fox-terrier,
MastiS
Buil terrier
Smootb terrier. .
Skye-terrier.
Oandie Dinmont.
TERCERA PARTE.
ARMAS. MUNICIONES. MONTURA Y ACCESORIOS
DE CAZA.

I.
ARMAS.

1.—Ventajas de las armas de retrocarga sobre las de


pistón.

Generalizado el uso de las arm'as de fuego de retrocarga,


lo Qiismo para la guerra que para la caza, han sido desecha-
das, casi por completo, las antiguas escopetas de pistón so-
bre las cuales tienen las del sistema moderno las siguientes
inapreciables ventajas:
1.° La cargase efectúa con facilidad y rapidez, en cual-
quiera posición en que se halle el cazador.
2." El arma se puede descargar, sin necesidad de dis-
pararla ni de recurrir á la lenta operación del saca-trapos.
3." La carga no puede correrse cuando el arma se lleva
-^:6o H—
con la boca hacia abajo, y, por dicha razón, no hay temor á
explosiones, como en las armas á cargar por la boca, cuan-
do el aire se introducía en la carga, por haberse esta co-
rrido.
4." La rapidez del tiro es inmensamente mayor.
5.»^ No hay peligro de volver á cargar un cañón que ya
lo estaba, cosa que sucedía á menudo en las armas anti-
guas.
6.' Gomo la carga de los cartuchos se verifica con mayor
cuidado en casa y no en el campo, el tiro es más regular y
preciso, y, por lo tanto, más eficaz.
7." La limpieza y conservación de las armas, ofrece me-
nos dificultades y se efectúa con suma brevedad.
8." El efecto de retroceso, al disparar el arma, es menos
sensible, en razón de no ensuciarse tanto la recámara de las
armas modernas con los residuos de la pólvora, como se
ensuciaba en las armas antiguas.
9." La operación de armar y desarmar los cañones es
simple y rápida, no habiendo precisión de emplear útiles
ó instrumentos de ninguna clase para llevarla á cabo.
10." y última. No se hallan tan expuestas á fallar, cuan-
do se hace fuego con ellas, por que siempre la pólvora está
en contacto con la cápsula del cartucho, circunstancia que,
á menudo, no existía en las armas de pistón, sobre todo si
la recámara ó el interior de la chimenea se encontraban
algo sucios.
Enumeradas estas ventajas de las armas de retrocarga,
sobre las que se cargaban por la boca, creemos inútil ocu-
parnos aquí de estas, mayormente cuando son muy conta-
dos los cazadores que todavía tienen el capricho de usarlas.
Por consiguiente, trataremos solamente de las primeras,
examinando rápidamente los sistemas más generalizados,
y que merecen llamar la atención de los aficionados á la
caza.
^61;««

2.—Diversos sistemas de armas de retrocarga.

Las armas modernas, con respecto al modo de inflamar-


se en ellas la carga, son de tres clases; de espiga, de percu-
sión central y de percusión periférica. Las armas de esta úl-
tima clase no han tenido aceptación para la caza, y hasta
los modelos que se han construido para la guerra, van de
dia en día perdiendo su primitiva importancia.
La escopeta de espiga, sistema Lefaucheux, que es la pri-
mera arma á cargar por la recámara usada por los cazado-
res en este siglo, (sabido es que, en la antigüedad, se
conocieron algunas armas, aunque imperfectas, de retro-
carga), utiliza un cartucho provisto de una cápsula, que
ocupa el centro del culote, y la cual detona mediante el cho-
que del percutor ó martillo sobre una espiga de metal que
aquella lleva y que está situada perpendicularmente al eje
del cartucho.
En la escopeta de percusión central, sistemas Lancaster
y Schneider, la inflamación de la carga se verifica por el
choque del martillo sobre un punzón que atraviesa el cajón
del mecanismo del arma y que va á romper, normal ú obli-
cuamente, la cápsula que tiene colocada el cartucho en el
centro del culote, según el eje de dicho cartucho. Un pe-
queño yunque de metal, en que se apoya la cápsula dentro
del alvéolo que le sirve de alojamiento, facilita la detona-
ción.
Este sistema es hoy el predilecto de los aficionados, por
tener sobre el primero, ó sea el Lefaucheux, las ventajas
que siguen:
1.° El cartucho se extrae automáticamente, sin necesi-
dad de emplear siempre el saca-cartuchos.
2.» La obturación es completa, y, por lo tanto, no existe
el escape de gases que se nota siempre en la escopeta Le-
faucheux, por la ranura del cañón en que se coloca la espi-
ga del cartucho.
3.» El cartucho puede introducirse en su alojamiento,
cualquiera sea la posición del borde del culote con respecto
ai borde de dicho alojamiento, siempre que el eje de este y
el del cartucho se confundan, según procede.
4.' El choque del percutor, al verificarse el disparo, se
se efectúa en sentido del eje del cañón, mientras que en la
escopeta de Lefaucheux es en sentido perpendicular á este
eje, tendiendo á desviarlo de su dirección y á cambiar, por
lo tanto, la línea de tiro.
5.» El cartucho de fuego central no sólo puede recar-
garse más fácilmente, y es más duradero, sino que aunque
se caiga al suelo no se halla expuesto á dispararse como el
cartucho Lefaucheux, cuando, en lacaida, la espiga de éste
vá á dar contra una piedra ú otro cuerpo duro que deter-
mine la explosión.
Varios medios se han ideado, con objeto de facilitar la
carga y de obtener una perfecta obturación, después de ve-
rificada aquella. Así, en unas armas la recámara es móvil
y los cañones fijos, mientras que en otras es á la inversa:
los cañones son los que se mueven, permaneciendo fija la
culata.
Como pertenecientes á la primera clase merecen citarse
los sistemas Remington, Robert, Montingny, varios de ce-
rrojo, como el Chassepot, Gras, Wetterli, etc., y los de ta-
baquera, estribo y otros, aplicados á las armas de guerra;
en todos los cuales sistemas el cañón está inmóvil sobre la
caja, efectuándose la carga mediante la abertura de la re-
cámara. Hasta la fecha, empero, no parece que ninguno de
ellos ofrezca buenos resultados, adaptados á las armas de
caza, sobre todo si se atiende á los inconvenientes que pre-
senta el desarme y separación de los cañones, para el más
cómodo trasporte del arma, cuando no se está cazando con
ella.
-^ 63 > -
De la segunda clase, los sistemas más en uso son:
El de corredera: En el cual (modelos Ghaye, Bastín y
otros) los cañones resbalan á lo largo de la caja, y hacia
adelante, para dejar la recámara al descubierto, al veri-
ficac la carga, volviendo á su lugar después y sujetándo-
se á la^culata por una palanca, cuya biela se une por un
chatón á los cañones.
El lock-fast: Aplicado por Dougall, Greener y Lancaster á
las armas de su fabricación y muy semejante al anterior;
pero con la modificación de ser un pasador de báscula que
forma excéntrica el que retiene los cañones contra la cula-
ta, una vez efectuada la carga. Este sistema es conveniente,
tratándose de armas que han de resistir fuertes cargas ó
que son de un gran calibre.
^ El sistema de cañones giratorios: (modelos «Fox» y otros).
En el que la recámara se presenta al descubierto por medio
de un giro de los cañones sobre la caña de la caja, que for-
ma cuerpo con la culata.
El sistema de báscula: (Lefaucheux, Lancaster, etc.) El
más práctico y generalizado en las armas modernas de caza.
En este sistema los cañones giran, dentro del plano de tiro,
sobre un eje adaptado á la caña de la caja, la cual acompa-
ña á aquellos en su movimiento basculante, cuando el arma
se dispone para colocar en ella el cartucho.

3.—Aparatos de cierre.

Para asegurar los cañones á la caja y conseguir una com-


pleta obturación, en el momento del disparo, así como para
abrir la recámara y facilitar la carga, se han inventado di-
ferentes mecanismos, conocidos con el nombre de aparatos
de cierre, de Jos cuales, por ser los más comunes en las ar-
mas de que nos ocupamos, daremos solamente á conocer
los que siguen;
—*: 64 •*—
Cierre de aldaba.—Ideado por Lefaucheux. Está formado
por una aldaba de hierro colocada debajo de la caña ó de-
lantero de la báscula y que, mediante un giro á la derecha,
hace bascular los cañones, los cuales, vueltos luego á su
lugar, quedan fijos á la caja sin más que restituir la alda-
ba á su primitiva posición.
Cierre de llanb i la mgiiesa.—Invención del armero in-
glés Lancaster. En realidad, no es más que el sistema an-
terior perfeccionado, pues el movimiento de báscula de los
cañones y el cierre de éstos, después de la carga, se efec-
túa por medio del giro de una aldaba, situada debajo del
guardamonte del arma, y que tiene un resalte que entra
en el rebajo, en figura de T, que hay en un chatón soldado
á la parte inferior de los cañones. Este aparato de cierre es
sólido; pero su manejo no es tan cómodo como el de los
otros que explicaremos seguidamente.
Cierre de palanca á voluta (french lever).—En todos los
aparatos en que actúa una palanca, el cierre es automático;
es decir que, así como en los dos sistemas anteriores es
necesario volver los cañones á su lugar con una mano,
mientras que con la otra se hace girar la aldaba hasta que
aquellos queden sujetos á la caña, en los sistemas de pa-
lanca basta impulsar los cañones contra la caja para que
el cierre se verifique, sin otro auxilio, por la acción auto-
mática (que los ingleses llaman snap action) del aparato
correspondiente.
La palanca á voluta se encuentra, en las armas que la
poseen, delante del arco del guardamonte, siendo suficien-
te impulsarla hacia adelante, en sentido del eje de los ca-
ñones, para conseguir que estos basculen.
Cierre de espátula (sistema Purdey).—Se diferencia del
que acabamos de explicar, solamente en que la palanca,
que afecta la forma de una espátula, se hall^ en contacto
con la parte anterior del arco del guardamonte, el cual
tiene practicada una abertura por donde se introduce el
—^ 65 S—
dedo pulgar, á fin de poner en juego dicha palanca.
Cierre de palanca lateral (side lever).—También se llama
á este cierre de cola de serpiente, porque la palanca, cuyo
eje se encuentra delante del guardamonte, contornea la
báscula, aplicándose sobre una ú otra llave. Un pequeño
pedal, donde se apoya el dedo pulgar, permite ejercer so-
bre la palanca la presión necesaria para hacerla actuar y
poner en juego el aparato del cierre.
Cierre superior (top lever).—En este sistema la palanca
gira entre los percutores, mediante un impulso del dedo
pulgar que deberá dirigirla de izquierda á derecha.
Cierre de elevador (lifter-action).—Inventado por el ar-
mero americano Mr. Parker. Funciona este aparato merced
á un pasador á resorte, situada delante del guardamonte,
y que tiene en su extremo visible un botón, donde se apo-
ya el dedo índice, hasta conseguir que los cañones bascu-
len, desprendidos del cerrojo que los retenía contra la
caja.
Cierre Richards.—De palanca sobre la rabera, movién-
dose hacia adelante.
Cierre de botón (sistema Laraché).—Este botón, colocado
sobre la rabera, ejerce su acción empujándola hacia aden-
tro con el pulgar de la mano derecha, mientras la mano
izquierda hace girar los cañones, poniendo la recámara al
descubierto.
Cierre de doble gatillo.—Que lo tiene antepuesto al guar-
damonte, y sirve para hacer bascular los cañones. Todos los
aparatos de cierre en que actúa una palanca, están dotados
de uno ó varios cerrojos que, moviéndose á resorte dentro
de mortajas practicadas en el delantero de báscula, entran
y salen, según la acción de la palanca, en los rebajos que
al efecto hay en los chatones que los cañones llevan en su
parte inferior.
En el aparato de cierre top lever, sistema Greener, hay
además otro cerrojo que se mueve dentro del cajón del me
5
—^: 66 '^r-
canismo y que aumenta, en grado sumo, la solidez de los
cañones, impidiendo se separen de la caja en el momento
de la explosión.
Los aparatos que poseen un sólo cerrojo valen poco; los
que tienen dos, pueden admitirse como buenos; los de
tres, cuales el antedicho, son superiores; los que pasan
de este último número, deben desecharse, porque la colo-
cación de tanto cerrojo debilita la caja y complica el meca-
nismo.

4.-Delanteros de báscula.

Los cañones de las escopetas modernas, se hallan unidos


á la caña de la caja,—que recibe en estas armas el nombre
de delantero de báscula,—por medio de un mecanismo, casi
siempre muy sencillo, pero bastante resistente para impe-
dir que los cañones se separen de su lugar, á no ser que el
tirador lo desee, en cuyo caso puede éste sin gran esfuerzo,
conseguir prontamente esta separación.
Los delanteros de báscula son adherentes, como en el sis-
tema Lefaucbeux, ó destacados, como en las armas Lan-
caster, Schneider, etc. Estos últimos deben preferirse, por
todos conceptos, tanto porque no están construidos de hie-
rro, como los primeros, sino de madera, cuanto porque con
ellos se efectúa con mayor facilidad la operación de armar
y desarmar los cañones.
Los modelos más comunes, y al mismo tiempo más prác-
ticos, son los enumerados á continuación:
El de tirador ó pasador.—Muy fuerte y á propósito para
armas de grueso calibre. Consiste, como lo indica su nom-
bre, en un pasador de acero, que atraviesa lateralmente el
delantero de báscula, y que pasa por la mortaja que lleva
un chatón colocado ad hoc en la parte inferior de los ca-
ñones. Sacando este pasador, con auxilio de un destorni-
—¥. 67 > -
llador, á fin de poder empujarlo hacia afuera, los cañones
se separan, con sólo hacerlos bascular en la forma acos-
tumbrada.
El de pedal lleno.—Que se coloca debajo del delantero de
báscula y que permite la separación de los cañones, en
cuanto se les saca, haciéndole girar sobre uno de sus. ex-
tremos.
El de pedal hueco.—Como el que precede; pero, para po-
der hacerlo funcionar más cómodamente, su extremo mo-
vible descansa en una concavidad que lleva al efecto el
delantero de báscula.
El de botón.—Que oprimiéndola con el dedo, se pone en
juego á resorte. Ocupa la extremidad del delantero de bás-
cula.
El de llave.—Situado en el mismo lugar que el anterior,
consistiendo en una aldaba giratoria de metal.
El de palanca.—Tahibién al remate del delantero de bás-
cula. Para facilitar su movimiento, á impulso del dedo,
lleva un pequeño pedal en su extremo visible.
Ya hemos manifestado que el delantero de báscula se
hace de madera cuando es destacado, ó sea cuando puede ser
separado de la culata á la par de los cañones. Ahora aña-
diremos que, para proporcionar á la mano más puntos de
apoyo, al asirlo, se halla picado por medio de rayas que di-
viden la superficie de la madera en pequeños rombos bas-
tante pequeños y del mismo tamaño.

5.—Llaves y punzones.

Las llaves de las escopetas de caza pueden ser traseras,


prolongándose la plantilla hacia la gargante, ó delanteras,
encastradas en el cajón del mecanismo y con la plantilla en
dirección del delantero de báscula. Las primeras, que son
más fuertes, tienen el muelle real detrás de la nuez, que
engrana en los dientes del percutor; las segundas, que se
consideran más elegantes, llevan dicho muelle antepuesto
á la nuez.
Las llaves, además, se clasifican en sencillas y de retro-
ceso: en aquellas quedan fijos los percutores sobre el pun-
zón, después de efectuado el disparo; en éstas, vuelven au-
tomáticamente, después de chocar contra el punzón, á co-
locarse en el seguro, siendo preciso, para hacerlos bajar,
acompañar el empuje hacia adelante, con el pulgar, con la
acción del índice sobre el disparador, ó bien montar dichos
percutores como para hacer fuego. Estas llaves son preferi-
bles á las sencillas, por la seguridad que ofrecen, evitando
disparos imprevistos y, por lo tanto, desagradables acci-
dentes.
En cuanto á los punzones, que son unos clavillos de ace-
ro, (de forma tronco-cónica y aguzados en su extremo más
delgado), movibles dentro de un taladro practicado en el
cajón del mecanismo, y que impulsados por el choque del
martillo ó percutor del arma, van á hacer detonar la cáp-
sula del cartucho, á fin de determinar el disparo, pueden
ser de resorte, que es un alambre enroscado á ellos en es-
piral, ó lisos, sin resorte alguno. Asimismo, según la figura
del tope, sobre el que percute el martillo y lleva cada pun-
zón, este se denomina de chimenea ó de cabeza llena, que es
el más corriente en las armas de fabricación inglesa.
Recientemente han empezado á construirse unas escope-
tas, llamadas sin percutores (hammerless), no porque ca-
rezcan de ellas, sino porque los tienen interiores, dentro
del cajón del mecanismo. Un pequeño cerrojo, colocado á
un lado ó en la parte superior de la garganta, sirve para
poner aquellos en el seguro, puesto que se montan auto-
máticamente al hacer bascular los cañones para efectuar la
carga.
Otro tanto acontece con la escopeta anhélida; (aunque
—^ 69 •«—
ésta tiene los percutores á la vista) inventada por el ar-
mero francés Mr. Rieger, sucesor de Lefaucheux.

6.—Culatas.

Se construyen labrando á máquina unos trozos prepara-


dos al efecto, y que se llaman escalabornes. Aunque se.em-
plean diferentes maderas para las culatas destinadas á las
armas de caza, la más conveniente es la de nogal, entera-
mente seca y bastante fibrosa.
Según su forma, las culatas se distinguen con los nom-
bres de:
Culata d la francesa.—Que es la más corriente y la mis-
ma que han adoptado los gobiernos para las armas de
guerra.
Culata á la alemana.—Algo más abultada que la prece-
dente y con una almohadilla, hecha de la misma madera,
situada en el lado interno, para que pueda la mejilla del
tirador apoyarse sobre ella.
Culata á la suiza.—En la cual la punta y el talón forman
los extremos de un semicírculo ocupado por la cantonera.
Esta culata abarca perfectamente el hombro del tirador, y
encuentra, por tanto, en él, mayor número de puntos de
apoyo.
Culata d la rusa.—Es como la francesa; pero la garganta
afecta la forma de la coz de una pistola. Muy común en
las armas de procedencia inglesa ó americana.
En toda culata hay que considerar la pendiente, ó sea la
relación que existe entre la perpendicular levantada desde
el talón de la cantonera al eje del cañón prolongado en
sentido de la culata. Esta pendiente suele determinarse por
la medida del ángulo formado por la indicada prolongación
del eje y la línea que va desde el centro de la base infe-
rior del cañón, ó sea desde la entrada del alojamiento del
—^70 ;*—
cartucho, hasta el centro de la cantonera. Cuando este án-
gulo es de 18 grados la pendiente es regular y el arnmpone
bien.
No ha mucho, ha ideado un americano, Mr. Hape, una
culata cuya longitud y pendiente puede variarse á volun-
tad; pero como todavía no se ha aplicado este adelanto á
las armas de caza, omitimos ocuparnos de él con la exten-
sión que se merece por su mérito y utilidad.

7.—Gañones.

El cañón es la parte más esencial de toda arma de fuego


y á la que el cazador ha de consagrar la mayor atención,
si quiere evitarse serios disgustos y trascendentales per-
cances.
Daremos, seguidamente, una sucinta explicación del mo-
do de construir las diversas clases de cañones que se cono-
cen, y por ella se podrá apreciar el mérito que cada una
posee.
Cañón ordinario.—Se hace soldando longitudinalmente
una hoja de hierro forjado, y sólo se usa en las armas de
guerra.
Cañan retorcido. — Después de construido como el an-
terior, se retuerce al fuego en toda ó en parte de su lon-
gitud.
Cañón laminado..—Se hace envolviendo en espiral una
cinta de hierro forjado, en torno de un cilindro hueco, del
mismo metal, y que recibe el nombre de camisa. Luego se
suelda, se forja y se saca la camisa. También se fabrican
cañones de dos cintas, enrolladas en sentido opuesto.
Cañón damasquino.—Llamada por los franceses de aguas
(moiré) y por nuestros armeros cañón alambrado. Má-
cese de una mezcla de hierro y acero, dividida en peqiie-
íios cuadrados, que, después de sobrepuestos en forma de
- ^ 71 if-
tablero, se sueldan, se laminan y se retuercen. Luego se
compone la cinta, soldando al fuego tres baquetas de alam-
bre, una al lado de la otra, y enrollándolos á una camisa,
que se quita una vez acabado el cañón. Este procedimiento
es el más conveniente para dar solidez y elasticidad á los
cañones, y á la perfección con que lo ejecuta debe su repu-
tación el armero de París, Mr. Leopoldo Bernard.
Cañón de acero.—Puesto en boga por Mr. Pieper, fabri-
cante alemán establecido en Lieja (Bélgica) (1). Se cons-
truye de una sola pieza del indicado metal, sin templar, en
la cual se practica mecánicamente el taladro destinado á
formar el ánima.
Los cañones de las armas de caza son, ordinariamente,
de forma tronco-cónica al exterior y cilindrica al interior ó
sea en el ánima. También suele darse á ésta, la figura
tronco-cónica, pero no es muy frecuente, hoy en día, en las
armas de caza, semejante construcción, un tanto anticuada
é inconveniente.
El ánima es lisa en las armas destinadas á disparar con
perdigones ó bala esférica; y rayada, (bien sea paralela-
mente al eje del cañón, bien en espiral, que es lo más co-
mún), en las armas que sólo deben usar bala cónica ó ci-
lindro-ojival.
Recientemente se ha introducido un perfeccionamiento
en las escopetas de caza, para concentrar el tiro y aumen-
tar el alcance. Nos referimos al choke-bored (estrangula-
miento) de la boca, ideado por el americano Mr. Roper,
armero en Springfield y generalizado en Europa por
Mrs. Dougall y Greener, acreditados fabricantes de la capi-
tal de la Gran Bretaña.
Consiste el choke-bored en una disminución del calibre
del cañón, que, siendo cilindrico, se convierte en tronco-

(1) Mr. Pieper ha presentado últimamente al público una escopeta


o'.óctrica, cuyas ventajas parecen ser muy notables.
- ^ 7 2 =^
cónico á corta distancia de la boca, para volver á ser cilin-
drico enseguida, pero con un diámetro más reducido. El
objeto del choke-bored es detener un instante el taco, á fin
de que los perdigones, compactos y agrupados, por el reco-
gimiento brusco del ánima, puedan tomar la delantera á
os gases de la pólvora, evitando el efecto de insuflación del
éstos, que siempre ocasiona su caramboleo y desparrama-
miento. De esta manera, el tiro adquiere mayor alcance,
concentración y fuerza inicial.
Los ingleses dividen el choke-bored en dos clases, según
concentre más ó menos el tiro, á saber:
Full'hored (estrangularaiento lleno) que es la reducción
máxima del calibre, que puede llevarse á cabo en el cañón
de un arma choked-bored, para obtener el mayor rendi-
miento en agrupación y penetración de las municiones.
Y modified-bored (estrangulamiento modificado), menos
exajerado que el anterior, y, por consiguiente, proporcio-
nando un tiro más abierto y limitado, si bien siempre de
mayor eficacia que el de las armas de cañón liso.
Aunque algunos fabricantes recomiendan que, en los ca-
ñones choke-bored, no se use más que perdigones, postas ó
balines, y de ningún modo bala, esta, sin embargo, puede
usarse sin inconveniente en los citados cañones, siempre
que su calibre corresponda exactamente al déla boca, ó sea
al calibre del extrangulamiento. Empero, no se debe espe-
rar que el tiro sea muy certero, en atención á los rebotes
que necesariamente h» de dar la bala contra las paredes del
ánima del cañón, antes de llegar al estrangulamiento, toda
vez que el calibre de aquella es mayor que el del proyectil.
La longitud de los cañones corrientes de las escopetas de
caza, (excepción hecha de las eanardieras ó escopetas para
matar patos, cuyos cañones y calibre son excesivamente
exajerados) (1) varía entre 70 y 76 centímetros, por más
(1) Hay oanardieras-ameíraiZaoíoras, de varios cañones que se dis-
paran á la vez y otras montadas en cureñas.
--^ 73 =«—
que, para la caza en monte cerrado, haya quién use armas
cuyos cañones no exceden de 60 centímetros.
Por lo que hace á la longitud del alojamiento del cartu-
cho, suele ser comunmente de Oj^eS á 6,"'70, bien que en
las escopetas express, que se fabrican exclusivamente para
disparar con bala y fuertes cargas, á fin de obtener una gran
velocidad inicial, el alojamiento mencionado alcance una
longitud mayor, proporcionada á las dimensiones del car-
tucho correspondiente.

8.—Calibres.

Sabido es que en las armas rayadas, ó destinadas á ha-


cer fuego solamente con bala, el calibre se determina por
la medida en milímetros, ó en centésimas de pulgada (pro-
cedimiento inglés) del diámetro de la boca del cañón, con-
siderado entre dos llenos, ó sea entre dos espacios entre
raya y raya, puesto que estas reciben el nombre de vados.
En las armas de ánima lisa, en las escopetas corrientes,
el calibre se precisa de un modo distinto: su equivalencia
corresponde al número de balas que calza el arma y pueden
entrar en una libra de peso. Así, el calibre 12, es aquel que
necesita una bala de á 12 en libra; el calibre 16 el que ne-
cesita una bala de á 16 en libra, etc.
De aquí se infiere fácilmente que el número que deter-
mina el mayor calibre, está en razón directa en las armas
rayadas, y en razón inversa en las armas de ánima lisa.
Concretándonos á las armas de esta última categoría, di-
remos que los calibres 32, 28 y 24, por ser muy reducidos,
no sirven más que para la caza de paj arillos ó para escope-
tas de poco peso, destinadas á señoras ó á niños; que el ca-
libre 20, conviene para el tiro de paloma, por recojer mucho
la carga de municiones; que el 16 es á propósito para toda
especie de caza, y lo mismo el 12, aunque éste proporciona
un tiro más abierto; y que los calibres 10, 8y 4 únicamente;
se acostumbran en las canardieras.
Los demás calibres, que no sean los enumerados, no se
usan, al presente, y sería menester encargar exproíeso, á
una fábrica, cualquier arma que se deseara de otro calibre
diferente.

íl.—Elección de una escopeta.

El cazador que trate de comprar una escopeta buena, no


por su trabajo artístico, (que este puede tener todo el mé-
rito que se quiera), sino porque sea de un sistema práctico
y porque posea las mejoras condiciones para el objeto á
que se la destina, sin exponerse á malgastar su dinero ó á
experimentar contratiempos y pasar malos ratos en el cam-
po, debe decidirse por aquella en la cual halle reunidos los
siguientes requisitos:
Percusión central.
Aparato de cierre de llam inglesa, que es sólido, side-
lever que es fácil, ó top-lever que es cómodo.
Dos cerrojos, para seguridad de los cañones.
Cañones damasquinos, de muchas espiras, soldados con
estaño (nunca con cobre) y provisto de chatones anchos y
resistentes á fin de garantir la solidez de aquellos sobre la
caja. El pulimento interior ha de tenerlo en sentido longi-
tudinal, el pavonado claro, y la marca de la prueba de fá-
brica bien visible y sin que haya lugar á que se dude de
su legitimidad. Respecto á su longitud, ya hemos indicado
en otro lugar (véase Cañones) cual es la más conveniente, y
por lo que atañe á su peso, ha de ser este proporcional al
calibre y á las fuerzas del cazador (2 kilos próximamente,
para el calibre 16, y 3 kilos, 500, para el calibre 12).
Si la escopeta ha de servir para toda clase de caza, puede
escojerse con el cañón derecho liso y el izquierdo choke-
—^ 75 .^f-
bored, con lo cual se proporciona á este último cañón ma-
yor alcance y precisión.
De los calibres, ya dijimos también anteriormente cuales
eran los más á propósito para cada especie de caza. Empe-
ro, el 16 y el 12 parecen satisfacer regularmente, en todo
caso, á los deseos de un aficionado que no sea exigente en
demasía.
La culata será de nogal negro, seco y veteado, de forma
á la rusa, y de longitud y pendiente proporcionada á la es-
tatura y cuello del cazador. La garganta cuya sección sea
ovalada, deberá preferirse, en ía culata, á la sección cir-
cular.
El extractor será fuerte, que pueda abarcar hasta la mi-
tad del culote del cartucho; y la barra-guia, que tiene in-
troducida en el espesor de los metales del cañón, correrá
bien, y se hallará perfectamente templada, así como la uña
que determina su movimiento expulsivo al abrir el arma.
El alojamiento del cartucho, lo mismo que el choke-bo-
red, no han de estar practicados á aristas vivas, sino re-
dondeadas y la longitud de aquel ha de corresponder á la
del cartucho, antes de rebordearlo.
Los martillos convienen pequeños, bien templados, y,
una vez montados para disparar, sus crestas no han de so-
bresalir por encima del plano tangente á la parte superior
de los cañones, cuando el tirador apunte horizontalmente.
Los punzones, ya lo hemos dicho, son mejores los de ca-
beza llena ó sin resorte.
El delantero de báscula, destacado, funcionando por me-
dio de un pedal, pequeño, pero fuerte.
Por último, al probar la escopeta, el efecto de retroceso,
usando cargas normales, ha de ser casi insensible para el
tirador (1).

(1) Recomendamos á los que quietan poseer una buena arma, los
fabricantes Dougall y Greener (de Londres), y Bernard ^de París.)
—^ 76 S—
Resta añadir, que el que sea zurdo, cazará siempre me-
jor con una escopeta encargada á propósito, de llaves y me-
canismo invertido, que con las armas comunes, á no ser
que se encuentre ya muy acostumbrado á estíis.

10.—Armas de precisión.
Estas armas se emplean para la caza mayor y para los
concursos de tiro.
Mencionaremos entre las que convienen para el primer
uso, las siguientes, reputadas hoy como superiores:
Escopeta express.—Arma predilecta de los cazadores in-
gleses en la India. Su forma es la de una escopeta corrien-
te de dos cañones, con cierre de llave á la inglesa. El áni-
ma de aquellos es rayada y puede disparar una bala
expansiva, llamada bala express (de la cual trataremos más
adelante al hacer mención de los proyectiles de caza), que
posee una velocidad inicial extraordinaria, en razón de la
fuerte carga de la pólvora que lleva el cartucho, que es
metálico.
Rifle-Winchester.—De repetición y arma sumamente pre-
cisa. Los modelos 1873 y 1876 (sporting rifle y express-rifle)
son los más perfeccionados y dignos de recomendación.
Rifle-Hotchkiss.—Americano como el anterior; pero en
vez de tener, como él, colocado el depósito de los cartuchos
debajo del cañón, lo tiene dentro de la culata del arma.
Rifle-MarUn.—Muy parecido al Winchester, del cual vie-
ne á ser una imitación.
Rifle-WetterU.—De origen suizo, con aparato de cierre á
cerrojo, y muy certero, aunque tiene el defecto de pesar
mucho.
Rifle-Kropastcheck.—lAmhikn de cerrojo y bastante ge-
neralizado entre los monteros y venadores franceses.
Rifle-Lee.—Gon depósito de quita y pon situado delante
del arco del guardamonte.
- ^ 77 i*—
Rifle-repetidor Remington.—De cerrojo y depósito debajo
del cañón. El mejor modelo de este fabricante, para la caza,
es el Hunter 's or sporting rifle.
Rifte-Ewans.—De 26 tiros, en tres depósitos colocados den-
tro de la culata. Muy pesado; pero algo menos el mode-
lo 1877, perfeccionado.
Rifle Spencer.—El depósito lo lleva igualmente esta arma
en la culata. Sin embargo, no es de las mejores, por usar
cartucho de inflamación anular.
Otros muchos rifles de repetición se conocen tales como
el Krag-Peterson, Fruwirt, Bertoldo, Mauser, etc., pero
sería cansar al lector, describiéndolos, aunque fuera sucin-
tamente, una vez ya enumerados los sistemas más reco-
mendables para la caza mayor y sobre los cuales los aficic-
nados han fijado toda su atención.
Para el tiro de concurso, á larga distancia, son preferibles
las armas rayadas de un sólo disparo, á las repetidoras, por
obtenerse con ellas un alcance mucho mayor.
Los sistemas Mauser (modelo alemán), Gras (francés),
Berdan modelo 1871, (ruso), Gomblain y Albini-Braedlin
(belgas), Henry-Martini (inglés), Weterli (italiano), Beau-
mont (holandés), Werndl (austríaco), Jarmann (sueco),
Snider (turco), Springfiel, Peabody, Remington, Ballard,
Alien, Stevens, Frank Wesson, Joslyn, Maynard, Whitney,
Sharp 's, y Creerimor (americanos), pueden servir para el
caso, especialmente el último (rifle Creedmor), cuyo alcan-
ce y precisión son extraordinarios.
Finalmente, para la caza á caballo, suele usarse, con buen
éxito, un rewolver de grueso calibre, sistemas Smith & We-
sson, Colt ó Galand, con culata de extensión ó articulada,
pues son armas cómodas, y, al propio tiempo, bastante efi-
caces.
»: 78 *

11 .—Conservación de las armas.

La limpieza; la sustracción al polvo y á la humedad; el


empleo del petróleo, bencina ó aceite de plomo en el inte-
rior de los cañones y el del aceite de relojero, en poca can-
tidad, en las llaves, tornillos y aparato de cierre, valiéndo-
se para lo primero de retazos de franela empapados en el
líquido y para lo segundo de una alcuza pequeña: hé aquí
todo lo que se requiere para mantener en perfecto estado
de servicio un arma de retrocarga.
Nada de lavar los cañones con agua, fría ni caliente;
tiada de desarmar las llaves, sino se sabe hacer esta ope-
ración también como la haría un armero; nada, en fin, de
emplear aceites comunes, ni sustancias que puedan pro-
ducir la oxidación por la humedad que poseen.
De lo contrario el arma se echará pronto á perder y el
cazador tendrá que lamentar su descuido, tal vez cuando
menos lo espere.

II.
MUNICIONES.

1.—Cartuchos.

Las armas de retrocarga, destinadas á la caza menor,


pueden usar cartucho de cartón, con culote de metal, re-
forzados, ó no, interiormente hasta la mitad de latón; y car-
tucho de acero, ó de bronce. De estos últimos, procedentes
de fabricantes americanos, los marcados con la letra A co-
-^. 79 i«—
rresponden á armas que han sido construidas para cartu-
cho de papel, y los marcados con la letra B, á armas refo-
radas expresamente para cartucho metálico.
Entre los cartuchos de cartón, los de Eley-Brothers y los
de Kynoch, de Londres, son, sin disputa alguna, los más
consistentes y mejor elaborados. Los de fabricación fran-
cesa, sistema Gaupillat, así como los llamados high-life,
anapodraso y otros, no reúnen tan buenas condiciones co-
mo aquellos, según se ha demostrado en repetidas pruebas
efectuadas por varios aficionados al sport.
En cuanto al cartucho Lefaucheux con espiga, lo recha-
zamos en absoluto, lo mismo que el sistema de armas á
que corresponde.
Los cartuchos metálicos, aunque muy duraderos, poseen
entre otros inconvenientes, el de costar bastante caros y
ser imposible rebordearlos debidamente, á fin de evitar que
la carga se derrame, cosa que ocurre á menudo, hasta en
los que llevan indentaciones de patente Kennedy, fabrica-
dos por la Unión Metallic Cartridge C.° de Bridgeport (E. ü.
de A.)
A nuestro juicio, los cartuchos metálicos, que, por otra
parte, necesitan de un taco de mayor calibre que el corres-
pondiente al arma, sólo son buenos para aquellos cazado-
res á quiénes, por encontrarse muy alejados de las gran-
des poblaciones, se les dificulta renovar sus municiones
siempre que les sea menester.
Por lo demás, no hay cartucho mejor que el de cartón,
debiendo elejirse los forrados de papel verde, ó encarnado,
que son los más superiores; pues los azules y pardos per-
tenecen á clases señaladas por los fabricantes como menos
aceptables, y, por lo tanto, más baratas.
También se fabrican cartuchos de señales, que, disparados
al aire por la escopeta, se deshacen, como un volador, en
una lluvia de estrellas de colores diferentes.
f: 8o=«-

2. —Cápsulas.

En los cartuchos de percusión central, la cápsula que de-


termina la inflamación de la carga, por el choque contra
ella del punzón de la escopeta, al ser impulsado por el
martillo, ha de ser á prueba de agua (Waterproof), y mejor
si está preparada al fulminato de mercurio, que al clorato
de potasa ó al fulminato de plata.
Las cápsulas Eley, Sturtevan, Winchester y Berdan, cada
una usada en su correspondiente cartucho, producen ge-
neralmente resultados satisfactorios.
En cambio la cápsula Gaupillat, en alvéolo, no es tan
buena, á pesar de salir mucho más costosa, cuando se com-
pra separadamente en cajas, con objeto de recargar cartu-
chos del indicado sistema.

3.—Tacos.

Desechado, por inconveniente, el culote de cartón azul,


que todavía traen las cajas de tacos de fabricación francesa
y lo mismo el de metal, recomendado por Mr. Rieger, en la
actualidad sólo se emplea el taco de fieltro, (con preferencia
al de estopa) engrasado ó alquitranado, y el ajustador de
cartón, delgado y consistente, para la carga de los cartu-
chos correspondientes á las escopetas modernas.
El taco ha de ser perfectamente cilindrico, y de bases
paralelas, con objeto de que impida todo lo posible el esca-
pe de los gases, en el momento de la combustión.
La grasa facilita su paso por el ánima del cañón, al cual
lubrifica y limpia en cada disparo, cosa muy conveniente
para conservar el arma en buen estado.
Hay autores cinegéticos que recomiendan el uso de tacos
-^:8i * -
de papel, asegurando que con ellos se aumenta el alcance
de la munición; pero nosotros, nos abstenemos de hacer tal
recomendación, por lo expuesto que está el papel á incen-
diarse, al contacto del fuego de la pólvora, y por lo tanto, á
ocasionar una conflagración en los campos, sobre todo cuan-
do estos se hallar^ secos y agostados por el calor, en la es-
tación estival.

4—Pólvoras.

Ningún aficionado á la caza puede hoy ignorar que ía


pólvora es una mezcla compuesta de tres sustanciad, según
la siguiente fórmula:
Salitre 78 partes.
Azufre 10 »
Carbón de agramiza. . 12 »
Total. . . 100 »
Los experimentos hechos por personas competentes, de-
muestran que el volumen de los gases desprendidos por la
inflamación de la pólvora, es 600 veces mayor que el volu-
men de la carga, y que su velocidad, á la salida del cañón,
equivale á 2,500 metros por segundo.
Las condiciones que ha de poseer la pólvora de caza, para
ser buena, se reducen á tres:
1.a Que sus granos sean de forma pricmática, duros al
tacto, negros, brillantes, más bien pequeños que grandes y
sin polvorín (polvo menudo que dejan algunas pólvoras en
el envase que las contiene).
2.a Rapidez en la combustión, (sin que esta sea fulmi-
nante, pues deterioraría pronto el cañón del arma) y sufi-
ciente fuerza expansiva.
3.a Escasez de residuos y de humedad en la combus-
tión.
6
—^ 82 j i -
para cerciorarse de la calidad de una pólvora, se echan
algunos granos sobre un papel y se oprimen, notándolos
con el dedo; sino se desbaratan, ni ensucian el papel, la pól-
vora posee la primera de las condiciones indicadas. Para
saber si reúne también las demás, se le pega fuego en el
mismo papel: en ardiendo toda, sin ennegrecer ni encender
este y sin dejar en él residuo de ninguna clase, levantando,
al propio tiempo, poco humo, la pólvora es inmejorable.
Otro medio de averiguar si la pólvora es de buena ó
mala calidad, consiste en echar una pequeña cantidad de
ella en un vaso con agua; todo lo que sobrenada es malo,
y bueno todo lo que se precipite.
La pólvora de caza mejor elaborada y que proporciona
siempre satisfactorios resultados, es la de procedencia in-
glesa, con tal que sea legítima, siendo las marcas más
acreditadas las de Curtís & Harvey (n.» 6, Treble Strong),
Diamante (n.» 2, Diamont), y tres efes (FFF).
Con respecto á las pólvoras de fabricación nacional ó
francesa (pólvoras extrafina, superfina y fina) valen poca
cosa para la caza, ora porque la gran cantidad de salitre
que las de unas clases poseen, las hagan demasido fulmi-
nantes, ora porque las de otras desarrollan poco gas, ó le-
vanten mucho humo. Lo mismo puede decirse de las pól-
voras americanas (marcas Indio, Dos faisanes, etc.) que
arden irregularmente y que carecen de la fuerza expansi-
va que distingue á las pólvoras de caza fabricadas en In-
glaterra.
Hace pocos años empezó á usarse en Francia y en Ale-
mania una nueva pólvora, inventada por un tal Schultze,
á la cual se ha dado el nombre de pólvora blanca (por opo-
sición á la pólvora negra, aunque su color es más bien
amarillento), y también pókora de madera, por entrar en
su composición madera desecada, en vez de carbonizada,
como en la pólvora ordinaria.
Según los datos que hemos podido adquirir acerca de
- ^ 8 3 '•^r-
esta nueva pólvora, parece que sus ventajas son: arder con
menos ruido que la negra, y levantando poco humo; au-
mentar el alcance, la velocidad inicial y la fuerza de pene-
tración de los proyectiles; y, por último, fque es la ventaja
más importante) no producir explosión, sino quemarse
lentamente y levantando llama, cuando se incendia al aire
libre, sin estar comprimida.
Sin embargo, hay quien asegura que esta pólvora tiene
también sus defectos, entre los cuales no es el menos des-
preciable el deterioro que ocasiona su empleo á los caño-
nes de las armas, á pesar de lo cual se ha generalizado bas-
tante, para la caza, en Francia y en Inglaterra.
Para concluir de hablar de las pólvoras, citaremos la in-
ventada en 1879,porMr. Ferraoj, de Hoelzhausen, que hace
explosión sin detonar, pero que, se asegura, causa á las
armas el mismo daño que la pólvora blanca, de que acaba-
mos de tratar.

5.—Proyectiles.

Los proyectiles que se usan para la caza, se dividen en


las clases siguientes; perdigones, postas, balines y balas.
Los perdigones, (munición que sólo sirve para tirar á
las piezas pertenecientes á la llamada caza menor), están
compuestos de plomo y estaño, éste en corta cantidad, y
según su tamaño, se numeran desde 000, que corresponde
á la clase más gruesa, hasta el 12, con que se distingue la
clase más fina ó mostacilla. Desde el primer número al 3,
se emplean los perdigones sólo para matar pequeños cua-
drúpedos y grandes aves; desde el 4 al 5 para liebres, cone-
jos, guineas y patos; desde el 6 al 8 para perdices, palomas
y codornices; y desde el 9 en adelante para pajaritos y tam-
bién para alguna ave, no muy corpulenta, cuya piel y
plumaje no se quiera estropear, con objeto de embalsamar-
la luego.
—*: 84;*—
Las postas, que son unos pedazos de bala, de forma irre-
gular y de tamaño variable, se destinan á la caza de cua-
drúpedos, á corta distancia. Otro tanto puede decirse de
los balines, que afectan la forma de pequeñas balas esféri-
cas, fabricándose de plomo, como éstas.
Las balas, según la figura, se dividen en dos clases: esfé-
ricas, que convienen á las armas de ánima lisa, y cilindro-
ojivales, que solo debetí ser disparadas por armas rayadas.
La bala partida, se hace cortando en dos mitades una
esférica, y colocándolas en el cartucho, de modo que estén
en contacto los planos de la sección;, y la casada, quitando
un casquete á dos balas esféricas y uniendo éstas dentro
del cartucho por el corte. La bala segmentada, es una bala
cilindro-ojival, dividida en cinco pedazos por secciones pa-
ralelas al eje.
Además las balas pueden ser, según su extructura inte-
rior y el efecto de ellas al herir en el blanco, sólidas, expan-
sivas y explosivas.
La bala sólida sirve para toda 'clase de caza mayor, y es
la más común.
La expansiva, causa grandes destrozos, por aplastarse y
extenderse extraordinariamente, al romper la piel de la
pieza á que ha sido dirigida. La de culote expansivo es me-
nos mortífera que la llamada express, (usada en las armas
que llevan este nombre), la cual está taladrada, según su
eje de figura, desde la punta hasta cerca del culote, ocu-
pando este hueco un pequeño cilindro de latón.
De las balas explosivas, únicamente empleadas para la
caza de ñeras y grandes mamíferos, sólo diremos que re-
vientan, como una granada de artillería, cuando penetran
en el cuerpo de un animal, al chocar contra cuya piel se
inflama la cápsula, ó materia detonante que llevan en su
punta con objeto de producir la explosión de la carga de
pólvora que ocupa el interior. De esta clase de proyectiles,
que, por otro lado, ofrecen bastante peligro en su trasporte
y manejo, los más conocidos son los inventados por De-
visme, Pertuiset y Galand, todos ellos armeros ó cazadores
franceses.
Últimamente, para recojer la carga de postas, balines ó
perdigones y aunientar su alcance, se suele hacer uso de
concentradores, que son unos cilindros de alambre fino
formando mallas, contenidos en otros cilindros de papel, y
que, rellenos con los mencionados proyectiles, se colocan
en el cartucho, sobre el taco que recubre la carga de pól-
vora.

6.—Carga de los cartuchos.

Antes de tratar sobre este particular, recordaremos al


lector lo perjudicial que es para la eficacia y recogimiento
del tiro, el mezclar perdigones de dos ó más números, como
hacen algunos aficionados noveles. Tampoco es prudente
combinar pólvoras de diferente clase, á no ser que las con-
diciones que falten á la una las posea con exceso la otra, y
se desee, al mezclarlas, obviar tales inconvenientes, consi-
guiendo un resultado medio.
Difícil es poder fijar con entera exactitud la carga que
conviene á cada escopeta, pues aún entre las de un mismo
calibre, es casi imposible hallar dos que tengan un tempe-
ramento, una idiosincracia, (permítasenos la palabra), com-
pletamente idéntica, y que con iguales cargas produzca
resultados iguales. Es preciso, por tanto, probar mucho el
arma y llegar á conocerla bien, para poder determinar la
cantidad de pólvora y de plomo que necesita.
No obstante esto, indicaremos aquí, por lo que valga, las
cargas medias que suelen recomendarse por los armeros y
abricantes para los calibres más en uso;
T. 86 .^ "'
Calibres. Pólvora. Plomos.
10 . . 6 g'. á 6 gr. 75 . . . 43 gramos
12 . . 3,30 » á 3,73 » . . 33 »
16 . . 3,50 » á 4,75 » . . 32 »
20 . . 3,50 » á 3,75 » . . 28 ))
La cantidad mínima de pólvora, fijada en la tabla ante-
rior para cada calibre, se empleará para disparar con bala
ó perdigones gruesos, y se irá aumentando progresivamen-
te hasta la cantidad máxima, á medida que los plomos
sean más pequeños ó de un número más elevado. El mismo
método se observará según la calidad de la pólvora, y la
estación del año ó la hora del día en que se haya de salir
á cazar; pues, es sabido que en tiempo de írío, asi como por
las mañanas y por las tardes, la fuerza expansiva de la
pólvora es menor que en verano ó en las horas próximas
del mediodía.
Muchos sistemas se han preconizado y no poco se ha es-
crito en obras cinegéticas y en catálogos de armeros para
la operación de cargar los cartuchos. Asi que, sería asaz
prolijo y fatigoso mencionar uno por uno todos esos sis-
temas, que, bien considerados, apenas se diferencian en-
tre sí.
Lo más práctico y al propio tiempo lomas cómodo, es se-
guir las prescripciones siguientes, que observamos noso-
tros mismos:
1.» Para obtener un tiro concentrado y de largo al-
cance :
Echar la pólvora en la vaina ó casco del cartucho.
Colocar encima un ajustador de cartón alquitranado.
Un taco de fieltro engrasado espeso y bien calibrado.
Otro ajustador de cartón sin alquitranar.
La carga de plomo.
Otro ajustador de cartón.
Rebordear ligeramente el cartucho, cortando antes, á tres
- * 87 .•^-
ó cuatro milimetros del último ajustador, lo que sobre del
cartón.
2.a Para un tiro regular:
Gomo la carga anterior; pero con la diferencia de echar
medio gramo menos de pólvora, y dos ó tres gramos más
de plomo, empleando un taco de fieltro engrasado de me-
nor espesor.
3.a Para un tiro abierto:
Igual sistema, disminuyendo en 1 gramo la carga de pól-
vora y aumentando en 5 gramos la de perdigones. Taco de
fieltro seco, en lugar del engrasado, y rebordeo fuerte.
4.a Para tiro de bala:
Después de echar la pólvora en la vaina y de poner en-
cima un taco engrasado, entre dos ajustadores de cartón,
se colocará la bala, derramando sobre ella, dentro del car-
tucho, una mezcla, tibia, de sebo y cera amarilla por par-
tes iguales. En seguida se rebordeará ó se extrangulará el
cartucho con un instrumento á propósito.
Guando se use postas, balines ó perdigones muy grue-
sos, se deberán llenar los intersticios entre estos proyecti-
les con la indicada mezcla, ó bien con aserrín ó fécula de
patatas, para desalojar el aire contenido entre ellos y hacer
más certero el tiro.

III.

ACCESORIOS.

Los accesorios para el entretenimiento de las armas y


para efectuar la carga de los cartuchos, que el cazador ne-
cesita, indispensablemente, son los que enumeraremos á
continuación:
- ^ 8 8 =•—
Una matriz, con su embudo, atador y malleté (1).
Un extractor de cápsulas y recebador.
Un rebordeador ó extrangulador.
Un corta-tacos.
Un saca-cartuchos.
- Un baquetón de limpieza con porta-trapos, secador de
esponja y grata de alambre.
Un limpia-recámara.
Una alcuza para el aceite destinado á lubrificar los mue-
lles y resortes del arma.
Una medida para pólvora. '
Una Ídem para perdigones.
Una turquesa para fundir balas.
, Una tijera corta-cartuchos, para quitai; á éstos la parte
sobrante, después de cargados y antes de rebordearlos.
Un doble tapón para la boca de los cañones.
Una ramoneuse ó cartera con útiles de limpieza para el
campo.
Una funda de lona impermeable ó de cuero, ó bien un
estuche, para guardar la escopeta y preservarla del polvo y
de la humedad.
Un destornillador de puüzones.
Uno Ídem común, construido de acero.
Para salir al campo, debidamente ataviado y con cuanto
reclama el oficio, ha de poseer, además, el cazador, los efec-
tos siguientes:
Una canana ó cinto que pueda contener, cuando menos,
20 cartuchos.
Un morral ó red para llevar el almuerzo, las municiones
de reserva y todo aquello que puede hacerle falta en el
campo y abulte poco.
(1) Recomendamos á los aficionados el cargador Webb, fabricado
por Remington lE. U. de A.i que contiene en una pieza: atacador, re-
bordeador, corta-cartuchos, y medidas y depósitos para pólvora y
plomos.
—* 89 •*—
Un cuchillo de monte, bien templado, con su cinto.
Un par de perchas ó ahogaderos, de cuero consistente y
flexible, para colgar la caza.
Un pito de dos tonos y fuerte sonido.
Una corneta pequeña de metal ó cuerno.
Una cartera ó bolsa para llevar cartuchos á los comede-
ros, y que pueda contener lo menos 80.
Un porta-escopeta para colgar el arma.
Un látigo, con porta-mosquetón, para el perro.
Un collar para el mismo.
Un par de polainas y un par de borceguíes clavados, para
la caza en monte y llano.
Un par de botas altas, impermeables y flexibles, para la
caza en terrenos pantanosos.
Una cantimplora grande para llevar agua.
Una Ídem de bolsillo para rom ó aguardiente.
Una bota pequeña para el vino.
Un plato prusiano ó fiambrera, para llevar el almuerzo.
Un cubierto de campo.
Un vaso de cuero ó de níquel, que pueda doblarse ó reco-
jerse.
Una cuchilla con una hoja ancha y otra estrecha, tirabu-
zón, punzón, destornillador y piezas.
Un botiquín de bolsillo con tintura de árnica, (para las
contusiones), percloruro de hierro, (para contener la san-
gre de las heridas con unas hilas empapadas en este me-
dicamento), amoniaco liquido (para echar en las picaduras
causadas por animales venenosos, tomando también algu-
nas gotas al interior), esparadrapo ó tafetán inglés (para
cubrir las pequeñas heridas), agujas, alfileres, vendas, hi-
las, etc.
Una alforja de cuero, para cazar á caballo.
Un bastón silla para sentarse cómodamente en los rece-
chos y aguardos en los comederos de palomas.
Cuando se posee un rifle para la montería, el cazador n«-
—^ 9 0 ••—
cesita también una bandolera de cuero, con su gancho de
hierro, para colgar dicha arma en las batidas á caballo.

IV.
TRAJE.

El traje del cazador puede ser tan variado, como el ca-


pricho ó el gusto del que haya de usarlo. Sobre esto es,
pues, sumamente difícil dar reglas fijas al lector.
Sin embargo, es evidente que un traje cómodo y holga-
do, más ó menos ligero, según la estación, será siempre
preferible á otro molesto, ajustado y que fatigue al cazador
ó embarace sus movimientos de cualquier modo. Los colo-
res vivos deben asimismo proscribirse, porque son muy
visibles desde lejos y sólo sirven para espantar la caza.
A nuestro parecer, el mejor traje que puede usar el ca-
zador es el de lona impermeable (que en los Estados-Uni-
dos llaman canvas waterproof), de color de hoja seca, com-
puesto de chaqueta larga cerrada por una sola carrera de
botones, con cuello doblado, sin solapas, y con bastantes
bolsillos, y de pantalón ancho, con bolsillos en la costura
exterior. El chaleco conviene sea de gamuza suave, pues,
como es poco poroso este material, impide el enfriamiento
súbito del cuerpo, cuando el cazador se detiene sofocado,
ó cuando de improviso se levanta aire húmedo, por la pro-
ximidad de alguna turbonada.
El traje de dril es fresco, lo mismo que el de la tela lla-
mada «holanda,» y hay cazadores que, de estos géneros,
suelen hacerse una especie de blusa, con muchos bolsillos
al rededor, á la cual denominan chamarreta, en Cuba;
pero nosotros no somos partidarios de semejante prenda
sino en caso de excesivo calor, y cuando se tiene facilidad,
-->• 9 1 •*—
. si acaso llueve, de refugiarse en sitio seguro, cerca del ca-
zadero.
Tampoco creemos recomendable, para la caza, el som-
brero de «jipijapa» ó de «yarey,» que tan generalizado está
en la Isla, porque si es muy tupido su tejido, impide pe-
netre el aire en la cabeza, que se caldea demasiado y llega
á doler; y si es muy claro, los rayos del sol se introducen
hasta el cráneo, y lo mismo el agua, cuando llueve. La
mejor prenda de cabeza para el campo, y que de día en día
va encontrando mayor aceptación entre nosotros, como' no
podía menos de suceder, es el casco inglés (tropical hal-
met), de corcho flexible é impermeable, forrado de dril
blanco exteriormente y de verde por debajo, para evitar'
en lo posible, el perjudicial efecto de los rayos solares
sobre la cabeza y en la vista, y dotado de ventiladores, por
donde el aire circule libremente, oreando el interior; una
cogotera, ó papalina, postiza y flotante, de tela blanca, sir-
ve para cubrir el cuello, refrescarlo con su movimiento á
impulsos del aire, é impedir las picadas de los mosquitos y
otros pequeños insectos voladores, que tanto abundan en
el monte, y que molestan é impacientan, con frecuencia, al
cazador, hasta el punto de obligarle á salir al limpio ó á
desistir de continuar adelante en su excursión.
Por la misma causa, conviene llevar siempre al monte
' guantes de ante, que son suaves y no dan mucho calor.
Como calzado de caza, es indudable que nada puede
competir, por la comodidad que ofrece, con el borceguí
encordonado por delante y la polaina ó cubre-pierna de
becerro suave y consistente. No obstante, cuando se haya
de cazar por la mañana, á cuya hora las yerbas están cu-
biertas de abundante rocío, vale más llevar bota alta, ó
borceguí-polaina, que es una especie de bota, algo más.
corta que la de agua, abierta al costado, donde se cierra,
después de calzada, por medio de hebillas y correas, en la
misma forma que las polainas que usan los niños peque-
—*• 9 2 ?^
ños, con la diferencia de cerrarse éstas por medio de bo-
tones.
Asimismo, es prudente usar calcetines de lana, y, el que
pueda resistirla, elástica ó camiseta de franela, con lo cual
se evitará el cazador más de una enfermedad, precaviendo
«1 mal efecto de los súbitos enfriamientos, por el agua ó
el aire.
Para que la humedad no penetre fácilmente por el calza-
do, y el material de éste se ponga más flexible y lastime
méños al pie, es también muy conveniente bañar aquel
con grasa de casco de caballo, entibiada al fuego, rt bien
hacer uso, al efecto, de la siguiente composición:
Manteca de vaca.. . 250 gramos.
Id. de cerdo. . . . 125 »
Aceite de trementina. 62 »
Cera amarilla.. . . 62 »
Aceite de oliva. . . 62 »
Todos estos ingredientes se derriten juntos en una ca-
zuela puesta al fuego, moviéndolos con una espátula para
que se incorporen bien. En seguida puede emplearse la
mezcla, teniendo cuidado de calentar antes un poco las
botas, para que absorban todo le posible la grasa, la ciial
se frotará con fuerza con igual fin.
Por último, el cazador deberá llevar consigo, cuando
salga al campo, en la estación de las lluvias, un capote
impermeable, de los llamados de bolsillo ó de cartera, que
pesa poco, apenas abulta y cabe, por consiguiente, en el
morral ó en la red porta-caza, siendo de mucha utilidad en
caso de caer un chaparrón, como acontece á menudo, en
momentos de hallarse el cazador sofocado y lejos de para-
je á donde pueda ir á guarecerse prontamente.
Otra recomendación; el poseer una hamaca ligera y fuer
te, también suele ser de utilidad en las largas expedicio-
nes, sobre todo realizándolas á caballo, pues no siempre
en ciertos lugares, aún poblados, del campo de Cuba, es
fácil encontrar una cama buena ni mala, donde poder pa-
sar la noche.

V.
CABALLO Y MONTURA.

Las cualidades que han de sobresalir en el caballo de


caza, y especialmente en el destinado á la montería, son:
ligereza, robustez, docilidad, movimientos flexibles y segu-
ros en el salto y la carrera, sobriedad y valentía.
La escuela de flexionamiento del cuello, mandíbula y
grupa, aconsejada por Baucher, y la de fogueo, á las horas
de los piensos, preparan al caballo de caza para prestar de-
bidamente el servicio que de él puede exigir el venador, si
se combina también con frecuentes ejercicios en la carre-
ra, y salto de la zanja y del vallado.
Es preciso que la boca del animal sea ligera; que sus
reacciones apenas las note el ginete; que el cuarto anterior
esté levantando y el posterior rebatido. Esto no se consigue,
sino á costa de muchas lecciones y de alguna paciencia.
, No siendo ahora nuestro cometido escribir una obra de
equitación, cuando existen tantas al alcance de todo el
mundo, á ellas remitimos al lector, en cuanto se refiere
con la educación del caballo de caza, si es que no quiere
fiarse, para el caso, de un buen picador, lo cual parece más
razonable.
Con respecto al cuidado que ha de tenerse con el caba-
llo, solamente diremos por juzgarlo lo más esencial, que la
limpieza diaria, el baño en los meses de mayor calor, el
alimento sano, tres veces al día y en cantidad regular
(25 mazorcas y 18 kilos de maloja próximamente), el agua
fresca y clara para beber, mañana y tarde, tres horas des-
—^ 94 =•—
pues del primero y del segundo pienso, y nunca hallándose
el animal agitado, el sustraerlo á las corrientes del aire
cuando está sudando ó ha trabajado algo (todo trabajo ha
de concluir al paso para calmar la agitación consiguiente
del caballo), y el halago en todas ocasiones, sin que se re-
curra al castigo sino en último extremo, son objetos á que
ha de consagrar el cazador el mayor cuidado, por ser de
importancia capital para la conservación del caballo.
Pasemos, ahora, á la montura; ésta ha de ser cómoda
para el caballo y para el jinete, y pesar lo menos posible,
sin dejar, por eso, de ser sólida. La albarda que ponen los
guajiros á sus cabalgaduras nos parece excesivamente vo-
luminosa y molesta; el sillín inglés, así como la silla á la
royal, son más propias para paseo que para el campo. A
nuestro juicio, aparte de la montura mejicana, que tiene
también sus defectos (entre otros el de salir las acciones
de los estribos debajo de la horcajadura del jinete, quién,
por esta causa, va en una posición violenta sobre la silla),
y,la Mac-Clellan, tan generalizada en Cuba, la mejor mon-
tura, la más sólida, cómoda, ligera y menos propensa á
ocasionar levantes ó mataduras al caballo, es la de patente
Whitman, americana, sin faldones, con fuste de una sola
pieza, alforjas ó bolsas para llevar ropa y efectos, y que se
coloca en el caballo sobre un sudadero de fieltro muy do-
ble, impidiendo todo roce, de la silla, con el espinazo del
animal (1).
El estribo de resorte, seguro y resistente, como igual-
mente el bocado ó brida, del mismo fabricante, que puede
sujetarse instantáneamente, por medio de unos ganchos de
resorte, á la cabezada de pesebre, facilitando la operación de
embridar y desembridar al caballo, son también muy reco-

(1) Esta montura, así como el bocado y estribos de Whitman, he-


mos tenido ocasión de verla en la Habana, en la talabartería La Cata-
lana, de D. José Sala.—Teniente Rey, número 26.
-4. 95 * -
mendables, como complementos de la indicada montura
que, lo repetimos, es la más á proposita, á nuestro enten-
der, para un aficionado á las expediciones venatorias en la
Isla de Cuba: para un verdadero sportmann americano.

VI.
EMBARCACIONES PARA LA GAZA.

La caza de aves acuáticas requiere, para que produzca


buenos resultados, que el cazador la emprenda dentro del
mismo elemento en que comunmente viven las menciona-
das aves. Hay que ir al agua, recorrer los ríos ó las gran-
des lagunas, registrando aquellos parajes en que suelen
refugiarse los patos, ánades y demás pájaros nadadores, y
llevar á cabo la persecución y cobro de las piezas heridas,
moviéndose sobre la liquida superficie en que efectúa sus
evoluciones esta clase de caza. Precisa, pues, cuando no se
tiene á mano ó no es fácil conseguir en el lugar donde se
reúnen los patos, alguna balsa, almadía ó bote de madera,
en dónde pueda embarcarse el cazador para acercarse á la
caza y disparar sobre ella á distancia conveniente, proveer-
se de una embarcación portátil, que, trasportada á mano
ó en una caballería hasta el río ó laguna, proporcione un
medio de locomoción seguro y de sencillo manejo por el
agua, á fin de no perder inútilmente el tiempo esperando
desde la orilla una ocasión, que no suele siempre presen-
tarse, de descargar la escopeta provechosamente sobre los
patos.
El bote de patente Smith (E. U. de A.), construido de
lona impermeable, sin costuras, con armadura y fondo de
madera, susceptible de enrollarse, y con asiento plegadizo,
parece muy á propósito para el objeto, tanto más, cuanto
—^ 96 =f-
que el peso no pasa de 14 kilogramos para el modelo nú-
mero 1, capaz para una persona, y de 18 kilos para el mo-
delo número 2, que puede contener dos ó tres personas.
Desarmado este bote, queda formando un rollo de su largo
total (3 ó 4 metros, según modelo), de poco diámetro y con
los remos sujetos por medio de una cuerda que envuelve
el conjunto después de arrollado. La operación de armarlo
es cuestión de pocos minutos y puede efectuarlo una sola
persona.
Asimismo se recomienda, con igual fln, la chanela Gasset,
inventada hace poco tiempo por el Sr. Pérez de Sala (Ma-
drid), que, una vez recojida, abulta poco, siendo de cómodo
trasporte por su fondo plano y por no exceder su peso de
15 kilos. Está provista de un pequeño asiento, que también
puede recogerse, y de un solo remo, con su pala á cada
extremo, para dirigir la chanela. Ésta se mantiene á flote,
sin que nunca pueda llegar á sumergirse, mediante dos tu-
bos ó depósitos metálicos, colocados á ambas bandas, y
que contiene cada uno 10 decímetroo cúbicos de gas hidró-
geno, proporcionando á la embarcación una resistencia
sobre el agua, capaz de soportar un peso de 220 kilos, sin
hundirse.
Para los cazadores que dispongan de una extensa laguna
donde se reúnan las aves acuáticas, es recomendable el
bote con aparato de impulsión de patente A. E. Tangen de
Bismark (Dakota Ter. E. U. de A.), dotado de una pequeña
hélice, que funciona por medio del movimiento de los pies,
como los velocípedos comunes, y cuyo eje puede acortarse
ó alargarse á voluntad. El aparato que comunica con el ti-
món, para dirigir el bote, se halla colocado delante del
asiento que debe ocupar el cazador.
Por último, se ha verificado recientemente en Glasgow
(Inglaterra), la prueba de una lancha movida por la electri-
cidad (sistema Clark), y destinada á la caza, siendo los re-
sultados obtenidos sumamente satisfactorios.
CUARTA PARTE. .*<*-

DESCRIPCIÓN Y CAZA DE LAS DIFERENTES


ESPECIES DE A VES Y MAMÍFEROS DE LA ISLA
DE CUBA.

AVES DE LLANURA Y DE BOSQUE.

A.—GALLINÁCEAS.

1.—GALLINA DE GUINEA. (Numidü meleagris, Linneo).


Esta ave, llamada también Pintada, fué importada >á
Cuba hace algún tiempo, habiéndose aclimatado perfecta-
mente en el país, primero en domesticidad y después libre-
Inente, gracias al genio independiente y salvaje que posee
y que le impulsa á recuperar, en cuanto encuentra ocasión,
su primitiva y montaraz estado.
Actualmente en América, lo mismo que en África, de
dónde es originaria, la guinea vive reunida en grandes
bandos con otros individuos de su especie, sin alejarse
nunca mucho del lugar en que naciera, á no ser que una
excesiva persecución la obligue á ello. Por las mañanas y
7
por las tardes acude á las sabanas, inmediatas á los bos-
ques que ha escogido para su refugio durante las horas de
más calor ó en momentos de peligro; su alimento se com-
pone de semillas, insectos y sus larvas. Para dormir escoge
un árbol corpulento y desprovisto de hojas, donde se junta
con otras aves de la bandada y dónde es fácil cazarla, bien
sea al acecho, sabiendo de antemano el árbol en que acos-
tumbra ir á pasar la noche, bien esperando á que esté dor-
mida y asfixiándola con el humo de una mecha azufrada
que se enciende al pié del árbol dónde reposa. El vuelo de
la guinea es corto, ruidoso y poco elevado; en cambio, co-
rre con extremada ligereza, y una vez herida en el ala,
cuesta trabajo encontrarla, pues sabe ocultarse perfecta-
mente entre los matorrales. Cuando se ve acosada por el
cazador ó por los perros, á los cuales tiene mucho temor,
levanta el vuelo con dirección al bosque, emperchándose
en los árboles más frondosos, entre cuyo ramaje trata de
esconderse: allí permanece inmóvil y se la puede fusilar á
mansalva, sin que las demás que se hallan inmediatas in-
tenten huir siquiera, sobre todo si el perro las ladra mien-
tras el cazador hace fuego.
El canto de la guinea es fuerte y se escucha desde lejos;
puede expresarse por las sílabas pa-cuá muchas veces repe-
tidas. También lanza una especie de chirrido, cuando está
asustada ó se dispone á volar.
El carácter de esta ave es indómito y pendenciero, no
obstante sus hábitos de sociabilidad.
Aunque, en general, la hembra es muy mala incubadora,
—razón por la cual en las haciendas del campo se hace cu-
brir los huevos de las domésticas por gallinas ó pavas llue-
cas,—la fecundidad de la guinea es asombrosa, habiendo
alguna que pone hasta cien huevos al año. En libertad,
busca para construir su grosero nido un paraje oculto en-
tre las cercas y malezas, depositando en él 18 ó 20 huevos,
algo menores que los de la gallina común y de un color ro-
--^ 99 •*—
jizo oscuro, sin ninguna mancha. La incubación dura 18
días; cuidando ambos padres de los poUuelos basta su com-
pleto desarrollo.
El tamaño de la guinea adulta viene á ser, con corta di-
ferencia, el de la gallina doméstica, y su carne, blanca y
abundante, es bastante delicada. También sus huevos se
tienen por muy gustosos y nutritivos.
Varias son las especies de esta ave que se conocen; pero
la más propagada en la Isla de Cuba es la guinea de meji-
llas azules (Numida ptilorhyncha, Licht), cuyos caracteres
son los siguientes: plumaje apizarrado-oscuro, salpicado
de menudas pintas blanquecinas; cuerpo redondeado; cola
corta y caída; alas también cortas y cóncavas; tarsos bajos,
de color anaranjado; cuello delgado y de escasa longitud;
cabeza pequeña; pico poco desarrollado y muy fuerte;
membranas azulosas á ambos lados de la cara; cartílago
calloso, cónico y recurvado hacia detrás, sobre la parte su-
perior de la cabeza; excresencias carnosas y colgantes, de
color rojizo, debajo del pico; iris pardo.
Se encuentran también algunos individuos de esta fami-
lia, pertenecientes á variedades blancas y violáceas; las
demás especies son poco comunes en la Isla.
La caza de las guineas puede hacerse en mano, con perro
de muestra, cuando estas aves se encuentran en los pastos;
al aguardo, como se ha dicho anteriormente; y á la carre-
ra, persiguiéndolas á caballo y Con buenos perros, hasta
cansarlas, después de obligarlas á levantar el vuelo varias
veces seguidas, huyendo delante de los cazadores. Este úl-
timo modo de apoderarse de las guineas, no da resultado
sino durante las horas de mayor calor y en terreno descu-
bierto, pues si llegan á ganar el bosque, sería tiempo y tra-
bajo perdidos continuar su persecución.
El mejor sistema es aguardarlas, por la mañana al salir
á pastar, y, después de tirarlas en la sábana, cuando asus-
tadas vuelven á los árboles, irlas cazando allí una tras
- ^ 100 •*—
otra, lo que se consigue fácilmente si se lleva un perro
acostumbrado á ladrarlas, mientras estas aves se encuen-
tran posadas, conforme se indicó más arriba.

2.—CODORNIZ [Ortyx cubanensis, Gould) (1).

La codorniz ó colín de Cuba (muy parecida al colín de


Virginia), se diferencia de la africana, que llega anualmen-
te, en la primavera, á los campos de Europa, no tan solo
por su plumaje y por su tamaño, que es algo mayor, sino
también por sus costumbres y su modo de cantar. Aquella
es sedentaria y no se ausenta jamás, sin un motivo muy
poderoso, del reducido pedazo de terreno donde pasó los
primeros dias de su vida; ésta, por el contrario, es emi-
grante y experimenta, en épocas marcadas, un vehemente
deseo de cambiar de clima y de localidad. La una es de ca-
rácter sociable; la otra prefiere la soledad y no busca á sus
congéneres sino en la estación de los amores ó al acercarse
la hora de emprender sus periódicos y largos viajes. Son,
por lo tanto, dos especies enteramente distintas entre sí, y
en realidad no debiera llamarse codorniz á la especie cu-
bana, sino colín, á cuya familia pertenece.
En Cuba, esta ave habita, con preferencia, las sabanas
extensas cubiertas de espartillo, los guayabares poco espe-
sos y las tierras cultivadas, á donde se dirige á menudo en
busca de su alimento, compuesto de granos y semillas peque-
ñas, hojas tiernas y fruticas. Su carne es blanca y excelen-
te. Construye en tierra, en un sitio poco frecuentado, su
nido, en el cual pone la hembra de 10 á 18 huevos blancos,
que empolla alternando con el macho, y si la cría no se lo-
gra, vuelve á hacer otra enseguida. Los polluelos, como to-

(1) En los nombres científicos y en las medidas de las aves descri-


tas en este Manual, hemos seguido el método del Dr. Gundkch, te-
niendo á la vista su erudita obra Cortír¿6«eí(}« á la ornitología cubana.
—*: 101 •«—
dos los de las gallináceas, aprenden desde que salen del
huevo, á correr y á buscar su comida, y viven reunidos con
sus padres hasta la primavera siguiente en que se separan
para aparearse y crear cada cual, por su cuenta, una nueva
familia. La época de la cría es desde Abril á Julio, entre-
gándose antes los machos á frecuentes combates por la po-
sesión de las hembras. Se ha observado que esta ave, que
se domestica fácilmente, anida aun encerrada en jaulas ó
pajareras.
El canto de la codorniz cubana se compone de dos ó tres
sonidos, cuya combinación no es la misma para ambos se-
xos, especialmente en la estación del celo y en la de la cría.
Cuando presiente algún peligro levanta la cabeza, abre la
cola y lanza un pequeño chirrido, corriendo inmediatamente
á esconderse debajo de una mata ó de una cerca algo tupida.
La llamada de los machos puede expresarse por las sílabas
ho-kui (1).
Su vuelo es corto, poco elevado, ruidoso y dirigido casi
siempre en línea recta. Apeona con gran velocidad y no se
posa en los árboles sino en caso de hallarse muy asustada;
entonces,-si un perro la ladra, se la puede coger con un lazo
escurridizo, hecho de una crin de caballo y sujeto á una va-
rilla.
, El macho adulto tiene la garganta, la frente y una linea
en forma de ceja, de color blanco; del pico parte otra línea
negra, que, pasando por debajo del ojo, se une al ribete
semilunar, negro también, que bordea la garganta; pico
pardo oscuro; plumaje rojizo, pardo por encima; remeras
de color moreno con borde exterior azuloso; cola cenicien-
ta-azul y en las timoneles medianas ceniciento-amarillo;
éstas salpicadas de negro y el cuello de blanco; flancos ro-
jizos; tarsos aplomados; iris pardo.

(1) Con estas dos silabas designan los indios del continente á la es-
pecie de colin antes citada, (c. de Virginia).
'~^. 102 •«—
El color de la garganta y de la faja sobre la oreja, es
pardo oscuro en el macho joven, cuyo plumaje, en general,
es también algo más claro, tirando á rojizo-amarillento.
La hembra adulta, es muy parecida al macho joven,
aunque tiene el pico más oscuro, y los colores del plumaje
menos vivos y salpicados de negro y amarillo en el cuello.
La longitud total del macho es de 0,^^238 á 0,^242; bra-
zas 0,°>335 á 0,^366; cola 0,^062. El tamaño de la hembra
es algo más reducido.
Aunque muy raro, se encuentra algún individuo de esta
especie, blanco ó albino.
Las codornices se cazan ordinariamente en mano, con
buenos perros de muestra, y la época más conveniente es
desde Setiembre á Marzo, cuando ya los pollos, reunidos
en bandos con sus padres, han alcanzado todo su desarro-
llo. En lo restante del año, es una maldad destruir estas
pequeñas aves, tanto porque se echan á perder numerosas
crías, cuanto porque están sumamente flacas á causa de
los amores y del trabajo de la incubación.
Por mañana y tarde se las buscará en los pastos, y, en
las horas intermedias del día, entre los matorrales bajos,
dónde tienen sus querencias y dónde se retiran á la som-
bra para refrescarse, bañándose en la tierra, lo mismo que
lo hacen las gallinas. Sin embargo, cuando estas queren-
cias se encuentran en cañaverales algo crecidos, como su-
cede á menudo, es tarea ímproba el empeñarse en sacarlas
de allí. Otro tanto acontece si llegan á ocultarse entre las
cercas de pina de ratón, que en Cuba se usan mucho, como
es sabido, para rodear las fincas del campo.
Si al levantar el bando se tiene la suerte de matar á los
padres, los pollos, después de volar reunidos, van á echarse
en tierra á corta distancia (lo que se llama dar la quebrada)
y se ocultan apresuradamente, unos cerca de otros, en las
primeras matas que encuentran. Entonces, llevando el pe-
rro allí, éste irá mostrando una por una las codornices y
—!• 103 :•*—
el cazador puede divertirse, sin andar más que unos cuan-
tos pasos, llenando de víctimas su morral.
Guando lo que se acaba de decir, sobre la muerte de los
padres á la primera arrancada ó salida del bando, no ha
sido posible conseguirlo, debe el cazador dirigirse al sitio
donde se abatió aquél, y, sujetando al perro, aguardar
oculto detrás de un árbol ó entre un matorral, á que las
codornices, después de haber apeonado algún trecho, se
llamen entre sí, para reunirse nuevamente con los padres.
En tal caso, con poner el perro sobre el rastro, pronto se lo-
grará dar otra vez con ellas y desquitarse del trabajo em-
pleado en la persecución.
También se caza á las codornices valiéndose de reclamos
artificiales; pero este medio no produce siempre resultados
satisfactorios, además de que exige una gran dosis de pa-
ciencia y de habilidad de parte del cazador.

B—PALOMAS -r' GALLINAS.

3. -PERDIZ (Starnoenas cyanocephala, ÍAnti.^.

Esta ave, que es sedentaria en Cuba, tiene, apesar de su


nombre vulgar, más de paloma que de gallinácea, y aunque
cada día se va haciendo más escasa, por lo mucho que se la
persigue, todavía se la encuentra, con frecuencia, en los
grandes montes cubiertos de malezas y de pedregales. En
esos parajes solitarios, se la suele ver buscando su ali-
mento, consistente en semillas, íruticas y pequeños cara-
coles, mientras anda despacio, con la cola levantada y el
cuello recogido, revolviendo las hojas secas esparcidas por
la tierra. Para hacer la digestión ó secar sus plumas moja-
das por el rocío, se posa sobre alguna rama de un árbol
seco y expuesto á los rayos del sol, donde, de rato en rato,
hace oir su canto triste y monótono, hu-up, cuyo primer
—í 104 =*—
sonido es largo y el segundo breve, alternado con una es-
pecie de murmullo sordo. Como su voz es de ventrílocuo,
hay veces en que el ave, al dejar oir su canto, parece ha-
llarse lejos, cuando está cerca, y á la inversa. Al volar,
produce mucho ruido con las alas, que agita apresurada-
mente al principio, si bien no se aleja con gran velocidad.
La perdiz cubana anida sobre los árboles, especialmente
sobre los Curujeyes, poniendo, por la primavera, 2 huevos
blancos, que cubren, por turno, el macho y la hembra,
cuyo plumaje es enteramente igual.
Éste ofrece un color de chocolate verdoso por encima,
aclarándose hacia la parte inferior del ave; remeras más
oscuras con bordes bermejos; vértice azul, lo mismo que
algunas plumas del cuello, orlado de una faja negra, tanto
más ancha cuanto más se aleja de la frente; una línea
blanca de la barba á la nuca; garganta negra con orilla
blanca; tarsos y pies acarminados; iris pardo; pico encar-
nado.
Esta ave se caza á la espera, con reclamos ó señuelos, y
al vuelo, batiendo los bosques dónde se sabe tiene su habi-
tual residencia, y tirándola, en cuanto arranca, antes de
perderla de vista entre la espesura del arbolado. Asimismo
se la puede matar, atrayéndola con anticipación á un paraje
donde se le haya echado maíz ú otras semillas, ó en los si-
tios donde acostumbra ir á apagar la sed.
La carne de la perdiz es muy estimada, y, por lo tanto,
los gastrónomos la buscan con avidez.

4.—BARBIQUEJO Ó BARBEQUEjo {Geotrygou marlinica, Linn.)

Sedentaria como la anterior, á la cual se parece en su


régimen y costumbres. Suele posarse á menudo sobre los
árboles; vuela con ruido, aunque no con tanto como la per-
diz, y tiene, lo mismo que ésta, voz de ventrílocuo, expre-
—¥. 105 i«—
sándose su canto por las sílabas hu-úp, algo prolongadas y
repetidas de rato en rato.
Anida, de Febrero á Julio, sobre las ramas de los Curu-
jeyes y pone dos huevos de un color blanco amarillento.
El plumaje de esta ave ofrece por el lomo, timoneles, co-
bijas y rabadilla, un color pardo claro con reflejos metáli-
cos; la cabeza es del mismo color, pero con los reflejos
verdosos purpúreos, y está dividida á ambos lados por una
faja de color blanco, que parte de la mandíbula inferior y
pasa por debajo del ojo, terminando cerca de la nuca (á
esta faja debe el nombre vulgar de Barbiquejo que se le ha
dado en Cuba); remeras y timoneles bermejas, aquéllas con
puntas oscuras y ribetes blanquecinos; pecho y vientre de
color gris-rosado que en el segundo es más claro; tapadas
de la cola pardo-oscuras, con faja blanca al extremo; pico
córneo con base acarminada; pies y contorno del ojo, de
este último color; iris rojo. Longitud 0,'n293; brazas 0,™490
y cola 0,°>115 en el macho, siendo la hembra algo más pe-
queña.
La carne del barbiquejo es oscura y no tan delicada como
la de la perdiz.
En cuanto á su caza, se verifica en los mismos terrenos
y siguiendo el mismo método que para esta última ave. El
barbequejo recibe el nombre de Torito en la parte oriental
de la Isla y algunos aficionados la confunden con la espe-
cie que sigue, á la cual se parece un poco en, el canto.

5. —BOYERO {Geotrygon montana, Linn.).

También sedentaria, costumbres, régimen y caza, como


las dos especies que preceden. Anida de Abril á Julio, po-
niendo dos huevos del color de los del barbiquejo, pero de
menor tamaño. Su canto, que hace oir á intervalos, se ase-
meja bastante al de la voz de los boyeros, cuando quieren
—^: 106 i*—
hacer detener las reses, (huúp...!) y á esta circunstancia se
debe su nombre vulgar, así como el de torito que, lo mismo
que al barbiquejo, se la da en el departamento oriental. En
Vuelta-Abajo llaman impropiamente Camao á esta ave, pues
ese nombre corresponde á la especie que describiremos
seguidamente.
El color de canela es el dominante en la parte superior
del plumaje del boyero, ostentando preciosos cambiantes
violados, particularmente en el vértice y cuello; por debajo
del ojo tiene una faja bermeja clara y de éste color, tirando
á blanco, es también la garganta; timoneles y remeras mo-
renas por el borde interior y bermejas por la parte inferior;
pecho violado; vientre amarillento, lo mismo que las tapa-
das de la cola, las cuales tienen las puntas de color blan-
co; pico córneo con base acarminada; pies acarminados
también, lo mismo que los párpados de los ojos, cuyo iris
es pardo, hallándose contorneados de una membrana des-
nuda y amarillenta.
Sus dimensiones son: longitud total 0,™247 á 0,™255;
brazas 0,'n416 á 0,^444; cola 0,m082 á 0,°>90.
La hembra es, por la parte superior, de color pardo oli-
vado; pecho pardo claro y la garganta y el vientre blancuz-
cos. La carne del boyero es negra y de buen sabor.

6'—CAMAO {Geotrygon caniceps, Gundlach).

. El camao, al que se llama paloma azulona en las provin-


cias orientales de la Isla, é impropiamerte boyero en Vuel-
ta-Abajo, es ave sedentaria, como las otras tres que acaba-
mos de describir, y á ellas se parece en sus costumbres,
régimen y manera de anidar. Sus huevos son parecidos á
los del boyero, depositándolos, en Julio y Agosto, sobre las
ramas de los árboles. En cuanto á su canto, puede ser ex-
presado por la sílaba hup, repetida varias veces y sin inte-
rrupción.
- ^ 107 ;f-
El macho no se distingue de la hembra en el plumaje,
que es como sigue: cabeza y cuello ceniciento, más claro
en la frente, con reflejos violado-verdosos, la cara desnuda
y cenicienta también; lomo violado; timoneles y cobijas
morenas con cambiantes azulado-verdosos; remeras del
mismo color, tirando á canela en la barba interior y en la
base; rabadilla azul; garganta y vientre blancos; pecho ce-
niciento, con reflejos verdes y violáceos; tapadas de la cola
y de las alas color de canela y aquéllas con la punta more-
na; pico pardo claro, con base acarminada: pies rojizos;
párpados acarminados é iris anaranjado-rojizo.
Longitud total del ave: 0,"»295; brazas O.^SOS; cola 0,^100.
Se caza el camao, cuya carne es negra y bastante agra-
dable, exactamente lo mismo, y en iguales parajes, que la
perdiz, barbiquejo y boyero.

C—PALOMAS.
7.—TORCAZ SALVAJB Ó CENICIENTA {CMoroetias
inornata, Vigors).

Sedentaria en la Isla, esta paloma prefiere los lugares


incultos y despoblados, siendo bastante común en la Ciénaga
de-Zapata, Guantánamo é isla de Pinos. Se alimenta de se-
millas y con preíerencia de bayas de ateje maduras. Anida
en los meses de Abril y Mayo, construyendo su nido en las
ramas de los grandes árboles que crecen en los cayos, á
dónde se retira durante esa época. Pone dos huevos, de co-
lor blanco, parecidos á los de la paloma doméstica.
La carne de la torcaz cenicienta es, aunque negra, bas-
tante apreciada.
Su plumaje presenta un color pardo-vinoso en la cabeza,
pecho, vientre y cobijas medianas; blanquecino en la gar-
ganta ; pardo en las remeras y cobijas chicas, y gris aplo-
mado en las cobijas mayores, cuyo borde exterior es blan-
- ^ 108 íí—
00. La rabadilla, así como las cobijas y tapadas de la cola,
son aplomadas y las timoneles morenas con ribete interior
blanco. Pico córneo; contorno del ojo y párpados acarmi-
nados; iris aplomado alrededor de la pupila, bermejizo ha-
cia fuera y pardo entre uno y otro color.
La hembra tiene un plumaje menos vistoso que el macho
y tirando á ceniciento.
En el joven el color de las plumas tiene cierto viso ama-
rillento y los pies son más bien pardos que acarminados;
iris aplomado y pardo.
Esta ave, á pesar de su afición á los lugares poco frecuen-
tados, no es muy desconfiada y se deja acercar casi siempre
á tiro. Al levantar el vuelo la bandada, después de haber
hecho fuego sobre ella, nunca va á posarse lejos, por cuya
razón es bastante íácil matar un buen número de palomas
en poco tiempo. La dificultad está en dar con ellas ó en
averiguar dónde suelen ir á comer ó á tomar agua, para
aguardarlas á hora conveniente y tirarlas al paso.

8.—TORCAZ CA.BEGI-BLA.NGA (Paiagioenas leucocephala, Linn.)

Igualmente sedentaria. Frecuenta los sitios cubiertos de


monte y se reúne para anidar, de Abril á Agosto, en gran-
des bandadas, formando los llamados palomares, especial-
mente en las inmediaciones de la Ciénaga de Zapata y en
los cayos que rodean la Isla. La hembra construye su nido
en las ramas de los árboles, depositando en él dos huevos
blancos.
Esta paloma se alimenta de bayas y fruticas, pero prefie-
re sobre todo el palmiche, del cual hace un gran consumo.
También causa bastantes destrozos en los arrozales, perju-
dicando, por tanto, á la agricultura.
Guando tiene pichones, busca su comida lejos del palo-
mar, volando en bandadas de 18 á 20 individuos. Entonces
es fácil matar algunas, esperándolas al paso mañana y
—^ 109 re-
tarde, cuando van al pasto y vuelven de él, escogiendo, al
efecto, el cazador, si es posible, los días de viento fuerte, ó
algo nublados, pues irán más bajas y con menos velo-
cidad.
El vuelo de esta paloma es ruidoso al principio; pero
después sigue en silencio y su rapidez y duración son ex-
traordinarias. Cuando canta, lo hace lanzando un sonido
gutural y monótono.
El color general de su plumaje es ceniciento apizarrado,
más claro por la parte inferior del cuerpo; vértice blanco,
que le ha valido su nombre de cabeci-blanca, nuca morada;
cambiantes metálicos en el cuello; remeras pardas con el
borde interior blanco, y timoneles negras en la punta; pico
blanco, acarminado en la base; tarsos acarminados; contor-
no del ojo blanco, iris pajizo y párpados rojos.
La hembra es parecida al macho, pero su vértice es ce-
niciento y su tamaño menor.
Longitud total 0,^360; trazas, 0,mS95; cola O.^ISO.
La carne de esta ave es negra y de sabor algo amargo,
razón por la cual no es muy estimada.

9.—TORCAZ MORADA {Patagioenas corensis, Gmelin.)

Sedentaria, sobre todo en los terrenos montañosos y po-


blados de bosques, donde anida cada pareja separadamen-
te, construyendo el nido sobre los árboles más corpulentos
y poniendo en él, en la primavera, dos huevos algo mayo-
res que los de la especie anterior. Según Mr. Lablanchere,
hace hasta tres puestas al año.
Aunque su carne es mejor que la de la paloma cabeci-
blanca, se parece, sin embargo, á ella en su régimen ali-
menticio, así como en su carécter arisco y en su manera de
volar.
Tiene la cabeza y pecho violado-rojizos, y el cuello con
reflejos verdes y purpúreos, formando en él las plumas li-
—^ lio =.^—
neas oblicuas sobrepuestas (1); color general del cuerpo,
gris apizarrado; pico córneo á base acarminada; tarsos acar-
minados también, así como los párpados; contorno del ojo
amarillento, iris encarnado, con un vivo amarillo en torno
de la pupila.
Longitud total: 0,""398; brazas O.-nGS!; cola 0,^139.
La hembra es algo más pequeña que el macho; pero se
asemeja á él en el plumaje.

10.—PALOMA VIAJERA (Ectopistes migratoria, Lina.)

Muy rara en la Isla. Procede del Norte de América, dón-


de abunda extraordinariamente, alimentando comarcas en-
teras durante sus viajes anuales.
El plumaje es gris azulado, con reflejos violados en el
cuello, y las alas negras y blancas con dos manchas negras
debajo.
Su alimento consiste en arroz, bayas y semillas propias
de la América septentrional.
Construye su nido en los grandes árboles y pone dos
huevos parecidos, en color y tamaño, á los de la paloma
casera.
Carne excelente.

11.—PALOMA SANJUANERA {Zenaida amabilis, Bonaparte).

Sedentaria. Habita los lugares solitarios inmediatos á la


Ciénaga de Zapata y también la isla de Pinos. Tanto en su
canto, como en su tamaño, figura y costumbres, esta es-
pecie y las dos siguientes, guardan suma semejanza con la

(1) De ahí el llamarle los franceses colombe d naque ecaillé (paloma


de nuca escamosa).
—¥. 111 *--
tórtola salvaje europea (Turtus auritus-GrAy). En el Centro
y Oriente de la Isla la llaman Guanaro. '
Se alimenta de semillas y de fruticas, que busca en el
suelo. Anida, de Marzo á Junio, en los árboles, y pone dos
huevos blancos, parecidos á los de la tórtola, incubándo-
los alternativamente el macho y la hembra Suele poner .
dos veces al año. Como todas las especies de palomas cu-
banas, la sanjuanera es monógama; es decir que vive en
parejas, y si se reúne en bandadas es solamente por la afi-
ción que se tienen las unas á las otras.
El plumaje de la sanjuanera ofrece un tono general par-
do-olivado, más claro en las jóvenes, las cuales no tienen
tampoco los reflejos metálicos que adornan el cuello de las
adultas. Su cola es redonda con borde blanco, su pico os-
curo y sus tarsos acarminados.
Longitud total 0,«'288; brazas 0,ni48o; cola, 0,inlOO. La
hembra es más pequeña.
Vuela rápidamente y con cierto ruido.
En cuanto á su carne es negra y gustosa.
Se caza al acecho en los comederos y bebederos, como
las otras especies de palomas, ocultándose en una excava-
ción hecha en el suelo y cubierta de ramaje, ó en otro lu-
gar á propósito, para que el cazador no pueda ser visto por
ellas, y también atrayéndolas con señuelos.
Conviene, en este último caso, derramar junto á los se-
ñuelos algunos granos ó semillas que exciten el apetito de
estas montaraces-aves, impulsándolas á detenerse al lado
de los señuelos, y, por lo tanto, al alcance de la escopeta
del cazador, que podrá así, sin gran fatiga, matar en poco
tiempo algunos pares.

12.—PALOMA ALIBLANCA {Melopelia leucoptera, Linn.)

Sedentaria, y común únicamente en la parte Oriental de


la Antilla. Se alimenta de semillas, sobre todo las de piñón
—*; 112 if-
botija, y frecuenta los montes y sabanas alejados de las po-
blaciones.
Anida en la primavera y su carne, de color negro, es
abundante y apetitosa.
El plumaje, aunque algo parecido al de la especie anterior,
, tiene, sin embargo, las siguientes diferencias: vértice y
cuello con cambiantes violáceos, metálicos por detrás, y
una mancha negra debajo de los oídos; garganta y vientre
blanquecinos; tapadas de la cola y flancos cenicientos;
remeras morenas con ribete blanco, lo que ha dado origen
á su nombre vulgar; timoneles azuladas con una faja ne-
gra, estrecha, y la punta blanca; pico pardo; iris amarillo, y
en la época de los amores rojizo.
Longitud total: 0,°i308; brazas, 0,'^482; cola O.^^IOS.
La hembra es de tamaño algo menor. El joven carece de
reflejos en el cuello, y el color pardo-olivado, que forma el
tono general del plumaje en esta ave, presenta un tinte
más pálido.
Se caza como la especie anterior.

13.—PALOMA RABICHE Ó RABUDA fPerísswra carolinensis, Linn).

Sedentaria, y común también en el continente america-


no y en las otras Antillas. Habita en los montes claros y
arboledas cercanas á las grandes sabanas y potreros, donde
busca en el suelo su alimento, consistente en fruticas y se-
millas, especialmente de cardo-santo y frailecillo, cuando
se hallan secas. También come maíz, en las épocas de la
siembra, y algunas veces millo y arroz.
Anida, de Marzo á Agosto, en los árboles, y pone dos
huevos semejantes á los de su congénere la tórtola salvaje
de Europa, á la cual se parece muchísimo, bajo todos con-
ceptos.
Cuando deja oir su arrullo, triste y cadencioso, produce
-^. 113 ih-
un sonido parecido á las sílabas tui-tu-tutú, y lanza un
murmullo sordo si se cree en peligro.
Vuela con rapidez inaudita, produciendo las alas, al azo-
tar el aire, una especie de silbido. Antes de abatirse en tie-
rra, para buscar su alimento, acudiendo á los comederos
por parejas, hasta reunirse en número considerable, descri-
be varios círculos, con las alas y cola extendidas y sin mo-
vimiento.
Nunca se dirige á los pastos hasta después de haberse
secado el roció, pues no le agrada mojarse los pies, ni
mancharse el plumaje, y al mediodía y por la tarde vuela,
á apagar su sed, hacia las lagunas y ríos, cuyas orillas
sean de pendiente suave y arenosa, no cambiando jamás
el abrevadero, sino en caso de verse muy espantada.
Esto hace que su caza, á la hora del pasto ó del agua, sea
sumamente cómoda, con tal que el cazador tenga la precau-
ción de ocultarse debidamente. Los árboles secos, y des-
provistos, por lo tanto, de follaje, son los que escoge con
preferencia para posarse, y cerca de alguno de ellos, si el
cazador no es suficientemente hábil para matarlas al vuelo,
debe construirse el puesto para tirar desde él á las rabiches
en sus comederos. Generalmente los cazadores experimen-
tados se sitúan al pié de una palmera, cubriéndose de los
rayos del sol, con algunas peíicas desprendidas del árbol,
pues los meses de mayor calor, Julio y Agosto, son los más
á propósito para esta clase de caza.
El plumaje general tiene, en esta ave, un color pardo-
olivado, que tira á amarillento en el vientre; cambiantes
violáceos-dorados en el cuello, y debajo de los oídos una
mancha de color negro azulado (1); parte interior de las
alas, cenicienta; cola acabada en punta y algo larga, con
una faja ancha, blanca, en el extremo; pico pardusco;
tarsos acarminados, iris pardo.
(1) Esto le ha valido el nombre de colom.be á oreillons (paloma de
orejeras) que le dan en las Antillas francesas.
8
—^ 114 'ih-
Longitud total: 0,^280; brazas 0,m432; cola 0,'°120.
La hembra es igual al macho en el plumaje, pero su ta-
maño es un poco menor.
El joven se diferencia del adulto en que el color general
de las plumas es más amarillento y en que carece de refle-
jos en el cuello, siendo también menos marcada la mancha
que tiene debajo de los oídos.
Carne negra y buena de comer.

14.—TojosA (Chamaphelia passerina, Linn.)

Esta diminuta y graciosa paloma era conocidamente de


los indios, con el nombre de Biajani. Asimismo figura en
los catálogos de ornitología extranjeros con el de paloma
cocatzín y paloma hortelano, sin duda por la costumbre
que tiene de buscar su comida en los huertos y campos cul-
tivados.
Animal inocente, delicado y no desconfiando del hombre,
se deja matar, sin tratar siquiera de remontar su tranqui-
lo y corto vuelo para escapar al cazador. En verdad, que es
una maldad disparar la escopeta sobre tan simpática aveci-
cilla, que, por otra parte, no paga el valor del tiro!...
No obstante ser su carne un manjar exquisito, solamen-
te á un principiante se le puede perdonar el pasar su tiempo
cazando tojosas.
Sedentaria. Aliméntase de íruticas y semillas. Anida en
los árboles durante la primavera poniendo dos huevos pe-
queños y blancos. Su canto es un arrullo, que termina con
la sílaba hup, y que guarda cierto parecido con el de la tór-
tola.
El plumaje de latojosaesgrisTpardusco, salpicado de azul
turquí en las alas; cola negra, larga y levantada; pecho,
«uello y cabeza matizados de negro, en forma de escamas,
sobre fondo rosado en el macho, y ceniciento en la hembra;
-^. 115 ':^~
pico rosado, bordeado de negro; tarsos acarminados; iris
rojizo.
Longitud total: 0,°'179; brazas, 0,™275; colaO,"'061.
Las dimensiones son un poco más reducidas para la
hembra.

D.—TREPADORAS.

15.—GABPINTERO REAL (Campephilus Bairdii, Gassinj.

Muy escaso actualmente en la Isla, aunque en otro tiempo


abundara en ella bastante. Suele aun encontrársele en los
bosques de Vuelta-Abajo y de la provincia de Santiago de
Cuba.
Gomo todas las especies de la familia de los picos, á que
pertenece, así como las demás aves que se conocen en Cuba
con el nombre de Carpinteros, busca su alimento, consis-
tente en insectos y sus larvas (rara vez frutas ó semillas),
atacando con su largo y robusto pico la corteza de los ár-
boles enfermos ó muertos, hasta abrir un agujero, por
donde introduce su lengua larga y espinosa. Durante este
trabajo, se agarra al árbol con los pies, apoyando también
la cola en él. De este modo, y con suma facilidad, da la
vuelta al tronco, cuando le parece, conservando su cuerpo
siempre en una posición casi vertical.
La voz de esta ave es unísona y un poco apagada. El
vuelo lo efectúa en ondulaciones, plegando las alas contra
el cuerpo y tomando nueva arrancada al abrirlas otra vez.
Es sedentaria y monógama, anidando en la primavera.
Plumaje negro, con reflejos violáceos; moño de un car-
mín brillante en el macho, de cuyo adorno carece la cabeza
de la hembra; desde la parte inferior del ojo hasta el pecho
una raya blanca; remeras primarias negras y las secunda-
--¥. 116 th~
rias blancas; las demás blancas también en su extremo;
pico blanco; tarsos gris oscuro; iris amarillo.
Longitud total: 0,'n483; brazas O.^SOO; cola 0,^060, cuyas
dimensiones, en la hembra, son algo menores.
La carne de todos los carpinteros, en general, si bien no
repugna al paladar, es muy dura y no merece la predilec-
ción de los discípulos de Lúculo. Únicamente desollando
el ave, antes de cocerla, se consigue ablandarla algún
tanto.
La caza del carpintero de que nos ocupamos y de las de-
más especies de su' familia no ofrece nada de particular,
pues es cosa muy sencilla matarla al vuelo y más todavía
estando picoteando, según acostumbra, el tronco de los ár-
boles, donde espera tranquilamente al cazador, sin asus-
tarse ni tratar de huir hasta que lo tiene muy cerca.

16.—CARPINTERO AMERICANO {Sphyrapicu& varius, Linn.).

De paso anual y no anida en Cuba. Llega en otoño, pro-


cedente de la América Septentrional, á donde regresa á la
entrada de la primavera. Come fruticas é insectos, y es
poco asustadiza.
Plumaje de un color verdoso amarillento y moño encar-
nado. Canto expresado por las sílabas yi-l. Vuelo corto y
veloz. Carne dura, aunque no mala.

t7.—CARPINTERO VERDE (Cloronerpes percussus, Temm.).

También llamado carpintero tajá, á causa de estar for


mado su canto por la repetición de estas dos sílabas, y por
las de roán, con cuyo nombre se le designa igualmente en
algunos puntos de la Isla.
Costumbres y régimen como los anteriores. Construye
- ^ 117 - ^
su nido en el hueco que abre con el pico en el tronco de
un árbol, depositando en él, hacia el mes de Abril ó Mayo,
3 ó 4 huevos blancos y muy puntiagudos por un extremo.
Cabeza y cuello cenicientos; moño encarnado, de cuyo
color tiene una mancha en la garganta, la parte superior
de la cual, inmediata al pico, es negra; una raya negra
delgada va del ojo hasta el hombro; espalda verdoso-ceni-
cienta; rabadilla, vientre y pecho amarillos, este último ra-
yado de negro; remeras morenas, manchadas de blanco por
dentro y de verde por fuera; timoneles grises con rayas más
oscuras; pico moreno; pies aplomados; ojos pardo-rojizos.
La hembra no tiene el vértice encarnado, sino negro, y
el joven carece de la mancha de dicho color que ostenta la
garganta del adulto.

18.—CARPINTERO JABADO (Centurus supercüiat'is, Temm.).

Propio de la Isla de Cuba, dónde abunda mucho, y en


sus costumbres y régimen alimenticio apenas difiere de las
especies antes descritas. Muy sociable, se le encuentra hasta
en los bateyes de las fincas. Su canto, fuerte y unísono,
está expresado por la sílaba rúu... prolongada, y repetida
á intervalos, sobre todo cuando el ave se halla trabajando
en agujerear con su pico la corteza de un árbol, ora sea
para buscar los insectos y comérselos, ora para disponer
allí su nido, en el cual, á principios de Marzo, pone 5 ó 6
huevos blancos y oblongos.
El plumaje del carpintero jabado es como sigue: moño
y ventanas de la nariz encarnadas; mejillas y garganta
amarillentas; pecho del mismo color, algo más oscuro; una
mancha negra detrás de los ojos; lomo fajado de blanco y
moreno en cada pluma, cuya punta es verdosa; las cobijas
de la cola tienen varias rayas que forman ángulo sobre el
mástil, hacia la punta de la pluma; remeras negras, con
—« 118 •*-
las barbas interiores blancas y las exteriores con dos man-
chas, una mayor que otra, de igual color; en el vientre, las
plumas son acarminadas en su extremo; pies aplomados;
pico negro; iris rojo.
La hembra no se diferencia del macho sino en su menor
tamaño y en que el moño está limitado á la nuca; y el jo-
ven, del adulto, en que sus colores no son tan pronuncia-
dos ni vistosos.
Longitud total: 0,m320; brazas 0,'n470; cola 0,^110.

19. —GARPiNTEno ESCAPULARIO (Colaptes


chrysocaulosus, Gundl.).

No abunda mucho y vive ordinariamente en los bosques


espesos. Régimen alimenticio y modo de anidar, como la
precedente. Pone, en la primavera, 4 ó 6 huevos blancos.
Su canto está expresado por la sílaba pie, repetida muchas
veces.
Tiene la cabeza, el lomo, y las cobijas de las alas pardo-
cenicientos, algo azulado en la frente y vértice; éste con
una faja encarnada formando ángulo, con la abertura hacia
delante; en forma de bigote, una lista negra en la cara del
macho; pecho amarillento pardo, con una mancha negra
semilunar; vientre más claro salpicado de pintas negras
circulares; el lomo, cobijas de las alas y rabadilla, con fa-
jas negras también; parte inferior de la cola amarilla con
punta negra y lo mismo la interior de las alas, pero tirando
en éstas á ceniciento el color amarillo; timoneles morenas
con el extremo negro; cobijas de la cola blancas con fajas
negras; pico negro con la base azulada; pies gris-verdosos;
iris avellanado.
Longitud total: Oj'aaaO; brazas 0,'n480; cola 0,^115. Esta
ave es propia de Cuba, pero en los Estados-Unidos existe
una especie muy parecida.
^. 119

20—CARPINTERO CHURHOSO {Colaptes Ferhandinoe. Vig.).

También es ave propia de la Isla de Cuba. Habita con


preferencia los terrenos en que hay depresiones, y su nom-
bre lo debe á tener casi siempre las plumas manchadas del
fango que forma el rocío en los campos, á dónde acostum-
bra buscar su alimento, revolviendo la tierra con el pico.
En su canto se parece al carpintero jabado, pero emitido
en tono más grave y ronco. Rara vez se le encuentra en los
bosques, si bien anida en el hueco de los árboles, poniendo
4 ó 3 huevos blancos hacía el mes de Marzo, sin preparar-
les otro lecho que el polvo desprendido de la madera, lo
mismo exactamente que hacen las demás especies de car-,
pinteros antes descritas.
El plumaje es de color amarillento-bermejo por la cabeza
y mejillas, y en aquélla cada pluma tiene una lista negra;^
garganta blanca, con listas negras; lomo moreno fajado de
amarillo blancuzco; pecho y vientre de este último color
con fajas morenas; cola pardusca; una linea negra, formando
bigote en el macho, como la especie anterior, cuya línea es
cenicienta en la hembra; pico moreno; tarsos aplomados;
ojos pardos.
Longitud total: 0,^342; brazas 0,^490; cola 0,Mlf).
Se caza como las demás aves de la familia á que pertene-
ce; es decir, al vuelo, ó posado en los árboles, pues no des-
confía del hombre.

21.—ARRIEUO {Saurolhera Merlinl, Orbigny).

El arriero, al que en la parte oriental de la Isla llaman


guacaica, es una ave de la familia de los cucos, propia igual-
mente de Cuba, sedentaria y bastante abundante, sobre
todo en los bosques y malezas que rodean á éstos. Cuando
—^ 120 •«—
busca su comida, consistente en insectos, reptiles y ratones
pequeños, suele descender á tierra; pero lo más común es
verle encaramado en las ramas de los árboles, corriendo
sobre ellas ó trepando de una en otra, y moviendo de arriba
abajo su larga cola, con las alas colgando.
Su canto, tac-ó, ha motivado el nombre trivial de arriero
que se le da, y también el de taco conque lo han bautizado
en algunos pueblos del Este de la Isla. De noche, y á largos
intervalos, despide una especie de gorjeo, lo cual ha dado
margen á la creencia, entre las gentes de los campos, de
que el arriero, como su congénere el cuco europeo, canta
las horas nocturnas. En cuanto al nombre de guacaica, se
debe también al grito prolongado que á veces lanza esta
ave y que se oye á bastante distancia.
La carne del arriero tiene un olor especial, que repugna
á algunas personas, no obstante existir la preocupación, en
el país, de que posee la virtud de abrir el apetito á los des-
ganados.
Es muy fácil matar esta ave, no tan solamente porque
espera al cazador cuando se halla posada, cuanto porque
su vuelo es tardo, recto y de corta duración.
Para anidar, lo cual tiene lugar en la primavera y rara
vez en otoño, escoge una mata baja, un arbusto, ó bien al-
gún hueco de los que forman los bejucos, en los bosques >
al enredarse á los árboles corpulentos. Allí, sobre un lecho
de hojas secas, deposita 3 huevos blancos y lustrosos, algo
mayores que los de paloma torcaz.
El plumaje del arriero es pardo-olivado, con reflejos me-
tálicos, por la parte superior; vientre y muslos bermejos y
lo mismo el pecho y garganta, pero éstos tirando á ceni-
ciento; timoneles con una mancha negra y otra blanca en
la punta, y todas grises por la parte interna; pico córneo,
bastante blanco y largo; tarsos aplomados; contorno del
ojo rojo y ojos avellanados.
La hembra es algo mayor que el macho, y tiene el plu-
—« 121 i*—
maje más vivo, aunque semejante en color. Sus dimensio-
nes son:
Longilud total: 0,m574; brazas 0,n»531; cola 0,m322.
El joven carece de reflejos metálicos en las plumas y és-
tas son más deslucidas en sus colores.
El naturalista Mr. Gundlach ha dado á conocer un caso
de albinismo en esta especie.

22.—ARRIERO CHICO Ó PRIMAVERA (Coccyzus americanus,


Linn.)

Muy rara en la actualidad; tan sólo en el departamento


Oriental se encuentran algunos ejemplares de esta especie
y muy pocas veces en las cercanías de la Ciénaga de Za-
pata y en la Isla de'Pinos. En el resto de la Isla apenas es
conocida.
Habita en las espesuras de los montes, á donde la atrae
su genio arisco, nutriéndose de insectos, caracoles, fruti-
cas y huevos de pajarillos. Vuela con rapidez y su canto lo
expresa con un ronquido terminado en la sílaba cau.
Construye su nido de hojas secas, de Mayo á Julio, sobre
las ramas de los arbustos, poniendo 4 ó 3 huevos verdo-
sos.
Su plumaje es bastante parecido al del arriero común
con la diferencia de tener la garganta y partes inferiores
más blanquecinas y la barba interior de las timoneles blan-
ca; el pico es negro, con la base amarilla en la mandíbula
inferior, y el contorno del ojo anaranjado. La hembra es
también, en esta especie, mayor que el macho y mide:
Longitud total: 0"',300; brazas, 0«',415; cola, 0'°,143.
Se conocen otras dos variedades, sin nombre vulgar dis-
tintivo: la una es el coccyxus erythrophthalmus (Wils), cu-
yo vértice es azulado, la cara cenicienta, el pico moreno
con base inferior azulosa, los ojos pardos y su contorno rojo
- ^ 122 =«—
encendido; y la otra el coccyzus minor (Gmel.), bastante
más pequeño y de color más claro por el lomo; cabeza ce-
nicienta con una lista negra del ojo al oído; pico amarillo
en la base de la mandíbula inferior, ojos pardos, pies ceni-
ciento-verdosos, y párpados anaranjados.
Ambas variedades son sumamente raras, por lo que no
damos más detalles acerca de ellas, tanto más cuanto que
se desconocen sus costumbres.

23.—JUDÍO {Crotophaga ani, Linn.).

Sedentario y muy común en toda la Isla, encontrándose-


le reunido en bandadas pequeñas lo mismo en la manigua
alta que en arboledas y platanales. Duermen unidos unos
á otros y son tan sociables entre sí que á veces un mismo
nido sirve para varias hembras. Guando advierte alguno de
ellos la proximidad del cazador, lanza un grito que pone
en fuga á toda la bandada. Sin embargo, yendo á caballo
es fácil acercarse á estas aves. Su voz está compuesta de las
sílabas jM-dí-o, repetidas cierto número de veces, y á esto
es debido el nombre vulgar con que se distingue á esta es-
pecie. Trepa, dando saltos, hasta las ramas más elevadas
de los árboles, y cuando vuela, lo hace muy lentamente,
dando algunos aletazos seguidos, y continuando después
un corto rato con las alas desplegadas y sin movimiento;
así que, su caza no ofrece dificultad, siempre que se logre
tenerle á tiro.
Su régimen alimenticio es el del arriero; pero suele co-
mer garrapatas, que arranca á los bueyes, sobre los que se
posa, al efecto; habiendo también quien asegure haber-
le visto picoteando la carne corrompida de las reses muer-
tas.
A pesar de esto, hay multitud de personas que saborean
con gusto la negra carne del judío, suponiendo, que, como
—^ 123 ^.*—
la del arriero, es muy apropósito para despertar el apetito,
sobre todo á los convalecientes.
Anida en los árboles de follaje espeso y en las cañas bra-
vas, poniendo, de Abril á Octubre, 4 ó 6 huevos de un azul
verdoso, en la cascara, la cual se halla siempre recubierta
de una capa blanca, formada por una sustancia calcárea.
El plumaje del judío es de un negro intenso con reflejos
violáceos en la cabeza y cuello, y verdosos en el lomo, co-
bijas y pecho. Pico córneo ó negro, formando una cresta ó
curva afilada en la parte superior; ojos pardos y tarsos ne-
gros. El joven no tiene visos en las plumas, ni enarcado el
pico.
Longitud total: 0™,380; brazas 0ra,456; cola, 0^,188.
Aunque muy raro, se encuentra algún individuo, de esta
especie, albino ó salpicado de blanco su plumaje.

24. - GoTORBA (Chr¡/sotis leucocephalus, Linn.)-

Sedentaria y muy conocida en Cuba, dónde se cria do-


méstica en jaulas, como los loros, aprendiendo, cual éstos,
á pronunciar palabras, cantos y oraciones. Por lo tanto,
omitiremos su descripción.
Los lugares más frecuentados por las cotorras son los
bosques frondosos y terrenos húmedos, y se alimenta de
semillas, frutas y hojas tiernas. Viven en bandadas, y si un
individuo de ella ha sido herido, los demás le rodean, como
para enterarse de la causa de aquel accidente. Por esta ra-
zón, por los gritos penetrantes que dejan oir desde lejos,
por la lentitud con que vuelan, y por la afición que mues-
tran á posarse en las flechas de las palmas, es sumamente
fácil á un cazador llenar en breve tiempo de cotorras su
morral.
Sin embargo, la carne de esta ave no es buena, sino cuan-
do joven, habiendo necesidad de desollar las cotorras adul-
tas para conseguir que se ablanden por la cocción.
La longitud total es: 0,'»340; brazas0^,650; cola 0'n,110..
Desde Abril á Julio anida en el tronco de los árboles y
pone dos ó tres huevos blancos y lustrosos.

E.—PÁJAROS.
25.—ZORZAL REAL (Mimocichla rubripes, Teium.).

Propio de Cuba y muy común en montes bajos y mani-


guas de alguna extensión. Su voz se oye á bastante distan-
cia, y se expresa por la sílaba chuá, repetida varias veces
consecutivas, y prolongada en la última.
Ordinariamente, se ve á esta pequeña ave revolviendo
con el pico las hojas caídas en el suelo, y llevando la cola
levantada. Guando se posa en los árboles se mueve conti-
nuamente, agitando las alas, subiendo y bajando la cola y
corriendo sobre las ramas.
Su alimento consiste en fruticas, insectos y semillas. El
vuelo, aunque rápido, es de corta duración. Anida de Abril
á Junio sobre las ramas de los grandes árboles ó palmeras,
depositando sobre un lecho de hojas secas, lana y plumas,
de 3 á 5 huevos de un color blanco verdoso, salpicados de
manchitas opacas, morado-claras ó parduscas.
La carne del Zorzal real (al que también los campesinos
llaman zorzal de patas coloradas), es excelente y abundan-
te con relación al tamaño del ave, y se halla en otoño cu-
bierta de una espesa capa de grasa, lo que la hace muy sus-
tanciosa.
El plumaje es gris pizarroso por las partes superiores y
azulado por las inferiores; garganta blanca bordada de ne-
gro; vientre y muslos color canela; remeras y timoneles ne
gras en la punta; estas últimas con una íaja blanca; ojos
pardos; contorno del ojo, pico y tarsos encarnados rojizos.
—*; 125 •«—
En el departamento Oriental existe otra especie, sin nom-
bre vulgar (la Mimocichla sc/iísíoceo-Baird) que se diferen-
cia de la anterior en tener el vientre y muslos blancos, si
bien es muy escaso el número de sus individuos, razón por
la cual no la conocen mucho los cazadores, confundiéndola
con la otra más común.

26.—ZORZAL GATO {Galeoscoptes carolinensis, Linn ).

De paso anual, permaneciendo en la Isla desde Octubre


hasta Abril. Su canto, al que debe su nombre, se parece al
maullido de un gato pequeño, pero si se cree amenazado de
algún peligro, lanza un grito prolongado y lastimero, mo-
viendo entonces las alas y la cola con un temblor constante,
que indica el sobresalto de que se halla poseído.
Este Zorzal, en su régimen y costumbres, se parece mu-
cho al anterior, habitando igualmente los sitios cubiertos
de manigua y las arboledas solitarias.
El plumaje es apizarrado, más claro por el pecho y vien-
tre, con las alas y cola negras. De este último color son
también el pico y los pies.
Carne buena, aunque poca, pues el tamaño del zorzal ga-
to es bastante menor que el de la especie precedente.

27.—TORDO {Turdus mustelinus, Gm.).

Esta especie y otras cuatro, sin nombre propio vulgar (el


Turdus migratorius, Linn. el Turdus alicim, Baird, el Tur-
dus fuscenses, Steph y el Planestiscus migi'atorius, Linn.)
llegan algunos años á Cuba, procedentes del continente
americano; pero bien sea por lo poco frecuentes que son
sus visitas, bien por ser muy contados los individuos de
ellos que arriban anualmente á las playas de la Antilla, lo
cierto es que los tordos son apenas conocidos de los caza-
--^ 126 su-
dores cubanos, encontrándose rara vez alguno que otro
ejemplar en los mercados de la Habana, durante los meses
de invierno.
Si hacemos aquí mención de tales aves, es únicamente
con el fin de llamar sobre ellas la atención de los aficiona-
dos, por si alguna vez las encuentran durante sus excur-
siones cinegéticas por los campos de la Isla.

28.—SABANERO {Slurnella hippocrepis, Wagl.).

Propio de la Isla de Cuba, siendo muy abundante en sá-


banas, cubiertas de espartillo, también en los guayabares y
potreros de terreno bajo y seco. Generalmente anda, en pa-
rejas, por el suelo, buscando su alimento, que se compone
de semillas, insectos y fruticas, llevando entonces la cola
muy abierta. Otras veces se posa sobre una piedra, cercado
ó rama alta de algún arbusto, y allí entona su agradable
canto, en el cual se distinguen varias notas cadenciosas
mezcladas con una especie de chirrido.
Su vuelo es corto, tardo, bajo y en línea recta, y cuando
está posado se deja acercar lo bastante para matarlo de un
tiro. Por eso la caza de esta ave es muy poco difícil y á ella
se dedican con ardor los principiantes.
La carne del Sabanero es blanca, abundante y de buen
sabor.
Pone en la primavera 4 ó 3 huevos blancos, matizados de
ceniciento y pardo, acomodando la hembra su nido en el
suelo, al pié de algún arbusto'ó entre las yerbas, sobre ho-
jas secas y espartillos.
Las partes superiores de esta ave son parduscas, salpica-
da y rayada cada pluma de un blanco-amarillento; gargan-
ta y pecho amarillos; un collar negro en forma de herradura;
cola corta con una faja blanca; pico cónico y de color de
cuerno; ojos pardos y pies ceniciento-pajizos.
~¥. 127 •*—
Longitud total: 0,^245; brazas O.^aaS; cola, O», 0'057.
Aunque clasificado el sabanero entrfe las especies que
componen la familia de los estorninos (sturnus), más se
asemeja á las codornices en su régimen, costumbres y vue-
lo. Así que, no falta quién pretenda que esta ave debiera
llamarse codorniz cubana, sin cometer por ello un grave
error ornitológico, tanto más cuanto que la especie que lle-
va el nombre de codorniz (Ortyx cubanensis) en la Isla, per-
tenece á la familia de los colines americanos, entre los cua-
les convendría verla figurar en los catálogos publicados por
los naturalistas que han hecho estudios sobre la fauna de
nuestro país.
Por nuestra parte, no considerando nuestro voto de im-
portancia en la materia, nos abstenemos de emitirlo, ma-
yormente cuando en nada podría influir en las decisiones
ulteriores de los sabios, respecto á la clasificación del saba-
nero y de la codorniz de Cuba, si este asunto llegara algún
diá á ser motivo de controversia.

28.—PiTiRRE ABEJERO (Melittarchus griseus, Vieill).

De paso anual, llega en la primavera y se aleja en otoño.


El nombre vulgar con que se le distingue, lo debe á su can-
to, compuesto de las sílabas pi-ti-rre, repetidas de rato en
rato. Algunos naturalistas le llaman tirano, por su carác-
ter reñidor, que le impulsa á atacar á otras aves, muchas
de ellas bastante más corpulentas, como el aura tinosa, á la
que persigue con encarnizamiento, obligándola á ponerse en
fuga.
El alimento de este pitirre lo constituyen las abejas, cau-
sando, por tanto, mucho daño á los colmenares; también
come insectos, lagartijas, fruticas y pichones de pajaritos.
Se le caza con preferencia á las demás especies de su fa-
milia que se encuentran en Cuba, no sólo por ser más ere-
—^ 128 ih-
cido y tener una carne más apetitosa, sino igualmente por
los perjuicios que ocasiona á la apicultura. Como ordina-
riamente se posan en los árboles desprovistos de hojas, des-
de dónde acechan su presa, revoloteando á veces cerca de
tierra para en seguida volver á su puesto, y como no se es-
pantan ni huyen á la proximidad de la gente, cuesta poco
trabajo matar estas pequeñas aves, cuando se tropieza con
ellas.
A su llegada á la Isla, los pitirres abejeros se aparean, ani-
dando desde esa época hasta fines de Julio; la hembra pone
sus huevos, que son rojizo-blancos con pequeñas manchas
violadas y morenas, en un nido de hojas secas y ramitas,
groseramente formado sobre un árbol poco elevado. Hacia
el mes de Agosto estas aves se congregan en grandes ban-
dadas, para emprender su viaje de retirada de la Isla.
El color general del plumaje, del pitirre abejero, es el gris
apizarrado por la parte superior y blanco por la inferior del
cuerpo; sobre la cabeza tiene un moño negro con una man-
cha anaranjada hacia el vértice; una escotadura en las re-
meras, que son morenas ó negruzcas; pico y pies negros;
ojos pardos.
Las demás especies de pitirres, que se conocen en Cuba,
son muy pequeñas ó su carne vale poco, por cuyo motivo
no merecen el honor de un disparo, ni que aquí nos ocupe-
mos de ellas.

30.—MARTÍN PESCADOR {Ceryle alcyon, Lina.).

De paso: llega en Setiembre, procedente del Norte del


Continente americano y se va de la Isla en la primavera,
para ir á anidar á paises menos cálidos. Frecuenta las la-
gunas y ríos de poco fondo, donde haya pececitos, de los
cuales se alimenta, acechándolos desde una rama ó piedra
que sobresalga del agua y apoderándose de ellos al vuelo ó
--^. 129 i^—
zambullendo. Para tragar los peces, los loma, con el pico,
por la cabeza. Es ave sumamente arisca, y levanta el vuelo
en cuanto vislumbra desde lejos al cazador ó su perro; así
((ue, para matarla, hay que tratar de acercarse á ella ocul,
tándose bien, sin hacer ruido, por ningún estilo; de lo con-
trario, se la espantará antes de tenerla á tiro y en vano será
ya intentar su persecución, pues siempre le tomará la de-
lantera al cazador, aunque su vuelo corto, pero rápido, no
la conduzca, en cada huida, á una distancia tal, que se la
llegue á perder de vista.
El canto del Martin pescador es una especie de chirrido
seco y fuerte. Su carne sabe á marisco y conviene desollar
el ave para comerla.
Su plumaje es azul claro por la espalda y parte superior
(le la cola, con hermosos cambiantes violáceos; en las alas
el azul se mezcla con el verde; sobre la cabeza ostenta un
pequeño moño, parecido al delpitirre, y de ahí el nombre
áepitirrede manglar ó fiaatíbcrft, con ([ue suelen distin-
guirle los guajiros y cazadores del campo: las remeras es-
tán rayadas y punteadas de blanco y moreno; la parte de-
lantera del cuello y el vientre son marrón purpúreo; pico
negro; ojos pardos; pies rojizos.
Longitud total: O.^ITOá O.^ISO.
El Martin pescador es conocido, en algunos países de
Europa, con el nombre de Alción.

;il.—M.wiTO'iAgelaiuíi humeralis. yigom.) •

Esta especie y las dos siguientes, aunque muy pequeñas,


son bastante estimadas por su carne tierna y delicada: pero
sólo á un principiante ó á un cazador de oficio (a(|uél por
ejercitarse y éste por afán de lucro) le es tolerable que dis-
pare su arma contra tan fácil caza.
El Mayito es propio de Cuba, vive en bandadas durante
9
el invierno, y se le encuentra dónde quiera haya frutas, ár-
boles en llor, campos de millo ó arrozales. Su canto, que
entonan en coro todos los individuos de una bandada, es
suave y variado; pero cesa de pronto á la menor sospecha
de peligro, pasado el cual vuelve á empezar de nuevo.
Pone la hembra, en Abril ó Mayo, 4 huevos blancos, sal-
picados de verdoso y pardusco, eligiendo un árbol frondoso
para establecer en él su nido.
El plumaje es negro lustroso (más apagado en la hem-
bra); cobijas pequeñas bennejo-anaranjadas y blanqueci-
nas las mayores; ojos pardos; pico y pies negros.
Longitud total: O.^aOO á 0,™20ü.
El joven tiene un viso ceniciento sobre el color negro del
plumaje, que carece de brillo.

;-i¿.—SoLiiiio {Xanthonius hy¡iomKlas, Bon.).

Se suele confundir á este pájaro con el anterior, al cual


se parece en su régimen y costumbres, siendo, si cabe, to-
davía más sociable, pues rara es la finca de Cuba en cuyo
batey no se escuche el incesante y dulce canto de [os .soli-
bios.
.Vnida desde tines de Eebrero, y construye su nido co-
siendo ó entrelazando las hojas de las palmas ó de las ma-
tas dé plátano, de manera á formar una especie de hamaca
sostenida por la penca correspondiente, que le sii-ve, á la
vez. al ave, de techo contra la lluvia y de defensa contra
los enemigos.
La descripción del plumaje, así del macho como de la
hembra, es la siguiente: color general, negro; cobijas del
ala, rabadilla, piernas y borde de las tapadas de la cola,
amarillas: pico negro, con la base azulada; ojos pardos;
tarsos aplomados. Longitud total: 0,ra215 á 0,™216.
El joven es olivado-verdoso con la garganta y frente ne-
--^; 131 '^r~
gras: remeras y timoneles morenas. Se ven jiivenes ani-
dando con este plumaje.

;¡M.—CHAMBERGO {Dolichony.c orr/zinorits, Linn.).

De paso. Arriba por bandadas en otoño, procedente del


Norte, permaneciendo pocos días en (hiba, para seguir ha-
cia el Sur, de dónde regresa, tambiéu de paso, hacia el
mes de Mayo.
Establece sus puntos de etapa, si así podemos llauíar á
los lugares que frecuenta mientras está en la Isla, en cié-
nagas, arrozales y terrenos húmedoS.
A su vuelta, en primavera, los machos andan separados
de las hembras.
Canta liontto (conu) dicen los guajiros), y su carne es ex-
celente.

II.

AVES DE ['ANTAÑO Y ACUÁTKIAS.

K.-ZANCUDAS

I —GRULLA. (/j/'!/s canadensh, Linn.i.

Especie sedentaria y común en sabanas extensas y cié-


nagas. Las grullas viven reunidas en familias, y también,
aunque rara vez, en numerosas bandadas, y son muy aris-
cas. Su alimento, que consiste en insectos, pequeños repti-
les, caracoles, pollos de pájaros, semillas y yerbas, lo bus-
can, durante el día, en los terrenos húmedos, retirándose,
al llegar la noche, á lugares secos, d(>nde se acomodan para
—)i 132 S - -
dormir, con la cabeza bajo las plumas del ala y un pié en-
cogido, todos Jos individuos.
El oído y la vista de estas aves son excelentes; así es que
se considera empresa dificultosa acercarse á ellas, sin que
el cazador deje de ser descubierto desde lejos y la bandada
tenga tiempo de ponerse en salvo.
El vuelo de la grulla es en línea recta, y se efectúa por
aletazos pausados, llevando, el ave, el cuello y las piernas
extendidas. Para emprenderlo, el ave corre antes algunos
pasos. Cuando vuelan en bandada muchos individuos de
esta especie, forman en el aire un ángulo, cuyo vértice se
dirige hacia adelante. De rato en rato, lanzan un grito
agudo, que es mucho más prolongado y fuerte (pues se es-
cucha á veces á 2 kilómetros de distancia), en caso de
alarma en la bandada, á la que sirve este grito de señal
para emprender en seguida el vuelo. En otras circunstan-
cias, sobre todo estando el ave en reposo, produce con la
garganta una especie de gruñido, expresado por las sílabas
¡jrH-ijrit.
Anida esta especie, por Marzo ó Abril, haciendo el nido
junto á un arbusto ó entre la yerba elevada, dónde la hem-
bra pone 2 huevos ceniciento-verdosos, con pintas ro-
jizas.
La carne de la grulla es blanca y abundante, pues hay
algunas que llegan á pesar hasta 8 kilos y aún más.
Para cazar esta ave es menester proceder con mucha cau-
tela al aproximarse á ella, á fin de no ser descubierto el ca-
zador antes de estar á tiro. Es preferible ocultarse en una
choza de ramaje, cerca del sitio en que se sabe está la ban-
dada, y esperar allí á que pasen las grullas, para tirarlas
al vuelo, á cuyo fin otro cazador, dando un rodeo, para no
ser visto por estas aves antes de tiempo, tratará de levan-
tarlas, dirigiéndose hacia la bandada por el lado opuesto al
en que se halla establecida la choza del compañero.
La grulla herida en el ala corre mucho, y, ai verse alean-
-^. 133 '-^
zada, se deliende valientemente á picotazos. Sin embargo,
se domestica fácilmente, cojiéndola pequeña.
El plumaje, así en el macho como en la hembra, es ce-
niciento-pardusco por encima y ceniciento-claro por deba-
jo; garganta y mejillas blancas; frente y vértice de color
carmín vivo; las remeras son morenas con el mástil blanco;
pico moreno en la parte superior y pajizo en la inferior;
tarsos negros; ojos anaranjados.
Longitud total: I.^^OSS; brazas l,>n97().

2. —GAHCILOTK CENICIENTO (Arden Herodias, Linn.).

También sedentaria, y abundante en la Isla, especial-


mente en las ciénagas y terrenos húmedos, alimentándose
de reptiles pequeños, pececillos, polluelos de pájaros y ra-
tones de campo.
Para dormir, buscan las ramas de los árboles secos, in-
mediatos á alguna laguna, ó situados en cayos poco distan-
tantes de la costa, no variando de dormitorio sino en caso
de persecución.
Esta ave es muy arisca y vigilante y su caza se lleva á
cabo, ordinariamente, al jicecho en sus dormitorios, si
bien su carne tiene muy poca aceptación.
Vuela lentamente, llevando el cuello recogido, y su voz es
un graznido penetrante.
Cuando está herida ó sujeta, se deliende con el pico.
Anida de Setiembre á Enero, poniendo 2 6 3 huevos de
un azul blanquecino, y el nido lo construye sobre las ra-
mas de los árboles, con ramitas y yerbas secas.
El plumaje de la especie que nos ocupa es aplomado
claro por la parte superior; frente y garganta blancas; cue-
llo purpúreo pardo por la parte anterior, con manchas
blancas, negras y bermejas en una sola línea; pecho con
dos borlas de pluma negra y cubierto de otras plumas del-
- ^ t3í le-
gadas de color (;eniciento, con barba interior de un acidado
purpúreo; en la cabeza dos plumas blancas muy estrechas,
de unos doce centímetros de longitud, y que caen hacia
atrás; tapadas de la cola blancas, con algunas pintas ne-
gras; vientre negro; pico amarillo y por encima moreno;
mejillas verdes y sin plumas; pies olivados; iris amarillo.
Longitud total: l.^SIS; brazas ^mS-'M; cola 0,n>18;i.

:!.—GARCH.OTE BLANCO {Auduhonin occidentalis, Aurl.).

Sedentaria y poco común, á no ser en cayos y ciénagas.


liégimen alimenticio, como el de la especie anterior; suele
anidar en los mangles.
Es enteramente blanco; plumas del lomo, cuello y verti-
<;e, algo largas, acabando en punta; cara desnuda verdosa,
y azulada junto al ojo; pico pardo-amarillento; pies oliva-
do-pardos; iris amarillo.
Longitud letal: \,^2W: brazas I,"'701; cola O.n'ltii.

1.—GARZÓN \Herodius EgrcKa, Gmel.).

Algunos llaman (iurcilots á esta especie, (confundiéndola


e(piivoca(lainente con la anterior.
Sedentaria, y muy sociable, pues se encuentran á me-
nudo, en los lugares que frecuenta, centenares de garzones
reunidos. Común en ciénagas y cayos, manteniéndose de
inse(;tos, peces, reptiles y crustáceos. Cuando comen jun-
tos los individuos de una bandada, están en continuo mo-
vimiento, volando de un lugar para otro, alternativamen-
te, sin adelantar mucho terreno.
Su vuelo es semejante al del garcilote, y su voz un graz-
nido gutural que se escucha á bastante distancia. Anida
desde Marzo, (^n compañía con otras aves de su especie, so-
bre laí< lanias de los árboles, ypone2(»;$ liuevos de un ver-
de azulado. Poco antes de esa época le ci'cceu exti'aordina-
riamente las plumas del lomo y dan principio los condjates,
entre ios machos, por la posesión de las hembras.
Se caza como las especies precedentes; pero su carne va-
le poco.
Plumaje completamente blanco: las plumas del pecho y
del lomo, largas y finas; carece de penacho ó moño; cara
desnuda amarilla, y verdosa junto al ojo; pico amarillo;
tarsos negros; iris pajizo.
Longitud total, [.'»0M: hrazas. t.'".")!)!); cola 0."'I7"2.

.").-(T.vnzoTA [D/'mii;i)rt'llii l'eiilii. Roa.).

Sedentaria y uiás común en los cayos y manglares ijue


en otras partes de la Isla. En su régimen, costumbres, vue-
lo y manera de anidar, en nada difiere de las especies an-
tes descritas. Los campesinos suelen distinguirla cou el
nombre específico vulgar de tjarza.
El plumaje es blanco, tirando á amarillento; pico negro
con la punta de color lila claro; cara desnuda, también de
este último color; pies azulados y parduscos; iris pajizo.
Las plumas del cuello y cabeza son largas y se unen por la
punta.
Longitud total. ().™7I0; brazas. l,™181; cola (),"1iO.

li.—GARZA ROJA [DemiegrciUt ni/a,, Hodd.).

Ksta especie es bastante escasa en Cuba.


El plumaje es aplomado por el lomo y las alas, l'errugi-
imso en el cuello y cabeza, y ceniciento en el pecho y vien-
tre; cara desnuda lila-rojiza; pico de este mismo color en
la base y negro en la punta; pies azules, negruzcos sobre
los dedos; iris pajizo.
Longitud total, 0,"i70(); brazas, I,'"190; cola Ü.^IIS.
136

7.—GAIIZI DE CUELLO ROJO {DemiefjrcUa ruficoUis, Gosse.)-

Sedentaria y suele encontrarse en ciénagas, cayos y la-


gunas. Régimen y costumbres, los comunes á la familia á
que pertenece esta especie.
Es poco arisca, y cuando, asustada, levanta el vuelo, que
es rápido, vá á posarse á corta distancia, bien sea en el sue-
lo, bien en los árboles. Si una de estas garzas es herida,
llama con sus gritos á las demás de la bandada, que acuden
en seguida, revoloteando en torno suyo.
Anida en los árboles, desde la primavera al otoño, reu-
niéndose varias parejas, con este fin, y pone 3 huevos de co-
lor azulado-verdoso.
Su caza se hace al acecho, siendo buena la carne de esta
especie, sobre todo la de los individuos jóvenes.
El plumaje es azul-purpúreo claro por encima; en la ca-
beza un moño; en la garganta una línea que recorre el cuello
hacia abajo; pecho y vientre blanco; cuello por delante y
en su base rojizo-purpúreo; pico amarillento, con la base
rosada y la punta morena; cara rojiza blanca y desnuda;
pies cenicientos amarillosos; ojos pálidos al interior, y ro-
sados al exterior.
Longitud total, 0.^670; brazas, 0,'»981; cola 0,^090.

8.—GARZA HLANCA (Garzclta candidíssimu, Ginel.).

Sedentaria y muy común. Régimen y costumbres, como


la especié precedente; pero es más arisca. Su vuelro es lige-
ro, y cuando van en bandada, se forman en varias lineas
todos los individuos de ella, ejecutando, á veces, en el aire,
evoluciones caprichosas, mientras, de rato en rato, dejan
oir su desagradable graznido. Anida de Junio á Octubre>
—^ i 37 .^^—
poniendo 3 huevos de un verde azulado pálido. Duerme eu
los cayos ó en los mangles, con otras aves de su especie; y
por las mañanas vuelve á las lagunas y ríos, á dónde suele,
habitualmente, ir en busca de su alimento.
El color general del plumaje es blanco; las plumas del
vértice caídas y largas, lo mismo que las qué tiene en la
base del cuello y en el lomo; estas últimas recurvadas; cara
desnuda, anaranjada; este mismo color ofrece también la
base del pico, que es negro; tarsos negros y dedos anaran-
jados; iris amarillo vivo.
Se caza esta especie al acecho, en sus comederos y dor-
mitorios; pero su carne se tiene en poca estima.

9. -GARZA AZUL {Florida cxtulea, Linn,)-


Sedentaria y sumamente abundante en Cuba. Es más
arisca todavía que la especie anterior, á la que se asemeja
en costumbres, régimen alimenticio y modo de volar, fre-
cuentando los mismos lugares y anidando de idéntico mo-
do, de Mayo á Julio. Su puesta es de 3 á 4 huevos, cuya
cascara es de un color azulado-verdoso pálido.
El adulto tiene el plumaje ceniciento-azuloso; cuello y
cabeza purpúreo pardo, y en ésta un moño y un penacho;
cara desnuda de color azul intenso; pico negro; pies ama-
rillento-verdosos; iris ceniciento-pardo.
Longitud total, 0,™S93; brazas, 1,™; cola O,"113.
,• El joven en su primer plumaje es blanco, con la cabeza
azulada y sin moño ni penacho; pico y cara también azula-
dos; iris amarillo.
La carne de esta ave es buena.

10.—AGUAITA CAIMÁN {Ocniscus virescens, Linn.).

Sedentaria, y común enlagunas, rios, arroyos y mangla-


res. Se alimenta como las especies precedentes; pero sus
—^ 138 H—
costumbres son distintas, pues ama niás la soledad y se
po.sa en los árboles con más frecuencia. Cuando se cree en
peligro, exhala un grito, antes de emprender su pesado
vuelo. Sin embargo, no es arisca, y se la ve cerca de las
habitaciones del campo, si hay por allí alguna laguna, unas
veces inmóvil, metida en el agua y con el pescuezo recogi-
do, y otras, subida sobre una rama ó descansando sobre
una piedra, moviendo la cola de tiempo en tiempo.
Anida de Abril á Julio, en los árboles, y pone 3 <» 4 hue-
vos azulado-verdosos.
Se la caza fácilmente en mano o al acecho. Su carne,
aunque poco abundante, es comestible.
Kl plumaje de esta ave es verde oscuro por encima de la
cabeza, y en la cola y las alas, con reflejos metálicos; cobi-
jas y escapulares, verde brillante; lomo ceniciento verde;
cuello purpúreo rojo, con una raya blanca por delante y
manchas pardas; tapadas, de las alas y cola, cenicientas;
pico verde oscuro por la parte superior y amarillo por la
parte inferior; pies amarillento-verdosos; cara azul y des-
nuda; iris amarillo.
Longitud total, 0,"'488; brazas, 0,m69o; cola, ü,™070.
líxiste otra especie de aguaita-caimán, llamado oscuro
(Onúncus brunnescens, Gundl.), propio de la Isla de Cuba;
empero, es menos común que la anterior, diferenciándose
de ella, principalmente, en que carece de la raya blanca de-
lante del cuello, la cara es olivada en vez de azul, el pico
negro y los pies olivado-pardos, con la planta anaranjada.

11. —GARCITA {Ardelia exüis. Gniel.)

Es bastante rara. Se la suele hallar entre los juncales


y yerbas altas, á orillas de los riachuelos ó lagunas, en
dónde busca su alimento, que se compone de insectos, pe-
(jueños reptiles y caracoles. No es muy arisca; su vuelo es
~¥. 139 .V-
corto; duerme en las cañas ó en los juncos; su voz es un
graznido poco fuerte; y, herida, se defiende á picotazos.
El color del plumaje es negro verdoso por la parte supe-
rior, y blanco por la parte inferior; garganta y delantero
del cuello con visos rojizos; dos rayas claras á ambos lados
del lomo; plumas de los muslos color de canela; pico pardo
por encima, y amarillento por debajo; pies amarillo-verdo-
sos; iris pajizo.
Longitud total, 0,ni364; brazas, 0,m456; cola, Ü,'n040.
Carne excelente, pero escasa.

1-2.—GUANABÁ ROJO [Botaurus lentiginosus. Mont.).

De paso. Viene del continente americano en el otoño y se


vuelve en la primavera. Especie de alcaraván, como las dos
siguientes, muy parecido al ave que en Europa lleva el
nombre vulgar de Am-toro, sin duda porque su graznido
es bronco como el mugido de un buey, y se oye desde le-
jos: puede espresarse por las sílabas hi-rú. Común en pan-
tanos y lagunas, dónde busca su comida, consistente en
ranas, pececillos é insectos. Nunca se posa en los árboles,
pero sí en los pinos y cañas. Su vuelo es tardo y bastante
elevado. Herida, esta ave se defiende con encarnizamiento.
Aunque su carne vale poco, los cazadores no se desde-
ñan en colgar el guanabá rojo de su morral.
El plumaje es pardusco y mosqueado por encima, y blan-
quecino por el cuello, pecho y vientre; pies olivados; iris
amarillo.
Longitud total, (),>n730.

11—GUANABÁ DE,FLORIDA (Nycliardm Gardcni, Gmel.).

Sedentaria y abundante en algunos lugares de la Isla,


dónde hay ciénagas y lagunas rodeadas de yerbas altas.
—f: 140 ;«—
Vive en pequeñas bandadas y escoge generalmente las ho-
ras de la madrugada y del anochecer para ir á buscar su
comida. Su vuelo es ruidoso al principio, luego silencioso.
Emite un graznido fuerte, parecido á la sílaba cuá, y es de
carácter desconfiado y salvaje.
Anida en la primavera, sobre los árboles, y pone 3 ó 4
huevos de un verde-azulado .pálido.
Su carne es buena.
El joven, en su primer plumaje, se parece á la especie
antes descrita; pero el adulto se distingue fácilmente por
su plumaje mas vistoso y su elegante penacho, compuesto
de tres ó cuatro plumas largas, delgadas y blancas; cabeza y
lomo negros; vientre blanco; pies olivados; iris amarillo.

14.—GUANABÁ REAL (Nyclherodius violaceus, Linñ.)

Sedentaria también y abundante. Régimen, costumbres,


vuelo, modo de anidar y carácter, como las dos especies an-
teriores. Anida hacia el mes de Mayo, y sus huevos se ase-
mejan al del Guanabá de Florida.
Su plumaje es variado; la cabeza la tiene adornada de un
moño, y del lomo penden plumas largas y sedosas.
Su carne es delicada, si bien conviene, como se hace con
todas las demás aves de pantano, desollarla antes de cocer-
la, para quitarle el sabor á fango que siempre se nota en
estas especies.

15.—SEVILLA {Platalea ajaja, Linn.)

Sedentaria, habitando en ciénagas extensas, como la de


Zapata. Rara vez anda sola, pues es tan sociable como aris-
ca. Vuela, á mucha altura, con aletazos rápidos, y el cuello
extendido, y antes de descender al suelo da varias vueltas
circulares, con las alas sin movimiento.
—f. 141 - ^
Se la caza al acecho, y si el cazador tiene la precaución
(le no dejarse ver, para ir á recoger los individuos muertos
y heridos en los primeros disparos, el resto de la bandada,
después de levantar el vuelo, describiendo algunos círcu-
los, vuelve á posarse cerca de aquéllos. Si se las tira en el
agua y alguna queda herida, nada perfectamente, pero no
se zambulle.
Duermen en los árboles junto á las lagunas, y por la ma-
ñana se dirigen en busca de su alimento, que se compone
(le pececillos, crustáceos chicos, reptiles é insectos. A me-
nudo, se encuentra á las Sevillas pescando en aquellos pa-
rajes de la costa que han quedado al descubierto después
de la baja-mar, y también dentro del agua, donde suele esta
ave sumergir el cuello y la cabeza para atrapar los peces
con su pico aplanado, más ancho en la punta, cuya forma
es redondeada, que en la base, y que le ha valido el nom-
bre de Espátula, con que la designan en otros países.
Anida en los árboles cercanos al agua, haciendo supues-
ta, por diferentes épocas, de 3 huevos blancos.
La carne de la Sevilla es oleaginosa y algo coriácea, por
(!uyo motivo hay que desollar el ave para comerla.
El plumaje es como sigue: cabeza amarillenta verdosa,
con una mancha negra bajo los oídos y plumas colgantes
en la nuca y cuello; alas y lomo, rosados; vientre y pecho,
en el que hay dos manchas amarillentas, del mismo color,
más vivo; cobijas y tapadas de la cola, así como los másti-
les de las remeras, escapulares y timoneles, acarminados;
saco guiar anaranjado; pico verdoso azulado en la punta y
en lá base amarillento, con manchas oscuras; piés rosados
con escutelos negruzcos; iris de un carmín intenso.
Longitud total. O,™ 762; brazas, 1,™ 365; cola O,"» 110.

16.—GAYAMA (Tantalus loculator, Linn )

Especie de ibis, como las dos que siguen, que habita or-
- ^ 142 in-
dinarla mente en las ciénagas y grandes lagunas. No es muy
abundante. Su alimento consiste en crustáceos, insectos,
polluelos de aves y ratones acuáticos y su carne tiene
cierto sabor á marisco, siendo de necesidad desollarla para
poder comerla.
Vuela despacio, con el cuello y patas extendidos, y ele-
vándose á mucha altura. Para dormir, se coloca sobre la
copa de los árboles, encogiendo, el pescuezo entre los hom-
bros. Es sumamente arisca y se defiende cuando se halla
herida. Su voz es desagradable y ronca. Anida en los cayos
entre las ramas de algún árbol.
Debe preferirse el acecho para cazar esta ave, pues como
llegue á descubrir al cazador, se aleja inmediatamente.
El plumaje de la Cayama es blanco con viso amarillento,
menos las cobijas, remeras y timoneles, que son negras,
con cambiantes verdosos; cabeza desnuda con un tegumen-
to duro de color córneo; y lo mismo el cuello, que es arru-
gado, escamoso y del indicado color; mejillas azuladas pur-
púreas; pico amarillento pardo; piésazul oscuro, con mem-
branas anaranjadas; ojos pardos.
Longitud total. O,"" 972; brazas, 1,™ 815; cola. O,™ 1B3.

17. -Coco BLANCO (Eudocimus albus, Linn.).

Sedentaria y excesivamente común en Cuba, sobre todo


en ciénagas, mangles y á orillas de los ríos. En la desem-
bocadura del Cauto la hemos visto por centenares. Su ré-
gimen alimenticio en nada difiere de la especie anterior.
Vuela con aletazos ligeros, y cuando va en grandes banda-
das, éstas se forman en filas ó en hileras. Duerme sobre
los árboles y en ellos también anida, poniendo 3 huevos,
cenicientos ó verdosos, con pequeñas manchas oscuras. La
época de la cría es de Abril á Setiembre.
La voz de esta ave puede expresarse por las sílabas co-co,
- ^ i i 3 ;—
que han dado motivo á su nombre vulgar; pero cuando se
halla asustada, emite un sonido ronco y bastante fuerte.
Se la caza al acecho, y, si es posible, imitando su voz.
Después de recibir el primer tiro, estando en bandadas, que
es lo general, los supervivientes vuelven al lado de sus
compañeros muertos ó heridos.
Carne con sabor á marisco y requiere ser desollada, antes
de cocerla.
El plumaje de esta especie es blanco, con las puntas de
las remeras negri-azulosas; frente y cara sin plumas y de
color rosado; del mismo color son los piés; iris azul claro
ó zarco.
Ei joven, en su primer plumaje, es olivado pardo por la
parte superior; cabeza con plumas cenicientas; piés y pico
verdosos; iris moreno.

18.—Coco PRIETO {Falcinellus ürdii, Bon.)

Esta especie es escasa en extremo, y apenas son conoci-


das sus costumbres. En la ciénaga de Zapata es dónde se
la suele encontrar alguna vez. '
Su plumaje es pardusco-rojizo por las partes inferiores y
con brillo verdoso por las alas y flancos; las partes supe-
riores verde oscuro, con cambiantes purpúreos, que tam-
bién se notan en la cabeza; remeras negras; cola acarmi-
nada, con reflejos; la parte desprovista de plumas de la ca-
beza, de color aplomado; pico negro; piés aplomados; iris
pafBo.
Longitud total. O,™ S18; brazas. O,™ 903; cola, O,™ 110.

19.-Coco ROJO (Etídocivius rubei; fjinn.)

Aunque todavía no están de acuerdo los ornitólogos cu-


banos sobre si el coco ó ihiti rojo, especie propia déla Amé-
—S 144 sé-
rica meridional, llega ó no, alguna vez, á emigrar hasta las
costas de la Isla, la citamos aquí, siquiera sea para llamar
la atención de los cazadores hacia tan interesante punto,
que nadie, mejor que ellos, está en condiciones de poder
aclarar debidamente (1).'
El Coco rojo, en la Guyana, dónde se cría en crecido nú-
mero, frecuenta las orillas cubiertas de arena de los ríos y
los terrenos cenagosos, en cuyos parajes busca su alimento,
que es el mismo, con corta diferencia, que el de las dos es-
pecies descritas anteriormente. Su vuelo es ligero y soste-
nido y su marcha grave y pausada. Por la noche se retira á
los mangles para dormir, y otro tanto hace en verano, du-
rante las horas del día en que se siente más calor. En di-
cha época anida, y sus huevos son verdosos.
La carne es poco apreciada. Cogida viva esta ave, se do-
mestica en seguida, pues no es muy arisca, y contribuye al
embellecimiento de un jardín ó parque, en unión de otras
especies de vistoso plumaje.
El del coco rojo, como su nombre vulgar lo indica, es
todo él de un espléndido color vermellón acarminado, bri-
llante, con algún negro intenso en las remeras. Los piés
son negros también, y el iris pardo. En su estructura y ta-
maño, apenas difiere del coco blanco, tan común en la
Isla.

20.—CHORLITO (Numenius longirostros, WHs.).

Esta especie es de paso, procede del Norte, y no abunda


(1) Creemos que si algún cazador cubano tuviera la suerte de en-
contrar, durante sus excursiones, algún ejemplar de esta especie y pu-
diera apoderarse de él, prestaría un buen serricio á la ciencia, remi-
tiéndola á la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la
Habana, dónde existe una completa y hermosa colección de todas las
aves que se encuentran en la Isla de Cuba, y cuya inspección recomen-
damos á los aficionados.
—^ 145 •*—
mucho, á no ser en invierno. El vulgo la nombra impro-
piamente Zarapico real, puesto que los Zarapicos pertene-
cen á otro género de aves muy diferentes, aunque también
correspondiente á la familia de las longirostros. El nombre
de Chorlito, con que se la conoce en otras partes, es el que,
en realidad, le conviene.
Frecuenta en bandadas los lugares húmedos ó arenosos
y se alimenta de moluscos, insectos, lombrices de tierra,
granos y yerbas acuáticas. Desde lejos, se hace notar por
su largo pico, encorvado, fino y redondeado, alcanzando
ima.longitud de 12 á 13 centímetros, cuando el ave adulta
uo pasa en total de 63 centímetros.
Corre con ligereza antes de emprender el vuelo, y es bas-
tante arisca, asegurándose que, después de hacer fuego so-
bre una bandada, vuelven los que han quedado ilesos al
lado de los caídos. Se la caza en mano, ó al acecho, imi-
tando su voz, cur-li, que deja oir á menudo, especialmente
á la caída de la tarde y por la noche.
Sobre la carne de esta ave hay distintas opiniones: unos
dicen que es muy buena, mientras otros afirman que es
coriácea, y que su sabor á marisco la hace desagradable.
Nosotros creemos que se puede comer, á condición de de-
sollarla antes, poniéndola al sereno, para que pierda el
mencionado sabor.
Su plumaje es pardo-bermejizo pálido, más claro en las
partes inferiores^ y salpicado profusamente de manchas
p negruzcas; remeras morenas con rayas trasversales amari-
ileatas; garganta de un blanco sucio; rabadilla y tapadas
de la cola, blancas; pico moreno^ con la base amarillenta;
pies olivado-pardos; iris amarillo.
No suele anidar en Cuba.

10
-^. 146

21.—LIMOSA COLI-NBGRA {Limosa hudsóníca, Latham).

También llamada, impropiamente en Cuba, Zarapico


real.
Especie que escasea y de la cual se consiguen contados
ejemplares.
Según indica su nombre, vive en el limo, en el fango, en
los terrenos húmedos y pantanosos, en los que encuentra
su habitual alimento, sacando con su delgado pico, algo
encorvado hacia arriba y de unos 11 centímetros de longi-
tud, los gusanos que suelen criarse en tales parajes.
En las limosas se observa que el tamaño de las hembras
es mayor que el de los machos, y que su librea de invierno
es distinta de la de verano.
En esta última estación, el macho tiene el lomo y las
alas negras; el pecho y tapadas del ala, bermejas con líneas
negras en zig-zag; la rabadilla blanca; la cola n^rai< «iia
mancha rojiza desde el ojo hasta el pico; los pies negros; y el
pico n ^ r o con la base anaranjada. En invierno, los flan-
cos, pecho y cuello toman un color aplomado; las alas y
lomo se tornan pardas cenicientas; la rabadilla negra; el
vientre blanco y los píes morenos.
Los jóvenes, en su primer plumaje, tienen el vientre y
garganta blanca; el cuello y pecho cenicientos; el lomo mo-
reno; la punta del pico morena también. La hembra es pa-
recida al macho en su plumaje; pero éste es algo más abi-
garrado y sus colores menos intensos.
Longitud total del macho O," 380.
Además de esta especie, existe en Cuba ^hi, también
rara, que es la LIMOSA MOSQUEADA flimosa/édoo de Linneo y
Limosa aspersa de Licht.) designada igualmente en el país
con el nombre de Zarapico real.
La diferencia más notable que distingue á esta espBcie
-~f. 147 -f-
de la que acabamos de describir, está en la rabadilla, que
en vez de ser blanca es del mismo color del lomo.

22.—BECACINA {Gallinago Wüsoni, Temm.).

De paso. Llega, en Octubre ó Noviembre, de los Estados


Unidos y se retira en la primavera. Es bastante común en
pantanos y arroyos cenagosos, buscando en el íango su
alimento, con su largo y delgado pico, pues se nutre espe-
cialmente de lombrices, aunque también come insectos y
sus larvas.
Su vuelo es rápido, primeramente describiendo varios
círculos y después recto, dejándose caer de golpe á corta
distancia, detrás de alguna mata. Corre con velocidad y su
voz no es muy fuerte. A veces arrancan de entre los pies
del perro ó del cazador; pero en los días nublados se le-'
van tan antes.
Se la caza en mano, con buenos sétters ó españoles, y el
cazador puede tener orgullo en colgar de su morral esta
ave, no sólo por su exquisita carne, sino también por lo
difícil que es matarla al vuelo.
No anida en Cuba.
Su plumaje está matizado de negro, rojizo pálido y mo-
reno por encima; el cuello y la garganta amarillentos con
pintas parduscas; pecho y vientre blancos; dos rayas lon-
gitudinales n^ras y tres rojizas, que dividen la cabeza;
piég morenos; pico moreno en la punta y amarillento en la
base; iris pardo.
Longitud total; O," 250.
Algunos cazadores llaman á esta ave sorda y agfichadiza.
lo primero, porque rara vez se levanta hasta tener muy
cerca al perro ó al cazador; y lo segundo, porque suele pa-
sarse l a r ^ ratos agachada entre los juncos y yerbas de las
lagunas, dónde se la encuentra y que son particularmente
—H 148 > -
aquellas en que hay alguna vegetación dentro del agua y
sobre las orillas.

23.—BECASON (Macroramphus grisms^ Gmel.).

Existen en Cuba dos especies de Beeasoms, ambas de


paso, á las cuales, equivocadamente, acostumbra el vulgo
llamar Zarapicos, puesto que, según hemos indicado antes,
son otras las aves á quienes conviene este nombre: de ellas
nos ocuparemos después.
El Becason es una transición entre la Becacina y el Za-
rapico. Su plumaje, su pico y su régimen alimenticio es
parecido al de la primera de dichas aves; pero sus costum-
bres se asemejan más á las de la segunda. En efecto, el
Becason se encuentra rara vez aislado, antes al contrario
vive'reunido en bandadas, cuyos individuos suelen agru-
parse tanto, que de un solo tiro se puede dejar tendidos á
la mayor parte. Cuando levantan el vuelo, lo hacen todos
reunidos, describiendo círculos, no solamente acitíte sus
coippañeros muertos ó heridos, junto á los cuales tornan
casi siempre á posarse, sino también sobre cualquiw la-
guna ó terreno cenagoso, donde traten de detenerse para
buscar su alimento, lo cual ejecutan entrando en el agua
y hundiendo en ella la cabeza hasta que su pico penetre en
el fango.
La carne del Becason es muy apreciada.
Se cree que, aunque es un especie emigrante, suelen al-
gunos individuos quedarse á pasar el verano en la Isla, en
razón á que todo el año se la encuentra, no obstante que
en invierno es cuando más abunda.
La especie cuyo- n o u ^ ^ científico hemos citado /macro-
ramphm griseus, GmeL), en su librea de invierno, es ceni-
cienta por encima, y Jblanca por (íebajo, cuyo último color
se torna en rojizo, al investirse el ave de las galas de ve-
rano. " '
—^ 149 JH-
La otra especie de Becason (macroramphus scolopaceus,
Say.), es menos común y en sus costumbres, régimen, etc.,
es muy parecida á la anterior.

24.—ZARAPICO REAL {Symphemia semipalmata, Giuel.)-

Los Zarapicos, que en España, Francia y otros países son


conocidos bajo el nombre vulgar de Caballeros (Chevaliers),
son unas aves relativamente pequeñas, de delgadas pier-
nas, y de largo y recto pico.
La especie que nos ocupa se encuentra á las inmediacio-
nes de la costa y en charcos de agua salada; vuela con ra-
pidez; su voz puede expresarse por las sílabas wi-let; y su
carne sabe á marisco.
Cuando el cazador se le aproxima, corre de lado, para
poder observar sus movimientos, y todos los individuos de
la bandada se van acercando unos á otros; por cuya razón,
si se procede con cautela, es posible matar, de un tiro, va-
rios de estos Zarapicos.
A menudo se ve á esta ave subida en las ramas de los
arbustos.
Aun no se sabe, á punto lijo, si anida en Cuba, á pesar
de encontrársela en todas las épocas del año.
La librea de ésta especie es cenfcienta por el lomo en
invierno, y variada en veraiio, con las partes inferiores
^blanquecinas, haciendo^ notar, hasta á alguna distancia,
P9rja mancha blanca que se encuentra en la base de las
remeras primarias y de las inmediatas secundarias, de cuya
mancha carecen todas las demás especies de Zarapicos que
se hallan en la Isla.
También se conocen con el nombre de Zarapico real las
otrss dos especies á continuación, que son de paso y perte-
necen al género de Caballeros gambetas: .
La una (Gambetta melanolenca, Gmel.), y la otra (Gam^
-~f. 150 rf-
hetta flavipes, Gmel.), prefieren las lagunas de agua dulce,
en cuyas márgenes se reúnen en grandes bandadas, que se
fraccionan en otras menores ó familias, al alzar el vuelo.
Este es rápido, dejando oir, el ave, su voz aguda, que se ex-
presa repitiendo la sílaba clú. Su régimen alimenticio es el
de la becacina, entrando en el agua para buscar su alimen-
to. Al posarse en el agua, permanece unos instantes con
las alas abiertas, hasta equilibrarse ó encontrar el fondo
con los pies.
También vuelven junto á sus compañeros caídos, des-
pués de sufrir los efectos de un disparo.
La segunda, de estas dos últimas especies, es una cuarta
parte más chica que la otra. En ambas la carne es algo co-
riácea y hay que desollarla anticipadamente para poderla
comer,

25.—ZA.RA.PICO COMÚN (Tringa).

Con este nombre (y el de TÍTERE en el departamento


Oriental) se designan en Cuba nueve especies de aves, per-
tenecientes á varios géneros, á saber:
1.a (Tringoides macularia, Linn.), ZARAPICO MANCHADO,
común en las costas marítimas; se posa en las ramas ba-
jas de los arbustos; balancea el cuerpo al andar; vuela con
velocidad y rozando el" agua con las alas; vive solitaria; su
voz es suave y compuesta de sonidos repetidos; la carne es
buena; en las partes inferiores del plumaje ostenta unas
manchas redondas de color blanco, y en el ala una raya
blanqueciaa; dichas manchas desaparecen al tomar el ave
su librea de invierno; no anida en Cuba.
2.a (Rhyacophüus solitaris, Wils.), ZARAPICO SOLITARIO.
Como indica su nombre específico, vive solo y no en ban-
dada; es muy pequeño; su régimen y costumbres como los
de la especie anterior, con la diferencia de preferir los pan-
tanos de agua dulce.
—f: 151 '-^1—
3.» {Tringytes rufersceus, Vieill), ZARAPICO ROJIZO: muy
raro; el plumaje es rojizo pálido por el lomo, cada pluma
con una mancha, en el centro, verdi-negra; remeras mo-
renas y lo mismo los timoneles, tirando á ceniciento y COB
borde blanquecino; garganta blanca; pecho y vientre leo-
nado, con manchas blancas en la punta de las plumas; pies
anaranjados; pico negro; iris pardo. Su longitud total es
de O,"» 200.
4.» (Actiturus longicauílus, Lath.), ZARAPICOCOLI-LARGO,
impropiamente llamado GANGA en la Habana. Especie de
pato, que suele encontrarse en las tierras labradas, bus-
cando insectos para su alimento, bien sea sola, bien en pe-
queñas bandadas; no se posa en ramas, ni frecuenta las
orillas de los ríos ó lagunas; á veces corre con gran veloci-
dad, deteniéndose repentinamente; su vuelo es veloz, y, á
menudo, se eleva á grande altura; su voz es débil y de to-
nos variados; carne buena.
3.» (Micropalama himantopus, Bon.), ZARAPICO RASTRK-
Ro. De paso desde el otoño á la primavera; frecuenta pan-
tanos y lagunas; vuela con ligereza; régimen alimenticio,
igual al de la especie precedente; su voz se parece á la del
Zarapico solitario; en invierno su plumaje es ceniciento,
con mástiles negros, y en verano con bordes rojizos-blan-
qúecinos en cada pluma; los pies y el pico son muy largos,
y en el abdomen tiene varias rayas transversales ne-
gruzcas. <
6.» (Ereunetes pusillus, Linn.), ZARAPICO PEQUEÑO. De
paeo, como la especie anterior, á la cual se parece en plu-
maje, régimen y costumbres, si bien es de tamaño más re-
ducido; vuela en bandadas, evolucionando sobre el punto
de partida, al cual suelen volver, aunque se las haya es-
pantado ó tiroteado; carne delicada.
1.» (Actodromas muculata, Schlegel.), ZARAPICO MOS-
QUEADO. De paso también, en igual época; común en char-
cos y pequeñas lagunas; vuelo acelerado y de duración;
- * 152 *—
carece de membrana interdígital y se distingue por tenerla
rabadilla negra; carne estimada.
8.' (Aetodromas Bonapartü, Schlegel), ZARAPICO DE BO-
NAPARTE. De paso, desde Abril á Octubre; vive en peque-
ñas bandadas y es muy. reñidor; asustado, vuela descrL
biendo círculos, abatiéndose de pronto sobre el terreno;
carne delicada; distingüese por su rabadilla blanca.
9.a (Actodromas minutilla, VieílL), ZARAPICO DIMINUTO.
De paso, desde Setiembre á Mayo; se la encuentra en lagu-
nas, charcos y playas; carece de membrana interdigital y
es más pequeña todavía que la especie anterior; vive en fa-
milias, y su carne es estimada.
La caza de los Zarapicos se hace en mano, y también al
acecho, lo que es preferible, sobre todo si se sabe imitar la
voz de cada especie ó se dispone de señuelos, para atraer á
estas aves.

26.-ZAN(;i,r)0 (Macrotarsus niqricoUis, Vieill.).

En las provincias occidentales suelen llamar también


Zarapico á esta especie, y en las orientales. Cachiporra,
nombres ambos mal aplicados.
Sedentaria, aunque escasa, habita en lagunas dulces y
salobres, dónde, reunida en pequeños bandos, busca suco-
mida, que se compone de gusanos, crustáceos chicos y ca-
racoles. Pesca con agua á la barriga, y herida, hada per-
fectamente. Su vuelo es veloz y sostenido, llevando, du-
rante él, extendidas las patas y el cuello. Su voz es un sil-
bido unisílabo y repetido.
Anida hacia la primavera, en las cercanías de los pan-
tanos.
Ave muy arisca, cuya carne tiene un gusto á marisco
bastante marcado.
Su librea es como sigue: parte superior de la cabeza
—^ 153 •<—
posterior del cuello, lomo y alas, de color negro (ceniciento
en la hembra) con viso verde metálico'; cola cenicienta;
partes inferiores, rabadilla y dos manchas que estáh una
debajo y otra encima del ojo, blancas; pies rosados; pico
negro; iris vermellón.
Longitud total. O," 35S; brazas. O,» 653; cola. O,» 070.
El joven, en su primer plumaje, se diferencia principal-
' mente del adulto en tener parduscas las partes que en éste
son negras; punta délas timoneles rojizas; pies cenicientos;
iris pardo.

27.—AvocETA (Recurvirostra americana, GmeL).

Rara en extremo, y cuando por casualidad se encuentra


algún ejemplar es en las orillas del mar. Se nutre deía freza
ó huevos de los peces, de insectos acuáticos y de moluscos,
que busca en la espuma de las olas que llegan hasta la
playa y en el barro que en esta se forma. Muy desconfia-
da; es ágil para correr y nadar, y vuela con rapidez. Su
carne es buena, sobre todo la del individuo joven.
Lo más notable, en esta ave, es su pico, exageradamente
encorvado hacia arriba y bastante delgado y largo. Su plu-
maje es negro por la cabeza y el lomo, y blanco por debajo.
En cuanto á su longitud total, no suele pasar de O,"" 500.

' : 28.—ToRNA-PiEDHÁ'(Sífepsilas íníerpres, Linn.).

Esta especie es también sumamente rara y se cree llegue


de paso á la Isla, durante el invierno.
El toma piedra no se aparta de la costa, y debe su nom-
bre trivial á la costumbre que tiene de buscar su alimento,
(caracoles, gusanos, etc.) removiendo y volteando con el
pico, que es mas corto y fuerte que el de las especies ante-
riores, las piedreeillas y conchas que se encuentran en las
—¥. 154 •«—
playas y arrecifes. Corre y vuela con ligereza y vive so-
litario.
Su carne sabe á marisco.

29—OSTRERO {H(Bmutopus paUiatus, Teinm.). '

No hay seguridad todavía en si esta especie es de paso ó


anida en los cayos que rodean la Isla. Vive en pequeños
bandos, junto al mar, y se alimenta especialmente de mo-
luscos, debiendo á esto su nombre trivial. Su caza es más
dificultosa, pues el Ostrero, es excesivamente arisco. Corre
y vuela coli agilidad y suele posarse sobre el agua, merced
á las membranas que unen sus dedos y al poco peso de
su cuerpo.
El plumaje de esta ave es negro por las partes superiores
y pecho, y blanco por las inferiores; pico y pies encar-
nados.
La carne tiene un gusto á marisco muy pronunciadq.

30. AVE-FRÍA {Squatarola helvética, Linn.).

De paso, desde otoño á primavera, y poco observada.


Frecuenta en bandadas las costas marítimas y también
las ciénagas. Su alimento consiste, especialmente, en lom-
brices de la tierra, y para lavarse las patas y el pico, que
ensucia mientras se ocupa en extraer aquéllas, se dirige
mañana y tarde á los arroyos y lagunas. Su voz es suave y
bisílaba.
Es ave muy astuta y desconfiada, por lo que su caza sólo
da buen resultado efectuándola al acecho, ó, si se hace en
mano, tomando el cazador toda suertede precauciones para
no ser descubierto por ella, y evitar, por lo tanto, que se
espante, antes de poder tirarla; teniendo presente que el
Ave-fría se deja acercar irieJOT yendo hacia ella en bote que
—•: 155*—
marchando á pié: siempre, se entiende, que se la encuen-
tre en las cercanías de estanque ó río que sea navegable, y
dónde pueda disponerse de alguna embarcación.
Su plumaje es parecido al del Ave-fría común, descrita
en todos los tratados de caza, publicados en Europa; pero ca-
rece del moño largo y eréctil que carecteriza á esta. Longi-
tud total: 0,»>320.
Carne muy buena.

31.—FRAILECILLO (Charadrius).
I

El nombre de Frailecillo (y también el de Títere sabane-


ro, por el departamento oriental) se da, en Cuba, á 6 espe-
cies de aves, que vamos á enumerar, y á las cuales se conoce
en la Península, y en Francia, con el de Plumales (Plu-
viers), por coincidir su llegada anual, á los precitados paí-
ses, con las primeras lluvias del otoño. Hé aquí las espe-
cies aludidas:
1.» (Charadrius cirginicus, Borkh), PLUVIAL DORADO. De
paso, desde Octubre á Abril, estableciendo sus comederos
en pantanos y lagunas y dónde quiera pueda hallar gusa-
nos, insectos y á veces también pequeñas frutas. Como el
ave-iría, golpea el fango con el pié, para hacer salir las
lombrices y otros animalillos ocultos en él y que constitu-
yen su habitual alimento. Corre rápidamente, haciendo una
parada de vez en cuando, y vuela con no menos velocidad,
ejecutando, en el aire, diversas evoluciones, antes de alejar-
se* Para cazarla, puesto que es ave muy arisca y vigilante,
hay que aguardarla al acecho, dentro de una choza de
ramaje, colocando cimbeles ó señuelos, á corta distancia,
para atraerla á tiro, que de seguro será bien aprovechado
si acude alguna bandada, pues suelen todos los individuos
de ella, en esta especie, acercarse mucho unos á otros cuan-
do se posan en tierra. Su carne es excelente. Con respecto
al plumaje,'solamente diremos que es de un pardo negruz-
—^ 1B6 =«—
co, matizado de blanco y amarillo por las partes superio-
res; los flancos, cuello y mejillas de un fondo más claro,
con manchitas amarillosas y pardo-cenicientas; partes in-
feriores de un blanco sucio; remeras negruzcas; cola rayada
de negro y amarillo sombrío; pico y pies negros; iris pardo
oscuro. Longitud total, 0,""270.
2." (Ochthodromus Wilsonius, Ord.), FRAILECILLO DE PLA-
YA. Sedentaria, y común en las orillas del mar y pantanos
de agua salobre; come lombrices é insectos acuáticos; su
voz es suave, su vuelo rápido, aunque no duradero, y su
carne delicada; corre con ligereza, parándose de pronto pa-
ra observar. Su plumaje es de color terroso por encima, y
blanco por debajo. Anida en el suelo, de Mayo á Julio, po-
niendo 4 huevos de un blanco amarillento, con pintitas
morenas.
3.» (Oxyeehuivociferus, Linn.), FRAILECILLO GRITÓN. Tam-
bién sedentaria, frecuentando ríos, lagunas y tierras labra-
das, dónde haya humedad. Se alipienta de caracoles, lom-
brices, insectos, etc. Así como el pluvial dorado y el
ave-íria, golpea el suelo con el pié para hacer salir los gu-
ganos ocultos entre el fango. Su vuelo es sostenido y rápi-
do, corre con velocidad, deteniéndose repentinamente, y
permanece, á veces, largo rato muy tiesa, con el cuello re-
cogido. No es arisca, y sólo emprende el vuelo cuando se
cree amenazada de cerca. Debe su nombre vulgar especííi-
co á la costumbre que tiene de gritar, tanto durante el
vuelo, como al presentir algún peligro: su voz puede ex-
presarse por las sílabas kil-dir repetidas muchas veces. Su
carne es mediana. El plumaje es pardo ceniciento oscuro
por los partes superiores y blanco por las inferiores, con
un collar estrecho en la garganta; pico y pies negros; con-
torno de los ojos, anaranjado; iris pardo. Anida desde la
primavera al otoño, depositando sus 3 ó 4 huevos, que son
amarillentos con pintas morenas, en alguna cavidad del
.suelo.
-^. 157 -f-
4.» {^gilem semipaimatus, Bon.),FRAILECILLO SEMIPALMA-
Do. Régimen y costumbres, como la especie precedente; su
librea es negruzca por encima y por los flancos, y de un
blanco sucio por el vientre; la frente negra; un collar an-
cho, igualmente negro» en la garganta, que es blanca; pico
y pies negros. Se cree anide en los cayos. Carne mediana.
5.» (Mgikns melodus, Ord.), FRAILECILLO DE COLLAR. De
paso y muy rara. En el mes de Abril, se suele encontrar
algunos individuos en las cercanías del mar. Plumaje pa-
recido al de la especie anterior, con faja en la cabeza y co-
llar negros; pico también negro; pies pálido-encarnados.
Carne-buena.
6.» (/Egileus tenuirostros, Lav?r.), FRAILECILLO DE PICO
LARGO. Más rara todavía que la especie anterior, aunque
sedentaria, y observada solamente junto á la costa. Su plu-
maje es ceniciento por las partes superiores, tirando á par-
dusco con manchas blancas en las alas y cola; partes infe-
riores blancas, asi como la frente, cejas y el collar por
detrás del cuello; otro medio collar ceniciento pardo en el
pecho; pico largo, negro; pies purpureo-negros; iris negro
tambiéü. Anida por el verano, en el Suelo, y su puesta es
de 3 huevos blancos amarillentas. Longitud total: 0,™170.
Todas estas aves se cazan del mismo modo indicado para
la especie primera (el Piíiviul dorado).

32.—GALLITO (Porro jocano, Linn.).

Sedentaria, habitando en lagunas provistas de vegeta-


ción, bien sea por pares, bien en pequeñas familias. Come
lombrices, crustáceos, caracoles, insectos y sus larvas. Mer-
ced á sus largos dedos, armados de agudas uñas, sobretodo
el pulgar, corre fácilmente por encima de las hojas flotan-
tes de ovas y plantas ninfáceas, que s« encuentran en la
superficie del agua. Los gallitos ó jacanas son ariscos y re-
- ^ 158 íK-
ñidores, haciendo uso, en los combates que sostienen entre
sí, de una púa ó espolón pequeño que tienen en la parte in-
terior del ala, sobre el pliegue de ella; su vuelo es directo
y corto, y, al posarse, permanecen un momento con las alas
extendidas, doblándolas después; su voz es fuerte y aguda
cuando están asustados, y más débil al llamarse entre sí.
' Anida esta ave sobre las plantas acuáticas, desde Marzo
á Setiembre, y sus 3 ó 4 huevos ofrecen un color amarillen"
to, con líneas morenas, dispuestas en zig-zag; supónese que
hace varias sacas al año.
Su carne vale muy poco, y en cuanto á su caza, es mo-
lesta y entretenida, cuando se hace en mano.
El color del plumaje, en ambos sexos (1), es negro, con
tintas verdosas en la cabeza, cuello y parte anterior del
pecho; remeras de color verde amarillento con punta mo-
rena; todas las demás partes del cuerpo de color rojo ferru-
ginoso, tirando á pardo oscuro en el vientre, pecho y tapa-
das de la cola; una placa frontal amarilla, de cuyo color es
también el pico y las púas de las alas; pies aplomados ver-
dosos; iris pardo.
Longitud total, 0,"240; brazas, O,«425; cola 0,°>042.

33.—GuAREAO ó RASCÓN GIGANTE, {Aramus giganteus, Bon.).

Sedentaria. Vive en terrenos bajos y cenagosos, y á veces


también cerca de los maniguales poco espesos, dónde suele
refugiarse, en caso de peligro, ora sea volando á la copa de
las matas más espesas, ora corriendo á esconderse éntrelos
juncales y bejuqueras que pueda haber inmediatos. El vue-
lo es pausado y de corta duración, llevando el ave las patas

(1) Entiéndase que vale la descripción del plumaje para ambos se-
xos, siempre que no llamemos la atención del lector sobre las diferen-
cias que pueda haber entre ellos.
-^" 159 .:*—
colgando al principio, después extendidas, y para tomar
arrancada, antes de lanzarse al aire, corre, de prisa, unos
cuantos pasos sobre el terreno; su voz se parece á su nom-
bre, guareao, y es ronca y fuerte; también emite un sonido
seco, como si pronunciara la sílaba (oc. Cuando un Gua-
reao deja oir su grito, le responden los demás que haya por
las cercanías. Nada bien, cuando, herido, cae al agua.
Abunda bastante; su carne es buena y su caza fácil. Esta
se hace en mano, lo mismo de diaque en las noches claras
durante las cuales acostumbra, el ave que nos ocupa, salir
en busca de su alimento, consistente en babosas, caracoles,
insectos y lombrices, que extrae con su largo y encorvado
pico del fondo fangoso de los charcos y riachuelos. Anda
sola ó apareada.
Anida de Diciembre á Enero, construyendo el nido, apo-
ca distancia del suelo, entre yerbas altas y juncales, y su
puesta es de 3 á 5 huevos de un amarillo blanquecino, con
rayitas y pintas oscuras.
El plumaje del Guareao es todo él pardo-oscuro, con al-
gunos reflejos violados y verdes por las partes superiores
del ene^o; cabeza cenicienta; en cada pluma de la frente
hay una raya central blanca; en las del cuello y vértice una
mancha ovalada, y en las del lomo y cobijas del ala una
mancha triangular, blanca también; pico pardo; pies mo-
renos; trí» jpardo.
Longitud total,'0,«^0; brazas, 1,» 130; cola, O,™ 150.
.v» Carne excelente y abundante.

34.—GALLINUELA (i?a¿¿Ms, Linn.).

Siete especies, muy parecidas en su estructura y eos-


turnias, se designan en Cuba con el nombre vulgar de
G&itímmh.cüaLXLÚo, en realidad, les convenía mejor, lo
mismo que á la especie precedente, el deflascowes,que les
—*; 160 =*—
dau en Europa, á las susodichas aves, dejando aquél para
las conocidas en la Isla por Gallaretas, y como sinónimo de
polla de agua, que es la denominación más generalizada
dónde quiera que se habla castellano.
Empero, dejando á un lado digresiones que nos alejarían
demasiado de nuestro propósito, que es condensar todo lo
dable nuestras ideas, diciendo lo más que se pueda en el
menor número de palabras, describiremos brevemente las
especies indicadas y que son:
1.a (Rallus elegans, Aud.), GAUINUELA. ROJA. Sedenta-
ria. Frecuenta pantanos y lagunas en la época de ia seca; y
sabanas húmedas, arrozales y cañaverales, en la época de
las aguas. Come insectos, moluscos, crustáceos y semillas,
particularmente de plantas y gramíneas. Su vuelo es tardo
y durante él lleva loa pies colgando; pero corre rápida-
meQte, merced á su angosto cuerpo y largas patas y sabe
ocultarse perfectamente, aun hallándose herida, entre las
yerbas altas y juncales. Cuando no está asustada, anda con
la cabeza erguida y moviendo la cola dé tiempo tti^ties^o;
su voz es poco agradable; pero su carne sí lo es, mucho.
Anida, por Junio y Julio, en el suelo ó entre las yerbas in-
mediatas al agua, y pone hasta 9 huevos cenicientos, con
viso rojizo ó azulado y pequeñas pintas {mrduscas. Su plu-
maje es pardo olivado por encima del cuerpo, tirando á
color de canela pálido por el pecho y cuello; pico pardo,
largo y encorvado; pies ceniciento-pajizos; iris pardo. Se
caza esta ave en mano, con buenos perros de muestra y su
tiro no presenta dificultad. No se reúne en bandadas.
Longitud total 0,>n440; brazas, 0,^597; cola 0,n^4.
2.a (RalluscrepitanSjGmél.)—GALLINUELA GRITONA: Tam-
bién sedentaria. Régimen, costumbres, vuelo, etc., como la
especie anterior, de k cual se dif¡erencia únicamente en que
prefiere los pantanos ó lagunas salobres á las de agua dul-
ce, en tener un tamaño más pequeño, una voz más pene-
trante (á la que debe su nombre especifico), y la partf
— í : 1 6 1 :••—
anterior del cuello azulosa-cenicíenta, con viso amarillento
pardo. Longitud total, O.^SSO; brazas, 0,'n528; cola, O.^Oee.
3.* (Rallus virginiantis, Linn.).—GALLINUELA DE Vmoi-
NIA: De paso y muy rara. Más pequeña todavía que la pre-„
cedente.
4.* (Limnopardalus variegatm, Gmel.).—GALLINUELA ES-
CRIBANO: Sedentaria, pero escasea bastante. En las orillas
pantanosas de los arroyos y en las grandes ciénagas del in-
terior de la Isla, es donde suele hallarse más á menudo.
Cabeza, cuello, pecho y vientre negros, matizados de blan-
co; lomo y rabadilla olivado-pardos; remeras morenas, lo
mismo que las timoneles; tapadas de la cola blancas; pies
y ojos encamados; pico verde amarillento, con base ver-
mellón. Carne excelente, como la de todas las gallinuelas.
Longitud total, 0,«»278; brazas. O,»!?!; cola 0,™053.
5.» (Porzana carotina, Linn.).—GALLINUELA DE LA CARO-
LINA: De paso desde el otoño á la primavera. Abunda eu
lagunas y terrenos cenagosos, provistos de alguna v^eta-
ción. Se alimenta de semillas, in»»;t08 y caracoles. Cuan-
do anda, y á veces lo haee sobre las yerbas flotantes, mue-
ve la oela, zambullendo en el agua cuando se cree en
peligro, sin dejar fuera más que la nariz para poder respi-
rar. Su vuelo es corto y lento, con las patas colgando, y su
carne se reputa como de primera calidad.
No anida en la isla.
6.» (Cnfbas^é ©Oííet, ÉoB.).~i-©AiaiNüELA PEQUEÑA: Se-
..;40ntaria. Costumbres, régimen, v«eloy modo de zambullir,
cómo en la especie que antecede. Partes superiores del
plumaje, remeras y timoneles, de color moreno; las plu-
mas del lomo coiworilla ferruginosa y la punta blanca; la-
dos-de la cara y cuello amanllento-rojizos; garganta, parte
anterior del cuello y vientre blancos; una raya blanca de-
bajo y otra encima del ojo; desde éste al pico, otra raya
negra; pico olivado; pies pálido-bermejizos; iris pardo. Lon-
gitwj total, 0,«163; brazas 0,'»235; cola 0,n»025.
11
—^ IGZJh-
7.* (Creciscus jamaic&nsis, Gmel.).—GALLINUELA DE JA-
MAICA: Rarísima en Cuba y de tamaño muy reducido. Así
que, omitimos su descripción.
Todas las gallinuelas, como se dijo al tratar de la
primera especie de las que dejamos descritas, se cazan en
mano; pero hay que tener sumo cuidado con que el pwro
no se aficione demasiado á perseguir estas aves, porque,
teniendo que seguirlas en sus rehurtos y carreras por el
suelo, y entre las yerbas altas, llega pronto á adquirir la
costumbre de romper la muestra, aunque la pieza no se le
corra, vicio á todas luces perjudicialísimo y que ha de evi-
tarse y corregirse cuanto sea posible, por razones que no de-
jará de comprender el lector entendido en asuntos de caza.

35.—GALLARETA DE PICO COLORADO {Gallinula gakata, Licht.).

Sedentaria; común en lagunas y ciénagaa coa vegetación


y sobre todo en los arrozales, donde causagrande daño, no
solamente por los granos que come, sino por los tallos que
estropea al hacei* su cama ó su nido. Además de.ser graní-
vora, es también insectívora. Anda con gracia, moviendo
la cola de arriba abajo, nada coa agilidad, y únicamente
levanta su rápido vuelo, durante el cual lleva colgando las
patas, cuando se considera muyen peligro; délo contrario,
prefiere esconderse entre las yerbas y juncales ó zambullir
en el a^ua. Anida en el suelo ó sobre un arbusto poco ele-
vado, y pone, desde Junio á Diciembre, hasta 9 huevos de
color pardusco claro con manchas cenicientas ó carmeli-
tas. Su carne es buena. •
En su plumaje se parece bastante esta especie á, la p&lla
de agua (Gallinula chko'opus, Lath.) de Eur^a. Su colores
negruzco por Ja cabeza, cuello y pecho; pardo con viso oli-
vado por las partes superiores del cuerpo, y aplomado por
las inferiores; el vientre coa las puntas délas plumasbten-
—*i 1 6 3 •«—
quecinas; remeras y timoneles morenas, aquéllas con bor-
de exterior blanco; tapadas de la cola blancas, lo mismo
que una pequeña y estrecha faja que hay en los flancos;
placa frontal carnosa, de color vermellón; de este color es
también la mitad del pico hasta la base, siendo la otra mi-
tad amarillo; pies verdes claros, pasando al amarillo en la
tibia, y luego al vermellón, en su parte desnuda; iris ro-
jizo. Longitud total O.^SSO; brazas 0,mS86; cola 0,'n078.
La caza de esta ave se hace en mano; pero es preciso ba-
tir bien las yerbas de las lagunas, donde suele ocultarse, y,
al tirarla, tratar de que caiga redonda, pues si solo queda
herida cuesta trabajo dar con eHa.

36.—GALLARETE AZUL (Porphyrula martinica, Linn.).

Sedentaria; y en su régimen, costumbres y parajes don-


de habita, se parece mucho á la especie que acabamos de
describir. También como ella es zambullidora, de tardo
vuelo y posee la facultad de andar con ligereza, sin sumer-
girse, por encima de las plantas flotantes de las lagunas,
merced á sus largos y palmeados dedos. La diferencia mas
notable que existe entre ambas gallaretas, es que ésta suele
posarse en los árboles y arbustos, mientras que la mencio-
nada antes no lo hace nunca. Su voz es fuerte, y su carne
buena. Anida, de Mayo á Agosto, sóbrelas plantas que cre-
cen en el agua y su puesta es de 6 á 12 huevos, rojizo-páli-
des, con pintas morenas y cenicientas.
El vistoso plumaje de esta ave le ha valido en otras par-
tes, donde también se la encuentra, el nombre de polla ó
gallineta sziltana: es azul índigo, con viso violado, por la
cabeza, cuello, pecho y vientre; verde brillante, con refle-
jos metálicos,"por el lomo y las alas; tapadas de la cola
blancas y timoneles negras; placa írt)ntal de un blancoazu-
loso; pico vermellón desde la base hasta la mitad y amari-
—^ 164 •*—
lio en el resto; píes anaranjados; iris rojizo. Longitud
total, 0,n>350; brazas 0,'^W16; cola 0,°»080,

37.—GALLARETA DE PICO BLANCO (Fúlica americana, Gmel.).

Es de paso anual, procedente de la América del Norte y


permanece en Cuba desde Octubre á Abril, abundando bas-
tante, durante esta época, en ciénagas, ríos de escasa co-
rriente y lagunas extensas donde haya vegetación. Allí se
reúne en grandes bandadas, nadando aglomerados tod<» los
individuos que las componen; así es, que de un solo tiro
con la escopeta canardiera, se puede tumbar una multitud
de estas aves. Lo difícil está en poder aproximarse á ellas,
sin espantarlas, pues son algún tanto ariscas.
La voz de esta gallareta imita la sílaba crut; su vuelo es
bajo, pesado y de corta duración, necesitando correr (para
lo cual sí posee especiales aptitudes), en el momento de em-
prenderlo, á fln de tomar aire con las alas; como su ele-
mento favorito es el agua, nada y zambulle con agilidad, y
su alimento está compuesto de yerbas acuáticas, pececillos,
insectos y moluscos. La carne es mediana, algo oleaginosa,
y requiere la previa desollación del ave, para poderla pa-
sar.
Esta especie guarda mucho parecido con la que lleva en
Europa el nombre de FULGA (Fúlica atra, Linn.), tanto en
las costumbres como en el plumaje.
Este es de un pardo negruzco por los partes superiores,
casi negro en la cabeza y el cuello, y aplomado azuloso por
el abdomen y vientre; placa frontal blanca enteramente, ó
blanca-avellanada; pico blanco también; los pies,son encar-
nados por la parte desnuda de la tibia, y, pasando por el
amarillo, toman en el tarso el color aplomado con viso oli-
vado en los dedos, cada uno de los cuales está rodeado de
- * 165 i*—
una membrana festoneada; iris rojo. Longitud total 0,™410;
brazas 0,a665; cola 0,°»048.
•. Esta especie, aunque de paso, anida en Cuba, constru-
yendo el nido sobre el agua, entre los juncales y otras
yerbas acuáticas. La puesta liega hasta 12 huevos amari-
llentos, con pintas morenas y violáceas.
Su caza ha de efectuarse al acecho, en algún islote á pro-
pósito en medio del agua, ó en barquilla, en combinación
con otros cazadores que esperen la bandada de estas aves
al levantarse y la hagan fuego desde la orilla. También se
las coge cansándolas en el vuelo, siempre que se las sor-
prenda fuera del agua, cuando salen á asolearse, y qué el
cazador vaya á caballo y pueda seguir sin tropiezo en la di-
rección que en los vuelos sucesivos tomen las gallaretas,
hasta caer en tierra sofocadas.

&.-NADADORAS.

1.—SABAMAGULLÓN CHICO {Podiceps dominicus, Gmel.).

Sedentaria y común en ríos de poca corriente, lagunas y


arroyos con vegetación. En la Península se llama somor
mujo á esta ave. Come insectos, crustáceos y hojas tiernas
de yerbas acuáticas. Nada y zambulle perfectamente y
cuando se considera en peligro" no reaparece en la superfi-.
cié del agua en algún rato, ó bien permanece debajo de ella,
cbñ sólo la nariz fuera, para poder respirar. Su vuelo es
corto y pesado, y su marcha dificultosa, á causa de la posi-
ción casi vertical de su cuerpo y de la poca longitud desús
patas, cuyos dedos, como los de todas las aves nadadoras,
están unidos entre sí por una membrana. Su voz es una
especie de trino agudo; y en cuanto á su carne, hay qué
confesar que no,es de las mejores.
• En todas las épocas del año se encuentra el nido de esta
—¥. 166 - ^ •
ave, formado de yerbas flotantes sobre ¡la Isuperflcie del
agua, llegando la puesta hasta 9 huevos verdosos y cubier-
tos de una costra calcárea.
El plumaje del Saramagullon chico, es variado de pardo
negro y. blanco; los pies olivado negros; el pico negruzco
olivado oscuro; y el iris amarillo.
Longitud total 0,"n250; brazas, 0,m420; cola 0,"'035.

2.—SARAMAGULLON GRANDE (Podilymbiis podiceps, Linn ).

También sedentaria. Régimen y costumbres como la es-


pecie chica. Empero, su voz es más potente, parecida á un
ladrido, y su plumaje, aunque en el colorido guarde mucha
analogía con el de aquella especie, difiere en algunos pe-
queños detalles; además tiene el pico blanco; un anillo ne-
gro sobre la nariz y el iris pardo.
Longitud total 0,m31S; brazas, O.^sas.

3.—FLAMENEO (Phxmcoptenis ruber, Linn.).

Sedentario y común, formando bandadas en las costas


del mar, cayos, ciénagas y lagunas salobres y dulces, siem-
pre que tengan poco fondo y haya en ellas algunos sitios
desprovistos de toda vegetación. Se sustenta de mariscos,
que busca entre el fango con el pico, para lo cual vuelve
este de modo que la mandíbula inferior quede hacia arriba;
cuando está comiendo mueve alternativamente sus largas
patas, como si marcara el paso. Es arisco y en cuanto algún
individuo de la bandada apercibe al cazador, deja oir su
fuerte y desagradable graznido, que sirve de señal para que
todos los flamencos levanten simultáneamente elvuelo; este
es pesado,- rastrero, con aletazos acelerados, y el ave, para
emprenderlo, necesita correr antes unos cuantos pasos. Or-
—f. 167 •*—
dinariamente, organizado el vuelo de la bandada, esta se
dispone en una sola línea diagonal, con-respecto á la direc-
ción del movimiento.
El flamenco nada bien, cuando ha sido herido, y duerme
con la cabeza metida debajo de un ala, y el pié del lado
opuesto encojido.
Anida de Mayo á Julio, á la orilla del agua, construyen-
do con barro un nido de forma cónica, y tan alto como las
patas del animal, quién se acomoda asi sobre los huevos,
que son azulados, sin echarse ni doblarse.
La carne de esta ave sabe á marisco, aunque muchas per-
sonas aseguran que es bastante buena.
Su plumaje es de color rosado, con viso escarlata por en-
cima y alas de un carmin brillante; remeras negras; pi-
co blanco, con la punta negra y la parte superior sonro-
sada; cara desnuda, blanca amarillenta; pies rosados; iris
pajizo.
El joven tiene un plumaje más descolorido, tirando á
gris, y con manchas pardas en el lomo.
El acecho ó la sorpresa son los únicos medios de cazar,
con buen éxito, los flamencos.
Para cojerlos vivos, se tienden unas cuerdas cerca del
suelo, en los lugares que frecuentan, á fin de que al echar
á correr, para tomar el vuelo, cuando son espantados, se
enreden en ellas y caigan en tierra, quedando así á merced
del cazador. . -

4. GUANANA BLANCA {Chen hyperboreus, Gmel.).

La guanana es una especie de oca 6 ganso silvestre que


llega á Cuba de paso, en gran número, hacia el mes de Oc-
tubrCj procedente de la América septentrional, á dónde
regresa en la primavera. Las grandes ciénagas y las orillas
de los ríos y lagunas, son los parajes en que siempre íija
—•: 168 if-
su transitoria residencia, formando pequeñas bandadas ó
familias. Se alimenta de fruticas, y de raices y hojas tier-
nas de plantas acuáticas. Duerme á orillas de las ciénagas,
y mañana y tarde acude á sus comederos habituales, ba-
ñándose al mediodía en las aguas inmediatas. Su voz es
parecida á la del ganso doméstico, y su vuelo recto, con
apresurados aletazos, y á corta distancia del suelo, excepto
cuando emprende la bandada una larga excursión, en cuyo
caso es bastante elevado, disponiéndose todos los indivi-
duos que componen aquella en dos lineas formando ángu-
lo, con el vértice *n la dirección del vuelo. Aunque corre
bien, si se la hiere en un ala, es fácil cogerla, porque se
agacha en el suelo, así que se siente alcanzada. Es arisca, y
su caza debe hacerse al acecho, con cimbeles ó señuelos
para que sea productiva, teniendo en cuenta que la carne
de la guanana es abundante y de esquisito sabor.
El plumaje, como lo indica el nombre específico de esta
ave, es enteramente blanco, menos la hijuela y las remeras
primarias, que son negras; pico y pies acarminado-pálídos;
la uña de aquél blanca; iris pardo.
En su forma y tamaño se parece mucho á la oca ó ganso
doméstico, según indicamos antes.
El joven tiene la cabeza blanca, con el extremo délas
plumas íerruginoso, y de color ceniciento lo demás de la
librea.

5.—GUANANA PHIETA (Chen cxrulescens, Linn.).

También de paso, asemejándose, en su régimen, costum-


bres y lugares que frecuenta, á la especie ant^ÍQi*.
El color del plumaje es el siguiente: blanco por la cabe-
za y detrás del cuello; todo lo demás ceniciento, tirando á
negruzco en el pecho y las remeras, queiienen una orilla
' blanquecina; las partes inferiorfis más claras; pico encar-
—*: 169 •*—
nado pálido con la uñi^ azulada; pies encarnado; iris pardo.
Se conoce otra especie, que recibe en- la Isla el mismo
nombre de guanana prieta' (Anser Gambelii, Hartl.), muy
parecida á la oca risueña (Anser albtfrons, Bechst.) de Eu-
ropa, pero que escasea más que la precedente, diferen-
ciándose principalmente de ella, en tener la frente blanca,
y el vientre blanco también, ó variado de fajas y pintas
morenas.
La carne de ambas es delicada.

6.—Y'AGÜAZA (Dendrocygna arbórea, Linn.).

Sedentaria y común en terrenos pantanosos y cubiertos


de lagunas. Come palmiche, yerbas acuáticas y semillas,
particularmente arroz, en los sembrados de cuya planta
suele causar bastantes estragos. Ordinariamente duerme de
día y no se dirige á los pastos hiasta el oscurecer, perma-
neciendo en ellos toda la noche. Vuela con rapidez y se po-
sa indistintamente en el suelo ó en los arbolea. Su marcha
es tranquila, dejando oir su voz parecida á un silbido; pero,
herida en una ala, corre mucho, costando trabajo alean-
. zarla. La carne es muy estimada y abundante.
Para cazar las yaguazas, lo mejor es apostarse á la caída
de la tarde en un palmar, donde se sepa acuden á buscar
. su alimento, el palmiche, y tirarlas al paso. Si durante el
/lía se hace fuego sobre una bandada, las supervivientes no
tardan en volver al lado de las heridas y muertas.
Anida de Junio á Octubre, poniendo hasta 14 huevos
blancos, en un nido de hojas y yerbas secas, que construye
sobre las ramas de algún árbol corpulento. El plumaje es
pardusco, con los flancos matizados de negro; el pico y los
pies negros y el iris pardo.
Asimismo se suele observar en Cuba, aunque muy de
tarde en tarde, otra especie de Yaguaza (Dendrocygna vi-
—^" 170 ':•—
anata, Linn ), que llega de paso del Continente ameri-
cano. Es algo mayor que la especie que concluimos de des-
cribir y muy parecida á ella en la librea. Sus caracteres
distintivos son: tener la cabeza blanca, la nuca y el pico
negro, y los pies aplomados. Podría, pues, llamársele ya-
guaxa cariblanca, para no confundirla con la otra especie
aludida.

7.—PATO INRUÉS {Anas Boschas, Linn.).

Este pato, como la mayor parte de los que se observan


en la Isla de Cuba, pertenecientes á distintas especies emi-
grantes, llega en otoño y se vuelve al Norte en cuanto em-
pieza á sentirse algún calor. No es abundante, como en
Europa (donde se le llama Ánade ó Pato siltestre) y en los
Estados-Unidos, sino que^ por el contrario, se le encuentra
muy rara vez en la Isla. '
Su régimen y costumbres, y hasta su tamaño, son los del
pato doméstico, del cual se supone sea el origen; pero su
carne es mucho mejor.
El plumaje del macho es como sigue: cabeza y parte alta
del cuello, verde esmeralda brillante, con reflejos de acero
bruñido; collar estrecho blanco; lo demás del cuello y el
pecho, de un pardo purpúreo vivo; lomo y alas pardo-ceni-
ciento olivados; un escudo ó espejo en el ala, de color azul
resplandeciente y aterciopelado, con una lista blanca en la
parte superior; rabadilla negra con reflejos; vientre y ab-
domen blanco, cada pluma con varias rayas muy finas, en
zig-zag, morenas ó negruzcas; tapadas de la cola, negras y
reunidas por la punta en forma de cuña; timoneles more-
nas con faja blanca en su extremo; á ambos lados de la ra-
badilla plumas rizadas y levantadas, de color blanco-ceni-
ciento; pico amarillo verdoso; pies anaranjado-rojizos; iris
pardo.
—»• 1 7 1 i ^
Longitud total. O'"" 600.
La hembra es de color general pardo bermejizo, más
claro por las partes inferiores, y con manchas morenas.

8.—PATO PESCUECILARGO {Dafíla acuta, Linn.).

De paso y abundante, en invierno en lagunas y ciéna-


gas con bastante agua y poca vegetación. Se alimenta de
gusanos, insectos y semillas. Vuela rápidamente y zambu-
lle á menudo cuando está en el agua. Su carnees excelente.
En Europa llaman á esta especie pato faisán, por tener
la cola algo larga y bifurcada como la de la golondrina.
Pico azul negruzco; pies aplomados; iris pardo. No es ave
muy arisca.

9. - PATO LABANCO [Mareca americana, Gmel.).


Conocido también por pato de Jensen ó de la Luisiana.
De paso, y común en lagunas y ríos, en donde se reúne en
bandadas para buscar su aumento, especialmeate desde el
oscurecer hasta la madrugada. Vuela con velocidad, hacia
arriba al principio, y luego horizontalmente, tomando la
bandada una alineación, bien sea perpendicular, bien dia-
gonal, con respecto á la dirección del vuelo. Su voz es
agradable. Su carne exquisita.
,• Esta especie es herbívora y zambullidora.
Se distingue porque en la cabeza tiene una raya verde
oscura, con reflejos metálicos, que va desde el ojo á la nu-
ca, y la frente blanca, con ó sin estrias morenas.

10.—PATO CUCHARETA (5paíM/a cíypeafa, Linn.).

De paso. Llega con la especie siguiente, viviendo reunido


con los individuos de ella. Abundante en lagunas, ríos y
—^ 172-f-
ciénagas de poca vegetación. Su alimento consiste en in-
sectos, pececillos, gusanos y plantas acuáticas, eligiendo
con preferencia las horas de la noche para dedicarse á la
pesca. No es muy arisca; vuela con rapidez y tiene muy
buena carne.
La cabeza y el cuello de este pato son de color verde con
hermosos reflejos violados; espalda olivado oscuro; pecho
blanco; vientre color de canela; cola blanca; tapadas del
ala azuladas; espejo verde brillante; pico negro, ensancha-
do en forma de espátula (á él debe su nombre especifico);
pies anaranjados; ojos rojizos.
Longitud total, O™' 500.
Este pato es conocido en la Península con el nombre de
picudo, y con el de pato Sowheten, Francia.

11 —PATO DE LA. FLORIDA {Querquedula discors, Linn.).

Esta especie llega en gran número todos los años, por el


raes de Setiembre, retirándose al Norte hacia mediados de
Abril. Alimento y costumbres, los de la especie anterior
con la cual vive en perfecta armonía, formando entre am-
bas grandes bandadas, que producen bastante ruido cuan-
do levantan el vuelo, cuya rapidez es notable. Casi siem-
pre este pato se halla metido en el agua, y si alguna vez
sale á la orilla, para tomar el sol y alisar sus plumas, vuel-
ve en seguida á lanzarse á su elemento favorito en cuanto
sospecha el más insignificante peligro.
Su voz es parecida á las sílabas cud-cud, repetidas á in-
tervalos, y su carne se considera de mucho mérito.
El plumaje es pardo olivado por las partes superiores y
blanco bermejizo por el cuello y pecho, con pintas more-
nas; vientre blanco; escudo del ala azul celeste; una escre-
eencia blanca sobre la cara y garganta; pies anaranjados;
iris pardo.
-^ 173*

12.—PATO DE LA CAROLINA (Nellión caroHnensis, Gmel.).

Este pato, especie de cerce/a pequeña, es muy raro y tam-


bién de paso. Come granos, plantas acuáticas, insectos y
peces chicos. Su vuelo es corto y pesado, y su carne de-
licada.
Vértice pardo, lo mismo que la parte posterior del cuello;
una raya de color blanco rojizo, arranca del pico y llega á la
nuca, pasando por encima del ojo; otra laja más ancha, y de
un verde lustroso, va del ojo al cuello; otra más pequeña
pasa por debajo y se dirige hacia atrás; lomo olivado os-
curo, tirando á aplomado; escudo verde brillante entre dos
rayas blancas estrechas; pecho blanco bermejizo, con pin-
tas morenas; vientre blanco; pies aplomados; pico moreno;
iris pardo.
Longitud total, O,»' 360.

13.—PATO RISÜESO (Chluulelasmus streperus, Lina ).

De paso y excesivamente raro. Llámale el vulgo, impro-


piamente, pato Labanco, pues este nombre corresponde á
otra especie antes descrita. El de risueño es el que lleva en-
Europa y en los Estados-Unidos, porque su voz imita la
^isa^del hombre, y, por tanto, le conviene mejor. Régimen
y .pAstumbres como sus congéneres que preceden. Muy
zambullidor; de día se oculta y de noche acude á las lagu-
nas para pescar. Carne buena.
La cabeza de esta ave es aplomada, con manchitas par-
das; el cuello también aplomado; lomo y flancos matizados
délos antedichos colores, que imitan escamas sobre el
pecho; espejo compuesto de tres fajas, una blanca, la ^ a
negra y k restante pardo-rojiza; pico dentado, amarillo
—*•: 174 -ih-
anaranjado; pies anaranjados, con la membrana natatoria
negra; iris pardo.
Longitud total, O," 450.

14.—PATO HUYUYO (Aix spoma, Llnji.)-

Sedentario. Solamente se encuentra en la parte occiden-


tal de la Isla, y eso con bastante escasez. Prefiere las lagu-
nas solitarias, rodeadas de arbolado, y su eomída consiste
en semillas, gusanos, insectos, caracoles y pececillos. Zam-
bullidor y nadador excelente, vuela también con rapidez.
Su voz puede expresarse por las sílabas he-ik. Una vez he-
rido sabe ocultarse con maña entre las yerbas acuáticas,
zambullendo y dejando fuera del agua nada más que el
pico y las narices. Su carne es muy apreciada; pero los ca-
zadores prefieren coger vivo al huyuyo, porque su hermoso
plumaje le hace á propósito para que luzca, en libertad,
en estanques y jardines.
Como, por esta razón, es sumamente conocido en Cuba,
omitimos dar oti^s detalles sobre éste pato, al que llaman
los naturalistas caceta de la Carolina,

15.—PATO LISTADO {Aytkyia vallisneria, Wils.).

De paso y poco conocido en la Isla de Cuba. Llega de los


Estados-Unidos, donde abunda, y en donde se le designa
con el noml»'e de CANVASS-BACK-DÜCK ('pato lomo de tehjpot
tener el color de la espalda íonnando líneas que se cortan
entre sí, como el listado de ciertas tela's usuales en Amé-
rica. Su especifico lo debe á la afición que demuesfara por
la planta gramínea, llamada vallisneria, que crece en el
agua yci^yashojas, de color verde oscuro, son oleaginosas.
Asi que, cuando encuentra esí& fi&átá, no se alimenta áo
—í: 175 '*—
' otra cosa, zambullendo en el agua para arrancar su raíz,
que es tierna y blanca.
El plumaje de esta especie es como sigue: la cabeza par-
do-rojiza; el pecho, negro brillante; lo demás del cuerpo
gris azulado, con el lomo rayado, según se ha dicho; pico
verde olivado; ojos encamados.
La carne es apreciada en sumo grado, y bastante abun-
dante, con relación á la pequenez del ave.

16.—PATO MORISCO {Fulix affinis, Eyton).

De paso, igualmente desde el otoño hasta la primavera,


y no muy común. Frecuenta las lagunas sin vegetación, y
sp sustenta con semillas, insectos, crustáceos y plantas
acuáticas. Anda con facilidad, vuela con pausa al princi-
pio, pero después rápidamente, y zambulle muy bien, tanto
para pescar como para ir á ocultarse entre la yerba y jun-
cos, si ha sido herido ó se ve perseguido. Su carne es olea-
ginosa, por cuyo motivo no se la tiene en gran estima.
La cabeza de este pato parece como si estuviera cubierta
de una capucha, que le llegara hasta el nacimiento del
cuello, y de color negro, con reflejos verde-metálicos; una
mancha blanca detrásdel pico; el pecho y la rabadilla son
negros; espejo de las alas y flancos, blancos, lo mismo que
el vientre; el pico y los pies azules; los ojos amarillos.

:» 17.--PA.TO DE COLLAR {Fulix collaris, Danov.).

De paso, y muy común, durante el invierno, en lagunas


extensas y con yerba. Costumbres, como la especie prece-
dente, aunque es menos zambullidora. Su carne es exquisi-
ta, y su alimento parece componerse exclusivamente de ve-
getales.
Lo quo más distingue á esta especie de la que antecede, es
el tener la mancha blanca detrás del pico casi impercepti-
ble; la garganta adornada de un collar pardo-rojizo; el es-
cudo del ala gris; el pico azulado con dos rayas blancas
longitudinales; los pies aplomados, y el iris anaranjado.
Suele ser conocido vulgarmente con el nombre de pato
negro, á causa de ser este el color general de su plumaje, y
también con el de pato morisco, mal aplicado, pues ya lo
lleva otra especie descrita anteriormente.

18.—PATO DE LA LUISIANA (Bitcephala albeola, Línn ).

De paso, y tan rara, que apenas es conocido por el vulgo.


Tiene la cabeza verde-purpúrea; una raya blanca en el
ojo; lomo negro; vientre blanco; pico negro y verde; pies
anaranjados; iris amarillo.

19 —PATO CHORIZO (Eriamnlitra rubidu, Wils.).

Se, cree sea sedentaria, si bien no abunda mucho en


Cuba. Vive en lagunas con vegetación y rios de poca cor-
riente, manteniéndose de semillas tle gramíneas, crustá-
ceos, insectos y pececillos. Zambullidor y nadador incan-
sable, sólo en último caso, cuando se ve muy acosado, le-
vanta el vuelo, que es ligero, tomando antes impulso sobre
el agua. Carne delicada.
Se suele encontrar su nielo, por el mes de Noviembre,
entre las plantas que crecen en las lagunas, conteniendo 3
ó 6 huevos blancos, con viso azulado.
El macho tiene el pico azul turquí, con la uña negra;
pies cenicientos, con la membrana interdigital negra, y el
iris pardo oscuro.
Longitud total, O,"' 380.
'3\
20.—PATO DOMINICO. {Erismatura dominica, Linn.)..

Propio de las Antillas. Es más Tio'inún en Cuba qué la


especie anterior, á lá cual se parece en su régimen y cos-
tumbres.
El macho adulto se hace notar por su pico azul celeste,
con la uña negra; los pies morenos; los párpados azulados,
y el iris" pardo.
Longitud total, O,» 342.

21.—P\To MoMüO (Lophodytes cucuUatus,J^Ánn:y. '

De paso, procedente de los Estados-Unidos y suele ser


bastante raro..Se le encuentra en los charcos y lagunas,
rodeados de monte. Gome insectos, peces pequeños y crus-
táceos, que pesca zambullendo. Tiene voz desagradable y
carne con sabor á marisco. Su vuelo fes rápido7 su andar
desembarazado.
£il Ja cabeza ostenta un moño largo, caído hacia atrás,
de color verde; lomo negro; espejo del ala blanco; pico ro--
,jizo; pies rosados; iris amarillo.
Como hemos nvánifestado en oti-o ivigar de este libro,
la caza de los patos, en general, vale más hacerla al ace-
chó que en máiié, pues no íatiga tanto rii ocasiona tantas
.'¡''molestias. El empleo de cimbeles y de señuelos es siem-
pptí'niuy coíiveniente, pudiendo servir, para el caso, patos
domésticos, á falta de otros de la especie que se desea
atraer. Si se va en busca de los patos en una balsa ó es-
quife, el uso de la caiíardiera es indispensable, cuando se
1 espera hallarlos reunidos en bandada, y hade maniobrarse
con precaución, av.anzando lentamente y ocultándose Jo
. mejor posible, para no espantarla caza intempéstivameníe.
Para la cobra en el agua, así como para la biteca", si el ca-
1 2 • • ' . • • •
—*; í78 * -
zador pretiere batir en mano las orillas de las lagunas don-
de suelen encontrarse dichas aves, los perros setters y los
españoles son mejores que todos los demás; pero como co-
brador en esta caza, ninguno aventaja al water-spaniel
inglés.
Por último, para cerrar este capítulo, añadiremos que,
aunque se conocen en la Isla de Cuba otras muchas espe-
<'ies de aves, no las describimos aquí porque, ó no es cos-
tumbre cazarlas á causa de su carne mala ó repugnante, ó
su pequenez es tanta que no merecen se fije en ellas la
atención de ningún aficionado á la caza.
Más adelante incluiremos, en una lista, los nombres de
esas especies, por si de alguna cosa pudiera servir su co-
nocimiento al lector.

m.
MAMÍFEROS.

Muy contadas son las especies de mamíferos que existen


en la isla de Cuba en estado silvestre, á las cuales pueda
darse caza, pues quitando el VENADO, COCHINO CIMARRÓN y
Ja HUTÍA, seguramente no se hallará ninguna otra que sea
digna de ser citada siquiera, en ün tratado de montería.
Tampoco se encuentran en el país fieras, propiamente
dichas: el PERRO y el GATO jibaros, aunque bastante dañi-
nos, no pueden llamarse tales, puesto que no son sino in-
dividuos de las especies domésticas correspondientes, que
han recobrado su libertad, viviendo en los campos, y eso
en muy escaso- número, á expensas de Jos pequeños ani-
males que consiguen sorprender, para devorarlos ensegui-
~^. 179 ih-
da. Así que, tanto al perro como al gato aludidos, no se
les debe guardar consideración alguna, y toda clase de
caza, inclusa la prohibida de trampas y por medio del ve-
neno, parece buena, siempre que conduzca al resultado
apetecido, que es concluir cuanto antes con tan molestos
y perjudiciales alimañas, cuyos estragos no solamente
se dejan sentir en el fondo de los bosques, entre las demás
especies montaraces inofensivas que habitan en ellos, sí
que también se extienden á las haciendas rurales donde
los animales domésticos, y hasta las criaturas de corta
edad, suelen, á menudo, ser igualmente pasto de la voraci-
dad de los PKRROS JÍBAROS.
Por lo tanto, declarados fuera de la protección que, en
ciertas épocas del año, concede la Ley á las especies que
viven en libertad, deben, el perro y el gato de que trata-
mos, ser exterminados sin tregua ni piedad alguna, 'do-
quiera se les encuentre, y por toda especie de medios á
propósito (1).
Esta consideración nos dispensa de consagrarles aquí un
lugar, para hablar de su caza legal, única de que nos he-
mos propuesto ocuparnos en el presente libro.
Pasemos, pues, á explicar la de las otras especies de ma-
míferos silvestres de Caiba, que no se hallan en el mismo
caso.

^ 1.—VENADO (Ceruiíí capreo/ws, Lino.).

El venado que actualmente se encuentra en algunos


puntos de la Isla de Cuba, en estado salvaje, no es otra
cosa que el corzo europeo, aclimatado y extendido en el

(1) Igualmente merecen ser exterminados la caraira, los gacila-


iKis y el cuereo ó cao, por la caza que destruyen, soljre todo en la épo-
ca de la cria, y lo mismo puede decirse del maja (boa) y del caimán
y oocodrilo.
-^. 180 > -
país, desde hace muy poco tiempo. De suerte que, tanto
por esta razón, (uianto por la incesante persecución deque
viene siendo objeto, escasea bastante, y es posible qué
pronto desaparezca del todo, sino se trata de poner un efi-
caz y pronto remedio para impedirlo.
Este tímido y bonito animal vive ordinariamente en los
bosques más impenetrables, y sólo se deja ver en"terreno
limpio cuando la ineludible necesidad de proveer á su ma-
nutención, () de apagar su sed, le obliga imperiosamente á
ello. De lo contrario, preliere permanecer descansando
bajo algün matorral ó arbusto frondo.so, á cuyo pié forma
su cama, ó bien paciendo por las cercanías de su habitual
retiro, sin alejarse mucho, ni contiarse nunca de cuanto
pueda infundirle sospechas acerca de la existencia de algún
peligro inmediato.
Dotado de extraordinaria viveza y no menos astucia, sa-
be, en caso de verse perseguido, utilizarse de la velocidad
de su primer carrera y poner en ,|uego todrt especie dear-
dides para escapar á sus perseguidores, haciéndoles pett
der la pista. Ordinariamente, después de correr largo rato^
á fin de tomar ventaja á tos perros, vuelve, por un rodeo,
sobre sus pasos, doblando así la pista, y luego, dando un.
gran salto de costado, se echa de pronto en tierra, donde
permanece innuWil, mientras la jauría, enteramente con-
tundida y despistada, continiia corriendo, sin advertirla
treta del venado, (juc cu seguida se levanta para escapar en
otra dirección.
El pelaje del corzo es leonado, con el vientre blanco (si
bien se encuentran algunos de color-rojizo), y los corcillos
tienen la piel salpicada de pequeñas manchas, blancas.
El corzo vive en familia, con su hembra y sus hijos, y
no se reúne nunca en grandes manadas, como el ciervo y
el gamo. Durante la brama, hacia fmes del otorio,,después
deldesmoguej^ampoco sostienen entre si los machos los
combates á que otros venados se entregan, en ,la misma
' --^ 181 * -
, época, por la posesión de las hembras. Lo más que hace
por entonces, el corzo, es echar de sü lado á sus hijos
del año anterior, para que vayan á formar por su cuenta
una nueva familia, dejando á él en libertad para entregar-
se, durante quince días, al amor, sin estorbos ni cuidados
de ningún género. , •
El preñado de la corza dura cinco meses y medio, pasa-
do cuyo tiempo da á luz dos corcitos, macho y hembra
(alguna vez uno solo y casi nunca tres), los cuales tardan
tres años en completar su crecimiento, no obstante que,
según queda dicho, al año de nacer se separan de los pa-
dres para buscarse la vida por su propia cuenta. Entonces,
también, le empiezan á apuntar las cuernas al macho, las
cuales muda, en lo adelante, todos los años, aumentándo-
las cada vez con un nuevo candil, hasta tener diez, (cinco
en cada cuerna,) siendo muy raro que llegue á pasar d« ese
número.
El aire y la libertad son indispensables á la existencia
del corzo; pues, aunque sus instintos son muy apacibles,
se ha notado que jamás llega á domesticarse enteramente,
• ni vive en cautividad tanto tiempo como en estado salvaje
(Í2 á 13 años).
La carne de este rumiante es mediana, preliriéndose la
d« los jóvenes, por ser menos seca. ,
Lacaza del corzo puede hacerse á la carrera, á ojeo y al
acecho.
Para la caza á la carrera es necesario disponer de bue-
neis perros ventores, sabuesos de fino olfato, que busquen
y levanten la res, y de una jauría de mestizos que, al cui-
dado dé su correspondiente picador, se encargue de la per-
secución, sin perder un instante la pista, hasta rendir al
corzo por el cansancio.
En la caza á ojeo los tiradores se colocan ocultos á la sa-
lida del bosque en donde se sabe está el animal, procuran-
do formar entre todos un semicírculo (sin perderse de
- ^ 182 ; ^
vista unos á otros, y sin hacer fuego cada cual más que á
su frente, para evitar desgracias), y esperando, en esta
disposición, á que desemboque el corzo, lanzado de su re-
tiro por los ojeadores y sus perros, para tirar sobre él, si -
fuera macho (pues las hembras deben ser respetadas siem-
pre, si el cazador no ([uieie rebajarse al nivel de un mise-
rable matutero).
Finalmente, la caza del corzo al acecho se efectúa si-
tuándose el cazador á la inmediación de alguna entrada ó
salida del bosque, frecuentada por la res,, á ciertas horas
del día, todo lo cual es preciso conocer de antemano para
no exponerse á sufrir un solemne chasco, volviéndose á
casa sin haber siquiera vislumbrado de lejos al animal.
Para matar redondo un venado, de la especie que noa
ocupa, basta una posta ó un perdigón grueso, con tal que
le dé en parte noble, pues el corzo es sumamente delicado,
y resiste poco el efecto de una herida, por pequeña que
ésta sea.

2>.—COCHINO (IIMAURÓN Ó HILVESI'UK, [SUS scrofa, Linn.).

Realmente en Cuba no existe el jahalij pues la especie


(le que vamos á tratar no es inás que el cerdo doméstico
que ha recuperado en parte sus antiguos hábitos, por la
vuelta á la libertad. Así (jue, aunque muy dañino para la
agricultura, á causa de ios sembrados que estropea, cuan-
do abandona el monte para ir á pastar, no es tan ñero, ni,
por lo tanto, tan temible, cuando se ve atacado, como sus
congéneres tíl jabalí europeo y el peccari americano.
El ojeo y el acecho, en la forma explicada para la caza
del venado, .son los mejores medios para dar pronta cuetiUi
de tan incómodo huésped, cuya carne, por otro lado, es
superior, al decir de los inteligentes, á la del cochino do-
méstico, tanto por contener más magra, cuanto por poseer
—K 183 :f-
más sabor mii yemris que la hace muy apetecible. Sin
embargo, conviene en el acto de matar el animal, cortarle
los testículos, á íin de que la carne no sé impregne de ese
tufo tan repugnante d herraco, que tendría seguramente si
se descuidara tomar la indicada precaución.
Al cochino cimarrón se le tira con bala, porque es duro
(le matar, y el cazador escogerá con preferencia, para el
acecho, las ramas de un árbol, por si el animal, al sentirse
herido, tratara de vengarse y embistiera con sus afilados
Colmillos á su agre.sor, obligándole, cuando menos, á dar
una carrera en pelo, necesaria por otro lado para evitarse
las graves consecuencias que pudiera muy bien acarrearle
la entrerista con el marrano.
Si se quisiera mejor perseguir á éste con los perros, no se
emplearán nunca sabuesos, conut no sea para dar con él
y hacerlo salir de su escondite, porque si el cochino llegara
á defenderse formalmente, podría causar sensibles ])érdir
das á la jauría, sin contar con que se echa á perder el ol-
fato de los perros con las fuertes emanaciones de este ani-
mal . Así que, vale más emplear, en «emejante caso,
unos cuantos mastines ó perros «H'/M'íW'roíí, que se hallau
dotados de mayor fuerza y valor que los bracos corredores,
de que se acostumbra hacer uso para la persecución del
corzo y demás rumiantes del niismo género*

3—HUTÍA CONGA {Capromya Founüeri, Desm.).

Dos ])alabras nada más diremos sobre este múrido, tan


común, y, por consiguiente, tan conocido eu la Isla de
Cuba, de donde es indígena, y al cual los indios dieron el
nombre de Qwiní. Su aspecto, muy semejante al de la rata,
aunque su tamaño es bastante mayor que el de ésta, le ha
hecho repulsivo para la generalidad de las personas que
se dejan Hevar de exterioridades. Sin embargo, la carne
de la hutía es blanca, tierna y de buen sabor y no hay
motivo para desdeilarla, desde el raomenlo en que se sabe
que el animal á que nos referimos no come más que hojas
y cortezas de árboles, á cuyas ramas suele trepar á menu-
do, para buscar y roer los retoños, y, alguna vez también,
las fruticas que aquellos producen.
La HUTÍA CARABALÍ {Capi'omys Pocyí, Guerin), cuya carne
es menos estimada, y la HUTÍA ANDARAZ {üaproinyn melann-
rus, Poey), que se diferencia de la CONGA en que su pelaje
es más oscuro, y en que tiene más largos y más negros los
pelos de la cola, son las otras especies de este género que
se consideran propias de la Isla, si bien en su régimen y
costumbres todas ellas guardan el mayor parecido.
La caza de la Hutía se hace valiéndose de un perro pe-
queño, grifo ó ratoiiero, amaestrado en la busca, y que ad-
vierte al cazador, con sus ladridos, (íuál es el árbol donde
se encuentra encaramado el roedor. Descubierto éste, todo
se reduce á quemar en su honor un cartucho, cargado con
munición gruesa, procurando acertarle en la cabeza, para
que caiga redondo, y no haya necesidad de rematarle, ex-
poniéndose á sus mordeduras.
4 185 ^

de las demás especies de aves que se encuentran en la Isla de


Cuba y cuya descripción se omite en este manual, por nu ser
costumbre cazarlas, para aprovechar su carne (1).

NOMBRES VULGARES. NOMBRES CIENTIHCOS.

Rapaces diurnas.

(S)-l-Aura tinosa (Buitre). . Catharíes aura.—Linn.


(S)-2-Caraira (Halcón). . . Polyhorus AudubonL—Cass.
(?)-3-GavUán sonso ó enano
(Halcón) Rcgerhinus Wilsonii.—Cass.
(S)-4-Gavilán cai'acolet'o
(Halcón). Rostrkamus soci.ahilis.—Vieill.
^P)-5-Guii)cho (Halcón pes-
cador) PaiuHoiL caroliiieiifiU.—Gniel.
(8)-6-Batista (H!\lr6n raii-
grejero) Hypomorphiius Gundlaií/iii.-~Cah.
(S)'-7-Gavitón carraguao (Ge-
rifalte).. . . . . . . , Buteo horealis.—Gniel-
. (S)-8-Gavilán común (Geri-
lalte) Buteo pcnsyleaiiícus..—Wils.
(S)-9-Gavitón colilargo (Mi-
lano) Accipiíor Gundlaeliii—Lawr.
,(S)-10-Gavilán pequeño (Mi-
lano) Acr.ipilor Iringilloidos.—Vigoi'.

(1) La letra S, colocada delante de cada especie, significa scrfentarta; la


letra P, de paso; y la interrogoción (?), que se ignora si es lo primero ó lo se-
gundo. Los Hombres entre paréntesis son los vulgares de las especies nfine.s
de la Península más usuales en castellano.
186 '*
NOMBRES VULGARES. NOMBRES CIENTÍFICOS,

(P>-ll-Ga\iláii lie las ciéna-


gas (Halcón <1P Hiídsoii). . Circus hudsonias.—í.íim.
(P)-12-(Ja\ilán de las lagunas
(Halcón alior((uillai1o). . Nani-lnrus íurrdtua.—Liíiu.
(P)-13-Hali;ón <1(! patos (Hal-
cón viajei'ol . Falco anatuin-.—Bou.
ÍP) -14-Halconcito (Milano pe-
queño) Ilypotriorchis cotumbarlus.—Linn.
(S)-15-Cernícalo (Halcón). . Tinunetahis rfomúitscensis.—Gmel.

Rapaces nocturnas.

(Sj-lfi-Signapa (Bnlio).. . , Otus Siguapa.—Orb. .


(S)-17-Cárabo (?) (Buho). . Brachyotus Cassini.—Bicw<'i-.
(S)-18-Sijú platanero (Mo-
chuelo) Glnufíidinm xijá.—(3ib
(S)-19-Siiú cuco ó cütiuito
i,Mo<'liuelo) Gyinnoíjlauío nudipes.—Dancl.
(í^)-20-I.ccluiza (L. blanca). StriiV furnata.—Temm.

Pájaros.

(S)-21-Clnnclnguao Phyllomanos barbatulue.—Cab


(P)-22- Id. olivado. . . Phyllomanoa oíioaceua.—Linn.
(I^)-23-V(!iderón solitario.. . Víreo solitarias.—Wils.
(?)_24- Id. frentirojo.. . Víreo flari/rons.—Vieil.
(P)-25- Id. cantor. . . Víreo novjohoraccnifis.—Gmel.
(S)-26-Ojon (Verderón!. . . Víreo Gundlaehii.—Lenib.
(P)-27-Sin.sont(i (Mirlo polí-
íllola) Mimas polyglotus.—Linn.
(S)-28-Sinsonte prieto.. . . Mimas Gandlachii.—Cab.
(P) 29-Caudatrcniula (?). . . Síalía aíalis.—Linn.
lP)-.30-Rabuita I'olioptíla cwralua.—-Linn.
(S)-3l-Sinsont¡llo Políoptila Lainbeyei.—Gund.
••P)-83-Biiiritas (24 especies). F. Sylair.olídtr;.—Linn.
(í^)-34-(',anario de manglar. . Dendroica Gundlaehii.—Bairrt.
(S)-.35(,'l)illina ToreíLitrís Fernandinm.—Leinb.
-^ 187 S—
N0MBM8 VULGARES. "O.MBRES C U N T I F I C O S .

(S)-36-Pechero Teretistris Foívist.—Gunil.


(P)-37-CandeUta. . . . . . Setophaga ruticilla.—Linn,
(P)-.38-(?) Myodioctcs mitratus.—Gmel.
( S)-39^Cabrero Spindalis l-'retroi.—Less.
(P)-40-Cardenal Pyraiu/a Kstkn.—Gmel.
(P)-41- Id. de Virginia. . I'yranna ruina.—I.inn.
(S)-42-Pitirre (Tirano). MaUUarclius mauídrostros.—Cxih.
IP)-43-Pitirro piador Id. . Tyrannu^ ¡lipiri.—Viell.
(S)-44-Pitirre guatibere Id. . Tyranmiíf caudiJ'asciatus.—Ory).
(P)-45-P¡lirre bobito. . . . Contopus ct/cns.—I.inn.
(S)-46-Pitirre (Tiranoi.. . . Myiarclius Sanni'.—Oiind.
(P)-47-Pitirre Id. . . . Myiarchui rrinitus.— iX'aw.
(S)-48-Bobito Rlar.ious caribntas.—Orh.
|P)-49- Id Empidonax arcadms.—Gn\Q\.
(P)-.50- Id Aulanaw Liunboyai.-^GxxniX.
(S)-51-RaiseiÍor Myiadestes I':Utial>';th.—he.mh.
(P)-52-',í) AiiijiiiH.K r.(!droruiii.—\m\\.
( P y S)-53-GoloiHU-iua '4 es-
pecies) F. Hirundinidw.
(P)-54-Vencejo (3 especies). . F. CypsoHdw.
(P)-55-Cre(iueté. . . . . . Chordeiltís popatwt.—WexW.
(P)-56- Id. pequeño. . . Chovdeilus minor—Cab.
(?l-57-Giiabairo. Antrostomus cubanuasis.—Lawr.
(P)-58- Id. de la (;aroliua. Antrostomus aaroUiiunais.—Gmel.
^P)-59-Mongecillo(3 especies). 1<\ FrinyiUídw.
(S)-60-Tomegüim de la tierra. EutlUa lepida.—hinn.
(S)-61- Id. del pinar. . Eatliia canora.—Gra&\.
(l'l-62-Azuleio. . . . . . Cyanospúa ryanea.—Linn
{í'i-63-MaTiposa. . . . . . Cyanospha ciris.—Linn.
(S)-64-Negrito Mulopyrrha nif/ra.—Linn.
íP)-65-Azulejo real . . . . Gwiraca cwruloa.—Linn.
P)-66-Degollado., . . . . Goniaplwa ludoirriana.—Linn.
(P)-67-Oropéndola (3 espe-
cies). ^'. li'ti'ridii;.
(P)-68-Chámbergo DoUchonyx oryzicorus.—Lhni.
(S)-69-Chirlpiador ó Mayito
de ciénaga . Agulaius assimilis.—Gm\á.
•S 188
NOMBRES VULGARES. NOMBRES CIKNTÍFICOS.

í?í-70-Oropéiidola (?). : . . Xanthocophalus interoccphalus.—Bon.


(S)-71-'J'otí Seolecophagina atroeiolaccus.-—Orh.
(S)-72-Ch¡chinguac(). . . . Chálcophanes Gundlachii.—Cass.
(.S)-73-Cao (Cuervo).. . .' . Corras nasicus:—Temni.
(S)-74-Cao pinalero (Cuervo)
pequefioi Coivux ¡nimituft.—Gund.
(S) 75-Azulito ó Aparecido
de S. Diego Arbelorhina uyanea.—Liiin.
(P)-76-Ziin/un (Colibrí). Trocldlua colibris.—Linn.
(S)-77- Id. Zumbador (Id.). Chlorestes Rioordii—Gerv.
(P)-78-Zun¡{unc¡to (Id.) . Caliptc Helvnw.—Gund.
(S)-79-Pedoireia Todas multicolor.—Gould.
(.S)-80-Periqui(o Conurus eeops.—Wagl.
(S;-91-Tocororo Priotolus temnurus.—Temin.
(.Sl-92-Guacamayo . . . . Macronercus tricolor.—Vaill.
(S)-93-GaIlego(Lai'o marino'. Cliroicoeephalus atricilla.—Linn.
(P)-94- Id real (Id. blanco). . Larus Smihtsonianus.—Cones."
<S y P)-9.5-Gaviota (9 espe-
cies) F. Laridw.
(Phí»6-Pampero (Petrel). . . Ocoanitis Wilsonii.—Bonn.
{S)-97-Alcatráz (Pelícano). . Pelocanus fuscus.—Linn.
(S)-98-Corúa ( Cormorán 6
cuervo marino) Graculus Jloridanus.^-And.
(S)-99-Corúa do Méjico. . . Graculus rnexicanua.—Brandt.
(Sl-lOO-Pájaro bobo. . . . Dyeporusjlber.—Linn.
(S)-lOl-Rabijuuoo íFaetoiii. . Phaeton. flneirostro.f.—Bránd.
(8)-102-MarbeIla (Ave ser-
piente) . Plottis Anhinga.—Linn.
(S)-103-Rabihorcado ( Fra-
gata) Tachypetes aquiltis.—Linn.
-T-^. 189

DE LOS TÉRMINOS MÁS USUALES EN LA CAZA.

A.
• Abatirse.—Es la acción de descender á tierra un ave ó
una bandada que estaba volando.
Abierta.—Lo es la cornamenta del venado, cuando las
cuernas están muy separadas entre sí.
Abrevadero.—Paraje provisto de agua á donde acude la
caza á beber y á refrescarse.
Acecho.—La espera de la caza, ocultándose el cazador.
Acosar.—Atacar los perros á la res, persiguiéndola cons-
tantemente.
Acularse.-Se dice de la res que arrima la grupa contra
un árbol lí otro obstáculo del terreno que la proteja por
detrás, á fin de hacer cara á IQS perros.
Achantarse. — Estarse queda la pieza, acurrucada en
tierra. ,
Adelantar la muestra. — Tener que avanzar el perro,
sin romperla, por haberse corrido la pieza.
Agua. (Ir ai)—El acto de entrar el perro en el agua, vo-
luntariamente, al indicárselo el cazador.
, í* Aguardo.—Lo mismo que 4eec/io.
Alcances. (Ir á ¿osj-Los perros van á los alcances de la
res cuando la acosan de muy cerca.
Alicortada.—Se dice que lo está el ave, cuando el tiro no
ha hecho más que romperle la punta del ala
Aito.—Sitio de reunión de'los cazadores, durante la ba-
tida.
Aaimar los perros.—Hablarles el picador para que no
desmayen en la ptrsecucióu de la res.
—*í 190 =f-
Apeonar.—Trasladarse las aves de un punto á otro, an-
dando por el suelo.
Apoyar los perros.—Seguirlos el picador para dirigir-
los y alentarlos.
Arrancada.—El primer vuelo de las aves, después de
dar con ellas el cazador.
Asamblea. {Punto de)~El sitio designado para la reu-
nión délos cazadores, antes de emprender la batida.
Atacar.—lianzarse los perros sobre la res, cuando ésta
desemboca ó cuando se pone en defensa.
Atraillar. - Atar los perros dos á dos, por medio de trai-
llas.

B.

Banda ó Bandada.—Heunión de aves que vuelan ó pas-


tan juntas.
Bailarín.—Epíteto que se aplica al perro de jauría que
va dando saltos y vueltas sin perseguir decididamente la
pieza.
Batida.- Cacería contra las bestias feroces en la que to-
man parte muchos cazadores.
Barlovento.—El lado de donde viene el viento al caza-
dor.
Batir el terreno.—Registrarlo los perros y los cazadores,
en todas direcciones, para hacer saltar la caza.
Batir el agua.—Se dice que el venado bate el aptfa, cuan-
do se echaá ella con objeto de despistar á los perros.
Bebedero.—Véase Abrevadero.
Boca.—La entrada de la guarida ó vivar.
Brama—El celo de los venados.
Bruñir.—Frotar el venado las cuernas nuevas contra los
árboles, para endurecerlas.
Busca.—La acción de seguir el perro el rastro de.lá caza
hasta dar con ella.
Buscador.—Perro que en las montañas se dedica exclu-
sivamente á la busca de las reses. Equivale á ventor.
191 =.*"

C.

Cabe«a.—Tratándose del venado, significa cornamenta.


Cacería.—Expedición al campo con el objeto de cazar.
Calor.—Véase Celo.
Callada. (Entrar de)—Aproximarse en silencióla pieza al
reclamo.
Cama.—El paraje donde el venado ú otro animal se echa
para descansar.
Cambio. (Z)ar e/)—Hacer saltar la res perseguida á otra
que estaba encamada, para que los perros la sigan, mien-
tras ella se oculta ó escapa.
Candil —Se llama así á cada una de las puntas que tie-
nen las cuernas de los venados.
Gansada. {Cazar á ¿a)—Correr las aves, cuyo vuelo es
corlo, hasta cansarlas y apoderarse de ellas.
Cara. (Hacer) ~ Detenerse la res para defenderse de los
perros.
Cargar el viento.—Llevarlo ó recibirlo de cara.
Carambola —Véase Doblete.
Carasol.—El lugar expuesto al sol, á donde acude la ca-
ita en invierno para calentarse.
Caza franca.—La que se hace á campo abierto j ' no en
parques ó cotos cercados.
Cazadero.-*-Lugar del campo donde abunda la caza.
Cebo.—Alimento conveniente que se echa en un paraje,
donde se quiere atraer la caza, para tirarla al acecho.
.-Celo.—El amor en los animales.
Ceñir el viento.—Llevarlo de través ó por un costado.
Cimbel.—Ave de madera ó empajada que sirve para lia-
mar la atención de aquellas que se desea cazar al acecho.
Cinegético.—Lo que se relaciona con la caza.
Cobra. — La acción de encontrar y apoderarse el perro
de la pieza muerta ó herida.
Cobrador.—El perro que sólo se dedica á cobrar las pie-
zas heridas ó muertas por el cazador. .
- ^ 192 * -
Comedero.—Véase Pastos.
Contramarcha.—'El retorno de la res sobre la pista, que
dobla de este modo.
Correr la pieza.—Seguirla con los perros hasta rendirla.
Correr el viento.—Llevarlo de espaldas, estando cazan-
do en mano.
Correrse {la pieza).—A-peonav delante del perro que tie-
ne, por esta causa, que adelantar la muestra.
Cornamenta.—Las astas ó cuernas del venado.
Cortar la pieza.—Salir á su encuentro para impedirle
que pas^e adelante.
Coto.—Cazadero cercado, acotado ó amojonado.
Cuerna.—Se llama así al asta ó cuerno del venado.
Cuerno y grito. [Caza á)—Perseguir á la res con perros,
animando á éstos con fanfarrias y voces.

D.

Defensa. (Ponerse en)—Hacer cara la res á los perros.


Defensas. - Los colmillos del jabalí ó cochino silvestre.
Derecho de los perros.—El bazo y el hígado de la res,
qAie se les da en el acto de rendir la res.
Derecho del picador.—La espalda derecha de la res, que
dicho sirviente recibe como premio de su trabajo en la
caza.
Desmogar.-Mudar de cuernas el venado.
Desmogue.—El acto de desmogar.
Desembocar.—Salir la res á terreno despejado.
Despeado.—Se dice que lo está el perro cuando tiene
irritados los pies, de modo que no puede seguir andando.
Despistar —Hacer perder la pista la res á los perros.
Despojarse la res de sus cuernas.—Lo mismo quedes-
mogar.
Dicha.—Los despojos de la res rendida de que se hace
ralea paral-os perros. Asimismo el toque de caza que seña-
la la ejecución de este acto.
Doblar el ala. Lo mismo que dar la quebrada.
- « 193 ¥r~
Doblar la pista.—Volver la res sobre sus pasos.
Doblete.—Sinónimo, en la caza, de cat-ambota. Matar dos
piezas, de otros tantos tiros consecutivos, cuando han
arrancado al mismo tiempo.
Duro. {Diente)- Dícese que lo tiene el perro que muerde
ó masculla la pieza cobrada.

E.

Embestir la pieza.—Rodearla, ocupando los cazadores


todos los puntos por donde pudiera, la pieza, hallar salida.
Empalmar la pista.—Encontrar la pista perdida y se-
guirla nuevamente."
Empercharse.—Posarse el ave sobre una rama de árbol.
•Encamarse.-Echarse la res, para descansar, debajo de
alguna mata.
Enodio,—Venado de cuatro años.
Enramar la pista.—Marcarla por medio de ramas par-
tidas, que se colocan de trecho en trecho.
Ensayo.—La acción de afilar el jabalí, ó cerdo silvestre,
los colmillos contra los árboles.
Envolver la falta. — Descril)ir círculos, con los perros
ventores, en torno del lugar en que se haya perdido la pis-
ta, estrechando aquéllos cada vez más hasta volver á en-
contrarla.
Escopeta blanOa,—El cazador que paga á escote, con
otros, los gastos de una cacería.
Escopeta negra.—Todo sirviente ó cazador asalariado
qiíe concurre á una cacería sin tener que pagar ninguna
parte de los gastos que la misma ocasione.
Escudero.—El jabalí pequeño ó jabato, mientras acom-
paña á su madre.
Estaquero.—El venado en su primer cabeza.
Estiércol.—El excremento del animal, por cuya obser-
vación pueden los monteros determinar la edad de éste.

13
194 '^

F.
Falta.—La pérdida de la pista..
' Fanfarria.—Toque de caza que se ejecuta con la trompa.
Las fanfarrias principales son: la diana, la llamada, la busca,
la rebusca, lanzado, desembocado, la vista, el encuentro, el
agua (cuando se echa á ella la res), el halali, la dicha, la real
(venado de diez candiles) y la retirada.
Filar.—Arrancar la pieza delante del cazador, volando iil
hilo.
Firme.—Se dice del perro cuando permanece inmóvil en
la muestra, sin romperla.
Forzar el cambio.—Obligar la res perseguida á otra en-
camada, á ocupar su lugar.
Forzar la pieza.—Perseguirla los cazadores hasta que
se rinda por el cansancio.
Fuga.—La huella del venado perseguido, la cual se co-
noce porque el animal la ensancha al abrir el pié por el es-
fuerzo de la carrera.

a.
Gazapo.—El conejo pequeño.
Gazapera.—La madriguera que construye la coneja para
hacer su cría.
Guantes.—Propina ó gratificación que ha de dar todo
cazador que lleve guantes, al criado conductor de los perros
que han rendido á la res.
Guarida.—El paraje, generalmente oculto, que sirve de
refugio á las bestias feroces.

H.
Hacer frente la res.-Defenderse de los perros y de los
cazadores.
--^.195 ;*—
Halalí.—Toque que ejecuta el picador con la trompa
para advertir á los cazadores que la pieza se ha rendido.
Hilo. {Volar a¿)—Seguir la pieza en el vuelo la misma di-
rección del cazador, sin hacer ningún rehurto.
Hocicar el venado.—Llevar la cabeza inclinada hacia el
suelo después del desmogue, para no lastimarse los renue-
vos con el roce de las matas.
Honores de la cacería.-Corresponden á la persona á
quien se obsequia con esta diversión, y es la que debe, por
lo tanto, rematar la res rendida por los perros
Horquilla.—La bifurcación de los candiles en las cuer-
nas del venado.
Hozar el jabalí.—Revolver la tierra con el hocico para
buscaren ella su comida.
Humazo. {Da7')—Asfixiar á las fieras dentro de su guari-
da, encendiendo á la entrada paja, mechas azufradas il otra
sustancia combustible que produzca humo,

J.

Intestino.—Se debe extraer el de toda pieza de caza para


evitar la corrupción.

.1.

Jauría.—Reunión de perros corredores que trabajan jun-


tos en las monterías.

L.
•Lacero.-Cazador con lazos y redes.
Lácete.—Cuerda larga que se pasa por los collares de
todos los perros de un relevo, para'poder soltarlos á la vez,
tirando de ella.
Lanzar la pieza.—Hacerla salir de su escondrijo, para
empezar la persecución.
--^. 196 id—
Latir los perros.—Ladrarle á la res mientras corren de-
trás de ella. Si ladran á pié firme, porque la res se halla
detenida, entonces se dice que los perros laten de parada.
Levantar la caza.—Obligarla el perro á saltar ó á em-
prender el vuelo.
Librea.—Hablando de las aves, es lo mismo que su plu-
maje.

U.

Llamada.—Toque que ejecuta el picador con la trompa,


para que los perros despistados se incorporen al resto de la
jauría.
Llave de la jauría.—El perro que caza en cabeza de ella
y sirve de guía á los demás.

M.

Madriguera —Véase í/í/íwí'da.


Manada.—Reunión de cuadrúpedos, cualquiera sea su
especie.
Mantener la pista —Seguirla, sin perderla, hasta apo-
derarse de la i'es.
Manida.—Madriguera, guarida.
Mano. {Casar e/i)—Batir el campo marchando los cazado-
res en ala y á la vista unos de otros.
Marcar la quebrada.—Fijarse el cazador en el lugar
donde las aves abaten su vuelo para ir allí á tirarlas.
Matutero.—Cazador de oficio, casi siempre desprovisto
de licencia, que persigue en todo tiempo la caza, sin repa-
rar en los medios, por reprobados que sean, para apoderarse
de ella.
Montear.—Buscar y perseguir la caza en el monte.
Montería.—Gaza á los grandes cuadriípedos silvestres.
Montero.—El encargado de dirigir las monterías. Tam-
bién sinónimo de venador.
-^. 197 ^
Moatés.—Lo mismo que silvestre, ó ipontaraz. (En Cuba
jibaro, cimarrón).
Muestra. (Caer de)—La acción de detenerse el perro de-
lante de la pieza, permaneciendo inmóvil con la nariz vuelta
del lado en que aquélla se encuentra. También se dice
marcar ó señalar la muestra.

N.

Nariz.—Tratándose del perro, equivale á olfalo ó á vientos.

O.

Ocultar la pista.—Se aplica al perro que, marchando en


cabeza de la jauría, sigue la pista de la res sin ladrar.
Ojeador.—El sirviente que, en las monterías ó cazas á
ojeo, se encarga de hacer levantar la pieza, empujándola
hacia los cazadores apostados convenientemente.
Qjeo.—Caza á la espera de las piezas que levantan y Lle-
van por delante los ojeadores, quienes marchan con tal ob-
jeto en dirección de la línea ocupada por los cazadores.
Orden.—Calidad y especie de perros que componen una
jauría.

I'

Pajarero.—Cazador de aves pequeñas, que coge vivas


para enjaularlas.
Parada del perro.-Véase Muestra.
Parque.—Es el terreno, más ó menos extenso, rodeado
dé una cerca, y que se destina al fomento de la caza.
Partida de caza.—Lo mismo que Cacería.
Pastos.—Los parajes á donde la caza va en busca de su
alimento.
Picador.-Sirviente que acompaña y dirige á caballo los
movimientos de la jauría durante la batida.
—¥•. 198 '-^r-
Pista.—La huella del pié de la res.
Pitón, -La primera cuerna que echa el venado joven.
Puesto.—El lugar que escoge el cazador para aguardar
oculto la llegada de la pieza y tirarla desde allí.
Punta. {Tomar /a)—Salir al encuentro de la res para cor-
tarle el paso. Asimismo sinónimo de Candil.

Quebrada. {Dar /a)—Descender á tierra la bandada de


aves, después de haber volado, levantadas por el perro.
Querencias.—Aquellos parajes frecuentados por la caza.
Quitador.—Perro enseñado á quitar á los otros las piezas
de que se han apoderado, para ir á entregárselas al cazador.

R.

Rabicorto.—El perro que tiene la cola de poca longitud.


Rabilargo.-Perro de lai'ga cola.
Rabo».—Perro cuya cola ha sido cortada.
Raizdela cuerna.—La meseta ó mogote donde descansa
la cuerna del venado.
Ralea.—Los despojos de la res, que se dáñalos perros
en el momento de rematarla el montero.
Rastro.-Las emanaciones que la caza va dejando por
donde pasa. Hay dos clases de rastros, el del pié, que deja
la pieza en el terreno, y el del cuerpo que es conducido por
el aire.
Rastrear.—Seguir el perro la dirección que lleva la
pieza, olfateando el rastro del pié, con la nariz arrimada al
suelo.
Rayar la pista.-Marcarla en el terreno con el pié, para
reconocerla.
Rebasar la pieza.-Pasarse los perros delante de ella.
Rebusca.—La busca de la pista ó rastro perdido, después
de haberlo seguido algún tiempo.
-Hí 199 ÍH-
Rececho.—Lo mismo que Acecho.
Reolamonatural.—Ave enjaulada que se coloca cerca
del puesto, para que, con su canto, atraiga ásus congéneres
silvestres.
Reclamo artüloial.—Instrumento ó aparato que, mane-
jado por el cazador, imita el canto del ave que se quiere
atraer.
Recoger los perros.—Hacer que cacen juntos.
Recova.—Véase Jauría.
Reducirla pieza.—Rendirla; apoderarse de ella.
Rehurto.—Desviación de la pieza de su primitiva direc-
ción.
Relevo de jauría.—Destacamento de perros que, al cui-
dado de un criado, se sitiía, de trecho en trecho, sobre la
vía por donde se trata de íorzar la res, á fln de soltarlos á
ésta cuando pase en su huida.
Rematar la res.—Clavarle el cuchillo de monte en la •
cruz, mientras los perros la rodean.
Renuevos del venado.—Las nuevas cuernas que le na-
cen después del desmogue, mientras no están endurecidas.
Retorno.—La vuelta de la res sobre sus pasos.
Reunir los perros—lAamar los despistados para recons-
tituir la jauría.
Romper la pista.—Perderla los perros.
Romper el cambio.—Obligar á los perros que han to-
mado el cambio á que sigan la pista primitiva.
Romper la muestra.—Levantar el perro la caza estando
parándola.

S.

Salida.—Véase Arrancada.
Salto. [Cazar oí)—Buscar y perseguir la caza batiendo el
teri-eno en línea recta.
Salte del venado.-El que este animal da de costado,
para despistar á los perros y sustraerse á su persecución.
Señuelos. -Aves que se colocan, sugetas con un cordel
—^ 200 ^
más ó menos largo, cerca del puesto ocupado por el caza-
dor, y cuya presencia sirve para atraer á sus congéneres
silvestres.
Sotavento.—El lado opuesto á aquel de donde viene el
viento.
Soto.—Cazadero cubierto de monte y arbolado.

T.

Tirada de aves.—La acción de disparar muchos cazado-


res reunidos, simultánea ó sucesivamente, sobre una ban-
dada ó reunión de volátiles.
Tirador.—Cazador de pluma y pequeños cuadrúpedos.
Tollo.—Ijugar cercado de ramas, clavadas de punta en el
suelo, donde suele ocultarse el cazador para los aguardos
con reclamo.
Tomar los vientos á la res.—Colocar los perros delante
de ella, cuando va huyendo.
Tomar el cambio.—Dejar los perros la pista primitiva
por la de otra res levantada, durante la cacería.
Trampero.—El cazador que se vale de trampas para co-
ger la caza.
Tren de caza.—El conjunto do sirvientes y de perros de
que se dispone para una montería.
Trailla—La pareja de perros unidos entre sí por una
trailla, que va del collar del uno al collar del otro.
Treta.—Ardid de que se vale la caza para despistar á los
perros.-

U.

ümbria.—fParaje resguardado de los rayos del sol, á


donde acostumbra retirarse la caza en las horas de mayor
calor. . '••
201 yr

V.
Veda.—La época del año durante la cual está prohibida
la caza.
Vedado de caza.—Cazadero donde no se puede entrar á
cazar sin permiso del dueño ó arrendatario.
Venador.—Cazador de venados y otros grandes cuadrú-
pedos silvestres.
Venatoria, (iríe)—La que trata del ejercicio de la caza
mayor.
Ventear.—Seguir el perro la dirección de la pieza por el
rastro del cuerpo, olfateando por alto ó con la nariz al
viento.
Ventor.—Perro que en las monterías se destina á vei^-
tear la res y hacerla saltar.
Vientos. -El olfato del perro. También las emanaciones
de la caza.
Vista. {Cazar ü /a)—Perseguir ios perros la pieza, no por
el rastro, sino por la observación de sus movimientos.
Vivar.—Madriguera de conejos.
Voz. {Cazar áto)—Ladrarel perro ijiientras persigue la
pieza.
Volver la pista.—Doblarla; volver la pieza sobre sus
pasos.
Vuelo.—El de las aves, con respecto á la posición del ca-
zador, puede sbr directo, (de cola ó de pico), de través, diago-
nal y circular; y con respecto al horizonte, horizontal, obli-
cuo, ascendente ó descendente, perpendicular y quebrado. Este
último es el que ofrece más dificultades para el tiro.
QUINTA PARTE.
LEGISLAOIÓN.

Muchos son, por desgracia, los cazadores que descono-


cen en Cuba las disposiciones y leyes vigentes, en cuanto
se relacionan con el ejercicio que constituye su particular
afición. Así que, ni las observan ellos mismos, exponién-
dose á serios disgustos por esta causa, ni las hacen observar,
según debieran, á aquellos otros que hacen de la caza un
///orfíts, yicíim/í, una ocupaciÓJi lucrativa, ([ue les permite
pasarlo sin tener que trabajar, en el sentido más genuino
de esta palabra, aunque para ello hayan de cometer toda
clase de abusos, entre los cuales no es el menor la perse-
cución constante de las especies más apreciadas de aves,
que van poco á poco disminuyendo y emigrando á los pa-
rajes más retirados, y que concluirán por desaparecer
completamente, si los verdaderos cazadores, puestos de
acuerdo, no ¡níluyen para que el establecimiento y la ob-
servancia más estricta de la veda, en las épocas que deter-
mina la ley, sea un hecho en la Isla entera, bajo la vigi-
lancia de las sociedades que se constituyeran al afecto, con
el apoyo de la autoridad.
Porque así suceda pronto, hacemos fervientes votos, se-
guros de que á los cazadores cubanos, la realización de
- ^ 203 if-
este natural deseo de ua cofrade de San Huberto, había de
proporcionarles inmensas ventajas, toda vez que el au-
mento de caza, por consecuencia de la veda, equivaldría
para ellos á un aumente de goces el día en que, levantada
aquélla, fueran convocados al monte por el alegre sonido
de la armónica trompa, que tañe siempre, al acercarse el
otoño, la selvática hermana del divino Apolo.
Hé aquí, ahora, la legislación que interesa conocerá todo
cazador honrado, cual debemos suponer á aquellos para
quienes escribimos:

1—LEY DE CAZA.

DON ALFONSO XII, por la gracia de Dios, Rey Constitucional de Espa-


ña. A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que las Cortes
Imn decretado y Nos sancionado lo siguiente:
SElXlÓN PRIMERA.—C¿asi^oaoí£)ní¿e los aní/na/e«.—Artículo l.« Los
animales, para ios efectos de esta ley, se dividen en tres clases; 1.*, los fie-
ros ó salvajes; 2 «, los amansados ó domesticados, y 3.*, los mansos ó do-
mésticos.
Art. 2.0 Son animales fieros ó salvajes los que vagan libremente y no
pueden ser cogidos sino por la fuerza.
Art. 3." Son animales amansados ó domesticados los que, siendo por au
naturaleza fieros ó salvajes, se ocupan, reducen y acostumbran por el
liombre.
Art. 4." Los animales amansados ó domesticados son propios del que los
)ia reducido á esta condición, mientras se mantienen en ella. Cuando reco-
bran su primitiva libertad, dejan de pertenecer al que fué su dueño y son del
primero que los ocupa.
Art. 5.' Son animales mansos ó domésticos los que nacen y se crian ordi-
nariamente bajo el poder del hombre, el cual conserva siempre su dominio-
—Aunque salgan de su poder, pueden reclamarlos de cualquiera que los re-
tenga, pagando los gastos de su alimentación.
Art. 6.0 Los animales fieros ó salvajes pasan á po;ler de los hombrea por
la caza,
Art. 7.» Se comprende bajo la acepción genérica de cazar, todo arte ó me-
dio de perseguir ó de aprehender» para reducirlos á propiedad particular, á
—»: 204 ;^~
los animales fieros ó amansados que hayan dejado de pertenecer á su dueño
por haber recobrado su primitiva libertad.
SECCIÓN SEGUNDA.—/)e¿ derecho de casar.—kxt. 8.» El derecho de cs-
7.«r corresponde á todo el que se halle provisto de las correspondientfes licen-
cias de uso de escopeta y de caza,
Art. 9.0 Este derecho puede ejercitarse en los terrenos del Estado ó de
los pueblos y en los de propiedad particular, con sujeción á lo dispuesto en
esta ley. Kn los terrenos del Estado ó de los pueblos que no sg hallen veda-
dos por quien corresponda, será lícito cazar según determina el art. 8."—En
los de propiedad particular sólo podrá cazar el dueño y los que éste autorice
por escrito.
Art, lü. Todo prouietario puede conceder licencia 4 un tercero para que
utilice el derecho que le concede el artículo anterior, estableciendo las con-
diciones que tenga por conveniente, pero sin contrariar las de la presente ley.
Art. 11. Cuando el propietario no establezca condiciones especiales para
cazar en su propiedad, se entenderá concedido el permiso con arreglo á las
prescripciones de esta ley.
. Art. 12. Cuando una finca pertenezca á diversos dueños, cada uno de los
propietarios, por sí ó por la persona que le represente, tiene derecho á cazar;
pero no podrá conceder permiso á otro que no sea su representante, para que
lo haga, mientras no obtenga el consentimiento de los condueños que í-eunan
«1 menos dos terceras partes de la propiedad.
Art. 13. El derecho de cazar corresponde al arrendatario de U finca, si en
el contrato de arriendo no se hubiere estipulado lo contrario.
Art. U. Cuando el usufructo se halle separado de la propiedad ó la finca
esté concedida en enfitéusis, el derecho de cazar corresponde al usufructua-
rio ó enfiteuta. Cuando la finca esté en administración ó en depósito judicial
ó voluntario, iucuinbe al administrador ó depositario la facultad da conceder
ó negar el permiso de cazar.
Art. 15. Considerándose cerradas y acotadas todas las dehesas, hereda-
des y demás tierras de cualquiera clase pertenecientes é dominio particular»
nadie puede cazur en las que no estén materialmente amojonadas, cerradas
ó acotadas, sin permiso escrito de su dueño, mientras no estén levantadas
las cosechas.—En los terrenos cercados y acotados materialmente, ó en lo*
«mojonados, nadie puede cazar sin permiso del dueño.
Art. 16. El cazador que, usando de su derecho de caza, desde una finca
donde le sea permitido cazar, hiere una pieza de caza menor que c»e 6 entra
en propiedad ajena, tiene derecho á ella; pero no podrá entrar en esta pro-
piedad sin permiso del dueño cuando la heredad esté materialmente cerrada
por seto, tapia ó vallado, si bien el dueño de la finca tendrá el'deber da en-
- ^ 205 •*—
tregai'la pieza lierida li muerta.—Cuando la Ijeredad no esté cerrada mate-
rialmente, el cazador podrá penetrar sólo á coger la pieza herida ó muer-
ta, sin permiso del dueño; pero será responsable de los perjuicios que
cause.
SECCIÓN TERCERA.—/)e2 ejercicio del derecho fin aasa.—An. 17.
Uiieda absolutamente prohibida toda clase de caza en la época de la repro-
ducción, que es en las provincias de Álava, Avila, Burgos, Coruña, Guipúz-
coa, Huesca, León, Logroño, Lugo,Madrid, Navarra, Orense, Oviedo, Palen-
lencis, Pontevedra, Salamanca, Santander, Segovia, Soria, Valladolid, Viz-
caya y Zamora, desde 1.» de Marzo hasta 1.» de Setiembre; y en las demás
del Reino, inclusa.s Baleares y Canarias, desde el 15 de Febrero al 15 de
Agosto.—En las albuferas y lagunas donde se acostumbra á cazar los ána-
des silvestres, podrá realizarse hasta el 31 de Marzo.—I.as palomas, tórtolas
y codornices podrán cazarse desde 1." de Agosto en aquellos predios en que
se encuentren levantadas cosechas.—Las aves insectívoras, que determi-
nará un reglamento especial, no pueden cazarse en tiempo alguno, en aten-
ción al beneficio que reportan á la agricultura.
Art. 18. Los dueños particulares de las tierras destinadas á vedados de
casa que estén realmente cercadas, amojonadas ó acotadas, podrán cazar en
ellas libremente en cualquier época del año, siempre que no usen reclamos
ni otros engaños á menor distancia de'500 metros de las tierras colindantes,
á no ser que los dueños de éstas Ib autoricen por escrito.
Art. 19. La caza de la perdiz con reclamo queda absolutamente prohibida
en todo tiempo, salvo lo dispuesto en el articulo anterior.
Art. 20. Se prohibe en todo tiempo la caza con hurón, lazos, perchas, re-
des, liga y cualquier otro artificio, excepción hecha de los pájaros que no
sean declarados insectívoros en el reglamento que se forme al efecto, y de
la concesión que contiene á favor délos dueños de terrenos el art. 18.—Se
prohibe igualmente la formación de cuadrillas para perseguir las perdices á
la carrera, ya sea á pié ó á caballo.
., Art. 21. Toda caza queda terminantemente prohibida en las días de nieve
y en los llamados de fortuna.
Art, 21. Se prohibe cazar de noche con luz artificial.
Art, 23. No ae permite cazar con armas de fuego sino á la distancia de un
kilómetro, contado desde lo última cosa de la población.
.-^rt. 24. Los dueños ó arrendatarios de propiedades destinadas á la cria
de caza, pueden colocar en ella toda clase de litifes para la destrucción de
animales dañinos ó seguridad de la finca, pero en manera alguna en los «a-
niinos, veredas ó sendas de la misma propiedad.
Art. 25. Queda terrainaniemenle proliiliida la circulación y venta de caza
. - 4 : 206 ^í—
Y da picaros muertos en toda EspsRa $ islas adyacentes durante la tempo-^
rada de veda, con la sola excepsión marcada en el articulo 27.
Art. 26. I.,o8 arrendatarios de montes, y los que se dedican á la industria
de la saca de conejos, podrán tener hurones, ¡previo el permiso del goberna-
dor civil de la provincia, el cual hará que se llevé Up registro de los que con-
ceda.—Dicho permiso se registrará en el Ayuntamiento en que esté domici-
liado el que lo obtenga, previo el pago de la contribución que corresponde
por el que ejerza dicha industria.
Art, 27. El dueño de monte, dehesa ó soto que en tiempo de veda quiera
aprovechar los conejos que haya en su propiedad, podrá matarlos por cual-
quier medio, y, previa licencia escrita de la autoridad local, venderlos desde
el t.e de Julio en adelante. Desde esta fecha hasta que termine la época de
veda, ios conejos, asi muertos, no podrán ser conducido!: por la via pública
sin licencia del alcalde del término municipal en que radiquen las tierras en
que fueron cazados.
Art. 28. Únicamente podrá cazar el que haya obtenido del gobernador ci-
vil de la provincia licencia de uso de escopeta y licencia de caza. Estas li-
cencias sólo servirán para un año desde su fecha, y se concederán con arre-
glo 4 las leyes,
' Art. 29. Sólo podrán otorgarse licencias de caza por los gobernadores de
las provincias, que en ningún caso las podrán conoedargratÍ8<-ContÍBua-
rán, sin embargo, los Capitanes generales con la facultad de conceder ito«n«
cias gratuitas é intransferibles de caza, únicamente á los militares en activo
servicio, á los retirados con sueldo y á los condecorados con la gran cruz de
San Femando, cuyas circunstancias se harán constar precisamente en liis
mismas Iicencias,á las que acompaSará siempre la c^ula personal de) in-
teresado.
Art. 30. Los propietarios ó arrendiitarios délos sitios destinados ala
cria de caza pueden nombrar guardas jurados con sujeción á lo que deter-
mine el reglamento.
Art. 31. Las declaraciones délos guardasjuradosen las denuncias que
hagan con arreglo á esta ley, tendrán la fuerza de prueba plena, salvo siem-
pre la justificación en contrario.
SECCIÓN CUARTA.—De la casa de las paloma:».—^rl. 82, No podrá ti-
rarse á las palomas domésticas ajenas sinoá la distancia de un kilómetrode
la población ó palomares, y aun asi no podrá hacerse con seSúeiO/ó cimbeles
ni Otro engaño. *
Art. 33, Para evitar los peijuioios que en cierta* épocas del aiSo puedan
causar las palomas, tanto domésticaB oomó silresti^g, dedicadas á criade-
ros en palomar, los alcaldes da los pueblos donde existan los palomares
—f:207 íf- •
dictarán las diaposióiones que Crean'oportunas, Ajando las «pocas en que de-
ben hallarse cerrados.
SECCIÓN QUINTA.—Z)e la easa con galgos.^Arl. 34. Desdo 1.» de Marzo
á 15 de Octubre se prohibe én toda España é islas adyacentes la caza con
galgos; en las tierras labrantías desde la siembra hasta la i-ecoleccián, y en
loa vi&edos, desde ei brote basta la vendimia.
Art. 35. Lo» que quisieren cazar con galgos deberán obtener una licencia
especial del gobernador civil de la provincia, previo el pago de 25 pesetas, ou-
ya-Ucenciá sólo servirá para u n año, desde su fecha, seis personas y diez perros.
SECCIÓN SEXTA.—De la casa mayor.—kxt. 36. La veda establecida para
la caza menor comprende también á la mayor.
Art. 37. Todo cazador que hiera una res tiene derecho á ella, mientras é\
solo ó con sus perros la persiga.
Art. 38. Si una-ó más reses fuesen levantadas y no heridas por uno ó más
cazadores ó sus perros, y otro cazador matase una ó más de aquéllas du-
rante la carrera, el mat idor y los compañeros que con él estuvieran cazando
tendrán iguales derechos ala pieza ó piezas muertas que los cazadores que
las hayan levantado y persigan.
SECCIÓN SÉTIMA.—ÍDC la caaa de animales dañinos.—Kn. 3«, L«
caza de animales dañinos que determinará el reglamento, es libre en los te-
rrenos de) Estado ó de los pueblos y en las rastrojeras de propiedad parti-
cular no cerradas ó amojonadas; pero en losceroados, pertenezcan á pueblos
ó á los particnlnrss, no será permitida sin licencia escrita de los dueños ó
arrendatarios.
Art. 40.' Los alcaldes estimularán la persecución de las fieras y animele$i
dañinos, ofreciendo recompensas pecuniarias á los que acrediten haberlos,
muerto.—Al efecto incluirán entre sus gastos obligatorios la correspon-
diente partida en el presupuesto municipal de cada aiSo. ,
Art. ^\• Cuando las circunstancias lo exijan, los alcaldes, previa autori^
ZHCión del gobernador civil de la provincia, podrán ordenar batidas genera-
les para la destrucción de anímalas dañinos y el envenenamiento de éstos.—
ifomarán las medidas necesarias para la seguridad y conservación dalas
personas y de las propiedades, el modo, la duración, el orden y la marcha de
la operación, y todas las demás que sean necesarias para asegurarla regula-
ridad y evitar los peligi'os y los inconvenientes,
Art. 42. Las batidas y los envenenamientos serán dirigidos por personas
|>eriitBS que nombrarán las autoridades administrativas, y se anunciarán du-
rairt»tr«sdfas consecutivos por medio de bandos en el pueblo en cuyo tér-
mino haytta de tener lugar y en-los pueblos colindantes.
.' Art. 43. El resultado se pondrá en conocimiento del goberniMor civil de la-
—¥. 208 j ^
provincia, por medio de un informe, en el qua se consignarán todas las ob-
servaciones necesarias á dar cuenta exacta de la forma en que se ha llevado
á efecto la operación.
SECCIÓN OCTAVA.—Penaticlad¡/procedimientos.—AH. U. La acción
para denunciar las infracciones de esta ley es pública.—Queda absoluta-
mente prohibida la venta de caza viva ó muerta durante el tiempo de veda.
Los contraventores ser^n castigados con la pérdida de la caza que se en-
cuentre en su poder, la cual se repartirá por mitad entre el denunciante y el
urente de la autoridad que hiciere la aprehensión, precediéndose en estas de-
nuncias en conformidad á lo dispuesto en los dos artículos siguientes 45 y 46
lie esta ley. «
Art. 45. Las denuncias por infracciones de esta ley se sustanciarán forzo-
samente á los ocho días de formalizadas, bajo la responsabilidad del juez
municipal, el cual tendrá la obligación de dar recibo al denunciante dala
fecha en que la admite.
Art, 4(). Las referidas denuncias se sustanciarán ep juicio verbal de fal-
ta», oyendo al denunciador, al fiscal y al denunciado si se presenta, reci-
biendo las justificaciones que se ofrezcan y pronunciando en el acto la sen-
tencia, consignándolo todo en un acta que firmarán los concurrentes y el
Secretario. Cuando la sentencia sea condenatoria, se impondrá el pago de las
costas BI denunciado.
Art. 47. En las infracciones de esta ley se impondrá siempre la pérdida
del arma ó del objeto con que se pretende cazar. El arma podrá recuperarse
mediante la entrega de 50 pesetas en papel de pagos.
Art. 48. En todo caso el infractor será condenado á la indemnización del
ílaiío, segiin tasación pericial, á la pérdida do la caza, y á una multa que por
primera ve?, será de 5 á 25 pesetas; por la segunda, de 25 á 50, y por la terce-
ra, de 50 á 1011, siempre en papel de pagos.
Alt 19. El insolvente en el pago de esta multa sufrirá un día de arresto
pur cada 2 pesetas y 50 céntimos que deje de satisfacer.
Art. 50. El que entrando en propiedad ajena, sin permiso del dueño, sea
cogido in fraganli con lazos, hurones li otros ardides para destruir la
caza, será considerado como dañador, y entregado á los tribunales ordina-
rios para que le"castiguen con arreglo al art. 530 del Código penal.
Art. 51. Toda persona que destruya los nidos de perdices y los demás de
caza menor, será condenada en juicio de faltas á pagar de 5 á 10 pesetas por
primera vez, de 10 á 20 la segunda, y de 20 á 40 la tercera.—El que en tiempo
de veda destruya los nidos de las aves que el reglamento especial considere
útiles á la agricultura, será castigado la primera vez con una multa de una
á 5 pesetHs; lit segunda, de 5 á 10, y la tercera, de 10 á 20.
- ^ 209 i f -
Art, 52. El que por más de tercera vez infrinja las disposiciones de esta
ley será considerado reo de daño y entregado á los tribunales para que como
tal se le juzgue.
Art. 53. Los padres, representantes legales y amos de los infractores e s -
rán responsables civil y subsidiariamente j^or las infracciones que cometan
sus hijos, criados ó personas que estén bajo su poder.
Art. 5í. La acción para perseguir las infracciones de la presente ley pres-
cribe álos dos meses de haberlas cometido.
DISPOSICIONES GENERALES.—/•rimera. Queda á cargo de la Guar-
dia civil, que por su instituto ejerce vigilancia en el campo y despoblado, el
cumplimiento de esta ley en todas sus partes.
Segunda, El Gobierno de S. M. publicará los reglamentos necesarios
para la ejecución de la presente ley.
Tercera, Toda licencia de caza llevará impresos en el reverso los artícu-
los de esta ley y del reglamento que se considere necesarios.
Cuarta. Los gobernadores de provincia tendrán obligación de publicar,
quince días antes de empezar y concluir el tiempo de la veda, edictos recor-
dando el cumplimiento de las disposiciones de esta ley.
Quinta, Quedan, en su virtud, derogadas todas las ordenanzas, pragmá-
ticas, reglamentos, decretos y leyes anteriores a ésta, en cuanto se refieran
á la caza.
Por tanto: Mandamos á todos los tribunales, justicias, jefes, gobernadores
y demás autoridades, así civiles como militares y eclesiásticas, de cualquier
clase y dignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutarla pre-
sente ley en todas sus partes.
Dado en Palacio á diez de Enero de mil ochocientos setenta y nueve.—YO
EL REY.—El ministro de Fomento, C. FRANCISCO QUEIPO DE LI.*NO.

2.

de uso de armaSr de cazff y de pesca.


MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN.—BKAL DECIIKTO.—Con el fin de
dar unidad á las disposiciones sobre licencias para usar armas y para el ejer-
cicio regular de la caza y de la pesca, dictadas en distintas y épocas con va-'
ríado criterio, y para armonizarlas con lo que preceptüa la ley de presupues-
tos relativamente al pago del impuesto sobre aquellas autorizaciones; de
acuerdo con el Consejo de Ministros, y á propuesta del Ministro de la Go-
bernación, vengo en decretar lo siguiente:
14
—« 210 !*— -
Articulo 1.0 Nadie podrá usar armas, de cualquiera clase que sean, ni de-
dicarse al ejercicio de la caza ó de Is pesca, sin haber obtenido la correspon-
diente licencia, expedida por la autoridad competente, con sujeción á las
condiciones que prescribe este decreto. '
Art. 2 " Corresponderé á los gobernadores, bajo su responsabilidad, pre-
vios los informes que juzguen necesarios, y ateniéndose á lo que sobre el
particular disponen las leyes, conceder licencias para uso de armas, para
cazar y para pescar.
Art. 2." Habrá seis clases de licencias:
Primera. Para uso de todo género de armas.
Segunda. Para uso de armas de fuego con destino á lu defensa de la pro-
piedad rural.
Tercera. Para uso de armas de fuego de bolsillo, pistola ó rewolver con
destino á la defensa personal fuera do poblado.
Cuarta. Para uso de armas de igual clase y con el mismo destino dentro
de poblado.
Quinto. Para uso de armas de caza y para cazar
Sexta. Para pescar en los ríos, lagunas, estanques y charcas.
Art. 4."' Podrán obtener las licencias de la clase primera, todos los espa-
ñoles mayores de veinticinco aíios, jefes de la familia y contribuyentes al
Estado por cualquiera cuota directa, exceptuados, sin embargo, los proce-
^-ados criminalmente y ios que hayan sufrido condena.
Arl. 5." Podrán obtener las licencias de la clase segunda, tercera y cuar-
ta todos los españoles mayores de veinte años, como no "se hallen compren-
didos en las excepciones del articulo anterior.
Art. C." Podrán obtener las licencias de la clase quintu;
Primero. I.oa que tengan aptitud para obtenerla de las cuatro clases an-
teriores.
Segundo, l.os jóvenes menores do veinte años y mayores de quince, á
quienes garanticen por escrito ante la autoridad los padres ó tutores.
Art. 7." Podrán obtener las licencias de la sexta clase todos los españoles
sin excepción. ,
Art. 8." A la concesión ó neg.itiva do la licencia de uso de armas, caza y
pesca precederá instancia e.9orita en el papel del sello correspondiente, la
cual, después de decretada por el gobernador y anotada en el registro espe-
cial áo licencias, quedará archivada en el gobierno do provincia.
Art. 9." Los gobernadores civiles podrán conf eder á los funcionarios ac-
tivos de la administración del Estado, de la provincia ó del municipio auto-
i'izaciones para usar toda clase de armas cuando,hubiesen de giiardaí-ó
conducir caudales ó cuando el servicio lo reclame. Estas autorizaciones no
—¥: 211 '^1—
•serán valederas fuera de los actos del servicio, ,ni durarán más que el que
éste dure.
Art. 10. Los alcaldes de los pueblos, dando parte á los (tobernaderes.
cuando se« necesario levantar somatenes, perseguir á malhechores ó con-
ducir presos, podrán asimismo facultar para el uso de toda clase de armas
é las personas que presten aquellos .eervitios, y solamente por el tiempo que
ios presten.
Art, II. Los individuos del Cuerpo de Orden público, los guardias muni-
cipales y los de resguardos especiales podrán usar armas blancas y de gue-
rva con el permiso de los gobernadores civiles.
Art. 12. Cuando las provincias sean declaradas en estado de guerra, las
autoridades militares, si lo creen conveniente, visarán todas las licencias
de uso de armas que hayan expedido ó expidan los gobernadores civiles.
Art. 13. Para pasos extraordinarios y por motivos de orden público,que-
dan los gobernadores de la» provincias facultados para declarar en suspen-
so todas las licencias de uso de armas que hubieren concedido.
Art. 14. Las licencias á que se refiere este decreto serán personales é in-
trasmisibles,
Art. 15. Incurrirán en responsabilidad, por infracción de las disposicio-
nes contenidas en este decreto: •
Los que careciendo de licencia usen armas, cacen ó pesquen. Los que ha-
gan uso de licencia que no les pertenezca. Los que sin autorización de
cuarta clase para usar armas las tuviesen á emplearan blancas ú reglamen-
tarias de guerra. Los que sólo con licencia de segunda clase usen armas
fuera dejas propiedades para cuya defensa les fueren concedidas. Los que
teniendo licencia de arma de fuego de bolsillo para fuera de poblado, la
usen en el interior de las poblaciones. Los que cacen en tiempo de veda ó en •
parejos expresamente prohibidos. Los t^ue lo hicieren con hurón ó lazo, ó
por cualquier otro medio ilícito. Los que para pescar envenenaren ó entur-
biaren lag aguas, ó empleasen mechas ó cartuchos de dinamita.
Art. 16. Los que incurran en cualquiera de los cinco primeros casos de
responsabilidad señalados en el artículo anterior, perderán las armas ó los
aparatos de pesca y las licencias propias ó ajenas que llevaren, y pagarán
una multa equivalente al duplo del valor de la licencia que hubieran necesi-
do para iiullarse en condiciones legales. Los ^que incurran en cualquiera de
los tres últimos casos de responsabilidad del artículo precedente perderán
asimismo las armas ó los aparatos y jlas licencias que llevaren, y pagarán
una multa discrecional, no menor de 40 peí-etns ni mayor de 160. En todos
los casos de insolvencia procederá la prisión subsidiaria. Los que reincidan
eft las faltas que señala el art. li serán considerados en los cinco primeros
—¥. 212 •*—
casos como defraudadores á la Hacienda-pública, y en los tres últimos, como
infractores de las ordenanzas de caza y pesca, sometidos, por consecuencia,
a los tribunales competentes.
Art. 17. Las licencias oe armas, caza y pesca tendrán la forma de tarje-
tas talonarias de diferentes colores, según las clases; serán valederas por
un año, y elaboradas, con las seguridades y garantías necesarias, en la fá-
brica nacional del Sello.
Art. 18. Serán expedidas únicamente en la.^ Administraciones económi-
cas de las provincias, y costarán : las de primera clase, 80 pesetas; Ins
de segunda clase, 50 pesetas; las de tercera clase, 20 pesetas; las do cuarta
clase, 30 pesetas; las de quinta clase, 20 pesetas, y las de sexta clase, 5 pe-
setas .
Art. 19. Las autoridades y SUS'delegados, muy especialmente la Guardia
civil, tienen el deber de hacer que se cumpla cuanto queda preceptuado, y á
nadie consentirán que use armas, cace ó pesque sin la debida licencia, cuyi»
presentación exigirán siempre que lo orean oportuno.
Art. 20. Quedan derogadas todas las disposiciones dictadas hasta la fe-
cha sobre concesión de licencias de uso de armas, de caza y de pesca.

ARTÍCULO» ADlCIONAt-RS.

Primero. Las licencias que existan concedidas á la publicación de este


decreto caducarán en la fecha de su vencimiento si fueren de pago; si fueren
gratuitas, en M1 día siguiente al en que se publiquen estas disposiciones.
Segundo. Desde la publicación de este decreto hasta que las tarjetas ta-
lonarias se hallen disponibles en las Administraciones económicas, podrán ,
los gobernadores civiles conceder licencias con arreglo á preceptuado en
esta fecha, disponiendo que sean extendidas en papel sellado de precio equi-
valente al valor de aquéllas, según suí clases.
Tercero. El Ministro de la Gobernación, de acuerdo con el de Hacienda,
dictará las reglas necesarias para la fácil y cómoda expendición de las lar-
jetas-licencias y para la ejecución de este decreto.
Dado en San Ildefonso á diez de Agosto de mil ochocientos setenta y seis.
—ALFONSO —El Ministro de la Gobernación, FRANCISCO ROMRBO Y RO-
RLRDO.

3.—Modificaciones propuestas.
Pasada la anterior Ley de caza, que rige actualmente en
• ^ 213 if-
España, á informe de la Real Acadeniia de Ciencias Médi-
cas, Físicas y Naturales de la Habana, la' comisión elegida
del seno de esta sabia corporación, con objeto de entender
en las reformas que convenia introducir en dicha Ley,
para su mayor aplicación en Cuba, opinó como sigue, con
su Bibliotecario D. Juan Vilaró, quien se encargó de re-
dactar la consiguiente memoria, fechada en 26 de Mayo
de 1880:
«Los artículos que, según se nos alcanza, deben ser mo-
dificados en la forma que señalamos, son los siguientes:
ART. 17. Queda absolutamente prohibida toda clase de
caza en la época <le la reproducción, que es en estas pro-
vincias, generalmente, desde 1." de Marzo hasta I.» de Oc-
tubre (1). El Aura, la Caraira que no sea pollera, la Le-
chuza, la Siguapa, y demás aves benéficas que expresa
la lista adjunta, no podrán ser muertas en ningún tiempo.
ART. 20. Sustituir: insectívoros por t'tííks, y Reglamen-
to por Lixta.
ART. 21. Suprimir: de nieve y en los de fortuna.
ART. 36. Agregar lo siguiente:
Con el fin de fomentar la cría del Venado, se prohibe
en absoluto su caza durante dos años, á contar desde la fe-
cha de la publicación de esta Ley.
En los sucesivos, sólo podrá cazarse los que cuenten más
de un año dé edad.
ART. 39. Sustituir, también. Reglamento por Lista ad-
" junta.
ART. 40. Después de dañinos, se agregará: entendién-
dose por tales, el Perro jibaro, el Gato jibaro y el
Cochino cimarrón; pudiendo utilizarse de este último
su matador, y ofreciendo, además, recompensas pecunia-
rias á quienes acrediten haberlos muerto.

(1) Monos para el aenado, que se reproduce y cria de Octubre á


Mayo. Esto le faltó agregar al Sr. Vilaró. . N. del A.
--f. 2U '^~
AHT. 47. Sustituir üO pesetas por 20 pesos.
ART. 48. Con estos variantes en la multa: por primera
vez será de 2 á 10 pesos; por la segunda de 10 á 20, y por
la tercera de 20 á 40, siempre en papel de pagos. Al que
matare Aura, Caraira no pollera, Lechuza y demás
animales conocidamente benéficos, asi como Venado,
contraviniendo lo dispuesto, se le aplicará la multa en su
grado máximo.
ART. OÍ. Sustituir, en su segundo precepto, Reglamen-
to por Lista, y la primera multa de SO centavos á 2 pesos;
la segunda de 2 á 4 pesos, y la tercera de 4 á 8.
En cuanto á las Disposiciones generales, hay que notar
como la Primera sólo alcanza á la vigilancia fuera de pobla-
do. Entendemos, pues, que debiera agregarse, después, de
«despoblado:» // de los otros cuerpos de policía municipal y
gubernativa.
Tocante á la séyunda y tercera, estaraos á lo dicho res-
pecto del Reglamento de referencia.
Al hacerse las publicaciones prescritas-por la cuarta, se
incluirán tambiea, las Listas correspondientes.

FIN.
ÍNDICE DE LAS MATERIAS.

l'áps
Al leclor.

l.a.Parte.—Preliminares.

1.—DEL CAZADOR,

].—Condiciones que lia <lc reunir el afleionado á la caza . . 7


2.—Preceptos higiénicos . 9
3.—Reglas de conducta 11

II.—DE I.A CAZA EN (3KNEHAI..

1.—Diferentes modos de cazar 13


2.—Parajes donde delje buscarse la caza 18

III.—REGL.VS DE TIRO.

1.—Teoría. 19
2.—Práctica. . . . . ai

2.0 Parte.—Razas de perros de caza, cria, educación,


enfermedades, etc., etc.

1.—LXASincAinÓN.

1.—Denominación de la i'azas 24
2.—fiajas es/)añoía.s.—A.—Perros de muestra, iPachón, Per-
diguero, Español, Perro de aguas, Barbas ó lanudo). . 3t>
B —Perros corredores. (Mastín, Dogo ó Alano, Galgo ó lebrel,
Sabueso, Podenco, Zorrero ó alitnañero).' . . . . ','7
^216
Pág».
3 V.—Ratas//•ancusas.—A.—Perros de muestra. (Braque, Epa-
gneul-franeáis, Griffon ou barbet, Canichei 28
B.—Perros corredores. (Dogue ou mátin, Levrier, Perros de
raza.s-reales) 29
C.—Perros de orden.—a.—Gran-tren. iGriffons au poil riide,
Braques). 30
b.—Pequeño-tren. (Briquets, Bassets). . . . . . .SI
4.—Raías inglesas.—A.—Perros de muestra. (Pointer, Setter,
Springer , Clumber, Cocker, Water-spaniel, Retriever,
Poodle, GriHon). . . . " 31
B.—Perros corredores. (Mastiff, Bull-dog, Grey-hound, Otter
hound , Bloodhound, Staghound , Deerhound , Fox-
hound, Beagle, Harrier, Terrier, BuU-terrier. . • 33
5.—Otras razas. (Danés, Lebrel de Rusia, Braco alemán, Ras
set alemán, Meloso, Braco suizo) • 36
II.—DEFORMIDADES.—(La doble nariz, la falta de cola, la ton»
dura de las extremidades) 38
III.—CRUZAMIENTO Y SELECCIÓN. 39
IV.—CRÍA.. . 41
V.—EDUCACIÓN. 44
.—ALIMENTACIÓN. 49
Vil,—NOMBRE. . 50
VllL—EDAD. . 50
IX.—ENFERMEDADES 51
X . — V A L O R COMERCIAL. . 55

3." Parte.—Armas, municiones, montura y accesorios de caza.

I.—ARMAS.

1.—Ventajas de las armas de retrocarga sobre las de pistón. 59


2.—Diversos sistema de armas de retrocarga. 61
3.—Aparatos de cierre.. 63
4.—Delanteros de básenla. . 66
5.^—Llaves y punzones. 67
6.—Culatas. . 69
7.—Cañones, . . . . 70
8—Calibres 73
9.—Elección de u n a escopeta. 74
lO.-^Armas de precisión. 76
11.—Conservación de iás armas. 78
f: 217

II.—MUNICIONE.S.

1.—Cartuchos 78
2.—Cápsulas 80
3.—Tacos 80
4.—Pólvora 81
5.—Proyectiles 83
6.—Carga de los cartuchos 85
87
90
V.—CABALLO Y MONTURA. 93
VI.—EMBARCACIONES TARA LA CAZA. . »»'• •
95

4.' Parte.—Descripción y caca de las diferentes especies de aves


y mamíferos de la isla de Cuba.

I.—AVKS DE L L A N U R A Y DE BOSQUE.

A.—Gallináceas.

1.—Gallina de Guinea.. 97
2.—Codorniz.. 100

B.—Palomas-aallinan.

3.—Perdiz. . . . .103
4.—Barbequejo. 104
6.—Boyero 105
6.—Camao. 106

C.—Palómaí>.

7.—Torcaz salvaje. 107


8.— Id. cabeci-blanca. 108
£(•— Id. morada. 109
10.—Paloma viajera. 110
11.— Id. sanjuanera. 110
12.— Id. aliblanca. . 111
-H 218
Páps.
13.—Paloma rabioüe. . . . ', 112
14.— W. (ojosa 11?

D.—Trepculoraíi,

li>.—Caipinteioroal. . . 115
16.— Id. americano lie
17.— Id. verde. . . . . . 116
18.— Id. jabado 117
19.— Id. escapulario. . 118
20.— Id. churroso 119
21.—Arriero. . . . . . . 119
22.— Id. rhiéo 121
á3.—Judío 122
24.—Cotorra 123

K.—Pojaron.

25.—Zorüsal real.
26.— Id. gato.
27.—Tordo. .
28.—Sabanero.
29.—Pitirre abejero.
.SO.—Martín pescador.
31.—Mayito. .
32.—Solibio. .
33.—Chambergo. .

I I . — A \ ES DE PANTANO V ACUÁTICAS.

F.—Zancudas,

1.—Grulla. .
2.—Garcilote ceniciento.
3.— Id blanco.
4.—Garzón. . • • .
."j—Garzota. .
6.—Garza roja.
7.— Id. de cuello rojo.
8.— Id. blanca.
^. 219
Pégt.
. 127
10.—Aguaita caimán. . . 137
.138

. 139
14.— Id. real 140

16.—Cayania 141
17.—Clocó blanco 142
18.— Id. prieto . 143
19.— Id. rojo. 143
20.—Chorlito.' 144
21.—Limosa 146
22.—Becacina 147
23.-Becasón. 148
24.—Zarapico real 149
25.—^Zarapico común. . . . . . . 150
. . 152
^ .153
28.-»Torna-piedras . 153
. 154
30.—Ave-fría. . 154
. 155
32. Gallito. . . . . . . . 157
38.—Guareao. . • . . . . . .158
. 159
35.—Gallareta do pico colorado. . . ". . 162
163
37.— Id. de pico blanco . . . . 164

i * G.—Nadadoras.

1.—SaramaguUón chico . 165


. . 166
3.—Flamenco. • 166
4.—Guanana blanca. . ". . . " . . 167
5.— Id. prieta. • • • • . . . . 168
6,—Yaguaza . 169
7 — P a t o inglés. . • • 170
8 i — I d . peacueoilarjío . 171
*•: 220

10.—Pato cuchareta, 171


11.— Id. de la Florida, 172
12 — Id. de la Carolina 173
18.— Id. risueño. . 17S
14.— Id. huyuyo., •174
1.5 — Id. listado, . 174
16— Id. morisco, 175
17 — Id. de collar, 175
1 8 — Id. de la Luisiana. 176
19 — Id. chorizo. . 176
20.— Id. dominico, 177
21 — Id. moñudo. ,177

III. -MAMIl'EKOS.

1.—Venado 179
2.—Cochino cimarrón 6 silvestre 182
3.—Hutía 183
Lista de las especies de aves de Cuba, cuya descripción se ha
omitido por no ser costumbre cazarlas para aprovechar
su carne. 185
Vocabulario de los términos más usuales en la caza.. 189

5.a Parte.—Legislación.

1.—Ley de caza vigente 203


2.—Licencia de uso de armas de caza y de pesca. . . . 209
3.—Modificaciones á la ley de caza propuestas por la Real Aca-
demia de Ciencias de la Habana. . . . 812

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