La desnutrición infantil es un problema actual que deplorablemente en nuestra sociedad ha
sido muy normalizado. Para empezar, un artículo de la ONG apartidista y aconfesional “Ayuda en acción”, propone la definición de que esta problemática se debe sobre todo a la falta de nutrientes como la vitamina A, ácido fólico, yodo, proteínas o hierro, pero también inciden otros factores, como la falta de acceso de agua potable provocando diarreas constantes que impiden una digestión correcta de los nutrientes, complicando más aún la nutrición de los niños y niñas. En primer lugar, los efectos de este tipo de desnutrición se muestran a largo plazo, primordialmente, porque el niño o niña tiene un retraso de crecimiento y esto se debe a que el cuerpo no ha recibido los nutrientes suficientes durante los dos primeros años de vida y en el embarazo, la cual esto se llama “1000 días críticos para la vida”. Es decir, la desnutrición crónica de los niños y niñas también afecta el nivel de nutrición de la madre. Cabe resaltar que la desnutrición crónica es la única que causa mucho más daño a las mujeres. La única forma de erradicar esta problemática debe ser dándose con formación para que las familias y en especial las mujeres tomen conciencia de lo importante que es alimentar a sus hijos de una manera adecuada desde el embarazo. Y así de esta manera, millones de personas podrán tener acceso a un futuro mejor y también, podrán adquirir mayor posibilidad para terminar con el tema de la pobreza. En otro artículo de “Salud Pública” por el doctor Federico Gómez, se define como la asimilación deficiente de alimentos por el organismo, que conduce a un estado patológico de distintos grados de seriedad, de distintas manifestaciones clínicas. Por un lado, es ocasionada por una sola y principal causa como es la sub-alimentación del sujeto, tiene múltiples orígenes, pero en nuestro medio son la pobreza, la ignorancia y el hambre. Por otro lado, llamamos desnutrición de primer grado a toda pérdida de peso que no pase del 25% del peso que el paciente debería tener, para su edad; llamamos desnutrición de segundo grado cuando la pérdida de peso fluctúa entre el 25 y el 40%, y, finalmente llamamos desnutrición de tercer grado, a la pérdida de peso del organismo más allá del 40%. En una investigación de Unicef, realizada por Wendy Wisbaum, esta definición es asumida como el resultado de la digestión insuficiente de alimentos (en cantidad y calidad), la falta de una atención adecuada y la aparición de enfermedades infecciosas. En segundo lugar, nos podemos dar cuenta de que un niño posee desnutrición crónica, ya que indica una carencia de los nutrientes necesarios durante un tiempo prolongado, por lo que aumenta el riesgo de que contraiga enfermedades y afecta al desarrollo físico e intelectual del niño. En tercer lugar, el retraso en el crecimiento puede comenzar antes de nacer, cuando el niño aún está en el útero de su madre. Si no se actúa durante el embarazo y antes de que el niño cumpla los 2 años de edad, las consecuencias son irreversibles y se harán sentir durante el resto su vida.