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DON DIMAS DE LA TIJERETA

NARRADOR: Érase que se era, o había una vez, un notario de la Real Audiencia llamado
Don Dimas de la tijereta. El buen hombre había caído en la peor tontería en que puede caer
un viejo: enamorarse hasta la coronilla de una bella y coqueta jovencita. (En escena Don
Dimas).
De pronto olvidó toda su tacañería y empezó a gastar su dinero fruto de sus embustes y
triquiñuelas, en obsequios y maravillosos regalos para Visitacion que era el nombre de la
codiciada muchachita.
Visitacion tenía 20 primaveras llenas de donaire y una cinta pulida de esas “mírame y no
me toque” (en escena Visitación).
Los regalos de Tijereta no conmovían su corazón, ella los recibía interesada, pero sin
ningún animo de devolver el favor, ella conocía a fondo la influencia de sus hechizos sobre
el corazón del escribano (en escena Don Dimas y Visitación).
DON DIMAS: He aquí te traigo este collar de esmeraldas verdes como tus deslumbrantes
ojos.
VISITACIÓN: (lo recibe y observa con indiferencia)
Exasperado por los desaires de Visitacion, no terminaba por decidirse, Don dimas de la
tijereta se dejo llevar por el enfado y grito con fuerza en el Cerro de las Ramas.
DON DIMAS: sería capaz de entregar mi “almilla” al diablo a cambio del amor de esa
caprichosa criatura.
NARRADOR: El grito del notario resonó inmediatamente en los muros del infierno,
lucifer siempre está atento a las debilidades de los hombres y mas tardó el viejo enamorado
llegar a su casa que satanás enviar al diablillo Lilit, su secretario personal.
SATANÁS: ¡Lilit! (gritando) Quiero que me traigas el alma de aquel miserable hombre,
que incluso menosprecia su alma llamándola “almilla”.
LILIT: Si mi señor.
NARRADOR: Lilit fue donde Don Dimas con un contrato ya firmado en el que le ofrecía
el amor de la doncella a cambio de su alma, al que el enojado Tijereta la había llamado
“almilla” en medio de su cólera.
LILIT: El acuerdo es sencillo; tendrás a Visitacion por tres años, al cabo de los cuales
personalmente vendré por tu “almilla”.
NARRADOR: Firmado el contrato, don dimas cuando regreso a su casa, le abrió la puerta
nada menos que a Visitacion, que ebria de amor se arrojó en sus brazos. Don Dimas vió que
el diablo había cumplido su palabra. (Don Dimas mueca de satisfacción)
Se cumplieron los 3 años, y así llego el día de pagar la deuda. Lilit puntual llegó a cobrar la
deuda y llevarse su almilla.
LILIT: He venido por lo que le pertenece a mi amo.
NARRADOR: Inmediatamente, don dimas empezó a desvestirse a lo que Lilit comento:
LILIT: No se tome tanto trabajo, que así vestido como está me lo puedo llevar.
DON DIMAS: Pues si no me desvisto no podré pagarle
LILIT: Haga lo que le plazca, que todavía le queda un minuto para que se cumplan los tres
años.
NARRADOR: El escribano se quitó el jubón interior, se lo entregó al demonio y le dijo:
DON DIMAS: Deuda pagada y venga mi documento.
LILIT: ¿Y qué quiere que haga con esa prenda?
DON DIMAS: Esta es mi almilla, que, como reza el contrato es lo que estoy obligado a
pagar. Sino revise bien el documento.
LILIT: Yo no entiendo payasadas. Guarde sus palabras para cuando esté delante de mi
amo.
NARRADOR: Lilit, enojado, le dijo que se deje de bromas, pero don Dimas contestó que
se fije bien en el contrato pues esa era la almilla. (Don Dimas y Lilit gestos discutiendo).
Y en eso se cumplió el minuto y Lilit se echó al hombro al escribano y encaminó al
infierno.
LILIT: Tú vienes conmigo, infeliz.
Durante el viaje, los reclamos de don Dimas eran tan constantes que el demonio tenía que
hacer de oídos sordos para no perder la paciencia y sumergir al escribano en un caldero de
plomo hirviente. Ya en el cocito, Satanás, enterado de las causas del reclamo, decidió
concederle un juicio al escribano.
SATANÁS: Hable Don Dimas.
DON DIMAS: En el contrato reza “almilla”, lo que es una prenda de vestir interior.
NARRADOR: Inmediatamente hizo aparecer un diccionario.
SATANÁS: (gesto de leer un diccionario) Uhm, es cierto. El hombre tiene razón.
NARRADOR: En breve don Dimas ganó el juicio armado solamente con el Diccionario de
la lengua y los jueces ordenaron que sin pérdida de tiempo se regrese a don Dimas a la
puerta de su casa. Satanás, como prueba de que se cumplen las leyes en el infierno,
permitió que la sentencia se cumpla. Pero, destruido el hechizo, se enteró el escribano que
Visitación lo había abandonado para encerrarse a un convento.
VISITACION: (Gestos de santidad)
DON DIMAS: (La observa deprimido)
NARRADOR: Satanás, para no perderlo todo, se quedó con la almilla y es fama que desde
entonces los escribanos no usan almilla y cualquier viento pequeño produce en ellos una
pulmonía de padre y señor mío.
No he podido saber a punto fijo si, andando el tiempo, murió don Dimas de buena o de
mala muerte. Pero mi compadre me ha dicho, en puridad de compadres, que muerto
Tijereta, quiso su alma beber agua en uno de los calderos de Pero Botero, y el conserje del
infierno le gritó: - ¡Largo de ahí! No admitimos ya escribanos.

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