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Y aunque la arqueología ha dicho que desde hace algo más de once mil años
aparecieron los primeros vestigios de asentamientos en la costa atlántica
colombiana también se entiende que la arquitectura propiamente dicha tarda
varios siglos en aparecer, teniendo en cuenta que las edificaciones que
indican sedentarismo son asociadas a esta línea de tiempo.
Tierra de contrastes, el solo mar caribe desafiado por la sierra nevada sería
suficiente, pero hay que mencionar la Riviera del Magdalena, la Ciénega
grande de Santa Marta, los desiertos de la Guaira y la exuberancia de San
Andrés y Providencia.
II PERIODOS
La construcción histórica de la arquitectura colombiana se ha dividido
convencionalmente en cuatro grandes períodos, separados entre sí por hechos
de especial significación. Se denomina “prehispánico” al período anterior al
inicio del siglo xvi, cuyo fin hipotético se marca por el arribo de los
conquistadores europeos y por su posterior ocupación del territorio. El
período denominado “colonial” comprende los tres siglos de dominación
española y finaliza en 1819 con el triunfo patriota y la constitución de la
República de Colombia. En ese año se inicia el período conocido en
arquitectura con el nombre de “republicano”, el cual concluye, también
hipotéticamente, alrededor de 1930 cuando se inicia un último período, el
“moderno”, que se prolonga hasta el presente. Estas delimitaciones son más
de orden operativo que exacto. Lo que viene de un período se funde en el
siguiente en unos umbrales de transición y muchas veces no desaparece pues
pervive en las tradiciones de las culturas populares.
II.I HERENCIA E INICIOS
En su texto El Mar Caribe y su arquitectura vernácula el Arq. Daniel M.
Taboada hace la reflexión necesaria sobre la herencia e influencia en la
arquitectura caribe necesariamente se debe partir de este concepto para darle
un buen inicio al estudio de ella.
Todas las influencias culturales a partir del siglo XVI llegaron al Caribe
desde la península ibérica, desde Norteamérica, desde otras potencias
europeas y también de otros pueblos de continentes más alejados. Esa
variedad, donde la cultura indígena dejó poco o nada, constituye hoy su
mayor riqueza. Y se constata en la diversidad de idiomas, de gastronomía, de
música, de manera de vivir y, por supuesto, de construir. El Caribe es uno y
múltiple; hay islas grandes, medianas y pequeñas, y territorios continentales,
que debieran integrarse usando las nuevas tecnologías de la información, ya
que las distancias geográficas son cortas, pero las reales para la
comunicación son enormes.
El mar Caribe es un crisol de culturas, religiones, conquistas y
emancipaciones: pero sobre todo es un espacio de convivencia y mestizaje
que, a pesar de la variedad geográfica, conserva señales de identidad
compartida. A través de los siglos de historia de contactos eventuales, el mar
siempre se vio con recelo, como propiciador de incursiones peligrosas, nunca
como una fuente productiva. Mayoritariamente nuestra producción fue
agrícola y ganadera, una cultura de plantación, marcada por la esclavitud de
negros de África.
Las poblaciones indígenas que habitaban las costas del Caribe colombiano
utilizaban los materiales que el medio les proveía para realizar sus viviendas;
piedras, tierra, árboles y palmas eran los más utilizados. Al igual que en el
resto de las comunidades americanas prehispánicas, fue común la utilización
del bohío como un espacio único para la vivienda, estos se agrupaban
formando caseríos que en algunas ocasiones estaban rodeados por
empalizadas de madera, este fue el caso de la población de Calamarí, en la
actual Cartagena, según relatan las crónicas sobre este poblado a la llegada
de Pedro de Heredia en 1533.
La arquitectura de palma es herencia cultural de grupos indígenas como los
caribes, zenúes, o taironas. Fue común la construcción de bohíos cónicos
delimitados con paredes de caña o madera y cubierta de palma, también se
construyeron bohíos cónicos en los que la cubierta de palma llegaba hasta el
suelo. Otro tipo fue la construcción de bohíos elevados sobre tierra o piedra,
delimitados por paredes de madera y con cubierta en palma. Hoy se
conservan en el territorio caribe importantes ejemplos heredados de esta
tradición, entre los que se destacan las aldeas de la Sierra Nevada de Santa
Marta, las rancherías de la Guajira o los cabildos de Sucre y Córdoba.
Otro tipo de vivienda de carácter popular durante este periodo son las
llamadas accesorias, que se utilizaban, por ejemplo, en Cartagena, y que
consistían en una agrupación de viviendas con un espacio social y uno
privado, estas viviendas compartían la misma cubierta y el mismo patio.
Ambos tipos de vivienda, tanto la casa baja como la accesoria, se
multiplicaron en la ciudad pues cumplían con las necesidades básicas. En
Mompox también encontramos pequeñas casas bajas con patio y de tipo
tienda –que eran para familias con menos recursos económicos– construidas
de acuerdo con las técnicas locales.
JORGE TORREGROSA
JAIRO CASTRO
ELECTIVA DE HISTORIA
GRUPO 2
DOCENTE: DRA MIRTA BUELVAS