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Dosier:

Fotografías Archivo de la Biblioteca Nacional.

Antonio Lauro y Alirio Díaz


Alejandro Bruzual
Oscar Battaglini
Dosier
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El mapa de Venezuela en música:
La simbiosis entre el compositor y el intérprete,
Antonio Lauro y Alirio Díaz
Entrevista a Alejandro Bruzual, realizada
por Oscar Battaglini Suniaga, en el Centro de Estudios
Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), 25 de abril de 2017

Hablemos primero de Antonio Lauro. Él fue el protagonista de su


primer ensayo biográfico1, el que inauguró una seguidilla de siete
libros dedicados a nuestros guitarristas. En especial, ¿qué despertó

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su interés en la figura del maestro?
Primero que nada soy guitarrista, y para todos los guitarristas ve-
nezolanos, sobre todo los de mi generación –que, según la cla-
r.m.v. sificación que propongo en mi libro La guitarra en Venezuela2,
sería la cuarta–, la presencia de Lauro fue determinante. Él se

enero - abril 2017 Dosier convirtió, a través de su obra y de la interpretación que de ella
hacía Alirio Díaz, en la motivación principal para todos los que
queríamos estudiar guitarra en el país. Igual pudiera decirse de
la generación anterior, la tercera, a la que pertenecen las dos fi-
guras principales, Leopoldo Igarza y Rómulo Lazarde. Era un

1 Antonio Lauro, un músico total. Caracas: Sidor, 1995. Caracas: Fundarte,


1998, segunda edición.
2 The Guitar in Venezuela. A Concise History to the End of the 20th Century.
Quebec: Doberman-Yppán, 2005. Edición en español, ampliada: La guitarra
en Venezuela. Desde sus orígenes hasta nuestros días. Caracas: Banco Central de
Venezuela, 2012.
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incentivo, un deseo, una aspiración. Llegar a Lauro a través de las Leonardo Lauro fue una persona muy generosa conmigo y
interpretaciones de Alirio Díaz, aunque realmente nadie lo haría con este primer proyecto musicológico, al cual le puse mucho es-
como él, ha sido el horizonte hacia el cual la escuela guitarrística fuerzo. Me presentó a la familia, que me permitió investigar du-
venezolana ha dirigido sus pasos. rante tres años en sus archivos. Entrevisté a más de cincuenta per-
Lauro murió en 1986, año en el que precisamente me gradué sonas vinculadas con el maestro, hice el único catálogo completo
de guitarrista con Leopoldo Igarza, que fue el único discípulo de que se haya hecho de su obra y revisé cientos de materiales heme-
composición que terminó sus estudios con él. Ese año volví a salir rográficos, grabaciones, escritos varios y una vasta bibliografía so-
de viaje con la guitarra al hombro. Pasé tres años recorriendo Eu- bre la música en Venezuela. Entonces decidí escribir su biografía
ropa, tocando en las calles, en restaurantes, pequeños conciertos, como un ensayo literario. Aunque lo de «literario» pueda sonar
algunas clases. Incluía casi todos los valses de Lauro, que gustaban algo pretencioso, cobra el sentido y la metodología de un ensayo,
mucho también en esas magníficas salas «destechadas». Y cuando intento que sea una investigación rigurosa, que tiene una «preten-
regresé, comencé a dar clases de Historia de la Música en la escue- sión de verdad», más allá de que no se puede evitar la subjetividad
la José Reyna, y casualmente uno de mis estudiantes era el hijo de del autor en la valoración de los materiales.
Lauro, Leonardo, su primogénito. A veces he sido criticado porque no hurgo mucho en la par-
De inmediato quise conectar varias cosas que traía conmigo: te psicológica de mis biografiados, no especulo en sus lógicas in-
mi amor por la música de Lauro, mi interés como guitarrista por conscientes, nunca empleo elementos de ficción, sino que elaboro
escribir una historia del instrumento, la oportunidad de tener con- textos que pretenden ser verosímiles, con un cierto borramiento
tacto con su hijo, que me podía abrir las puertas hacia la familia de la presencia del narrador (omnisciente y neutro), y expongo la
y, como había retomado mis estudios de literatura, por supuesto, manipulación de las fuentes al lector.
pude de manera natural agregar mi otra pasión artística: la escri-
tura. Esto definió mi destino, mi vida toda. Todavía hoy la presencia de Lauro luce imponente entre los guita-
rristas. Es algo paradigmático, referencial. Todos quisieran tocar las
En realidad, no había nada extenso escrito sobre Lauro. Lo obras de él. ¿Qué es lo que hace a Lauro y a su obra diferente?
mejor, y creo que todavía sigue siendo un texto fundamental, era
un largo artículo de prensa de Alirio Díaz3. Fue uno de sus mejo- Más que diferencia, habría que hablar de la pertinencia histórica
res escritos. De hecho, hice una paráfrasis del título de este artícu- de Lauro, del rol histórico fundamental que cumplió en el de-
lo en el de mi propio libro sobre Lauro: «Un músico total». venir de la música en Venezuela. Lauro es el centro indiscutible
de la historia de la guitarra en el país y figura fundamental de la
latinoamericana. Y no se trata de una competencia de resultados
3 «Antonio Lauro, 60 años de una vida musical total», El Nacional, Caracas,
artísticos, pues toda escuela es un esfuerzo compartido, sino de
3 de agosto de 1977. Publicado luego en Música en la vida y lucha del pueblo la función artística que cumplió en la evolución del instrumento.
venezolano. Caracas: Consejo Nacional de la Cultura/Instituto Latinoamerica-
no de Investigaciones y Estudios Musicales Vicente Emilio Sojo, 1980.
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Con Raúl Borges, la guitarra había entrado con mucha resis- En efecto, Lauro fue muy pronto considerado el guitarrista
tencia a la entonces llamada Escuela de Música y Declamación, el más importante de Venezuela, recibiendo primero, y desde en-
conservatorio nacional, exactamente, el 2 de septiembre de 1932, tonces, reconocimiento del mundo popular, en particular por su
pero –y ojalá todavía existan esos papeles–, «disfrazada» como participación privilegiada y determinante en el trío de guitarra y
una cátedra de arpa –Borges también tocaba ese instrumento–, y voz Cantores del Trópico, una agrupación en realidad singular en
es solo hasta la llegada de Vicente Emilio Sojo a la dirección de todo el continente.
la institución, y no casualmente en enero de 1936, cuando con su Al mismo tiempo daba conciertos en la Escuela, con un reper-
carácter y autoridad se le da aceptación plena. Ya para entonces, torio internacional, que todavía no tocaba nadie en el país, y desde
y desde hacía dos años, Lauro formaba parte de la cátedra. En entonces capturó la atención y el respeto también del medio musi-
la escuela encuentra grandes maestros de música, en plena efer- cal académico. Se trata de una conquista de lo que el instrumento
vescencia nacionalista, y se ve acompañado de quienes serían los podía ser a través del talento de Lauro como intérprete, dando a
maestros de la guitarra en el país, todos discípulos de Borges, «el conocer desde muy pronto su faceta de compositor (1937), si bien
Maestro de Maestros», como titulé su biografía4: Alirio Díaz, Ro- al principio sus obras no causaron mayor curiosidad.
drigo Riera, Fredy Reyna –quien se acercó al cuatro a través de la
guitarra– y los otros que van a cumplir futuros roles de docentes Pero ya estaban ahí los ingredientes que pudieran explicar
del instrumento: Flaminia Montenegro, Manuel Enrique Pérez su música –si bien no es suficiente para descifrar la fascinación
Díaz, José Rafael Cisneros, Antonio Ochoa y algunos otros. que produce–: la intuición del discurso musical, un ejercicio y
conocimiento profundo de lo popular, un entrenamiento acadé-
Pero Lauro es el músico principal. Es quien consolida la cáte- mico con maestros dedicados, un talento peculiar con no poca
dra. Como Lauro mismo recordaba, los profesores de la Escuela genética (su padre era músico y compositor aficionado) y un
veían a la guitarra como un instrumento meramente popular; un momento rico en personalidades y dentro de un reto estético
instrumento de «parranda» y disipación. Lauro decía incluso que colectivo, profundamente productivo, como lo fue el del nacio-
los profesores se quejaban diciendo que lo que faltaba era que se nalismo musical latinoamericano.
abrieran cátedras de cuatro y maracas. ¡Qué lástima que no lo
hicieron así! Nos hubiésemos adelantado y ganado muchísimos ¿Pero en Venezuela existía una escuela guitarrística cuando Lauro
años… Es la figura de Lauro la que aplaca estas críticas y hay comenzó a estudiar con el maestro Raúl Borges5?
que pensar que quizás esto se debiera –y puede resultar quizás un
poco tremendista–, precisa y paradójicamente, a su experiencia No una escuela, pero sí una enseñanza previa, pero tampoco desde
como guitarrista popular, a su rapidísimo éxito nacional. mucho antes de manera sistemática. La historia de esa cátedra es
muy interesante, por el atrevimiento de Borges, que aprovechó el

4 Raúl Borges: Maestro de Maestros de la guitarra venezolana. Caracas: Deltaven-


Pdvsa, 1996. 5 Caracas, 1882-1967. Guitarrista, compositor y docente venezolano de la guitarra.
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éxito que había obtenido Agustín Barrios Mangoré6 en sus con- y variada, que puede ser dividida en dos o tres grandes apartados
ciertos en Caracas en 1932. Es, sin dudas, una de las primeras del –él decía que en dos, yo la pienso en tres–. Pero los que inme-
mundo en un conservatorio nacional. Eso no quiere decir que antes diatamente causaron interés en el mundo fueron sus valses para
no se enseñara guitarra en Venezuela. Pero no hay documentos su- guitarra. Incluso, el valse debería constituir la punta de lanza de su
ficientes como para poder afirmar con seriedad que hubiera antes catálogo, pero la «irresponsable» (así entre comillas) ausencia de
una escuela, es decir, una trasmisión organizada de conocimientos ediciones musicales de su obra lo han impedido. Se conoce solo
e influencias, una sucesión de maestros y discípulos, continuidad en parte, en realidad, en una pequeña parte, y solo la dedicada a
en el tiempo, muy poco y precario es lo que conocemos todavía la guitarra solista. Habiendo trascurrido treinta y un años de su
anterior a Borges. No tuvimos una escuela en el siglo XIX, como sí muerte, aún queda un porcentaje importante de obras que no han
la hubo, de manera eficiente en términos de obra y personajes, por sido publicadas, que casi nadie conoce, que esperan la redención
ejemplo, en Argentina o España. que ya anunció su consagración como uno de los compositores
Otro mérito de Borges con esta cátedra, en cuanto a su arti- más importantes de la guitarra del siglo XX.
culación entre instrumento y escuela, es que la guitarra alcanzó Incluso, podríamos pensar que el éxito inicial de sus valses
un reconocimiento institucional, del Estado venezolano, como un no jugó a su favor. Se lo redujo haciéndolo grande. Pero ahí esta-
instrumento de posibilidades estéticas, de concierto, de pensa- ba también un breve pero extraordinario catálogo que no es para
miento individualizado profundo, y no me parece poco, conside- guitarra, obras como la Suite venezolana para piano, la Marisela
rando las limitaciones socioculturales y políticas de la época. Sin para arpa, incluso la suite orquestal Giros negroides, que son de
embargo, no es algo que se deba monumentalizar, como se tien- alto nivel estético y, claro, su importante catálogo para coros, den-
de a hacer, pero sí es relevante que ya de los alumnos de Borges tro de la escuela de madrigalistas venezolanos. Igualmente, entre
surgieran nada menos que Antonio Lauro y Alirio Díaz, quienes sus composiciones para guitarra queda mucho por darse a cono-
universalizan el nombre y la música de Venezuela en la guitarra. cer, pues escribió también obras originales y arreglos para tríos de
Literalmente, es así. Donde hay una guitarra, suena Lauro con guitarra (dedicados a su propia agrupación: el Trío Raúl Borges),
emoción venezolana. Eso no sucede con ningún otro músico ni una colección para guitarra y canto, que es realmente excepcional,
instrumento de nuestro país. Y todo eso lo logró componiendo además de numerosísimos arreglos para guitarra sola. Todo esto
valses de dos minutos. Es esa gigantesca humildad lo que lo hizo está relegado, y siendo de Lauro podría haber ya alcanzado difu-
universal, deberíamos pensar más en esto. sión mundial. ¿Qué haremos al respecto? ¿Qué podemos hacer?

¿Y en cuanto al éxito de la obra de Lauro? ¿Cuáles son los elementos, a su juicio, presentes en la obra de Lauro
Sí, es un éxito indiscutible, pero que no representa la totalidad de que la hacen tan singular?
su obra: Lauro no solo compuso valses. Tiene una obra compleja Hablemos del valse, entonces, que es la «singularidad» que más se
conoce y que, de cualquier modo, al ser la forma que más trabajó
6 Guitarrista clásico y compositor paraguayo de origen guaraní (1885-1944).
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se encuentra a lo largo de toda su vida y es el primer laboratorio contenido. Y eso también se explica por su experiencia como
de su experimentación nacionalista. Estos van desde sus valses músico popular, por su trabajo en la primera época de la radio
iniciales, a dos partes, sencillos y de expresión popular, al de y su participación en los Cantores del Trópico, cuyo repertorio
la suite de piano o la de guitarra, que son valses fuertemente era fundamentalmente de música venezolana, es decir, que había
estilizados y personales. recibido directamente la influencia de los músicos populares de
En manos de Lauro, el valse se convierte en algo distinto de lo las primeras décadas del siglo XX. Esto está documentado en su
que había sido en Venezuela, considerando que se habían escrito propia obra. Cuando Lauro utiliza el «registro» (que incluye en
obras extraordinarias, en particular para piano. Las opiniones de varias obras, y no solo guitarrísticas, a manera de preludio) lo ha-
Ramón de la Plaza7 sobre su momento, como la de Salvador Nar- cía refiriéndose a una práctica del guitarrista popular. El registro
ciso Llamozas8 y otros músicos de finales del siglo XIX, deben ser era una improvisación, un movimiento libre sobre el instrumento,
tomadas como un testimonio inestimable, ya que fueron testigos muy flexible y hasta virtuoso, servía para calentar las manos, afinar
y partícipes privilegiados del medio musical. Ellos hablaron de y fijar la tonalidad con el cantante. Era, entonces, una abstracción
una precariedad del momento musical, de la cual se hicieron eco, de una vivencia al lado de esos guitarristas.
quizás interesado, músicos de la siguiente generación, en parti- Sus primeros valses muestran, entonces, una estética más bien
cular, Vicente Emilio Sojo y José Antonio Calcaño9. Pero de esa sencilla, espontánea y popular, generalmente a dos partes contras-
precariedad, precisamente, ellos partieron para construir obras tadas, que recuerda una famosa descripción que hiciera Salvador
significativas en todos los órdenes del quehacer musical. Se dice, Narciso Llamozas sobre esta forma. Él va a ir estilizándolos, proce-
entonces, que como parte de esto el valse había entrado también sando la influencia del mundo del piano del siglo XIX, en particu-
en un período de decadencia, en particular, por exceso de produc- lar a través de un compañero de generación en la cátedra de Sojo,
ción en manos aficionadas. Fuera esto exacto o no, era la opinión que era un gran intérprete de valses (si bien, apenas los compuso),
que debió llegar a Lauro en los años de la década de 1930, segura- como lo fue Evencio Castellanos10. Así entra en contacto con un re-
mente a través de su mismo maestro, Raúl Borges, quien de hecho pertorio extraordinario, al parecer mayoritario de mujeres compo-
es el guitarrista-compositor que lo antecede y prefigura, creador sitoras de valses. El piano había sido un crisol de inter-influencias
de algunos valses para el instrumento. entre la música cultivada por las clases altas y medias (las únicas
Entonces, si para ese momento había una suerte de desgas- que podían tener un piano), en los salones de la época, con la mú-
te del valse, Lauro lo va a revitalizar, dándole novedad y nuevo sica popular y espontánea, de esfuerzo colectivo.
Lauro realiza así su propia síntesis de ambos entornos musica-
7 Militar, músico y escritor venezolano (1831-1886), autor de Ensayos sobre el les. Sus valses son muy guitarrísticos, pensados y trabajados sobre
arte en Venezuela (1883). el instrumento, lo que los hace profundamente idiomáticos. Lau-
8 Pianista, docente y editor musical venezolano (1854-1940). ro asumía con gran respeto el trabajo sobre formas tradicionales.
9 Compositor y ensayista venezolano (1900-1978), autor, entre otros estudios,
de La ciudad y su música: Crónica musical de Caracas (1958). 10 Pianista, docente, compositor y director venezolano (1915-1984).
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Antes de escribirlos los tocaba durante mucho tiempo, hasta dos y Creo que hemos reducido –no voy a decir menospreciado– la
tres años, no obstante tener una duración de apenas dos o tres mi- percepción de lo nacionalista. No fue un mero cambio de registro
nutos. Reconocía que los tocaba con el fin de hacerlos más popu- de las fuentes tradicionales. Lauro, como tantos de sus compa-
lares, hasta sentirlos que eran de la tradición y no «de él». No hay ñeros, había sido y ejercido como un músico popular. Por esto
que olvidar que era hijo de italianos. Nunca, en todos los materia- no se puede plantear tampoco como una competencia con lo
les que trabajé para su biografía, en las muchísimas entrevistas que académico, porque lo veían como algo propio (evidente también
hice sobre él, encontré que Lauro hablara de sus orígenes italianos en Inocente Carreño, por ejemplo). Parten de experiencias musi-
inmediatos. Eso llama la atención, por la negación que implica, cales profundas y persistentes. Entonces no hay «captura» de lo
aunque no tenía por qué ocultarlo, pues lo hubiera vinculado a la popular-tradicional, sino que se «expresa» de manera natural en
mejor tradición occidental. Creo que esto expresaba el deseo sin- obras de otras ambiciones estéticas. No artificializaron las formas,
cero y profundo de que su obra fuera percibida como venezolana, los contenidos, los recursos (como creo que sí hace lo que llamo
auténtica, y lo fue a plenitud, lo que llama a nuevas reflexiones «neonacionalismo»); lo vivieron en su propio medio. Por ejemplo,
y menos esencialismos. Pero también habla de una inquietud in- cuando Lauro escribió la gaita Nelly11, no la piensa desde «afue-
terna, de un carácter particular, de retos específicos. La profun- ra», no es un espectador. Él estuvo en Maracaibo entre los años
dización en su sentir de «lo venezolano», de cómo lo buscaba y 1938-1939, y no solo escuchó a los grupos populares de allá, sino
expresaba en su obra, que lo cifra inicialmente en los valses. Ahí que tocó con ellos.
experimentó «desde adentro» su venezolanidad, desde su propia Si ves el catálogo de Lauro te das cuenta de que en el mismo
experiencia musical, conceptual y estética. –un poco lo que pasa con las recopilaciones de Sojo– se obser-
Además, Lauro cruza muchas otras cosas en su obra que, va la pluralidad en la unidad que forma la nación. Es el mapa
como ya te dije, es compleja y variada. Sus estudios de compo- de Venezuela. Ellos dibujaron el mapa musical de Venezuela. La
sición con Sojo, que lo llevan a pensar y trabajar formas hereda- obra de Lauro incluye valse, joropo central, joropo llanero, gaita,
das de la tradición europea. También con y por Sojo, canta en el merengue, bambuco, maremare, aguinaldo, canción… ¡Tiene de
Orfeón Lamas y ocupa un atril de percusionista en la Orquesta todo aunque no se lo haya propuesto de manera abierta! Hay una
Sinfónica Venezuela, lo que le permite profundizar en un reper- representación de la diversidad de Venezuela en una unidad, que
torio canónico. Vive a plenitud su momento político y social, de termina siendo el mismo Lauro.
efervescencia intelectual y artística, vinculado y representando Cuando asume su representatividad de lo venezolano en el
sinceramente el reto nacionalista, al lado de los otros discípulos mundo da muestra también de una forma de ser intelectual, crea-
del maestro (la Escuela de Santa Capilla), que vienen de diversas dor en Venezuela, incluso ejemplar hoy día. Por eso es que intu-
regiones del país y que producen obras en algunas de las cuales yo que se ha rebajado el proyecto original nacionalista, heredero
participa Lauro como cantante (es el Diablo de la Cantata criolla)
o como cuatrista. Junto a ellos, inventan y ofrecen una propuesta
de lo que puede ser Venezuela en música. 11 Compuesta entre 1979 y 1980, dedicada a la señora Nelly de Afanador.
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de Sojo y sus compañeros, a una mera variante de lo popular-in- biografiados); desde la madrina y su profesor de primer grado que
ternacional, algo proyectado como World Music por las grandes lo conocieron de muy niño, condiscípulos en la cátedras de Sojo
empresas del comercio musical. En cambio, el nacionalismo de y Borges, compañeros de prisión, hasta sus hijos, esposa, discípu-
esos años se pensó y se propuso como un aporte al pensamiento los. Eran testimonios que no coincidían. En algunos casos esto era
musical, produciendo una expresión novedosa dentro del mismo drástico y contrastante. Y la biografía, como cualquier escritura
paradigma occidental, pero creo no ha sido plenamente valorada que pretenda dar una visión de la verdad –que no la verdad en
en el mundo, y que tiene todavía mucho que decir ante lo que sí–, tiene que ser coherente, verosímil, sistemática para ser creíble.
siento hoy como una suerte de descontrol del exceso, que se nos Yo no podía ofrecer cincuenta visiones distintas del protagonista.
ofrece hoy, un desbordamiento de lo múltiple que hace perder Y no me estoy refiriendo a las fuentes documentales, que aportan
todo referente. también su variedad, sino propiamente a las orales. Entonces tenía
que hacer un balance, ponderar la pertinencia de cada testimonio
¿Qué nos puede decir ya no de la obra, sino de la personalidad de según el momento de la vida del personaje, o la relación profe-
Lauro? ¿Su visión no solo acerca de la música y de lo venezolano, sional, histórica, familiar, para dar una visión que si bien fuera
sino de lo doméstico, de lo familiar? plurifacética, fuera consistente.
Lo conocí siendo estudiante de guitarra apenas, por tanto mi Pero hay varios aspectos de la personalidad de Lauro que des-
percepción directa es anterior a mi experiencia como biógrafo. tacan, más o menos, todos los que le conocieron. Por ejemplo,
Lo veía en los concursos internacionales o en los conciertos y una cierta candidez y curiosidad ante el mundo; una capacidad
uno se le acercaba, le preguntaba cualquier cosa, lo saludaba o de sorpresa extraordinaria. Algunos pensaban, incluso, que era
pedía una firma, como cualquier otro muchacho. No podía ima- como un niño en ciertos aspectos. Por otra parte, era una persona
ginar entonces lo importante que sería para mí, que le dedicaría de grandes compromisos. Familiar, comprometido con sus ami-
años de trabajo, decenas de conferencias, incluso en el exterior, gos, con el país, con el arte. Gran venezolanista, sin requiebros.
artículos, entrevistas… Era un venezolano de antes, como lo fue mi abuelo, de grandes
Ahora bien, el problema de la percepción del otro es comple- decisiones, de una moral sin ambages, de una ética radical, que
jo. El escritor siciliano Luigi Pirandello, en Uno, nessuno e cen- tanto necesitaríamos hoy. No era una persona de medias tintas. Él
tomila, construye un personaje que llega a la conclusión de que decía, además con toda la intención y algo de tremendismo, que
es distinto para todos quienes lo rodean y, por tanto, si conoce a solo había estudiado con maestros venezolanos. Que todo lo que
cien mil, siendo él uno solo, entonces es ninguno. Dicho con otras había hecho era producto de sus estudios con Raúl Borges y Vi-
palabras, hay que aceptar que uno es un personaje distinto para cente Emilio Sojo. Con esto se refería, indirectamente, a varios de
cada una de las personas que nos rodean. Eso fue lo que entendí sus condiscípulos que fueron a estudiar al exterior, tantos que es-
al entrar en contacto con las cincuenta o sesenta personas que tudiaron guitarra con Regino Sainz de la Maza o Andrés Segovia,
entrevisté para la biografía de Lauro (lo que se repite en los otros y los que estudiaron composición fuera, como Raimundo Pereira,
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Evencio y Gonzalo Castellanos y Antonio Estévez. Se vanagloria- poder vivir de la música y seguir estudiando música. Comienza ahí
ba de manera sana, porque no era competitivo. Se alegraba del a ejecutar guitarra en las emisoras locales de radio –ya sabe que va
éxito ajeno, pero se sentía orgulloso de saber que lo que había a ser guitarrista– y oye por radio las grabaciones de los Cantores
logrado era en Venezuela y desde Venezuela. del Trópico, que habían regresado de una larga gira continental, a
finales de 1942. Es entonces cuando escribe –pues nunca abando-
¿Cómo se da el contacto entre Antonio Lauro y Alirio Díaz? na ese otro mundo de la escritura y la investigación musical– sobre
Alirio Díaz sabe de Lauro desde antes de conocerlo. Como sa- «La guitarra». En ese artículo, Díaz ya afirma que Lauro era el
bes, viene de un pueblito cercano a Carora, La Candelaria, una guitarrista más importante de Venezuela14. Yo sospecho que en
pequeña aldea, como él mismo gustaba llamarla. Un pueblo seco, ese momento no sabía quién era Borges, pues, por alguna razón
solo y casi abandonado hoy día. Y no era muy distinto cuando que desconocemos, no lo menciona cuando habla de la enseñanza
nació el maestro, hace casi un siglo, salvo por los niños. Ahora ni del instrumento en el país.
niños hay. Cuando fui con él, un par de veces, me quedé impre- Después llega a Caracas a estudiar en el conservatorio nacio-
sionado por su paisaje, su ambiente, su sequía implacable donde nal, con cartas de recomendación de «Don Chío». Borges supo
reina el sol. ¡Tanta grandeza surgida de tanta soledad! Él, fugado entender la excepcionalidad de sus condiciones –para no hablar
de su casa, llega a Carora donde consigue al gran conductor de su de cosas subjetivas como la genialidad–, lo que implica la acepta-
vida: Cecilio «Chío» Zubillaga12, con quien se da esa importan- ción de la diferencia. Se es excepcional en la medida en que se es
te dinámica entre maestro y discípulo. Un hombre preocupado diferente. Díaz viene con una mano acostumbrada a las cuerdas
por la sociedad de su época, con una visión política profunda y de metal, no lee todavía ni sabe música, llega con la influencia
hasta rebelde. El caso es que le llega al maestro este muchachito de la música tradicional y la experiencia de la banda que dirigía
extremadamente talentoso –Díaz no lo sabía entonces–, y tiene la Laudelino Mejías, y Borges lo recibe sin negar lo que trae. Pero lo
habilidad de hacerle descubrir el mejor destino de su vida. De no transforma y lo amolda con inusitada rapidez. Es entonces cuando
haber mediado este encuentro a lo mejor hubiese escogido otro se encuentra con Lauro, en la misma Escuela.
camino: el de la historia, la musicología o la música popular. Y
no es que fuese malo alguno de ellos, sino que Zubillaga temía ¿Díaz era un diamante a medio tallar que hacía falta que lo comple-
que por su pobreza se sintiera presionado hacia lo popular, que taran y pulieran?
le procuraría ingresos más rápido, pero terminaría simplemente Sí, era una gema a la que le hacía falta un buen tallador que le mos-
ganándose la vida y no desarrollaría el genio que advertía en él. trara el diamante que aún se desconocía. Pero primero fue don
Así, lo manda a Trujillo a estudiar con el compositor y di- «Chío» Zubillaga, quien entiende que la música era su destino y
rector Laudelino Mejías13, quien le dio la instrucción básica para eso es evidente en sus cartas de respaldo. En una de esas aparece

12 Intelectual y periodista venezolano (1887-1948). 14 «La guitarra», El Diario, Carora, octubre de 1944; revista Ideas, Caracas,
13 Músico y compositor venezolano (1893-1963). noviembre de 1944.
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una frase hermosísima con la que le sugiere y le impone la con- también un reconocimiento de los límites entre cada uno de
tención, porque sin contención no se alcanza gran obra. Le dice los oficios, un respeto mutuo entre compositor e intérprete. Y
que, aunque pasara hambre, tenía que quedarse con «el maestro esto, de manera natural, porque al fin y al cabo ambos venían de
Laudelino de maestro». Con puro talento no se llegaba a grandes orígenes equivalentes. No iguales, pero sí equivalentes. Final-
logros. Lo contenía para que no se desbocara, que aguardara su mente, se encuentran en Santa Capilla bajo la presencia de esos
momento, y así sería. Llegaría entonces, también, al maestro Raúl dos «soles tutelares» que son Sojo, el eje de todo el movimiento
Borges, una suerte de guitarrista místico, con el cual aprendería lo musical venezolano, y Borges, el «Maestro de Maestros».
que el mismo maestro no podía hacer. Eso es un pedagogo: quien Fue Andrés Segovia el primero en grabar el valse Natalia, que
logra que el alumno desarrolle la potencialidad que lleva en sí, no es ciertamente fundamental y el más famoso de todos los de Lau-
la imitación, ni lo previsto. La docencia también es una aventura ro, pero se universaliza con la interpretación de Alirio Díaz. Hasta
a cuatro manos. la fecha, ese valse, como también el Seis por derecho, particular-
En 1945 llega a Caracas. Borges le hace conocer su primer mente, lleva la impronta del sonido de Díaz. Tanto en expresión,
repertorio de concierto –recuerda que antes de irse para Europa en pathos, en velocidad, en matices, en énfasis. Como virtuoso,
ya ejecutaba la Chacona15–, se hace guitarrista, artista a plenitud. privilegia la velocidad, el brillo, tiende a destacar la melodía, los
Igual que Lauro, entra en contacto con toda esa generación de contrastes rítmicos, a evidenciar los efectos instrumentales. Lauro
maestros pioneros, entre los que destacan Juan Bautista Plaza y el era mucho más reposado, daba cuenta más de la forma musical
mismo Vicente Emilio Sojo. que del interés rítmico, marcar las voces, los bajos. Pero Lauro
no se lo impone al intérprete; no se mete en el terreno de la inter-
¿Y esa simbiosis, como la llama usted, entre los dos maestros? pretación. Respeta la función y la personalidad de Díaz. La rea-
Lauro ya ha terminado sus estudios de guitarra y estaba estu- lización de la obra, como tú bien sabes, es la sumatoria de lo que
diando composición, no era mucho mayor que él. Menos de ofrece el compositor y lo que le pone el intérprete, teniendo como
seis años. Pero lo ayudó en la parte propiamente musical, in- frontera y relación la misma escritura.
terpretativa. Díaz va a encontrar un apoyo muy importante Alirio se convirtió en el «sonido» de Lauro. Aún hoy oímos,
en Lauro. Pero, al mismo tiempo, este percibe el talento del incluso en las manos de intérpretes como John Williams, el «soni-
concertista, que potencia y resignifica los contenidos musicales do» Díaz-Lauro. Para entender esto se puede aprovechar, precisa-
cifrados en una partitura. Podía agregarle el contenido virtuo- mente, la versión de Segovia de ese mismo valse, el Nº 3 o Natalia,
sístico a la partitura, a su obra, porque Lauro ya había decidido que es otra cosa totalmente. Fue lo único que grabó de Lauro, y
no desarrollarse como intérprete, sino como compositor. Se da, se dio a conocer, incluso antes de que se supiera quién era el com-
entonces, una complementariedad obvia, una simbiosis, pero positor, pues en esa grabación se dijo que ¡Lauro era argentino!
Es interesante pensar qué hubiera producido Lauro si Segovia
15 Partita nº 2 BWV 1004 para violín solo de Johann Sebastian Bach (1685-1750). se hubiese empeñado en trabajar con él, hubiese sido fantástico,
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como lo hizo con Manuel M. Ponce16. Pero hubiera sido una histo- de sus discípulos, Segovia daba clases ocasionales. Los grandes
ria diferente, porque Lauro era un guitarrista «hecho» y eficiente, intérpretes, como lo fue inmensamente Segovia, son profesores de
muy eficiente (se pueden oír los discos de los Cantores del Trópico otro tipo, más orientados hacia la enseñanza intensiva o las clases
para tener una idea de su potencial de entonces). Segovia, además magistrales, ocasionales, que sirven para fortalecer ciertos aspec-
de todo lo que tocaba, tenía el apoyo de las editoriales, de las dis- tos o repertorios específicos, la interpretación, la experiencia del
queras, del mundo del concierto… Segovia sigue siendo el centro performance. Ofrecieron influencia más bien estética, de carácter,
de la historia de la guitarra. Entonces, imagínate lo que hubiese hasta por mímesis, lo que no siempre es positivo. El español, para
obtenido de Lauro. Pero no fue poco lo que logró junto a Díaz, un principios de la década de 1950, cuando comienza a enseñar, lle-
virtuoso que le dedicó buena parte de su esfuerzo, publicó obras vaba adelante un intenso camino de grabación, de conciertos, de
suyas en Europa, las grabó. Un aporte inestimable, ciertamente. ediciones. Ese será también el mismo rumbo de Alirio Díaz.
Según contaron ellos mismos, y está citado en sus biografías, Más bien, como tú dices, hubo un «apadrinamiento» sobre
Lauro le dio una suerte de exclusividad a Díaz sobre su reperto- Díaz, en el sentido de que el joven, luego del primer año de estu-
rio, para que lo estrenara y tocara en el exterior, privilegio que no dios con Sainz de la Maza en Madrid, comienza los cursos de ve-
le dio a otros. No se lo dio a Rodrigo Riera, por ejemplo, a quien rano con Segovia en Siena, por diez años, y al año se convierte en
conoció años antes y quien también se destacaba como intérprete, su asistente, que no es poco decir, si se considera la trascendencia
pero ni siquiera le dedicó una obra, no sabemos por qué. Así salió histórica y la influencia de esos cursos sobre la generación inme-
Alirio Díaz a hacer carrera teniendo como oferta en su repertorio diata, en la que están por ejemplo John Williams, Alberto Ponce,
a Antonio Lauro. Y ese éxito temprano le permite y motiva a Lau- Oscar Ghiglia, entre muchos otros. ¿Por qué? Díaz estaba muy
ro a componer más, a pensar en otros públicos. por encima del nivel de los guitarristas en Europa, que salía ape-
nas de la Segunda Guerra Mundial. Díaz llega ya con técnica, con
¿No se dio también una suerte de complementariedad entre repertorio (Lauro y Barrios Mangoré, por ejemplo, pero también
intérprete e intérprete, en el caso de Alirio Díaz y Andrés Segovia, con la Chaconne), cuando lo que se le exigía a los estudiantes en
siendo este último quien lo «apadrina» en la Accademia Chigiana los dos primeros cursos era fundamentalmente escalas y estudios.
de Siena? Díaz ya tenía una personalidad estética, moldeable todavía, cierto,
En realidad no fue de complementariedad. La relación Segovia- con la que Sainz de la Maza y Segovia más bien negocian. Gracias
Díaz es distinta desde su origen (Lauro era compositor) y más a ellos agrega nuevas composiciones españolas a su repertorio, así
tensa que la de los dos venezolanos. A diferencia de su compatrio- como obras de algunos de los compositores que giraron alrededor
ta y contemporáneo Regino Sainz de la Maza, o de nuestro Raúl de Segovia, principalmente Mario Castelnuovo-Tedesco, Ponce y
Borges, que eran profesores que trabajaban con sus alumnos regu- Heitor Villa-Lobos.
larmente y durante años para construir las manos y la personalidad

16 Compositor mexicano (1882-1948).


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Entonces, Díaz siembra su repertorio a la sombra del de Se- y contactos en todo el mundo. Díaz nunca lo planteó, ni dejó que
govia, y va a ser el segundo intérprete de muchas de esas obras, se planteara, como un conflicto, menos como una competencia,
mostrando desde el principio una personalidad muy distinta. Y y siempre se comportó como «buen» seguidor con Segovia, sin
quizás sea esta la razón por la cual Segovia no favoreció la obra serlo. De hecho, siempre hizo público su agradecimiento al humil-
de Lauro, ya dentro de la territorialización que había hecho Díaz, de maestro caraqueño, quien lo había iniciado, y de quien decía
quien lo interpretaba con un pathos especial, con ese brillo latino- haber recibido, al menos, el 80 por ciento de su técnica. Sorpren-
americano que sabía darle a todo, muy diverso del alma romántica dente, ciertamente.
del gran andaluz. Ghiglia –a quien entrevisté para la biografía de
Díaz17– me dijo una vez que oírle el Seis por derecho era una expe- Quisiéramos destacar otra faceta del maestro Alirio Díaz. Esa que se
riencia artística especialísima, que todos en Siena buscaban imitar, mencionó al principio: la del investigador, el escritor. A algunos co-
como si la pieza o la interpretación no pudieran detenerse, un élan legas les hemos dicho con franqueza que a veces vemos en el maestro
que iba de principio a fin. Hacía énfasis en que nadie tocaba a los más vuelo, pertinencia y exactitud en sus conclusiones que en las de
autores latinoamericanos como él, pues además de Lauro, era un muchos musicólogos formados como tales. En nuestro caso, ello es
magnífico intérprete de Ponce, Villa-Lobos, Barrios Mangoré. especialmente destacable en su ensayo Vestigios artísticos de los si-
De hecho, Alirio Díaz fue, sin duda, el gran heredero de Ba- glos XVI y XVII vivos en nuestra música folklórica18, cuya lectura,
rrios Mangoré, al menos en su generación. Hay mucha mayor co- debemos confesar, marcó el inicio de nuestra carrera musicológica.
nexión entre la interpretación del gran paraguayo y la del venezo- ¿Qué opina al respecto?
lano, como se puede documentar en sus discos, que entre Díaz y Se trata de una cosa un tanto delicada. Alirio Díaz escribía muy
Segovia. Entonces, cuando tú hablas de «apadrinamiento», que bien y tenía conciencia de la escritura, lo que no es tan frecuente,
sin duda lo hubo, es el que se puede dar «entre artistas adultos», ni siquiera entre musicólogos, pero no hizo tal carrera, no se pue-
de dos generaciones distintas. Alirio se acercó a Segovia con mu- de considerar que fuera una «obra musicológica». En efecto, tenía
cho tacto y sentido de la oportunidad, pues ya en ese momento el todo el talento y la intuición, pero no pudo dedicarle el tiempo
andaluz era el centro del instrumento y su personalidad era com- necesario para construir un legado. Toda su vida se interesó por
plicada. Dos artistas: uno ya hecho, reconocido y respetado; otro la investigación, pero esto entró en contradicción con su carrera
en pleno crecimiento. Y ese es el pacto implícito que ambos ha- de concertista.
cen, mostrarse como discípulo y maestro. Pero, seguro que por el Cuando él llega a Carora, en 1937, lo hace ya habiendo es-
solo hecho de presentarse como su asistente se le abrirían puertas crito una historia de La Candelaria, que por cierto fue publicada
recientemente19. Algo muy sencillo, y hasta ingenuo, pero que
17 Esta biografía ha sido publicada tres veces: Alirio Díaz: Ensayo biográfico. Ca-
racas: Comala, 2001; traducida al italiano por Angelo Gilardino: Alirio Díaz,
18 Maracaibo: Universidad del Zulia, 1970.
chitarrista de due mondi. Milán: Edizioni Curci, 2014, y una edición ampliada,
Alirio Díaz: Guitarra de tierra profunda, Caracas: Centro de Investigaciones 19 Historieta sobre La Candelaria (1938). Carora: Alcaldía Bolivariana G. D.
Electorales, 2015. Pedro León Torres, 2013.
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documenta ya la actitud intelectual y la disposición vocacional. teria prima de las autobiografías. Prefirió dejar el testimonio del
Entrevistó a los más viejos de su pueblo, buscó artículos de pren- tiempo pasado, una especie de «mirada» desde la infancia.
sa y algún documento, armó un librito. Tenía el temor de que Escribió también sobre su maestro don «Chío» Zubillaga y
esa historia podía perderse. Esta intuición es fundamental en la aprovecha para publicar y comentar las magníficas cartas que re-
construcción de su personalidad, la de un mundo que se desva- cibió de él, además de otros textos breves. Llega, así, a ese ensa-
nece, que pasa definitivamente. Es la modernidad, aunque no la yo que mencionaste, que hasta obtuvo un reconocimiento en un
esté pensando como tal, que llega arrasando lo más caro a sus concurso de ensayo, promovido por la Universidad del Zulia, y
sentimientos y recuerdos. Es el sentimiento de todo el que parte que no es más que una breve concreción de proyectos mucho más
y que nunca puede reasumir su pasado como presente. Entonces, ambiciosos que no pudo llegar a realizar. Por ejemplo, alguna vez
recoge testimonios de ese pueblo que amó profundamente y que afirmó que quería hacer una historia de la música popular en Ve-
sabía destinado a morir. De hecho, una vez lo expresó, al tomar nezuela y una historia de la guitarra. Así fue como se dedicó a re-
como su símil Casas muertas, la novela de Miguel Otero Silva. copilar y estudiar la música de los vihuelistas. Él quería dejar obra
Por otro lado, también desde muy temprano, comenzó a es- escrita sobre esos temas, que además se cruzaban con su trabajo
cribir en la prensa, aupado por el mismo Zubillaga, y ahí muestra de intérprete y arreglista. Proyectos demasiado ambiciosos, más
un intento de comprender y pensar la realidad desde su propia aún para un concertista activo.
experiencia biográfica. Sus artículos eran, en particular, sobre ar-
tistas, sobre una escuela de su tierra, sobre algún personaje que ¿El intérprete como un deportista de alto rendimiento?
había conocido. Así es, pero con una diferencia: la carrera del intérprete es para
En Díaz siempre va a existir la preocupación por la investiga- toda la vida, mientras que la del deportista es muy corta, aunque
ción y la escritura. La tiene, la va a procesar a su manera. No es después se dedique a la enseñanza o a dirigir selecciones deporti-
fácil armar un organismo que funcione en términos literarios, es vas. El intérprete no, como lo demuestra el propio Segovia, y hasta
expresión y comunicación, además de conocimiento. Pero no la Alirio Díaz. Tuvo una carrera fulgurante, a pesar de haber comen-
desarrolla a plenitud. Escribió y publicó diversos textos, de pre- zado con cierto retraso, en ascenso permanente; yo diría que hasta
tensiones muy distintas, como la primera parte de su autobiografía principios de los 80… Luego, fue a un ritmo bastante menor. Y
Al divisar el humo de la aldea nativa20, más homenaje a su infancia no estoy hablando simplemente de la calidad de la interpretación,
que una visión sobre sí mismo. Ahí no se construye como perso- sino en cuanto a la práctica de tocar nuevo repertorio, estrenar
naje, sino que aprovecha que ya se ha hecho grande y famoso para obras, grabar, trabajar con los compositores, dar conciertos en sa-
homenajear la humildad de sus días de infancia, a esa gente de la las importantes, etc.
que se sentía venir, con orgullo profundo. Es una «autobiografía» En cambio, la labor del arreglista no era excluyente, sino com-
entre comillas. No está claro en él una introspección, que es la ma- plementaria. Un quehacer creativo que hacía brillar incluso más
20 Caracas: Tipografía Principios, 1984.
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su rol como concertista. De hecho, fue el principal intérprete de vida el instrumento para dar conciertos –incluso en el exterior– en
sus propios arreglos, numerosísimos, que no han tenido verda- los que presentaba fundamentalmente su obra. Ya el mundo que-
dera acogida en el medio ni siquiera nacional, no obstante la alta ría saber cómo tocaba Lauro sus mismas composiciones.
calidad de algunos de sus trabajos, como el que hace sobre las ar-
monizaciones de Sojo o algunos de sus joropos, trabajos más bien ¿El maestro Alirio Díaz no hizo escuela?
tardíos. Él arregló muchas piezas porque las podía tocar, editar y Propiamente escuela no, pues no dio clases regulares. No se puede
promocionar. De hecho, es la base de sus discos «venezolanos», decir que alguien fuera «su» discípulo, más allá de lo que se ponga
que salieron bajo su propio sello «Siruma». De muchas maneras en muchos curricula. Tampoco Segovia lo hizo. Imponían reper-
también expresó en ese catálogo vínculos biográficos. torios, modos interpretativos, aproximaciones estéticas, pero no
propiamente escuela. Eso habría significado detener la otra carre-
¿El maestro nunca compuso? ra. Al igual que Segovia, dio clases magistrales en diversos países,
De joven, se sabe que tenía algunas piezas populares, pero se han a alumnos de otros profesores, cursos ocasionales y fundamental-
perdido o nunca las escribió. Él construyó otro destino, porque mente de interpretación, como lo hizo en la Universidad Cen-
los destinos hay que construirlos y eso siempre deja otras cosas tral de Venezuela, a mediados de 1960, que fue muy importante
de lado. Por eso hablaba de los límites entre Lauro y Díaz. A lo para la guitarra continental. Después de Barrios Mangoré, fue
mejor, si no hubiera existido el Lauro-compositor, se hubiera atre- quien más impulsara la práctica y la enseñanza de la guitarra en
vido a componer. De igual modo, seguramente la obra de Enrique toda Latinoamérica.
Pérez Díaz hubiese sido más extensa, o la de José Rafael Cisneros. Pero no dejó escuela, en el sentido que lo preguntas. Ese es
Pero al tener al lado a Lauro, que desde muy pronto mostró ap- el camino del pedagogo, del docente como tal. La tradición de
titudes excepcionales y esa hermosísima personalidad musical, se la docencia de la guitarra en Venezuela pasa de Raúl Borges a
produjo una suerte de recato en sus compañeros. Lauro, por su Manuel Enrique Pérez Díaz, compañero de Lauro, y de este a
parte, abandonó la guitarra como intérprete para dedicarse a la Leopoldo Igarza, el profesor de guitarra que más años seguidos
composición, particularmente para guitarra. ha enseñado en el país y, ciertamente, quien más alumnos activos
Esto ejemplifica lo que los economistas llaman «costo de opor- ha preparado y en muy diversos campos del ejercicio profesio-
tunidad». Es decir, cada decisión que se toma en la vida implica nal. Es una forma de medir la importancia del trabajo pedagó-
todas las demás que se desechan. Lauro, al decidirse como com- gico. Lauro mismo, quien dedicó un importante esfuerzo a la
positor, no explota su talento de intérprete. En cambio, el costo de enseñanza de la guitarra, no tuvo muchos discípulos que culmi-
oportunidad de Díaz, al asumir su carrera de concertista, no fue naran sus estudios, pero entre ellos está quien hoy representa la
la composición, sino la musicología. Pero igual ambos no dejaron apuesta artística más interesante y profunda de la interpretación
del todo ni la interpretación ni la musicología, como vimos en el de la guitarra en el país: Luis Zea.
caso de Díaz y sus libros. Lauro, por su parte, asumió al final de su
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Ahora bien, hay que reconocer la influencia de Díaz sobre
todo el mundo de la guitarra en nuestro país. Inclusive para los
muchachos de hoy, que no lo conocieron, pero que la reciben por
vías indirectas (por desgracia, muchos de sus discos se encuentran

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fuera del mercado), está en la manera de acercarse a la música
para guitarra en Venezuela.
El día que se haga la antología de la guitarra en el siglo XX,
habrá que incluir grabaciones de Díaz y, entre ellas, seguramente, r.m.v.
esté alguna de sus interpretaciones de Antonio Lauro, que siguen
siendo las mejores.
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